Comentario de texto
La vida al margen del deporte (la hay)

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 22 Sep 2010, 18:24

:D :D :D

Pedazo de humorista que nos estamos perdiendo.
Imagen

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 28 Nov 2010, 13:55

De los vicarios del nombre de la cosa maligna*

Para preguntar el nombre de una cosa bajo el entendimiento de esperar por respuesta un nombre común se usa la misma fórmula que para preguntar el nombre de una persona, o sea para recibir por respuesta un nombre propio: «¿Cómo se llama?» Pero llamar a una persona es decir su nombre en voz alta para que venga, de donde se diría que, en principio, es en esta función de llamada en lo que primordialmente pensamos cuando preguntamos el nombre de una persona, ya que usamos para ello justamente «llamar»; mas he aquí, sin embargo, que no es sino esa misma palabra la que recurre al preguntar por el nombre de una montaña, y es sabido que al propio Mahoma le falló el milagro de hacer que fuese la montaña la que viniese a él. Con todo, el nombre de una montaña es todavía, por lo menos, un nombre propio; peor se ponen las cosas ante el hecho, indicado al principio, de que por tercera vez volvamos a decir «¿Cómo se llama?» a propósito de algo en que no cabe esperar más respuesta que un nombre común. Despachar la cuestión culpando del equívoco a una anfibología de «llamar», según se trate de su aparición en tal pregunta o se refiera, en cambio, al acto de decir en voz alta el nombre de una persona para hacerla venir, es una solución que, aparte hacerse altamente sospechosa de pura redundancia, tampoco acaba de resultar satisfactoria a causa de ese «cómo» que recurre, junto a «llamar», en la pregunta: un «cómo» en que no se puede amordazar la resonancia de por qué modo, con qué procedimiento, y con ella la inopinada atribución al nombre que deseamos conocer de alguna suerte de capacidad —cualquiera que ella fuere, si es que no exactamente la de hacerla venir como viene una persona, hombre o perro que sea— sobre la cosa.

De modo, pues, que también el nombre común sería, según lo dicho, y al menos virtualmente, ¡la-mador, en el sentido de poder hacer venir la cosa. No otro es el fundamento, sobradamente conocido y desacreditado de la magia verbal. La cosa maligna, y por tanto temida, para evitar que venga, mejor será guardarse de decir su nombre, no sea que se sienta llamada. Ahora bien, parece ser que solamente su nombre, su verdadero nombre, tiene virtud para llamarla, como parece, asimismo, que, afortunadamente, no puede tener nunca más que uno. (Si alguna vez, tal como pasa con ciertos seres personales fronterizos entre lo humano y lo divino, llega a tomar dos, tres, cuatro y hasta muchos nom- bres, ocurre que por cada nuevo nombre que se le antoje tomar tendrá que tomar también un nuevo cuerpo, que desdoblarse o reencarnarse, quedando entonces en una situación muy especial —-por no decir francamente vulnerable en sus aspectos ontológicos, aspectos que aquí me abstengo de considerar—-, en cuanto a ser y a la vez no ser la misma por cada uno de sus diversos nombres y en cada uno de sus distintos cuerpos; y una situación de la que unos u otros expertos de Oriente y de Occidente dan las más varias interpretaciones, y entre ellas, por cierto, la que consiste en decir que se trata de «advocaciones» diferentes, o sea, precisamente, diferentes llamadas —a las que se sobreentiende, por por supuesto, que ha acudido; por lo que tal vez incluso sería más ajustado oír en ese «advocaciones», antes que llamadas, algo así como acudidas siempre que no se olvide el correlato del respectivo llamamiento.— De ese no poder tener ella, en principio, más que un único nombre verdadero es justamente de lo que nos aprovechamos para no tener que dejar de hablar, temiendo no vaya a darle por venir, de la cosa maligna, al permitirnos discurrir ardides para aludir a ella rodeando con palabras que no son su nombre, que son simples apodos, y al cabo nombres falsos, ya que sólo nosotros se los hemos puesto, sin que ella se llame de verdad así. No habrá peligro de que venga al murmullo de palabras cuyo son pasa rodeando el camino del aire que ella tiene enhebrado en e! ojal de sus oídos. Nombres falsos son, pues, los vicarios del nombre de la cosa maligna; y tal vez esta misma falsedad, esta mentira de los nombres vicarios venga a ser algo que, por su propio carácter de ficción, de mascarada, contribuye a incitar casi siempre, sorprendentemente, al juego, incluso en casos en los que, habiendo un peligro que evitar, no habría que andar con bromas.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 28 Nov 2010, 14:00

Con todo, sigue siendo la cosa, y no su nombre, lo maligno, lo temible, pues, a despecho del empeño de la magia verbal, el nombre no ha llegado todavía, ni mucho menos, a salir, con entera certidumbre, por fiador de su venida. La respuesta de la cosa maligna a la llamada de su nombre está bien lejos de ser indefectible; y de ahí que el nombre en sí no haya logrado hacerse, pese a todo, propiamente temible ni temido, si es que no apenas como pueda decirse de un amago, de una finta. Peor todavía: nunca hay nada que nos permita averiguar si cuando tras él viene efectivamente la cosa maligna es porque acude al sonido de su nombre o porque se le ha antojado por sí misma venir: se diría que la cosa maligna se guarda bien de dejar adivinar si oye o no oye su nombre, si acude o no acude efectivamente a el, pues, por la cuenta de las veces que viene sin haber sido nombrada y las que viene tras haber alguien osado proferir su nombre, nadie ha podido aún apreciar diferencia en que poder de una vez establecer si oye —pero no quiere que se sepa— o si, por el contrario, es, como la víbora, perfectamente sorda. Sin embargo, si ella ha podido, en efecto, calcular, como hemos visto, sus venidas y sus faltas con tal tino que nadie haya hasta hoy conseguido adivinarlo, se concluye que ya sólo para poder llevar el cálculo tendrá por fuerza que oír; de donde el hecho mismo de que la cuestión de su sordera o no sordera no haya podido ser en tanto espacio de tiempo averiguada, al entenderse inevitablemente como señal de un calcular deliberado, se convierte, de manera inmediata, en la más cierta prueba de que oye. Mas, puesto que, aun oyendo como oye, ha de venir o no venir, como ahora vemos, sólo según la cuenta de sus propios cálculos y no según se la nombre o deje de nombrar, mal puede ya importar, a efectos de evitarla, la alternativa de decir o no decir su nombre: será, pues, jus- tamente la aprensión que da saber que lo está oyendo lo único y lo último que quede para inducirnos a callarlo. Decir o callar se sabe que va a ser totalmente indiferente, y de ahí que no sea cuestión de que el nombre de la cosa maligna llegue a dar miedo propiamente dicho, sino tan sólo de que, en supiendo que lo oye, parece que da como respetino de nombrarla. El nombre de la cosa maligna es tan absolutamente inofensivo
como la carrera del geco o salamanquesa que rampa por el lucido de la pared, pero a semejanza de ésta, y por análogas razones, no necesita ser tenido por dañino para ser causa de aprensión. Del tímido, vacilante, verrugoso y ceniciento geco aún está por saber que jamás hiciera mal a hombre alguno en este mundo, y vedlo ahí, sin embargo, cómo una vez más, acierta —pequeño pavor rampante— a dibujar o tal vez a escribir sobre el blanco del lucido la más expresiva, convincente e irresistible finta de endriago mensajero de las tinieblas y el horror.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 28 Nov 2010, 14:19

TRIBUNA: RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO
¡Y qué afán de ganar y ganar!
El deporte, actividad sin más objetivo que el de la redundancia de la victoria como fin en sí mismo, se ha convertido en contenido principal, por no decir único, de esa mala pasión que es todo patriotismo

RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO 07/08/2010

La cultura en general y especializadamente la cultura de estadio ha sido siempre, de manera congénita, un instrumento de des-subjetivación política y de control social. Así ha sido en Roma desde el Panem et circenses; y sobre Grecia tenemos el testimonio, indirecto y tardío, de Luciano de Samosata -nació ya en la era cristiana, bajo el dominio del Imperio Romano-, que, en su diálogo Anacarsis o de la gimnasia, se remonta a los tiempos de Solón, al que nos pinta como hospitalario receptor y gentil acompañante de un escita, seguramente rico, Anacarsis, que baja hasta Atenas con el deseo de conocer la cultura y las instituciones de la Hélade. Hay que decir que por "gimnasia" no entiende Luciano solamente la habitual -no sé si cotidiana- de los particulares, sino también la de un estadio -con multitud de espectadores, ya se entiende-; pero en lo que dice de esto último puede haber influido, o por lo menos así lo parece, su conocimiento de los grandes estadios o los circos de la Roma imperial, pues, por añadidura, el texto menciona ya, con veinte siglos de anticipación, la mayoría de los tópicos y gratuidades racionalizadoras y moralizadoras que se reúnen en las actuales apologías del deporte, con la pintoresca coincidencia de que Solón -o más bien el Solón de Luciano de Samosata- las esgrima con la misma inclinación defensiva y encarecedora. Pero Anacarsis no se convence en absoluto por las razones de Solón, y sigue pareciéndole una total indignidad que amigos que no tienen ningún disgusto se peleen rebozados en grasa, en arena, en barro, haciéndose a veces mucho daño y luego sigan tan amigos. A mí esto me ha recordado siempre al Marqués de Bradomín, en la Sonata de estío, de Valle-Inclán, en el pasaje en que dice: "La raza sajona es la más despreciable de la tierra. Yo al ver los puñetazos pueriles y grotescos en la cubierta de la goleta, descubrí una nueva versión de la vergüenza: la vergüenza zoológica".
Que el deporte, actividad sin contenido alguno y sin más objetivo que el de la redundancia de la victoria como fin en sí mismo, haya podido transformarse en contenido principal, por no decir único, de esa mala pasión que es todo patriotismo arroja la más vidriosa sospecha sobre el patriotismo en general, incluido el solo aparentemente no lúdico; ambos, con singular indiferencia respecto de lo cruento o incruento, pertenecen al mismo pragma y tienen el mismo origen. El acreditado grupo de filólogos y antropólogos franceses sobre la cultura griega, formado en torno al gran maestro Gernet, remite dicho origen a los juegos funerarios; por ejemplo, los de las exequias de Patroclo, en la Ilíada, canto XXIII. Parece ser que a toda la subsiguiente y diversificada derivación funcional e institucional puede asignársele por clave la palabra "agón", que yo describiría como relación de competición y de controversia. Yo no he leído nada de Gernet, pero dispongo de la obra de otro miembro del grupo, Marcel Detienne, Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, que tiene precisamente a Gernet como el autor incomparablemente más citado, con hasta 45 referencias, de las cuales transcribo aquí la que me parece más idónea y autosuficiente: "En el estudio Droit et sociéte L. Gernet escribe: 'El derecho que empieza a aparecer en escena no lo hace como una técnica especial y profesional: emana, ya como tal, de la vida de los juegos; hay continuidad entre la costumbre agonística y la costumbre judicial". Lo cual apunta al hecho de que el agón se traslada de la competición deportiva a la controversia judicial, pero al fin se conserva en cuanto oposición entre dos partes: en el estadio hay una lucha de cuerpos, en el juzgado hay una de palabras. El extraordinario hallazgo de Gernet sobre el primitivo origen del derecho conforme al esquema de "partes" del agón tiene toda la importancia histórica de un modelo de derecho procesal que pervive todavía hoy: la fórmula dual de controversia entre "acusación" y "defensa" queda perpetuada en el nombre mismo fijado en el derecho: "juicio contradictorio".

No podría haber sido más que la siempre perspicaz e hiperactiva presidenta de la Comunidad de Madrid la que agarrase al vuelo la posibilidad de explotar publicitariamente la ya de por sí desaforadamente delirante explosión de victoria entre los españoles, decidiendo hacer con ella márquetin de Estado, mediante la exposición de la Copa de Oro en la Puerta del Sol, para que todos los madrileños pudiesen adorarla como si fuese el Santísimo Sacramento. Naturalmente, no podía ser más que la auténtica de oro y no una de yeso bañada en purpurina, porque esta sería tan fraudulenta a efectos de irradiar Gracia Santificante como una hostia de cartulina blanca recortada en forma de círculo, y nuestra siempre fidedigna lideresa podría tal vez dar gato por liebre en cualesquiera baratas laicidades o profanas batallitas de una vida política en estado de creciente pequeñez, pero nunca en un rito que ella misma, desde su incontestable Fe en España, desde su congénita y profunda españolez, ha querido instituir con carismática categoría sacramental. Por último, para representar al equipo triunfador, no se ha puesto una camiseta de color rojo, que es, por así decirlo, el color titular de la selección, sino que ha preferido endosar una camiseta verde y con el número 1, lo cual está, en sentido objetivo, enteramente puesto en razón, dado que eran el color y el número de Casillas, que no solo ha sido capitán del equipo, sino también uno de los grandes "héroes" de la Selección. Pero en esto tampoco puede excluirse la motivación de una arrière pensée de nuestra siempre rápida y avispada presidenta, sugerida por el azar de que Casillas sea nativo de la provincia de Madrid, en el sentido de aprovechar el dato para dejar un poco de lado a los catalanes, demasiado numerosos en la Selección y con sus propios "héroes", y sobre todo el otro capitán, aunque en África fuera de servicio, Puyol, con su gol de cabeza viniendo desde atrás, como el tebano Pelópidas en Leuctra contra los espartanos. La publicidad que buscaba nuestra siempre omnipresente hiperpresidenta quería ser central, no, en modo alguno, periférica, y solo la que, por feliz coincidencia, se le ofrecía con el castellano Casillas podía ser, para ella, verdadera publicidad de la ya descaradamente designada como "Marca España".
La explotación publicitaria que por obra del Estado y no menos por los medios de comunicación ha tenido esta famosa Victoria de España, rematada por el obsceno culto de la Puerta del Sol, en que los adoradores de la Copa de Oro recordaban a los de la procesión del Corpus de Toledo, que más que a adorar al Santísimo -cosa que puede hacerse en cualquier parte- parecen haber ido a adorar esa secular montaña labrada en oro y pedrería que es la custodia de Arfe, no puede dejar de provocar un repeluco hacia el deporte en general como el que le hizo decir a Leon Bloi: "Creo firmemente que el deporte es el medio más seguro para producir una generación de cretinos dañinos". A veces, en efecto, tan dañinos como los nazis, acerca de los cuales José Ignacio Barbero en su excelente introducción a su propia selección de distintos autores, que titula Materiales de sociología del deporte, nos da esta información: "Hitler convirtió los Juegos Olímpicos en un asunto de vital importancia para el Estado, en una oportunidad histórica para mostrar al mundo los logros del nacional-socialismo y del Tercer Reich"; y en nota a pie de página da una cita de un manual de Kurt Münch: "Todo atleta y deportista del Tercer Reich debe servir al Estado... El deporte alemán es, en el sentido total del término, político". Todos conocen las acciones y propósitos políticos, inmensamente criminales, que a continuación se perpetraron por mano de los propios seguidores de esa doctrinaria concepción de los deportes.
En fin, el patriotismo es una mala pasión, que, con la ya más arriba mencionada indiferencia ante lo cruento o lo incruento (que me parece que al menos en el fútbol hace sólo 30 años no era así) se sustenta y perpetúa en el hecho de que la Victoria, deportiva o guerrera, sea el único o máximo instrumento de autoafirmación colectiva. La mera idea de "lo colectivo" muchos la ennoblecen, porque no es personal; lo personal suele ser arbitrariamente tachado de individualismo y egoísmo; lo colectivo, en cambio, pertenece al Nosotros. Convendría, por tanto, señalar que el Nosotros no sólo en la gramática es tan persona como el Yo, sino también, por añadidura, como se ha visto en la unanimidad del Totalitarismo, muchísimo peor persona.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Gawyn
Mensajes: 15349
Registrado: 06 Ago 2007, 23:56

Re: Comentario de texto

por Gawyn » 28 Nov 2010, 15:14

matthau escribió:
El poema sentimental más emotivo que conozco es un hai-ku que dice así:


Al sol se están secando los kimonos:
¡Ay, las pequeñas mangas
del niño muerto!

El poema está, como se ve, drásticamente truncado en dos mitades, hasta el punto de que podría decirse que todo su mecanismo formal se reduce a esa fractura, la cual, por lo demás, no podría pertenecer más completamente al contenido; el poema entero bascula sobre el “ay” que da comienzo al segundo verso. La imagen más aproximada que se me ocurre para representar la forma del poema es la de que el poeta se limita en el primer verso a presentarnos una caña para troncharla acto seguido en el segundo y tercer versos. En la mañana de la muerte, un padre, al percibir de pronto la claridad del día, que ha crecido del todo sin que nadie la sintiese, alza los ojos, desvelados por una larga noche de agonía, y se vuelve a mirar por la ventana abierta hacia el jardín, donde se le presenta una visión perfectamente cotidiana: los kimonos, tendidos el día anterior, yacen o cuelgan desplegados al sol, componiendo, con esa singular capacidad de los vestidos para representar a las personas, una especie de retrato familiar; pero de pronto la aturdida mirada es asaltada por la imagen del kimono del niño que acaba de morir: los dos últimos versos no podrán ya ser dichos en voz alta, ahogados por la ola arrolladora del sollozo –cuya irrupción es indicada por el “ay”- que sube por el pecho a romper en la garganta. Ningún poema, a mi entender, podría ilustrar más acertadamente cómo surge el llanto, cómo es la representación reflexiva, posibilitada, mediada y sustentada por elementos sensibles y expresivos, su desencadenador característico. ¿Por qué no el propio cuerpo muerto, que yace todavía sobre el lecho, y sí, en cambio, el kimono que se ve por la ventana, puesto a secar al sol? El cuerpo es el niño y es el lugar del hecho, el kimono significa el niño y es el lugar de la representación; siempre necesitamos un espejo para saber lo que nos ha pasado. ¿Cuál es aquí, concretamente, el mecanismo de la reflexión? ¿En qué consiste la desgarradora virtud expresiva del kimono? Hay, por así decirlo, dos series de elementos biunívocamente coordinadas: la que componen los propios miembros de la familia y la que componen sus kimonos desplegados al sol; ahora bien, en la primera de las dos series causa de pronto baja un elemento, sin que haya dado, entre tanto, tiempo para eliminar de la segunda serie el elemento correlativo: el pequeño kimono, tendido cuando el niño todavía estaba vivo, sigue allí todavía, entre los de los que todavía viven, como si el niño todavía viviera; la superposición de las dos series forma como un palimpsesto, en cuya repentina, sensible y precisa discordancia cobra vivísima expresión todo el contraste entre el antes y el después, entre el todavía-y-siempre de la cotidianidad y el ya-no-nunca-jamás de la tragedia. El todavía de las pequeñas mangas movidas por la brisa despliega por reflexión ante los ojos todo el abismo del ya no de los pequeños brazos movidos por la vida. Hablar aquí de eficacia literaria sería atribuir a este poema algún ardid retórico que enfatizase la naturaleza de los hechos mismos; no, el poema se limita a enunciar con la mayor precisión y austeridad, o mejor todavía, a reproducir literalmente, el propio acontecimiento psicológico; no hay en él ni una sola gota más de literatura de cuanta no contenga ya de suyo la propia psique humana. Todo llanto de compasión es promovido a partir de representaciones y toda representación se constituye sobre elementos semánticos y expresivos y es siempre, por consiguiente, esencialmente literaria.



Rafael Sánchez Ferlosio, Las semanas del jardín. Barcelona, Ediciones Destino, 2003 (1974), págs. 127-129.

Un saludo.


No había leído esto.

BRUTALBRUTALBRUTALBRUTAL.

Es tan sumamente visual que dan ganas de rodarlo, joder.

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 28 Nov 2010, 16:21

¿Gawyn hedonista?

Cuéntanos más.
Imagen

Gawyn
Mensajes: 15349
Registrado: 06 Ago 2007, 23:56

Re: Comentario de texto

por Gawyn » 28 Nov 2010, 16:22

matthau escribió:¿Gawyn hedonista?

Cuéntanos más.


Eso no es hedonismo. El hedonismo no es sólo visual, sino que es específicamente carnal.

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 28 Nov 2010, 16:25

Que nos cuentes más, ******.
Imagen

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 28 Nov 2010, 19:34

Cuatro colegas

A Medardo Fraile


De los cuatro colegas que tenia yo en aquella oficina, uno era simpático y educado, otro antipático y educado, el tercero antipático y maleducado y el cuarto simpático y maleducado. Yo, que soy más bien amigo de las distancias, guardaba el siguiente orden de preferencia: primero, con gran ventaja, el antipático educado, después el simpático educado y, casi a la par con él, el antipático maleducado, y finalmente, a enorme distancia, el simpático maleducado, del que si la objetividad no me obligase a reconocer que era, realmente, una buenísima persona, diría que resultaba un ser absolutamente abominable. El antipático maleducado era bastante duro de tratar, pero con él cabía la alternativa de la fuga y la prudencia, en tanto que la comparación entre el segundo y el cuarto me daba la ocasión de reparar en cómo mientras la buena educación es un remedio enteramente eficaz contra la antipatía, por el contrario, la simpatía, lejos de aliviar en nada la mala educación, la agrava y la potencia.
En efecto, aun después de tantos años, no puedo olvidar a aquel simpático mal educado, con los esfuerzos sobrehumanos a que me obligaba para domar la ira que me estallaba en el cuello y en las sienes y me bajaba hasta los nudillos y las uñas de las manos cada vez que me golpeaba riendo campechanamente los omoplatos con la más cordial de las familiaridades, a la vez que decía: «¡Sánchez! ¡Que tío más grande!» Siempre me guardé bien de pedirle el más mínimo favor, aun a sabiendas de que era el hombre más generosamente dispuesto a hacerlos, que incluso parecía disfrutar más él mismo que el beneficiario. Pero yo aborrecía su manera de interpelar, de responder o de reír; aquellas «autocarcajadas» —como las designaba yo para mis adentros— con las que celebraba sus propios y constantes juegos de palabras, para los que demostraba la más idiota de las facilidad es. Y, sobre todo, la manera de quitarse el sombrero y el abrigo, dejándolos caer en la primera silla que tuviese a mano.
A solas en el despacho, miraba yo aquel abrigo encima de la silla, parte de las solapas medio apoyadas contra la parte baja del respaldo, pero nunca plegado, ya con el forro para afuera, ya con el forro para adentro, sino mitad enseñando el paño, mitad enseñando el forro -—¡azul celeste, lo recuerdo bien!—, y esta mitad que me enseñaba el forro, presentando el arranque de la manga sobresaliendo un poco, porque al sacar el brazo se despreocupaba de que la manga se viniese un poco tras el brazo —pero no del todo como cuando se vuelve un calcetín—; así que mientras la otra manga, que presentaba el paño, caía a la otra parte, tocando el pavimento, aquel muñón o tubo de la manga semivuelta -— hecha más rígida por la propia doblez— sobresalía diagonalmente, en la cima de aquel montón informe, apuntando hacia el abierto montante de la puerta, como un obús dispuesto a bombardear por elevación a cualquier pobre cliente que avanzase por el pasillo hacia la puerta cerrada del despacho. Pero ni aun todo el tormento que la visión de aquel abrigo llegaba a producirme tenía fuerza bastante para hacerme vencer mi repugnancia ante la sola idea de tocarlo y recolocarlo en la postura que tienen los abrigos de las personas que tienen la más mínima dosis de buena educación.

Se llamaban, por el mismo orden en que al principio los he cualificado, Medina, Yanguas, Núñez y Menéndez. Pero yo cualifico y clasifico olvidándome de que yo mismo podría ser juzgado. Sin embargo, las cuatro combinaciones posibles con las dimensiones de la simpatía y la educación las agotaban mis cuatro compañeros. ¿Dónde podría entrar yo?
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 17 Ene 2011, 11:11

Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 22 Ene 2011, 11:04

Pero lo que este señalamiento nos recuerda es el carácter predominantemente gregario de la educación: el grupo es el que educa, a través de la necesidad de "formar parte", que arrastra con fuerza irresistible a la imitación y la comparación. ¿Qué va a hacer el profesor contra la fuerza educativa de las actuales formas de ocio y diversión, contra la constricción del grupo, dotado de un poder de convicción y de una autoridad incomparable? ¿Va a decir: "Bebe, si quieres, pero bebe de manera responsable"? ¡Delirante, hilarante!


Muy bueno el artículo, pero especialmente este párrafo destacado.
Imagen

Aiminajaiueitujel
Mensajes: 1945
Registrado: 09 Jun 2009, 18:57
Ubicación: Llegando ya al peaje.

Re: Comentario de texto

por Aiminajaiueitujel » 22 Ene 2011, 12:28

En parte comprendo y estoy de acuerdo con lo que indica Heidegger. Ferlosio empieza la disección de un haiku y aprovechando que está con el bisturí en la mano se disecciona a él mismo. El resultado me parece impresionante, sin más. Es un comentario increíble. No obstante, para lo que yo creo que es un comentario de texto, implica demasiado su propio mundo interior. Uno, que es de ciencias (bueno, soy más de mi madre, pero ese es otro tema), espera de un comentario algo totalmente prosaico, en el más insulso de los sentidos.
Además, soy de la opinión de que la mente de cada lector se debe hacer su propio poema a partir del que ha leído. Tanta muestra de interiores me parece casi obscena :P .

P.D: Hablo desde la puerta que da hasta vergüenza entrar y que se me noten más todavía las carencias :oops: .

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 15 Feb 2011, 18:20

La tolerancia es un pacto perverso en el que cada parte renuncia a la pasión pública de sus razones y las convierte en estólidas e impenetrables convicciones, o sea en verdades encerradas en un ghetto, a cambio de una paz que no es concordia sino claudicante empecinamiento y ensimismada cerrazón. Ante lo que inevitablemente ha de sentirse como sinrazón ajena cabe moverse, en todo caso, entre una impaciente indulgencia y una paciente agitación, nunca pararse en esa indiferencia o desdén definitivo que es la tolerancia. (Vendrán más años malos y nos harán más ciegos)
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 30 Mar 2011, 21:45

Una frase para firma y dos textos :
Entre la injusticia de insultar al prójimo y la indignidad de sonreírle hay un discreto término medio: mirar para otro lado.
[...]

“Digo la tara, y no me entiende nadie; digo la tara y la rejama, y ya me entienden muchos; digo por fin la tara y la rejama, el tomero y el romillo y veo que me entienden todos. El injusto poder de convicción de los sistemas viene del hecho –por lo demás, epistemológicamente necesario- de que el cerebro humano sea tan inercialmente, tan formalísticamente, analógico y combinatorio.”
[...]

Me escandalizo cada vez que oigo hablar de respeto a la intimidad y de derecho a la vida privada. ¡Encima! Por lo visto, se ve como un pecado de la vida pública la indiscreción que fisga y saca a la calle hasta los últimos reductos de lo particular. El privatismo dominante ha lesionado la mirada misma, que ya sólo es capaz de adoptar el punto de vista del particular, compadeciéndose de la gran diva acechada y perseguida por el tenaz teleobjetivo de la prensa del corazón hasta en sus más recoletas cotidianeidades.

Pero, vistas las cosas socialmente, ¿quién es realmente el invadido y quién es el invasor? Basta pasar por un kiosco de periódicos para advertir el impudor y la osadía con que la vida privada ha tomado por asalto los medios de comunicación e invadido y ocupado con sus obscenas huestes el interés del público. Y para mayor escarnio, todos comprenden que la ley persiga la divulgación de intimidades contra la voluntad de los particulares afectados, pero levantarían el grito al cielo si se atreviese a restringir la divulgación de asuntos semejantes, no por respeto a la privacidad individual, sino por el decoro de la vida pública y en beneficio de sus intereses. La lente de una mentalidad privatizada ha invertido la imagen misma del fenómeno, pues la verdad social es que la vida pública es el agredido, y la vida privada, el agresor.

- En Privacidad



(Rafael Sánchez Ferlosio, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, 1993)
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 30 Mar 2011, 21:57

El efecto turifel “consiste en una especie de descrédito que va minando irremediablemente la autoridad de la presencia física de determinados “monumentos” mundialmente famosos cuando esa presencia es, por así decirlo, desgastada por el precedente de una indiscretamente inmoderada anticipación de representaciones iconográficas. Tan insistente repetición de esa misma imagen va educando -o más bien pervirtiendo- de tal manera la mirada a la instantánea inmediatez del reconocimiento, que el ojo acaba por identificar antes que ver. El ojo que identifica ya no ve; sustituye la antigua percepción de algo por su identificación, trueca la imagen en mera identidad; y toda identidad es redundante: un símbolo que sólo se simboliza ya a sí mismo. Cientos o miles de fotografías de la Torre Eiffel (por no hablar de su reproducción, metálica de bulto -huelga decir que a escala reducida-, que no sólo era, al menos en mis tiempos, el impepinable souvenir de París, sino también el protodinasta o arquetipo de todos los souvenirs del mundo) vistas antes del primer viaje a París se interpondrán de manera tan obstrusiva en la mirada que menoscabarán en cierto modo hasta la convicción empírica de tenerla por fin físicamente delante de los ojos!”

[...]

“No hay nada que pueda impresionarme tan desfavorablemente como el que alguien trate de impresionarme favorablemente. Los simpáticos me caen siempre antipáticos; los antipáticos me resultan, ciertamente incómodos en tanto dura la conversación, pero cuando ésta se acaba se han ganado mi aprecio y simpatía. Ese viajero que dice “Buenas noches”, al entrar en el compartimiento del vagón; que apenas alza los ojos, sin interés alguno, a la comparecencia de viajeros nuevos, que no vuelve a despegar los labios hasta llegar a su estación, para decir: “Que tengan ustedes un buen viaje”, suscita en mi la convicción –probablemente tan arbitraria como injusta- de que en un choque o un descarrilamiento se portaría del modo más heroico y más socorredor, mientras que el dicharachero, que no ha parado en todo el viaje de hablar y reír, de entablar relación con todo cristo, y no digamos si -¡horror!- hasta contando chistes por añadidura, me impone, en cambio, la más absoluta certidumbre de que no podría dar, en igual trance, sino el más bochornoso espectáculo de histeria y cobardía. La simpatía es un arcaísmo de quienes creen, quieren creer o necesitan fingir que hay todavía un medio, un ámbito de vida pública, en el que los hombres pueden allegarse en algún grado, de manera directa y espontánea, los unos a los otros. La antipatía es resistencia y repugnancia a simular y escenificar –abyectamente- un mundo que no existe”
Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, Rafael Sánchez Ferlosio
Rafael Sánchez Ferlosio, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, Ed. Destino 1993
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 30 Mar 2011, 22:10

“La represión ha proscrito el descanso y la alegría como cosas malas, caídas en pecado, que tienen que pedir perdón y hacer penitencia. El descanso tiene que presentar la tarjeta perforada que demuestre que ha fichado en el reloj de control de su centro de trabajo, o, más propiamente, centro de cansancio...”
Vendrán más años malos y nos harán más ciegos (1993)
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 31 Mar 2011, 17:43

Hay_sinla escribió:“Digo la tara, y no me entiende nadie; digo la tara y la rejama, y ya me entienden muchos; digo por fin la tara y la rejama, el tomero y el romillo y veo que me entienden todos. El injusto poder de convicción de los sistemas viene del hecho –por lo demás, epistemológicamente necesario- de que el cerebro humano sea tan inercialmente, tan formalísticamente, analógico y combinatorio.”
[...]


Grandísimo texto.


Me escandalizo cada vez que oigo hablar de respeto a la intimidad y de derecho a la vida privada. ¡Encima! Por lo visto, se ve como un pecado de la vida pública la indiscreción que fisga y saca a la calle hasta los últimos reductos de lo particular. El privatismo dominante ha lesionado la mirada misma, que ya sólo es capaz de adoptar el punto de vista del particular, compadeciéndose de la gran diva acechada y perseguida por el tenaz teleobjetivo de la prensa del corazón hasta en sus más recoletas cotidianeidades.

Pero, vistas las cosas socialmente, ¿quién es realmente el invadido y quién es el invasor? Basta pasar por un kiosco de periódicos para advertir el impudor y la osadía con que la vida privada ha tomado por asalto los medios de comunicación e invadido y ocupado con sus obscenas huestes el interés del público. Y para mayor escarnio, todos comprenden que la ley persiga la divulgación de intimidades contra la voluntad de los particulares afectados, pero levantarían el grito al cielo si se atreviese a restringir la divulgación de asuntos semejantes, no por respeto a la privacidad individual, sino por el decoro de la vida pública y en beneficio de sus intereses. La lente de una mentalidad privatizada ha invertido la imagen misma del fenómeno, pues la verdad social es que la vida pública es el agredido, y la vida privada, el agresor.


Y grandísima verdad. El concepto de lo íntimo y lo privado, tal y como lo concebimos en nuestros días, ni es universal ni eterno.

Un saludo.
Imagen

mika-kohonen
Mensajes: 30172
Registrado: 30 Ago 2006, 02:09
Ubicación: Fostiándome con Oggie Ogilthorpe

Re: Comentario de texto

por mika-kohonen » 31 Mar 2011, 17:52

matthau escribió:
Hay_sinla escribió:“Digo la tara, y no me entiende nadie; digo la tara y la rejama, y ya me entienden muchos; digo por fin la tara y la rejama, el tomero y el romillo y veo que me entienden todos. El injusto poder de convicción de los sistemas viene del hecho –por lo demás, epistemológicamente necesario- de que el cerebro humano sea tan inercialmente, tan formalísticamente, analógico y combinatorio.”
[...]


Grandísimo texto.


Dceian que al pcareer caleuqir txteo pedue ser etnienddo si la pemrira pablara y la úmlita cniocdien con las de la pablraa ongriial.
Imagen
bad moon rising escribió:"Mika" es un tipo duro, no voy a perder el tiempo con mariconadas.

Hay_sinla
Mensajes: 66436
Registrado: 05 May 2007, 16:30
Ubicación: Hétenos aquí, entrando juntos a un bar

Re: Comentario de texto

por Hay_sinla » 08 May 2011, 17:59

Cada vez que oigo o leo la palabra analogía pienso en matthau.

Entrevista de ANTONIO LUCAS a RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO para EL MUNDO - 27/02/2011

Hasta llegar a encontrarnos con Rafael Sánchez Ferlosio fue necesario un largo espacio y un ancho tiempo. Una mínima correspondencia no respondida, un saber aguardar sin fatiga. Y, al final, unas consignas muy precisas dictadas del otro lado del teléfono con voz de ogro reforzado con un ruido de vientos respiratorios, de sólidas soledades.

- Si usted viene a hablar de literatura es mejor que no nos veamos… Podemos charlar de otras cosas.

Ferlosio, a los 84 años (nació en Roma en 1927), es el escritor de mayor agudeza crítica de este tiempo de significación incierta. Su campo de intereses lo delimitan los asuntos públicos: la guerra, la política internacional, las religiones, el concepto de patria, la Historia. Es un pensador en permanente combustión que se manifiesta con poderes de prosista extraordinario. Un hombre que libera y disparata con lucidez su propia vida como inquilino de una selva complejísima de saberes y rechazos, de humores y horas desveladas. Tiene modales de lobo moderno que no busca refugio en lo indiscutible.

- ¿Lobo, moderno? No sé. Yo tengo mucho de anticuado. Soy un filósofo de campanario.

- Me refiero a esa capacidad lobuna de estar al acecho no sólo de la idea, sino de cómo dice el lenguaje las ideas…

- Mmmm… Puede estar acertado en eso del lenguaje…

Da en cada frase un golpe de Estado implacable con ese aliento profético del que odia las alabanzas y las profecías. Del que rechaza el grosero «yoyeo» que reduce a tantos autores a contratistas de sí mismos. Se mantiene alerta bajo una explosividad de pensamientos que le viajan veloces por dentro de la cabeza.

Para dar con la guarida hay que atravesar el portal. Llegar hasta una cancela acristalada y, a la izquierda, pulsar un timbre que ya no suena. Una voz se arranca de muy adentro: “Vaaaaaaaaaaa”. Rafael Sánchez Ferlosio abre con un ronroneo de cautelas y, quizá, de arrepentimientos. Ferlosio vestido de sí mismo. El viejo jersey de pico. La camisa descompuesta. La corbata de nudo volcado. Las babuchas. Todos los condimentos de la leyenda. Esa elegancia alcanzada desde las más altas cotas del desastre. Y entre las manos, un trapo de secar vasos.

- Pase, pase. Al fondo… Disculpe, porque está todo algo desordenado… Cuidado con la bicicleta… Siéntese. Ya le advertí que no hablaremos de literatura. Está claro, ¿no?… ¿Quiere una cerveza?

Y con dos cervezas trazamos una tentativa de hoja de ruta para una conversación que huye de cualquier forma de voluptuosidad, de egotismo, de ese estar cargado de razón que impulsa a algunos hombres lóbregos. Rafael Sánchez Ferlosio ha violentado el tiempo con una escritura que nace del pensar escribiendo. Dos libros de ficción -El Jarama y Alfanhuí- lo instalaron en los años 50 en la cumbre de un canon que persiste y del que se siente ferozmente ajeno. Se marchó de las buenas letras en los 60 y sin despedirse. Entró en un silencio editorial de dos décadas del que saldría con el armisticio de varios ensayos y tras una navegación obsesiva por los pliegues de la gramática. Odia la literatura. Es, como él dice, un «ex-critor».

- Yo no leo nada de literatura moderna. Y tampoco alterno nada.

En esta covacha guarda la munición de sus obsesiones. Unos cuantos volúmenes que van de Adorno a los Estudios de Historia Social. También la Biblia portestante que manejaba su padre, el escritor Rafael Sánchez Mazas: «Era un hombre muy elegante, mire qué forma de subrayar el libro», exclama. Hay cientos de cuadernos en armarios y cajas de mudanza, recortes de periódicos y revistas como Psichologies, de donde salen los asuntos que dan cuerda a su nuevo libro, sobre el carácter de feminidad e hiperfeminidad en este siglo XXI. Y por aquí arrancamos:

- ¿De dónde viene ese interés por la imagen actual de lo femenino?

- El principal argumento de lo que estoy preparando es cómo las revistas femeninas han acogido ese invento que ha traído de América, entre otros, el profesor de Psiquiatría Rojas Marcos: eso de la inteligencia emocional. Algo que supone una absoluta inmoralidad. No es más que una forma de autoayuda. Pero resulta que la gente más atenta a esas cosas es la que menos se autoayuda. Son los que se dejan dirigir por un mentor, un guía espiritual…

- Aquellos que establecen modelos de conducta artificiales.

- Todo eso se ha expandido desde una revista que se llama Psichologies. Estas publicaciones propician la existencia de personas dependientes, colgadas de sus páginas. Les dicen quiénes son, cómo son, hacen cuestionarios… Un horror. Dicen cosas como: «Aprende a canalizar la energía universal». Las infelices que leen esas revistas se encuentran cosas así y se lo creen. Y se fuerzan a ser como esos modelos que les exponen. No se cultiva sólo la feminidad, sino la hiperfeminidad.

- ¿No hay algo de exhibicionismo de la intimidad?

- Pero es que la intimidad es un concepto inventado. Esas revistas crean personalidades totalmente ficticias, que no responden a ningún ser concreto. Es una trampa. Mire lo que dice este otro recorte: «Creemos comer alimentos, pero comemos emociones». ¿Cómo se puede decir que comemos emociones? Eso es como lo de la magdalena de Proust.

Critica. La cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos inventaron lo de ‘pan i circo’

- Así son los nuevos modelos de cultura de masas…

- Pero es que la cultura es un mecanismo de control social desde que los romanos inventaron lo de pan y circo. Aquí en España los toros es lo que más nos ha cundido en eso que llamo los «espectáculos de estadio»; o de anfiteatro, en este caso. Tengo un escrito muy largo contra los toros. ¿Cuándo la moralidad o inmoralidad ha sido un criterio cultural?

Ferlosio toma una tijera de palmo y medio y se repasa la uña del dedo índice de la derecha. Esta manicura de urgencia no rompe el ritmo de liebre que ha adquirido la conversación. Entre respuesta y pregunta deja pasar unos segundos. El rostro es entonces de lechuza inapresable. La cabellera disparada, las cejas en punta como de haber soportado muchas descargas de un pensamiento que va a 220 voltios. Jamás hay una conclusión extraída de un lugar común. Todo suena inédito porque viene adobado de saberes remotos, de argumentos que tienen su origen en una erudición dispersa y entra directamente en conflicto contra el todo.

- En sus textos y su vida se manifiesta el rastro de una libertad bien asumida.

- ¿Libertad? La libertad no existe. Es uno mismo el que se da la ley. Libre quiere decir muy poco.

- ¿Cuáles diría que son sus autores de referencia?

- Estoy influido por determinados escritores como Max Weber, Theodor W. Adorno, Karl Bhüler… Somos el cruce de unas influencias que a veces se combinan bien y otras no.

- ¿Y literariamente, hay alguien?

- Kafka, aunque lo que he escrito literariamente no se parece en nada.

- Después de treinta años ajeno a la literatura publicó el El Testimonio de Yarfoz, donde propone la cartografía de una civilización inventada…

- Bueno, tengo muchísimo escrito sobre ella, sobre las guerras barcialeas, pero eso no está preparado para ser leído… Y dejemos la literatura, ¿eh?, que puede ser peligroso.

Ataja de inmediato cualquier intento de hurgar en ficciones. Hace mucho que rechazó esa parte de su obra. De 1957 al 72 se dedicó por entero a la gramática y al consumo de dexidrina spansul. De aquello quedaron centenares de textos. Algunos reunidos en libros como Glosas castellanas y Guapo y sus isótopos. «A mí la gramática me interesa muchísimo. Estaba muy picado. El prólogo de la Gramática de Salvá refleja esa obsesión mía. Ahí dice: ‘Tantas especies se me vienen a la cabeza…’. Miedo me da que me saquen alguna cosa… ¡Es tanta la pasión que le tengo! ».

- ¿Y cuál era la búsqueda?

- El principal objeto gramatical que contemplaba era el verbo. Era cuando consumía anfetaminas.

- ¿Ayudaban?

- Eran los estimulantes que me hacían funcionar. Son muy querenciosos a la soledad. La dexidrina me hacía sensible a las relaciones formales de la gramática. Pasaba tres días consumiendo, sin parar de estudiar y escribir, siempre con luz artificial. Luego descansaba, dormía unas 18 horas, con uno o dos despertares para comer algo. Aquellas bajadas eran maravillosas… Después iba con mi hija dos o tres días seguidos a los parques y museos… Y vuelta a empezar. Nunca me lo he pasado mejor que en aquel tiempo. Pero en los años 80, los socialistas prohibieron la dexidrina. Eso me fastidió muchísimo. Probé el Katovit, la Coca-Cola. Y nada funcionó igual.

Un día, muy puestos de anfetas, Ferlosio y Agustín García Calvo vieron en las manchas de humedad de una tapia de Sevilla un descendimiento de Cristo. Tal era el colocón. Más o menos como ahora, sin brújula entre las palabras.

- ¿La escasa capacidad crítica de la sociedad y la política no ha creado un perverso síntoma de tutela social?

- Eso sucede cuando se está dirigido por ignorantes. Los tutores pertenecen al capitalismo, a la economía de mercado. Fíjese cómo ha disminuido la influencia del Estado. Y eso que éste ha aumentado su importancia. Mire los países del mundo que están sublevados… Sin embargo, España es uno de los lugares más inocentes y pacientes que existen. La prueba está en los sindicatos. ¡La clase obrera ha vuelto a aquello que decía Marx del «ejército de reserva»! Ellos son los primeros perjudicados si se deshace la economía de mercado. Han aceptado claudicar.

- ¿Lo entiende?

- Sí, porque no hay otra alternativa si no es destruyendo lo ya hecho. El cambio ya no es posible al modo súbito de las revoluciones, sino que debe hacerse poco a poco. El problema es quién te ayuda si hoy lo que se impone es el crecimiento, la productividad, la competitividad. Yo lo veo todo como sublevado, pero en verdad está anulado.

Presente. Sigo odiando a España, como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio a Italia, porque es muy cercana

- ¿Sigue odiando España?

- Claro, como todo ciudadano debe odiar su país. Y ahora también odio Italia, porque me es cercana. Mi madre era italiana. Los italianos son ya más odiables que los españoles. Lo son desde que la opinión pública se ha puesto a favor de Berlusconi. Tiene más éxito aún cuando ha sido denunciado. Les sucede a los italianos como a los catalanes, que el puterío no les escandaliza.

- ¿A los catalanes?

- He leído en los periódicos que ahora presumen de ser la capital de la pornografía…

- ¿Sigue siendo la prensa su único nutriente?

- La prensa y los libros. Y en los libros repasando, más que leyendo cosas nuevas. La prensa está totalmente corrompida, como la política. Ya no tiene futuro. No es más que un concurso de amiguetes. Están todos viciados. Los políticos esperando instrucciones de la prensa y viceversa. Además, se saludan sin problemas entre los más opuestos. Ya no hay diferencia entre amistad y enemistad.

En la covacha nos ampara un foco de mucha luz. Ferlosio ha pasado al vino y sigue detonando sospechas e impresiones que impactan contra la versión más lacia de este mundo rebajado a los desagües del deporte, la publicidad y la televisión. Esos son tres más de sus frentes de batalla. Ahí quedan libros como Non olet, donde el escritor percute intuiciones sin vacilar. Y observa con recelo instintivo la realidad como un elemento de falsificación sistemática.

- Esto ya no va a durar mucho más. Es cuestión de poco tiempo.

- ¿A qué se refiere?

- El mundo no va a sobrevivir. Se acaba en pocos años. El capitalismo lo destruye todo por dentro y por fuera. El final no vendrá por una guerra, sino por una catástrofe económico/ecológica. No veo mejores posibilidades.

- ¿Qué es para usted lo sagrado?

- En este país lo sagrado es Ortega y Gasset, que no me interesa nada, y el fútbol, que como todo deporte es una actividad sin contenido. El único objetivo es la redundancia de la victoria como fin en sí mismo.

Iglesia. Su problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor es que sus obispos son afásicos, no dicen nada

- ¿Y la Iglesia?

- Su problema más grave es la desesperación porque no tiene vocaciones. Pero lo peor es que sus obispos son afásicos, no dicen nada. No les importa el cristianismo, sino la superioridad de la Iglesia, que se ha episcopalizado muchísimo… Yo la fe no la entiendo.

- ¿La católica?

- Ni la católica, ni la musulmana, que además está limitada por el Corán, donde se plantea una recesión terrible. Al final todo se reduce a una cosa de símbolos. Por ejemplo, esas polémicas sobre el crucifijo es de tiquismiquis. Hay en España una pasión por darse por ofendidos. Es la manía del victimato. Este país ni es laico ni es nada. Santo Tomás de Aquino es el primero que establece la separación entre Estado e Iglesia en la Summa Teológica… Pero lo que no entiendo es a ese Dios sediento de alabanzas. Es repugnante.

- Sin embargo, usted no es ateo.

- No. Los ateos me parecen ridículos. No creer en la existencia es un ejemplo de opinión fáctica porque son creyentes en la inexistencia. La cuestión de la existencia o no de Dios es, de hecho, un asunto sin importancia. Aunque decir que no me importa la existencia de Dios es una boutade, claro. Es un honor el que le hago creyendo que no existe, porque semejante bicho… Lo importante es la bondad o maldad de Dios.

- ¿Y en qué lado lo sitúa?

- Destaca en la maldad…

- Si no cree, ni es agnóstico, ni ateo, ¿dónde está?

- Soy un renegado. Me olvido de él para que él se olvide de mí…

Ferlosio se alisa la melena de sabio tronado con las palmas de las manos. Ese gesto le da una expresión luciferina e inquisitiva. Pero su desobediencia está curtida de una ironía rebelde y un manejo preciso de referencias cultísimas que le otorgan un calambre de seducción excéntrica y excepcional.

A la contra. Estoy a favor de la censura. Censura contra los programas de telebasura y contra la publicidad dirigida a los niños

- ¿Por qué hay miedo a decir las cosas? ¿Por qué tanta autocensura?

- Sobre todo cuando se habla de judíos o de mujeres. Qué miedo se tiene hoy por decir algo contrario a lo femenino o la feminidad… Aunque yo soy partidario de la censura.

- ¿?

- Sí, sí. Censura contra los programas de telebasura y contra la publicidad dirigida a los niños, ésa que cultiva en la infancia la comparación social. Es repugnante. Y también quitaría las fotografías de la publicidad. ¡Dibujos! ¡Sólo dibujos! Hay que ver lo que ha hecho la fotografía en favor de la pornografía…

A estas horas Ferlosio ha alcanzado el punto exacto de ebullición. La conversación va como un barco ebrio. Pero eso no oculta una extraña verdad: Ferlosio es el mejor poeta joven de varias generaciones juntas. El más feroz o esencial. Aquel que no canjea enigma por magia. Un especimen alérgico al narcisismo cuya disposición mental desborda las pretensiones de tanto listillo pálido y demacrado del río de las letras. Sabe que nadie sirve a otro porque sí. De ahí esos silencios suyos desconcertantes para todos. De ahí la lucidez deslumbradora, esa escritura impulsada por destellos líricos, por respiraciones barrocas, dispuesta a la polémica. A la dentellada.

- ¿Se considera un autor radical?

- No lo creo. Yo soy muy bueno, no quiero nunca ser extremo. No me gusta exagerar… ¿Vamos a tomar una cerveza?

Y abandonamos el camarote con la noche encima. Ferlosio, licántropo y apoyado en la garrota gorda como un rifle, arrastra por la acera un rumor de palabras: leña vieja para fuegos nuevos. Vivísimas luces de costa, porque Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.
Ya va tomando el camino su arambol.
Somos Gary Cooper y Sara Montiel

matthau
Mensajes: 34722
Registrado: 25 Ago 2002, 08:02
Ubicación: Madrid

Re: Comentario de texto

por matthau » 09 May 2011, 08:01

Gracias por colgar la entrevista, Hay. Me alegro de que te acuerdes de mí de esta forma. Sin embargo, Ferlosio es más interesante en el texto moroso y recargado que la entrevista a vuelapluma, donde le asoma la locura mucho más de lo que quisiéramos sus lectores.

Un saludo.
Imagen

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: Bing [Bot] y 3 invitados

Fecha actual 25 Abr 2024, 02:49