Merrylinch escribió:corretger escribió:Merrylinch escribió:
Tú mismo te das la respuesta.
No te pido que tú te olvides de ser un buen convecino, te digo que te olvides de cualquier esperanza de que esa convivencia sobreviva en Catalunya.
Y "eso es lo que hace que un pueblo lo sea".
En Catalunya ahora mismo hay tres "pueblos"... el catalán, el español y el que le da lo mismo, que lo mismo le da. Dos de ellos tienen intereses radicalmente opuestos, excluyentes entre sí.
A la luz de los acontecimientos recientes, y los que están por venir, no esperes que "convivan" muy armoniosamente.
Si en Cataluña hay "tres pueblos" como uno de ellos puede pretender imponer a los otros que es lo que tienen que ser y querer?
No es el gallito que achacan al resto de los españoles?
Para que quieren ser independientes, para cambiar a unos "opresores por otros"?
Yo estoy a favor que conjuguemos el verbo votar todos, y que encontremos entre todos gente que nos represente y sea capaz de hablar y alcanzar soluciones.
Es lo que piden los catalanes, no?
Pues a ello
Y si ya no hay convivencia y como pareces insinuar habrá menos en un futuro quizás, solo quizás, seria de sentido común quedarse donde están, intentar tender puentes, y luego quien no quiera seguir juntos ni convivir, pué buena suerte, hay vecinos que no conozco ni me conocen
Quedara el respeto, y eso a mi no se me va a olvidar
Te puedo responder de forma politicamente correcta, o de forma politicamente incorrecta.
La segunda es una respuesta mucho más clara y que refleja mejor la realidad.
Pero prefiero darte la primera. Por supuesto que, en caso de lograrse la independencia, una mayoría de catalanes impondría su visión de las cosas a dos minoría, la minoría unionista y la pasota (a esta le da igual, en el fondo).
¿Te parece mal?
Pues ahora mismo está pasando, allí justamente lo contrario.... una minoría, amparada en una enorme fuerza "externa", está imponiendo su visión de las cosas al resto del pueblo catalán.
¿No te parece aún peor?
Si das algo de valor a la Democracia y esas historias, digo...
Esta es la respuesta politicamente correcta... imagínate cómo es la otra
.
No es tiempo ya ni de respeto ni de sentido común, ahora solo cuenta lo que puedes o no puedes hacer. Pasa siempre, con todos los conflictos, cuando no se solucionan a tiempo. En algunos casos es inevitable, se haga lo que se haga.
¿Qué otra salida real tiene el independentismo catalán, aparte de hacer lo que está haciendo? NInguna, no hay otra.
Y España ha fracasado a la hora de convencer a la mayoría de catalanes de que son españoles, les conviene ser españoles, están mejor dentro de España.
Ahora le toca lidiar con ellos como una potencia invasora... es lo que hay.
No creo que sea comparable. Es cierto que en cuaquier sociedad conviven proyectos politicos diversos y que, en la medida en que dichos proyectos sean incompatibles, una parte de la sociedad siempre verá el suyo frustrado. Por eso es necesario establecer un criterio válido y justo (en la medida de lo posible) para la competencia entre proyectos alternativos, en el que uno se “impone” sobre los demás. En democracia, ese criterio es la voluntad de la mayoría.
Sin embargo, la democracia, y esto en muchas ocasiones se olvida, es mucho más que eso. También es pluralismo. Es reconocer y valorar que en la sociedad conviven personas con “visiones de las cosas” diversas: creencias, gustos, orientaciones sexuales, valores éticos, etc. Una democracia ha de respetar y promover este pluralismo para garantizar que los ciudadanos, compartan o no el proyecto politico mayoritario, y por tanto dominante, puedan desarrollar sus propios proyectos vitales en libertad e igualdad. Las instituciones deben garantizar los ciudadanos que puedan vivir conforme a su “visión de las cosas”, cualquiera que sea, en cuanto sea posible y respete los derechos de los demás. Por tanto, la capacidad de la mayoría de imponer su proyecto está limitada por el respeto a proteger este pluralismo.
Un factor fundamental de diversidad en España, y en Cataluña en particular, es la identidad nacional. Hay quienes se sienten esencialmente españoles, quienes se sienten esencialmente catalanes, quienes comparten ambas identidades, y quienes, simplemente, van a lo suyo. Es un tema peliagudo este de las identidades, porque, a diferencia de las creencias religiosas o las preferencias sexuales, solamente se pueden hacer efectivas en sociedad, en un colectivo. Es imprescindible que las personas vean reconocida y representada su identidad en el espacio público, en las instituciones, en los medios, en la vida económica, en el trabajo. Pongo un ejemplo: mi madre, catalana, creció en un pueblo de Tarragona durante el franquismo, y me cuenta que la gente hablaba catalán con normalidad en familia, o con amigos (vamos, en la intimidad, como Ánsar). Creo que podemos estar de acuerdo en que esta tolerancia en el ámbito privado no equivale a respetar a la identidad colectiva, la lengua, y la cultura de los catalanoparlantes.
Lo cierto es que la CE y los subsiguientes estatutos de autonomía, con todas sus limitaciones, son tremendamente sensibles a esta pluralidad de identidades. Esto siempre fue una prioridad para la oposición democrática en el postfranquismo (“libertad, amnistía, estatuto de autonomía). Los nacionalistas catalanes han podido sentirse representados en sus instituciones, han disfrutado de verdadero autogobierno y autonomía política (nada de meramente administrativa, como sugirió Puigdemont ayer), se han fomentado y protegido su lengua y su cultura. Baste ver el papel que ha alcanzado el catalán en la enseñanza o en los medios de comunicación (en particular, los públicos), lo que ha crecido su uso después de la regression que sufrió bajo el franquismo. Los independentistas puede que vean frustrado su proyecto politico, pero en ningún caso pueden quejarse de que su identidad ha sido reprimida, o no se ha respetado. Si lo hubiese sido, de hecho, no estaríamos en la situación que estamos. Puestos a ser honestos, si alguien tiene motivos de queja a este respecto en Cataluña, no son precisamente ellos.
Sirva esto como contrapunto del nacionalismo excluyente del franquismo, donde las diversas identidades eran directamente incompatibles, y por tanto reprimidas en favor de una vision homogeneizante de España (una, grande, y libre).
¿Se puede equiparar la situación actual en Cataluña con la que vivirían los “unionistas” (o, mejor dicho, los “catalanes que se sienten españoles”) en una hipotética República Independiente de Cataluña? Hombre, es difícil saberlo con precisión, precisamente por ser hipotética, pero una cosa es cierta: la Cataluña independiente se define precisamente por exclusión (“Catalonia is not Spain”), y por tanto excluye igualmente la posibilidad de que las identidades convivan en la misma sociedad. Si Cataluña, para ser sí misma, no es España, entonces ser catalán no es ser español, y vice versa. Curiosamente, la misma mentalidad excluyente, y de identidades incompatibles, del nacionalismo español franquista. El resultado, casi por fuerza, es una sociedad menos pluralista (al menos, en este aspecto), y por tanto menos democrática, en el que una identidad se impone sobre otra, y la excluye de las instituciones y de la vida pública. Esta es mi principal objection de fondo al proyecto independentista. Porque esta "exclusión mutua" no creo que sea en ningún caso natural, o inavitable, sino que es el resultado de un proyecto político concreto, y como tal se puede y se debe combatir.