por calo 18 »
12 Nov 2014, 11:21
Lo he comentado así de pasada en el post sobre “ligar en el trabajo”, pero como la historia ha llegado hasta límites casi surrealistas voy a extenderme sobre una de las situaciones más desagradables que me han ocurrido nunca.
Bueno, el caso es que en enero comencé a trabajar en una empresa al mismo tiempo que otra chavala. Ambos tenemos 26 años. Desde el primer día, literalmente, nos hicimos muy cercanos. Me hacía falta conocer a alguien así: muy afín a mí, a la que le gustaba hacer las mismas cosas y, sobre todo, alguien con quien pasar el tiempo más allá de mi círculo de amigos tradicional. Bueno, el feeling ambos coincidimos en que era brutal. La complicidad en la oficina era enorme, nos apuntamos al gimnasio juntos, salíamos juntos los fines de semana, hacíamos locuras como irnos a bañar a la playa en invierno a las 4 de la madrugada, solíamos comer un par de días a la semana juntos, llegábamos a casa del trabajo y estábamos horas hablando por whatsapp o Facebook. Pues bien, en un primer momento la veía como eso, como mi salvación social, una gran amiga y mi mayor cómplice. La chica físicamente siempre me atrajo, pero no quería dar un paso en falso que echara por tierra lo que teníamos. Pero también empecé a comprender que tenía cosas que me encantaban: era diferente a todo lo que yo había conocido, muy inteligente (lo que a la larga se volvió contra mí), era artista, dibujaba, escribía poesía, tocaba el piano, etc. Voy a comentar un detalle importante. La chavala tiene novio, desde hace 2 años y medio. Pero el novio, 7 años mayor que ella por cierto, estaba fuera haciendo un máster. Se veían una vez al mes.
Bueno, el caso es que aproximadamente a mediados de marzo el padre del novio se puso enfermo y él se tuvo que volver a casa durante un tiempo, aproximadamente un mes. Pues bien, a pesar de que seguimos siendo amigos, empezó a haber un distanciamiento fuera del trabajo. Ella se dedicaba a estar con él y a mí medio me dejó de lado. Aunque al principio no me pareció mal, empecé a echarla de menos y fue cuando me empecé a dar cuenta que sentía algo por ella. Bueno, pasada la semana santa, a mediados de abril, el tío se volvió a largar.
Y claro, ella volvió a refugiarse en mí. El caso es que nuestras conversaciones empezaron a subir de tono de forma considerable. A la semana de irse el novio, salimos de fiesta al salir del trabajo. Fuimos a cenar, empezamos a beber, y la conversación giraba entorno al sexo. Bueno, nos empezamos a poner a tono y acabamos enrollándonos. Ella me decía que no iba a dejar al novio, pero que se podía permitir un desliz de una noche y que tenía muchas ganas. Me prometía que nada iba a cambiar entre nosotros, pero yo no lo veía claro. Le dije que mejor la llevaba para casa. Bueno, ella en vez de guiarme para casa me dirigió a un picadero. Y claro, acabamos haciéndolo. Al despertarnos, en mi coche, la llevé a casa, y después de decirme que podríamos hacer como si no pasara nada, me despidió con un beso.
El caso es que al día siguiente me dijo que lo que pasó no iba a ir a más. Que ella tenía muy claro que quería a su novio y que quería estar con él, pero que podíamos seguir como antes. Bien, seguimos como antes, de cachondeo, con un tonteo extremo, yendo al gimnasio, a tomar cañas y demás. Incluso fui a su casa un día a cenar. En su casa se puso a tocar el piano y yo me volví loco. Hasta que ella se fue de vacaciones a finales de mayo. Se lo contó al novio, él la perdonó, y ella me dijo lo que yo tanto temía. Teníamos que distanciarnos. Esto fue una losa brutal porque mi vida había empezado a girar entorno a ella y si desaparecía, iba a dejar un vacío insalvable, como acabó pasando. Tomé la decisión de alejarme de ella y cortar contacto por lo sano. Cuando vio que pasaba de ella y que me distancié, a la semana me dijo que no lo aguantaba, que pagaría por volver a lo de antes. Bien, el novio seguía fuera y aunque sabía que no lo iba a dejar, acepté. Volvimos poco a poco a lo de antes. Aunque ella se cortaba más a la hora de quedar y demás, llegamos muy lejos en nuestras conversaciones, hablando hasta las tantas de la madrugada y casi siempre sobre sexo, hasta el punto que ella me confesó que tenía fantasías conmigo. Yo estaba muy a gusto a pesar de nuestra indefinición. Nos escribíamos notitas en el trabajo cual quinceañeros, intercambiábamos poesías, libros, películas. El caso es que a principio de julio el novio volvió por un período largo. Por lo visto el chaval estaba bastante mal, por temas familiares y, sobre todo, porque le costaba mucho hacerse a la idea de que su novia trabajase durante ocho horas diarias con la persona con la que se acostó. Ella decidió volver a alejarse.
Desde ese momento, y salvo conversaciones puntuales a la salida del trabajo en la que recordamos los buenos tiempos, se acabó todo lo que había entre nosotros. En el trabajo ni nos dirigimos la palabra. Bueno, hace un mes me entero que el novio se vuelve a largar para hacer las prácticas. Casualidad: a la salida del trabajo, ella me está esperando y me comenta que me echa de menos y blablabla. Que aunque no fuese posible volver a estar como antes, le gustaría poder tener una buena relación conmigo y demás. El caso es que a mí me cuesta mucho ser solo su amigo, ella se empieza a dar cuenta y decide volver a poner el freno. Yo me empiezo a derrumbar hasta el punto que decido darle un ultimátum. Bueno, ella me dice que no, que siempre me vio solo como un amigo (WTF), y que no me podía dar lo que yo quería. Y lo peor, que siempre tuvo muy claro a quien quería. Y ella me reconoce que jugó conmigo, que solo se lo quería pasar bien. Todo esto, hablándolo por el móvil, no cara a cara.
Desde ese momento, la relación se acabó. En el trabajo ella ni me mira, acaba sus 8 horas y se larga sin esperarme. Nuestros jefes y compañeros saben que algo pasa. Yo estoy loco, enfermo por ella. La veo cada día y lo único que pienso es en hacerle el amor. No volvimos a hablar. Y ahora aquí estoy, escribiendo este tocho en el trabajo, enfrente de ella. A final de año se nos acaba el contrato, a mí me ofrecieron seguir 6 meses más, a ella según sé todavía no. El caso es que aunque sé que lo mejor es que no la vuelva a ver, estoy cagado porque sé que cuando nos vayamos de esta oficina, no la voy a volver a ver.
Pero lo peor, no puedo soportar hacerme a la idea de que nunca más voy a tener con ella lo que tenía antes y, sobre todo, que no la voy a volver a tener. Llego a casa cada día hecho mierda sabiendo que el teléfono no va a sonar.
Perdón por el tocho, pero necesitaba descargar la tensión que vivo cada día. La situación me está superando.