Pero bueno ¿qué tendrá que ver esa proposición: "Madrid le roba a Cataluña y a CyL, CyL tiene mucha menos inversión pública que la que merece y defiende que lo justo es un modelo de concierto" con "odiar a España"? ¿Acaso no se puede mantener lo primero sin sostener lo segundo? Incluso suponiendo que no existiera ninguna razón objetiva para criticar el modelo vigente, en qué se basa la atribución del odio a España a la persona que hierra en este asunto?Bluffff escribió:De manera básica y sencilla, el discurso de este sujeto es la copia exacta del del independentismo, inventándose una serie de estupideces que es incapaz de sostener con dato alguno según el cual Madrid le roba a Cataluña y a CyL, CyL tiene mucha menos inversión pública que la que merece y defiende que lo justo es un modelo de concierto.Trigueo escribió: ¿Pero cómo diablos se puede interpretar el discurso que ha mantenido Metzger en las últimas páginas como de "odio a España"? ¿Estás pirado? Si lo que él está denunciando precisamente es que el modelo de construcción pública y política que ha seguido este Estado ha sido perjudicial para España, o al menos para la mayoría de los españoles.
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Así que o bien odia España y se inventa estas estupideces para justificar dicho odio o es un enfermo mental.
¿Por qué si alguien está en desacuerdo con el dinero que recibe su territorio y considera que un modelo de financiación diferente es mejor automáticamente decís que ese alguien "odia a España"?
Esta identificación constante entre Madrid y España es precisamente de lo que venimos quejándonos en el hilo, la confusión pretendida o no entre los intereses de la capital y la nación española en su conjunto, que como este mismo hilo testifica va mucho más allá de la obra pública o las infraestructuras del estado, sino que ha echado hondas raíces en el imaginario político español, convirtiendo cualquier crítica al modelo centralista en una caricatura de provincianismo o reminiscencia medieval.
En cierto sentido esta identificación de los intereses de Madrid con los intereses del conjunto del país tiene grandes similitudes con la identificación que los trabajadores suelen hacer entre sus propios intereses y los de los empresarios. Las clases obreras alienadas tienden a considerar que la prosperidad del rico redunda en la mejora de su propia calidad de vida, porque el hombre rico “trae trabajo” e inyecta dinero en la economía. De igual forma se difunde entre los españoles alienados en su extrarradio institucional la peregrina suposición de que, cuanto mejor le vaya a Madrid, mejor le irá al resto de España, y si alguien se mete con Madrid, sea en el contexto que sea y obviando el hecho palmario de que estas críticas no lleven nunca acompañado un odio indiscriminado a todo lo madrileño, sino al sistema político español que se aprovecha del centralismo, se mete con toda España. Pero esa identificación es pura ideología, lo dicho, metida con calzador a los incautos.