Ayer se cumplió 7 años del acontecimiento más trágico ocurrido en el baloncesto portugués.
Era el 3 de Marzo de 2002, a las 15:30 de un domingo. Se jugaba en la ciudad de Aveiro más un partido de la Liga portuguesa, entre el Aveiro Basket y el Benfica. El encuentro transcurría con toda la normalidad. Se disputaba, aún, el primero periodo, y el Benfica gana una ventaja importante. Después de más una perdida del equipo “aveirense”, que el equipo de Lisboa aprovecha para sumar más dos puntos, y el entrenador del Aveiro Basket pide su primero tiempo muerto. Los jugadores se dirigen para el banquillo normalmente. Los sustitutos conceden sus lugares a los 5 titulares. El entrenador del Aveiro empieza la charla, y de repente, desde el fundo del banquillo y sin que nada lo anticipase, el capitán del equipo, Paulo Pinto, cae inanimado en el parquet. La primera reacción es de sorpresa, para inmediatamente se transformar en horror. Paulo no respira. Sus ojos se reviraran. El médico del equipo de Aveiro y el del Benfica se acercan con urgencia junto a él. Pero él sigue sin reaccionar. Se deciden en trasladarlo para las cabinas. En el pabellón se instala un silencio pesado y cómplice, entre jugadores, periodistas y público. Nadie se atreve a juzgar el sucedido. No hay noticias. La preocupación y ansiedad crece entre todos los presentes, y, seguramente, entre los que asistían por la tele a la transmisión del partido. Hay quien rece, y pida la ayuda divina.
Finalmente sale la noticia. La terrible y indeseable noticia. A pesar de todas las tentativas de reanimación, no fue posible devolver la vida a Paulo Pinto. Paulo Pinto ha fallecido. Se instala la incredulidad en el pabellón. No es posible. No puede ser posible. Paulo Pinto, el nuestro querido capitán no puede haber fallecido… Pero infelizmente así ha sido.
Hay tantas cosas a decir sobre Paulo Pinto….
Sobre el hombre. Sobre la pasión que tenía por el baloncesto, el deporte que más amaba. Sobre su cualidad técnica y táctica, y la inteligencia que exhibía en las pistas. Sobre la forma como ha logrado formarse en medicina, a pesar de seguir jugando baloncesto al nivel más elevado. Sobre la forma como recusó salir de Portugal para jugar en otras Ligas (y tuvo algunas invitaciones de España, Italia y Grecia) antes de terminar su curso universitario. Algo que ha sido prejudicial para su desarrollo como jugador…
Pero yo me quedo con la belleza de su carácter. Su trato afable con las personas que convivían con él, y sus fans. Tenía siempre una sonrisa, una palabra un gesto amable con todos.
Paulo era un hombre bueno. Un ejemplo de bondad y humanidad, pero también de profesionalismo y seriedad.
Paulo Pinto fue una de las mejores personas que algún día conocí.
Como le echo de menos…
La vida es “fudida”….