por Genjuro »
01 Ene 2023, 12:19
458. Dúo (Meritxell Colell, 2022) - 6
Como Suro, éste es otro film sobre la crisis de una pareja que empieza además de manera un tanto similar, con los protagonistas bailando, una compenetración que pronto se revela parte de una pequeña representación (teatral) que incluye además el reflejo de la propia crisis de esa pareja. Y como en Suro, el espacio rural es también protagonista, generador de una claustrofobia de pareja, aunque en esta ocasión no se materializa en una casa, sino que los personajes viven en plan nómada, tratando de llevar sus funciones a pequeños pueblos de los Andes. El film tiene una cierta vena etnográfica en la cual los lugareños ofrecen un vivo contraste cultural y costumbrista con los protagonistas. Es una obra muy poco psicológica, no abunda en los conflictos de pareja, no pretende explicar su problemática, sino que prefiere embarcarse en una experiencia sensorial, y para ello reduce al mínimo la distancia entre la cámara y los personajes, elimina la profundidad de campo y establece una coreografía íntima con sus cuerpos y rostros.
459. Ivan (Aleksandr Dovzhenko, 1932) - 5,5
Film propagandístico soviético sobre varios personajes que trabajan en la construcción de una presa. Entre su confusa narración que además peca de homonimia, podemos atender a un conflicto paternofilial, entre lo viejo y lo nuevo, entre un padre pillo que se escaquea todo lo posible y su hijo que quiere ser un trabajador modelo. Es de reseñar que está producida en el mismo año que tuvo lugar el Holomodor, y resulta un poco ofensivo que se hable de trabajadores sobrantes del campo. Pero también me cabe duda de si Dovzhenko no estaría saboteando el mensaje de la película, porque se trata de una obra muy estática, muy declamada, donde es muy difícil acercarse y empatizar con los personajes, especialmente los que teóricamente son más positivos, y que sólo muestra acción visual cuando refleja el propio acto de trabajar, cuando las fuerzas del progreso están en plena acción. Pero en todo caso el film atesora imágenes seductoras, en particular ese comienzo que se enseñorea con las tranquilas aguas del Volga en composiciones donde el horizonte busca los bordes superiores e inferiores de la imagen.
460. Giwaku (Yoshitaro Nomura, 1982) - 6
Film judicial sobre una joven y descarada esposa, antigua chica de alterne con antecedentes penales, a quien todos creen culpable de haber matado a su marido lanzando el coche en el que viajaban ambos al agua. Es un personaje propicio para el arquetipo del falso culpable, pero que el film busca hacer negativo a ojos del espectador durante la mayor parte del metraje. De hecho, todo el tramo final me deja una inquietante sensación, como si la película nos invitase a lamentar en alguna medida que no condenen a esta mujer, como si no se hubiera hecho del todo justicia. Pero tampoco tengo claro que no sea un comentario sobre la sociedad japonesa, su machismo y el clasismo que se manifiesta desde el primer momento en las relaciones entre la joven y su familia política. Porque también me descoloca un poco la subtrama de su abogada, mujer separada y que visita mensualmente a su hija, cuya custodia tiene el padre. La nueva esposa del ex-marido le pide que deje de ver a su hija, porque quiere criarla como hija propia ya que es estéril, y del gesto de la abogada podríamos llegar a deducir que acepta, todo lo cual me resulta bastante increíble visto hoy en día (y desde España), y tampoco tengo claro que sea una crítica al machismo de la sociedad japonesa que quiere castigar a la mujer emancipada en lugar de una defensa del rol familiar de la mujer. En todo caso Nomura lleva la narración con oficio y consigue mantener el interés durante todo el metraje.
461. Everything Everywhere All at Once (Dan Kwan & Daniel Scheinert, 2022)- 3,5
Desde un sustrato argumental casi borgiano en el que coexistirían multitud de universos paralelos donde tienen lugar todas las posibilidades de uno mismo, este film nos lleva a través de la odisea, en una jornada muy loca, de una madura esposa que no es capaz de comunicarse apropiadamente con su hija y aceptar que es lesbiana, y cuyo paciente marido, con quien regenta una lavandería que está siendo inspeccionada por Hacienda, está a punto de pedirle el divorcio. La posibilidad de saltar de un universo a otro y de tomar prestadas las habilidades de otras versiones de uno mismo han creado una fuerza maligna que la protagonista es llamada a combatir, como un Neo en Matrix, film al que se cita/homenajea al igual que otros como Ratatouille, In the Mood for Love o 2001: a Space Odyssey. Desde un planteamiento cómico que vira al drama emotivo en momentos determinados, el film se abona al pastiche y propone un mareante ejercicio de montaje cuyo resultado me parece un tanto efectista y bastante feo las más de las veces. Y eso además del tufillo de autoayuda que desprende. Una pena porque el inicio de la película me parecía interesante.
462. L'honneur d'un capitain (Pierre Schoendoerffer, 1982) - 6
Otro film bélico del especialista francés en el género (recordemos, veterano de la Guerra de Indochina), que pone su foco en la Guerra de Argelia con la delicada tarea de defender el honor del ejército francés a través del personaje de un capitán muerto en combate y tachado de criminal y asesino en una tertulia televisiva, de manera que por el camino flirtea con justificar el colonialismo. El problema de este film respecto a, por ejemplo, Diên Biên Phú, es su carácter de film judicial donde los personajes caracterizados negativamente son el supuesto difamador y muy en particular su abogado (que cumple un rol de fiscal acusando al capitán). El proceso desgrana los escasos días en que el capitán estuvo al frente de una compañía mediante diferentes testigos (un poco como Sargeant Rutledge). Dejando de lado los problemas mencionados, la película está bastante bien, abunda en ese gusto de Schoendoerffer retratar a sus criaturas como gente que hace su oficio en unas condiciones extremas, y quizás por ello mismo su narración siempre es sobria, siempre busca un cierto grado de esencialidad.
463. Was wäre, wenn...? (Gerhard Klingenberg, 1960) - 6
En un pueblo de la RDA cercano a la frontera con la RFA cunde la creencia de que podrían cambiar de país por el intercambio de territorio entre ambas naciones, especialmente cuando se extienden el rumor de que el conde local está preparando su regreso inminente. Todo esto en medio de conflictos y rivalidades entre aquellos que se han sumado a la colectivización y los que siguen fuera, retratados por supuesto como reaccionarios obsesionados con el clasismo y el materialismo. Hay también otro clásico conflicto que se suele dar en este tipo de films del bloque socialista, el que tiene lugar entre las generaciones mayores, más conservadoras, y las más jóvenes, más dispuestas a abrazar el régimen, aunque sólo sea porque conviene a sus intereses amorosos, que en el caso de las dos parejas que presenta la película, no coinciden con el destino matrimonial que sus padres tienen pensado para ellos. El film se presenta así como una comedia bastante ligera a pesar de la carga ideológica, que se mueve ágilmente (a menudo con efectivos match-cuts para enlazar escenas) entre la coralidad del pequeño pueblo donde transcurre, lleno de caracteres singulares, todo ello con simpático resultado.
464. A Vida São Dois Dias (Leonardo Mouramateus, 2022) - 6
El placer por el juego narrativo que demostrara Mouramateus en su opera prima António um dois três, sigue muy vivo en su segundo largo, que abunda en su gusto por los planteamientos especulares a través de los avatares de dos hermanos gemelos de carácter diferente, distanciados más allá de vivir en lados opuestos del Atlántico lusoparlante, y cuya (relativa) conexión se produce en el universo de la ficción, a través del relato que escribe uno de ellos y le envía al otro. El film explora así la dimensión metanarrativa en sus imágenes, cuya ligereza y sentido del humor abundan en esa vertiente explícita de la ficción cuyas diferentes capas transita la narración.
465. Cette maison (Myriam Charles, 2022) - 6
Debut en el largo de la cineasta canadiense Miryam Charles, aborda la muerte real y violenta de su propia prima, una adolescente asesinada en su casa de Connecticut en 2008. Es la herida por la que supura todo el metraje de una obra que, a pesar de su título, parece tan fuera de un espacio concreto como de tiempo. De hecho, entiendo que "esta casa" podría tener un matiz negativo respecto al lugar físico, pero en positivo representaría la ligadura maternofilial que funciona como verdadero anclaje de los personajes, y que el dispositivo del film hace perpetuar más allá de la muerte, haciendo de la obcisa una suerte de narradora de ultratumba que además se muestra en escena siempre con la edad de una joven adulta a la que nunca pudo llegar. Se abre así a una cualidad fantasmagórica también alimentada por el sentimiento de no pertenencia propio de la emigración (como de la cuestión racial latente en todo momento), por el deseo que destilan los personajes de estar en otro sitio, por el viaje mental que emprende la película en sus hermosos interludios paisajísticos en 16mm a su tierra de origen, un Haití contenedor de tantos recuerdos, idealizado como paraíso irremediablemente perdido. El contraste lo ofrecen esos escenarios visiblemente teatrales por los que transitan los personajes, seguramente la manifestación visual del su desenraizamiento, con una puesta en escena que tiene mucho de performativo y explícitamente representacional. Es una opera prima que hace virtud de sus limitaciones presupuestarias, con una audaz narrativa aunque a veces peque de un cierto grado de confusión, y que no descuida (ni tampoco explota sentimentalmente) las intensas emociones de sus personajes.
466. Top Gun: Maverick (Joseph Kosinski, 2022) - 5,5
Más que solvente secuela de una de las más icónicas películas de los años ochenta. Las toneladas de comedia involuntaria de aquella dan paso a una obra que quiere ser tan espectacular pero también más madura, en la línea de un Cruise más veterano. De hecho, el paso del tiempo, las cuentas con el pasado, lo nuevo y lo viejo, son cuestiones cruciales en la película. También es verdad que muchas de las decisiones de guión son un tanto facilonas, casi más de remake que de secuela (un poco en la línea de la séptima entrega de Star Wars), servidumbres de un título comercial, y no escasean las fantasmadas (la mayor de las cuales nos deja la posibilidad de que casi toda la película sea una ensoñación de una persona a punto de morir, lo cual tendría bastante sentido). Merece la pena destacar la escena-cameo con Val Kilmer, resuelta con encomiable sobriedad en un título así, pero no es la tónica general de la película, que no puede dejar de recurrir a la espectacularidad, eso sí, utilizada con mejor sentido que en la mayoría de superproducciones (que haya visto, que en tiempos recientes no son muchas).
467. Le rouge est mis (Gilles Grangier, 1957) - 5,5
Otro de varios títulos realizados al calor del éxito de Touchez pas au grisbi, con el mismo Jean Gabin como protagonista, otro ladrón con su ética personal aunque sin muchos miramientos por las vidas ajenas más allá de su familia. Lino Ventura ejerce de sanguinario acompañante, un contrapunto que puede hacer destacar la distinción de Gabin, pero en el fondo denota su condición en buena medida violenta e implacable. A su interesante retrato de caracteres se contraponen unas escenas de acción bastante rutinarias, cuando no descuidadas. En general es un título bastante solvente aunque muy poco memorable.
468. As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022) - 5,5
Sorogoyen ya sienta el tono de amenaza y violencia que preside este film, sobretodo en su primera mitad, desde la secuencia de apertura en una tasca de aldea, donde uno de los lugareños conversa con otro parroquiano con un tono que debiera parecer afable pero tiene todo de intimidante, mientras la cámara se mueve entre los personajes en planos cerrados y escasamente iluminados. El intimidador y su hermano son personajes de cine de terror para el matrimonio francés que vive justo al lado de ellos, ya que los recién llegados no aceptan vender su propiedad a una eólica como sí están dispuestos la mayoría de los vecinos. Realmente me satura mucho esa dinámica de intimidación/víctima, que parece ser lo que más le interesa a Sorogoyen. Creo que el film desaprovecha un poco el conflicto que tiene la pareja respecto a seguir en un lugar tan hostil o marcharse, porque se hace difícil percibir el placer que les produce el proyecto de vida que han emprendido. El último tramo de la película me parece más interesante, permite respirar más al espectador y atender a los conflictos internos de los personajes. En cualquier caso, me parece un avance a nivel de puesta en escena respecto al otro film suyo que había visto, Que Dios nos perdone, con un mayor control y aplomo en el manejo de la cámara.
469. Happer's Comet (Tyler Taormina, 2022) - 6,5
El debut de Taormina, Ham on Rye, ya nos había llevado por caminos excéntricos en el retrato juvenil de transición a la edad adulta, donde los colores brillantes y pastel se trasmutaban en un mundo más oscuro, lacónico e incomunicado, de manera que Happer's Comet parece una casi continuación, un enrocamiento a través de una obra totalmente nocturna y sin diálogo alguno. Como en aquella, se trata también de un relato coral de caracteres con aún menos entidad, ya que sus imágenes nos ofrecen más bien sombras que se mueven en la noche, una especie de coreografía sonámbula en la que los personajes se reúnen para realizar a su manera también un ritual amoroso, quizás recurrente o quizás largamente añorado, pero siempre como elementos clandestinos que nos hacen evocar el confinamiento pandémico. La profusión de pantallas, sean televisores, móviles o monitores, incluso la música, como acompañantes de las solitarias criaturas que pueblan las imágenes nos hace pensar en un mundo paradójicamente incomunicado, alienado sin duda, que la reclusión provocada por el COVID sólo ha potenciado. Y en este contexto, parecen ser los jóvenes, al calor de sus pulsiones sexuales, quienes muestran la voluntad de transgredir la situación, de alcanzar una conexión física que es negada durante la mayor parte del metraje, aunque las palabras sigan brillando por su ausencia, una consecuencia del efecto clandestino o quizás la constatación del trauma del aislamiento. Es en todo caso una obra ciertamente extrañada y misteriosa, que se resiste a explicarse, que podría resultar frustrante en alguna medida pero que siempre brinda una disfrutable belleza. Taormina se enseñorea en la serenidad nocturna, que ofrece un silencioso tapiz a la sutilidad de los sonidos y un manto de oscuridad a los reflejos lumínicos. El mundo pandémico emergería así como una evocación noctámbula propia de las horas de sueño.
470. Danubio (Agustina Pérez Rial, 2021) - 5,5
El festival internacional de Mar del Plata es el marco espacial y 1968 es el principal marco temporal en el que se desarrolla este documental que nos habla de una Argentina controlada por la dictadura, un estado policial donde el ejercicio de la política está fuertemente coartado, donde el mundo cinematográfico puede ser a la vez víctima, espacio donde buscar libertad y agente político de muy diferente índole. Sus imágenes de archivo parecen llevarnos hacia un thriller político, aunque quizás el empeño no termina de cuajar del todo.
471. Arnold Is a Model Student (Sorayos Prapayan, 2022) - 6
Un cómic reivindicativo creado por un grupo de estudiantes sirvió a Sorayos Prapayan de inspiración para realizar este film, una sátira del sistema educativo tailandés que inevitablemente reverbera en la deriva autoritaria que viene sufriendo el país en los últimos años. En un centro de élite, y alrededor del mismo, asistimos a todo tipo de corruptelas, trampas, abusos de autoridad o a la simple incompetencia, creando un perverso sistema de incentivos, como un vivero que alimentará las elites corruptas que dirigen el país. Y el elemento estrella es ese estudiante modelo que da título al film, brillante a nivel a académico, con experiencia en el extranjero a través de un programa de intercambio, pero poco modélico en su comportamiento que el director del centro está dispuesto a obviar con tal de explotar su figura para beneficio del centro (y suyo), mientras otros compañeros llegan incluso a recibir castigos físicos, el detonante de las reivindicaciones estudiantiles. Se trata de una obra con muy poca implicación psicóloga, que más bien crea una serie de viñetas que tienden a cierta individualidad y a las que Prapayan insufla un sutil pero corrosivo sentido del humor, dentro de un discurso reivindicativo muy nítido, quizás hasta demasiado evidente.
472. La nuit du 12 (Dominik Moll, 2022) - 6
Un sobrio polar inscrito en esta moderna tendencia de tratar casos no resueltos (no es spoiler, ya nos lo advierten los rótulos iniciales), con algunos arquetipos del género, como el policía que atraviesa problemas personales o el que se obsesiona con el caso en cuestión, el de una joven a quien asesinan prendiéndole fuego viva. La promiscuidad de esta chica, su tendencia a relacionarse con hombres de dudosa catadura moral termina llevando al film a observar una interesante perspectiva de género, muy poco habitual en el polar. El film luce desespectacularizado, siempre más preocupado de la interacción entre los personajes, de sus diálogos, que de cualquier otra cosa, y resulta en una obra bastante sobria y solvente.
473. Love Dog (Bianca Lucas, 2022) - 5,5
Como en Happer's Comet, la pandemia de COVID es también el contexto en el que se sitúa Love Dog, otra cinta de escenarios estadounidenses que igualmente nos habla del aislamiento, la alienación y, más en particular, de la depresión. Enmarcado en un paisaje social y físico perfectamente coherente con el discurso del film, la directora Bianca Lucas (de nacimiento y formación europea) se centra en este caso en un único personaje, traumatizado por el suicidio de su pareja, apostando así por una dimensión psicológica poco presente en la mayor parte de la selección del festival. Nos encontramos por tanto ante un náufrago vital, a quien alguien ha prestado una casa más o menos aislada (o quizás oficia de vigilante de la misma) donde se sumerge en la soledad y la angustia existencial, siempre que no deambula con su vehículo y sin objetivo aparente por el desolador paisaje de alguna localidad de Mississippi. Como vías de escape sólo encuentra el falso antídoto de las interacciones virtuales (de nuevo el mundo de las pantallas se propone como alienante, pero también como larvario de dudosas tendencias políticas) y los puntuales encuentros con otros personajes en los que se atisba quizás la posibilidad de aferrarse a una tabla salvavidas a base de calor humano. Love Dog viene a ser el concepto que plantea uno de esos personajes, la necesidad e importancia de postularse como un ser que da amor al prójimo, pero el título también encuentra eco, claro está, en el perro que le regalan al protagonista. Muy significativamente, sólo llega a aceptarlo, a implicarse emocionalmente, cuando el animal ha perdido una pata, como una forma de igualdad, por fin dos seres impedidos. Los flashes mentales en los que el protagonista evoca la imagen de la mujer perdida, así como su propio estado emocional, esa sensación de dolor, vacío y ausencia de propósito, me hicieron pensar en The Brown Bunny. Evidentemente es una propuesta diferente, sin la depuración ni la progresión trascendental (por utilizar la terminología de Schrader) del film de Gallo, pero no exenta de interés en su construcción visual de un estado depresivo.
474. Nomotopowell (Brent Chesanek, 2022) - 6,5
Brent Chesanek aplica la llamada teoría del paisaje a esta caleidoscópica narración que nos devuelve a los tiempos colonizadores y esclavistas mientras el registro visual se mantiene en presente en los mismos escenarios que acogerían el pasado evocado. El personaje clave y sobre el que pivota la dualidad de la narración es Billy Powell, un hombre del siglo XIX descendiente tanto de europeos como de indígenas, acusado de atentar contra la vida de un representante del gobierno y ajusticiado por ello. El film realiza un ejercicio de malabarismo tomando inicialmente el punto de vista colonizador para, en medio del metraje, virar explícita y materialmente (con un plano de atractivo muy discutible en el cual un cuadrado se desgaja de la imagen para girar mientras ésta hace lo propio) hacia el punto de vista de los indígenas y esclavos, de manera que Powell pasa a ser Osceola, que es su nombre semínola, ahora ya no un asesino, no un delincuente o un subversivo, sino un luchador por su pueblo y por su propia libertad. Este manejo del punto de vista en un film construido en su parte verbal exclusivamente a partir de textos preexistentes me parece muy logrado y significante. Al mismo tiempo, sus primorosas y contemplativas imágenes nos adentran por hermosos escenarios, unos paisajes cuya belleza choca con el relato de violencia colonial que derivó en las Guerras Semínolas, pero que también reflejan en sordina los ecos del mundo moderno que se ha construido sobre aquel ominoso pasado.
475. Blue Black Permanent (Margaret Tait, 1992) - 7,5
El único largometraje de la célebre directora y poetisa se adentra en los pliegues de la memoria de una mujer, todavía angustiada por la enigmática muerte de su madre tres décadas atrás, cuando ella todavía una niña. Es un personaje el de la madre un tanto romántico, una mujer con una pulsión creativa (escribe poemas) y telúrica, asociada a los elementos naturales, al agua principalmente, pero al mismo tiempo con una vertiente muy prosaica como ama de casa. Es una tensión que su hija reconfigura en alguna medida en presente entregada a su profesión como fotógrafa mientras añora no tener su propia familia, sus propios hijos. Evidentemente hay una problemática de género muy acentuada en la generación anterior, un desprecio por esa faceta creativa de la madre que impidió que se conservasen sus cuadernos de poemas a su fallecimiento. Era una mujer nacida en un pueblo pesquero y que se trasladó a la ciudad al casarse, y esa añoranza por la vida más agreste, más salvaje, más apegada a los elementos, resulta fácilmente perceptible, y encuentra su metáfora en ese instante el personaje encuentra una flor única, de la que dice sólo crece en lo alto de esos acantilados y que si se intenta trasplantar se muere indefectiblemente. La estructura narrativa es muy interesante, con los continuados saltos entre ambos tiempos, que incluso llegan a proyectarse a un pasado todavía más anterior en el cual la madre pasa a ejercer de narradora para rememorar un episodio de su propia niñez, creando así un juego de espejos, una cadena de relativas repeticiones que la mujer en presente quizás pueda haber roto, aunque se quede de alguna forma varada en la memoria, o en un tiempo-espacio que se acaba haciendo con la película, como si adquiriera su propia entidad. Por lo muy poco que conocía el trabajo de Tait, no sorprende el cuidado fotográfico, en la iluminación, los colores, las composiciones, también en el montaje, en el uso de exquisitos planos detalle, en la cualidad discretamente pictórica de muchos paisajes, también de algunos interiores, sobre todo del pasado, pero sin ensimismarse con la estética, siempre en consonancia con los personajes y la historia.
476. Niekochana (Janusz Nasfeter, 1966) - 6
Una mujer llega de noche a una casa en busca de su pareja. Su actitud un tanto histérica parece producto de alguna circunstancia que no se nos cuenta de mano, pero el subsiguiente flashback nos viene a aclarar que se trata prácticamente de su estado normal. Su relación amorosa con un artista es un tira y afloja, una relación agobiante de pasión e inseguridades que explota cada poco tiempo con las desapariciones de él, y todo ello en vísperas de la invasión alemana en Polonia. Es un film atractivo a nivel visual, pero reiterativo y poco estimulante a nivel argumental, quizás como si quisiera resaltar la futilidad de aquello que a menudo nos preocupa diariamente mientras no prestamos la suficiente atención a lo más trascendental. Por otra parte, leo en la sinopsis que el personaje de ella es judío, algo de lo que no había sido consciente viendo la película, y que quizás pueda explicar ese comportamiento tan inseguro y obsesivo precisamente enmarcado en aquella época.
477. Teito monigatari (Akio Jissoji, 1988) - 5
El prestigioso Jissoji, celebrado autor de films un tanto manieristas durante los años setenta, se descuelga aquí con una fantasía bastante de su tiempo, tomando la ciudad de Tokio como protagonista, objeto de amenaza destructiva por parte de fuerzas malignas. Así, el devastador terremoto que tuvo lugar en 1922 (y la destrucción que provocará la Guerra del Pacifico) sirve de material fabulador para una lucha que tiene lugar a lo largo de los años y que tiene a espíritus ancestrales e iniciados en artes ocultas como principales protagonista. Tiene un aire bastante ochentero y los elementos más fantásticos no me parecen demasiado interesantes, pero en sus segmentos más íntimos e incluso en las reconstrucciones de época más vistosas se mueve con solvencia.
478. Le Champignon des Carpathes (Jean-Claude Biette, 1990) - 7
El mundo del teatro vuelve a ser elemento fundamental en este film ambientado en una Europa post-Chernóbil donde una serie de personajes interconectados (la coralidad es habitual en Biette) orbitan alrededor de una modesta compañía shakesperiana que intenta poner en escena Hamlet y de una mujer que ha recogido una variedad de champiñón (de los Cárpatos) que tendría fantásticas propiedades curativas. Hay una tensión dramática entre lo material y lo espiritual, o quizás lo cultural, que también alcanza a cierta definición de personajes, algunos de ellos casi fantasmagóricos (el director de la compañía, de quien se dice en un momento dado que está muerto, o la actriz que debería interpretar a Ofelia, ingresada en el hospital por la radiación). Me gusta la cadencia del film, su misterio, su vago sentido lúdico y su puesta en escena. Especialmente en aquellas escenas de pura acción física, me llaman la atención las decisiones de montaje, donde empieza y se corta el plano, y cómo queda compuesto, lo que alimenta esa sensación misteriosa y placentera que desprende la película.
479. La bestia debe morir (Román Viñoly Barreto, 1952) - 6,5
El comienzo de este título criminal no es demasiado esperanzador, con la muerte de un personaje despreciable que da paso a lo que parece va a ser una whodounit para elucubrar sobre el culpable de entre quienes se encontraban en su casa, casi todos ellos con motivos sobrados para asesinarle. Afortunadamente, el film toma otros derroteros, con un clásico flashback en el cual uno de esos personajes, escritor, rememora el camino que le ha llevado hasta allí, su ánimo de venganza después de que el ya occiso atropellase a su hijo y no se detuviera a socorrerle. De esa manera, la película se aleja del juego maquinal y explora atmósferas más interesantes, que reproducen la oscuridad en el ánimo de su protagonista. El trabajo fotográfico es notable por momentos, como las escenas en exterior de la noche fatídica, como el uso de las angulaciones. Por otro lado, es una obra un poco irregular, de una expresividad un tanto pasada de rosca, con personajes volcánicos sin muchos matices.
480. Brother in Every Inch (Alexander Zolotukhin, 2022) - 5,5
El reverso de Top Gun tenía que venir de Rusia, claro, en un film desespectacularizado (aunque también tengamos escenas aéreas) sobre una pareja de gemelos que tratan de convertirse en pilotos en una escuela de aviación. Son unos alumnos bastante negados, con habilidades complementarias entre ellos pero con graves carencias individuales (esto sería más bien un Bottom Gun, de hecho). Y por otro lado, uno de ellos tiene una enorme dependencia del otro, que viene a ser el principal foco de atención de la película, la dinámica física y psicológica de ese vínculo tan poderoso. La película está rodada con planos que a menudo son muy cerrados sobre los personajes, en un estilo intimista, como si buscara una mirada impresionista y subjetiva, sin demasiadas referencias, ni siquiera temporales, ya que hasta el mismo final en el que aparece un teléfono móvil pareciera que estuviera ambientada varias décadas atrás. De todas maneras, no me convenció demasiado ese estilo visual, demasiado caótico, por ejemplo con cambios de eje, que entiendo responden a una necesidad de transmitir la incomodidad de unos personajes en tensión ya que el lugar donde se encuentran sólo les puede llevar a la separación a largo plazo (y no sé si se tratará de una veladísima metáfora de las tensiones rusas con los países colindantes, Ucrania principalmente).
481. Sicilia! (Danièle Huillet & Jean-Marie Straub, 1999) - 6,5
Siempre me ha costado disfrutar a fondo el estilo straubiano, y este film no es una excepción aunque sí que resulte más agradecido que otras obras suyas. Tomando una obra de Elio Vittorini como material argumental de partida, la película nos muestra el regreso de un hombre a su pueblo siciliano después de muchos años de ausencia en América. Su reencuentro con la tierra natal, con la gente y muy en particular con su madre, supone un shock, una revelación de una serie de cuestiones de las que no parecía consciente, relativas a la vida pasada, a la pobreza, a las relaciones de sus padres, como una manera de penetrar en una realidad escondida a la vista. Por supuesto tenemos el brutal naturalismo propio de los lugares auténticos, de los interpretes no profesionales y lugareños, tan característicos del cine de la pareja. Como también el estilo declamativo tan poco naturalista, bastante distanciador, y que pone un gran énfasis en la palabra. E igualmente un trabajo visual tan sencillo en apariencia, tan esencial como cuidado, aquí en blanco y negro, consiguiendo planos de notable belleza que parten más bien desde la desnudez estética.
482. A Woman's Vengeance (Zoltan Korda, 1948) - 6
Adaptación de un relato de Aldous Huxley que, al menos reflejado en pantalla, resulta bastante machista. De mano parecería que el malo de la función es el protagonista interpretado por Charles Boyer, siempre tan apropiado para personajes un tanto turbios, esposo mujeriego cuyo matrimonio con una mujer enferma se ha deteriorado, que flirtea con la mejor amiga de ésta, enamorada de él, y que al mismo tiempo mantiene una relación extramatrimonial con una chica muy joven. Cuando la esposa muere de un ataque, él acaba siendo acusado. Aunque siempre se puede interpretar que su comportamiento y los usos sociales son la causa subyacente de buena parte de la problemática que desarrolla el argumento, tampoco deja de ser cierto que las mujeres que se mueven a su alrededor tiene todas un cariz muy negativo, sea por amargadas, rencorosas, vengativas o sacrificadas, mientras un doctor ejerce de personaje lúcido. La película tiene buenos momentos, como el de la tormenta, buen ejemplo de su notable acabado visual, en buena medida gracias a la estupenda fotografía de Russell Metty que saca mucho partido de las sombras. Pero precisamente la construcción de personajes hace que se resienta un tanto el resultado final. En particular, no me termina de encajar la visita de la amiga de la fallecida a la prisión, donde muestra un espíritu vengativo que se contradice un tanto con su comportamiento en todas las escenas que hemos visto hasta entonces, como si fuera una morcilla, aunque en sí misma esté bastante lograda.
483. La blessure (Nicolas Klotz, 2004) - 7
Dentro de una obra preocupada por aquellos que quedan fuera del sistema, o que son víctimas del mismo, la inmigración ocupa un lugar privilegiado en la filmografía de Nicolas Klotz (y su pareja Élisabeth Perceval, que aquí firma el guión). En este film nos acerca al drama de unos inmigrantes congoleses detenidos a su llegada al aeropuerto Charles de Gaulle, un material muy peligroso a nivel dramático y emocional, pero resuelto con una admirable combinación de brutalidad y pudor para poder impactar al espectador sin explotar a los personajes. El film se vale de la oscuridad, del rigor de los encuadres, del fuera de campo y del relato oral (el método de narración para todo aquello que queda fuera de las fronteras francesas) para acercarnos la odisea de sus criaturas. Hay algo en su retrato, sobre todo en la segunda mitad del film, que las emparenta en alguna medida con el cine de Pedro Costa, esa condición de sombras en el sistema, de zombis en la marginalidad, quizás no de una dimensión tan épica como en el cine del portugués, pero igualmente de gran estatura humana.
Un saludo.