por Aiminajaiueitujel »
16 Jul 2010, 11:47
Cara y cruz, por Manetes de Goma
CARA
El autobús se detuvo y bajé, estaba eufórico, seguía haciendo lo que me daba la gana, matando como y cuando quería y ningún policía de esta ciudad en el culo del mundo parecía capaz de detenerme. Gire la esquina con paso firme, tenia ganas de llegar a casa, quitarme los zapatos, los pantalones y empezar a pensar en mi próximo asesinato. Caminaba acelerado, desafiando con la mirada a todo aquel que osaba cruzarse en mi camino, incluso llegue a tropezar con una señora que se empeñaba en pasear por en medio de la cera, rápidamente le ayude recoger el bolso que le había caído al suelo y seguí hacia casa. Por fin llegue al portal, metí la llave en la cerradura y abrí la puerta violentamente, metiéndome en el ascensor como un rayo sin esperar a que la puerta del portal se cerrase. Al entrar a casa descolgué el teléfono y tras marcar un numero que me sabia de memoria a base de repetir aquella acción espere tono tras tono a que alguien respondiese, cuando estaba a punto de desistir una voz cansada contesto:
-Hijo, ¿eres tu?
-Si madre, ya estoy en casa….
En ese momento se oyeron golpes en la puerta y una voz ronca y con un tono mas elevado de lo normal dijo: ¡Abra, policía!. La mano que sostenía el teléfono empezó a temblar, unas gotas de sudor como el puño empezaron a caer frente a bajo, y mi cara copió un tono mas blanquecino aun que el de la pared. Mi mente se bloqueó, colgué el teléfono instintivamente e inmediatamente mi cerebro se paralizó.
-¡Abra coño, o tiro la puerta abajo!- Repitió aquella voz, ahora con un tono si cabe aun mas alto y amenazador.
Aquel chillido me devolvió a la realidad, me gire y vi la ventana del balcón, era un quinto pero ¿qué podía hacer sino?, quite la mesa de un zarpazo y oí como una bota golpeaba violentamente mi puerta.
-¡Abra cojones o le vuelo la azotea cuando entre!- Oí mientras la puerta daba señales de ceder tras otra patada contundente contra ella. Cuando escuche el siguiente zapatazo y me gire, un hombre de unos cuarenta años con una barba bastante poblada y con una cara de mala leche que asustaba solo con mirarla se asomo entre los trozos de madera astillada que había sido mi puerta hasta hacia apenas unos segundos.
-¡Quieto joder, no haga mas estupideces!- Chillo- ¡Alto o disparo! Repitió mientras yo me apresuraba a salir al balcón, pero no me dio tiempo, antes de llegar a la terraza un estruendo considerable desemboco en un dolor abrasante que se instalo en mi muslo, un dolor que me hizo caer de morros y golpearme la cara contra el suelo. Al caer instintivamente me lleve la mano a la herida que sangraba abundantemente, mientras con la otra mano intente limpiarme la mas que posible hemorragia nasal, pero cuando mi mano estuvo a punto de tocar mi nariz, aquel hombre hundió su rodilla en mi espalda estrujándome contra el suelo y estampando la mano que me quedaba libre contra este. Cuando conseguí reaccionar tenia ese brazo en la espalda, retorcido, produciéndome un dolor incluso superior al que me producía la herida de la pierna. Aquel hombre agarro mi otra mano, ensangrentada como estaba y me la puso sobre la otra con alguna dificultad debida a mi desesperada resistencia, me esposo y tras eso apoyo su arma contra mi nuca acercando su boca a mi oreja hasta el punto que pude notar su aliento y susurro:
-Cabrón, si ahora te vaciara el cargador en la cabeza nadie me podría culpar de no hacer lo correcto-
Tras eso me levanto violentamente, me arrastro al ascensor, donde me empujo, haciendo que mi cara se golpease contra el espejo que inmediatamente se lleno de sangre, corroborando mis sospechas de que mi nariz sangraba profusamente. Cuando el ascensor se detuvo en el rellano de la planta baja me empujó mientra chillaba: ¡Camina cerdo, camina!, yo en aquel momento no era mas que un pelele en manos de aquel policía que me arrastro por el rellano y me saco a la calle, donde una docena de curiosos se agolpaba. Vi como dos guardia civiles esperaban con su coche parado enfrente del portal, en aquel momento me desmayé….
CRUZ
Ya estaba exhausto de tanto esperar, mi culo había moldeado el asiento de aquel Peugeot 207 hasta el punto que podría haber sido utilizado como escultura en cualquier exposición de pop art. Con las manos sudorosas apoyadas en el volante, continuaba esperando a que aquel ****** hiciera acto de presencia y la verdad es que ya me estaba desesperando. Decidí tras cambiar de emisora de radio media docena de veces y subir y bajar la ventanilla hasta la extenuación, ir a comprar algo para comer. Abrí la puerta del coche, salí e inmediatamente me desperece, ajuste la funda de la pistola, saque la cartera del bolsillo y comprobé que la placa aun estaba en su lugar, cerré la puerta y me dirigí hacia un horno que había tres casas mas allá del portal que debía vigilar. Antes de entrar me detuve, al ver como el autobús paraba en la esquina, casi de casualidad e inconscientemente mire y al fijarme reconocí la cara que estaba esperando. Seguro, era él, comenzaba la fiesta. Saque el teléfono móvil y apreté el botón de rellamada, apenas tuve que esperar a que contestaran:
-Dime chico, ¿ya hay movimiento en casa de la abuela?- Me contestaron desde la comisaría
-Acaba de llegar ahora mismo, ¡envíame refuerzos ya!
-Ni se te ocurra entrar tu….. – No llego a acabar la frase antes de que colgara
Cuando levanté la cabeza me encontré sus ojos clavados en los míos, desafiante, lo que él no sabia es que yo en breve iba a darle diversión, así que le mostré mi mas amplia sonrisa, parece que eso le distrajo porque se comió de pleno a una mujer que paseaba placidamente por el centro de la acera. Vi como avanzaba, torpemente, atrotinado, hacia el portal de su casa, nervioso abrió la puerta y se metió con la rapidez de un rayo en el ascensor, lo que aproveche yo para entrar en la finca antes de que la puerta se cerrase. Subí lentamente por las escaleras, sabia que vivía en el 5º-D, así que espere a que entrase y de paso descanse un poco antes de pasar a la acción.
-¡Abra, policía!- Chillé mientras aporreaba la puerta, oí como colgaba el teléfono e insistí mientras seguía aporreándola -¡Abra coño, o tiro la puerta abajo!- no obtuve respuesta así que me eche unos pasos atrás, cogiendo carrerilla, la vena yugular empezaba a hinchárseme, harto de tanta espera y ansioso de que aquel obstáculo que me separaba del hombre que tantas noches me había tenido en vela desapareciese, levante la pierna derecha y pegue una patada contra aquella puerta descargando todo mi peso mientras chillaba: -¡Abra cojones o le vuelo la azotea cuando entre!, volví a coger carrerilla, y descargue nuevamente mi peso sobre aquella puerta, la cual se rindió ante mis embestidas.
Aquel hombre estaba de espaldas a mi, pero con la cabeza vuelta observaba incrédulo como su bonita puerta había pasado a la historia, instintivamente me lleve la mano al arma, desenfunde y le ordene: -¡Quieto joder, no haga mas estupideces!, no respondió, volvió la cabeza e hizo amago de correr hacia el balcón -¡Alto o disparo!- Le dije con todas mis fuerzas, aunque sabia que aunque parase acabaría disparándole igual.
Efectivamente no se detuvo, hizo amago de volver a intentarlo pero cuando mi vista detecto su primer movimiento mi arma ya se había disparado y de su muslo ya salía bastante sangre, su rodilla se flexiono y cayo de bruces, partiéndose la nariz contra el suelo. Vi como se retorcía de dolor y por un momento crei apiadarme de él, pero cuando volvieron a mi mente las imágenes de sus victimas me abalance sobre su cuerpo, clavando mi rodilla contra su espalda, sus gemidos me resultaron patéticos en aquel momento, cogí sus manos llenas de sangre y se las espose a la espalda haciéndole tanto daño como me fue posible. Una extraña euforia me invadía, intente reprimirme pero no pude impedir susurrarle al oído: -Cabrón si ahora te vaciara el cargador en la cabeza nadie me podría culpar de no hacer lo correcto-.
Lo agarre del brazo, como si fuera una marioneta, lo empuje contra le puerta de la casa, y una vez en el rellano lo tire dentro del ascensor, donde se dio cuenta de que su preciosa cara de cerdo se había convertido en el morro asqueroso de un jabalí, al llegar a la planta baja, le di una patada, sacándolo de aquel cubículo y le chille, llevado por la ira: ¡Camina cerdo, camina!, lo recogí del suelo y recordé cuantas noches había soñado con aquel momento. Lo arrastre hacia la calle, donde unos cuantos curiosos se agolpaban, cerca de la puerta vi un coche de la guardia civil parado. - Valiente mierda de refuerzos- Pensé. Cuando baje mi vista para ver como se encontraba vi que se había desmallado, así que lo cogí de la cabeza y de la camisa y lo tire dentro del coche patrulla, mira al guardia civil y le ordene: -Llévelo al hospital antes de que tenga la suerte de evadir la condena.