https://www.ocultalit.com/opinion/se-es ... perventas/
escrito por Diego Álvarez Miguel
Hace varios años, con el anuncio de Manuel Vilas como ganador del premio de poesía Ciudad de Melilla, volvían a sonar las alarmas y se volvía a criticar el hecho de que todos los ganadores del premio, uno de los mejores dotados de España, con 18.000€ provenientes directamente del erario público, habían publicado con anterioridad en la editorial Visor (editorial que publica y comercializa el libro ganador). Se mencionaba en esta noticia que «José Luis Rey, ganador de la trigésima séptima edición, ya había publicado 4 libros con esta editorial. José Antonio González Iglesias, Eduardo García, Juan Van Halen, Manuel Vilas, Diana Ballessi y Marco Antonio Campos han sido los últimos 6 ganadores de este certamen y todos habían tenido un pasado con la editorial Visor».
Para cualquiera que haya seguido mínimamente los premios literarios en este país en estos últimos años, la sospecha de cierta corrupción alrededor de algunos de ellos es algo permatente. Algunas de las editoriales que participan no dejan supuestamente pasar la oportunidad de disponer de ese dinero público que se le va a ofrecer a su autor (y a ellos también por la edición, muchas veces el mismo monto que el premio) para hacer sus negocios: consolidar autores, fichar a otros, cumplir con favores personales, etc.
Siempre fue (y lo sigue siendo) muy difícil, o imposible, demostrar los amaños y las corruptelas que rigen algunos de los premios literarios mejor dotados, aunque para cualquier observador medio despierto, estas artimañas resulten claramente sospechosas.
Resulta que en los últimos tiempos, a esta situación de la que hablamos se le suma al efecto que recientemente se ha venido dando en la poesía, un cambio que se ha comentado ampliamente y que tiene que ver con un aumento muy significativo de las ventas en algunos autores de un perfil muy concreto, una presencia cada vez mayor del género en librerías y, cómo no, el auge de un negocio que hasta hace poco parecía deficitario y ahora parece haber despertado a la bestia.
¿Y qué ocurre cuando estas dos circunstancias (por un lado, el amaño en los premios y su uso corrupto para fines interesados y, por otro, el de la poesía superventas cuyos beneficios generados ya no se miden por miles sino por docenas de miles de euros) se unen en un solo punto, digamos en Melilla? Pues supuestamente ocurre que a todos nos sorprende el nombre de la reciente ganadora del premio Ciudad de Melilla.
Para que nos hagamos una idea del contexto, la ganadora (a la cual evito nombrar, pues esto no se trata de un crítica personal, al menos no hacia ella, ni tampoco una critica hacia su obra o su calidad) se trata de una poeta que publica en, probablemente, la editorial de poesía con más infraestructura del momento, una editorial que hace poco colocaba un cartel de 3×3 metros con su último libro en el metro de Madrid, que pertenece al mismo grupo que una de las cadenas de librerías más grandes de España y que es capaz de (casi) cualquier cosa en términos editoriales y comerciales. Además, no hace mucho que publicó su último libro. ¿Qué puede llevar a alguien como ella a presentarse a un premio que nunca nadie con su estilo ni con su edad (o al menos en los últimos tiempos, que yo recuerde) ha ganado? ¿A cuántos premios de poesía se ha presentado hasta ahora?
En fin, ¿no estaremos ante una vuelta de tuerca más de «la nueva poesía», la de la legitimación de este tipo de poesía (como por otro lado preveíamos) a cambio de un trozo de su jugoso pastel? ¿No lo estará haciendo, además, a través de una supuesta corrupción vergonzosa y repugnante (porque se hace con dinero público, no lo olvidemos nunca) que no trata siquiera de ser maquillada, propia de una institución a la que ya no le importa absolutamente nada, ni siquiera mantener el decoro o el posible prestigio que alcanzase en su día?
Ante esta situación, solo cabe la denuncia (o al menos, hacerse unas preguntas), y el rechazo frontal a que estas supuestas situaciones se sigan perpetuando impunemente.