por Genjuro »
14 Feb 2018, 17:17
43. Mustasukkaisuus (Teuvo Tulio, 1953) - 6
Ya en los estertores de su carrera, la tendencia de Tulio de rehacer y reciclar obras pasadas se acentuaba. Ésta es una nueva versión de Levoton veri, de la historia de celos y locura de una mujer tras la muerte de su hijo y un accidente que la deja ciega. Pero no queda ahí la cosa, porque Tulio reutiliza imágenes ya mostradas en otros films, particularmente de Hornankoski, de la cual además extrae ambientación e ideas argumentales, como la presencia torrencial del río, el puente como elemento de peligro o la rivalidad entre hermanos. Incluso la muerte del niño puede remitirnos a la figurada en Unelma karjamajalla. De esta amalgama surge una de sus películas más flojas, un tanto delirante (el desborde emocional, la voz en off obsesiva, esos primeros planos de la protagonista con mirada alucinada, el abuso de los fondos de pantalla simulados en contraplano de los reales, etc.), pero siempre hay elementos interesantes de puesta en escena que hacen que merezca la pena acercarse a su cine (como la escena del primer encuentro amoroso, con las huellas en el suelo de la cabaña, cuyo aparente remedo en el tramo final del film lleva al equívoco de la protagonista).
44. Histoire de Paul (René Féret, 1975) - 6
La historia de Paul es más bien una no-historia, su llegada y asimilación de las rutinas de un manicomio. Con un planteamiento austero de bastante economía expresiva, estamos lejos de cualquier retrato impactante del lugar, que más bien se ofrece como un limbo en el cual todo parece perpetuarse sin mayor objetivo. La cámara de Féret y sus personajes combinan en ocasiones sutiles coreografías en las que éstos entran y salen del plano con cierto ánimo de circularidad. Sólo un soterrado clímax, unas pocas lágrimas, dejan entrever la turbulencia de una vida pasada, como un mar impenetrable (por utilizar la recurrente y única imagen que refleja el estado subjetivo de Paul y nos permite salir del edificio).
45. Night Nurse (William Wellman, 1931) - 6,5
Barbara Stanwyck era a menudo la heroína de los films de Wellman de principios de los años treinta, y aquí interpreta a una enfermera neófita que tropieza con un caso muy poco edificante en su turno nocturno fuera del hospital. La película es un poco maniquea (el doctor "malo" tiene incluso un tic en el ojo), y luego sorprende por la ligereza con la cual trata el asesinato. En todo caso cuenta con la pericia de Wellman, especialmente evidente en la magnífica escena de la operación, que se resuelve sin apenas diálogo, pero con un notable uso del sonido, el gesto visual y el montaje.
46. Phantom Thread (Paul Thomas Anderson, 2017) - 7,5
El mundo de la costura en la Inglaterra de los años 50 proporciona el marco, y también buena parte de las entrañas, de esta retorcida historia de amor entre un modisto y la siguiente joven de lo que parece una rutina de enamoramiento y descarte. El carácter minucioso y metódico del oficio, de la creación que absorbe al protagonista encarnado por Daniel Day Lewis, se traduce en una personalidad dominante, exigente y puntillosa hasta la misantropía. Es una sensación enfermiza que se acaba trasladando a todos los personajes, derivando quizás en cierta frialdad. La cámara de PTA recoge todo este universo con primoroso mimo en una precisa y preciosa combinación de planos que van del detalle al general, de la profundidad de campo al enfoque parcial, con planos estáticos, panorámicas o travellings, que siempre parecen pertinentes y significativos, en un ballet visual para disfrute de los sentidos. Quizás no me convenció del todo el clímax del film, el momento en que las cartas se ponen sobre la mesa, algo afectado de gravedad y que al tiempo puede abundar en esa frialdad en los personajes que apuntaba antes.
47. Dark Command (Raoul Walsh, 1940) - 6,5
La pareja protagónica de La diligencia repetía en el western el año siguiente, está vez bajo las órdenes de un (por lo muy menos) siempre eficaz Raoul Walsh. Personajes de origen y extracto diferente, dirimen sus batallas amorosas en medio de la escalada secesionista. A Wayne todavía se le veían las vergüenzas fuera del paraguas de Ford, mientras el malo de la función resulta quizás un poco caricaturesco con esa llamada atávica al mal a pesar de su condición (relativamente) ilustrada. En todo caso avanza con el brío esperable en un film de Walsh y se disfruta con fruición.
48. Detroit (Kathryn Bigelow, 2017) - 5,5
El reciente y celebrado cine de Bigelow trabaja especialmente sobre dinámicas de tensión, justo lo que ofrece el corazón de esta película, una obra de denuncia que nos traslada a los disturbios raciales acontecidos en Detroit durante 1967. A pesar de la trascendencia del material, todo lo que escapa a los hechos acaecidos en el motel Algiers se antoja más bien prólogo y epílogo de una larga escena central que busca llevar a los personajes y al espectador hacia una experiencia angustiosa potenciada por una estética documentalista (dentro de lo que no deja de ser una recreación de época) de nerviosa cámara en mano y planos bastante fragmentados. El resultado, que posiblemente se parezca mucho a la realidad de lo sucedido, queda maniqueo en pantalla. No le encuentro tanto interés a una obra que precisamente se recrea en la relación de abuso entre verdugo y victima.
49. Seven Thieves (Henry Hathaway, 1960) - 6
Típico film de atracos un poco en la línea tan popularizada últimamente en la saga Ocean, pero con mayor nobleza en el planteamiento y ejecución. Es una lástima que los escenarios de Montecarlo, cuyo Gran Casino es el objetivo de los ladrones, se ofrezcan sólo a través de fondos trucados o transitados por dobles de los actores, porque le resta autenticidad y encanto al film. El recurso a la sorpresa, al giro argumental, está manejado con moderación, y la historia se mantiene fiel al carácter de los personajes. La relación entre los dos principales protagonistas, los líderes del golpe, arroja los momentos de mayor densidad humana en un film que tampoco los cultiva en exceso. Sin ser una película memorable, sí que me pareció una obra solvente y muy poco efectista, que maneja sus elementos con bastante honestidad narrativa.
50. Remember the Day (Henry King, 1940) - 7
Otro valioso exponente de la clase de Henry King a la hora de contar historias, su estructura en flashback nos habla de la relación de una profesora con un alumno y con otro profesor del instituto al que acaba de llegar. El tono luminoso en forma de comedia domina la mayor parte del metraje, pero se van introduciendo elementos dramáticos con gran habilidad según avanza la narración. Pienso que la película es muy sutil en relación a lo que los personajes dicen y callan, a su manera de encajar los avatares de la vida, y por supuesto cómo se refleja en pantalla. La puesta en escena fluye orgánica, quizás sin momentos singulares realmente excepcionales, pero plena de elegancia, puro clasicismo narrativo de alto nivel.
51. Don Camillo (Julien Duvivier, 1952) - 6
Las profundas divisiones políticas que caracterizaban la Italia de la posguerra eran el caldo de cultivo para la saga que se iniciaba con este film sobre el enfrentamiento entre dos personajes, el alcalde comunista Peppone y el cura conservador don Camillo, cabezas visibles de un pueblo dividido. En clave de comedia, con una mirada buenista, se desarrollan los episódicos encontronazos que terminan poniendo de manifiesto el fondo bondadoso de los personajes, en un alegato en favor de la reconciliación y el entendimiento. Como film de análisis político en realidad no tiene apenas recorrido, más bien al contrario, entre la simplificación y la ingenuidad deliberada (aunque posiblemente dice mucho de la aspectos de la sociedad y el imaginario popular). Pero también es verdad que desprende simpatía y está despachada con oficio por Duvivier.
52. El buen amor (Francisco Regueiro, 1963) - 7,5
Notable exponente del llamado Nuevo Cine Español que por entonces intentaba renovar el panorama cinematográfico de nuestro país (aunque con mucho menos recorrido que en otras latitudes). Narra la escapada dominguera a Toledo de una pareja de novios en el contexto de la España nacionalcatolicista, reflejando las dificultades para mantener una relación sentimental normal y fluida, para madurar y desarrollarse personalmente en definitiva, en ese ambiente represivo. Ese contexto se hace muy presente a lo largo del metraje, ya desde la filmación de los espacios más reconocibles de Toledo, una ciudad histórica más bien conservadora, pero también con el muestrario social, las citas históricas, artísticas, legales, socioculturales, etc. Resulta llamativo el grado de elaboración de la puesta en escena, la coreografía de algunas secuencias y, más aún, la prolija utilización del travelling lateral (en particular, el uso del espacio en todo el primer tramo en el tren me pareció sobresaliente). Tengo la impresión de que esas dinámicas visuales enlazan el entorno con los personajes, negándoles un espacio propio y estable en el que construir sus vidas.
53. The Sound of Fury (Cy Endfield, 1950) - 7
Ya la apertura de este noir, con las admoniciones de un efusivo predicador callejero siendo más bien ignoradas por los transeúntes, transmite una violencia emocional y desasosiego particulares. A continuación asistimos a un panorama social y humano bastante desolador, singularizado inicialmente con la deriva hacia la delincuencia de un padre de familia incapaz de encontrar trabajo. Es una obra nocturna en la cual la fibra humana combate en campo ajeno, que reclama capacidad de comprensión y responsabilidad individual. Estamos en el mismo año en que Endfield realizaba The Underworld Story, una invectiva aún más evidente contra el mccarthismo que le valdría su inclusión en las listas negras y su exilio al Reino Unido. Hay un par de momentos que caen en la reiteración, como el por entonces típico recurso al recuerdo visual de una acción dramática, o la insistencia en las palabras del intelectual que ejerce de conciencia en la película, pero la ejecución del film resulta impecable, incluyendo las siempre difíciles escenas de masas.
Un saludo.