Mi exclusiva jurisdicción
La vida al margen del deporte (la hay)

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iNsTaNte_aLepH
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por iNsTaNte_aLepH » 20 Sep 2008, 03:23

Una de las primeras drogas que se conocen es el opio, que se extrae de una variedad de amapola y que sometido a determinado proceso se lo utiliza como producto para fumar. El veneno tebaico lo llama Rubén Darío, el autor de "Cantos de vida y esperanza", fue introducido a gran escala en Europa en el siglo XVIII por Inglaterra desde sus colonias en China. Son los artistas románticos quienes comienzan a experimentar con el opio en la literatura. Coleridge, poeta romántico inglés al parecer comenzó a consumir a partir de los ocho años y lo hizo durante toda su vida. También lo hicieron otros poetas como Byron, Shelley, Keats y novelistas como Walter Scott y filósofos como Thomas De Quincey.

de http://www.rionegro.com.ar/diario/2007/ ... c18s07.php
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Mickey y Mallory Knox
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por Mickey y Mallory Knox » 20 Sep 2008, 03:28

Aquí uno que ha experimentado con brebajes alcoholicos y que busca un sitio para terminar de colocarse. Sé que no le va la marihuana, peró no le molestará el humo, no?

Benditas noche cuando se es diablo.
Última edición por Mickey y Mallory Knox el 20 Sep 2008, 03:42, editado 1 vez en total.
[img]http://musicalstewdaily.files.wordpress.com/2008/08/jeff_buckley.jpg[/img]

iNsTaNte_aLepH
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por iNsTaNte_aLepH » 20 Sep 2008, 03:30

Mickey y Mallory Knox escribió:Aquí uno que ha experimentado con brabajes alcoholicos y que busca un sitio para terminar de colocarse. Sé que no le va la marihuana, peró no le molestará el humo, no?

Benditas noche cuando se es diablo.


Esto es como la vieja y acojedora posada en una lluviosa y fría noche de infierno, adelante, calientese al fuego del "hogar" (llamando hogar a los placeres de la vida).

PD: No es que no me guste, es que me gusta más lo otro, no más.
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iNsTaNte_aLepH
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por iNsTaNte_aLepH » 20 Sep 2008, 03:34

¡Adormideras! Feliz neblina, humo de opio que ama la china.

¡Coca! A tu arcana norma energética rimo estas prosas de apologética.

¡Verdes venenos! ¡Yerbas letales de Paraísos Artificiales! A todos vence la marihuana que da la ciencia del ramayana ¡Oh marihuana!, verde neumónica; Cannabis índica et babilónica. Abres el sésamo de la alegría, Cáñamo verde, kif de Turquía. Yerba del Viejo de la Montaña, el Santo Oficio te halló en España. Yerba que inicias a los faquires, llena de goces y Dies Ires. Verde esmeralda –loa el poeta Persa- tu verde vistió el profeta! (Kif –yerba verde del persa- es al achisino bhang bengalés. Charas que fuma sobre el diván entre odaliscas el gran sultán.) Se apagó el fuego de mi cachimba, y no consigo ver una letra. Mientras enciendo –tarumba y timba, tumba y taramba- ponga una &.


LA PIPA DE KIF, de Ramón del Valle Inclán
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Mickey y Mallory Knox
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por Mickey y Mallory Knox » 20 Sep 2008, 03:51

Conseguido! y no abro un post para demostrarlo. No estoy en la onda (honda)

P.d. Esto será porque no ha encontrado la suya. Aunque reconozco que el olor de lo syuo es embriagador.

Tres pasos. Luz fuera. dos pasos izquierda, luz fuera. Diez pasos adelante y ocho a la derecha. Lavado de dientes. Meada. Cinco pasos y uno a la derecha. Omito lo de desnudarme y tal. Durmiendo. (me voy a al cama.)

Aguante los buenos sitios.
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 21 Sep 2008, 13:27

Mickey y Mallory Knox escribió:Conseguido! y no abro un post para demostrarlo. No estoy en la onda (honda)

P.d. Esto será porque no ha encontrado la suya. Aunque reconozco que el olor de lo syuo es embriagador.

Tres pasos. Luz fuera. dos pasos izquierda, luz fuera. Diez pasos adelante y ocho a la derecha. Lavado de dientes. Meada. Cinco pasos y uno a la derecha. Omito lo de desnudarme y tal. Durmiendo. (me voy a al cama.)

Aguante los buenos sitios.

Enhorabuena :) :D

HASCHISCH
Arabia: - tierra altiva
Sólo del sol y del harem cautiva.
Cuando la infame Tierra abre su seno
Al árabe, engendrado
De ardiente arena y sol enamorado,
Y el seno, de miserias viles lleno,
Fango sangriento al árabe ha mostrado,
Lo eterno anhela, el árabe suspira,
Los ojos cierra a la verdad, y llora
Dulce llanto de amor a la mentira,
Y el alma ardiente de la tierra mora
Duerme para vivir, pues - viva - la ira
En su pecho más loca se levanta
Que la idea de amor en sus mujeres
Y el canto de pasión en su garganta.
¡Amor de mujer árabe! - La ardiente
Sed del mismo Don Juan se apagaría
En un árabe amor, en una frente
De que el negro cabello se desvía,
¡Como que ansia de amor eterno siente,
Y a saciarnos de amor nos desafía!
¡Oh! viven en aquellas
Magníficas doncellas,
Las trovas no escuchadas,
Las horas no sentidas,
Y lágrimas de amor aún no lloradas,
Y fuentes de hondo amor aún no sabidas;
En ellas, las huríes,
Por cada rayo de su sol un beso
Con sabor de azahar y de alelíes;
- ¡Y en ellas, lo imposible
De una hoguera de luz nunca extinguible!
La vida es el amor - donde la tierra
Por los solares besos fecundada,
Pensiles ha por hijos, en que encierra
La fragancia y la luz de una alborada;
- La vida es el amor - donde de amores
Del tibio sol y arábigas arenas,
Hasta el desierto mismo nacen flores
Con palmas leves de murmullo llenas; -
Y allí donde si el sol desapareciera
Del beso de una hurí renacería,
Prendida dejo el alma pasajera
Y la vida es amor: - ¡Oh! ¡quién pudiera
De una mora el amor gozar un día!
No es estatua de lánguida figura
El alma de un poeta:
Es un sol de dolor: alma sin cura
De universal enfermedad secreta: -
En sí tiene el hervor, en sí esta fiera
Ansia que en beso incomparable invoca
Que, dado en una vez, arda en su boca
Mas allá de las horas en que muera: -
¡Oh! ¡Pobre alma dormida
Sin este beso eterno sacudida!
Una árabe que besa,
Es labio de mujer, donde nos cumple
La eternidad al fin una promesa: -
¡Oh! si mis labios pálidos rozara una arábiga boca, donde arde
Cuando se imprime, el fuego del Sahara,
Mientras no es ida, el fuego de la tarde: -
Si esta mejilla sin color,- hundida
Al espantoso beso
Que con los huesos de su boca, impreso
En cara y corazón deja la vida,-
Si este espíritu luce enamorado
Del armónico amor, en mí sintiera
Ese beso de una árabe, engendrado
Al fecundo calor de una quimera; -
Si el alma de una mora, al hierro impío
Del tiránico afán encadenada,
Viniera a calentar el pecho mío,
Y dejara en mi boca fatigada
Un beso como el fuego del Estío
Largo como el dolor de esta jornada,-
Yo no sé qué dulcísima ternura
Este árido cerebro llenaría:
Yo no sé qué colores esta oscura
Virgen de mi alma casta vestiría;
Qué luz como esta luz - ¡oh, qué ventura
De una mora el amor gozar un día!
Chimenea encendida
Al frío corporal vuelve la vida:
¡También de un beso al fuego,
El muerto de vivir, renace luego!
Nadie sabe el secreto misterioso
De un beso de mujer: yo lo he sabido
En un arrobamiento luminoso
Extra-tierra, extra-humano, extra-vivido.
Cuando todo lo férvido dormita,
Cuando todo lo imbécil gigantea,
Cuando la languidez sólo se agita
Y por nuestra alma mísera pasea,-
Hay algo más hermoso que una noche
De Enero de mi patria en las llanuras; -
Más dulce que un dulcísimo reproche
Lleno de confusión y de locuras,
Con que un trémulo labio
Culpa y perdona su amoroso agravio; -
¡Hay algo como en sueños
Nos pareció escuchar, algo que ha sido
Verdad, aunque fue sueño, porque deja
Partida la verdad, cierto el sonido.-
Un rayo que refleja
Muy suave claridad,- una dulzura
Que todos nuestros átomos orea,
Y una especie de aroma de ternura
Que sobre nuestros labios titubea! -
¡Un beso de mujer! - Pues, ¿cómo ha sido?
Todo lo venturoso ha renacido,
La redención espléndida amanece,
Esénciase el cadáver, y en el punto
Hermano siglo y siglo de un difunto,
¡O me engaño - ¡oh ventura! - o me parece
Que do el difunto fue, la yerba crece!
¡Un beso de mujer! - Yo lo he sabido
En un muy dulce instante extra-vivido.-
El árabe, si llora,
Al fantástico haschisch consuelo implora.
El haschisch es la planta misteriosa,
Fantástica poetisa de la tierra:
Sabe las sombras de una noche hermosa
Y canta y pinta cuanto en ella encierra.-
El ido trovador toma su lira:
El árabe indolente haschisch aspira.
Y el árabe hace bien, porque esta planta
Se aspira, aroma, narcotiza, y canta.
Y el moro está dormido,
Y el haschisch va cantando,
Y el sueno va dejando,
Armonías celestes en su oído.
Muchos cielos ha el árabe, y en todos,
En todos hay amor,- pues sin amores,
¿Qué azul diafanidad tuviera un cielo?
¿Qué espléndido color las tristes flores?
Y el buen haschisch lo sabe,
Y no entona jamás cántico grave.
Fiesta hace en el cerebro,
Despierta en él imágenes galanas;
El pinta de un arroyo el blando quiebro,
El conoce el cantar de las mañanas,
Y esta arábiga planta trovadora
No gime, no entristece, nunca llora;
Sabe el misterio del azul del cielo,
Sabe el murmullo del inquieto río,
Sabe estrellas y luz, sabe consuelo,
¡Sabe la eternidad, corazón mío!
El árabe es un sabio:
Cobra a la tierra el terrenal agravio.
Y en tanto,- el encendido
Vigor de este mi espíritu potente,
Me quema en mí y esclavo y oprimido
Tormenta rompe en la rebelde frente: -
Y en tanto - de mi espíritu el deseo
De aquello lo invisible se enamora.
Y se abrasa en mí mismo, y ¡me devora
Buitre a la vez que altivo Prometeo! -
¡Amor de mujer árabe! despierta
Esta mi cárcel miserable muerta:
Tu frente por sobre mi frente loca:
¡Oh beso de mujer, llama a mi puerta!
¡Haschisch de mi dolor, ven a mi boca!
José Martí
México, marzo.
Publicada en la Revista Universal, México, 18 de abril de 1875.
Ya va tomando el camino su arambol.
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kortxopan
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Re: Mi exclusiva jurisdicción

por kortxopan » 21 Sep 2008, 16:38

iNsTaNte_aLepH escribió:“De la piel para adentro comienza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país”
Anónimo contemporáneo.

Recogido por Antonio Escohotado.


Ese anónimo viviría en el polo para huir de humos y demás...
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 21 Sep 2008, 16:55

los efectos de los alucinógenos no son siempre placenteros y agradables. Para que la experiencia psicodélica sea asimilada por el individuo, en sentido positivo, requiere cierta preparación o predisposición psicológica, una actitud previa segura, serena y contemplativo, y el marco de una comunicación grupal. Por ello, si la ingestión de LSD o de cualquier otra droga visionaria no se hace en condiciones adecuadas, la excursión psíquica puede ser muy angustiosa. En este sentido, es cierto que en algunos casos pudieron apreciarse síntomas de especificidad psiquiátrica, como resultado del empleo del fármaco: cuadros alucinatorios-paranoides, más o menos intensos, consecuencia de la confusión mental y de la angustia producida por un cuelgue de ácido en jóvenes poco avezados o de un mal viaje. Esos cuadros, aunque espectaculares, según el psiquiatra González Duro, solían desaparecer en pocos días y, "a veces, sin tratamiento específico". Era evidente que el LSD no podía enloquecer a nadie que previamente no estuviera ya loco.
A pesar de este hecho, algunos psiquiatras pretendieron legitimar científicamente la prohibición que pesaba sobre el psicofármaco. La intervención de supuestos expertos como el catedrático Luis Rojas Ballesteros no vino sino a reafirmar la tesis de que la dietilamida de ácido lisérgico estaba prohibida, no tanto por atentar contra el interés de la salud pública, sino más bien en aras de la moral social imperante, ya que podía inducir a la negación de los principios de actividad, trabajo productivo, utilidad social y rentabilidad económica, es decir, porque atentaba directamente contra los pilares básicos del orden social establecido.
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iNsTaNte_aLepH
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por iNsTaNte_aLepH » 21 Sep 2008, 21:51

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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 21 Sep 2008, 22:25

Un relato de Arrabal
KETAMINA VELOZ

El inmaculado camillero ¡tan parecido a Anelka! me llevó jovial hacia el quirófano, en andas y volandas, a bordo de un alto moisés protegido por gruesos barrotes cromados y relucientes. Mi guía iba vestido de verde limón, como el color de las sábanas que me acunaban, y de la esperanza. Para conducirme se había tocado con un gorro de ducha transparente que hacía juego con su cubrebocas. ¡Qué recorrido tan delicioso! ¿Como el primer circuito turístico que los griegos nombraron ‘teórico’? Para los atenienses la meditación era la teoría (‘theôria’) que oponían a la práctica (‘praxis’). Yo también durante el itinerario hacia la sala de operaciones medité, ¿con un júbilo parecido al que experimentó el primer ser humano la primera vez? Pero en plena teoría la ‘praxis’ llevó a mi mente tórridas escenas pornográficas, cuando hubiera debido pensar en las postrimerías.

A menudo, jugando al ajedrez, me canturreo reiterativamente un estribillo que nada tiene que ver con la partida; esta vez me repetía dos versos del poeta-editor y ¡también camillero! Raúl Herrero: "prolongas mis convulsiones/vernáculo, tabernáculo". Guiado por "mi anelka" la subida en ascensor, idealizada por mi forzosa inmovilidad, se transformó en levitación. Me habían ataviado, antes de iniciarse la travesía clínica, con una batita casi sin mangas, corta y amarilla. ¿Como vestían los griegos a los enfermos que llevaban de excursión al templo de Esculapio el dios curalotodo? Mi atuendo, como casi todo en este hospital parisiense, llevaba impreso "Assistance Publique" (es decir la antigua Inclusa). En verdad me sentía tan dichoso como el inclusero mimado por las gigantescas manazas -para él- de la hermanita de la caridad. Mi automedonte me condujo por varios pasillos de verbena cristalina e insonorizada. Me embriagaba el perfume pero no conseguía identificarlo. ¿Era un aderezo etéreo de alcohol, alcanfor, jengibre y éter? El ‘coloso’ y también bienaventurado ‘pánico’, por fin, antes de desaparecer me instaló en un alveolo célico con una claraboya radiante a dos metros de mis ojos. Aun sin poder andar recé "la oración peripatética a un dios ateo" que horas antes me había compuesto Jodorowsky. Instalado en la empinada cuna de limbo -¿o era el vientre de mi madre?- no sentí ninguna ansiedad. En semejante antesala de sangre y bisturís, ¿podía nacer aquella inexplicable euforia?

Sin embargo, las dos veces que viví intervenciones cirujanas parecidas ¡cómo me habían acongojado el dolor y la angustia! Los tres episodios respetaron el ciclo de los veintitrés años, pero ¿por qué este tercer acto era tan opuesto a los dos precedentes? Para obedecer al rito nacional tuve que dirigirme al público teatral madrileño tres días antes de la intervención quirúrgica. La Pasión, que había visto representada brillantemente me había conmocionado. Pero durante aquellos instantes, solo en escena y con la obligación de hablar a una muchedumbre invisible y desconocida, vislumbraba imágenes de lo que barruntaba como mi inmediata pasión y posible muerte en un hospital francés ¡el primer día de la Semana Santa! No obstante súbita y misteriosamente, en estado hipnótico, me oí concluir las breves palabras refiriéndome a... ¡mi resurrección!

Durante la larga operación no tuve ninguna de las pesadillas que me aterraron hace veintitrés y cuarenta y seis años. Algunas de las cuales las he contado al pie de la letra en obras como "Los dos verdugos".

Mientras me operaban, en sueños, realicé un periplo divino. Un vehículo deslumbrante me llevó a una velocidad vertiginosa. Recorrí laberintos y selvas exponenciales centuplicándose instantáneamente, galaxias con planetas trapecistas, túneles radiantes entre abismos oceánicos que subían al cielo. No me daba tiempo para verlo todo, pues todo desfilaba rapidísimamente. Flores gigantescas y microscópicas reían a lágrima viva, piedras preciosas y espejos de goma daban saltos por la luna, caleidoscopios con cuernos de rinocerontes se abrían a mí acogedores cuando iba a estrellarme contra ellos. Surgían voces como si conversaran cerca de mí ángeles humanos. Un estruendo sorprendentemente armónico interpretaba la sinfonía del Edén. Lis en otro vehículo (¿encima de mí o debajo? ¿detrás o al lado? ¿cruzándome diagonalmente o cayendo perpendicular desde lo alto?) me siguió un segundo y nos alejamos irremediablemente. Pero sabía que más tarde nos encontraríamos, felices. Samuel vino a bordo de una vaca meteórica. Me explicó algo tranquilamente, pero dada la velocidad sólo oía palabras sueltas. A Lélia, corriendo vertiginosamente a caballo de Freud, tampoco conseguía poder dirigirme a ella. Mi padre como el rayo supersónico salió del pasillo de la muerte del Penal del Hacho. Sabía que íbamos a besarnos en el fondo del firmamento entre cataratas de arena. Desternillándose Didier Khan y Kundera pasaban como bólidos. La nonagenaria volaba a bordo de un cohete supersónico gracias a su perfusión de oxígeno en la nariz. Mientras a ella y a sus tres biznietos la despojaban de su fortuna reía seráficamente convertida en "pobre de solemnidad". Los patafísicos coreaban "bienaventurados los pobres" en un eco que se podía masticar. Yo mismo desaparecía y aparecía irreconocible para mí mismo. Dios me tragaba y me proyectaba. Me sacó de mi supersónico vehículo para colocarme en la palma de Su mano. Sentía que iba a ocurrir algo aún más prodigioso cuando...

...una voz me susurró dulcemente: "Monsieur Arrabal, comment allez-vous?". Reconocí a la anestesista... y tomé tierra. El periplo de iniciación (la ‘theôria’) sólo acababa de comenzar. ¡Qué felicidad!
Publicado por No Gabinete de Prensa de Ediciones Amargord
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Re: Mi exclusiva jurisdicción

por iNsTaNte_aLepH » 22 Sep 2008, 16:44

kortxopan escribió:
iNsTaNte_aLepH escribió:“De la piel para adentro comienza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país”
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No entiendo del todo que quieres decir.
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askeado
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por askeado » 22 Sep 2008, 16:47

Jodó con Arrabal. Yo cuendo he tomado ketamina no ha sido para tanto. Que suerte tienen algunos y/o que bien cuentan las cosas que parecen mucho más de lo que son.
[quote="KINDJE"][i]askeado[/i] es una abreviatura de [i]te has quedado[/i]... conmigo.[/quote]

[img]http://s3.subirimagenes.com/fotos/previo/thump_2593508akerrak.jpg[/img]

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KINDJE
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por KINDJE » 22 Sep 2008, 16:58

askeado escribió:Jodó con Arrabal. Yo cuendo he tomado ketamina no ha sido para tanto. Que suerte tienen algunos y/o que bien cuentan las cosas que parecen mucho más de lo que son.


El milenarismo va a llegarrrrr...
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por iNsTaNte_aLepH » 23 Sep 2008, 23:33

Desde la puerta me dirigí a una especie de pérgola cubierta en parte por un rosal trepador y en parte por listones de una pulgada de ancho, con media pulgada de espacio entre ellos. Brillaba el sol y las sombras de los listones formaban un dibujo de cebra en el piso y en el asiento y el respaldo de la silla de jardín que se hallaba al fondo de la pérgola. Esta silla... ¿La olvidaré alguna vez? Allí donde las sombras caían sobre la lona de la tapicería, las franjas de un añíl a la vez profundo y brillante alternaban con otras de una incandescencia tan intensa que era dificil creer que no estuvieran hechas de fuego azul. Durante un lapso que pareció inmensamente largo, miré sin saber, incluso sin desear saber, lo que tenía delante. En cualquier otro momento hubiera visto una silla con alternadas franjas de luz y de sombra. Hoy, el precepto se había tragado al concepto. Yo estaba tan completamente absorbido por el mirar, tan fulminado por lo que realmente veía, que no podía darme cuenta de ninguna otra cosa. Muebles de jardín, listones, luz solar, sombras... Todas estas cosas no eran mas que nombres y nociones, meras verbalizaciones, para propósitos utilitarios y científicos, después del suceso.

Aldous Huxley, Las puertas de la percepción. Páginas 55-56
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 24 Sep 2008, 09:01

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por iNsTaNte_aLepH » 25 Sep 2008, 00:20

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Cactus del que se extrae la mescalina.
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 25 Sep 2008, 09:33

Albert Hofmann cuenta cómo descubrió los efectos del LSD:

Todos los fructíferos trabajos, aquí sólo brevemente reseñados, que surgieron a partir de la solución del problema de la ergotoxina, de todos modos no me hicieron olvidar por completo la sustancia LSD-25. Un extraño presentimiento de que esta sustancia podría poseer otras cualidades que las comprobadas en la primera investigación me motivaron a volver a producir LSD-25 cinco años después de su primera síntesis para enviarlo nuevamente a la sección farmacológica a fin de que se realizara una comprobación ampliada. Esto era inusual, porque las sustancias de ensayo normalmente se excluían definitivamente del programa de investigaciones si no se evaluaban como interesantes en la sección farmacológica.

En la primavera de 1943, pues, repetí la síntesis de LSD-25. Igual que la primera vez, se trataba sólo de la obtención de unas décimas de gramo de este compuesto.

En la fase final de la síntesis, al purificar y cristalizar la diamida del ácido lisérgico en forma de tartrato me perturbaron en mi trabajo unas sensaciones muy extrañas. Extraigo la descripción de este incidente del informe que le envié entonces al profesor Stoll:

El viernes pasado, 16 de abril de 1943, tuve que interrumpir a media tarde mi trabajo en el laboratorio y marcharme a casa, pues me asaltó una extraña intranquilidad acompañada de una ligera sensación de mareo. En casa me acosté y caí en un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció.

La manera y el curso de estas apariciones misteriosas me hicieron sospechar una acción tóxica externa, y supuse que tenía que ver con la sustancia con la que acababa de trabajar, el tartrato de la dietilamida del ácido lisérgico. En verdad no lograba imaginarme cómo podría haber resorbido algo de esta sustancia, dado que estaba acostumbrado a trabajar con minuciosa pulcritud, pues era conocida la toxicidad de las sustancias del cornezuelo. Pero quizás un poco de la solución de LSD había tocado de todos modos la punta de mis dedos al recristalizarla, y un mínimo de sustancia había sido reabsorbida por la piel. Si la causa del incidente había sido el LSD, debía tratarse de una sustancia que ya en cantidades mínimas era muy activa. Para ir al fondo de la cuestión me decidí por el autoensayo. Quería ser prudente, por lo cual comencé la serie de ensayos en proyecto con la dosis más pequeña de la que, comparada con la eficacia de los alcaloides de cornezuelo conocidos, podía esperarse aún algún efecto, a saber, con 0,25 mg
(mg = miligramos = milésimas de gramo) de tartrato de dietilamida de ácido lisérgico.

Autoensayos:
19.IV /16.20: toma de 0,5 cm3 de una solución acuosa al 1/2 por mil de solución de tartrato de dietilamida peroral. Disuelta en unos 10 cm3 de agua, insípida.
17.00: comienzo del mareo, sensación de miedo. Perturbaciones en la visión. Parálisis con risa compulsiva.
Añadido el 21.IV: Con velomotor a casa. Desde las 18 hs: hasta aproximadamente las 20 hs.: punto más grave de la crisis (cf. informe especial).
Escribir las últimas palabras me costó un ingente esfuerzo. Ya ahora sabía perfectamente que el LSD había sido la causa de la extraña experiencia del viernes anterior, pues los cambios de sensaciones y vivencias eran del mismo tipo que entonces, sólo que mucho más profundos. Ya me costaba muchísimo hablar claramente, y le pedí a mi laborante, que estaba enterada del autoensayo, que me acompañara a casa. En el viaje en bicicleta -en aquel momento no podía conseguirse un coche; en la época de posguerra los automóviles estaban reservados a unos pocos privilegiados- mi estado adoptó unas formas amenazadoras. Todo se tambaleaba en mi campo visual, y estaba distorsionado como en un espejo alabeado. También tuve la sensación de que la bicicleta no se movía. Luego mi asistente me dijo que habíamos viajado muy deprisa. Pese a todo llegué a casa sano y salvo y con un último esfuerzo le pedí a mi acompañante que llamara a nuestro médico de cabecera y les pidiera leche a los vecinos.


A pesar de mi estado de confusión embriagada, por momentos podía pensar clara y objetivamente:
leche como desintoxicante no específico.

El mareo y la sensación de desmayo de a ratos se volvieron tan fuertes, que ya no podía mantenerme en pie y tuve que acostarme en un sofá. Mi entorno se había transformado ahora de modo aterrador. Todo lo que había en la habitación estaba girando, y los objetos y muebles familiares adoptaron formas grotescas y generalmente amenazadoras. Se movían sin cesar, como animados, llenos de un desasosiego interior. Apenas reconocí a la vecina que me trajo leche -en el curso de la noche bebí más de dos litros-. No era ya la señora R., sino una bruja malvada y artera con una mueca de colores. Pero aún peores que estas mudanzas del mundo exterior eran los cambios que sentía en mí mismo, en mi íntima naturaleza. Todos los esfuerzos de mi voluntad de detener el derrumbe del mundo externo y la disolución de mi yo parecían infructuosos. En mí había penetrado un demonio y se había apoderado de mi cuerpo, mis sentidos y el alma. Me levanté y grité para liberarme de él, pero luego volví a hundirme impotente en el sofá. La sustancia con la que había querido experimentar me había vencido. Ella era el demonio que triunfaba haciendo escarnio de mi voluntad. Me cogió un miedo terrible de haber enloquecido. Me había metido en otro mundo, en otro cuarto con otro tiempo. Mi cuerpo me parecía insensible, sin vida, extraño. ¿Estaba muriendo? ¿Era el tránsito? Por momentos creía estar fuera de mi cuerpo y reconocía claramente, como un observador externo, toda la tragedia de mi situación. Morir sin despedirme de mi familia. ..mi mujer había
viajado ese día con nuestros tres hijos a visitar a sus padres en Lucerna. ¿Entendería alguna vez que yo no había actuado irreflexiva, irresponsablemente, sino que había experimentado con suma prudencia y que de ningún modo podía preverse semejante desenlace?
No sólo el hecho de que una familia joven iba a perder prematuramente a su padre, sino también la idea de tener que interrumpir antes de tiempo mi labor de investigador, que tanto me significaba, en medio de un desarrollo fructífero, promisorio e incompleto, aumentaban mi miedo y mi desesperación. Llena de amarga ironía se entrecruzaba la reflexión de que era esta dietilamida del ácido lisérgico que yo había puesto en el mundo la que ahora me obligaba a abandonarlo prematuramente.

Cuando llegó el médico yo había superado el punto más alto de la crisis. Mi laborante le explicó mi autoensayo, pues yo mismo aún no estaba en condiciones de formular una oración coherente. Después de haber intentado señalarle mi estado físico presuntamente amenazado de muerte, el médico meneó desconcertado la cabeza, porque fuera de unas pupilas muy dilatadas no pudo comprobar síntomas anormales. El pulso, la presión sanguínea y la respiración eran normales. Por eso tampoco me suministró medicamentos, me llevó al dormitorio y se quedó observándome al lado de la cama. Lentamente volvía yo ahora de un mundo ingentemente extraño a mi realidad cotidiana familiar. El susto fue cediendo y dio paso a una sensación de felicidad y agradecimiento crecientes a medida que retornaban un sentir y pensar normales y creía la certeza de que había escapado definitivamente del peligro de la locura.

Ahora comencé a gozar poco a poco del inaudito juego de colores y formas que se prolongaba tras mis ojos cerrados. Me penetraban unas formaciones coloridas, fantásticas, que cambiaban como un calidoscopio, en círculos y espirales que se abrían y volvían a cerrarse, chisporroteando en fontanas de colores, reordenándose y entrecruzándose en un flujo incesante. Lo más extraño era que todas las percepciones acústicas, como el ruido de un picaporte o un automóvil que pasaba, se transformaban en sensaciones
ópticas. Cada sonido generaba su correspondiente imagen en forma y color, una imagen viva y cambiante.

A la noche regresó mi esposa de Lucerna. Se le había comunicado por teléfono que yo había sufrido un misterioso colapso. Dejó a nuestros hijos con los abuelos. En el interín me había recuperado al punto de poder contarle lo sucedido.

Luego me dormí exhausto y desperté a la mañana siguiente reanimado y con la cabeza despejada, aunque físicamente aún un poco cansado. Me recorrió una sensación de bienestar y nueva vida. El desayuno tenía un sabor buenísimo. un verdadero goce.

Cuando más tarde salí al jardín, en el que ahora, después de una lluvia primaveral, brillaba el sol, todo centelleaba y refulgía en una luz viva. El mundo parecía recién creado. Todos mis sentidos vibraban en un estado de máxima sensibilidad que se mantuvo todo el día.

Este autoensayo mostró que el LSD-25 era una sustancia psicoactiva con propiedades extraordinarias. Que yo sepa, no se conocía aún ninguna sustancia que con una dosis tan baja provocara efectos psíquicos tan profundos y generara cambios tan dramáticos en la experiencia del mundo externo e interno y en la conciencia humana.

Me parecía asimismo muy importante el hecho de que pudiera recordar todos los detalles de lo vivenciado en el delirio del LSD. La única explicación posible era que, pese a la perturbación intensa de la imagen normal del mundo, la conciencia capaz de registrar no se anulaba ni siquiera en el punto culminante de la experiencia del LSD. Además, durante todo el tiempo del ensayo había sido consciente de estar en medio del experimento, sin que, sin embargo, hubiera podido espantar el mundo del LSD a partir del reconocimiento de mi situación y por más que esforzara mi voluntad. Lo vivía, en su realidad terrorífica, como totalmente real, aterradora, porque la imagen de la otra, la familiar realidad cotidiana, había sido plenamente conservada en la conciencia.

Lo que también me sorprendió fue la propiedad del LSD de provocar un estado de embriaguez tan abarcador e intenso sin dejar resaca. Al contrario: al día siguiente me sentí -como lo he descrito- en una excelente disposición física y psíquica. Era consciente de que la nueva sustancia activa LSD, con semejantes propiedades, tenía que ser útil en farmacología, en neurología y sobre todo en psiquiatría, y despertar el interés de los especialistas. Pero lo que no podía imaginarme entonces era que la nueva sustancia se usaría fuera del campo de la medicina, como estupefaciente en la escena de las drogas. Como en mi primer autoensayo había vivido el LSD de manera terroríficamente demoníaca, no podía siquiera sospechar que esta sustancia hallaría una aplicación como estimulante, por así decirlo.

También reconocí sólo después de otros ensayos, llevados a cabo con dosis mucho menores y bajo otras condiciones, la significativa relación entre la embriaguez del LSD y la experiencia visionaria espontánea.

Al día siguiente escribí el ya mencionado informe al profesor Stoll sobre mis extraordinarias experiencias con la sustancia LSD-25; le envié una copia al director de la sección farmacológica, profesor Rothlin.

Como no cabía esperarlo de otro modo. mi informe causó primero una extrañeza incrédula. En seguida me telefonearon desde la dirección; el profesor Stoll preguntaba: «¿Está seguro. de no haber cometido un error en la balanza? ¿Es realmente correcta la indicación de la dosis?». El profesor Rothlin formuló la misma pregunta. Pero yo estaba seguro, pues había pesado y dosificado con mis propias manos. Las dudas expresadas estaban justificadas en la medida en que hasta ese momento no se conocía ninguna sustancia que en fracciones de milésimas de gramo surtiera el más mínimo efecto psíquico. Parecía casi increíble una sustancia activa de tamaña potencia.

El propio profesor Rothlin y dos de sus colaboradores fueron los primeros que repitieron mi autoensayo, aunque sólo con un tercio de la dosis que yo había empleado. Pero aún así los efectos fueron sumamente impresionantes y fantásticos. Todas las dudas respecto de mi informe quedaron disipadas.
Ya va tomando el camino su arambol.
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 26 Sep 2008, 23:57

Dos fragmentos de "Mariposas LSD" ¿relato breve? ¿poema? de Marta Portal

"Los pájaros gritadores ensordecían a Montoro que se tapaba la cabeza bajo el ala de su brazo. Y los arabescos de Ana se le repetían, reiterados, surgiendo muelles de una loseta, o de la estela circular del humo de un cigarro, o de los pliegues de las cortinas, o de las piernas de Enrique, ¿por qué de Enrique, por qué de la cruz de sus piernas? De las piernas cruzadas de Enrique a Ana se le venían encima cataratas de líneas romboidales, de signos geométricos entrelazados o dislocados, que desaparecían, se esfumaban a la prisa con que se multiplicaban. O la hierba húmeda y fresca que ella sentía a los pies, que la incitaba a tenderse en la alfombra y no podía explicarles a los otros que se estaba bien allí, así, sin querer nada, sin odiar nada, transmitida al cuerpo una frescura vegetal, de rocío matutino. Y sentir que Dios la aprueba, que Dios tiene una voluntad lírica que ama la hierba y la naturaleza y la ama a ella, aunque se haya retraído infinitamente. Y querer decírselo a los otros, sólo a ellos, a los rostros borrosos, que susurran algo, o que callan algo, y que no lo saben todavía, que Dios los ama porque tiene una voluntad lírica, y que ellos son como lirios del campo, esmaltando la hierba verde y húmeda, en la que se está tan bien y se siente una, ella, tan querida, tan deseada, tan querida y deseada con voluntad lírica..."
---------------------------------------------------------------------------------------
Había impaciencia y hambre en las bocanadas primeras.
Al segundo, al tercero, empezaban a sentirse seguros, unos de otros, grupo.
A mirarse, a reconocerse, a sentirse ser más que hormigas, y luego más que insectos,
y luego más que torpes subnormales, y más que mediocres humanos;
a sentirse ser alguien, a definirse.
Además podía ocurrir algo. En horas hábiles nunca ocurría nada.
Luego, al tercer o cuarto porro, ya cualquier cosa.
Montoro hablaba de la transmigración, era su tema monolítico;
Arnaldo del futuro en que los gobiernos programarán y facilitarán las relaciones amistosas porque la amistad será un verdadero lujo.
Y cada cual hablaba de las cosas posibles, pero no inminentes.
Además siempre había ventanas abiertas por donde podían entrar bocanadas de mariposas.
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Hay_sinla
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por Hay_sinla » 28 Sep 2008, 16:37

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Éste es un viejo amigo mío. Aquí una interesante entrevista con él.

http://www.imaginaria.org/entr_jp.htm
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iNsTaNte_aLepH
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por iNsTaNte_aLepH » 17 Oct 2008, 10:17

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