John Warren (Knicks): En St John’s, Warren había sido un alero todoterreno que destacaba por su buena defensa, pero con apenas 1.90 de estatura su futuro profesional estaba en la posición de base. A pesar de sus limitaciones como director de juego y al hecho de no haber tenido minutos el año anterior en los Knicks, los Cavs no tendrían más remedio que confiar en él hasta que “Butch” Beard terminara su servicio militar.
Luther Rackley (Royals): Hace sólo unos días supimos de la muerte de Rackley, un pívot de 2.08 que alcanzó el punto más alto de su carrera al formar parte del mejor equipo de instituto del país, por delante del Power Memorial de Lew Alcindor. En Xavier se reveló como un jugador esforzado, buen reboteador pero muy justo de talento que terminó cayendo a la tercera ronda del draft. El entrenador de Cincinnaattii, el mítico Bob Cousy, dijo de él: “¿Qué se supone que puedo hacer con un pívot que ya era mediocre en la universidad?” Sin embargo, al igual que en el caso de Wesley para los Cavs sí que podía llegar a ser un jugador valioso saliendo desde el banquillo.
McCoy McLemore (Pistons): Cómo me gusta el nombre de este tío. En esta época, el concepto de ala-pívot como power forward se aplicaba a jugadores grandes, en general pívots reconvertidos a aleros por sus limitaciones o por la presencia de un pívot mejor. Los ala-pívots como McLemore, con menos de dos metros y especializados en la defensa y el rebote, se denominaban aleros defensivos. “Double Mac” (¿cómo es posible que nadie le pusiera ese apodo?) había llegado a la NBA a base de trabajo, partiendo de un Community College para terminar empatado en primer puesto de la Missouri Valley Conference. Su muñeca de madera limitaba su utilidad, pero su defensa y sus rebotes lo hacían valioso; así que no es de extrañar que esa combinación lo llevara a ser elegido en tres drafts de expansiones distintos. Considerado el mejor defensor en su posición de la liga y un consumado profesional, se esperaba que aportase liderazgo en el vestuario. Bill Fitch era consciente de que ni él ni Johnny Egan querían pasar sus últimos días perdiendo partidos en una ciudad tan inhóspita como Cleveland, así que les ofreció buscarles un buen traspaso en cuanto pudiera a cambio de que cumplieran durante los meses que tuvieran que esperar.
Len Chappell (Bucks): Otro veterano de tres drafts de expansión, también por causa de su curiosa mezcla de virtudes y defectos. Cualquier equipo nuevo necesitaba un jugador así, un ala-pívot de 2.03 bien ancho de hombros que podía incluso jugar de “cinco”, y que aportaba rebotes y lanzamientos de media distancia (suya fue la primera canasta de los Chicago Bulls). Pero nunca había llegado a plasmar el potencial que se le atribuyera en Wake Forest y por el que fue un nº 4 del draft, y a estas alturas estaba ya con un pie en la retirada. De hecho, fue cortado por los Cavs a las dos semanas de competición, a pesar de las agudas carencias del equipo. Personalmente sospecho que tampoco él quería pasar sus últimos días en Cleveland, y no estaba dispuesto a esperar como McLemore o Egan.
Johnny Egan (Lakers): A Egan lo llamaban base porque medía 1.80, la verdad. En esta época no se solían distinguir las dos posiciones exteriores excepto en el caso de auténticos directores de juego como Lenny Wilkens, y muchos equipos no distinguían roles sino que esperaban que los dos “guards” anotaran de fuera y movieran el balón indistintamente. El papel de Johnny Egan en todos los equipos que estuvo fue siempre el mismo, salir desde el banquillo a revolucionar el partido. Era rápido y saltarín, y jugaba todo el tiempo a tope de revoluciones, sumando puntos con su famoso “rainbow” que era una penetración culminada dejando el balón muy arriba (un poco al estilo de Juan Carlos Navarro). También en los Cavs su rol sería ese, mientras le comía la oreja a Bill Fitch sin parar pidiéndole volver a California, donde había dejado a su familia.
Bobby Lewis (Warriors): Otro jugador que había tenido su momento de gloria en instituto para luego ir a menos. Aún fue segundo espada en un equipo de North Carolina que se plantó en la Final Four, pero en la NBA no había pasado de jugador de relleno. De todas formas, este escolta de 1.90 podría valer para completar la rotación exterior de los Cavs. Total, no es que pidieran demasiado.
Don Ohl (Hawks): Era seguramente el jugador con mejor historial de todo el draft de expansión, un tirador exterior superlativo con nada menos que cinco presencias en el all-star. Pero a sus 34 años su rendimiento ya no era el que había sido, y con la evidencia de que apenas le quedaba gasolina en el tanque decidió que no valía la pena volver a cambiar de ciudad para intentar aguantar un año más. Don Ohl se retiró sin llegar a incorporarse a los Cleveland Cavaliers.
Loy Petersen (Bulls): Jugador absolutamente marginal en Chicago, no llegó a debutar en Cleveland.