DINASTIAS DEL BASKET (16). Una serie de Manuel ESPIN
LOS SANTILLANA: GENIS EL HEREDERO
Y tres promesas más: Bárbara, Davinia y Maragda
Si las predicciones de los médicos especialistas se confirman, y hay razones de peso y “altura” para esperar que así sea, dentro de cuatro o cinco años contará el basket español con otro pívot de estatura no inferior a los 2,05. ¿Su nombre? Genís. ¿Su apellido? Santillana. El futuro pívot no es otro que el primogénito del ex internacional y casi legendario Luis Miguel, creador, con su esposa Montse Cros, de una dinastía que lleva trazas de establecer un récord en número de integrantes. Hasta el momento son cuatro las visitas que la cigüeña hizo al hogar de los Santillana: el citado Genís, el 31 de mayo de 1975; Bárbara, el 8 de abril de 1977; Davinia, el 14 de diciembre de 1979 y Maragda, el 4 de octubre de 1981.
Cuatro descendientes, cuatro, que, siguiendo las huellas paternas, pisan ya canchas de basket y dejan entrever una posibilidades ciertas de ser dignos del apellidos que llevan y que tanto les obliga. Luis Miguel, nuestro ilustre veterano, toda vía joven gloria del basket español, puede contemplar el futuro con ilusión no inferior, diríamos incluso que superior, a la que le animaba en los no muy lejanos tiempos de su juventud, allá por los comienzos de la década de los 60, cuando, como infantil del Laietà —rebautizado entonces, a la fuerza ahorcan, con el nombre de Layetano—daba los primeros pasos de una carrera literalmente deslumbrante.
— Fueron casi veinte años — recuerda Luis Miguel— que iban a marcar profundamente mi vida. De ellos, quince en el Joventut, de los que guardo imborrables recuerdos, con la nota final, eso, eso sí de no haber podido salir del club por la puerta grande, como siempre deseé. Mi desafortunada salida del club se produjo con la llegada a la “Penya” del entrenador Manel Comas, del presidente Santiago March y de Manel Barceló, un barbero en funciones de técnico. Tuve pronto pruebas de que yo no era santo de su devoción. Eso, y la evidencia de que querían darle otro aire al club, me hicieron verla conveniencia de marcharme. Mi situación personal, al margen del basket, me permitía por otra parte, no aceptar la nueva estructura que pensaba adoptar el trío de recién llegados.
Un brillante homenaje puso un digno colofón a la carrera de Luis Miguel Santillana como jugador de la “Penya”: internacional en 159 ocasiones, de 1971 a 1980; cuatro veces solicitado para la selección europea, lo que indica la alta cotización que el pívot badalonés mereció en el ámbito internacional. Pero pronto se vio que con su a todas luces prematura baja del Joventut, Santillana no se había retirado definitivamente del basket activo. No habría de transcurrir mucho tiempo, unos meses tan solo, para que una nueva etapa se abriese ante él.
-Antonio Serra me propuso incorporarme al Barça y no dudé lo más mínimo en aceptar su ofrecimiento, interesante tanto en el orden deportivo como en el económico. Pero nada más que nada acepté por puro orgullo personal, para demostrar que seguía teniendo un puesto en un equipo puntero.
En este punto de la conversación era obligado recordar su famoso “palmeig” en el último segundo del partido.
—Fue en 1982, en una semifinal de Liga contra el Madrid, en el Palau. Con aquel “palmeig’ del que tanto se habló y escribió, fue posible celebrar el desempate en Oviedo, en donde, venciendo nuevamente al Madrid, ganamos la Liga.
Santillana ponía así, con su decisiva participación en el logro del título, un brillante broche a sus dos años como azulgrana. Siempre creímos que la parte que le correspondió como artífice del éxito blaugrana le aseguraba a Santillana a permanencia en el equipo una tercera temporada. Pero en el Barça, técnico y directivos fueron de los pocos que se olvidaron del providencial y famoso “palmeig...”.
Desde su definitiva retirada como jugador, Santillana ha seguido sintiéndose estrechamente vinculado a su deporte. Hoy más que nunca, por razones obvias. Su primogénito Genís es, sin duda, el principal depositario de sus mayores ilusiones. De él nos cuenta que lleva tres años en el La Salle Bonanova, dos como alevín después de uno como preinfantil con pelota pequeña y aro grande. “Este año ingresará en el Barcelona como infantil, con la ventaja de jugar en pista cubierta. A sus trece años, creo que tiene un buen futuro en el basket. Unas pruebas médicas hacen augurar un crecimiento de hasta 2,05. Sus características naturales son las de alero. Tiene buena técnica individual, que revela la buena mano de sus entrenadores Alberto Rouco y Ricardo Tello. Por supuesto, seguirá estudiando en La Salle, donde cursará 8.° de EGB.
Con vistas al futuro, un futuro próximo, de la naciente carrera deportiva de Genís, “papá” Santillana tiene sus planes trazados.
—Estados Unidos es, ha de ser, el gran objetivo a cubrir por aquellos jóvenes que quieran alcanzar ese alto nivel del basket americano. El futuro, convengámoslo, está en Estados Unidos. Y esto empiezan a comprenderlo muchos; Luyk tiene allí a su hijo Sergio, de 17 años; Brabender, por su parte, ha hecho lo propio con David, de 14 años, y Martínez Arroyo, con su hijo mayor, Pablo, de 17 años. Mi idea es hacer los mismo con Genís.
Los comienzos de las tres niñas son, salvando las obligadas distancias de sexo y edad, no menos prometedoras.
—Bárbara juega en alevines en el La Salle, después de haber pasado dos años en benjamines. Tiene como entrenadores a Pepe Navarro y María José Pedragosa. Tiene mucha afición y, de momento, denotas ya la ventaja de haber empezado desde muy pequeña. Muy aplicada, además, en estudios, con 6.º de E.G.B. A Davinia, que la entrena Asun Belén, se la advierten también notables progresos. Lleva tres años con los minis y cursa 4.º de E.G.B. Y Maragda, la “més petita” empieza a practicar con los “mini” en el La Salle, como todas, y ha hecho 1.º de E.G.B. También, muy aplicada y con una gran afición. Confío—apuntó, sonriente— que mi apellido suene asimismo en el basket femenino.
Como es obvio en el hogar de los Santillana el tema del basket es poco menos que obligado. Mucho más ahora, con la diversidad de facetas del “cap de família“: comentarista de la “tele” como refuerzo de las retransmisiones; organizador del Campus Alfa-5 Santillana, que reunió a cien alumnos entre 8 y 15 años, con lecciones prácticas del propio Santillana y de Villacampa y Josep María Margall. Un título que le falta a Santillana: el de entrenador.
— Tengo la idea de sacarlo. Los internacionales lo podemos obtener en un solo curso. Creo que me puede resultar de interés, aunque no sea más que como respaldo a mi actividad como técnico comentarista de televisión.
Y para aceptar, pensamos nosotros, alguna de las muchas proposiciones que le llegarían para ocupar el cargo de entrenador…
Pie de foto: Los Santillana. Delante, de izquierda derecha, Maragda, Davinia y Bárbara. Detrás, Genís y Josep Miquel. (Foto: Gemma G.F.)
Ver texto y foto en la hemeroteca del Mundo Deportivo.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 3/pdf.html