Ray Scott (Bullets): Este ala-pívot de 2.05 no era ninguna estrella, y tampoco estaba en su momento cumbre al contar ya con 31 años. Sin embargo, para un equipo nuevo valía su peso en oro, ya que era un obrero de las zonas que destacaba por su fuerza y su capacidad reboteadora. Podía ocupar incluso el puesto de cinco a unas malas, y en ataque era irregular pero tenía sus buenas rachitas. El problema fue que Scott recibió una oferta mucho mejor de la ABA, y puso rumbo a Virginia. Los Braves llevaron el caso a juicio intentando forzar su vuelta, pero los tribunales le dieron la razón al jugador y los de Buffalo se tuvieron que conformar con el premio de consolación de una elección de segunda ronda para el draft de 1971 que la NBA les concedió por pena.
Bill Hosket (Knicks): Este ala-pívot de 2.03 tiene toda la pinta de jugador que había alcanzado su techo en universidad y la NBA le quedaba grande. Buen jugador y mejor estudiante en una universidad de prestigio como Ohio State, su medalla de oro con la selección olímpica de 1968 le había hecho un hueco en la primera ronda del draft, pero en los Knicks apenas había pisado la pista. Aún cabía la posibilidad de su problema hubiera sido la superpoblación del juego interior de los Knicks, ya que cuando había tenido que salir no lo había hecho mal.
Don May (Knicks): Pareja de hecho de Hosket, con el que coincidió primero en el instituto y luego en los Knicks. A pesar de ser el único jugador destacado de la plantilla de Dayton, había metido a su universidad en la final de la NCAA de 1967 y al año siguiente la había llevado al triunfo en el NIT. Su brillante periplo universitario no podía ocultar que era un alero anotador de apenas 1.93, y por eso dio con sus huesos primero en la tercera ronda del draft y luego al fondo del banquillo de los Knicks.
Freddie Crawford (Bucks): Este escolta de 1.93 era otra antigua elección de draft de Eddie Donovan para los Knicks. Buen anotador desde el banquillo, apenas jugaría un mes con el equipo antes de ser traspasado a los Sixers por una futura elección de segunda ronda.
Herm Gilliam (Royals): Muchos recordamos a este combo-guard de 1.90 por su presencia en el quinteto titular de los Blazers campeones. Elegido en primera ronda del draft de 1968 por los Royals, había llegado a ocupar temporalmente la titularidad junto a Oscar Robertson antes de lesionarse. No era un base director, pero sí un jugador completo capaz de ayudar a su equipo en lo que necesitara.
George Wilson (Sixers): La carrera de este pívot de 2.03 había ido de más a menos. Estrella indiscutible en instituto, había quedado como buen jugador en universidad, y había entrado de rebote en la selección olímpica de 1964, con la que anotó dos importantes canastas en los últimos minutos del partido contra Yugoslavia. Elección territorial de los Royals, no había pasado de secundario conocido por su capacidad reboteadora y su muñeca de madera. Su relación con el entrenador nunca sería fluida ya que al llegar había avisado que no quería que lo intentaran reconvertir a “cuatro”, y después de aceptar Schayes se pasaría la temporada intentando reconvertirlo a “cuatro”.
Em Bryant (Celtics): Este veterano base de 1.85, reconocible por su sempiterna cinta en la cabeza, había surgido de las profundidades del draft para convertirse en un digno suplente. Regulero en la dirección de juego pero rápido y buen defensor, había tenido su momento de gloria en los playoffs de 1969, siendo importante en la victoria céltica y anotando 20 puntos en el último partido. Oficialmente no entraba en los planes de reconstrucción de Boston, extraoficialmente su marcha se atribuía a su mala relación con el entrenador Tom Heinsohn. Se esperaba que aportase calma y veteranía al equipo.
Mike Lynn (Lakers): Un alero de 2.00 procedente de UCLA, que apenas duró un mes en la plantilla.
Paul Long (Pistons): Un escolta de 1.88 con un paso absolutamente marginal por la NBA y la ABA, y que no pasaría de último jugador en la rotación.