Cerebros sistematizadores y cerebros empáticos, ¿la gran diferencia entre hombres y mujeres?
Hasta hace poco tiempo, existía la creencia generalizada de que las diferencias entre la mente masculina y la mente femenina eran simplemente el resultado del efecto que ejercen las hormonas sexuales en las personas adultas y de la presión social que, en cierto modo, obliga a unos y a otras a comportarse de una determinada manera. Se consideraba que la arquitectura cerebral de unas y de otros era básicamente la misma, así como su modo de funcionamiento.
Sin embargo, esa forma de ver las cosas está cambiando. Existen diferencias anatómicas notables entre el cerebro masculino y el cerebro femenino, también las hay en la estructura de los circuitos neuronales, así como en la química de las transmisiones sinápticas.
En contra de lo que pretenden determinados movimientos sociales y corrientes ideológicas, mucho de lo que nos diferencia a hombres y mujeres no se debe ni a la educación ni, en general, a la influencia del entorno, sino puramente a nuestra biología.
En ese contexto resultan de especial interés las investigaciones llevadas a cabo por el Catedrático de Psicopatología y director del Autism Research Centre de la Universidad de Cambridge, Simon Baron-Cohen. Simon se plantea la hipótesis de que, en esencia, podríamos agrupar los rasgos más típicos de los cerebros femenino y masculino alrededor de dos atributos fundamentales: la capacidad de sentir empatía (atributo que caracterizaría al cerebro de tipo femenino) y la capacidad de sistematización (atributo que caracterizaría al cerebro de tipo masculino).
Estos dos atributos, empatía y sistematización, se presentarían en la población de forma muy diversa, y así habría personas en las que coincidirían sexo y tipo de cerebro junto a personas de sexo femenino con un cerebro de tipo masculino o viceversa.
Simon Baron-Cohen añade otra hipótesis: que las diversas afecciones descritas dentro del llamado espectro autista se darían en personas con un tipo de cerebro extremadamente masculino. Así pues, los individuos con trastornos del espectro autista, como por ejemplo los afectados por el síndrome de Asperger, tendrían un cerebro extremadamente sistematizador y muy escasamente empático.
Para verificar sus hipótesis Simon Baron-Cohen ha diseñado dos cuestionarios que permiten determinar el grado de empatía y sistematización de una persona:
Coeficiente de Empatía (CE)
Coeficiente de Sistematización (CS)
El resultado de los estos cuestionarios permitiría clasificar un tipo de cerebro en 5 categorías, según la relación mantenida entre los dos valores obtenidos al completarlos:
Tipo E. Cerebro de tipo femenino, más empático que sistematizador.
Tipo S. Cerebro de tipo masculino, más sistematizador que empático.
Tipo B. Cerebro balanceado, con los dos valores equilibrados.
Tipo E extremo.
Tipo S extremo. El cerebro extremadamente masculino podría apuntar a una manifestación de autismo.
Una vez conocidos el CE y CS de una persona puede usarse el siguiente diagrama para determinar su tipo de cerebro:
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La sistematización
Sistematizar es entender, analizar, explorar y desarrollar un sistema, un sistema entendido como todo aquello que está gobernado por unas reglas que especifican unas relaciones de entrada-operacion-salida (matemáticas, programación informática, clima, música, lógica, astronomía, física, química, estrategia militar, etc). La sistematización incluye el análisis de los rasgos de un sistema, la observación repetida de esto lleva a descubrir las reglas que los rigen.
Los hombres sistematizan espontáneamente más que las mujeres, hablamos de promedios estadísticos dentro de los cuales obviamente siempre habrá excepciones.
Existen sistemas técnicos como los ordenadores, los vehículos u otras máquinas, también incluyen sistemas complejos que los académicos estudian en las ramas de la física, de la ingeniería electrónica y mecánica y de la ciencia informática. Los sistemas naturales incluyen la geografía, la meteorología, la astronomía, la biología. Hay sistemas abstractos como la lógica, los mapas o los programas informáticos. Sistemas sociales como la economía o las ciencias sociales. Otros sistemas implican la organización del conocimiento en función de unos criterios (enciclopedias, monedas, sellos, minerales, clasificaciones de equipos o jugadores...) en ocasiones haciendo uso de la estadística.
El interés en la clasificación y organización exige sistematización, y los hombres son más propensos a coleccionar cosas y elaborar listas de información. Por tanto profesiones como las matemáticas, la física y la ingeniería requieren una gran capacidad de sistematización y podrían considerarse como el equivalente adulto a los juegos de los niños con juguetes mecánicos y de construcción.
Tener un nivel bajo de testosterona fetal nos lleva a mejores niveles de lenguaje, habilidades de comunicación, contacto ocular y sociabilidad -todos ellos signos claros de empatía superior-. Estos resultados indican claramente que las buenas habilidades de sistematización están vinculadas a un nivel mayor de testosterona fetal. Cuanto mayor cantidad de esta sustancia se tenga, más sintonizado está el cerebro con los sistemas y menos con las relaciones emocionales. Menos le importará a esa persona estar sola y menos necesitará estar horas hablando por teléfono con sus amistades.
Empatía
La sistematización no siempre es válida en todo, como, por ejemplo en los sentimientos cambiantes de una persona; mientras que la forma natural de entender y predecir la naturaleza de los eventos y objetos es la sistematización, la forma natural de entender a una persona es la empatía.
Descubrir que un amigo tiene un problema personal delicado y ayudarle es algo que las mujeres saben hacer con mucha facilidad, mientras que es algo que la mayoría de los hombres prefieren evitar. Para ello hay que tener la capacidad para sintonizar emocionalmente con los demás denominada empatía. La empatía es el pegamento de las relaciones sociales y nos motiva a preocuparnos por los demás. Los hombres tienden a ser más egocéntricos en sus conversaciones, son más propensos al fanfarroneo, al desafío y en ocasiones al ignorar las ideas de la otra persona. Los hombres, mientras hablan, intentan demostrar sus conocimientos, habilidades y posición social.
Las mujeres poseen mayor cantidad de fibras nerviosas encargadas de conectar ambos hemisferios cerebrales. Los individuos que tienen más áreas conectadas realizarán mejor las tareas que requieren una transferencia de información rápida entre los dos hemisferios (como son la comunicación y la empatía).
Es bastante más sencillo utilizar la agresión hacia otros si eres persona de poca empatía, la gente poco empática tiende a ser muy directa y poco sutil en el trato con los demás.
Sentir empatía con los demás quiere decir entender las relaciones, ser buen comunicador y preocuparse si un amigo se ha ofendido por algo que hemos dichoo si está siendo tratado injustamente, y encontrar la manera de anticipar las necesidades de otra persona y responder rápidamente a sus sentimientos. La gente empática es más democrática, consulta a los demás y es más diplomática en sus conversaciones. Una persona empática no obliga a los demás a que piensen como ella, todo ello se hace siempre esté ganando amigos en vez de enemigos. La gente con poca empatía piensa que no es su problema si alguien se siente ofendido. Dado que en promedio los hombres tienen menos empatía que las mujeres, las relaciones entre chicos suelen ser menos íntimas y con menor descubrimiento de uno mismo que las que se dan entre chicas. También suelen ser más egocéntricos en sus conversaciones, más propensos al fanfarroneo, a demostrar su valía, al desafío y a ignorar las ideas de otra persona.
El autismo, el cerebro extremo masculino
¿Cómo se comportan aquellos individuos que tienen una habilidad muy inferior de empatía y una habilidad superior en sistematización?, para estas personas las conversaciones normales son inútiles y difíciles, no captan los matices sociales y sólo piensan en solventar las cosas a solas sin ayuda de los demás. En su fascinación por descifrar el sistema llegarán a ignorar por completo a todos los que le rodean.
La mayoría de autistas viven en un mundo propio y se les considera inaccesibles, como si vivieran en su propia burbuja, también destacan por una clara incapacidad social y comunicativa. Los niños con síndrome de Asperger también comparten muchos de esos rasgos, aunque comienzan a hablar a tiempo. No intentan hacer amigos ni congeniar con los demás.
Sólo una de cada diez personas con Síndrome de Asperger es mujer, ¿casualidad?, evidentemente no. A las personas con gran tendencia sistematizadora y poca empatía les fascinan los sistemas cerrados, controlables y previsibles, por contra el comportamiento, los sentimientos y los pensamientos de la gente son sistemas abiertos y como tal menos previsibles y controlables que los sistemas cerrados. Los niños con el síndrome de Asperger tienen problemas en los patios, con las amistades, en las relaciones, y cuando son adultos en el trabajo. En el entorno laboral suelen ser técnicamente buenos y precisos pero nunca consiguen promociones porque su don de gentes es muy limitado. Es en las situaciones desestructuradas e imprevisibles, y cuando la sensibilidad y reciprocidad social son importantes, cuando las personas con síndrome de Asperger tienen más problemas.
Hay estudios que sugieren que el índice de autismo y Asperger es inusualmente alto en áreas como Silicon Valley, y que la personalidad de los técnicos de gran talento tiende menos a la sociabilidad que la población general. Se trata de áreas que atraen a sistematizadores puros de gran talento. Se dice que Isaac Newton "siempre estaba estudiando, raramente recibía visitas o visitaba a alguien... no tenía ningún pasatiempo, ni salir a pasear o hacer ejercicio, para él todo lo que no fuese estudiar suponía una pérdida de tiempo". Incluso hay quien dice que sin esa capacidad de sistematización extrema a lo mejor no existiría el fuego ni la rueda...
El cerebro equilibrado
Podemos ver las ventajas de supervivencia y reproductivas de ser un buen sistematizador y de tener empatía, pero es el doble de ventajoso tener ambas capacidades, en otras palabras, tener un cerebro equilibrado.
Aunque tener un cerebro equilibrado nos puede dar lo mejor de ambos mundos, uno puede imaginar que para los hombres esto sería menos exitoso que tener un cerebro puramente masculino. Por ejemplo, en una competición entre dos líderes, el buen sistematizador con poca empatía estará preparado para hacer todo lo necesario para ganar aunque eso requiera sacrificar los sentimientos de alguien. Alguien que tenga un cerebro equilibrado puede ser una buena persona como jefe, pero quizás carezca de la ambición y espíritu competitivo y de supervivencia para prosperar cuando las cosas se ponen feas. Para las mujeres por contra tener un cerebro equilibrado querrá decir tener menos tiempo para sus relaciones, con el riesgo de perder parte del apoyo social.
La sociedad necesita cerebros de ambos tipos, los que tienen un cerebro femenino son los mejores consejeros, profesores de escuelas primarias, enfermeros, cuidadores, terapeutas, trabajadores sociales o personal asistencial. Cada una de estas profesiones requiere una excelente capacidad de empatía. Los que tienen un cerebro sistematizador son buenos científicos, ingenieros, mecánicos, técnicos, músicos, programadores e incluso abogados. Por último, los que tienen un cerebro equilibrado tienen aptitudes para ambos campos, y por ejemplo podrían ser buenos médicos, o buenos comunicadores de ciencia, que además de entender los sistemas saben describirlos a los demás adaptando sus palabras a las necesidades del oyente.