Pessoanas
La vida al margen del deporte (la hay)

_CnC-6_
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Re: Pessoanas

por _CnC-6_ » 10 Nov 2012, 21:05

Hay_sinla escribió:XL

Pasa ante mí una mariposa
y por primera vez en el universo me doy cuenta
de que las mariposas no tienen ni color ni movimiento,
así como las flores no tienen perfume ni color.
El color es que tienen color las alas de las mariposas,
en el movimiento de la mariposa es el movimiento el que se mueve,
el perfume es que tiene perfume el perfume de la flor.
La mariposa es sólo mariposa
y la flor sólo flor.

Caeiro?

Sensacional
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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 10 Nov 2012, 21:22

_CnC-6_ escribió:
Hay_sinla escribió:XL

Pasa ante mí una mariposa
y por primera vez en el universo me doy cuenta
de que las mariposas no tienen ni color ni movimiento,
así como las flores no tienen perfume ni color.
El color es que tienen color las alas de las mariposas,
en el movimiento de la mariposa es el movimiento el que se mueve,
el perfume es que tiene perfume el perfume de la flor.
La mariposa es sólo mariposa
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Caeiro?

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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 26 Dic 2012, 13:24

No Entardecer dos Dias de Verão
No entardecer dos dias de Verão, às vezes,
Ainda que não haja brisa nenhuma, parece
Que passa, um momento, uma leve brisa...
Mas as árvores permanecem imóveis
Em todas as folhas das suas folhas
E os nossos sentidos tiveram uma ilusão,
Tiveram a ilusão do que lhes agradaria...
Ah, os sentidos, os doentes que vêem e ouvem!
Fôssemos nós como devíamos ser
E não haveria em nós necessidade de ilusão ...
Bastar-nos-ia sentir com clareza e vida
E nem repararmos para que há sentidos ...
Mas graças a Deus que há imperfeição no Mundo
Porque a imperfeição é uma cousa,
E haver gente que erra é original,
E haver gente doente torna o Mundo engraçado.
Se não houvesse imperfeição, havia uma cousa a menos,
E deve haver muita cousa
Para termos muito que ver e ouvir ...

Alberto Caeiro, "O Guardador de Rebanhos - Poema XLI"
Última edición por Hay_sinla el 26 Dic 2012, 18:40, editado 1 vez en total.
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_CnC-6_
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Re: Pessoanas

por _CnC-6_ » 26 Dic 2012, 15:57

Hay_sinla escribió:(...)
Se não houvesse imperfeição, havia uma cousa a menos,
E deve haver muita cousa
Para termos muito que ver e ouvir ...

Yo creo que eso resume perfectamente a Caeiro.

Yo me lo imagino como un pequeño niño rubio, al estilo del (de El?) Principito, dulce pero crítico, soñador pero inquieto, infantilmente maduro... y demasiado (poco) humano.
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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 15 Jun 2013, 22:33

Passou a diligência pela estrada, e foi-se;

E a estrada não ficou mais bela, nem sequer mais feia.

Assim é a acção humana pelo mundo fora.

Nada tiramos e nada pomos; passamos e esquecemos;

E o Sol é sempre pontual todos os dias.
Ya va tomando el camino su arambol.
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Re: Pessoanas

por _CnC-6_ » 17 Jun 2013, 15:40

Hay_sinla escribió:Passou a diligência pela estrada, e foi-se;

E a estrada não ficou mais bela, nem sequer mais feia.

Assim é a acção humana pelo mundo fora.

Nada tiramos e nada pomos; passamos e esquecemos;

E o Sol é sempre pontual todos os dias.

Caeiro :amor:
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corretger
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Re: Pessoanas

por corretger » 18 Jun 2013, 01:49

Una obra homenaje pessoana es el año de la muerte de Ricardo Reis de Saramago.
Aparecen Ricardo Reis y Fernando Pessoa... mano a mano... esta muy bien el libro.
Y es que Saramago en El año de la muerte de Ricardo Reis hace posible lo imposible. Un par de días después de desembarcar de su viaje desde Brasil y alojarse en el Hotel Bragança, "lugar neutro, sin compromiso, de tránsito y vida en suspenso", Ricardo Reis visita la tumba de Pessoa, que acaba de fallecer. Poco después, es Pessoa quien le devuelve la visita en su hotel: Reis y Pessoa, el fantasma de Pessoa, se encuentran, es decir, Ricardo Reis sobrevive a su propio creador. Y se producirán otros encuentros ocasionales.

Ya en las tipicas citas de saramago antes de empezar el libro se encuentran las voces de 2 heterónimos y del propio Pessoa:
Sabio es el que se contenta con el espectáculo del mundo (Ricardo Reis)
Escoger modos de no actuar siempre fue la atención y el escrúpulo de mi vida (Bernardo Soares)
Si me dijeran que es absurdo hablar asi de alguien que nunca existió, le respondería que tampoco tengo pruebas de que Lisboa haya existido alguna vez, o lo que yo escribo, o cualquier cosa, sea lo que fuere (Pessoa)

Saramago recoge el guante, e incrusta algunas pessoanas de su cosecha en el libro.

"Es que la gente nunca se da cuenta de que quien acaba una cosa nunca es aquel que la empezó aunque ambos tengan nombre igual, que es sólo eso lo que se mantiene constante, nada más."

"La soledad no es vivir sólo, la soledad es no ser capaz de hacer compañía a alguien o a algo que está entre nosotros, la soledad no es un árbol en medio de una llanura dondo sólo está él, es la distancia entre la savia profunda y la corteza, entre la hoja y la raíz".

"Creo que todo hombre ama siempre a la mujer a quién está besando, aunque sea por desesperación".

Se puede usar además como guía de LiSboa, complementado con Historia del Cerco de Lisboa, tambien de Saramago. Esta bien ir a la cafeteria a brazileira y leer unas paginas, o ojear allí Sostiene pereira, de tabucci.

En sostiene pereira se da como clave lo de la confederación de yoes o almas de Pereira, con su cambio de yo hegemonico, como parte de la clave para la confederación de autores que poblaban el alma de Pessoa.

No quiere decir Pessoa persona? Y que es una persona sino una máscara?

También vi hace tiempo un mini-comic con todos los heterónimos de Pessoa.
Buen hilo, a ver si me paso de vez en cuando.

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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 19 Jun 2013, 14:59

corretger escribió:Una obra homenaje pessoana es el año de la muerte de Ricardo Reis de Saramago.
Aparecen Ricardo Reis y Fernando Pessoa... mano a mano... esta muy bien el libro.
Y es que Saramago en El año de la muerte de Ricardo Reis hace posible lo imposible. Un par de días después de desembarcar de su viaje desde Brasil y alojarse en el Hotel Bragança, "lugar neutro, sin compromiso, de tránsito y vida en suspenso", Ricardo Reis visita la tumba de Pessoa, que acaba de fallecer. Poco después, es Pessoa quien le devuelve la visita en su hotel: Reis y Pessoa, el fantasma de Pessoa, se encuentran, es decir, Ricardo Reis sobrevive a su propio creador. Y se producirán otros encuentros ocasionales.

Ya en las tipicas citas de saramago antes de empezar el libro se encuentran las voces de 2 heterónimos y del propio Pessoa:
Sabio es el que se contenta con el espectáculo del mundo (Ricardo Reis)
Escoger modos de no actuar siempre fue la atención y el escrúpulo de mi vida (Bernardo Soares)
Si me dijeran que es absurdo hablar asi de alguien que nunca existió, le respondería que tampoco tengo pruebas de que Lisboa haya existido alguna vez, o lo que yo escribo, o cualquier cosa, sea lo que fuere (Pessoa)

Saramago recoge el guante, e incrusta algunas pessoanas de su cosecha en el libro.

"Es que la gente nunca se da cuenta de que quien acaba una cosa nunca es aquel que la empezó aunque ambos tengan nombre igual, que es sólo eso lo que se mantiene constante, nada más."

"La soledad no es vivir sólo, la soledad es no ser capaz de hacer compañía a alguien o a algo que está entre nosotros, la soledad no es un árbol en medio de una llanura dondo sólo está él, es la distancia entre la savia profunda y la corteza, entre la hoja y la raíz".

"Creo que todo hombre ama siempre a la mujer a quién está besando, aunque sea por desesperación".

Se puede usar además como guía de LiSboa, complementado con Historia del Cerco de Lisboa, tambien de Saramago. Esta bien ir a la cafeteria a brazileira y leer unas paginas, o ojear allí Sostiene pereira, de tabucci.

En sostiene pereira se da como clave lo de la confederación de yoes o almas de Pereira, con su cambio de yo hegemonico, como parte de la clave para la confederación de autores que poblaban el alma de Pessoa.

No quiere decir Pessoa persona? Y que es una persona sino una máscara?

También vi hace tiempo un mini-comic con todos los heterónimos de Pessoa.
Buen hilo, a ver si me paso de vez en cuando.

¡Quiero ver ese cómic!
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 29 Sep 2013, 12:50

Antes o vôo da ave, que passa e não deixa rasto,
Que a passagem do animal, que fica lembrada no chão.
A ave passa e esquece, e assim deve ser.
O animal, onde já não está e por isso de nada serve,
Mostra que já esteve, o que não serve para nada.
A recordação é uma traição à Natureza,
Porque a Natureza de ontem não é Natureza.
O que foi não é nada, e lembrar é não ver.
Passa, ave, passa, e ensina-me a passar!
Ya va tomando el camino su arambol.
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 13 Abr 2014, 17:02

Acordo de noite subitamente,
E o meu relógio ocupa a noite toda.
Não sinto a Natureza lá fora.
O meu quarto é uma cousa escura com paredes vagamente brancas.
Lá fora há um sossego como se nada existisse.
Só o relógio prossegue o seu ruído.
E esta pequena cousa de engrenagens que está em cima da minha mesa
Abafa toda a existência da terra e do céu…
Quase que me perco a pensar o que isto significa,
Mas estaco, e sinto-me sorrir na noite com os cantos da boca
Porque a única cousa que o meu relógio simboliza ou significa
Enchendo com a sua pequenez a noite enorme
É a curiosa sensação de encher a noite enorme
Com a sua pequenez…
Ya va tomando el camino su arambol.
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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 13 Abr 2014, 17:10

España y Portugal según Pessoa

Ángel Crespo El País 22 MAY 1985

Una de las facetas menos conocidas en España de] polifacético Fernando Pessoa es su pensamiento político. En cambio, de la poesía que escribió en su nombre y en el de los poetas heterónimos, así como del disgusto de existente a la fuerza que reflejan las páginas del Libro del desasosiego empiezan a saber bastante, entre admirados y desconcertados, muchos lectores españoles. Pessoa es, en efecto, uno de los autores contemporáneos que durante los últimos años ha ido ganando más adeptos entre nosotros. Si en algo he contribuido a ello, también es cierto que he procurado hacer ver en mis ensayos y en las presentaciones de sus obras que Pessoa era un escritor tan completo, tan complicado y tan coherente a su manera que la interpretación de su personalidad poética depende tanto de la que se haga de su pensamiento político como ésta de que se llegue a comprender su enfoque del fenómeno religioso. Y claro está que política y religiosidad actúan sobre sus poemas de la misma manera que la poesía influye en sus ideas políticas y religiosas.No son, a mi juicio, un rompecabezas, sino una obra abierta, los escritos que nos ha legado este gran poeta portugués. Abierta en el sentido de que se presta a varias lecturas complementarias, pero no contradictorias, que van desde la estrictamente racional hasta la puramente intuitiva, es decir, desde la de carácter académico hasta la de naturaleza artística. "Lo que en mí siente está pensando", escribió Pessoa en su célebre poema La segadora, y esta confesión espontánea debe ser tenida en cuenta al mismo tiempo que la declaración tácita -y comprobable mediante una lectura atenta de su obra- de que lo que en él piensa está sintiendo, puesto que la tensión entre lo emotivo y lo racional es quizá la característica más destacada de toda su escritura. De ahí que las diferentes interpretaciones que el lector pueda hacer de ella dependan sin duda de los dos puntos de vista que, siguiendo el ejemplo de su autor, le es perfectamente lícito adoptar. Lo cual no se convertirá en motivo de confusión si uno de ellos no es totalmente descartado cuando el otro sea el punto de partida de la lectura.

Como la mayor parte de los escritos políticos de Pessoa quedaron inéditos -y casi todos ellos en estado fragmentario- a la muerte del poeta, con buen número de éstos y con los pocos que publicó en vida Joel Serrao ,ha organizado tres libros titulados Sobre Portugal, Da Republica y Ultimátum, aparecidos entre febrero de 1979 y septiembre de 1980. Contamos, pues, con elementos suficientes para adentrarnos en el apasionante mundo de las utopías y las profecías de Pessoa, pero también de sus agudos y documentados análisis políticos y sociales. Y será bueno advertir al lector, con objeto de evitarle algunas sorpresas, que mientras sus análisis objetivos de la historia y de la actualidad le deben mucho a su pragmática educación inglesa -recibida en Durban (África del Sur) durante la niñez y la adolescencia-, sus escritos de carácter profético y utópico son consecuencia de la asunción por parte de Pessoa de un sebastianismo que partiendo de la interpretación de los versos de Bandarra -el zapatero de Trancoso que vaticinó la vuelta del rey don Sebastián, desaparecido ante las murallas de Alcazarquivir- llegó a apropiarse de la idea de un futuro quinto imperio que había sido patrocinada por Antonio Vieira, el extraordinario jesuita y prosista barroco cuyos escritos esotéricos fueron condenados por la Inquisición.

Pessoa aseguraba que este quinto imperio -sucesor en el tiempo de los imperialisnios griego, romano, cristiano y moderno- no tendría carácter económico ni militar, sino cultural y pacifista, y que se originaría en el pensamiento -y en el sentimiento- portugués. Tal es en realidad el significado de la profetizada vuelta de don Sebastián. Pessoa estaba seguro de que aquel rey había muerto en África, pero creía en la necesidad de un mito que despertase las dormidas energías de su país, y este mito no podía ni debía ser otro que el sebastianismo, que había calado muy hondo en la conciencia nacional portuguesa.

De esta manera, realidad y mito -este último en cuanto explicación trascendente y mágica de aquélla- estimularon simultáneamente el pensamiento político pessoano. Pero ¿qué tiene que ver España con todo esto? Mucho, y por dos razones príncipales. La primera de ellas es que una de las consecuencias inmediatas de la muerte de don Sebastián fue el que reinasen en Portugal los Austrias españoles; la segunda, que siendo la cultura lusitana una parte de la ibérica, a la que el poeta consideraba claramente distinta de la del resto de Europa, el proyecto del quinto imperio no podía prescindir de ninguno de los pueblos peninsulares.

No han sido pocos los pensadores portugueses que han atríbuido la decadencia de su país al impacto del dominio español en su organización política y en su cultura. Pessoa, en cambio, no parecía estar de acuerdo con ellos, pues pensaba que la anexión a España (las cursivas son suyas) no fuera la causa de una decadencia que se había iniciado antes de que muriese don Sebastián. "Fundamentalmente", escribió, "las causas son sociales y se han de buscar más en la decadencia del país absorbido que en la fuerza del país absorbente. No hay accidentes en la historia de las sociedades por mucho que a veces así parezca; ningún país muere a consecuencia de un accidente, como un individuo. Muere a veces de una enfermedad rápida, otras de una enfermedad lenta, otras de vejez, pero siempre de muerte natural y fundamentalmente no propiamente de la enfermedad, sino de la predisposición a esa enfermedad...".
No es que Pessoa pensase que el dominio de la casa de Austria no hubiese influido en la descomposición política portuguesa; sencillamente consideraba que no fue su primera causa, pues creía, y así lo escribe en Da Republica, que el verdadero origen de dicha descomposición fue el hecho de que Portugal se quedase antes de la anexión "reducido políticamente a un mero poder central, sin vida aristocrática política porque la aristocracia fue políticamente muerta por don Juan II, y sin vida popular política porque la vida de los municipios, lentamente apagada bajo los reyes de la casa de Avís, llegó a extinguirse de los Felipes a los Braganzas, y al decaer el poder central todo decayó políticamente". Los Austrias fueron, pues, colaboradores pero no iniciadores de la decadencia, lo cual no impidió, como reconoce Pessoa, que los odios tradicionales del alma portuguesa se dirigiesen contra España, contra Francia y contra el Reino Unido; y ello a pesar de que Gran Bretaña ha sido la aliada tradicional de los gobernantes portugueses. Pero es muy posible que nuestro poeta tuviese presente al escribir esto la cuestión del ultimátum de 1890, al que me he referido hace poco en estas mismas páginas.

Que Pessoa no sentía odio hacia España lo prueba el hecho de que lo más duro que escribió contra ella fue un corto párrafo del manifiesto titulado Ultimátum, que dio lugar a que la policía lisboeta secuestrase el primer y único número de la revista Portugal futurista, en la que apareció en el año 1917. Antes de transcribirlo debo decir que el Ultimátum pessoano, firmado por el heterónimo Álvaro de Campos, está dirigido contra los intelectuales, los gobernantes y los pueblos de la Europa de la Gran Guerra, que no deja títere con cabeza y que es mucho más cáustico y cruel con otros países que con el nuestro. Dice así: "¡Tú, imperialismo español, salero en política, con toreros de sambenito en las almas al volver la esquina y virtudes guerreras enterradas en Marruecos!". Y ya no vuelve a acordarse de España en este largo y agresivo escrito antieuropeo. Aunque sea un tanto cruel su alusión a la desgraciada guerra de África, la verdad es que Pessoa no tenía mucho que decir contra España que no tuviera, asimismo, que decir contra Portugal. Pero sus palabras más dignas de ser meditadas -dejando de lado algunas salidas de tono- son las que escribe en Sobre Portugal, según las cuales este país "no difiere en el género, sino en la especie, de las otras regiones de Iberia. Es decir, los enemigos culturales de Portugal son los enemigos culturales de Iberia, y viceversa. Como se trata de un grupo civilizacional, la cuestión aquí no es política, y por eso puede haber enemigos políticos de Portugal que no lo sean de España, y de España que no lo sean de Portugal". Lo que quiere decir que, por cima de las vicisitudes políticas, hay una afinidad cultural entre ambos países en virtud de la cual están llamados a entenderse. Y no me apoyo sólo en la lógica para llegar a esta conclusión, puesto que es el mismo Pessoa quien, en uno de sus escritos sobre el quinto imperio -ya vemos que análisis racionalista y visión mitológica son complementarios para entender, su pensamiento- se lee que en la fecha "del gran regreso, en que se reanimará el alma de la patria, se reconstruirá la íntima unidad de Iberia" a través de Portugal, es decir, del quinto imperio soñado por los sebastianistas. Y es que, según nuestro poeta, su país es una rama especial del grupo ibérico de naciones, y debido a ello, "para determinar cuál es la cultura portuguesa tenemos que determinar primero cuál es la cultura característica del grupo ibérico", el cual representa una modalidad de la cultura general del cristianismo.

Sería muy interesante, de contar con espacio para hacerlo, analizar los razonamientos históricos y sociológicos que llevaron a Fernando Pessoa a la convicción de que la religión del quinto imperio -un imperio cultural, no conviene olvidarlo- había de ser un nuevo paganismo en cuyo panteón tuviesen cabida todos los dioses, incluido el cristiano, pero en un plano de igualdad con los demás. El significado más profundo de esta proposición parece ser el de la consecución de una síntesis cultural que eliminase tanto las supersticiones paganas como las cristianas, de manera que todas las ideas y todos los sentimientos occidentales se armonizasen en la unidad de una cultura y una civilización superiores. En este sentido, el hecho de que cada uno de los principales poetas heterónimos tuviese unas creencias religiosas distintas, pero complementarias de las creencias de los demás y, por supuesto, de las del Pessoa ortónimo, que se declaró seguidor de la antigua tradición ocultista, demuestra que la interdependencia del pensamiento político y el sentimiento poético de este autor es un hecho innegable.

No voy a dedicar más espacio a tan sugerente tema porque no querría terminar estas líneas sin ofrecer una prueba de que sus mitos y sus ideas, más o menos utópicas, no impedían sino estimulaban a Pessoa a observar el acontecer político de su tiempo con una atención tan objetiva como penetrante. En un escrito del año 1930 se refiere a la "confusa situación política de España", y al compararla con la que existía en su país 20 años atrás, en vísperas de la proclamación de la República portuguesa, observa que "como en el Portugal de entonces, la única fuerza activa en el país es la fuerza republicana; es una minoría como lo era en Portugal, pero es una minoría activa que se enfrenta a una mayoría pasiva. Y de la misma manera que esa minoría activa derrocó a la monarquía en Portugal, no hay ninguna garantía de que los republicanos españoles no derroquen a la monarquía de España"; palabras que no pueden ser calificadas de proféticas, porque el mismo Pessoa se da por enterado en el escrito del que forman parte de lo que la mayoría de los españoles pensaba en 1930 -que la proclamación de la República era inevitable-, pero que demuestran tanto la atención con que seguía el acontecer político español como su entendimiento de las lecciones del pasado.

Por lo demás, Pessoa pensaba que el próximo fin de la monarquía española sería consecuencia de una serie de fallos personales, es decir, de la falta de políticos capaces de sostener con su prestigio el trono español amenazado, pues si "los republicanos españoles y un buen número de monárquicos odian personalmente al rey Alfanso", la dictadura no logró afianzar la institución monárquica porque "Primo de Rivera destacaba políticamente, pero no destacaba personalmente".

El tema de España y sus relaciones con Portugal fue, como estamos viendo, una de las principales preocupaciones políticas de Pessoa; y ello no puede extrañarnos porque, según él, ambos países están llamados, si no se conforman con existir y quieren además hacer, a formar parte de una federación ibérica a cuyo proyecto dedicó un libro titulado Sobre Iberia y el iberismo, que dejó, desgraciadamente, incompleto pero en el que hay páginas de extraordinario interés. Hoy, cuando España y Portugal caminan hacia la integración en el proyecto de una Europa unida política y económicamente, el pensamiento pessoano sobre la unión ibérica cobra una actualidad tan nueva y estimulante que no estimo que sea inoportuno ocuparse de él en un próximo artículo.
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 07 Jun 2015, 16:38

XLV



Um renque de árvores lá longe, lá para a encosta.

Mas o que é um renque de árvores? Há árvores apenas.

Renque e o plural árvores não são coisas, são nomes.



Tristes das almas humanas, que põem tudo em ordem,

Que traçam linhas de coisa a coisa,

Que põem letreiros com nomes nas árvores absolutamente reais,

E desenham paralelos de latitude e longitude

Sobre a própria terra inocente e mais verde e florida do que isso!
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 15 Oct 2016, 17:38

Alberto Caeiro
XLVI - Deste modo ou daquele modo,

XLVI

Deste modo ou daquele modo,
Conforme calha ou não calha,
Podendo às vezes dizer o que penso,
E outras vezes dizendo-o mal e com misturas,
Vou escrevendo os meus versos sem querer,
Como se escrever não fosse uma coisa feita de gestos,
Como se escrever fosse uma coisa que me acontecesse
Como dar-me o sol de fora.

Procuro dizer o que sinto
Sem pensar em que o sinto.
Procuro encostar as palavras à ideia
E não precisar dum corredor
Do pensamento para as palavras.

Nem sempre consigo sentir o que sei que devo sentir.
O meu pensamento só muito devagar atravessa o rio a nado
Porque lhe pesa o fato que os homens o fizeram usar.

Procuro despir-me do que aprendi,
Procuro esquecer-me do modo de lembrar que me ensinaram,
E raspar a tinta com que me pintaram os sentidos,
Desencaixotar as minhas emoções verdadeiras,
Desembrulhar-me e ser eu, não Alberto Caeiro,
Mas um animal humano que a Natureza produziu.

E assim escrevo, querendo sentir a Natureza, nem sequer como um homem,
Mas como quem sente a Natureza, e mais nada.
E assim escrevo, ora bem, ora mal,
Ora acertando com o que quero dizer, ora errando,
Caindo aqui, levantando-me acolá ,
Mas indo sempre no meu caminho como um cego teimoso.

Ainda assim, sou alguém.
Sou o Descobridor da Natureza.
Sou o Argonauta das sensações verdadeiras.
Trago ao Universo um novo Universo
Porque trago ao Universo ele-próprio.

Isto sinto e isto escrevo
Perfeitamente sabedor e sem que não veja
Que são cinco horas do amanhecer
E que o Sol, que ainda não mostrou a cabeça
Por cima do muro do horizonte,
Ainda assim já se lhe vêem as pontas dos dedos
Agarrando o cimo do muro
Do horizonte cheio de montes baixos.
Ya va tomando el camino su arambol.
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 05 Nov 2016, 01:16

Fernando Pessoa / TABAQUERÍA

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
A parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.


Ventanas de mi cuarto,
del cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién es
(y de saberse, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
con la muerte manchando de humedad las paredes y blanqueando los cabellos a los hombres,
con el Destino que guía el carro de todo por el camino de nada.

Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si estuviese a punto de morir,
y no tuviese más hermandad con las cosas
que la de una despedida, tornándose esta casa y este lado de la calle
en el convoy de un tren, y el silbido de su partida
desde dentro de mi cabeza,
sacudidos mis nervios y chirriantes mis huesos al arrancar.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y halló y olvidó.
Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fracasé en todo.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuese nada.
Con el aprendizaje que me dieron,
me descolgué por la ventana trasera de la casa.
Fui al campo con grandes propósitos.
pero allí sólo encontré yerbas y árboles,
y si había gente era igual a la otra.
Abandono la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué sé yo lo que seré, yo, que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tanta cosa!
¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no podrán serla tantos!

¿Genio? En este momento
cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
y la historia no señalará, ¿quién sabe? ni a uno,
ni quedará sino estiércol de tantas conquistas futuras.
No, no creo en mí.
¡En todos los manicomios hay tantos locos descerebrados con tantas certezas!

Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
No, ni en mí...
¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo
no están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
—sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—,
y quién sabe si realizables,
nunca verán la luz del sol real ni llegarán a oídos de nadie?
El mundo es de quien nace para conquistarlo
y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
He soñado más que cuanto Napoleón hizo.
He abrazado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo.
Hice filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
aunque no viva en ella;
seré siempre el que no nació para eso;
seré siempre tan sólo el que tenía cualidades;
seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie de una pared sin puerta

y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero,
y escuchó la voz de Dios en un pozo cerrado.
¿Creer en mí? No, ni en nada.
Derrámeme la Naturaleza sobre la cabeza ardiente
su sol, su lluvia, el viento que me despeina el cabello,
y lo demás que venga si viene o tuviera que venir, o no venga.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
pero nos despertamos y él es opaco,
nos levantamos y él es ajeno,
salimos de la casa y él es la tierra entera,
más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.
(Come chocolatinas, pequeña;
¡Come chocolatinas!
Mira que no hay más metafísica en el mundo que la de las chocolatinas.

Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería.
¡Come, pequeña sucia, come!
¡Si pudiese yo comer chocolatinas con la misma verdad con que tú las comes!

Mas yo pienso y, al quitarles el papel de plata, que es de hoja de estaño,

arrojo todo al suelo, como arrojé la vida.)

Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré
la caligrafía rápida de estos versos,
pórtico quebrado hacia lo Imposible.
Mas al menos dedico a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
noble al menos por el gesto de largueza con que arrojo
la ropa sucia que soy, sin motivo, para el discurrir de las cosas,
y me quedo en casa sin camisa.

(Tú que consuelas, que no existes y por eso consuelas,
o diosa griega, concebida como estatua con vida,
o patricia romana, de improbable nobleza y nefasta,
o princesa de trovadores, gentilísima y colorida,
o marquesa del siglo dieciocho, escotada y distante,
o cocotte célebre del tiempo de nuestros padres,
o no sé qué moderno —no concibo bien qué—,
todo eso, sea lo que sea, que seas, si puede inspirar ¡qué inspire!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco
a mí mismo y nada encuentro.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan
veo los entes vivos vestidos que se cruzan,
veo los perros que también existen,
y todo esto me pesa como una condena al destierro,
Y todo esto me es ajeno, como todo.)

Viví, estudié, amé y hasta creí,
y hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por no ser yo.
A cada uno miro los andrajos y las llagas y la mentira,
y pienso: tal vez nunca vivieses ni estudiases ni amases ni creyeses
(porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);

tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a quien cortan el rabo

y es sólo un rabo retorciéndose más acá de la lagartija.

Hice de mí lo que no supe,
y lo que pude hacer de mí no lo hice.
El disfraz que vestí era equivocado.
Me tomaron enseguida por quien no era, y no lo desmentí, y me perdí.

Cuando quise arrancarme la máscara,
estaba pegada a la cara.
Cuando la arrojé y me vi en el espejo, ya había envejecido.
Estaba borracho, y no sabía vestir el disfraz que no me había quitado.

Arrojé la mascara y dormí en el vestuario
como un perro tolerado por la gerencia
por ser inofensivo
Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice,
y no quedarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente,
pisoteando la conciencia de estar existiendo,
como una alfombra en la que un borracho tropieza
o el capacho que los gitanos robaron y no valía nada.
Pero el Dueño de la Tabaquería llegó a la puerta y se quedó en la puerta.

Lo miro con la incomodidad de la cabeza vuelta
y con la incomodidad del alma que mal entiende.

Él morirá y yo moriré.
Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Un día morirá el letrero también y mis versos también.
Después morirá la calle donde estuvo el letrero,
y la lengua en que fueron escritos los versos.
Morirá después el planeta girante en que todo esto sucedió.
En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente
continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de cosas como letreros.


Siempre una cosa frente a la otra,
siempre una cosa tan inútil como la otra,
siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio de la superficie,

siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

Pero un hombre entró en la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me incorporo a medias enérgico, convencido, humano,
y voy a intentar escribir estos versos en los que digo lo contrario.
Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
y gozo, en un momento sensitivo y adecuado,
la liberación de todas las especulaciones
y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar mal dispuesto.


Después me reclino en la silla
y sigo fumando.
Hasta que el Destino me lo permita continuaré fumando

(Si me casase con la hija de mi lavandera
tal vez fuese feliz.)
Visto esto, me levanto de la silla. Me acerco a la ventana.

El hombre salió de la Tabaquería (¿guarda el cambio en el bolsillo del pantalón?).

Ah, lo conozco: es el Esteves sin metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería asoma a la puerta.)
Como por instinto divino, el Esteves se volvió y me vio.
Hizo una señal de adiós, le grité ¡Adiós, Esteves!, y el universo
se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza, y el Dueño de la Tabaquería sonríe.






Nota: Opto por no traducir TABAQUERÍA por “estanco”, su lógico castellano, al considerar que es el título del poema, uno de sus pilares más firmes.

Versión: C. Dolores Escudero
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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 03 Dic 2016, 10:47

Pessoa del “fim do mundo”
Una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y la integral de su poesía en la editorial Abada muestran el universo nostálgico del escritor lisboeta

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/ ... 28977.html
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Hay_sinla
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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 04 Ene 2017, 20:06

ODA MARÍTIMA
Álvaro de Campos

Solo, en el muelle desierto, en esta mañana de verano,
miro hacia la entrada del puerto, miro hacia lo Indefinido,
miro y me alegra ver,
negro y claro, pequeño, un paquebote entrando.
Viene lejos, nítido, clásico a su manera.
Distante, en el aire lo sigue la vana orla de su humo.
Viene entrando y la mañana entra con él
y en el río,
aquí, allá, despierta la vida marítima,
se izan velas, avanzan remolcadores,
surgen barcos pequeños detrás de las naves que están en el
puerto.
Hay una tenue brisa.
Y mi alma se une con lo que apenas distingo,
con el paquebote que entra,
porque él está con la distancia, con la mañana,
con el sentido marítimo de esta hora,
con la dolorosa dulzura que me sube como náusea,
como un principio de furia en el espíritu.
Miro a lo lejos el paquebote,
independiente del alma,
y dentro de mí un volante comienza a girar, lentamente.

Los paquebotes que entran de mañana en el puerto
traen ante mis ojos
el misterio alegre y triste de quien llega y parte.
Traen una memoria de muelles y momentos distantes,
puentes que conducen hacia otra humanidad.
Todo el atracar, todo el desprendimiento de la nave
es -lo siento en mí como sangre-
inconscientemente simbólico,
terrible amenaza de revelaciones metafísicas
que perturban en mí al que yo fui.

Ah, todo el muelle es una soledad de piedra.
Y cuando la nave se aleja
y de pronto reparo en que se abrió un espacio
entre el muelle y la nave,
no sé por qué sufro una súbita angustia,
una niebla de tristes sentimientos
que brilla en el suelo de mis penas de hierba
como la primer ventana donde el alba golpea,
y que me envuelve como si recordara a una persona
que misteriosamente fuese mía.

Ah, ¿quién sabe, quién sabe
si antes de mí, en otro tiempo,
no partí de muelle?
¿Si no dejé otra clase de puerto
en una nave hacia el sol oblicuo del amanecer?
¿Quién sabe si no dejé,
anterior al tiempo del mundo exterior
que veo raerse en mí,
un gran muelle con poca gente
de una gran ciudad despierta a medias,
enorme ciudad comercial, crecida y apopléjica
aunque eso quede fuera del Espacio y el Tiempo?

Sí, un muelle de algún modo material,
visible como muelle, veraz, realmente muelle,
el Muelle Absoluto por cuyo modelo inconscientemente imitado,
insensiblemente evocado,
construimos nuestros muelles en nuestros puertos,
nuestros muelles de piedra actual sobre agua verdadera,
que después de construidos se revelan
Cosas Reales, Hechos de Espíritu, Entidades en Piedras que son Almas,
en la fugacidad de nuestros sentimientos de hierba o raíz,
cuando del muro exterior parece abrirse una puerta
y sin que nada se altere
todo se manifiesta diverso.

Ah, Gran Muelle donde partimos en Naciones-Navíos.
Gran Muelle Anterior, eterno y divino.
¿De qué puerto? ¡En qué mar?
Oh, ¿por qué pienso esto?
Gran Muelle, igual a todos los muelles pero Único.
Lleno también de murmurantes silencios en las albas,
desabotonando con las mañanas un ruido de guindastes
y comboyes que arriban con mercaderías,
bajo la nube negra que surge, ocasional y leve,
del fondo de las chimeneas de las fábricas cercanas
y sombrea el llano de carbones pequeños que brillan
como si fuese la sombra de una nube que pasa sobre agua sombría.

En los momentos de silencios y angustia,
¡qué esencia de misterio y de sentido
de un éxtasis divino y revelador
no es puente entre cualquier muelle y el Muelle!

Muelle que en las aguas inmóviles se refleja oscuro,
y el bullicio a bordo de las naves.
Oh alma errante e inestable de la gente que se embarca,
gente simbólica que pasa y en quien nada perdura,
y que al volver la nave al puerto
ha cesado de ser la misma.
Oh ebriedad de lo diverso, idas, fugas continuas,
alma eterna de los navegantes y las navegaciones,
quilla reflejada lentamente en las aguas
cuando la nave sale del puerto.
Fluctuar como el alma de la vida; como la voz, partir,
trémulo vivir el instante sobre las aguas eternas.
Despertar a días más reales que los días de Europa,
ver puertos misteriosos en la soledad del mar,
doblar cabos apartados hacia súbitos vastos paisajes
por innumerables costas atónitas...

Ah las playas distantes, los muelles vistos los lejos.
Las playas cercanas, los muelles vistos de cerca.
El misterio de cada ida y cada arribo,
a cada hora marítima
la dolorosa inestabilidad e incomprensión
de este universo imposible, sentido en nuestra piel.
La solución absurda que nuestras almas esparcen
sobre extensiones de mares diferentes e islas lejanas,
sobre las distantes islas de las costas ya pasadas,
sobre el crecimiento nítido de los puertos con sus casas y gentes
hacia el barco que se aproxima.

Ah las frescas mañanas del arribo
y la palidez de las mañanas en que se parte,
cuando nuestras entrañas se contraen
y una vaga sensación semejante al miedo
-el miedo ancestral de separarse y partir,
el misterioso y ancestral recelo al arribo y lo nuevo-
nos recorre la piel y nos tortura
y todo nuestro cuerpo angustiado siente,
como si fuese alma,
un inexplicable deseo por sentir de otra manera:
una nostalgia de algo,
una zozobra del cariño ¿a qué vaga patria?
¿A qué costa? ¿A qué nave? ¿A qué muelle?
Nos duele su pensamiento
y queda por dentro un gran vacío,
una hueca saciedad de minutos marítimos
y una vaga ansiedad que sería tedio o dolor
si supiese cómo serlo...

A pesar del verano la mañana está fresca.
Una tenue torpeza de noche perdura en el aire sacudido.
Ligeramente se apresura el volante dentro de mí.
Y el paquebote viene entrando ... porque así tiene que ser,
no porque lo vea avanzar en su distancia excesiva.

En mi imaginación está cerca y visible,
en toda su extensión las líneas de sus vigías,
y todo tiembla en mí, la carne y la piel,
por esa criatura que no llega en nave alguna
y que yo vine a esperar al muelle por un inexplicable mandamiento.

Las naves que entran y salen de los puertos,
las que pasan a lo lejos
(me imagino viéndolas desde una playa desierta),
todas estas naves casi abstractas al partir,
todas me conmueven como si fueran otra cosa,
no sólo naves que parten y regresan.

Y vistas de cerca, aunque no se embarque uno en ellas,
vistas desde abajo en los botes, murallas elevadas,
y por dentro, a través de las cámaras, de la salas, de las despensas,
mirando de cerca los mástiles afilándose hacia lo alto,
rozando las cuerdas, descendiendo corredores incómodos,
oliendo la untada mezcla metálica y marina de todo aquello
-vistas de cerca son ellas y son otra cosa,
producen en la misma nostalgia y la misma ansiedad otras distintas.

Toda la vida marítima, todo en la vida marítima,
toda esa preciosa seducción se insinúa en mi sangre
y sueño indefinidamente los viajes.
Ah, las líneas de las costas distantes, oprimidas por el horizonte,
los cabos, las islas y las playas arenosas.
Soledades marinas, como los momentos del Pacífico
en que una sugestión nacida en la escuela
uno siente en los nervios el peso de que sea el mayor de los océanos,
y el mundo y el sabor de las cosas
se tornan un desierto dentro de nosotros.
La extensión más humana, más furiosa, del Atlántico.
El Índico, el más misterioso de los océanos.
El Mediterráneo, dulce sin misterio alguno, clásico,
un mar que se golpea
encontrando explanadas de jardines cercanos
mirados por estatuas blancas.
Todos los mares, todos los estrechos, las bahías, los golfos,
quisiera apretarlos a mi pecho, oh sentirlos y morir.

Y ustedes, oh cosas navales, mis viejos juguetes de sueño,
fuera de mí componen mi vida interior;
quillas, mástiles y velas, guindolas y cordajes,
chimeneas de vapor, gavias, hélices, flámulas,
calderas, colectores, válvulas, galdropes y escotillas,
caen dentro de mí como se precipita en el suelo
el contenido confuso de una gaveta abierta.
Sean el tesoro de mi vida avaricia febril,
sean los frutos del árbol de mi imaginación,
tema de mis cantos, sangre en las venas de mi inteligencia,
sean el lazo que me una al exterior por la belleza,
provéanme de imágenes, literatura, metáforas,
porque en serio, en verdad, real, literalmente,
mis sensaciones son una nave que rompe el aire con la quilla,
mi imaginación un ancla sumergida a medias,
mi ansiedad un remo quebrado
y la tesitura de mis nervios una red secándose en la playa.

Suena por casualidad en el río un silbato, sólo uno.
Se estremece ya todo el campo de mi psiquismo.
Se apresura cada vez más el volante dentro de mí.

Ah, los paquebotes, los viajeros, el se-ignora-el-paradero
de Fulano de Tal, marino, conocido nuestro.
Ah, la gloria de saber que un hombre
que andaba con nosotros
murió ahogado junto a una isla del Pacífico.


Nosotros que íbamos con él hablaremos de eso
con un orgullo legítimo, con una inexpresable confianza
de que tenga un sentido más bello y más vasto
que el de apenas perder el barco donde iba
y haber quedado en el fondo con los pulmones reventados...

Ah, los paquebotes, los cargueros, los barcos de vela.
Van escaseando en los mares -ay de mí- los veleros.
Y yo que amo la civilización moderna, que con el alma beso las máquinas;
yo, el ingeniero, el civilizado, el educado en el extranjero,
quisiera ver sólo veleros y barcos de madera,
saber de la vida marítima sólo la antigua vida de los mares.
Porque los antiguos mares son las Distancia Total,
la Lejanía Pura, libre del peso actual...
Ah, todo me recuerda esa vida mejor,
esos mares más extensos porque se navegaban despacio,
misteriosos porque se sabía menos de ellos.

Todo vapor lejano es de cerca un velero.
Toda nave distante ahora, vista de cerca es otra en el pasado.
Todos los invisibles marineros a bordo de las naves en el horizonte
son los marineros visibles del tiempo de las viejas naves,
esa época lenta, el velero de peligrosas travesías,
el tiempo de madera y lona
y de viajes que duraban meses.

Me invade poco a poco el delirio de las cosas marítimas,
me penetran físicamente el muelle y su atmósfera,
el murmullo del Tajo corre por encima de mis sentidos,
y comienzo a soñar, y me envuelvo con el sueño de las aguas,
comienzo a pegar bien el cordaje de transmisión en mi alma
y la premura del volante me seduce nítidamente.
Gritan por mí las aguas,
gritan por mí los mares,
gritan por mí las lejanías, levantando al gritar una voz corpórea
todas las épocas marítimas vividas en el pasado.

Tú, marinero inglés, Jim Barns, amigo mío, fuiste tú
el que me enseñó ese grito antiquísimo, inglés,
que tan mortalmente resume
en las almas complejas como la mía
el llamado confuso de las aguas,
la voz inédita e implícita de todas las cosas del mar,
de los naufragios, de los viajes lejanos y travesías peligrosas.
Ese grito inglés tuyo, hecho universal en mi sangre,
sin rasgo de grito, sin forma humana ni voz.
Ese grito tremendo que parece sonar
es una caverna cuya bóveda es el cielo
y parece narrar todas las cosas siniestras
que pueden suceder en la Lejanía, en el Mar, por la Noche.
(Fingías siempre que era por una goleta que gritabas,
y decías así, poniendo las manos junto a la boca,
haciendo bocina con las grandes manos curtidas y oscuras:

Ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó--- yyy
Schooner ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ----yyyy...)

Te escucho aquí, ahora, y algo en mí se despierta.
Se estremece el viento. Avanza la mañana. El calor se abre.
Siento mis mejillas encenderse.
Mis ojos conscientes se dilatan.
El éxtasis en mí se eleva, crece, avanza,
y con un ruido ciego, amotinado, se acentúa
el vivo giro del volante.

Oh clamoroso llamado
cuyo calor, cuya furia hierve en mí,
todas mis ansias en una unidad explosiva,
mis propios tedios apresurándose, todos...
Grito que lanza a mi sangre
un amor ya pasado, no sé dónde, que retorna
y aún tiene fuerza para atraerme e impulsar,
que aún tiene fuerza para hacerme odiar esta vida
que transcurre entre el límite corporal y del alma
de la gente real con que vivo.

Ah, sea como sea, vaya a donde vaya, partir.
Irme fuera, por las olas, por el peligro, por el mar.
Ir Lejos, hacia Fuera, a la Distancia Abstracta,
indefinidamente, por las noches hondas y misteriosas,
y como la polvareda llevado por los vientos,
entregado a los vendavales.

Ir, ir, ir, ir de una vez.
El deseo de tener alas enfurece mi sangre.
Todo mi cuerpo se arroja ante mí.
Fuera de mi imaginación me precipito en torrentes.
Clamo, me abalanzo, me atropello...
Mis ansias estallan en espuma
Y mi carne son olas que golpean contra las rocas.
Pensando en esto, oh ira, pensando en esto, oh furia,
pensando en las estrechez de mi vida llena de ansiedad,
súbita, trémula, exorbitadamente,
con una oscilación vasta, viciosa, violenta,
del volante vivo de mi imaginación,
se desata en mí, agobiante, vertiginosa, silbante,
la brama sombría y sádica del estruendo de la vida marítima.

Eh, marineros, grumetes, eh, tripulantes, pilotos.
Navegantes, marinos, hombres de mar, aventureros.
Eh, capitanes. Hombres que duermen en rudas tarimas.
Hombres que duermen en los mástiles, avistando el peligro.
Hombres que tienen la muerte por almohada.
Hombres que poseen una toldilla, que mira desde la borda
la inmensa inmensidad del mar.
Eh, manipuladores de los guindastes de carga.
Eh, amainadores de velas, fogoneros, servidumbre,
eh, los que enrollan cabos en el combés,
los que llevan la carga a las bodegas
y limpian el metal de las escotillas.
Hombres del timón y de las máquinas y de los mástiles.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Gente de playeras y bonete,
con anclas y banderas cruzadas tatuadas en el pecho.
Gente de amurada, fumadores de pipa,
oscuros de tanto sol, curtidos por tanta lluvia,
limpios de los ojos, por tanta inmensidad ante ellos,
audaces por tantos vientos que sus rostros batieron con valor.

Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Hombres que vieron Patagonia
y pasaron por Australia,
que colmaron su mirada de costas que nunca veré
y pisaron tierra en tierras donde jamás descenderé.
Que compraron toscos artículos en colonias, adentrándose en
tierras inhóspitas,
y haciéndolo todo si nada hicieran,
como si eso fuese natural,
como si la vida fuese así
y ni siquiera cumpliendo un destino.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Hombres del mar actual y del pasado.
Encargados de abordo, esclavos de galeones. Combatientes de Lepanto.

Piratas del tiempo de Roma. Navegantes de Grecia.
Fenicios. Cartagineses. Portugueses salidos de Sagrés
a la aventura indefinida, hacia el Mar Total, a realizar lo imposible.
Hombres que asentaron patrones y dieron nombres a cabos,
que por primera vez traficaron con esclavos y negros de nuevas tierras
y dieron el primer espasmo europeo a las negras atónitas.
Que trajeron oro, hongos, abalorios, maderas olorosas,
de costas de lujuriosa explosión vegetal.
Hombres que saquearon tranquilos pueblos africanos,
que hicieron huir a esas razas con el ruido de cañones
y se entregaron a la matanza, al robo y a torturar
y ganaron los trofeos de novedad
arremetiendo con la cabeza ante el misterio de nuevos mares.
Eh-eh-eh-eh-eh
A todos ustedes en un solo,
a todos ustedes en todos ustedes como uno,
a todos ustedes mezclados, cruzados,
a todos sanguinarios, violentos, odiados, temidos, ensangrentados,
yo los saludo, yo los saludo, yo los saludo.
Eh- eh-eh-eh-eh Eheh-eh-eh-eh Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Eh laho.laho laHO-lahá-á-á-á-á

Quiero ir con ustedes, quiero ir
al mismo tiempo con todos ustedes
a todo lugar donde vayan.
Quiero tener sus peligros frente a frente,
sentir en mi cara los vientos que deshicieron las suyas,
escupir de mis labios la sal de los mares que los suyos besaron,
tender los brazos para ayudarlos, compartir sus tormentas,
llegar por fin como ustedes a puertos extraordinarios.

Huir juntos de la civilización,
perder con ustedes toda idea moral,
sentir que se transforma lejos mi humanidad.
Juntos beber en mares del sur
nuevos tumultos del alma, nuevos salvajismos,
nuevos fuegos primitivos de mi volcánico espíritu.
Ir con ustedes, arrojar de mí
-ah, poeta de dentro hacia afuera-
mi traje de civilizado, mis blandas acciones,
mi miedo innato de encadenado,
mi pacífica vida,
mi sentada, estática, reglamentada e inspeccionada vida.

En el mar, en el mar, en el mar, en el mar.
Eh, dejar la vida en el mar, al viento, a las olas.
Salar con la espuma arremetida por los vientos
mi paladar de grandes viajes.
Fustigar con agua conmovida la carne de mi aventura,
y que fríos oceánicos recorran los huesos de mi existencia.
Flagear, acuchillar, oprimir con vientos, con espuma, con soles,
mi ser ciclónico y atlántico,
mis nervios tendidos como jarcias,
lira en las manos de los vientos.
Sí, sí, sí... Crucifíquenme en las navegaciones
y mi espalda gozará su cruz.
Átenme a los viajes como a maderos
y la sensación de esa tortura recorrerá mis vértebras
en un incansable espasmo pasivo.
Háganme lo que sea, pero que esté en los mares,
sobre el combés, al son de las olas,
hieran, maten, acuchillen.
Lo que quiero es llevar a la muerte
un alma que se transborde en el mar,
que embriagada se derrumbe de cosas marítimas,
tanto de marineros como de anclas, de cabos,
tanto de cosas de la distancia como el ruido de los vientos,
tanto de la Lejanía como del Muelle, de los naufragios,
de los tranquilos comercios,
de los mástiles, del oleaje,
llevar a la muerte con dolor, voluptuosamente,
una copa de sanguijuelas llena para beber,
para beber extrañas verdes absurdas sanguijuelas marinas.

Hagan jarcias de mis venas,
amarras de mis músculos.
Arránqueme la piel y péguenla en las quillas,
que sienta el dolor de los clavos
y que nunca cese de sentirlos.
Hagan con mi corazón una flámula de almirante
de aquellos tiempos de guerra de las viejas naves
y coloquen al pie de los combés mis ojos arrancados.
Quiebren mis huesos golpeándolos contra las amuradas,
fustíguenme atado a los mástiles, fustíguenme,
y a todos los vientos de todas las latitudes y longitudes
lancen mi sangre en las aguas que atraviesan la nave
de lado a lado, arrojadas a la cubierta
en las violentas convulsiones de las tormentas.

Tener la audacia de las velas henchidas con el viento
y ser el agobio de los vientos como las altas gavias,
la vieja guitarra del Fado de los mares llenos de peligros,
canción que los navegantes oyeron y no pudieron repetir.

Los marineros que se sublevaron
ahorcando al capitán en una verga.
Que desembarcaron a otro en una isla desierta.
Marooned.

El sol de los trópicos provocó la fiebre de la piratería antigua
en mis venas intensas.
Los vientos de la Patagonia tatuaron mi imaginación
con imágenes trágicas y obscenas.
Fuego, fuego, fuego dentro de mí.
Sangre, sangre, sangre, sangre,
me estalla el cerebro.
El mundo se rae en mí, enrojecido.
Me estallan las venas con un sonido de amarras
y feroz, voraz, revienta en mí
la muerte en bramidos del gran pirata cantando
hasta que sus hombres abajo sentían el pavor en sus vértebras,

Fifteen men on the Dead Man's chest.
Yo-ho ho and a bottle of rum!

Y después gritar, e una voz irreal, hasta denotar en el aire:

Darby M'Graw-aw-aw-aw-aw
Darby M' Graw-aw-aw-aw-aw-aw-aw-aw
Fetch a-a-aft- the ru-u-u-u-u-u-u-u-u-um, Darby

Ah, qué vida aquella, esa era vida.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Eh-laho-laHO-lahá-á-á-á-á
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh

Quillas quebradas, naves a pique, sangre en los mares,
combés ensangrentados, despojos,
dedos cercenados en las amuradas,
cabezas de niños aquí y allá,
gente con los ojos desorbitados al gritar, al aullar.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Todo esto me envuelve como una capa en el frío.
Me froto con todo esto como una gata en celo con un muro.
Clamo como un león hambriento,
arremeto contra todo como un toro enfurecido,
clavo las uñas, me destrozo las garras, sangran mis encías sobre todo esto.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh

De repente estalla en mis oídos
como un clarín junto a mí
el viejo grito, mas ahora metálico, airado,
llamando por la presa que ya se distingue,
la goleta que va a ser asaltada:

Ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ---yyyy ...
Schooner ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ---yyy ...

Ya en mí no existe el mundo entero. Me enardezco,
bramo en la furia del abordaje,
pirata-menor, César-Pirata;
robo, mato, despedazo, acuchillo,
sólo siento el mar, la presa, el saqueo.
Sólo siento que golpeo
y que me golpean
la venas de mis fuentes.
Derrama sangre caliente la sensación de mis ojos.
Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Ah piratas, piratas, piratas,
ámenme y ódienme, piratas,
mézclenme con ustedes, piratas.
Su furia, su crueldad, hablan a mi sangre
de un cuerpo de mujer que fue mío en otro tiempo y cuyo celo sobrevive.

Quisiera ser una bestia que abarca todos sus movimientos,
una bestia que hundiese los dientes en las amuradas, en las quillas,
que comiese mástiles, bebiese sangre y alquitrán en los combés,
destrozase remos, cordajes, poleame y velas,
serpiente de los mares, femenina y monstruosa, cebándose en los crímenes.

Y hay una sinfonía de sensaciones incompatibles y afines,
una orquestación en mi sangre de confusión de crímenes,
de estrépitos espasmódicos en orgías de sangre en los mares,
con furia, como un vendaval ardiendo en el espíritu,
una polvareda caliente que nubla mi lucidez
haciéndome ver esto y soñarlo sólo con la piel y las venas.
Los piratas, la piratería, las naves, el instante,
aquel instante marítimo en que la presa es asaltada
y el terror de las víctimas huye hasta la locura -ese instante
en su total de crímenes, terror, naves, gente, mar, nubes, cielo,
brisa, latitud, longitud, gritos,
quisiera que en su Todo fuese mi cuerpo en su Todo, sufriendo,
que fuese mi cuerpo y mi sangre, mi ser enardecido,
y floreciera como una herida que se expande en la carne irreal de mi alma.

Ah, ser todo en los crímenes, ser yo todos los elementos que forman
los asaltos a los barcos y las matanzas y la violaciones.
Ser cuanto sucedió en los saqueos,
cuanto vivió o quedó inerte en el lugar de las tragedias sangrientas.
Ser el pirata resumen de toda la piratería en su apogeo,
y la víctima síntesis, de carne y hueso, de todos los piratas del mundo.

Ah, que mi cuerpo pasivo fuese la mujer todas-las mujeres
que fueron violadas, heridas, muertas, destrozadas por los piratas.
Ser en mi subyugado ser la hembra que teme pertenecerles y sentir todo esto,
sentir todas estas cosas recorrer al mismo tiempo mis vértebras.

Oh, mis velludos y ásperos héroes de la aventura y el crimen.
Mis bestias marítimas, esposos de mi imaginación.
Amantes causales del desvió de mis sensaciones.
Quisiera ser Aquella que los espera en los puertos,
amantes odiados en el sueño de su sangre de pirata.
Porque ella estaría con ustedes, única en el espíritu,
furiosa sobre los cadáveres desnudos de sus víctimas en los mares.
Ella los habría acompañado en sus crímenes y en la orgía oceánica,
su espíritu de bruja danzaría invisible entre los movimientos
de sus cuerpos, de sus cuchillos, de sus manos estranguladoras.
Y ella, esperándolos en tierra cuando llegaban, si acaso llegaban,
bebería en los rugidos de ese amor todo el vasto,
todo el denso y siniestro perfume de sus victorias,
y a través de sus espasmos entonaría un Sabbat enrojecido y amarillo.
La carne herida, abierta y destripada, con la sangre derramándose.
Ahora, en el auge preciso de soñar lo que ustedes hacían,
acercándome todo a mí, ya no les pertenezco, soy ustedes,
y mi femineidad que los acompaña es ser sus almas.
Estar dentro de toda su ferocidad, cuando la liberaban,
beber dentro de la conciencia sus sensaciones
cuando teñían de sangre altamar
y cuando arrojaban a los tiburones
los cuerpos aún vivos de los heridos, la carne sonrosada de los niños
y llevan a las madres a mirar por la borda lo que les ocurría.
Estar con ustedes en la carnicería, en el pillaje,
orquestado en la sinfonía de los saqueos.
Ah, no sé, no sé cuánto quisiera ser para ustedes.
No sólo ser una hembra, ser las hembras, las víctimas,
las víctimas -hombres, mujeres, niños, naves-,
no sólo ser la hora y los barcos y el oleaje,
no sólo ser sus almas, sus cuerpos, su furia, su posesión,
ni concretamente ser su hecho abstracto de orgía,
no es sólo esto que yo quisiera ser -es más que esto:
Dios-Esto.
Porque es preciso ser Dios, el Dios de un culto contrario,
un Dios monstruoso y satánico, Dios de un panteísmo de sangre
que pueda colmar en toda su medida mi furor imaginativo
y que nunca logre agotar mi ansia de identificarme
con cada uno y con todo y con el Más-Todo de sus victorias.
Ah, tortúrenme para satisfacerme.
Hagan de mi carne el aire que sus cuchillos atraviesan
antes de caer sobre las cabezas y las espaldas.
Que sean mis venas los vestidos que las dagas traspasan,
mi imaginación el cuerpo de las mujeres que violan,
mi inteligencia el combés donde luchan de pie, matando,
y toda mi vida -en su conjunto nervioso, histérico, absurdo-
el gran organismo cuyas células conscientes
fueran cada acto de piratería cometido
-y todo yo un torbellino como una inmensa pudrición del
oleaje, ah y ser todo esto.

Con pavorosa velocidad, desmedido,
el mecanismo febril de mis visones que se transbordan
gira ahora que es apenas mi conciencia, mi volante,
un nebuloso círculo agobiado en el aire.

Fifteen men on the Dead Man´s chest.
Yo-ho ho and a bottle of rum!

Eh- laho-LaHO ---lahá-á-ááá ---ááá...

Ah, lo salvaje de este salvajismo. Mierda
toda la vida que no es esto, como la nuestra.
Yo, ingeniero, práctico por fuerza, sensible a todo,
aquí, en relación a ustedes cuando estoy detenido y cuando camino,
también cuando yazgo o cuando, débil, me impongo;
estático, quebrando, disidente cobarde de su gloria,
de su gran poder estridente, encendido y sangriento.

Arre, por no actuar de acuerdo con mi delirio.
Arre, por andar siempre aferrado a la enaguas de la civilización.

Por andar con la douceur des moeurs a cuestas, como un fardo de olanes.
Niños de aceras -todos somos- del humanitarismo moderno.
Estupores de tísicos, de neurasténicos, de linfáticos,
sin coraje para ser violentos y audaces,
con el alma como gallina amarrada por una pierna.

Ah, los piratas, los piratas.
El ansia de lo que es ilegal y feroz,
el ansia de las cosas crueles y abominables
que como brama abstracta roe nuestros débiles cuerpos,
nuestros nervios femeninos y delicados,
y nos enloquece con incontenibles fiebres la mirada vacía.

Oblíguenme a arrodillarme ante ustedes.
Humíllenme y golpéenme.
Hagan de mí su esclavo, algo suyo,
y que su desprecio jamás me abandone,
oh, mis señores, mis señores.

Siempre tomar gloriosamente la parte sumisa
en los hechos sangrientos y en las sensualidades desatadas.
Derriben sobre mí, como grandes, pesados muros,
las barbaries del antiguo mar.
Del este al oeste de mi cuerpo
esparzan la sangre de mi sangre,
besen con cuchillos y látigos y furia
mi alegre terror carnal de pertenecerles,
mi ansia masoquista de ofrecerme a su furor,
de ser el objeto inerte que sienta su omnívora crueldad,
señores, dominadores, emperadores, corsarios.
Ah, tortúrenme,
acuchíllenme y ábranme,
deshecho en pedazos conscientes
frótenme en los combés,
espárzanme en los mares, déjenme
en las ávidas playas de las islas.

En mí ceben todo mi misticismo suyo,
cincelen la sangre de mi alma
y abran, hieran.
Oh, tatuadores de mi corporal imaginación,
amados desolladores de mi sumisión carnal.

Sométanme como se mata perro a patadas,
hagan de mí el pozo para su desprecio de dominadores.

Háganme todas sus víctimas.
Como Cristo sufrió por todos los hombres, quiero sufrir
por todas las víctimas que cayeron bajo sus manos,
sus manos callosas, sangrientas, con dedos cercenados
en salvajes asaltos de amuradas.
Háganme cualquier cosa, como si fuese arrastrado
-oh placer, oh beso de dolor-
arrastrado por caballos que ustedes fustigan ...
Pero esto en el mar, todo esto en el ma-a-a-ar, esto en el
MA-A-A-AR
Eh-eh-eh-eh-eh Eh-eh-eh-eh-eh-eh Eh-EH-EH-EH-EH-EH
EH en el MA A-A-A-AR

Yeh eh-eh-eh-eh-eh Yeh-eh-eh-eh-eh-eh Yeh- eh-eh-eh-eh-eh
eh-eh
Todo grita. Gritan vientos, oleaje, barcos,
mares, gavias, piratas, mi alma , la sangre y el aire, y el aire.
Eh- eh-eh-eh. Yeh- eh-eh-eh-eh-eh. Yeh-eh-eh-eh-eh-eh Todo
canta gritando

FIFTEEN MEN ON THE DEAD MAN'S CHEST.
YO-HO-HO AND A BOTTLE OF RUM !

Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh
Eh-laho-laHO-O-oo-lahá-á ---ááá

AHO-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O ---YYYY...
SCHOONER AHO-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O ---YYYY...

Darby M'Graw-aw-aw-aw-aw-aw
DARBY M'GRAW -AW-AW-AW-AW-AW-AW

FETCH A-A-AFT THE RU-U-U-U-U-U-UM, DARBY!

Eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh-eh!
EH-EH EH-EH-EH-
EH-EH-
EH-EH-
EH-EH-EH!
EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-
EH-EH-!
EH-EH-EH-EH-EH-EH-
EH-EH-EH-EH-EH-EH-!
EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-EH-!

Algo se rompe en mí.
El enardecimiento ha anochecido.
Sentí un exceso: no puedo ya continuar sintiendo.
Se hundió mi alma y dentro de mí sólo quedó un eco.
Decrece notablemente la velocidad del volante.

Salen un poco los sueños en las manos de los ojos.
Dentro de mí sólo hay un vacío, un desierto, un mar
nocturno.
Y al sentir el mar nocturno dentro de mí,
sube de sus lejanías, nace de su silencio
otra vez, otra vez el basto grito antiquísimo,
de repente , como un relámpago de sonido que no es un
estruendo sino ternura,
abarcando súbitamente todo el horizonte marino
húmedo y sombrío, humano, marino y nocturno,
voz de sirena distante llorando, llamando,
que viene del fondo de la Lejanía, del fondo del Mar, del
alma de los Abismos,
y a su tono, como algas, boyan mis sueños desechos...

Ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ---yy ...
Schooner ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ---yy ...

Ah, sobre mi excitación el rocío.
La frescura nocturna en mi océano interior.
He aquí, ante una noche en el mar
llena de enorme misterio humano de las olas nocturnas,
todo está en mí pronto.
La luna sube en el horizonte
y mi infancia feliz despierta en mí, como una lágrima.
Mi pasado resurge como si ese grito marítimo
fuese un aroma, una voz, el eco de una canción
que busca de mi pasado
aquella felicidad que nunca más volveré a tener.

Era en la vieja casa sosegada a la orilla del río ...
(las ventanas de mi cuarto y las del comedor
deban, por encima de una casas bajas, el río cercano,
al Tajo, este mismo Tajo, pero en otro punto, más distante ...
Si yo ahora llegase a la misma ventana no llegaría a la misma Ventana.
Aquel tiempo pasó como el humo de un vapor en altamar ...)

Una inexplicable ternura,
un remordimiento conmovido y lloroso
por todas aquellas víctimas -especialmente los niños-
que imaginé hacer al soñarme un antiguo pirata.
Una emoción conmovida porque fueron mis víctimas;
pero tierna y suave, porque no lo fueron realmente.
Una ternura confusa, como un vidrio empañado, azulado,
canta viejas canciones en mi pobre alma dolorida.

Ah, ¿cómo pude pensar, soñar aquellas cosas?
Que diferente soy de lo que fui hace unos momentos.
Histeria de sensaciones -primero éstas, después sus contrarias.
En la mañana rubia que se levanta como mi olvido
sólo escoge las cosas de acuerdo con esta emoción
-el murmullo de las aguas,
el leve murmullo de las aguas del río al encontrarse con el muelle ...
La vela pasando al otro lado del río,
los montes lejanos, de un azul japonés,
las casas de Almada,
y lo que hay de suavidad y de infancia en la hora matutina ...

Una gaviota pasa
y mi ternura es mayor.

Pero en nada he reparado durante este tiempo.
todo fue una impresión de la piel, como una caricia.
Todo este tiempo no quité la vista de mi sueño lejano,
de mi casa al pie del río,
de mi infancia al pie del río,
de la ventana de mi cuarto que en la noche deba al río
y la paz del lugar esparcida en las aguas ...
Mi vieja tía que me amaba a causa de un hijo que perdió.

Mi vieja tía acostumbraba cantarme para que yo durmiera
(si bien ya era yo un poco grande para eso) ...
Recuerdo y las lágrimas caen sobre mi corazón y lo lavan de la vida,
y se levanta una leve brisa marina dentro de mí.
A veces ella cantaba la "Nao Catrineta":

Allá va la Nao Catrina
sobre las aguas del mar ...

Y otras veces, una melodía muy melancólica y tan medieval,
la "Bella Infanta" ... Recuerdo, y la pobre vieja voz se levanta dentro de mí.
Recuerdo que muy poco la recordé después, y ella que me amaba tanto.
Qué ingrato fui con ella -y finalmente, ¿qué hice yo con la vida?
Era la "Bella Infanta" ... Yo cerraba los ojos y ella cantaba:

Estando la Bella Infanta
en su jardín sentada

Yo habría un poco los ojos y veía la ventana llena de luna
y después cerraba los ojos otra vez, y con esto era feliz.

Estando la Bella Infanta
es su jardín sentada
su peine de oro en la mano
sus cabellos peinaba

Oh, mi pasado de infancia, muñeco que me rompieron.

No poder viajar al pasado, a aquella casa y a aquel cariño,
y siempre quedar allí, siempre contento y siempre niño.

Pero esto fue el pasado -linterna en una esquina de calle vieja
Pensar en esto me da frío, hambre de algo que no puede obtenerse.
Me da remordimiento pensar en esto.
Oh, torbellino lento de sensaciones opuestas,
vértigo suave en el alma por causas confusas.

Furias rotas, ternuras como cordeles con que los nuños brincan,
gran abatimiento de la imaginación en los ojos de los sentidos,
lágrimas, lágrimas inútiles,
suaves brisas de contradicción corriendo la faz del alma ...

Evoco, para salir de esta emoción, por un esfuerzo voluntario,
con un esfuerzo desesperado, marchito, inútil,
la canción del Gran Pirata cuando estaba muriendo:

Fifteen men on the Dead Man's chest.
Yo-ho-ho and a bottle of rum!

Mas la canción es una línea recta mal trazada en mi Interior ...

Me esfuerzo y otra vez logro traer ante mis ojos del alma,
otra vez, pero con una imaginación casi literaria,
la furia de la matanza, de la piratería, el apetito del saqueo que se paladea,
de la carnicería inútil de mujeres y de niños,
de la frívola tortura de los pasajeros pobres hecha por distracción
y de la sensualidad de romper y destruir las cosas más
amadas de los otros,
pero sueño todo esto con mi miedo, como si alguien respirarse
de pronto sobre mi nuca.

Recuerdo que sería interesante
ahorcar a los hijos frente a las madres
(sin querer me siento las madres de ellos),
enterrar vivos en las islas desiertas a los niños de cuatro
años
y llevar a los padres en lanchas hasta allá, para verlos
(me estremezco, y recuerdo un hijo que no tengo
y que está durmiendo tranquilo en casa).

Aguijón de un ansia fría de crímenes marinos,
de una inquisición sin la disculpa de la Fe,
crímenes ni siquiera como razón de ser de la maldad o la furia.
hechos fríamente, ni siquiera por herir o por el mal,
ni siquiera para divertirnos:
apenas para pasar el tiempo
igual que uno pasa el rato en un comedor de provincia
con la servilleta tirada al otro lado de la mesa después de comer,
sólo por el suave gusto de cometer crímenes abominables y
no considerarlos gran cosa,
de ver sufrir hasta la locura y la muerte-por-el-dolor pero
nunca llegar más allá ...
porque mi imaginación rehúsa acompañarme.
Un escalofrío me contrae.
Y de pronto, pero más repentinamente que la otra vez, de
más lejos, de más hondo,
de pronto -oh pavor por todas mis venas-
el frío súbito de la puerta del Misterio que dentro de mí se
abrió y dejó pasar una corriente de aire.
Recuerdo a Dios, lo trascendental de la vida,
y de pronto la vieja voz del marino Jim Barns, con quien hablaba,
convertida en la voz de ternura misteriosa de mi anterior,
de esas pequeñas cosas de rezago de madre y cinta de
cabello de hermana,
pero asombrosamente venida del más allá de la apariencia de las cosas,
la voz sorda y remota convertida en la Voz Total, la voz sin Boca,
venida por fuera y por dentro de la soledad nocturna de los mares,
llama por mí, llama por mí ...

Viene sordamente, como si estuviese sofocada y aún se oyese,
lejanamente, como si estuviese en otro lugar y no la pudiéramos oír,
como un líquido guardado, una luz que se apaga, un aliento silencioso,
de ningún sitio del espacio, ningún lugar en el tiempo,
el grito eterno y nocturno, el soplo hondo y confuso:
Ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó ---yyy ...
Ahó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó --- ---yyy ...
Shooner ah- ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó-ó --- ---yyy ...
Tiemblo por un frío del alma que recorre mi cuerpo.
De pronto abro los ojos, que no tenía cerrados.

Ah, qué placer por fin salir de los sueños.
He aquí de nuevo al mundo real, tan bondadoso para los nervios.
Aquí, en esta hora matutina cuando entran en el puerto los
paquebotes que arriban temprano.

No me importa ya el paquebote que entra: aún está lejos.
Ahora lo que esté cerca me eleva el alma.
Mi imaginación práctica, higiénica, poderosa,
comienza en este momento a ocuparse con las cosas
modernas y útiles,
con los cargueros, con los paquebotes y los pasajeros,
con las modernas cosas inmediatas, potentes, comerciales,
verdaderas.
Modera su giro en mi interior el volante.

Moderna vida marítima.
Todo limpieza, higiene, máquinas.
Todo tan bien arreglado, tan naturalmente ajustado:
las piezas de las máquinas, las naves por los mares,
todos los procesos comerciales de exportación e importación
combinándose perfectamente,
corriendo todo como por leyes naturales,
ninguna cosa chocando con otra.

Nada perdió la poesía. Y están además las máquinas ahora
con su poesía, y también esa nueva vida
sentimental, comercial, intelectual, mundana,
que infundieron las máquinas en las almas.
Como antes, los viajes son bellos,
y un barco siempre será bello sólo por ser un barco.
Viajar todavía es viajar y lo lejos está donde siempre estuvo
-en ninguna parte, gracias a Dios.

Los puertos están llenos con vapores de muchas especies.
Pequeños, grandes, con diferentes disposiciones de vigías,
de tan deliciosamente tantas compañías de navegación.
Vapores diferentes en la destacada separación de losanclamentos.
Tan agradable su garbo estático de cosas comerciales que se
desplazan en el mar,
en el viejo mar siempre homérico, oh Ulises.

La mirada humana de los faros en la distancia de la noche,
y el faro repentinamente cercano en la noche muy obscura
("Qué cerca e la tierra estábamos pasando". Y el sonido del
agua hablándonos al oído) ...

Todo es hoy como siempre, y ahora además hay comercio.
Y el destino comercial de los grandes vapores me envanece de mi época.
La gente a bordo de los barcos de pasajeros
me produce el orgullo de vivir en un tiempo
donde es fácil el mestizaje de las razas
y se transponen espacios para ver todas las cosas,
viviendo con la realidad de los sueños.

Limpios, reglados, modernos como un escritorio con clips en redes de hilo amarillo,
mis sentimientos, comedidos ahora y naturales, como de gentlemen,
son prácticos, ajenos adversarios.
Lleno de aire marino los pulmones,
como gente perfectamente consciente de cómo es saludable
respirar la brisa del mar.

El día ha avanzado ya hasta horas de trabajo.
Comienza todo a moverse, a regularizarse.
Con gran placer natural, directo, repaso con el alma
todas las operaciones comerciales que necesita un embarque de mercancías.
Mi época es el sello que llevan todas las facturas,
y siento que todas las cartas de todos los escritorios
debían estar dirigidas a mí.

Un grado de abordo posee tanta singularidad
y es hermosa como una asignatura de comandante de la nave.
Rigor comercial de principio a fin en las cartas:
Dear Sirs -Messieurs -Amigos y Señores;
Yours faithfully- ...nos salutation empressées ...
Esto es humano y limpio, y por eso es bello,
y su fin es un destino marítimo, un vapor donde embarcan
las mercancías de que trataron las cartas y facturas
Ah, complejidad de la vida. Las facturas son escritas por gente
que vive amores, odios, pasiones políticas, a veces crímenes
-pero son tan cuidadas, tan bien escritas, tan ajenas a esto.

Hay quien mira una factura y no siente esto.
Con seguridad que tú, Cesario Verde, lo sentías.
Yo, hasta las lágrimas lo siento humano.
Vengan a decirme que no hay poesía en el comercio, en los escritorios.
Ahora entra por toda la pie. La respiro con este aire marino.
Pero esto viene con motivo de los vapores, de la navegación moderna.
Pues las facturas y las cartas comerciales son el principio de la historia,
y las naves que llevan las mercancías por el mar eterno son el fin.

Ah, y los viajes, los viajes de recreo o cualquier otros,
los viajes por mar donde somos compañeros
de una manera especial, como si un misterio marino
uniese las almas y nos convirtiera por un momento
en patriotas efímeros de una inconstante patria
que eternamente se desplaza en la inmensidad de las aguas.
Grandes hoteles del Infinito, oh trasatlánticos míos.
Con el cosmopolitismo total, perfecto, de nunca detenerse en un punto
pero conteniendo todas las formas de vestidos, de caras, de razas.

Los viajes, los viajeros -cuánta variedad de ellos,
cuántas nacionalidades sobre el mundo y profesiones, gentes.
Diversos destinos que se dan en la vida,
la vida que en el fondo es siempre la misma.
Cuántas caras raras. Todas las caras son raras
y nada posee tanta religiosidad como mirar mucho ala gente.
La fraternidad no es una idea revolucionaria,
es algo que la gente aprende en su vida diaria, donde tiene que tolerar todo,
y en ocasiones encuentra agrado en los que tiene que tolerar,
y un día acaba por llorar de ternura sobre lo que toleró.

Esto es bello, es humano,
abraza nuestros sentimientos humanos, tan convenientes y burgueses,
tan complicadamente sencillos, tan metafísicamente tristes.
La vida inestable, diversa, acaba por educarnos en lo humano.
Pobre gente, pobre gente toda la gente.

Me separo de esta hora en el cuerpo de esa nave
que ahora va saliendo. Es un tramp-steamer inglés,
muy sucio, como si fuese una nave francesa,
con un aire simpático de proletario de los mares,
y sin duda anunciado ayer en la última página de los periódicos.

Me enternece el pobre vapor, va tan humilde y tan natural.
Parece tener un cierto escrúpulo no sé en qué, ser persona honrada,
muy cumplida en el alguna de tantas especies de deberes.
Allá va dejando el lugar frente al muelle, donde yo estoy.
Allá va tranquilamente, pasando donde las naves estuvieron
en otro tiempo, en otro tiempo ...
¿Hacia Cardiff? ¿Hacia Liverpool? ¿Hacia Londres? No importa.

Él hace su deber. Así nosotros hacemos el nuestro. Hermosa vida.
Buen viaje. Buen viaje.
Buen viaje, mi pobre amigo casual, que me hiciste el favor
de llevar contigo la fiebre y la tristeza de mis sueños,
de restituirme a la vida para verte pasar.
Buen viaje. Buen viaje. Esto es la vida ...

Cuán natural es tu aplomo, inevitablemente matutino,
al salir hoy del puerto de Lisboa.
Siento un curioso cariño, grato, por eso.
¿Por cuál eso? Allá sé lo que es ...Va ...Pasa ...
con un ligero estremecimiento
(T-t--t---t----t-----t ...).
Dentro de mí se detiene el volante.

Pasa, lento vapor, pasa y no permanezcas ...
Pasa de mí, pasa de mi vista,
vete de dentro de mi corazón,
piérdete en la Lejanía, en la Lejanía (bruma de Dios),
piérdete, sigue tu camino y déjame ...
¿Quién soy para que llore o interrogue?
¿Quién soy yo para que te hable y te ame?
¿Quién soy para que me duela mirarte?
Se aleja del muelle, crece el sol, levanta su oro,
brillan los tejados de los edificios del muelle,
todo este lado de la ciudad brilla ...

Parte, déjame,
sé ahora la nave en medio del río, destacada y nítida,
después la nave saliendo el puerto, pequeña y cercana,
después el vago punto en el horizonte -oh angustia mía-,
un punto cada vez más vago en el horizonte ....
después nada, y sólo yo mi tristeza,
y la gran ciudad ahora llena de sol
y la hora real y desnuda como un muelle ya si naves,
y el giro lento del guindaste que, como un compás que gira,
traza un semicírculo de no sé qué emoción
en el silencio conmovido de mi alma ...
http://elbatiscaforojo.blogspot.com.es/ ... ampos.html
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 06 Ene 2018, 20:12

Alberto Caeiro
XLVII - Num dia excessivamente nítido



Num dia excessivamente nítido,

Dia em que dava a vontade de ter trabalhado muito

Para nele não trabalhar nada,

Entrevi, como uma estrada por entre as árvores,

O que talvez seja o Grande Segredo,

Aquele Grande Mistério de que os poetas falsos falam.



Vi que não há Natureza,

Que Natureza não existe,

Que há montes, vales, planícies,

Que há árvores, flores, ervas,

Que há rios e pedras,

Mas que não há um todo a que isso pertença,

Que um conjunto real e verdadeiro

É uma doença das nossas ideias.



A Natureza é partes sem um todo.

Isto e talvez o tal mistério de que falam.



Foi isto o que sem pensar nem parar,

Acertei que devia ser a verdade

Que todos andam a achar e que não acham,

E que só eu, porque a não fui achar, achei.


Dos poemas de Alberto Caeiro

POEMA XLVII

Un día excesivamente nítido,
día en que daban ganas de haber trabajado mucho
para no trabajar nada,
entreví, como un camino entre los árboles,
lo que tal vez sea el Gran Secreto,
aquel Gran Misterio de que los poetas falsos hablan.

Vi que no hay naturaleza
que naturaleza no existe,
que hay montes, valles, llanuras,
que hay árboles, flores, hierbas,
que hay rios y piedras,
pero que no hay un todo a que eso pertenezca,
que un conjunto real y verdadero
es una enfermedad de nuestras ideas.
La Naturaleza es partes sin un todo.
Esto es tal vez el misterio de que hablan.

Fue esto lo que sin pensar ni parar
acerté que debía ser la verdad
que todos andan buscando y que no encuentran,
y que sólo yo, porque no fui a buscarla, encontré.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 15 Jul 2019, 15:59

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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 28 Ene 2020, 18:27

Da mais alta janela da minha casa
XLVIII



Da mais alta janela da minha casa

Com um lenço branco digo adeus

Aos meus versos que partem para a humanidade



E não estou alegre nem triste.

Esse é o destino dos versos.

Escrevi-os e devo mostrá-los a todos

Porque não posso fazer o contrário

Como a flor não pode esconder a cor,

Nem o rio esconder que corre,

Nem a árvore esconder que dá fruto.



Ei-los que vão já longe como que na diligência

E eu sem querer sinto pena

Como uma dor no corpo.



Quem sabe quem os lerá?

Quem sabe a que mãos irão?



Flor, colheu-me o meu destino para os olhos.

Árvore, arrancaram-me os frutos para as bocas.

Rio, o destino da minha água era não ficar em mim.

Submeto-me e sinto-me quase alegre,

Quase alegre como quem se cansa de estar triste.



Ide, ide, de mim!

Passa a árvore e fica dispersa pela Natureza.

Murcha a flor e o seu pó dura sempre.

Corre o rio e entra no mar e a sua água é sempre a que foi sua.



Passo e fico, como o Universo.

s.d.
“O Guardador de Rebanhos”.


De la más alta ventana de mi casa
Con un pañuelo blanco digo adiós
A mis versos que parten para la humanidad

Y no estoy ni alegre ni triste.
Ese es el destino de los versos.
Los escribí y a todos debo mostrárselos
Porque no puedo hacer lo contrario
Como la flor no puede esconder su color,
Ni el río esconder que corre,
Ni el árbol esconder que da frutos.

Ellos ya van lejos como si fueran en una diligencia
Y yo sin querer siento pena
Como un dolor en el cuerpo

¿Quién sabe quién los leerá?
¿Quién sabe a qué manos irán a parar?

Flores, mi destino recoge para ojos.
De árboles se arrancan frutos para bocas.
Río, el destino de mi agua no era permanecer en mí.
Me someto y me siento casi alegre,
Casi alegre, como quien se cansa de estar triste.

¡Vayan, vayan, váyanse de mí!
Pasa el árbol y queda dispero por la Naturaleza.
Se marchita la flor y su polvo dura siempre.
Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la que fue suya.

Paso y quedo, como el Universo.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

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Re: Pessoanas

por Hay_sinla » 09 Abr 2021, 16:10

Alberto Caeiro
Poema XLIX

Me meto para dentro y cierro la ventana.
Traen el quinqué y dan las buenas noches,
y mi voz contenta da las buenas noches.
Ojalá mi vida sea siempre esto:
el día lleno de sol, o suave de lluvia,
o tempestuoso como si se acabase el mundo,
la tarde suave y las cuadrillas que pasan
miradas con interés desde la ventana,
la última mirada amiga al sosiego de los árboles]
y después, cerrada la ventana, el quinqué encendido]
sin leer nada, ni pensar en nada ni dormir,]
sentir la vida correr por mí como un río por su lecho]
y ahí afuera un gran silencio como un dios que duerme.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

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Fecha actual 16 Abr 2024, 06:42