Nuestros ases. (27) Una serie de Manuel ESPIN
JAVIER SANJUAN, DE LA CANTERA DE LA SALLE BONANOVA
Internacional en el Eurobasket-61, de Belgrado y en Manila-62
La Salle, Maristas,
Español, Aismalibar, Barcelona, Picadero: 20 años de actividad
En el capítulo de jugadores más distinguidos por su caballerosidad, por su señorío dentro y fuera de la pista, que ha dado el basket, ha de figurar, con todo merecimiento, Javier Sanjuán, internacional en los años 1961-1963. Aunque nacido en Zaragoza —el 23 de julio de 1939— Javier Sanjuán puede ser definido como un genuino producto del basket catalán. lnstalado en Barcelona, con su familia, el año de su nacimiento, Javier Sanjuán se inició en el baloncesto a los 13 años en el Colegio La Salle Bonanova, del que era alumno desde los 7 años.
La Salle, punto de partida
—En el La Salle fui jugando, y creciendo, durante cuatro años, hasta 1955. Lo dejé durante el año siguiente y en 1957 fiché por los Maristas de San Juan, en donde tuve como entrenador a Luis Rodrigo, que fallecería unos años después en un accidente de carretera. De él obtuve las primeras enseñanzas formales de la técnica del baloncesto.
Era el primer paso serio de una carrera que le conduciría en pocos años a la cúspide de la internacionalidad.
—En el Maristas estuve sólo un año. Ocurrió que mi hermano Vicente jugaba en el Español y, dado que en su plantilla necesitaban otro jugador, Vicente recibió el encargo de proponerme el ingreso en el club blanquiazul, cosa que acepté encantado porque veía en ello la posibilidad de ir progresando. Creo que esto último lo conseguí plenamente. Allí estaban jugadores tan calificados como Lloret, Bonich, Batiste, Pallejá, Borrell, el americano Pete Reimer, el portorriqueño Hiram Ruiz. Fue este último, por cierto, el que con más fuerza me inoculó el veneno de una afición desmedida por este deporte. Como entrenador teníamos a Paco Ortiz. Dos años después le sustituyó José Grau. Con éste al cuidado del equipo, ya pude jugar los 40 minutos. Y así claro, noté mucha mejora en mí juego.
Sustituir a Emiliano...
El paso de Javier Sanjuán por el Español no iba a ser sino una etapa más en una carrera singularmente progresiva. Una circunstancia sumamente dolorosa para el basket catalán —el fichaje por el Real Madrid, de Emiliano, la estrella del Aismalibar, de Moncada, el equipo que de la mano de Kucharski, se hallaba en la cumbre del baloncesto hispano— sirvió, no obstante, para allanarle el camino a Javier Sanjuán.
-El presidente del club, señor Sans, y el entrenador, señor Sellarés, me propusieron ingresar en el Aismalibar, para cubrir la baja de Emiliano, y esto lo entendí como un gran honor para mí Ahí es nada sustituir al maravilloso Emi. Todo un reto, que acepté con la mayor ilusión. Allí iba a tener, además, la tentadora oportunidad de alternar con jugadores tan valiosos como Buscató, Navarro, Del Baño, hermanos Riera, Ramón, Rosell, Baturone. Sellarás fue nuestro entrenador los dos años que Kucharski estuvo en Italia. A su regreso volvió a hacerse cargo del equipo. Para mí fueron tres años inolvidables, de los que guardo un gratísimo recuerdo, por el exquisito trato que recibí,
Con el Barcelona, en Segunda
La dicha fue breve para Javier Sanjuán. El Aismalibar, diríase que asustados sus dirigentes por la fuerza que el amateurismo marrón iba adquiriendo, se disolvió. Todos sus jugadores tuvieron que buscar un nuevo destino. Javier Sanjuán, como Santiago Navarro, recaló en el Barcelona, que se hallaba en Segunda División, recuperándose lentamente de lo que se dio en llamar el llaudetazo
—En mi primera temporada, la de 1963-64, ganamos el Gonzalo Aguirre y subimos a Primera. El equipo lo formábamos Aymerich, el actual subsecretario de Obras Públicas, Vallbuena, Serra, hoy prestigioso arquitecto, Clúa. Como entrenador, Eduardo Portela. El presidente de las secciones era el señor Piera, y el factótum, el señor Sadurní. En el Barcelona estuve hasta 1972. El equipo, en constante renovación, en un sostenido empeño por situarlo en la cumbre del basket nacional, fue ganando posiciones. Había empezado la era de los grandes fichajes, de la importación de americanos. Y yo, a mis 33 años, comprendí que debía dejar mi puesto para un refuerzo. Y asilo hice.
Picadero, última etapa
Para Javier Sanjuán, empero, iba a resultar muy doloroso el acto ritual de colgar las zapatillas. Y no lo hizo.
—Aquel gusanillo que había hecho despertar en mí Hiram Ruiz seguía vivo. Me propusieron ingresaren el Picadero y acepté. Jugué sólo un año, hasta que se disolvió el equipo, en donde gané nuevos y entrañables amigos en los Alocén, Escorial, Albanell, Codina, Soler, Cañellas... Había llegado la hora, entonces sí, de dejar el basket. A mis 34 años tenía acabada una carrera, la de ingeniero, las milicias terminadas, casado y con un hijo. El baloncesto tenía que quedar ya -en un segundo plano.
-Un segundo plano relativo. De este deporte se sigue hablando, y mucho, en el hogar de los Sanjuán.
—El mayor de mis hijos, Javier, de 16 años, juega en el La Salle Bonanova, lo propio que Jorge, de 11 años. Marta, de 14 años, asume el papel de fan de sus hermanos. La dinastía de los Sanjuán, como ves, está asegurada.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 4/pdf.html