por Corsus »
07 May 2016, 03:51
Me di cuenta de verdad cuando entré a ver Deadpool y me topé a un montón de chavales maquillados con los colores característicos de Wade Wilson: los superhéroes han conquistado el mundo. Hay que reconocérselo a Mark Millar: él supo ver este futuro con claridad antes que casi todos; en cierta medida, contribuyó a darle forma. En retrospectiva, su The Authority, y antes el de Warren Ellis, —a su manera, un cómic revolucionario dentro del género— tiene no poca resonancia metalingüística.
No siempre fue así. Cuando tras años de ostracismo los superhéroes empezaron a asomarse a la gran pantalla a finales de los noventa, las reglas eran otras. El público también. Si algún trastornado hubiera presentado entonces un proyecto para filmar una película calificada R sobre un superhéroe de tercera fila que rompía constantemente la cuarta pared, probablemente se hubieran reído en su cara. Pero apareció Blade, y luego la película que inició un boom: X-Men. Pero esas y todas las películas que las siguieron, pese a los diferentes autores implicados, compartían algo: complejos. Se anunciaban como adaptaciones de personajes del cómic, superhéroes, pero filtraban al máximo casi todo aquello que los hacía auténticos. En el X-Men de Singer, que no está exento de virtudes, pese a todo, se verbaliza claramente, y varias veces, la actitud miedosa de producciones que temían la reacción del público si se atrevían a ofrecer una historia de superhéroes con todas sus características ("¿Qué prefieres, licra amarilla?"). Este estilo alcanzó su cénit con el Batman de Nolan: las películas de superhéroes para la gente a la que no le gustan los superhéroes, entre la que se encuentra el propio Christopher Nolan, el tipo que decidió racionalizar a Batman y filmarlo de día.
Marvel lo cambió todo. Guste o no, se reconozca o no, que no se hace, Marvel, en su momento, decidió arriesgarse. Decidió hacer lo que nadie se atrevía a hacer: una película de superhéroes de verdad. Aunque la entrañable y pulp Captain America: The First Avenger ya empieza a indicar por donde van a ir los tiros, en cierto modo, The Avengers es la primera película de superhéroes. La que demuestra que se puede hacer una película con todos los ingredientes y los códigos del género y conseguir que el público, no solo el fan, sino el público en general, se vuelva loco con ella. Marvel ha decidido, además, adoptar no solo los temas y los personajes, sin complejos, sino también la particular estructura interconectada de los cómics, la noción de universo compartido.
Marvel está contando una historia por entregas, a lo grande, con capítulos más o menos independientes según el caso, pero todos con un propósito común claro. Tienen un plan. Además, lo han contado: si uno ha llegado hasta aquí, hasta Captain America: Civil War, no puede alegar desconocimiento. Y el plan, con sus altibajos, funciona. Y aquí funciona, además, de puta madre. Es habitual que se equipare la ausencia de complejidad, la apuesta descarada por la diversión, con pobreza argumental e incluso narrativa. Civil War tiene una trama, y una estructura narrativa, sencilla pero perfectamente trabajada, coherente —lo es, y, de hecho, tanto independientemente como en el plano general—, y que alcanza el logro, no escaso, de conseguir integrar decenas de personajes en la historia y que todos tengan su momento. Se presenta a dos personajes nuevos, Black Panther y Spider-Man (nuevo en ese universo, claro), algo para lo que hace unos años hubieran hecho falta otras tantas películas (con algún llorón tipo Denzel Washington y, no sé, un panoli con flequillo que parezca salido de The Pee-wee Herman Show) y no solo no chirrían, sino que son de lo mejor de la película. Y la acción es cojonuda, con el tono entre épico y socarrón que Whedon felizmente trasladó al género en el cine —de hecho, diría que con la escena del aeropuerto han llevado a otro nivel lo que él hizo en el último acto de The Avengers—.
Pese a su espíritu lúdico, a su apuesta por la acción superheroica pura, Civil War tiene su corazón; lo tiene, primero, en la venganza íntima (¡apoyada en la continuidad!) de un villano que de Zemo tiene solo el nombre —seguro que algún exégeta purista habrá necesitado bolsa de plástico y Trankimazin—, pero que pasa a ser un activo importantísimo en uno de los campos más decepcionantes, hasta el momento, de Marvel. Al fin, Loki tiene buena compañía. Y, sobre todo, en que la dimensión ética del conflicto toca personalmente a los personajes mucho más que en el original —la historia de Millar, como Zemo, aporta el nombre y cuatro cosas más—, lo cual ayuda a que se pueda entender mejor lo que hace Steve Rogers, porque, claro, mal que me pese, Stark tiene toda la razón. Ah, y también reserva un hueco para tocarle el corazoncito al fan de toda la vida: hay un montón, pero un montón, de guiños a cómics, clásicos y modernos, algunos maravillosos. Por lo demás, hace tiempo que acepté que podría salir excitado de una sala oscura tras ver imágenes de hombres en trajes ajustados, pero jamás pensé que llegaría a sentir atracción sexual por la tía May. ¿Qué le queda por conseguir ya a Marvel?
No sé si Captain America: Civil War es la mejor película de superhéroes hasta la fecha, no creo que eso importe demasiado. Es una buena película, un divertimento escandaloso y cómplice que volvería a ver ahora mismo. Seguramente seleccionará espectadores porque, si alguien creía que, aunque ya fuera del armario, Marvel lo llevaba con discreción, esto es el desfile del Orgullo Superheroico. Pero, después de todo, hay que escoger un bando.
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Corsus el 07 May 2016, 15:21, editado 1 vez en total.
HAY UN HATER EN TI.