Con todo, había razones para un optimismo moderado. El equipo había sobrevivido mejor de lo anticipado a la baja de su estrella, y hasta naufragar en un mar de lesiones había demostrado ser capaz de competir con dignidad por un puesto razonable en playoffs. Por desgracia, el verano de 1992 de los Lakers fue una tormenta de acontecimientos y decisiones que hicieron de todo punto imposible mantener un rumbo definido.
Todo comenzó con la inesperada petición por parte del técnico Mike Dunleavy de ser liberado de su contrato para poder volver a Milwaukee, donde le ofrecían no solamente el puesto de entrenador sino el de vicepresidente de operaciones deportivas. Muchos aficionados angelinos lo vivieron como una traición ya que en realidad la franquicia no tenía más remedio que acceder ya que mantener a un entrenador contra su voluntad no tenía demasiado sentido. Cogidos por sorpresa y sin tiempo para buscar un sustituto de garantías, los Lakers terminaron ascendiendo al asistente Randy Pfund, con resultados hilarantes. Lo único positivo de toda esta historia es que recibieron como compensación una elección de segunda ronda para el draft de 1992, que reemplazaría a la que enviaron a Miami a cambio de que no escogieran a Kareem Abdul-Jabbar en el draft de expansión de 1988.
Claro que eso no era nada comparado con el polémico intento de “Magic” Johnson de volver a las pistas. Después del éxito del “Dream Team”, Magic anunció su reincorporación inmediata a los Lakers, con los que hizo la pretemporada de 1992. Sin embargo, pronto se alzaron voces en contra de su vuelta a la cancha, en especial por parte de jugadores como Jeff Malone, Gerald Wilkins y sobre todo Karl Malone, que expresaban su temor a un posible contagio. Esas manifestaciones generaron dudas inmediatas en Magic, que durante semanas estuvo debatiendo si debía intentar afrontar directamente el miedo de compañeros y rivales, o tirar la toalla.
Esas dudas no podían llegar en peor momento para Jerry West, que necesitaba una respuesta definitiva para poder configurar la plantilla pero que por razones de simple humanidad no podía presionar al jugador. Los Lakers afrontaron el verano del 92 decididos a reforzar su perímetro, y para ello la primera herramienta era el draft. El jugador que más les interesaba era Doug Christie de Pepperdine, un combo-guard que estaban convencidos que podría convertirse en el base alto que estaban buscando, pero que ya llevaba dos atroscopias en la rodilla izquierda que despertaban dudas sobre su estado físico. La alternativa era el escolta Anthony Peeler de Missouri, que podría haber salido en los puestos de lotería si no fuera por el pequeño detalle de las dos denuncias por agresión que dos mujeres distintas habían presentado contra él en los meses anteriores, y que se saldaron con condenas por delitos menores. Esas polémicas sumadas a su paso por una clínica de desintoxicación para alcohólicos hicieron que cayera a mitad de la tabla, donde los Lakers aprovecharon para echarle mano como sustituto de Terry Teagle, que tomó rumbo a Italia. En segunda ronda escogieron al base Duane Cooper de la cercana SoCal, que ocuparía el rol de Rory Sparrow como único base puro de la plantilla.
Sin embargo, el auténtico objetivo de Jerry West era Rod Strickland de los Spurs, un jugador controvertido que había peleado durante meses con la gerencia de San Antonio hasta terminar firmando un solo año de contrato, lo que lo convertía en agente libre. Pese a todas sus polémicas, Strickland era un base-base de talento innegable, titular válido para cualquier equipo con aspiraciones, y contactos informales habían indicado su interés por incorporarse a los Lakers. El problema era que para eso los Lakers necesitaban el espacio salarial ocupado por “Magic” Johnson, así que empezaba a hacerse imperioso que se resolviera la situación en un sentido o en otro. Por supuesto, lo que terminó pasando fue la peor de todas las opciones: “Magic” terminó decidiendo abortar su retorno a las pistas, pero tardó tanto que para entonces Strickland ya se había comprometido con los Portland Trail Blazers. Los Lakers habían vuelto a quedarse sin base titular, que es lo peor que le puede pasar a un entrenador nuevo.
Tampoco había más en el mercado. Terminaron gastando la excepción por la retirada de Magic en el veterano James Edwards como póliza de seguros frente a una posible recaída de Vlade Divac, ya que Jack Haley se lesionó y fue cortado. La última plaza fue para un ala-pívot novato llamado Alex Blackwell que impresionara a West en las ligas de verano, lo que fue una sorpresa ya que dejó fuera a un jugador con más pedigree como Sean Higgins (también dejó fuera a Tim Breaux, eso fue menos sorprendente).