la rata almizclera escribió:No. Fascismo y socialismo ni primos, ni conocidos. El Internacionalismo es una corriente de pensamiento que nació en la primera mitad del siglo xix como respuesta a las miserias provocadas por la revolución industrial y que enraíza directamente con las ideas de la Ilustración. Ha seguido vigente, con idas y venidas de todo índole, durante el siglo pasado y que aún está vigente y que además estas ideas han construido, con la aportación de otras corrientes de pensamiento, el mundo que ahora vivimos. Sería un trabajo arduo, que no pienso desarrollar, enumerar todas sus características y diferenciaciones entre las diversas corrientes. El fascismo se resume en dos características: nacionalismo, incluso tan exacerbado que se puede utilizar el prefijo "ultra" y racismo, aunque la segunda tiene mucho que ver con la primera. El fascismo que se sepa no ha producido nada perdurable y mucho menos positivo, sino más bien todo lo contrario. El marxismo-leninismo y mucho menos el stalinismo no tienen absolutamente nada que ver con el socialismo; sostener lo contrario y poner en el mismo plano fascismo e internacionalismo no tiene sentido alguno.
Primos hermanos. En el fondo solo se diferencian en el objeto de idolatria: unos la nacion y los otros la igualdad de todos y todas como se dice ahora. Una igualdad que solo existe por abajo, pero vamos, es cuestion de perfeccionar el sistema.
Y me llama la atencion que ya no solo quieras salvar al concepto izquierda de la quema, sino que te atrevas hasta con el socialismo.
Dile tu a toda la merma podemita comunista, que en este foro los hay a patadas, que ellos no son socialistas.
Y como a mi me gusta apoyar mis opiniones con hechos claros e incontrovertibles, y no con peroratas vagas e insustanciales, aqui tienes una lista de medidas que el fascismo franquista implanto y que hubieran hecho las delicias de los dirigentes de Podemos.
Fijate como se parecen a las que llevo a cabo el chavismo, que segun las listas de libertad economica es junto a Corea la mala y Cuba el pais mas socialista del mundo. O mas anti libre mercado, que viene a ser lo mismo.
Concepción de la autarquía franquista
La autarquía era concebida por las autoridades franquistas no solo como una respuesta a una situación temporal de emergencia, en el mundo de la escasez de la posguerra, sino era más una verdadera política de Estado, concebida como una necesidad patriótica que descansaba en la creencia de que España era un país rico en minerales y otros recursos y que alejaba a España de las deudas exteriores.7 El gobierno, con el propio Franco a la cabeza tenían ideas propias sobre la situación de la economía española y la manera de alcanzar el desarrollo del país. Franco llegó a afirmar: "La experiencia de nuestra guerra tendrá que influir seriamente en todas las teorías económicas defendidas hasta hace poco como si fueran dogmas"
Según Juan Antonio Suances, ministro de comercio e industria de la época, primer presidente del INI, y uno de los ideólogos del autarquismo español: "La autarquía es el conjunto de medios, circunstancias y posibilidades que, garantizando a un país por si mismo su existencia, honor, su libertad de movimiento y por consiguiente, su total independencia política, le permiten su normal y satisfactorio desenvolvimiento y la satisfacción de sus justas necesidades espirituales y materiales"
Para los dirigentes franquistas la libertad económica había conducido al atraso y al enfrentamiento, por lo que entendían que un país que deseaba ser política y militarmente fuerte, a la cabeza de un imperio debía contar con una autoridad fuerte que regulara y ordenara esta actividad. El desarrollo tenía que alcanzarse persiguiendo los máximos niveles de autoabastecimiento. Por otra parte se consideraba que lo importante era producir, conseguir los objetivos cuantitativos que se marcaban sin importar a costa de qué ni con qué eficiencia económica.
España era al acabar la guerra civil una economía muy dependiente de los aprovisionamientos de productos energéticos, materias primas y bienes de equipo, por lo que se hubiera necesitado una política que garantizase esos suministros exteriores. Por el contrario las medidas adoptadas por los primeros gobiernos de la dictadura de Franco agudizaron aún más estos problemas al impedir la recuperación de la capacidad exportadora que hubiera permitido el volumen de importaciones necesarias para el relanzamiento de la industria.
El intervencionismo impidió la asignación racional de recursos productivo. En el periodo posterior a la guerra civil, la economía estuvo fuertemente intervenida por Estado: un intervencionismo propio de época de guerra pero que se prolongó hasta los años cincuenta. En 1951 comenzaron unas muy tímidas medidas liberalizadoras de la economía.
Esta intervención se manifestó en dos grandes áreas. En primer lugar se produjo una intensa regulación sobre el control de precios y el racionamiento de los artículos de primera necesidad. Se crearon multitud de organismos reguladores, bajo la que se encontraba una concepción militar del funcionamiento de la economía, según la cual los mercados podían ser disciplinados. En segundo lugar con la creación de Instituto Nacional de Industria que convirtió al Estado español en empresario.
La agricultura
Imagen de arado en 1950 en El Saucejo, provincia de Sevilla. La agricultura española durante los años cuarenta se caracterizó por la baja productividad y la escasa tecnificación.
El sector agrícola tuvo una trayectoria catastrófica durante todos los años cuarenta, con una caída drástica de la producción agraria, las disponibilidad alimenticias y el consumo. Este periodo ha quedado en la memoria colectiva como los años del hambre.
La agricultura fue uno de los sectores en los que la intervención pública funcionó de forma muy completa, en el caso del trigo se realizó a través del Servicio Nacional del Trigo, este servicio en aras de alcanzar la autosuficiencia del país, fijaba las superficies de cultivo, tanto a nivel nacional, regional como local; requisaba el cereal a precios fijos, controlándose por tanto toda la producción, la comercialización y el consumo. Para asegurar el aprovisionamiento de los productos de primera necesidad y evitar el hambre, se impuso el racionamiento de los mismos, a través de cartillas. Los productores estaban obligados a vender a precio fijo la totalidad de su producción al Estado, que a su vez la vendía a los consumidores a un precio tasado.
El Estado, como único adquirente, adquiría a bajo precio la producción, inferiores a los de equilibrio, provocando un hundimiento de la producción y llevando a los agricultores a cultivar productos no intervenidos y más rentables.10 Esta respuesta de los agricultores, que provocó la escasez de productos básicos, junto al racionamiento dio lugar a la aparición del mercado negro o estraperlo, ya que se produjo una ocultación de una parte de la producción, que comercializaban los agricultores fuera del mercado oficial con enormes márgenes de ganancia. Todo ello, unido a las malas cosechas y a las pertinaces sequías que se dieron por aquellos años, provocó una gran escasez de cereales. A título de ejemplo, el precio del pan en el mercado negro, en la ciudad de Bilbao, alcanzaba un 800 % del precio oficial en diciembre de 1943, un 686 % en diciembre de 1944 y un 600 % en diciembre de 1945. De análisis económico de la confluencia entre oferta y demanda resulta que la producción oficial más la del mercado negro fuese inferior a la que hubiera resultado de un mercado no intervenido.
En contraste mientras que la población padecía hambre y se le pedía un sacrificio por la autosuficiencia, se exportaban productos agrarios a Alemania en pago por su ayuda en la Guerra Civil. La falta de productos se inició nada más acabar la guerra española y lejos de solucionarse fue a más durante los años cuarenta. Solo los acuerdos con Argentina en 1947 permitieron aliviar en algo la situación. Las políticas expuestas permitieron que durante los años cuarenta se acumulase un volumen de capitales entre los grandes propietarios del sector agrícola que permitió financiar durante los años cincuenta el sector industrial y el desarrollo del propio sector agrícola.
La política de fijación de precios eliminó los incentivos a incrementar la capacidad productiva de las explotaciones. Los historiadores vienen a coincidir que la causa fundamental de esta crisis agraria radicó en el carácter del régimen y su vinculación a las potencias fascistas, con una política económica que buscaba la industrialización y la política de intervención en el propio sector agrícola. Puede considerarse que los más beneficiados durante este periodo fueron los grandes propietarios que pudieron enriquecerse con la comercialización en el mercado negro, lo que llevó a un proceso de acumulación de capital que serviría para financiar en los años cincuenta el desarrollo agrario y del sector industrial.
La industria y la creación del INI
Los efectos directos de la guerra civil sobre la industria española no fueron excesivos. En 1940 la producción industrial había descendido un 14 % respecto a la de 1935, pero sin embargo destaca que su proceso de normalización fue muy lento y así en 1950 no se había logrado recuperar el nivel de producción de aquel año. El periodo de posguerra supuso un largo paréntesis en el proceso de industrialización de España, que contrasta con la situación vivida en Europa al finalizar la segunda guerra mundial, en la que los países intervinientes sufrieron daños más graves en sus instalaciones industriales pero de la que salieron más rápidamente, por ejemplo Alemania, recuperó su producción prebélica en cuatro años, Francia en seis, Italia en cuatro y Reino Unido en dos. Este retraso se hizo más palpable en los sectores de la industria de consumo, donde por ejemplo la industria alimentaria no recuperó los niveles previos a la guerra hasta los años sesenta. Sin embargo el sector de la industria pesada, tuvo un crecimiento mucho más importante gracias al apoyo estatal. Este fracaso industrial es más llamativo teniendo en cuenta que una de las prioridades marcadas por las autoridades franquistas era lograr la industrialización del país.
La política industrial del gobierno fue fuertemente intervencionista, y en ella destacan las siguientes medidas:
Sujeción de las inversiones industriales de cualquier clase a un régimen de autorización previa, marcado en el Decreto de 8 de septiembre de 1939. Este decreto exigía autorización del Ministerio de Industria para la instalación, ampliación o traslado de fábricas así como intervención en la concesión de cupos de materias primas.12
Concesión de un conjunto de privilegios y estímulos a las denominadas "industrias de interés de nacional", que suponían una reducción impositiva, facultad de expropiación forzosa a favor de las empresas acogidas, garantía de rendimiento mínimo del 4 % del capital invertido, disminución o exención de derechos de Aduanas y posibilidad de declarar los productos de estas empresas de obligado consumo para la industria nacional.
Propósito de nacionalizar el sector industrial de la economía, a través del máximo control de la inversión extranjera.
Creación del Instituto Nacional de Industria con el objeto de propulsar y financiarla creación y "resurgimiento" de las industrias.