por Genjuro »
02 Feb 2018, 01:01
26. The Great Waltz (Julien Duvivier, 1938) - 5
Probablemente en el cénit de su carrera, Duvivier realizaba su primera película en Hollywood, aunque su producción debió de ser problemática toda vez que también participaron en la dirección, sin acreditar, Joseph von Sternberg y Victor Fleming. El film utiliza la figura y la música de Johann Strauss hijo para construir un biopic que en ningún momento se propone respetar la realidad biográfica del célebre compositor, sino que más bien se inspira en algunos de sus pasajes. También su música sufre un proceso de adaptación a las supuestas necesidades del film, con dudoso gusto en ocasiones. Termina siendo una obra musical a mayor gloria de los gorgoritos de la soprano Miliza Korjus, con un triángulo amoroso como fuerza motriz argumental. Lejos de los resultados logrados por cineastas centroeuropeos en este tipo de obras, se echa de menos la elegancia, musicalidad y alegría que alcanzaban la médula de estos films, aunque mantiene cierto encanto. La puesta en escena apenas ofrece momentos destacados, salvo el baile en el establecimiento en los bosques de Viena, con un majestuoso movimiento circular de la escena que celebra la música de Strauss. Otras elecciones estilísticas son bastante desafortunadas, como un par de montajes rápidos realizados con muy poco gusto.
27. 120 battements par minute (Robin Campillo, 2017) - 6,5
Una obra que nos retrotrae a principios de los años noventa, cuando el SIDA causaba estragos, para mostrarnos la lucha de la organización Act-Up para hacer la enfermedad visible, movilizar al gobierno y acelerar el acceso a nuevos medicamentos.
Desde un estilo predominantemente naturalista que se airea periódicamente con fugas atmosféricas, Campillo apuesta por un registro intimista a través de una puesta en escena en la que predomina la cámara en mano y los primeros planos, buscando explorar las emociones de unos personajes dolientes que se aferran a la vida y a la lucha. Es un retrato que suma dignidad y emotividad, aunque quizás el resultado es un poco más profiláctico y embellecido de lo que sería esperable.
28. Wormwood (Errol Morris, 2017) - 6,5
Como en la obra de referencia de Morris, The Thin Blue Line, esta miniserie de seis episodios indaga en un hecho luctuoso del pasado en el cual la verdad oficial no termina de resultar satisfactoria. En este caso se trata de la muerte de Frank Olson, un científico que trabajaba para la CIA, que cayó de un decimotercer piso en Nueva York en 1953, supuestamente en un acto suicida. Morris de nuevo combina testimonios y la dramatización de lo ocurrido, una recurrente vuelta a los hechos que se ofrece de manera esquiva, en secuencias fragmentarias, que juegan con el desenfoque, la oscuridad o las angulaciones visuales, remitiendo a la iconografía del neo-noir. Mientras tanto, el registro de las diferentes entrevistas se hace con varias cámaras que ofrecen otros tantos puntos de vista para reforzar la idea de la versión múltiple, de la dificultad de acceder a una verdad incontestable, a una certeza que evite caer en la especulación. Lo obsesivo del dispositivo evoca también la propia obsesión de Eric, el hijo de Frank Olson, conductor principal de la narración y víctima colateral de los hechos por su incapacidad para seguir adelante con su vida, atrapado en una serie de enigmas que nunca parecen llegar a una solución final y definitiva. Así todo, igual las más de cuatro horas de metraje que suma esta obra se antojan un poco excesivas para el material que maneja Morris.
29. The Pumpkin Eater (Jack Clayton, 1964) - 6
Este film explora las neurosis de una mujer cuyo único horizonte vital reside en la maternidad y en su (tercer) marido. Las infidelidades de éste la llevan a recurrentes crisis para las que no se atisba una solución definitiva. El personaje que interpreta notablemente Ann Bancroft se hace dueño de la pantalla, en una obra ya influida por los nuevos modos visuales de los años sesenta, con el uso del zoom y algunas licencias de dudoso gusto (en particular, hay un montaje horrible de planos que se acercan hasta el detalle de la boca de James Mason). Sin duda se ha perdido parte de la elegancia formal de las obras previas de Clayton, pero no deja de ser una película estimable que incluso puede haber ganado significado para una gran mayoría de los espectadores con el pasar de los años (lo que entonces podría interpretarse como una cuestión circunstancial e individual, hoy tiene que verse como un problema de estructura y cultura social).
30. The 7th Voyage Of Sinbad (Nathan Juran, 1958) - 6
Inspirada en el mítico personaje de Las mil y una noches, este clásico del cine de aventuras ofrece justamente eso, acción infatigable en exóticos escenarios. Buena parte de su atractivo procede de la labor de los colaboradores, caso de la partitura de Bernard Herrmann, el diseño de producción de Gil Parrondo o los célebres efectos especiales en stop-motion de Ray Harryhausen, indudablemente envejecidos pero que todavía destilan mucho encanto. Juran tiene la virtud de buscar la sencillez y agilidad dentro de su colorista narración, de ponerse al servicio del espíritu lúdico del film, porque se notan sus limitaciones en la puesta en escena, bastante plana y escasa de ideas, sin que siquiera el engarce de planos parezca estar verdaderamente pensado en muchas ocasiones.
31. Kid Galahad (Michael Curtiz, 1937) - 7
Otra notable muestra de cine pugilístico, en la que de nuevo se dirime la dualidad inocencia/corrupción en un mundo dominado por las mafias. Sin embargo el amor termina siendo la fuerza motriz de los principales personajes, que se sobreponen a las amenazas de esquematismo que asoman en algún momento. Toda la función está llevada con mucha gracia por Curtiz, que refrenda sus dotes narrativas en un film ágil, lleno de movimiento, en el cuadro y con la cámara, pero sin la menor confusión y con mucha armonía (los travellings y las panorámicas están muy medidas para no violentar nunca la experiencia visual).
32. Un maledetto imbroglio (Pietro Germi, 1959) - 7
Muy sólido policiaco el que despachaba un Germi en plenitud de facultades. Un robo y un posterior asesinato desencadena una clásica investigación en la que queda en evidencia el componente crematístico de tantas relaciones y comportamientos (de hecho, es una película un tanto desencantada de las relaciones sentimentales). La mecånica de las pesquisas y la subsiguiente progresión argumental está perfectamente enmarcada en el contexto social, en el paisaje popular italiano, con personajes de cierta densidad que Germi nunca hace evidentes, al tiempo que la narración avanza fluida y sin descanso.
33. Panna a netvor (Juraj Herz, 1978) - 7
Viendo la evolución de la carrera de Herz durante los años 70, que afrontara la realización de una nueva versión de La bella y la bestia tiene bastante sentido. Su película se empapa del aroma gótico y decadente que caracteriza sus films previos, en un feliz despliegue de decrépita imaginería visual. Eso sí, hay algún paisaje aislado transido de romanticismo que parece sacado de un anuncio de perfumes de la época. En realidad, la técnica visual sigue los cánones del cine setentero del bloque socialista, con una cámara muy móvil (llegando ocasionalmente a la brusquedad) que recurre al gran angular al tiempo que se acerca a los actores. Está lejos de ser mi estilo favorito, pero pienso que aquí funciona bien, y encaja con el carácter irreal y alucinado que transmite la historia.
34. The Real Glory (Henry Hathaway, 1939) - 6
Si obviamos todo el discurso paternalista y patriótico pro-estadounidense de esta obra ambientada en Filipinas a principios del siglo XX (que tiene cierto delito sabiendo lo sucedido tras la derrota española en 1898), hay una película de aventuras bastante disfrutable ahí. Se desarrolla en un fuerte del ejército norteamericano en el que se adiestra a los lugareños para ser capaces de defenderse de las amenazas de los grupos moros. Los ingredientes son bastante tópicos, como el protagonismo de los cuadros medios, el choque de criterios con los superiores, la presencia femenina para hacer posible la inevitable historia de amor, los indígenas buenos, los malos y el traidor, etc., pero Hathaway los maneja con gracia y dominio de la narración.
Un saludo.