Esta parte de la historia es la que despertó mi interés, así que será mejor empezar por los hechos.
En 1976 hubo un total de 18 jugadores universitarios incluidos en alguno de los numerosos quintetos ideales de la temporada (AP, UPI, USBWA, NABC). Quince de esos jugadores fueron elegidos en primera ronda del draft de la NBA, incluidos los números 1 de 1976 y 1977. Sólo dos jugadores, Earl Tatum de Marquette y Willie Smith de Missouri, cayeron a segunda ronda.
Phil Sellers no fue elegido hasta la tercera ronda del draft de 1976. Aún más humillante, los Detroit Pistons lo escogieron dos puestos por detrás de su compañero Mike Dabney (y uno después de Lars Hansen, futuro máximo anotador de la liga nacional). Su aspiración era pelearle el puesto de escolta a Chris Ford, pero ese mismo verano los Pistons trajeron a Ralph Simpson, una antigua estrella local de Michigan State que venía de ser all-star en la ABA. El entrenador Herb Brown tenía que lidiar con cuatro exteriores que querían ser titulares (los bases Kevin Porter y Eric Money, los escoltas Chris Ford y Ralph Simpson), así que no quedaban minutos de “dos” para Sellers. Y como suplente de M.L. Carr estaba el fornido Al Eberhard, uno de esos jugadores que encantan a los entrenadores porque lo dan todo en la pista.
Phil Sellers quedó reducido al rol que corresponde a un jugador elegido en tercera ronda del draft: 329 minutos en 44 partidos, casi siempre con el marcador ya decidido. Su única aparición en playoffs fueron seis minutitos en la derrota frente a los Warriors por 108-138. Promedió 4.5 ppg, que no está mal, pero su porcentaje de acierto fue un pésimo 38.4% y no aportó en ninguna otra faceta del juego.
Los Pistons cortaron a Phil Sellers durante la pretemporada de 1977, así que no le quedó otra que probar fortuna en la CBA. Concretamente en las filas de los Jersey Shore Bullets, que formaron un equipo con jugadores locales con tirón como su viejo amigo “Fly” Williams (la estrella del equipo) o si antiguo rival “Beaver” Smith. No terminó la temporada, y reapareció en la Jersey Shore Summer League de 1978, una prestigiosa liga de verano llena de profesionales, formando parte del Mini Computer. Allí volvió a encontrarse con Eddie Jordan y Mike Dabney a las órdenes del entrenador Roth Rothstein, y después de terminar cuartos la fase regular remontaron el vuelo en playoffs para proclamarse campeones.
Después de probar sin éxito con los Pistons y los Nets, Phil Sellers decidió intentar la aventura europea en las filas del Amsterveen, un grande de la liga holandesa venido a menos. No fue una experiencia satisfactoria, ya que el equipo carecía de nivel competitivo (no sumaron su primera victoria hasta enero) y su juego pecó de excesiva irregularidad, algo que él achacaba a la pésima organización del club y de la liga: después de jugar sus dos primeros partidos, Sellers fue suspendido ya que su paso por la NBA lo inhabilitaba para competir en una liga amateur como eran todas las de la FIBA, y el tema tardó semanas en resolverse. El Amsterveen terminó décimo con sólo 8 victorias, y Phil Sellers volvió a los EE.UU. decidido a no probar más aventuras. Volvió a la Jersey Shore Summer League de 1979 con un nuevo patrocinador, Phoenix Business System, en lo que sería uno de sus últimos momentos felices con el baloncesto. Ron Rothstein organizó una especie de reunión del equipo de Rutgers de 1976 con Eddie Jordan, Mike Dabney, Phil Sellers, Hollis Copeland y James Bailey como quinteto titular, y Abdel Anderson saliendo desde el banquillo, y ganaron el campeonato con la gorra. Al año siguiente sufrió una última humillación cuando Rothstein le comunicó que no contaban con él, y tuvo que enrolarse en el Royal Manor, un equipo inferior.
Casado y con un hijo, Phil Sellers dejó de lado el baloncesto profesional. Trabajó como coordinador en un plan de empleo federal y luego como mensajero en U.S. Steel, mientras colaboraba en Rutgers como asistente a tiempo parcial (sin sueldo, claro). A finales de 1982 su vida dio otro giro descendente cuando se quedó sin empleo y no pudo salvar su matrimonio. Tuvo que volver a Brownsville a vivir otra vez en el piso de sus padres allá en el bloque de viviendas sociales de su infancia, y su trabajo en una empresa de créditos e hipotecas no le dejaba tiempo para seguir como asistente universitario. El baloncesto quedó para las pachanguitas de veteranos los fines de semana.
“Fly” Williams, Phil Sellers, “World” Free.
¿Que pasó?