Nuestros ases. FINALIZADA - INDICE POR ORDEN ALFABETICO DE LOS 100 ASES DE MANUEL ESPIN.
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Amadeo
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Re: Nuestros ases (49) Una serie de Manuel Espín. J.L. SAGI-VELA, EL HIJO PRODIGO DE ESTUDIANTES.

por Amadeo » 17 Ago 2021, 12:58

J.L. SAGI-VELA, EL HIJO PRODIGO DE ESTUDIANTES.
“El ‘Eurobasket-73’ de Barcelona, mi mejor recuerdo”
Son legión, como es sabido, los jugadores a los que el Estudiantes, club ejemplar por tantos conceptos, colocó en la órbita del basket nacional de élite. José Luis Sagi Vela, iniciador de una brillante dinastía, tiene ganado, por derecho propio, un puesto de honor en la relación de primerísimas figuras aportadas por el club del Ramiro al equipo nacional.
El mayor de los Sagi-Vela, sin embargo, tuvo en Estudiantes su cuna deportiva. En él, siempre bajo la dirección de competentes entrenadores fue moldeándose como jugador hasta adquirir los perfiles de extraordinaria figura de la canasta que insinuaba en sus años de infantil.
Ferrándiz, su primer maestro
Además de Estudiantes, el baloncesto madrileño ha contado siempre con numerosos centros escolares desde donde se laboró activa y eficazmente en favor del baloncesto. José Luis Sagi-Vela se inició en uno de esos centros.
-Fue en el Colegio La Salle, de Maravillas, donde pisé por primera vez una cancha de baloncesto. Tendría entonces 13 años - nací en Madrid el 4 de octubre de 1944 - y tuve como entrenador nada menos que a Pedro Ferrándiz, que por aquel entonces entrenaba al Hesperia, como etapa previa antes de ingresar en el Real Madrid. Cuando tuve la edad de juveniles ingresé en el Canoe, con cuyo equipo fuimos campeones de España. Con este título cerraba mi etapa en la categoría juvenil.
Con Estudiantes, el primer título
Otra etapa, fecunda en triunfos y honores, iba a abrírsele a José Luis Sagi-Vela a partir de 1963, una vez adentrado en la categoría senior.
-En 1963 fiché por el Estudiantes y aquel mismo año ganamos la final de Copa de San Sebastián, frente al Real Madrid, por 94-90. Tuve, como se ve, un feliz debut entre los mayores. Teníamos como entrenador a Jaime Bolea. En el Estudiantes estuve siete años. En 1970 fiché por el Kas y al cabo de cuatro años, en 1974, asumi, con gusto el papel de hijo pródigo, y volví a Estudiantes, junto con mi hermano Gonzalo.
Y allí estuve hasta 1977, año en que me retiré. A mis 33 años creí llegada la hora de atender de una manera exclusiva mis quehaceres profesionales.
Un halagüeño balance
Atrás quedaban veinte años de actividad deportiva, ocho de ellos. - de 1967 a 1974 - en calidad de fijo en las diversas selecciones nacionales que fueron sucediéndose. Dotado de unas condiciones físicas excepcionales y de una calidad técnica que revelaba con exactitud la valía de los entrenadores que fueron modelándolo, José Luis Sagi Vela alcanzó la internacionalidad en ochenta y ocho ocasiones, habiendo disputado unos Juegos Mediterráneos (Túnez, 1967); cuatro Campeonatos de Europa (Helsinki, 1967; Nápoles, 1969; Essen, 1971 y Barcelona, 1973), un campeonato del Mundo (Puerto Rico, 1974), y unos Juegos Olímpicos (Méjico, 1968). Un historial, como se ve, difícilmente superable.
-De todos esos acontecimientos guardo un recuerdo imborrable. De un modo especial, claro está, del Eurobasket de Barcelona, en donde, con la conquista de la medalla de Plata, fruto de un histórico triunfo sobre la URSS, la Selección Española realizaba la más resonante gesta de la historia de nuestro deporte. En el Mundial de Puerto Rico, en 1974, en donde me, despedí como internacional, logramos también una brillante clasificación: un quinto lugar. Muy buenos recuerdos, también de aquel Mundial y de la gira que hicimos antes por El Salvador, Panamá y Cuba. En el partido contra los cubanos, tuvimos como espectador a Fidel Castro. También, claro está, he pasado en esos años mis malos ratos, y no sólo en los partidos que perdimos. Re cuerdo, por ejemplo, que en Méjico, en la Olimpiada, fui objeto de una agresión tumultuaria por parte de siete jugadores filipinos al terminar el partido, en el que les habíamos vencido nada menos que por 108-79.
Gratitud
A los siete años de haber dejado de pisar las canchas de juego, José Luis Sagi-Vela mira hacia atrás con profunda complacencia, hecha de sincero reconocimiento.
-Como resumen, puedo decir que en el baloncesto lo he pasado muy bien. Muchas razones hacen que opine así. Este deporte me ayudó a hacerme hombre y recibí de él una magnífica educación. He conocido gente, he visitado países. En el orden económico, las cosas me fueron simplemente bien, gracias a mi ingreso en el Kas con un fichaje realmente estupendo para aquellos tiempos. También por la selección pasé por buenos momentos en el aspecto crematístico. No hace falta que diga que de Estudiantes, nada o casi nada en ese aspecto. Lo cual no fue razón que me desaconsejase volver al club después de la disolución del Kas. Estudiantes era mi casa y allí me hice internacional. La falta de medios se compensaba con el clima de sincera entrañable humanidad que se respiraba en el club. En Estudiantes, de otra parte, había tenido a mis mejores entrenadores, Jaime Bolea, Ignacio Pinedo y Jesús Codina. A todos ellos, así como a Lester Lane, que lo tuve en el Kas, y a Antonio Díaz Miguel, que me eligió para ochenta y ocho partidos internacionales, mi profunda gratitud.
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Re: Nuestros ases (50) Una serie de Manuel Espín. JOAN MARTOS: DE CUANDO A UN 1,95 SE LE LLAMABA GIGANTE.

por Amadeo » 19 Ago 2021, 08:54

JOAN MARTOS: DE CUANDO A UN 1,95 SE LE LLAMABA GIGANTE.
Internacional y olímpico de 1959 a 1961, las lesiones oscurecieron el brillo de su carrera
La falta de pívots que se tallasen por encima de los dos metros fue, durante muchos años, el gran “hándicap” con el que hubo de luchar el basket español en sus salidas al campo internacional. Quieras que no, nuestros técnicos tuvieron que adaptar a ese puesto vital a jugadores que, con 1,90 o pocos centímetros más, no podrían ser en el basket actual otra cosa que aleros. Con el tiempo, empero, y gracias a unas utilísimas “Operaciones Altura”, irían surgiendo los hombres-torre con los que el basket español, como ocurre hoy, dejaría ya de batirse en inferioridad en cuanto a techo físico. Los Santillana, Rullán, Tarín, Martín, Soler, Romay, Jiménez, T. Martín, Rubio, Querejeta, Prada y un largo etcétera vienen a probar lo mucho que se ha ganado en ese aspecto, primordial para un deporte, de las especiales características del basket.
“El gigante de la costa”
A falta de esos superpivots que más allá de nuestras fronteras despertaban auténtica envidia en los técnicos españoles, aquí, el puesto de pívot era para aquellos jugadores que alcanzaban el 1,90. Y si añadían unos centímetros a esa ya estimable cota, su reinado era indiscutible. Este fue el caso de Alfonso Martínez, pívot fijo de la se lección en 146 ocasiones. Y el de Juan Martos, en 28. El de este último, pudo haber sido un reinado más largo si la fatalidad, en forma de lesiones, no lo hubiese impedido.
—Con 1,95, en algunos periódicos me llamaban “el gigante de la costa”. Hoy, por supuesto, no dirían lo mismo de mí. Con esa estatura, son muy pocos los jugadores de basket a los que se puede mirar de arriba abajo.
Montgat, cuna y trampolín
Hay que subrayar qué si Martos fue figura no lo fue únicamente por su notable estatura. A que lo fuese contribuyó decisivamente la calidad de su juego, su clase, producto de las enseñanzas de quienes guiaron sus primeros, pasos basketbolísticos. Nacido en Sant Adrià de Besós, el 15 de junio de 1941 e instalado, al poco tiempo con su familia en Montgat, se inició en este deporte a los 13 años en los infantiles del club local.
--Allí tuve como primer entrenador a Piñol y, al año siguiente, ya en el segundo equipo, a Albert Gasulla, que mejoré mucho mi técnica de juego, sobre todo en fundamentos. A los 17 años ya fui titular del primer equipo, junto con los Pinsach, Folch, Nora y Berenguer, y también con Gasulla como entrenador. Al año siguiente nos entrenó Andreu Morros, que también realizó una excelente labor.
Los dos años como titular del Montgat le sirvieron a Joan Martos como trampolín hacia la internacionalidad: el 1959 fue seleccionado por Kucharski para los Juegos Mediterráneos de Beirut. Fue el comienzo de una fulgurante escalada: Preolímpico de Bolonia. Olimpiada de Roma 1960 y Eurobasket de Belgrado 1961.
-Al regreso de Roma Ingresé en el Picadero, que figuraba en segunda y al que el presidente, Joaquín Rodríguez, se había propuesto ascender a primera división. Allí encontré a Nora, Enseñat, Calvet, Soro, Esteve, el que acabaría siendo entrenador del equipo. Al año siguiente, vino también Alfonso, que acababa de dejar el Madrid. Y, como entrenador, volví a encontrar a Gasulla. En él Picadero estuve cinco años, de los que guardo muy buenos recuerdos. Fuimos campeones de Copa, en Lugo, en 1964, tras ganar al Aismalibar por 63-51, y al año siguiente estuvimos a punto de ganar la Liga, que perdimos en el último partido, en Bilbao.
Despedida prematura
Joan Martos venía acusando unas molestias en las rodillas de las que acabaría siendo intervenido. Un grave contratiempo para su carrera deportiva, a la que habría que poner punto final cuando, en razón de la edad —28 años— podía tener todavía un ancho campo por delante.
—Después del Picadero jugué un año en él Hospitalet, antes de ingresar en el Barcelona, en donde estuve dos temporadas, 1966-1967. Las dichosas rodillas, de las que no llegué a recuperarme totalmente, me aconsejaron dejar el equipo blaugrana. Quiero aquí hacer constar ml gratitud a Javier Añúa, de quien recibí en todo momento un trato fabuloso. Jugué todavía un año más, en el Pineda y entonces, sí, dije “prou”.
Menorca, última etapa
Pero, no. No tenía bastante. A Martos le llegó, a poco de, su retirada, una proposición de fichaje por el Bosco, de Ciutadella, Menorca.
—Mis deseos de volver a las canchas me hicieron aceptar, y a Menorca me fui, en donde me encontré con Alocén y Albanell, y con Jofresa al segundo año. Se trataba de subir al Bosco a Primera, pero no pudo ser. De todos modos, siempre he bendecido el momento en que acepté ese último fichaje, que me permitió conocer esta bellísima isla y lo que se dice enamorarme de ella. La prueba está en que aquí acabé fijando mi residencia y formando una familia con mí esposa Marta Albis y mis hijos Joan Xavier, Marta, Yolanda y Jordi. El mayor, Joan Xavier, de 18 años, juega en el Bosco. Un día venturoso aquel en que acepté venir a esta isla, que sigue siendo un auténtico paraíso
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Re: Nuestros ases (51) Una serie de Manuel Espín. VICTOR ESCORIAL: LA HONRADEZ DEPORTIVA, SU NORMA.

por Amadeo » 24 Ago 2021, 08:54

VICTOR ESCORIAL: LA HONRADEZ DEPORTIVA, SU NORMA.
Un largo periplo: Estudiantes, Picadero, Joventut, Barcelona, Manresa y Estudiantes
Al seleccionador nacional, Antonio Díaz Miguel, le cabe, entre otros muchos, el orgullo de haber sido el primero en modelar una de las figuras más relevantes de la década de los setenta. Estamos aludiendo a Víctor Escorial, el mismo a quien, tras haberle dado las primeras lecciones como escolar del colegio Chamberí, de los maristas de Madrid, llevaría Díaz Miguel nueve años después al equipo nacional.
Díaz Miguel, su primer maestro

A los buenos oficios de Díaz Miguel como cultivador de la cantera escolar que tenía a su cuidado, se unirían, poco después, los de Pepe Auseré, otro de los reputados técnicos de la época, con quien Víctor Escorial daría ya sus primeros pasos en el baloncesto competitivo. Un año en Estudiantes, como juvenil, y, al siguiente, siempre de la mano de Pepe Auseré, al Vallehermoso, que militaba en la Segunda División, denominada Gonzalo Aguirre. Escorial, seguía, sin embargo, adscrito a la Categoría Juvenil.
-Empecé simultaneando la Primera División con los juveniles, lo que, por supuesto, favoreció mucho mi formación técnica. De forma que cuando, dos años más tarde di el salto a la Primera División, con el propio Vallehermoso, me sentí ya plenamente capacitado para desenvolverme sin complejos en dicha división. Al año siguiente, volví al Estudiantes, con el que jugué dos temporadas, 1968/69 y 1969/70. Allí encontré a los José Luis y Gonzalo Sagi-Vela, Martínez Arroyo, Miguel Ángel Estrada, Bergia, Molina, Perea, que venía del Vallehermoso, y a Ignacio Pinedo como entrenador.
Fichajes catalanes
Las dos temporadas pasadas bajo la dirección de Ignacio Pinedo servirían para que Víctor Escorial, cumplidos los 20 años, se ganase, por derecho propio, los honores de la internacionalidad. Díaz Miguel lo llevó al equipo nacional para un amistoso jugado en Badalona, contra Cuba, el 10 de mayo de 1969. Escorial aparecía, de consiguiente, como uno de los jugadores más atentamente observados por los patrones de pesca de aquel entonces.
-El Picadero me propuso fichar y acepté encantado porque el ingreso en el Picadero iba a permitirme cubrir un doble objetivo: jugar y estudiar. Los tres años que estuve en el Picadero, hasta que se deshizo el equipo, en 1973, y el tiempo que pasé después en Cataluña, me permitirían terminar los estudios de Arquitectura, mi objetivo esencial en todo el periplo de mi actuación deportiva.
Los tres años de permanencia en el Picadero fueron para Víctor Escorial el comienzo de un largo periplo por canchas catalanas.
-Mi siguiente etapa la cubriría en el Joventut, en donde pasé tres años de muy gratos recuerdos. Ganamos la Copa de 1976, en Cartagena frente al Real Madrid, al que vencimos por 98-88, y fuimos finalistas en la edición de 1974, en Alicante, en donde perdimos con el Madrid por una canasta, 85-87. De Badalona, al Barcelona, en donde estaría otros dos años. Primero, con Lazic como entrenador, después, con Kucharski. Los americanos eran Carmichael, nacionalizado, y Bob Guyette. Los demás, eran poco más o menos, lo de ahora, los Sibilio, De la Cruz, Flores, Solozábal, Ansa, López Abril y Miguel Ángel Estrada. Todavía seguiría aquí otros tres años, como jugador del Manresa antes de regresar a Madrid, en donde jugué mis dos últimas temporadas, en el Estudiantes. Mi re tirada la decidí en 1983. Tenía ya 34 años y era hora de pensar seriamente en enfocar mi vida futura.
Nómada
Según se desprende de su cambiante trayectoria deportiva, a Víctor Escorial no le fue posible echar raíces en ninguno de los clubs por los que pasó.
-Fue la mía, es cierto, una carrera larga, variada, que me planteó cada dos o tres años la dificultad de tener que empezar de nuevo, pero las circunstancias así lo dispusieron. De mis muchos años de actividad me siento, sin embargo, plenamente satisfecho. Un Campeonato de Europa, en 1969, en Nápoles, y un Preolímpico, en Hamilton, en 1976, fueron los hitos más importantes de mi aportación al equipo nacional. Y, de otra parte, reconozco lo mucho que el baloncesto me ha favorecido en punto a la formación del carácter y a la actitud ante la vida. Ha sido, en fin, una experiencia altamente positiva.
¿Jugador polémico?
En determinadas ocasiones Víctor Escorial fue etiquetado por algunos como jugador proclive a la polémica. Su personalidad, muy por encima del nivel corriente en el medio en que se desenvolvía, pudo dar pie a ese concepto.
-En efecto, tuve algunos problemas. El mero hecho de tener ideas propias tiene sus inconvenientes. Parece que no encajas. Pero yo siempre he pensado que el deporte no lo es todo, ni mucho menos. Para mí no era una profesión; era un trabajo, y había que entenderlo, por lo tanto, como algo que se hace por afición, como deporte. Y en deporte he sido siempre honrado, noble. No he querido ser tramposo y he ido siempre con la verdad por delante. Y esto, claro, no ha sido bien comprendido en ocasiones.
Mirando hacia atrás
Desde su estudio de arquitecto, Víctor Escorial recuerda el pasado, pese a todo, con infinita complacencia, gozando de la dulce compañía de su esposa, Menchu, y de sus hijos, Natalia, Víctor Manuel, Laura, Borja... y el número cinco que está al llegar. El baloncesto ha quedado marginado para quien ve absorbida su atención por los problemas de arquitectura en la rama urbanística y en el arte, otra faceta, a través del Aula de Cultura de la Caja Postal.
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Re: Nuestros ases (52) Una serie de Manuel Espín. JOSE LUIS MARTINEZ: TROTAMUNDOS Y NIÑO PRODIGIO.

por Amadeo » 26 Ago 2021, 08:48

JOSE LUIS MARTINEZ: TROTAMUNDOS Y NIÑO PRODIGIO.
A los 15 años ya era titular en el Barça, pero su mejor juego
lo desarrolló en el Aismalibar de Kucharski
‘‘El deporte español está en deuda con mi hermano Alfonso”___________
Son incontables los casos de escolares que, tras haber adoptado el fútbol como deporte de sus preferencias, acabaron dejándose captar por el basket, al que se entregarían en cuerpo y alma. La propia historia de este deporte es, ya en sus orígenes, altamente ilustrativa al respecto.
José Luis Martínez, figura internacional de la segunda mitad de la década de los 50, no tuvo la elección dudosa a la hora de escoger deporte. Como tantos otros, José Luis Martínez, recién llegado de Zaragoza, en donde había nacido el 19 de febrero de 1935, empezó a darle patadas a un balón en el Colegio La Salle Bonanova. Pero eso fue por poco tiempo. El basket no tardaría en ganarlo para su causa.
— Tenía 12 años, en efecto, cuando el hermano Jaime Hilario organizó la sección de basket y empezó a distribuir camisetas a voleo. Yo tuve la suerte de entrar en el reparto y me tocó la última.
Al Barça de la mano de Font
Un brillante porvenir acababa de abrírsele a José Luis en aquel instante. Dos años más tarde ingresaba en los juveniles del Barcelona, Fernando Font, con su buen ojo clínico, iba a dar en el blanco del acierto.
—Fui a la prueba con la mayor ilusión del mundo. Fernando Font me ordenó coger un balón y, por lo que vi, bastó eso, simplemente, para que me admitiese. Desde aquel momento Fernando Font me adoptó bajo su paternal tutoría, me acompañaba a mi casa y por el camino no paraba de darme consejos; unos consejos por supuesto, que iban a serme muy útiles. De otro modo, no creo que me hubiese sido posible debutar en el primer equipo, cuando no tenía más que 15 años, en un partido contra el Flamengo, de Brasil, en el Price, en 1951. En el Barca seguí cuatro años más. Puedo decir que para mí fue el Barcelona mi primer hogar deportivo del que guardo recuerdos entrañables. Con nosotros estaba Kucharski, un maestro para todos los del equipo, para el que el baloncesto eré una cosa muy simple. Yo lo compararía a un Di Stefano por su autoridad sobre el campo, por su inteligencia de auténtico superdotado.
1956: Campeón de Copa... sólo un minuto
El futuro de la trayectoria deportiva de José Luis iba a descomponerse en estancias más bien breves.
—Así quisieron que fuesen las circunstancias. Kucharski se había ido al Aismalibar en 1953, cuando ese equipo estaba en Tercera. En tres años, en 1956, lo subió a Primera y, a continuación, nos fichó a mi hermano Alfonso, que venía jugando conmigo en el Barcelona, y a mí, Juan Riera, Jorge Cuello y, naturalmente, Kucharski. Formamos un magnifico equipo, con unos promedios de 24 puntos “per cápita”, realmente insólito en aquellos tiempos. Puedo decir, sin exageración alguna, que aquel equipo realizaba el mejor baloncesto que se había visto aquí hasta entonces. Una anécdota: el Aismalibar disputó la final de Copa de 1956 contra el Madrid en la capital. Durante un minuto fuimos campeones de Copa. Pero un juego de manos con el reloj hizo que se prolongase el partido un minuto. Nos empataron y, cosido a personales, nos echaron a casi todos, y así tuvimos que jugar la prórroga.
Madrid y vuelta al redil blaugrana
Una temporada en el Aismalibar y, formando tándem con Alfonso, al Madrid. Un doble fichaje que fue la bomba de 1956.
—Estuvimos dos años y lo ganábamos todo: dos Ligas, las primeras que se jugaron, y una Copa. Sólo dos años en el Madrid: ocurrió que, de regreso a Barcelona al final de la temporada a ruegos de nuestra madre, decidimos no volver a Madrid, decisión que no sentó nada bien a Raimundo Saporta y demás dirigentes madridistas. Y no faltó sino que fichásemos por el Barca, con el que ganamos la Liga y la Copada 1959. En el Barça sólo un año, pero no por decisión mía, o nuestra. El presidente Llaudet tuvo la idea de suprimir las secciones, de las que dijo que tenían que ser para uso y disfrute de los “fills dels socis”. Una idea hermosa, si pero que no podía ser otra cosa que una pura quimera. Como no hay mal que por bien no venga, el Joventut fue el gran beneficiado de la desaparición del Barça: entre otros, Ingresamos Alfonso y yo en la “Penya”; Yo estuve un año y en 1961 decidí retirarme: el basket difícilmente podía darme más satisfacciones: jugar en equipos de primerísima fila, convivir con compañeros maravillosos y los honores de haber sido internacional en los Juegos Mediterráneos de Barcelona-1955 y en el Eurobasket-59, de Estambul. En el mismo año de mi retirada había terminado la carrera de Derecho y tuve la suerte de ingresar en un gabinete de organización de empresas, del que sigo formando parte en la actualidad. Es una actividad, la que desarrollo, que me apasiona tanto como el baloncesto.
Alfonso, disciplinado
En este punto, resultaba inevitable referirnos a la actual situación de su hermano Alfonso, toda una institución en el basket español. Alfonso ocupa un modesto empleo en el INEF de Lérida. Para el tantísimas veces internacional, su forzosa estancia en la capital ilerdense ha de ser como un resignado exilio.
—El deporte —opinó José Luis—, digo el deporte español, no ya el baloncesto en particular, ha sido injusto con Alfonso, que bien merecía la recompensa de un puesto de trabajo acorde con sus aptitudes, que les tiene, sin duda, dentro del área de un deporte del que ha sido figura indiscutible. Es evidente que Alfonso ha sido discriminado con respecto a otros ex jugadores más afortunados que él.
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Re: Nuestros ases (53) Una serie de Manuel Espín. ANDREU OLLER: CUANDO “LA PENYA” ERA UN “HURACAN VERDE”

por Amadeo » 31 Ago 2021, 09:03

Nuestros ases. (53) Una serie de Manuel ESPIN
ANDREU OLLER: CUANDO “LA PENYA” ERA UN “HURACAN VERDE”
Nueve años en el Joventut desoyendo ofertas de Madrid y Barça.
SI algún día, cosa que sería muy bien vista por las legiones de aficionados con que cuenta el basket, llega a crearse un salón de famosos, como ya tienen en Estados Unidos con su ‘Hall of Fame”, habrá que reservar, entre otros, un espacio para aquel Joventut de finales de la década de los 40 y principios de la de los 50, el Joventut de los Valls, Gubern, Kucharski, Oller, Bassó, Espiga y Maneja, que encandiló a sus seguidores y a los públicos en general con su juego de arrolladora velocidad, espectacular en grado sumo. No en vano mereció aquel equipo la denominación de ‘Huracán verde”, por los efectos devastadores delas vertiginosas acciones ofensivas del trio Maneja-Oller-Bassó, inolvidable para los viejos seguidores de la “Penya”.
Dos copas con la “Penya”
Andreu Oller, nacido en Sant Adrián de Besós, el 16 de octubre nacido de 1929, fue titular de aquel Joventut durante un largo período de nueve años. Sus primeros pasos en este deporte los dio a los 11 años, en equipos juveniles de educación y descanso. En el Joventut ingresó: en 1946, a los 17 años. El malogrado Pepe Vila fue quien lo atrajo a la “Penya”.
—El campo de juego estaba cuando entré en el club, en La Trilla. En el primer equipo formaban entonces Peón, Traité, Valls, Gubern. Al año siguiente vinieron Maneja y Kucharski. Con ellos, el equipo mejoró muchísimo En semifinales de Copa perdimos en Las Corts con el Barcelona por 19 puntos, pero en la vuelta esa diferencia ya la habíamos igualado al llegar al descanso. En la final, vencimos al Madrid, en Burgos, 47-32. Era la primera Copa que ganaba el Joventut. La segunda fue en 1953, en Valladolid, y también contra el Madrid, al que vencimos por 41-39. El equipo lo formábamos Bassó, Brunet, Parra, Masferrer, Massaguer, Canals y yo. Maneja no pudo venir porque no le dieron permiso en la empresa donde trabajaba. En el Joventut estuve 9 años, para mí, inolvidables. Estuve siempre muy a gusto, con magníficos compañeros y entrenadores. Pepe Vila y Josep Grau, de los que aprendí mucho y una masa de socios, y simpatizantes que me demostraron siempre un gran afecto.
Sabadell, Manresa y retorno a Badalona
Tras la etapa badalonesa, Andreu Oller decidió cambiar de aires. Sabadell, con el Orillo Verde, sería el punto de su nuevo destino.
-El Carol, que luego se llamaría Orillo Verde, estaba en Segunda, y se habían propuesto ascenderlo a Primera, cosa que se consiguió en la primera temporada, sin haber perdido un solo partido. Seguí en el club sabadellense tres años más. Después estuve un año en el Manresa y dos en el Sant Josep, de Badalona. Después, con 31 años, me retire.
Al Mundial de Buenos Aires
De los quince años que Andreu Oller estuvo en actividad —catorce en la categoría superior— su fase de apogeo hay que situarla entre los años 1950 y 1955,-en cuyo periodo fue seleccionado 35 veces para el equipo nacional.
—Jugué el torneo de Niza, de calificación, para el Mundlal-50 de Argentina para el que España se calificó y jugué, por lo tanto, en Buenos Aires; estuve, también, en los Juegos Mediterráneos de 1951, en Alejandría y, cuatro años más tarde, en los de Barcelona.
Figura de primerísima fila durante el tiempo en que ganó sus entorchados internacionales, Oller fue un fichaje apetecido por los más importantes clubs de aquel entonces que, curiosamente ya eran los mismos que gozan ahora de tal catalogación.
—Pude haber Ido al Madrid porque Raimundo Saporta me dijo infinidad de veces que podía ir a su club siempre que me apeteciera. El Barcelona, por su parte, me propuso ir con ellos muchas veces. Pero en el Joventut me encontraba muy a gusto y, de otra parte, podía alternar el basket con él trabajó, lo que para mí era muy importante.

Un halagüeño pasado
Recluido en su domicilio de San Adrián, con la salud un tanto delicada Andreu Oller hace balance de sus años de basket y extrae unos resultados altamente positivos.
—Encontré muy buena gente en todas partes y el testimonio de los afectos que gane en las pistas y fuera de ellas vengo obteniéndolo en los catorce años que llevo enfermo. El basket sigue siendo para mí algo muy querido y alguna vez voy a ver a mi hijo Andreu, que juega en el Santa Coloma. Mis únicas salidas de casa son para eso y tres días a la semana, para seguir el tratamiento de diálisis.
* * *
He aquí un caso, el del caballeroso y otrora admirado Andreu Oller, para que la AEBI justificase plenamente los fines asistenciales para los que fue concebida y creada. Decepción por nuestra parte. A nuestra última pregunta, Oller nos diría que hace un año que nadie le ha dicho nada…
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Amadeo
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Re: Nuestros ases (54) Una serie de Manuel Espín. EMILIO ALONSO: CON EL LLEGO EL AUTENTICO BASKET.

por Amadeo » 02 Sep 2021, 21:31

EMILIO ALONSO: CON EL LLEGO EL AUTENTICO BASKET.
Pedro y Emilio: un tándem providencial que llegó de Cuba.
El segundo puesto alcanzado por el basket español en la primera edición del Campeonato de Europa, disputado en Ginebra en 1935, hubo de ser catalogado, durante muchos años, como la gesta de mayor relieve lograda por este deporte en el campo internacional. Aquel título de subcampeón, que el baloncesto español alcanzó ante el pasmo de propios y extraños, presentaba el mérito añadido de haberse producido justo en la ocasión en que nuestro basket se asomaba por vez primera al campo internacional Llegar a la ciudad del Leman y besar el santo del éxito.
Un éxito que no tuvo ciertamente nada de milagroso. Ocurrió lisa y simplemente que el baloncesto es pañol pudo disponer para aquella ocasión de un elenco de jugadores muy por encima del nivel imperante en aquella época en la que se acusaba visiblemente la falta de contactos internacionales.
Pedro y Emilio, dos superclase
Dos jugadores, de modo especialísimo, contribuyeron a que el tono y la calidad de la selección española se viesen elevados hasta el límite que era preciso para batir a países de superior entidad como Bélgica y Checoslovaquia y plantarse en la final, contra la poderosa Letonia. Fueron esos jugadores los hermanos Pedro y Emilio Alonso, dos auténticos superclase que no en vano se habían formado en Estados Unidos, la Meca de este de porte. De los dos, Emilio, tres años más joven, pudo hacer una más larga aportación de su talento y de su juego, literalmente esplendoroso, al embrionario basket español.
—Creo que algo influimos Pedro y yo en la evolución que el baloncesto español fue acusando y ello pudo evidenciarse claramente a través de aquellos memorables encuentros que el Rayo, nuestro equipo, jugaba contra el Patrie y, también, por medio de los apasionantes choques Cataluña-Centro, No sólo la presencia de Pedro y mía en el baloncesto madrileño, sino la de otros jugadores, formados igualmente en América, que se alineaban en otros equipos, como el América y el Real Madrid, fueron factores decisivo en la clara superación técnica del nivel general del baloncesto español.
En USA, su formación
Hasta su llegada a España, principios de la década de los 30, Emilio y Pedro Alonso habían seguido caminos paralelos.
-Nacidos ambos en La Habana, hijos de padres españoles, yo vine al mundo el 21 de marzo de 1913. Con Pedro coincidimos en todo: estudiamos en el Saint Paul College, de Comington, en el Estado de Lousiana. Allí nos iniciamos en el "basket-ball", siempre con excelentes entrenadores; de regreso a La Habana jugamos un año en la YMCA y después, de regreso a Madrid; con nuestra familia, fundamos el Rayo Club, donde curiosamente nos reunimos cuatro Alonsos, Pedro nuestro hermano Luís y nuestro primo Claudio. En 1933 ganamos la final del Campeonato de España contra el Madrid y en 1936, se la ganamos al Patrie. El Rayo se mantuvo en primera línea, pero al estallar la guerra, en 1936, desapareció prácticamente. En 1939 pasamos al Real Madrid, que nos liberaba de los problemas económicos que llevaba consigo la permanencia en la categoría superior de un club de posibilidades económicas modestas como era el Rayo.
La vida en un álbum
De sus largas vivencias baloncestísticas Emilio Alonso guarda un grato y minucioso recuerdo. Su dilatada actuación en canchas españolas —catorce años como internacional, con el trágico paréntesis de la guerra civil— está recogidos, según nos dice Emilio, en un completo álbum que encierra para él el exacto valor de un preciado tesoro.
—Lo hojeo con frecuencia y revivo hechos qué tienen para mí una significación altamente emotiva. Puede decirse que la breve aunque brillante historia del Rayo está condensada en mi álbum con una gran profusión de fotos y recortes. Y también, claro está, el Eurobasket de Ginebra y los internacionales que jugué desde 1943 a 1949, que fueron muy pocos a causa de la segunda guerra y, también, por lo difícil que le era a España concertar partidos Internacionales, limitados éstos a Portugal y Francia. En un partido contra los franceses, el 3 de marzo de 1949 me despedí como internacional. Yo contaba ya 36 años. Fue una despedida feliz pues ganamos por43-40, y en París, en el Vel d’Hiv. Con nosotros jugaban Borrás y Galindez, ¡qué grandes jugadores!
Ahora, “fan” del Villalba
Emilio Alonso colgó las zapatillas, pero el basket siguió contando, años más tarde, con su colaboración.
—Pertenecía la Comisión Técnica de la Federación Española cuando la presidía, a principios de la década de los 70 Enrique Menor. En 1972 fui como delegado de la selección nacional júnior al Europeo de Zadar. Allí conocí por cierto, a José María Margall, el tercero de una brillante dinastía de jugadores; todos ellos magníficas personas. En la actualidad, mi equipo favorito es el Collado Villalba, a cuyos partidos voy con cierta frecuencia. Estos son mis únicos contactos con el baloncesto. Como deporte activo, algún que otro partido de tenis y caminar. Es para lo único que salgo de mi apacible retiro de La Berzosa.
Foto: Emilio Alonso (izquierda) y su hermano Pedro, protagonistas destacados del resonante éxito del I Eurobasket 1935, en Ginebra.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 6/pdf.html

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Re: Nuestros ases (55) Una serie de Manuel Espín. “TONCHO” NAVA: LA VIDA NO SIGUE IGUAL

por Amadeo » 07 Sep 2021, 08:22

Nuestros ases. (55) Una serie de Manuel ESPIN
“TONCHO” NAVA: LA VIDA NO SIGUE IGUAL
Tras sus éxitos en el Real Madrid, ahora es el hombre de confianza de Julio Iglesias
De estrella del baloncesto español a “public relations”, y hombre de confianza, del archifamoso Julio Iglesias. He aquí, en apretada síntesis, la singular ejecutoria de Antonio Nava, “Toncho” para los amigos, estrella que fue de aquel Real Madrid, acaparador de títulos, de la segunda mitad de la década de los 60 y principios de la del 70.
Canoe, el trampolín
Nacido en Madrid el 5 de julio de 1948, Antonio Nava se inició en el baloncesto, deporte en el que tanta notoriedad iba a alcanzar con los años, en el Colegio Sagrados Corazones de la capital.
—Mis primeras lecciones en serio —recuerda Nava—las recibí de Manolo Villafranca, entrenador de los juveniles del Real Madrid, en donde ingresé a los 15 años, después de haber estado un año en el Canoe. Dos años más tarde, al cumplir los 17, me pasaron ya al primer equipo. Fue en la temporada1965-66 y Robert Busnel era el entrenador. Allí me encontré con Descartin, Durand, Emiliano, Miguel González, Luyk, Monsalve, “Lolo” Sainz y Sevillano; como extranjeros los americanos Bob Burgess y Jim Fox. El balance de aquella mi primera temporada en el Madrid fue francamente bueno. Ganamos Liga y Copa y en Copa de Europa eliminamos al Alvik, de Suecia; al Slavia, de Praga; al Racing Malinas, de Bélgica, y nos eliminó el Simmenthal, de Milán.
Cosecha de títulos
Al año siguiente, la suerte le sería más propicia en lo que concierne a la competición continental. No puede decirse lo mismo, en cambio, con respecto a la Liga, en la que el Madrid tuvo que ceder el título al Joventut.
—Perdimos la Liga, es cierto, pero ese contra tiempo quedó plenamente compensado con la conquista de la Copa de Europa, ganando en la final al Simmenthal. Ferrándiz había vuelto a entrenar al equipo; los americanos Aiken y Mcintire habían sustituido a Burgess y Fox. En Lyon conquistaría al año siguiente mi segunda y última Copa de Europa. Fue contra el Spartak Brno, campeón de Checoslovaquia, al que vencimos por 98-95. Fue aquel el primer año de Brabender como jugador del Madrid. Aquel mismo año iniciamos una serie de cinco títulos de Liga. Estos y tres Copas seguidas, de 1970 a 1972, fueron mis últimos títulos con el Real Madrid del que me marché en 1972, para incorporarme al Vallehermoso, con “Lolo” Sainz. Dos años después, él volvió al Madrid y yo fiché por el YMCA, mi penúltimo club.
Un amigo de la niñez llamado Julio Iglesias
En la carrera basquetbolistica de “Toncho” Nava quedaba por cubrir una última etapa, singularmente decisiva para su futuro profesional.
—Recibí una propuesta de fichaje del YANKO, una importante firma de calzado de Mallorca y me sedujo la perspectiva de cambiar de aires, ya que, hasta entonces, todos los equipos en que había actuado habían sido de Madrid. En Mallorca me ofrecían, al propio tiempo, un puesto de trabajo, como agente de ventas con una alta proyección internacional. En septiembre de 1980, la firma me mandó a Miami. Fue, sin duda, un traslado providencial, que me facilitó el reencuentro con Julio Iglesias, antiguo compañero de colegio y amigo de toda la vida. Mi situación laboral, y mi vida, cambió radicalmente a poco de mí llegada a Miami: de delegado comercial de la firma mallorquina pasé a ser relaciones públicas de Julio, cuya secretaría particular asumo. No hace falta que diga hasta qué punto me siento honrado con la confianza que Julio tiene depositada en mi confianza a la que, trato de hacer honor. Mi nueva vida está llena de alicientes con ese trepidante ritmo que te impone la desbordante actividad de un personaje de tan amplia proyección mundial como Julio.
Emiliano, su ídolo.
En sus años de juvenil, “Toncho” Nava fue considerado como el más directo sucesor de Emiliano, erigido éste ya en la más refulgente estrella del basket nacional. El parecido físico entre ambos era notable, lo propio que su estilo de juego. Se daba, además, otra curiosa circunstancia: “Toncho”, según manifestó repetidamente en sus comienzos, había hecho de Emiliano el ídolo de su niñez.
—Fue, efectivamente, el jugador al que más admiré en mis primeros años. Se explica, así, la emoción que sentí cuando me vi a su lado como titular del Real Madrid. Todo me parecía un sueño. Y no fue menor la emoción que experimenté cuando tuve también la inmensa dicha de yerme al lado de Emiliano en la selección nacional, en el Eurobasket de Helsinki-67, en la Olimpiada de Méjico-68, y en el Eurobasket-69, de Nápoles. Yo participé además en los Juegos Mediterráneos de Argel, en 1975, pero ya sin Emiliano aliado. Emi se había retirado en el Eurobasket-71, de Essen.
De ayer a hoy
En su agitada vida actual, Nava no tiene demasiadas ocasiones de ver baloncesto y revivir glorias pasadas. Su reciente estancia en Madrid, en donde pasó las Navidades junto a sus familiares, le dio la oportunidad de ver en acción a su ex equipo en el torneo internacional, mediante el cual pudo calibrar la diferencia que va del baloncesto de sus tiempos, no tan lejanos, al actual.
—Existe, evidentemente, una considerable mejora. Mayor estatura, se juega mejor en líneas generales. Se ha producido, sin duda, un gran cambio. Lo que no impide que yo siga prefiriendo el de mi época, del que tantas cosas sigo añorando... aunque no he dejado ni un solo momento de bendecir el día de aquel venturoso septiembre de 1980 en que llegué a Miami, muy ajeno al rumbo que desde allí iba a enfocar mi vida.
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Re: Nuestros ases (56) Una serie de Manuel Espín. GONZALEZ-ADRIO: BISTURI EN SUSPENSION

por Amadeo » 09 Sep 2021, 08:50

Nuestros ases. (56) Una serie de Manuel ESPIN
GONZALEZ-ADRIO: BISTURI EN SUSPENSION
Toda una metamorfosis: de figura del basket a traumatólogo del F.C. Barcelona
Comienzo tardío y retirada prematura. He aquí en síntesis, la ejecutoria deportiva de una de las más relevantes figuras del basket español de la década de los 50. Hemos aludido a Rafael González-Adrio, el mismo que con los años, no muchos, iba a convertirse en el hoy prestigioso traumatólogo, adscrito a los servicios médicos del F. C. Barcelona.
Los JJ.MM.1955, la meta más alta
Fueron solamente ocho los años que Rafael González-Adrio estuvo en actividad en primera línea. Pese a tan corto período, empero, consiguió componer un curriculum repleto de brillantes logros. El que más, los Juegos Mediterráneos de 1955, en Barcelona.
—Seleccionado por Jacinto Ardevínez, tuve el alto honor de formar parte del equipo de España que ganó aquellos Juegos. Bonareu y Joaquín Hernández fueron, sin duda, las grandes figuras del equipo. Contra Italia consiguió España, por vez primera, alcanzar el centenar de puntos (101-89) de los que Bonareu marcó nada menos que 42, una cifra increíble en aquellos tiempos. Hasta 1958 fui seleccionado nueve veces más.
El “Laietá”, punto departida.
Nacido en Pontevedra el 6 de noviembre de 1935, sería en Barcelona, en donde González-Adrio se instaló con su familia previa una estancia de dos años en Figueres, donde se inició en el basket.
—Fue precisamente en el Laietà donde recibí las primeras lecciones de mi tío AngeI, recién llegado de Argentina, en donde ya era un jugador notable, y Pedro González. A los 15 años ya me pusieron en el segundo equipo y al año siguiente, 1952, pasé al equipo titular, junto con los Gómez, Tobías, Font, Borrell, Piquet, éste el actual presidente de la Federación Catalana. Un año en el Laietà y pasé al Español, siguiendo a mi tío Ángel y Pedro González, que estaba como entrenador. Allí encontré a Hernández, Lloret, Pallejá, Llop, Ferrando y Grau.
Sarriá - Las Corts - Madrid
Tampoco en el equipo de Sarriá iba a echar raíces el inquieto Rafael. Al año siguiente, 1954, recalaba en el Barça. El dinero empezaba a correr como señuelo para los fichajes.
—En mi primer año como azulgrana tuve como compañeros a Lovrics, Parra, Héctor Folgosa, Soro, Pérez Loriente, José Luis Martínez y Masferrer, y como entrenador a Fernando Font. Estuve tres años y al siguiente pasé al Madrid
El doctor nos refirió las razones de su fichaje madridista.
—Kucharski me habló de ingresar en el Aismalibar, que me ofrecía por la ficha 55.000 pesetas, cinco mil más de lo que percibía en el Barcelona. Desestimé el ofrecimiento y salió, a todo esto, el Real Madrid, ofreciéndome 120.000 pesetas al año, con todo incluido, comer, dormir y estudios. Lo pagaban todo. Una proposición realmente tentadora que acepté sin pensarlo demasiado. De esa forma podía proseguir la carrera, lo único que contaba para mí en aquel tiempo, con un cierto desahogo económico. Con el Madrid jugué las dos primeras Ligas, 1956-57 y 1957-58, que ganamos, y la primera edición de la Copa de Europa, en la que tuvimos que abandonar por no habérsenos permitido viajar a la Unión Soviética.
Picadero y final de carrera
Unos roces con Pedro Ferrándiz fueron la causa del nuevo y último cambio de club.
—Ferrándiz me dijo que yo no sería ya titular del primer equipo y vi ante mí un panorama tan poco alentador que decidí regresar a Barcelona, cosa, de otra parte, que ya estaba deseando después de dos años de estar lejos de mi familia. Fiché por el Picadero, con el que jugué mi última temporada, la de 1958-59. Aquí en un club menos exigente, pude terminar la carrera haciendo dos cursos a la vez. Mi vida iba a emprender un nuevo rumbo.
Pero el basket seguiría estando presente en el quehacer diario del flamante doctor.
—En Alemania, a donde me trasladé para hacer la especialidad, ingresé en el Hospital de las Fuerzas Americanas de Heidelberg y jugué en el equipo de basket de dicha ciudad; me habían ayudado a entrar en el Hospital y no podía negarme. De vuelta, ocho meses después, me pidieron ayudar al Sémolas Espona, de Tarrasa, en el intento de subirlo a Primera. Nos faltó una sola canasta para lograrlo. Fue, ese sí, mi último fichaje, pese a que estaba jugando mejor que nunca. Volví a Alemania para una larga estancia de siete años, trabajando en los hospitales de Keiserlauter y Stuttgart. Durante ese tiempo completé la especialidad y regresé a Barcelona para instalarme aquí definitivamente
* * *
Desde su despacho de los servicios Médicos del F. C. Barcelona, el doctor González-Adrio contempla su pasado con justificada complacencia.
—El baloncesto, que sin duda mercó mi futuro, me ha servido de mucho. Gracias a él pude captar amigos, conocer mundo y ver facilitados, en no escasa medida, mis estudios de Medicina. El baloncesto de aquellos tiempos, es cierto, no era tan exigente como el actual, tan profesionalizado. De ahí mi admiración ante casos como el de Corbalán, que ha sido capaz de terminar la carrera bajo la tremenda presión de sus deberes deportivos.
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Re: Nuestros ases (57) Una serie de Manuel Espín. FRANCISCO CAPEL: ENTEREZA Y VOCACION

por Amadeo » 14 Sep 2021, 09:05

Nuestros ases. (57) Una serie de Manuel ESPIN
FRANCISCO CAPEL: ENTEREZA Y VOCACION
Una irreversible lesión ocular no le impidió ser figura del Real Madrid
En Francisco Capel, uno de los artífices del brillante triunfo español en los Juegos Mediterráneos de Barcelona, de 1955, concurren, entre otras, dos circunstancias dignas de ser destacadas. Una, la grave lesión ocular, con pérdida de la visión del ojo derecho, sufrida en un entrenamiento, lo que no le impidió seguir jugando y ser internacional en veintiséis ocasiones. La otra, la de haber simultaneado siempre su condición de jugador con la de entrenador de equipos secundarios, actividad esta última que ha venido desarrollando ininterrumpidamente a lo largo de 35 años. En la actualidad dirige al equipo junior del Banco Pastor Salesiano, de Madrid. ¿Quién podría optar, con mayores merecimientos, a un premio a la constancia y al amor al baloncesto?
"Hándicap" superado
La primera de las circunstancias citadas -la lesión ocular- vino a probar la entereza de ánimo del joven Francisco Capel, al que Jacinto Ardevínez, a la sazón seleccionador, iba a llevar al equipo nacional, lo que no fue posible. Capel recuerda el infortunado lance.
-Fue en el año 1954, en vísperas de un España-Francia que iba a celebrarse en el Frontón Recoletos, de Madrid. En un entrenamiento con vistas a dicho partido, en un salto a por un balón, Galindez, no hace falta que diga que de modo totalmente involuntario, me metió un dedo en el ojo derecho produciéndome una lesión que tendría como con secuencia la pérdida de la visión, que ya no recuperé. Por suerte, pude rehacerme pronto del golpe moral que este contratiempo había constituido para mí y pude seguir jugando, yo diría incluso que con entera normalidad. La prueba está en que fui llamado nuevamente por Jacinto Ardevínez para los Juegos Mediterráneos de Barcelona. No hará falta que diga lo feliz que me sentí al verme incluido en el equipo nacional, con el que viví los momentos más gratos de mi historia internacional.
Sobre Italia, un triunfo histórico
Los mejores recuerdos de aquel histórico acontecimiento se centran, obviamente, en aquel memorable triunfo sobre Italia, ante la que la selección española alcanzaba, por primera vez, la entonces increíble hazaña de un tanteo centenario.
-A mí me cupo el honor de marcar dos tiros libres con los que alcanzábamos el tanteo 99. Silencio impresionante antes de lanzar los tiros. Y después, con la última canasta de Bonareu, la del 101, el delirio. Con su última canasta, Bonareu sumaba la impresionante anotación de 42 puntos. Después de este gran triunfo, todavía nos tocaría sufrir, y no poco, para alcanzar el título de campeones. Grecia, en el penúltimo partido del torneo, nos dio mucha guerra. Tanta, que hasta el último segundo, con 56-57 de los griegos, no pudo España hacerse con la victoria, gracias, una vez más, a Jordi Bonareu, que supo transformar dos tiros libres con los que invertía, a nuestro favor, el signo del marcador.
La carrera internacional de Francisco Capel se prolongaría hasta 1959, año del Eurobasket, de Estambul, y de los Juegos Mediterráneos de Beirut.
-En Estambul, las cosas no nos fueron demasiado bien. Era aquella nuestra primera salida al área de la gran competición internacional. Muy floja nuestra clasificación: el puesto quince entre diecisiete países. Con Polonia, empatamos el partido y perdimos la prórroga por tres puntos. Y en Beirut, fuimos segundos. Ganó Yugoslavia, que presentaba a sus figuras Radovic, Duric, Danev. Así y todo, nos sacó tan sólo nueve puntos (60-69).
En el F.J., las raíces
Nacido en Madrid el 24 de diciembre de 1933, Francisco Capel tuvo sus primeros contactos con el baloncesto al cumplir los 15 años.
-Fue en un club del Frente de Juventudes San Fernando, en donde Emilio Tejada me dio las primeras lecciones. Dos tempo radas después ingresé en el Canoe, con Cholo Méndez, fallecido hace poco, como entrenador. Allí estaban Carlos Piernavieja, Sendra, Torregrosa, Sanz, el portorriqueño Lamela, Rafael Tamames. Una temporada en el Canoe y pasé después al Colegio de Huérfanos de la Armada, que luego se llamó Hesperia. Lo entrenaba Loarbe y después llegó Cholo Méndez, el entrenador que, sin duda, más influyó en mí forma de jugar. Allí estuve cinco temporadas. Y después de una en el Estudiantes, ingresé en el Madrid, en donde jugué dos temporadas. La primera, con Ardevínez, entrenador, al que sustituyó Ferrándiz en la segunda. En el equipo estaban Johnny Báez, Sevillano, Hernández, Trujillano, y en la temporada siguiente vinieron Lluís, Parra, Laso, Montgomery. Mi último club fue el Agromán, que estaba en Segunda. Vinieron conmigo Pleguezauelos, Nadal, Laso y Serrano. Lo ascendimos a Liga Nacional sin perder un solo encuentro. Tres temporadas en Liga y a los 31 años decidí retirarme. Como jugador. Porque como entrenador de juveniles y juniors, sigo en la brecha.
Con 1,90 de estatura, Francisco Capel fue uno de los techos de su época.
—En mis comienzos, de chaval, los entrenadores me hacían jugar bajo el aro; de juvenil me daban el puesto de pívot. De mayor, en cambio, siempre jugué de alero, aunque, eso sí a la hora de defender a los pívots contrarios me ponían a mí. Para mí, por supuesto, eso era lo de menos. Lo que yo deseé siempre es jugar. El baloncesto ha cubierto una importante etapa de mi vida: primero, por el simple hecho de practicar deporte; después, por haber podido relacionarme con gente importante. Y hoy, al hacer balance de todos esos años, lo único que cuentan son las muchas satisfacciones que el baloncesto me ha dado.
Satisfacciones a las que hay que añadir otras de orden familiar: esas seis visitas que la cigüeña hizo a su hogar, la tercera de ellas con doble contenido. Enhorabuena.
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Re: Nuestros ases (58) Una serie de Manuel Espín. MONCHO MONSALVE: “UN GLOBETROPTTER” A LA ESPAÑOLA

por Amadeo » 16 Sep 2021, 08:55

Nuestros ases. (58) Una serie de Manuel ESPIN
MONCHO MONSALVE: “UN GLOBETROPTTER” A LA ESPAÑOLA
Chicarrón del Norte, fue descubierto por Añúa y Díaz Miguel en los Sanfermines del 62
Sería difícil hallar en el basket español una figura que, como José Manuel Monsalve, “Moncho” para sus amigos, que forman legión, haya asumido un tan destacado protagonismo, como jugador, primero, y como técnico después.
Nacido en Medina del Campo, el 1 de enero de 1945, Monsalve es, de hecho, un producto del basket norteño. Viví en San Sebastián hasta los 9 años. Pasé tres años en Valladolid, con mi familia, y volví de nuevo al País Vasco. En la Universidad Laboral empecé a cursar estudios de delineante industrial. El atletismo y el balonmano eran mis deportes. Gasca, que se había fijado en mi estatura, fue el primero en hablarme de baloncesto. Así, cuatro años. Volví a San Sebastián, a los 18 años, ya iniciado como jugador del que, a partir de entonces, iba a ser mi único y exclusivo deporte.
Fue en un 7 de julio
Los Sanfermines de aquel año, 1 962, iban a ser decisivos en el futuro: deportivo de “Moncho” Monsalve.
Javier Añúa y Antonio Díez Miguel, que estaban allí, en Pamplona, me vieron correr, como uno de tantos mozos, y Díez Miguel, que era el responsable de la Operación Altura de aquel año, me propuso ir a la concentración y, por supuesto, acepté. Fue el primer paso para, favorecido por una de las becas, trasladarme a Madrid y jugar en el Hesperia, que entrenaba Pepe Laso. Al cabo de un año exacto fichaba por el Madrid y Joaquín Hernández me llevó al equipo nacional.
Más fácil, imposible. Con su estatura (1,98) y un físico en el que era fácil advertir los beneficiosos efectos del atletismo, su deporte de la adolescencia, Monsalve aparecía como un valor seguro a corto plazo. Como es lógico, conoció pronto el goce de los grandes títulos.
—En el Madrid estuve cuatro temporadas; de 1963/64 a la 1966/67, con tres entrenadores, Joaquín Hernández, Pedro Ferrándiz y Robert Busnel. Ganamos tres Copas de Europa, tres Ligas y dos Copas de España, que entonces se llamaban Copa del Generalísimo. A decir verdad, mi aportación a todos esos títulos fue más bien escasa. No olvidemos que mi puesto de pívot estaba ocupado por americanos muy buenos Por otra parte, sin embargo, reconozco que ni que fuese sólo entrenar con ellos me hizo mucho bien. El trabajo de cada día lo realizaba con gran interés, sabiendo que con él mi juego iba progresando. En la selección nacional, en la que debuté en los Juegos Mediterráneos de Nápoles-1.963, ya jugué sabiéndome titular, o casi. En ella estábamos Luyk, Alfonso, Alocén y yo entre los cuatro el esfuerzo de los partidos quedaba más repartido.
Tiflis, un amargo recuerdo
Primera complicación grave, en la ejecutoria internacional de “Moncho”. En Tiflis, dos años más tarde; contrajo una grave lesión de rodilla que tendría una acusada influencia en el inmediato futuro de Monsalve como jugador.
—Para mí fue la nota triste de aquel Campeonato de Europa. Mejoré algo hasta el punto de volver a jugar con relativa normalidad. Pero en mi primera temporada en el Kas, después de las cuatro que pasé en el Madrid, resultó que la lesión se reprodujo por el cambio del parket a la pista de cemento de Vitoria. Me hice operar en mayo de 1968, con la ilusión de ir a la Olimpiada de Méjico. En la recuperación forcé demasiado y la lesión se complicó. Díez Miguel y el doctor Jorge Guillén tuvieron que apartarme de la selección.
La rodilla dañada se había convertido, decididamente, en un tormento para el internacional Monsalve. Diríase que la fatalidad estaba curtiéndola, para su azaroso y próximo futuro.
-En el Kas, en donde estuvo dos temporadas, ocurrió que la misma confianza que el entrenador Lester Lane tenía en mí hizo que la rodilla no acabase de sanar; me hacía jugar más de lo que la recuperación aconsejaba. Por fortuna, me puse en manos de los doctores Utset y Cañadell y con el plan de rehabilitación que me hicieron seguir pude volver al equipo nacional al cabo de tres años: un amistoso en Badalona, contra Uruguay y el Torneo Internacional de Madrid. Yo me sentía recuperado de la rodilla y creo, por ello, que fue una injusticia no haber jugado ni un minuto, ni siquiera en el amistoso de Badalona. Para mí; una profunda decepción.
USA: Un mundo apasionante
Una Beca concedida por el Consejo Nacional de Deportes a Monsalve y a Lluís para estudiar “in situ” el basket americano llegó muy oportunamente para nuestro personaje.
—La depresión que produjo en mí ánimo el haberme visto relegado al banquillo en mis últimos partidos como internacional y el haber podido descubrir el fabuloso mundo del basket de Estados Unidos hicieron que, a partir de entonces no soñase más que en convertirme en entrenador. Y el sueño iba a verlo pronto convertido en realidad.
Suiza, Italia, Mónaco... y Barcelona
El historial de Monsalve en esta última faceta es bien conocida, todos sabemos los sinsabores que en ella ha tenido que sufrir
—Como entrenador he pasado por el Mataró, San José, Castilla de Valladolid. En este último, fui cesado porque la directiva no consintió qué echase del equipo al americano Willie Hogde. Un momento amargo para mí. En cuestión de días tuve que vivir la muerte de mi padre y la anulación eclesiástica de mi matrimonio. En busca de una evasión, que tanto necesitaba, me fui a Estados Unidos y a la vuelta me llamó el Náutico de Tenerife, para los tres últimos meses de la temporada. Vine después al Hospitalet —una experiencia trabajo-basket que no salió bien— Después, Suiza, Vevey, tres años con uno enmedio como ayudante de Antonio Serra en el Barcelona; a Suiza de nuevo, para preparar a la selección para el preolímpico. Después, Italia, en el Levole Mestre. Gran error por mi parte. El presidente se descolgó diciéndome que podía entrenar pero sin sentarme en el banco. Volví a España. Dos años en el Caja de Ronda. Y un nuevo error: haber tratado de compaginar baloncesto-trabajo. Entré en una empresa financiera radicada en Mónaco. Luego se trasladó a Bruselas y esto ya no me interesó. Y aquí estoy.
Aquí está, en efecto, en un compás de espera que se cerrará al final de temporada. La Federación Española tiene en proyecto un plan de cursos para entrenadores a desarrollar por toda la geografía española y Moncho Monsalve es la persona en quien se piensa como responsable del plan. Mientras tanto, Monsalve ofrece a la amplia audiencia de la Cadena SER el regalo de sus atinados comentarios técnicos sobre los partidos de la Liga y demás competiciones.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 8/pdf.html

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Re: Nuestros ases (59) Una serie de Manuel Espín. AMADOR ROJAS: DEL “BRESSOL” BADALONES A LA ELITE

por Amadeo » 21 Sep 2021, 08:51

Nuestros ases. (59) una serie de Manuel ESPIN
(En el original 58, pero es de Monsalve, publicado antes)
AMADOR ROJAS: DEL “BRESSOL” BADALONES A LA ELITE
Solo dos actuaciones en el equipo nacional: se fracturó un brazo y no caía bien a Pedro Ferrándiz
Son incontables los ejemplos que justifican plenamente la razón que asistió, en su día, al creador del feliz slogan Badalona, bressol del basquetbol. Son incontables, en efecto, los jugadores surgidos de la fértil, inagotable, cantera badalonesa, de la que tan directamente hubo de beneficiarse el equipo nacional y, por añadidura, no pocos de los clubs de primera fila del basket español, incluidos, claro está, Barcelona y Real Madrid.
Meteórico ascenso
A esta periódica galería de ases se asoma hoy una figura de la que, a buen seguro, guardan un buen recuerdo los seguidores del Joventut de la primera mitad de la década de los 60. Se trata de Amador Rojas. Nacido en la propia Badalona el 20 de septiembre de 1940, no habrían de pasar muchos años para que sintiese, como todo buen badalonés, la tentadora llamada del basket.
—A los 12 años manejé los primeros balones de basket en el Colegio de los Maristas de Badalona, pero pronto me vi fichado por el San Juan, un equipo de la Diocesana. De allí, cumplidos los 14 años, pasé al infantil del Círculo Católico, que tenía como entrenador a Pere Costa, el padre del internacional Joaquim Costa. Fue él, en realidad, de quien recibí las primeras lecciones con las que me descubrió lo que era el verdadero basket.
Diez años en verde y negro
La ascensión de Amador Rojas iba a proseguir a ritmo tan acelerado como hasta entonces.
—En el Círculo Católico estuve un año y medio. Molina, otro entrenador de quien aprendí también mucho, me propuso ingresar en el Joventut, en el equipo juvenil. Acepté encantado porque para mí, como para todos los chavales de Badalona, la ilusión máxima no era otra que jugar en la “Penya”. Fue en la temporada 1956-57 y yo contaba entonces 16 años. Mediada la temporada siguiente, ya me hicieron subir al primer equipo, en el que actué junto a Brunet, Auladell, Ballester, Enseñat y Granados. Un recuerdo feliz para mí: en mi debut como titular del primer equipo en la Liga de 1957-58, de la que jugué ya todos los partidos, vencimos a todo un Aismalibar, con sus estrellas Kucharski, Emiliano, Héctor Folgosá.
Fue, evidentemente, un debut premonitorio para Amador Rojas, al que le estaba reservado un brillante broche a sus diez años de ir cosechando éxitos cómo jugador verdinegro.
—Mi última temporada en el Joventut, la de 1966-67, se cerró con un rutilante triunfo del equipo: ganamos la Liga y pudimos cortar, así, la hasta entonces imparable marcha del Real Madrid, campeón siete años seguidos. Fue aquella la primera Liga que ganaba el Joventut. Lo que se dice una liga histórica para la Penya.
Adiós con pesar
Tras el goce del triunfo no tardaría Rojas en experimentar la amargura de un adiós no deseado.
—Surgieron unos problemas con el club que me obligaron a dejarlo. Los entrenamientos, de medio día y tarde, con vistas a la Copa de Europa en la que el Joventut tenía que intervenir por su título de campeón de Liga, resultaban abiertamente incompatibles con mis horarios de trabajo y de estudios; propuse una fórmula horaria que no fue aceptada. Y tuve que marcharme. Con todo el dolor de mi alma. Siempre he creído que los directivos de entonces no se portaron bien conmigo.
Amador Rojas, con la carta de libertad en el bolsillo, era todavía un fichaje interesante para muchos. Pero fue Antonio Serra, a la sazón entrenador del Mataró, quien se hizo con el mismo. —De ninguna manera podía abandonar el basket, mi gran pasión de siempre. Y fui al Mataró, en donde encontré a compañeros tan excelentes como Auladell, Burillo, Joan Martínez y, como entrenador, a Antonio Serra. Estuve tres años. Muy bien los dos primeros y no tanto el tercero, por las dificultades que mi trabajo me planteaba para los entrenamientos. De Mataró a San Adrián. Joan Jou me llamó y pasé aIIí seis años sin que el basket constituyese para mí extorsión alguna. Cumplí allí 36 años y no digo que colgué las zapatillas porque todavía sigo calzándomelas para los partidos que vengo jugando en Madrid con un equipo de veteranos.
El historial internacional de Amador Rojas fue sumamente breve: dos partidos contra Suiza, en Gerona y Badalona, respectivamente, en noviembre de 1964. La fatalidad impidió que fuesen bastantes más sus entorchados internacionales.
—En 1963 fui -seleccionado por Joaquín Hernández para los Juegos Mediterráneos de Nápoles y el Campeonato de Europa de Wroclaw. Pero en un entrenamiento de la selección celebrado en Madrid, tuve la desgracia de sufrir una caída, en una jugada tonta, y me rompí un brazo, y tuve que quedarme. Recuperado, volví al equipo nacional para dos partidos contra Suiza, convocado, en esa ocasión, por Pedro Ferrándiz. Pero preseleccionado para el europeo de Tbilisi-1965, resultó que en el análisis de sangre que me hicieron previamente me encontraron bajo de glóbulos rojos. Y esa fue la razón por la que se prescindió de mí. Otro análisis que me hice hacer por mi cuenta demostró que de falta de glóbulos rojos, nada. Este extraño asunto hizo que me reafirmase en una sospecha que ya tenía: que Amador Rojas, ignoro porqué, no era santo de la devoción de Pedro Ferrándiz
Mirando hacia atrás... desde Madrid
Afincado hace años en Madrid como director financiero de una multinacional, Amador Rojas recuerda gozoso sus mejores vivencias dentro del basket.
—Mis mejores años, por supuesto, fueron los que pasé en el Joventut: la final de Copa que disputamos contra el Real Madrid, en Tarrasa, en 1966 y que perdimos por un solo punto, lo que no nos impidió jugar la primera edición de la Recopa. ¿Mis cualidades o defectos? Ante todo, se me daba muy bien el tiro. Los 6.25 de ahora hubiesen sido fáciles para mí. Mejor atacante que defensor. ¿Dinero? Prácticamente, cero. Pude haber ido al Kas, que pagaba buenas fichas, pero preferí seguir en Badalona, trabajando y estudiando.
Acierto total el de Amador Rojas, que pensó más en el futuro que en un engañoso y fugaz presente. Su importante cargo actual, en una empresa para la que viaja con frecuencia —“Dentro de unos días voy a Estados Unidos y tengo ya billete para asistir a un gran encuentro de la NBA”—le dice que hizo bien en prestar oídos sordos a un fichaje de campanillas…
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Re: Nuestros ases (60) Una serie de Manuel Espín. CARLOS LUQUERO: UN CASO HISTORICO

por Amadeo » 23 Sep 2021, 08:00

Nuestros ases. (60) Una serie de Manuel ESPIN
CARLOS LUQUERO: UN CASO HISTORICO
Gracias a él, los profesionales disfrazados de “amateurs” tienen un arma real
El veterano Club Canoe madrileño, modélico y ejemplar donde los haya, puede ufanarse de haber dado, al basket español una profusión de figuras que obtuvieron su consagración en la Selección Española. Canoe y Estudiantes solieron ser en toda época canteras insuperablemente cultivadas… en provecho, es obligado decirlo, de aquellos otros clubes, ¿hace falta dar nombres? —que prefirieron el más cómodo y expeditivo método del talonario de cheques...
El Canoe, la cuna
Carlos Luquero fue uno de los tantísimos jugadores formados en su niñez en la cancha del Pez Volador. Nacido en Ávila, el 3 de mayo de 1947, el basket lo captaría de inmediato.
—Aunque fue en el Colegio Chamberí; de Madrid, donde me sentí atraído por este deporte, fue en el infantil del Canoe, en el que jugaba el campeonato escolar, donde puede decirse que me inicié como jugador de baloncesto. Allí estaba, precisamente, José Luis Sagi Vela. Ganamos dos años el Campeonato escolar.
Lo que decíamos: el Madrid, con perspicaces oteadores, descubriría pronto a aquel espigado juvenil del Canoe
—En el Madrid estuve dos años, uno como juvenil y otro como júnior. Allí estaban “Toncho” Nava, Paniagua, Cristóbal, Blanch, Juan Manuel Escorial, nombres todos ellos, que sonarían mucho al cabo de pocos años. Y de entrenador, Pepe Auseré, un técnico de quien aprendí mucho. Aquel equipo, como es lógico, no podía ascender de categoría, y ello me indujo a volver al Canoe, que estaba en Primera División. Un año en el Canoe, con Palmero, López, Nacho Rodríguez Márquez, el comentarista de la “tele”, un hermano de éste, Javier y Bernal. Y nada más cumplir los 18 años fiché por KAS, de Vitoria, que acababa de ascender a Primera División. Conmigo fueron al club alavés Capetillo, Sarriá, Iradier, Graña, Beneyto y Abascal. Aquel año quedamos subcampeones de Copa —perdimos con el Madrid, en Vitoria, por 80-85- y fuimos cuartos en la Liga.
Vitoria- Bilbao, ida y vuelta
A la calidad específica de su juego —buena técnica y talento para obtener de ella el mejor rendimiento— unía Carlos Luquero su considerable estatura —1,95—, poco corriente en aquellos tiempos.
—Sin embargo —precisa— pivot-pivot nunca lo fui; aunque jugaba dentro yo tiraba mejor desde fuera. En el KAS estuve cuatro años, los dos primeros, en Vitoria, y los restantes en Bilbao, donde el club había trasladado su sede. En ese tiempo jugamos una Recopa y llegamos a las semifinales, en las que nos eliminó el AEK, de Atenas.
De Bilbao nuevamente a Vitoria, pero a otro club, nuevo para Carlos Luquero: el Basconia. Un recuerdo poco grato por las circunstancias que dieron pie a este cambio.
—En el KAS, de acuerdo con el entrenador Lester Lane, estaba en unas condiciones que Arrondo, al hacerse cargo del equipo, quiso cambiar, cosa que yo no acepté. La situación no tuvo otra salida que la de obtener del club la carta de libertad. Condicionada, eso sí; a que tenía que fichar por un club de categoría inferior. Lo que me obligó a rechazar unas muy buenas ofertas que había recibido del Picadero y del Círculo Católico de Badalona. Así las cosas, tuve que fichar por el Basconia. Fuimos subcampeones de Segunda División y jugamos la promoción con el Breogan, que nos ganó por 2 puntos. Al año siguiente quedamos campeones y ascendimos a la Liga Nacional. En el Basconia estuve diez años de los que guardaría un gratísimo recuerdo de no haber surgido la incidencia que motivó mi baja en el club
Vitoria- Bilbao, ida y vuelta
Era obvio que en este punto nuestro interlocutor iba a referirse al famoso “caso Luquero” que, al principio de esta década, sería tema de palpitante interés.
—Ocurrió que en la empresa donde venía prestando mis servicios tenía que disfrutar las vacaciones de verano en el mes de agosto, razón por la cual el club venía relevándome de la obligación de entrenar durante ese mes, para poder así disfrutar con mi familia el período de vacaciones de mi actividad laboral. Pero llegó Pepe Paso, como nuevo entrenador, y se trató de revocar ese acuerdo mantenido durante diez años. Aquel verano, previo a la temporada 1980-81, recibí, por carta, la orden de incorporarme el 18 de agosto. Tal como estaba establecido me presenté el día primero de septiembre. El club me sancionó con multa de 100.000pesetas que quedaron después en 50.000. Recurrí a Magistratura que se declaró incompetente. Recurrí por medio de un suplicatorio ante el Tribunal Central de Trabajo y dos años y medio después, la sentencia, que iba firmada al 14 de octubre, no dejaba duda sobre las competencias de las Magistraturas para afrontar casos similares al mío. Mi caso, en suma, sirvió para dejar bien sentado que los jugadores de baloncesto pueden recurrir a la jurisdicción laboral ordinaria, tras haberse creado una figura jurídica nueva, surgida de/a simple consideración de que según consta en el fallo del Tribunal Central de Trabajo al que recurrimos, “todos aquellos deportistas calificados de aficionados por Federación respectiva, pero que realmente cobran una remuneración o sueldo del club en el que se encuadran, por cuya cuenta y provecho actúan, estando so metidos a la dirección y disciplina del mismo, tienen la consideración de profesionales desde el punto de vista jurídico”. En fin, que el asunto fue devuelto a Magistratura y un nuevo juicio, fijado para el primero de diciembre, que ganamos, creó la ley, tan necesaria hasta entonces, que permite a todos los jugadores que cobran dinero acogerse a la jurisdicción laboral. Para mí, por supuesto resultó desagradable todo este embrollo, pera lo doy por bien empleado pensando en los beneficios que del caso se han derivado para todos los jugadores.
Recuerdos
En el capítulo de sus mejores recuerdos acopiados en sus veinte años de sumar rebotes y canastas, Luquero incluye sus 28 presencias en el equipo nacional.
—En el Mundial de Chile, en 1966, vi cumplida mi máxima ilusión: ser internacional y jugar contra las máximas figuras de los más poderosos conjuntos mundiales, tales como la Unión Soviética, Estados Unidos, Brasil. Del Europeo de Helsinki, al año siguiente, guardo también un imborrable recuerdo. Una experiencia inolvidable, que espero que puedan vivir también algún día Carlos, mi hijo, mayor, que viene jugando muy bien, como juvenil, en los Corazonistas, así como Sergio y Raúl, que también juegan, y estudian, en el mismo colegio. Y como reservas, tengo a Jorge Mariano, de 6 años, y Víctor Manuel, con 5. Ya les llegará también la hora...
También ellos podrán beneficiarse, con el tiempo, de las óptimas consecuencias de aquel famoso “caso” protagonizado por papá Luquero…
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Re: Nuestros ases (61) Una serie de Manuel Espín. ANGEL LOZANO: CINCO AÑOS EN EL REAL.

por Amadeo » 28 Sep 2021, 07:12

Nuestros ases. (61) Una serie de Manuel ESPIN
ANGEL LOZANO: CINCO AÑOS EN EL REAL.
“Los Alonso y Fredy Borrás fueron tres maestros decisivos”
En la veterana Sociedad Gimnástica Española tuvo el baloncesto madrileño un fecundo semillero del que surgieron multitud de grandes valores que, en la posguerra, contribuirían eficazmente al recobramiento del basket español.
En aquel gimnasio y en la pequeña cancha de la Gimnástica dio sus primeros pasos en el deporte Ángel Lozano. Nacido en Madrid el 9 de enero 1922, (en el original 1982), Lozano se inició en la preparación física y, a renglón seguido, en el baloncesto, en plena guerra civil española. Quiere decirse con ello que no fue precisamente en un clima propicio y sobrado de facilidades donde hubo de desenvolverse, lo que no impidió, sin embargo, que Ángel Lozano fuese atesorando las cualidades precisas para erigirse en auténtica figura.
Los Alonso, dos maestros
De la Gimnástica no tardó mucho tiempo Ángel Lozano en empezar a codearse con las más refulgentes estrellas de su tiempo. El América, con los hermanos Alonso, le daría tan maravillosa oportunidad.
—El contacto con jugadores tan completos corno Pedro y Emilio Alonso contribuyó de manera decisiva a mi formación técnica. Fueron dos auténticos maestros que favorecieron de manera decisiva el progreso de nuestro baloncesto a partir de los años 30, o sea, desde el momento de su llegada a nuestro país. No hay que olvidar que el primer gran éxito internacional de España, el subcampeonato ganado en Ginebra en 1935 se debió, en muy buena parte, a la presencia de Pedro y Emilio en la Selección.
Real Madrid: objetivo cubierto.
Ángel Lozano tuvo otro gran maestro de quien recibió valiosísimas enseñanzas. Acabamos de aludir a Fredy Borrás, el más calificado de la profusión de estudiantes portorriqueños que fueron recalando en Madrid a partir de 1947.
—Fue precisamente aquel año el de mi ingreso en el Real Madrid, junto con los hermanos Alonso, procedentes, como yo, del América. Cholo Méndez era el entrenador, un gran técnico de quien aprendí mucho. Dos años después, tras haber causado baja Cholo, fue Fredy Borrás, en realidad, el verdadero director de! equipo. Todo un genio del baloncesto. Luego, se sumé Galindez, otro portorriqueño que ha hecho historia. Si Borrás nos maravillé a todos por su técnica —él fue quien nos enseñó a tirar en suspensión— y por su talento, Willo demostró lo que era el verdadero juego de pívot.
Para Ángel Lozano, 1947 fue un gran año: el de su ascensión a la elite del basket español —a eso equivalía su fichaje por el Real Madrid—, y, así mismo, el de su debut como internacional, contra Portugal, en el madrileño Frontón Recoletos, el 14 de mayo.
—Para empezar, ganamos el Campeonato de Castilla. Fue mi primer título. Luego, vino lo de ir al equipo nacional, al lado de Kucharski, Dalmau, hermanos Carreras, Ferrando, Maneja, además de Emilio Alonso y Julio Gámez. Fue un debut feliz, Ganamos bien por 37-28.
Buenos Aires, un desastre
La actividad internacional era, por aquel entonces, muy restringida. Un par de amistosos anuales contra Francia y Portugal y párese de contar. Llegó, empero, el momento de acometer mayores empresas. En 1950 se mandó la selección española a Niza, para optar a un puesto en el l Mundial, a celebrar en Buenos Aires en 1950.Y Ángel Lozano mereció los honores de la designación para Niza y, clasificado nuestro equipo, para Buenos Aires.
—De aquel Mundial guardo un amargo recuerdo. Nos clasificamos en penúltimo lugar y no fue el último porque al no presentarse Yugoslavia a jugar contra nosotros se nos dio la victoria por 2-0. A decir verdad, el equipo merecía suerte atendiendo a la calidad específica de los jugadores que lo componían: lmedio, Dalmau, Bassó, Gámez, Oller, Kucharski, Ferrándiz, González, Pineda, el chileno Salvadores y yo. Borrás y Galindez no pudieron ir por razones de estudios. Pero ocurrió que la dirección técnica del equipo estaba en manos de míster Rutzgis, de quien lo menos que puede decirse es que era un lunático. El equipo muy mal dirigido, horrorosamente dirigido, y así nos fueron las cosas. Un verdadero desastre.
Otros tiempos...
Ángel Lozano siguió en activo dos años más. En 1952, en usufructo de una dorada veteranía, colgó las zapatillas, poniendo punto final a cinco años de exitosa titularidad madridista. Un alto puesto de trabajo en una compañía alemana de maquinaria, a la que está adscrito desde hace 24 años, le ha tenido absorbido en todo ese largo período.
—El baloncesto es para mí un recuerdo, grato en un análisis global. Valoro, sobretodo, la amistad que era premisa principal en el baloncesto de mis tiempos, tan diferentes de los de ahora en todos los órdenes. No hará falta decir que el deporte nos costaba dinero. Tengo el título de entrenador, pero no es sino un recuerdo más. Mi única conexión con el baloncesto es la AEBI, que nos permite reunirnos cada dos años y renovar la amistad entrañable que nos une a todos los que en distintas épocas hemos defendido los colores de España.
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Re: Nuestros ases. (62) Una serie de Manuel ESPIN L.C. ZABALETA: LA APORTACION DEL NORTE

por Amadeo » 30 Sep 2021, 07:33

Nuestros ases. (62) Una serie de Manuel ESPIN
L.C. ZABALETA: LA APORTACION DEL NORTE
“La Olimpiada de Méjico, una experiencia inolvidable”
El basket español tendrá que rendir algún día un homenaje a dos de sus más fieles y devotos servidores, el bilbaíno Paco Díez y el donostiarra Juan Antonio Gasca, tristemente desaparecidos en plena juventud, cuando las ilusiones que uno y otro tenían depositadas en el futuro del baloncesto en sus respectivas zonas de influencia, distaban mucho de haber cristalizado plenamente.
Conseguir que el baloncesto echase raíces en una región donde el fútbol compartía su reinado con otras modalidades típicas de Ia tierra, en las que la fuerza era su signo característico, vino a ser algo muy parecido a un milagro. Y eso, ni más ni menos, es lo que realizaron esos dos pioneros norteños. En San Sebastián y Bilbao, el baloncesto, tras adquirir su carta de naturaleza, llegaría a instalarse en la primera línea nacional, desde la cual sería ya frecuente la proyección de jugadores norteños hacia la selección nacional.
Fútbol, para empezar
Luis Carlos Zabaleta protagonizó una de las numerosas aportaciones del basket norteño, donostiarra en este caso, al equipo representativo de España. Nacido en Rentería el 5 de septiembre de 1946, Zabaleta, como venía a ser poco menos que obligado en aquel tiempo, practicaba con preferencia el fútbol y, por extensión, el balonmano, ese subproducto del deporte rey.
—A los 15 años, esos eran los deportes que privaban en los patios del Colegio Ciudad Laboral Dom Bosco. Allí hice también mis pinitos en baloncesto. Mi primer instructor Tomás lruretagóyena me planteó la conveniencia de tomar una decisión optando por uno u otro deporte. Y fue Javier Fábregas, el segundo entrenador, quien me empujó a lugar en el juvenil del Colegio. Así empozó la cosa. Para empezar, campeones de España juveniles.
Juan Antonio Gasca, por supuesto, tenía sus oteadores en aquellos centros escolares de la zona dónde tuviesen instalados tableros de baloncesto. Zabaleta no tardaría en ser objetivo de la atención del inquieto técnico y hombre del basket guipuzcoano.
—A los 19 años dejé los equipos del Dom Bosco y pasé a formar parte del ESTE, anagrama del Estudios Superiores Equipos Técnicos Empresariales. Un año allí y al cumplir los 20 ingresaba en el Atlético de San Sebastián, el club de Gasca. Pasamos un año en Segunda y, al siguiente, ascendimos a Primera. Conmigo estaban Aspiazu, Manu Moreno, Guruceta, el hermano del famoso árbitro de fútbol, Juan María García. Aquel año ganamos al Madrid, con Emiliano y Luyk y sus demás estrellas. Quedamos cuartos en la Liga, en la que desempeñamos un muy lúcido papel. Con la llamada de Díaz Miguel para integrarse en la selección que tenía que ir a Monterrey a intentar ganar una plaza para la Olimpiada de Méjico, Zabaleta conoció los honores máximos de su carrera deportiva.
—Fui llamado ya en junio de aquel año para el torneo Máxico-68, celebrado en Madrid, y en septiembre, ya camino de Monterrey, jugamos un amistoso en Puerto Rico. Ganamos la plaza olímpica y en Méjico fuimos séptimos, después de ganar a Italia. Ni que decir tiene que los grandes forjadores de aquel éxito fueron Emiliano, Buscató, Luyk, Margall, Alfonso Martínez...
Gasca y Paco Díez, dos valiosos tutores
De San Sebastián a Bilbao. Cuando se vio desasistido de la tutela deportiva de Gasca —que se fue a Francia a entrenar—Zabaleta se acogió a la de Paco Díez
—Estuve un año en el Águilas, muy a gusto, por cierto, y, al final de aquella temporada adopté dos decisiones importantes: casarme y empezar a trabajar en el Colegio como profesor de educación física. Volví, es cierto, a mi actividad como jugador. Cuando Gasca regresó de Francia, me propuse volver al Atlético para hacer de él un equipo fuerte. Fue el Dicoproga y tres años más tarde, el Askatuak. Entonces si decidí dejarlo. Baloncesto y trabajo, sin la debida compensación económica, nunca me ha gustado. Y no es que me guste lo de ahora: esa compra-venta de fichas. Los clubes grandes están en su papel buscando lo mejor y pagan lo que otros no pueden. Se explica así que hoy se hable de millones, de muchos millones.
Pensando en el futuro
Zabaleta dijo adiós al baloncesto al cumplir los 30 años.
—Podía haber seguido, ya que proposiciones de fichaje no me faltaron. Pero preferí prepararme cara al futuro. Gracias a ello, puedo hoy tener otras aspiraciones: pre pararme a nivel técnico con estudios en el INEF para obtener la licenciatura de educación física. Esto, y baloncesto. Me seduce mucho llegar a preparar algún equipo grande. De mi pasado, no guardo sino muy entrañables recuerdos y conservo un especial cariño hacia Emiliano, Antonio Díaz Miguel y Jorge Guillén, a quien debí la milagrosa recuperación de una rodilla, materialmente destrozada.
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Re: Nuestros ases. (63) Una serie de Manuel ESPIN - WAYNE BRABENDER: EL ABUELO PRODIGIO.

por Amadeo » 04 Oct 2021, 09:02

Nuestros ases. (63) Una serie de Manuel ESPIN
WAYNE BRABENDER: EL ABUELO PRODIGIO.
Así, así pagó el Real Madrid su inestimable dedicación a unos colores…
Enrolado en el Cajamadrid recuerda sus 190 entorchados internacionales
El Real Madrid y, por extensión, el basket español nunca agradecerán bastante a Pedro Ferrándiz, el entrenador al que, en frase suya, los títulos le salían por las orejas, el haber traído de Estados Unidos al jugador que iba a resultar más rentable para el club blanco y, al propio tiempo, para la selección española. El lector habrá adivinado, al instante, que nos estamos refiriendo a Wayne Brabender, un nombre incorporado; con pleno derecho, al capítulo de legendarios del basket español
Todo un hallazgo…
El descubrimiento de aquel gran valor en ciernes que era Wayne Brabender a sus 21 años hubiese basta do para acreditar las dotes de sagaz oteador del brujo Ferrándiz si éstas no las hubiese evidenciado ya sobradamente el ex entrenador madridista en muchos otros casos.
—Fue en 1967 - recuerda Brabender— cuando Pedro me vio jugar en el equipo de la Universidad de Minesota, en Morris, en donde acababa de graduarme como profesor de educación física. Terminaba así un ciclo que, como estudiante y jugador de basket al mismo tiempo, había iniciado en el colegio Wood Lake. Mi paso posterior por la Universidad de Willmar, con Al Swansson como entrenador, contribuyó mucho a mis progresos técnicos. Fui “all American” en juniors, y “all-Star” universitario

Wayne Brabender era alguien, bastante más que una promesa, cuando de la mano de Pedro Ferrándiz llegó a España el 26 de agosto de 1967.
-En mi primer colegio, a partir de los 7 años, recibí de Terry Donay, el instructor de basket, las primeras lecciones de fundamentos. Así, cuando me vio Ferrándiz, catorce años después, la técnica del juego no tenía ya ningún secreto para mí. Tenía ya entonces el mismo tiro de ahora. En la Universidad iba el primero en tiro, en asistencias y en rebotes, en los últimos años de estar allí. Siempre tuve la obsesión de ser un jugador completo.
Es evidente que ese empeño de Brabender iba a cristalizar como bien pudo advertirse a través de los 16 años que defendió los colores del Real Madrid y de sus 190 prestaciones como internacional español.
-De todos esos años guardaré siempre un recuerdo imborrable. Años inolvidables, en el Madrid, por la íntima satisfacción de haber contribuido a la gran cosecha de títulos que hizo el equipo, y en la selección, por el orgullo de haber podido vestir la camiseta española.
Una dolorosa tregua
Hay, empero, una nota triste en su carrera como internacional español. Obtenida la nacionalidad española en octubre de 1966 —poco más de un año después de su llegada a nuestro país, en lo que no pocos vieron la influencia de Raimundo Saporta en las altas esferas del país—Díaz Miguel aprovechó, ¿cómo no?, tan magnífica circunstancia para incorporar a aquel hispano de nuevo cuño al equipo nacional que iba a disputar el preeuropeo de Mataró, en mayo de 1969. Una grave lesión en la rodilla izquierda, contraída en el segundo partido, contra Bélgica le apartó de las canchas de juego por un largo período de tiempo.
—Estuve más de diez meses sin poder jugar, lo que fue para mí un auténtico tormento. Y hasta dos años después, en mayo del 71, no volví al equipo nacional, con la fortuna de haber podido seguir en él en todas las competiciones, Campeonatos de Europa y del Mundo, y olímpicas en que participó España hasta 1982, Mundial de Colombia incluido.
Una carrera incomparable, punto menos que Irrepetible, la de este norteamericano de nacimiento que tan hondas raíces iba a echar entre nosotros: Hay en su vida como español de adopción algunas fechas que permanecerán sempiternamente en sus memorias:
-La primera, sin duda, fue la de mi debut en el equipo nacional: el España-Cuba jugado en Badalona el 10 de mayo de 1969. Jugué sólo el último minuto y medio pero no lo olvidaré nunca. Otra, la medalla de plata ganada en Barcelona, en 1973, con nuestra victoria sobre la URSS por 80-76, el 4 de octubre. Y el quinto puesto del Mundial de Puerto Rico, obtenido con nuestra victoria sobre Brasil, por 93-91 el 13 de julio de 1974.
Al margen del basket. Wayne Brabender tiene, por supuesto, otras fechas importantes que han marcado su vida: las de su boda con la gentil navarra Mayte Pascual y del nacimiento de sus hijos David, de 14 años -que ya juega en el colegio y dicen que por las maneras que apunta, puede ser un nuevo Brabender-y Paloma, de 10.

Infortunio en la última etapa

Wayne Brabender ha jugado dos temporadas, las últimas, en el Cajamadrid. Las lesiones se han ensañado con el últimamente...
-Primero tuvieron que intervenirme para extraer unas esquirlas de la rodilla. Hace unas semanas, nueva operación, menisco y ligamentos. Mi retirada como jugador resulta prácticamente obligada cuando ya estoy a punto de cumplir 40 años. Creo que al basket puedo seguir siéndole útil desde el cargo de manager que voy a asumir en el propio Cajamadrid.
En las palabras de Brabender se percibe un tono de indisimulada pesadumbre cuando abordamos el tema de su salida del Real Madrid. Dieciséis años de servicios al club, con una tan directa aportación a los deslumbrantes éxitos del equipo bien merecían, pensamos, una mejor correspondencia que la de la escueta carta de libertad. ¿Una injusticia?
-Digamos que me resultó una sorpresa. Yo deseaba, y esperaba, jugar una temporada más. Pero de la noche a la mañana me comunica ron que prescindían de mí. Yo me sentía con fuerzas y con la suficiente ilusión para seguir jugando. Y por otra parte, necesitaba seguir disponiendo del sueldo de cada mes. Por eso acepté, encantado, el ofrecimiento del Cajamadrid, en donde he pasado dos años rodeado de afecto y simpatía.
Exactamente lo que se merecía ese modelo de deportista y caballero que ha sido siempre Wayne Brabender.
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Re: Nuestros ases. (64) Una serie de Manuel ESPIN - MIGUEL LOPEZ ABRIL: CUANDO LA EXPERIENCIA ES UN GRADO...

por Amadeo » 08 Oct 2021, 11:01

Nuestros ases. (64) Una serie de Manuel ESPIN
MIGUEL LOPEZ ABRIL: CUANDO LA EXPERIENCIA ES UN GRADO...
Su marcha del Barcelona, un amargo recuerdo y un mal trago
Tras dejar el Caja Álava como jugador, debuta como entrenador del Licor43
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Podrían contarse con los dedos de una mano los entrenadores que debutaron como tales en un equipo de primerísima línea inmediatamente después de haber colgado la canasta como jugadores. El más reciente de estos casos lo ha protagonizado Miguel López Abril —para quien no cuadra ya el diminutivo de su nombre—, actual míster del Licor 43.
Una pregunta, pregunta que muchos se habrán estado haciendo, se impone. ¿Puede un entrenador empuñar las riendas técnicas de un equipo de Primera División nacional sin haber adquirido el necesario oficio pasando antes por las categorías inferiores?
La excepción de la regla
Miguel López Abril tiene elementos de juicio suficientes para demostrar que este salto —de la cancha al banquillo— puede darse sin demasiados riesgos.
—Entrenar no es para mí una actividad que pueda depararme grandes sorpresas. Tengo en ello una larga experiencia, porque en realidad, siempre he alternado mi actividad como jugador con la de entrenador. Ya desde que era titular del Barcelona me he en cargado de entrenar a equipos de gente joven. El año pasado tuve, incluso, una oferta del Joventut para ser el segundo de Aito. De otra parte, he estudiado el basket en profundidad y he tenido, además, en Ranko Zeravica y Aito dos maestros de los que he aprendido mucho. Puedo afirmar, por lo tanto, que en el banquillo del Licor podré sentarme sin complejos de clase alguna.
Un producto del minibasket
Nacido el 20 de diciembre de 1954, en l’ Hospitalet de Llobregat, López Abril, el entonces Miguelito, dio sus primeros pasos baloncestísticos en el colegio Santiago Apóstol.
—En efecto, fue allí donde metí mis primeras canastas, bajo las elecciones del hermano José María Apellániz, A los 14 años, ingresé en los infantiles del Barcelona, que entrenaban Paco Bernal, otro maestro para mí, y Alto, que asumía la doble actividad como jugador y preparador de los “peques”. Tres años más tarde, al cumplir los 17, me subieron al júnior, entrenado por Vicente Sanjuán y aquel mismo año, 1971, pasé al primer equipo, con Zeravica como entrenador. Allí estaban Aito, Luis Costa, Carmichael, Camps, Flores, Thomas, Sada y Soler. En mi último año en la entidad, Nacho Solozábal y yo nos alternábamos en el puesto de base. Ocho años en el Barça y luego en 1979, al cumplir los 25, decidí cambiar de aires. No sin verdadero pesar dejé el club donde me había formado como jugador.
Discriminación
Las razones que indujeron a López Abril a dejar el Barcelona tuvieron su origen en un incumplimiento de palabra blaugrana.
—Cuando entró Jordi Bonareu para encargarse de la sección se estableció la norma, según me dijeron, de renovar los contratos por un solo año, y no era eso precisamente lo que se me había prometido antes de que entrase el nuevo responsable de la sección. Acepté en principio, que remedio, porque la norma, según se me dijo, regía para todos. Pero luego supe que a Juan Ramón Fernández le habían firmado por tres años. Me molestó ser objeto de tal discriminación y decidí marcharme. Hubo presiones de las alturas para que me quedase, pero mi resolución estaba tomada. Posiblemente me equivoqué con mi actitud, desprovista de egoísmo y sólo inspirada por mi norma de ir siempre con la cara a por delante.
Un largo y variado periplo se habría ante Miguelito: dos años en el Manresa, otros dos en el Caja de Ronda, uno en el Juventud y otro, el de la temporada 1984-85, en el Caja de Álava. Después la retirada.
— Tenía 31 años y podía haber continuado de no ser por una lesión de osteopatía de pubis que me obligaba a descansos alternativos, sin posibilidad de ofrecer un rendimiento pleno.
Recuerdos
López Abril puede mirar su pasado con evidente complacencia y recrearse en el recurso de los hitos más importantes de su carrera.
—Aún vivo mis nueve prestaciones en el equipo nacional, siete de las cuales con motivo del Euro basket-75, en Yugoslavia, aparte de los partidos que jugué durante la gira dela selección por la República Popular de China. Ya no me llamaron más porque yo no era santo de la devoción de Díaz Miguel. Asimismo, me acuerdo de la final de Copa de Zaragoza en la que fui considerado como el mejor jugador. Aparte, sobre todo, un hecho que me emocionó profundamente: en el primer año de no estar en el Barcelona, se ganó en el Pabellón del Madrid en partido de Liga y mis ex compañeros tuvieron el delicado detalle de dedicarme la victoria. Y es que el equipo blaugrana fue, mientras estuve en él, un auténtica piña, unidos todos por un sincero sentimiento de amistad.
Miguelito de jugador, Miguel de entrenador, López Abril nunca dejará de desvivirse por su deporte, el baloncesto.
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Re: Nuestros ases. (65) Una serie de Manuel ESPIN - MARGALL: EN “MEDIO” DE UNA GLORIOSA DINASTIA.

por Amadeo » 12 Oct 2021, 08:16

Nuestros ases. (65) Una serie de Manuel ESPIN
MARGALL: EN “MEDIO” DE UNA GLORIOSA DINASTIA.
“Seis finales de Copa y un solo título… nosotros no teníamos americanos”
“Me tocaron todos los ‘huesos’. Tuve que marcar a los fenómenos de mi tiempo”
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Todos los hermanos fueron… grandes figuras del basket Enric, Narcís, Josep María. Toda una brillante dinastía, la de los Margall, de Malgrat.
Sí nos forzasen a decir cuál de los tres hermanos se destacó por su seriedad, por su sencillez, su simpatía, por todas las virtudes, en suma, que definen al prototipo del deportista, nos veríamos en un apuro. Diríamos, en todo caso, que Narcís fue un calco de Enric, su hermano mayor y que Josep María ha tenido en sus hermanos sendos espejos donde mirarse Los seguidores de la “Penya” serán, sin duda, de la misma opinión.
Los huesos para él
De los tres, Narcís, nacido el 7 de marzo de 1948, es el que más difícil tuvo la cosecha de galardones internacionales. Y no fue porque no los mereciese.
—Fui nueve veces internacional júnior y en cuatro ocasiones figuré en la Selección B. Fui también a la Universiada de Budapest, en 1965. Pero no pude llegar a la Selección titular. En el puesto de ala había entonces grandes figuras, como Brabender, Buscató, Sagi-Vela. Magníficos tiradores todos ellos, qué ponían el listón muy alto para los demás aspirantes al puesto.
Discrepamos. Siempre creímos que un jugador de las especiales características del segundo de los Margall tenía un puesto en el equipo nacional. Pocos jugadores le superaron, en sus años de titular indiscutible de la Penya” en eficacia defensiva.
—En el Joventut me adapté muy bien al puesto de ala-escolta, de ayuda al base, con misión esencialmente defensiva. Siempre me tocaba a mí marcar al jugador más efectivo. Slavnic, Kikanovic, Brabender, Rato Turdic. El hueso más duro siempre tenía que roerlo yo. Y piensa que no lo haría del todo mal desde el momento que esa misión me la asignaron los tres entrenadores que tuve en la Penya, Kucharski, Lluís y Cliton Morris.
Malgrat, la cuna
Narcís Margall no podía ser otra cosa que jugador de basket. Su afán por emular a l’Enric, que era ya figura, se despertó en Narcís en la edad escolar.
—En casa respirábamos basket a todas horas. Tuve la suerte, además, de tener un profesor en la Escuela Fontiladona qué era un profundo enamorado de este deporte y, guiado por él, Pere Rebull, di mis primeros pasos en el campeonato escolar. A los 14 años pasé al juvenil del Malgrat, con Antonio Farrón como entrenador. Dos años como juvenil y, al siguiente, pasé al primer equipo, qué entrenaba Joaquim Benet. Al margen de mis entrenamientos en Malgrat, y aprovechando mis desplazamientos a Barcelona, en donde estudiaba, me entrenaba también en los Lluisos, de Gracia, con el “míster”, como llamábamos a Albert Gasulla, de quien recibí muy provechosas enseñanzas en fundamentos, lo básico del Basket.
La “Penya”, su meta
Tras esa etapa inicial el objetivo de Narcís no podía ser otro que el Joventut, siguiendo las huellas de su hermano Enric. Fue en la temporada 1965-66
—Mi gran ilusión —jugar en el Joventut— se veía realizada. Encontrarme entre los Lluís, Buscató, Fa, Rojas, Gol, Homs, Vives y Moliné me parecía un sueño. Al año siguiente, entró Alfonso y ganamos la Copa. En los diez años que estuve en la Penya” fuimos seis veces finalistas y campeones una sola vez. El Madrid dominaba entonces con el refuerzo de grandes jugadores americanos, mientras nosotros jugábamos sin ellos, a pecho descubierto, como quien dice. Y así no había manera.
Eran, en efecto, los tiempos en que los badaloneses tenían el prurito de utilizar sólo valores autóctonos. Algo así como el Athletic de Bilbao en versión basketbolista. Aunque no tardaría más que un año -el fichaje de Fran Costello—en reconsiderarse tan loable como quijotesca postura.
El adiós, en Mataró.
Un año en el Pineda, tres años en el Areslux al que subimos a Primera, y en 1979-80 cerró Narcís Margall su historial como jugador, enrolado en el Mataró.
—Ahí tuve que despedirme del basket. No porque a mis 31 años no me sintiese con fuerzas y con ilusión de jugar, sino porque mi cargo de director del Bankinter, de Mataró, no me permitía disponer del tiempo necesario para entrenar como los demás y para desplazamientos.
Pero el basket, que por alguna cosa ha sido la constante de toda su vida, sigue despertando en Narcís un poder de atracción irresistible.
-Resulta difícil desvincularte de una actividad que has desarrollado durante tantos años. Por ello, he aceptado entrenar a los juveniles del Procesator, de Mataró. Eso me permitirá seguir en el basket sin restarme tiempo para mis ocupaciones profesionales. Es un ensayo que voy a hacer.
La dinastía de los Margall está preparando una nueva hornada. Enric, de 13 años, el mayor de sus cuatro descendientes, juega en los juveniles de la Esportiva, de Mataró. Creo que apunta buenas maneras, reconoce, complacido, su progenitor.
Sólo con que sean las que apunta ron, en su día, su padre y sus tíos...
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Re: Nuestros ases. (66) Una serie de Manuel ESPIN - BARCENAS: TRIUNFADOR POR PARTIDA DOBLE

por Amadeo » 14 Oct 2021, 07:47

Nuestros ases. (66) Una serie de Manuel ESPIN
BARCENAS: TRIUNFADOR POR PARTIDA DOBLE
“Pase dos años inolvidables con el Madrid de Borras y Galindez”
No suelen abundar los casos de una doble vertiente deportiva como el de Domingo Bárcenas, toda una institución en el balonmano español, deporte en el que se inició cuando el basket había completado una hoja de servicios que le acreditaba como una relevante figura del deporte de la canasta. Su consagración como tal la obtuvo con su designación para el equipo que representó a España en el primer Mundial, celebrado en 1950, en Buenos Aires. Fue la culminación de una ejecutoria singularmente brillante.
Juvenil en el América, internacional en el Madrid
Nacido en Salamanca el 18 de marzo de 1928, Domingo Bárcenas se sintió pronto atraído por el basket.
-Tendría unos catorce años cuando, cautivado por este deporte, ingresé en el club América, de Pedro Gil, y allí estuve varios años, hasta 1947, o sea, hasta el ingreso en el SEU. De Pedro Gil, un nombre de leyenda en el baloncesto castellano, aprendí mucho, por lo que llegué a mi nuevo equipo con una formación que me permitió desenvolverme ya en el equipo titular. Dos años en el SEU y pasé al Canarias, un equipo también de Madrid, formado por jugadores que procedían de aquellas istas. Y al cabo de un año, el Real Madrid, la meta soñada por todos los chavales de mi tiempo y, por supuesto, de todos los tiempos
Una ascensión progresiva que iba a proseguir a escala de selección nacional.
-Era a comienzos de la temporada 1950-51 cuando ingresé en el Real Madrid. Allí encontré a Lozano, Lamela, Borrás, Galindez y Pepe Garrido. Puede decirse que entré con buen pie, pues ganamos la Copa de la final disputada en San Sebastián, contra el Barcelona, al que vencimos por 47-36. Era aquella la primera Copa, llamada entonces del Generalísimo, que ganaba un equipo madrileño después de la guerra. De 1940 a 1950 sólo los catalanes Hospitalet, español, Layetano, Joventut y Barcelona habían conseguido ganarla
1950: un año crucial
En el historial deportivo de Domingo Bárcenas, 1950 figura con el subrayado de un año histórico: su ingreso en el Real Madrid, su investidura internacional y su título de entrenador, para cuyo logro obtuvo el número uno de su promoción. Tras hitos altamente enriquecedores para el futuro.
-Jugué 13 partidos internacionales entre los años 1950 y 1951. Cinco de ellos, en el torneo de Niza, de calificación para el Mundial de Buenos Aires, y cuatro en la capital argentina, para el campeonato mundial. En Niza estuvimos Borrás, Galindez, Kucharski, Gámez, Imedio, Carreras, Dalmau, Garrido, Lozano, Ferrando, Vías y yo. El equipo funcionó y nos clasificamos, venciendo a Finlandia, Austria y Bélgica y perdiendo contra Italia, en dos partidos
Suspenso en el Mundial-50
Al notable de Niza, empero, iba a seguir un suspenso en Buenos Aires.
-Las cosas no pudieron irnos peor. Varias circunstancias pudieron servir como justificación. En al equipo no estaban Borrás ni Galindez, retenidos en España por estudios. Luego, nos encontramos allá con un seleccionado chileno, Álvaro Salvadores, incrustado en el equipo, totalmente desconocido para nosotros. Llegaba con la fama de gran jugador, pero de poco podía servir su calidad, que no discuto, si no existía una mínima compenetración con el resto del equipo. Total: que el equipo, por lo que fuere, dejó de ser aquel compacto bloque que había demostrado ser en Niza. Se perdió la armonía entre los jugadores y las cosas nos fueron de mal en peor. Perdimos todos los partidos menos uno, el último, contra Yugoslavia, a la que ganamos por 2-0, gracias a su negativo a jugar contra España, por razones políticas. Como experiencia, con todo, aquel Mundial fue para nosotros inolvidable Para mí, por lo menos, lo fue. De tal modo que años más tarde, en ocasión de un curso de preparadores de balonmano que se celebró en Buenos Aires, no pude resistir la tentación de visitar el Luna Park, escenario de aquel nefasto Mundial, para revivir el recuerdo de aquellas duras y emotivas jornadas.
Con su título de entrenador en el bolsillo, Domingo Bárcenas se dispuso a cubrir su última etapa basketbolística.
-En el Madrid estuve dos temporadas, para mi grandísimas, y en 1952 pasé al Standard. Tres años como jugador-entrenador y otros dos sólo como entrenador. Después de ellos, la retirada. El baloncesto no podía ya brindarme más satisfacciones de las que me había dado hasta entonces.

El balonmano, su nueva pasión
Un deporte en plena progresión, el balonmano, tentó de inmediato a Domingo Bárcenas.
-Fue, a partir de 1957, mi deporte, por el que, tanto en mi corta época de jugador como en mí ya dilata da etapa de técnico, he llegado a sentir una pasión no inferior a la que sentí en mis quince años de entrega al baloncesto. El balonmano me llenó por completo y en él sigo con apasionada dedicación. Sin olvidar, eso nunca, lo mucho que le debo al baloncesto por la influencia que ha tenido en mi formación deportiva y humana. En el baloncesto sigo contando con muchos grandes amigos con los que me es posible renovar los lazos de amistad cada dos años, en las reuniones de la AEBI.
Foto: Vísperas del Mundial-5O. Cuatro figuras de la selección en la concentración de Toledo: Lozano, Bárcenas, lmedio y Pinedo.
Las sonrisas se borraron en Buenos Aires…
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 3/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (67) Una serie de Manuel ESPIN - CASIMIR AUMACELLAS… ¡QUE TIEMPOS AQUELLOS!

por Amadeo » 19 Oct 2021, 06:49

Nuestros ases. (67) Una serie de Manuel ESPIN
CASIMIR AUMACELLAS… ¡QUE TIEMPOS AQUELLOS!
‘En los años 20 por jugar en el Barça nos daban una tortilla, un vaso de leche y un pase para el fútbol” Metamorfosis deportiva: de los aros a los grandes “rallyes”, pasando por el periodismo ______________________________________________________________
Una vez más vamos a volver la vista atrás y recrearnos en la contemplación de aquel basket de la prehistoria, tan singular y, a la vez, tan aleccionador para esas nuevas generaciones que han hecho, o pretenden hacer, de este deporte su medio de vida. A la salida de ese túnel del tiempo que nos disponemos a cruzar nos espera uno de los más representativos valores de aquella época: Casimir Aumacellas, titular del Barcelona desde 1927 a 1934 y figura sobresaliente del basket catalán, ya sumamente poblado en aquel tiempo de jugadores notables. De la mano de Aumacellas vamos a efectuar un rápido y, por supuesto, inefable recorrido por aquel incipiente y, sin embargo, prometedor, basket catalán.
Aquella primera canasta
Nacido en Palafrugell, el 8 de marzo de 1908, Casimir Aumacellas se trasladó con su familia a Barcelona. Tenía entonces 8 años y la llamada del basket llegaría a sus oídos nueve años más tarde.
Sureda, el capitán del segundo equipo del Barca, me propuso jugar en el tercer equipo y, sólo por curiosidad, acepté. Yo no había visto nunca un partido. Acudí al entrenamiento y él fui presentado al delegado señor Borrell. Todo fue más fácil de lo que esperaba: me pasan el balón, esprinto con él, tiro a basket y encesto. Todo un éxito. Los demás jugadores, observé que se quedaron parados y riendo a carcajadas. Siguió mi buena estrella y al poco tiempo me veía ya ascendido al segundo equipo, que disputaba el Campeonato de Cataluña.
El ascenso le valió a Casimir Aumacellas disfrutar de no pocas ventajas. No de orden económico, que por aquellos tiempos no las había, pero sí en forma de especies.
—A los que esperábamos algún día ser jugadores de plantilla” de “can Barca” podían llamarnos con razón “somniatruites”. Y es que una de nuestras ilusiones por pasar al segundo equipo era la de tener derecho a una tortilla y a un vaso de leche. Evidentemente, la tortilla que nos comíamos en casa era mucho más suculenta, pero no era la del club... Ya se ve que nuestra ambición no podía ser más modesta y así y todo pasábamos por ser unos privilegiados.
En el Barcelona no era éste el único privilegio que se concedía a sus jugadores.
—No, había otros considerados como lujos Por ejemplo, para desplazarnos al Sol de Baix, campo de entrenamiento de todos los atletas del club: rugby, fútbol, atletismo, basket, etc., disponíamos de un autobús de línea, con salida de la plaza de Cataluña a las 6 y media, dela mañana, claro, y nos llevaba a Sans. Otros lujos: se nos facilitaba camisetas, pantalones deportivos, zapatillas a la presentación, eso sí, de unos vales para retirar esas prendas de “can Sibecas” ¡Ah! Y otra prebenda, acaso la más codiciada: el carnet de jugador; te permitía asistir a los partidos de fútbol, con sitio reservado en el Gol de Baix.
Casimir Aumacellas no tardaría en cubrir la meta suprema de sus sueños barcelonistas: ser titular del primer equipo.
-En 1930 quedamos campeones de Cataluña de segundos equipos y me pasaron al primer equipo, del que acabé siendo capitán en los dos últimos años de mi estancia en el club, 1932 y 33. En 1934 decidí retirarme. El automovilismo, que venía alternándolo con el basket desde los 19años, acabó atrayéndome de forma irresistible
Cuadrigas contra F-1
¿Comparaciones de aquel basket con el actual? Aumacellas las establece de forma gráfica.
—No hay comparación posible. Sería como comparar una carrera de cuadrigas con una de Fórmula 1. No hay más que verlos tanteos. Yo, como tantos otros defensas, no marqué más de 30 canastas en los siete años que jugué. Y es que el juego era estrictamente posicional: dos defensas, dos delanteros y un medio-centro. Los más altos solían destinarse a “defensas, Brotons, Pla, Rovena, Domingo, Rauet, para cortar jugadas y coger rebotes. Los delanteros eran más bien pequeños y se deslizaban como anguilas, Tomás, Arnaud, Mitchel, Guix, Borrell, Colomer. Yo, con 1.80, era el más alto, jugué siempre de defensa con el volátil y extraordinario Carbonell- ¿Viajes con el equipo? Ir a Tarragona, Reus, Mataró, Papiol, e incluso a Hospitalet nos encantaba. Una vez se nos solicitó de Argelia y nos ofrecían seis mil pesetas que cubrían todo el presupuesto. Pero la directiva no aceptó con gran decepción por nuestra parte.
Aquellos tiempos de “Xut”
El capítulo de recuerdos de Casimir Aumacellas ha de ser obviamente extenso.
—Los primeros partidos en pista cubierta, celebrados en Barcelona, para los que se cobraba entrada: una peseta, precio único. Otro acontecimiento fue, para nosotros, la inauguración de la pista del basket dentro del recinto de Las Corts. Ahí era nada utilizarlas mismas instalaciones que nuestros ídolos, Samitier, Alcántara, Sancho.
Al margen de su actividad como jugador, a Aumacellas aún le quedaba tiempo y humor para cultivar una determinada faceta del periodismo.
—En aquella época aparecía el entrañable “Xut” un semanario creado por el inolvidable Valentí Castanys. Yo cuidaba de la sección de basket, con el seudónimo “Nosferatu”. Nunca se supo quién era el autor, de aquellas “xafarderies”. Sólo Domingo, “Pit de Ferro” lo sabía y colaboraba en el suministro de noticias. Dé ese modo, pasé ratos inolvidables por lo divertidos.
* * *
El automovilismo, como se dijo al principio, acabó quitándole al basket una figura de gran valía y al periodismo un humorista “made in Xut”’. Para Aumacellas no hubo ya más que rallyes, como copiloto del famoso Salvador Fábregas, en Monte Carlo, los Alpes, Estoril. Pero ésta es otra historia..
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 5/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (68) Una serie de Manuel ESPIN - ALBANELL: ALMA DE AQUEL HISTORICO PICADERO

por Amadeo » 21 Oct 2021, 06:22

Nuestros ases. (68) Una serie de Manuel ESPIN
ALBANELL: ALMA DE AQUEL HISTORICO PICADERO
Internacional júnior, fue vetado por Díaz Miguel para la selección senior
Frenar la arrolladora marcha del Real Madrid, derribarle de su trono de superequipo, ha sido, en todas las épocas, el objetivo a cubrir de no pocos clubs. Sólo por esto y, por su puesto, por otras cosas más, el baloncesto español ha de estarle hondamente reconocido.
Tras los pasos del Madrid
El historial de las competiciones nacionales - Copa y Liga - nos dice que fueron muy pocos los que vieron cristalizado ese empeño. El Picadero fue uno de ellos. Dos títulos de Copa -1964 y 1968-y cuatro subtítulos de Liga.
-Pudieron haber sido muchos más nuestros logros - recuerda Miguel Albanell, una de las muchas rutilantes figuras que defendieron los colores del club de Les Corts pero en más de una ocasión lo impidieron circunstancias extrañas y la palabra extrañas puede ir entrecomillada.

Albanell se refería obviamente a los arbitrajes, de indisimulado signo madridista en tantísimas ocasiones.
-No quiero decir con esto -prosiguió- que el Madrid no contase con un equipo merecedor de todos los títulos. Pero es que se daba el caso de que también nosotros teníamos equipo dotado de la fuerza suficiente para merecer los mismos títulos. En 1966, por ejemplo, el Picadero contaba con Theo Cruz, un portorriqueño literalmente fabuloso, Harge, un norteamericano de gran valía, y con figuras como Jesús Codina, Alfonso, José Ramón Ramos, Alocén, Jofresa, Soro y Calvet. Al Madrid le ganamos en dos o tres ocasiones, una de ellas nada menos que por 32 puntos.
Del La Salle Josepets al Picadero
Miguel Albanell, nacido en Barcelona el 24 de enero de1943, fue un genuino producto del basket catalán, concretamente del Colegio La Salle Josepets, donde halló, en lo deportivo, eficientes instructores.
—Las primeras lecciones de basket las recibí del profesor Hermano Crisóstomo y de los preparadores Visa y Fernando Font; de este último recibí muy provechosas lecciones de técnica.
Del La Salle Josepets al Picadero. Un primer paso que para Miguel Albanell sería él prólogo de una carrera deportiva de singular brillo.
-En el Picadero estuve doce temporadas. De la 1960-61 a la 1972-73. Doce años inolvidables. El equipo era sobre todo una piña de amigos, unidos todos por un entrañable afecto. Los años que han, transcurrido desde entonces no han hecho sino afirmar, aún más, si cabe, nuestra amistad.
En el orden deportivo no todos los recuerdos son gratos para Miguel Albanell.
-Con el Picadero cumplirnos muy buenas temporadas, erigidos en uno de los “grandes” de aquel tiempo. Tuvimos siempre buenos americanos y pasaron por nuestro equipo grandes jugadores, de los que Esteve, nuestro entrenador, supo sacar un magnífico rendimiento. Recuerdo, por ejemplo, el sistema de 1-4 en defensa que estuvimos practicando toda la temporada 1968-69. Los entrenadores contrarios no encontraban la manera de superarlo. A Lester Lane, el del Kas, le vimos arrojar su chaqueta contra el suelo, en gesto de impotencia.
El veto de Díaz Miguel
Uno piensa que cualquier sistema de defensa podía darle buen resultado al Picadero contando con un jugador como Albanell, uno de los mejores defensores que ha tenido el basket español. Las especiales condiciones defensivas de Miguel Albanell habían quedado plenamente probadas en Bolonia, en 1962, en el Primer Campeonato de Europa júnior para el que había sido seleccionado por Díaz Miguel. También había lucido esas aptitudes en la Universiada de 1965 y en los tres años en que participó en la FISEC. Y, sin embargo, le fue vedado a Albanell el honor de figurar en la selección nacional absoluta.
—Creo, honestamente, que de 1965 a1968 yo tenía un puesto en el equipo nacional. Mi fuerte fue siempre la defensa. Díaz Miguel me puso el veto, tal vez presionado por alguien, no acierto a saber quién. Alguna vez he pensado si sería alguna persona interesada en evitar que un ascenso al equipo nacional pudiese causar extorsión en mis estudios
A Italia en yate
De sus años de figura del Picadero, Albanell pudo hacer acopio de un sin fin de anécdotas y de no pocas aventuras un tanto insólitas.
—El club lo fundó y presidio durante muchos años el inolvidable Joaquín Rodríguez el “presi” para todos nosotros. Era hombre con iniciativas, dispuesto siempre a lanzarlas sin pensar en riesgos económicos. Las giras turístico-deportivas de cada año eran esperadas por todos nosotros con verdadera ilusión. Recuerdo, por ejemplo, la que realizamos en yate por Italia. En ésta, por cierto, vino como refuerzo ‘Nino” Buscató. La presencia de un equipo español que se desplazaba en un lujoso yate causó en Italia un profundo impacto y allí llegó a presentársenos como el club más rico de Europa.
Los hechos, sin embargo, demostrarían, con el tiempo, que los italianos habían sido deslumbrados por un espejismo.
-En 1973 todo se había venido abajo. Los problemas económicos que aquejaron al “presi” tuvieron, como era obligado en un club sin otro respaldo económico que el de su presidente, su reflejo en el Picadero. Impulsado por mi ilusión por seguir jugando, fiché aquel mismo año por el Mataró. Pero sufrí una fractura del tendón rotuliano — recuerdo, claro, que fue el 16 de diciembre- y, después de un proceso de recuperación acelerado por mis ansias de volver al equipo se reprodujo la lesión y decidí retirarme. Tenía entonces 31 años y mi puesto de médico del F.C. Barcelona, con título de medicina deportiva, me estaba ya aconsejando dejar la práctica activa del basket.
Su consejo
Miguel Albanell es de los que, previsores, supieron coordinar deporte y estudios.
-El basket es una magnífica y necesaria válvula de escape. Pero yo aconsejaría a los que todavía están a tiempo de seguir mi consejo que no dejen el trabajo o los estudios.
Un consejo válido por venir de quien viene.
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