por Genjuro »
08 Jun 2018, 17:15
145. The Shootist (Don Siegel, 1976) - 6
Western crepuscular a mayor gloria de John Wayne, se erige en homenaje a su carrera ya desde una entradilla que recupera algunas imágenes de su filmografía en el género como ilustración de los orígenes del personaje que interpreta, un veterano pistolero que en el cambio de siglo descubre que tiene un cáncer incurable. No me parece que los afectos (con la viuda que le aloja) ni los antagonismos estén suficientemente trabajados, aunque sospecho que en el caso de los segundos es voluntario. De esta manera, el conflicto principal del protagonista es consigo mismo, con su situación, su naturaleza y con su legado, elemento fundamental del cierre del film, apuntando al final de una era. La puesta en escena de Siegel no me parece que pase de correcta (quitando un par de planos decididamente prescindibles en los que se inmiscuye excesivamente con los elementos escénicos); se diría que también en este aspecto apuesta por una mirada crepuscular en la que cambia la relación del hombre con el espacio que hizo del western un género tan cinematográfico.
146. Shi no toge (Kohei Oguri, 1990) - 7
La crisis matrimonial es el eje de este film de Oguri, la (falta de) relación entre un esposo adúltero y su resentida y paranoica mujer. La puesta en escena sugiere un vínculo muerto, a través de unos colores mortecinos, la disposición de unos personajes cuyas cuerpos tienden a separarse y cuyas miradas se evitan, el uso de la distancia focal que aplasta las imágenes y genera cierto distanciamiento o la ausencia de un contexto mínimamente vívido. El cuadro aparece vacío de ambientación e incluso resultaría muy difícil situar temporalmente la acción si no fuera por las referencias argumentales. Entre medias se evoca el pasado militar del hombre, en luminosas imágenes de escenarios del Pacífico, alimentando la vena onírica de una película que desprende una atmósfera entre irreal y de duermevela. El surrealismo que se iría abriendo paso en futuras películas de Oguri ya estaba llamando a sus puertas.
147. On The Beach (Stanley Kramer, 1959) - 6
Curioso film hijo de la paranoia nuclear característica de aquellos años que nos presenta desde el naturalismo un mundo ya condenado a la locura atómica. La película juega con una extraña y solo aparente normalidad para ir descubriendo la certidumbre de la muerte, y explora esa circunstancia en una serie de personajes, no siempre con igual fortuna. Las intenciones y el discurso son muy evidentes pero el resultado es honroso. Creo que el vacío escénico podría haber dado más juego en la película, pero entiendo que el foco es humanista y algunos momentos (pienso en la última escena del personaje de Perkins y su mujer, en plano único) están realmente logrados.
148. La tendre ennemie (Max Ophüls, 1936) - 7
Unos fantasmas rememoran su pasado en carne y hueso con una atractiva mujer al tiempo que se celebra la fiesta de compromiso de su hija. Es muy evidente la intención de reflejar la vida de esta madre en lo que puede ser la de la futura esposa. Pocas sorpresas por ahí. Desde un presente diegético más bien cómico y de desigual interés, se evoca el pasado en flashbacks, en un tono más dramático y, sobretodo, melancólico. Ahí es donde Ophüls despliega sus mejores armas, la gracilidad y la expresividad de sus imágenes para alimentar el sentimiento agridulce de la película. Eso sí, se reserva una escena mágica, apenas unos segundos, para la línea presente, ese momento en que la protagonista sale corriendo en ayuda de su hija, utilizando la cámara lenta y un excelente trabajo de montaje.
149. Jésus de Montréal (Denys Arcand, 1989) - 6,5
Arcand propone un juego de espejos alrededor de la figura de Jesucristo, presentándonos a un joven e idealista actor a quien la Iglesia ha encargado realizar una representación de su vida. Al tiempo que la obra dentro de la ficción desacraliza el mito, los paralelismos y el uso de la imaginería cristiana convierten al protagonista en una figura en alguna medida análoga al mismo. También hay un juego y contraste entre los elementos escénicos clásicos, derivados de esa representación, y la modernidad urbana que el film refuerza con la banda sonora. Todo ello sirve para criticar los valores de la sociedad actual, a veces de manera un tanto obvia, pero no deja de ser interesante su aproximación a la tragedia planteada a caballo entre la vestidura clásica y los espacios modernos.
150. Unconquered (Cecil B. DeMille, 1947) - 6
Film de aventuras de la América pionera, se articula en base al antagonismo entre un apuesto emprendedor y un maquiavélico comerciante que recurre a los indios para ganar poder, todo ello en un contexto belicoso entre aborígenes y colonos, y con una atractiva mujer de por medio. Es un film bastante maniqueo, en el cual los indios son despiadados agresores, justificada y necesariamente sacrificables al empuje y postrera gloria estadounidense (transcurre en tiempos británicos, pero se narra desde la actualidad). Y a pesar de ello, también a pesar de cierto acartonamiento, del abuso de imágenes de estudio en un film que transcurre en su mayoría en exteriores, sí que atesora un relativo encanto, por su colorido que refuerza la marcada vertiente pasional de los personajes, sus funcionales y efectivos encuadres, algún detalle puntual de puesta en escena (por ejemplo esa transición de escenas con el caminar de los pies de Paulette Goddard), y el espíritu lúdico que desprende la película.
151. Baptême (René Féret, 1989) - 6,5
Como también hizo en La comunnion solennelle y L'enfant du pays, Féret se inspira en su historia personal y familiar para realizar una película-río cuyo arco abarca la experiencia en común de una pareja, entiendo que trasuntos de sus padres, a través de una vida llena de avatares que irremediablemente dejan un poso vital, cicatrices que mediatizan la relación. Como es habitual en su director, la sencillez preside su estilo visual y el naturalismo contenido su tono, haciendo ligeros hasta los pasajes más dramáticos, y quizás también más cotidianos y cercanos a sus personajes.
152. The Great Man's Lady (William Wellman, 1942) - 7
La pretensión de hacer celuloide la máxima de que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer resulta hoy tan machista como posiblemente era reivindicativa en los años cuarenta. Pero salvado este escollo, Wellman ofrece un notable film sobre la ilusión, la lucha y el sacrificio (principalmente femenino, claro), sobre personajes cuyo éxito no esconde su derrota emocional. Y es cuanto más palpable se hace ésta cuando más grande se hace la película (salvando las escenas en las que Barbara Stanwyck queda enterrada bajo la capa de maquillaje que la convierte en anciana).
153. Bashu, the Little Stranger (Bahram Beizai, 1989) - 7,5
Clásico del cine iraní, como tantas otras obras señeras del mismo país, tiene a un niño como protagonista. Bashu es un víctima de la guerra contra Irak, se ha quedado sin familia y traumatizado, y en su huida llega a una aldea donde le acoge una madre. El film habla de la identidad, el sentimiento de pertenencia, la tolerancia y, por supuesto, los vínculos familiares. El tema podría haber dado para un dramón sentimentaloide, pero Beizai opta por conjugar el film a base de realismo poético con una elaborada puesta en escena en la que tiene mucha importancia el montaje y la composición de los planos, que integran a los personajes en su entorno y pero también se acerca a ellos para ahondar en el humanismo del film, todo ello con una agradecida sobriedad tonal que nos ahorra subrayados musicales y de cualquier otro tipo.
154. Viele kamen vorbei (Peter Pewas, 1956) - 6
Una thriller muy típico de su época, sobre un asesino compulsivo, un hombre que seduce y estrangula a incautas jovencitas. Resulta llamativa la estructura narrativa, que ya centrado el argumento en una chica que hace autostop para ir a encontrarse con su novio, se despliega bajo tres sucesivos puntos de vista que vuelven sobre la misma franja temporal. El problema es que dicho dispositivo no siempre aporta, y termina resultando redundante e innecesario en algunos momentos, lo que viene agravado por la utilización esporádica (y errática) de una voz en off. Tampoco el psicópata de turno me pareció demasiado interesante. El film parece jugar con el peligro generado a raíz de la sexualidad femenina, en alguna medida como hacen los slashers modernos, pero imagino que con una mentalidad más machista y castradora. Quizás lo que más me gustó de la película fueron algunas escenas más atmosféricas, como por ejemplo la puntual recreación en la carretera de noche (es un film bastante nocturno), o ese amanecer lechoso y brumoso en el bosque, siempre iluminadas por una ciudada fotografía.
155. The Cyclist (Mohsen Makhmalbaf, 1989) - 5,5
No me parece que la sutileza sea la mayor virtud de este film de Makhmalbaf. Es la historia de un inmigrante afgano que acepta el reto de mantenerse en bicicleta durante una semana entera para poder ganar el dinero que necesita para los gastos hospitalarios de su moribunda mujer. Su patética situación deja en evidencia las miserias de toda la sociedad con la que se relaciona. Además de dejarse llevar por la obviedad en bastantes momentos, tampoco me convence un estilo visual dominado por planos cortos y distancias focales cortas, que se me hace intrusivo con la escena y poco estético.
156. Mabuta no haha (Tai Katô, 1962) - 6,5
Dentro de la producción en serie de films yakuza a la que se abonó la Toei en los años 60, y de la que fue partícipe Tai Katô, esta película tiene quizás la particularidad de subordinar el típico conflicto entre facciones rivales a las relaciones maternofiliales, verdadero eje de la narración. De hecho hay una escisión bastante evidente en la película, con una primera parte en la que el compañero del protagonista y su familia tienen un peso argumental que se evapora posteriormente, pero que sirve para transmitirnos el valor que el personaje principal otorga a los vínculos familiares, antes de afrontar el intento de reestablecer los suyos propios. El espacio emocional en el que se dirimen me parece lo más jugoso de un film en el que Katô todavía no muestra la madurez de su estilo, todavía buscando una voz propia visual.
157. Éducation sentimentale (Alexandre Astruc, 1962) - 6,5
Adaptación de la celebérrima novela de Flaubert, Astruc traslada a nuestros días el marasmo emocional de su protagonista, en una crítica a la sociedad, a sus veleidades clasistas, a través de una poco simpática galería de personajes. Las idas y vueltas de éstos, la (mayor o menor) afectación que les caracteriza, acaban resultando un poco enojosos, pero no deja de ser la pertinente caracterización de estas criaturas. Es interesante como el scope recoge los "duelos" entre los personajes, aunque tuve la impresión de que la puesta en escena no terminaba de cuajar en algo lo suficientemente orgánico.
158. The Defiant Ones (Stanley Kramer, 1958) - 7
La fuga de dos presos, blanco y negro, encadenado el uno al otro, se ofrece en este título en forma de buddy movie antirracista. A pesar de las evidentes intenciones, Kramer propone felizmente una obra más muscular que discursiva, creo yo, de manera que el mensaje, aún presente en la mayoría de los fotogramas (y puntualmente amenaza con desaguisado), no llega a dominar a unos personajes que se definen antes por la acción. Éstos están construidos con bastante habilidad, sin buscar el conflicto puramente maniqueo: los dos fugados con quienes debemos empatizar no son angelitos, y su pintoresco grupo de perseguidores tampoco son demonios. Resulta todo ello en una obra que se aprovecha de la tensión física y dramática, pero sin abusar de la misma.
159. Four Sons (John Ford, 1928) - 7,5
No es ningún secreto que la familia es uno de los temas primordiales en la filmografía de John Ford, y son precisamente los vínculos familiares los que dominan esta notable muestra de su cine silente. Es la relación entre una madre y sus cuatro hijos, en la Alemania del káiser Guillermo II, violentada por el estallido de la Primera Guerra Mundial. Al bucolismo inicial se opone la llegada del militarismo y las consecuencias bélicas. La caracterización y las connotaciones de los personajes son un tanto obvias, pero perfectamente tolerables gracias a la proverbial habilidad de Ford para combinar diferentes tonos y a la estilización propia del mudo, aquí si cabe más marcada. Y es que el film muestra un enorme cuidado visual dentro del llamativo esfuerzo de producción que se intuye viéndola. Me parece quizás su película más pictórica previa a su etapa de esplendor, igualmente lograda en los planos más luminosos y alegres (en la apertura, por ejemplo), como en los más oscuros y lúgubres (la escena bélica destaca sin duda por su irreal atmósfera de pesadilla), o también en los retratos, iluminando rostros en primeros planos de gran belleza.
160. Children of Divorce (Frank Lloyd & Joseph von Sternberg, 1927) - 6,5
Los protagonistas de esta película son hijos de parejas divorciadas, internados en su infancia y que habrían sufrido un déficit de afecto. Ello marca su vida adulta y las decisiones que toman, derivando en un melodrama que evita cargar las tintas sobre aquellos cuyas decisiones son más cuestionables. Quizás lo que más me gusta del film sea ese par de escenas en las que se insertan flashes de la infancia evocados por acciones en la vida adulta, visibilizando el peso formativo del pasado. La película se beneficia de su elegancia en el dibujo de personajes y en la puesta en escena, aunque el planteamiento sea un poco esquemático y, por momentos, previsible.
161. L'Escargot Noir (Claude Chabrol, 1989) - 5,5
Primer capítulo de una miniserie televisiva que daba continuidad a las investigaciones del Inspector Lavardin, ya protagonista de dos películas previas. El formato parece en todo caso cinematográfico, tanto por duración como por estilo visual, tratándose además de una historia autoconclusiva. Lavardin llega de París a una pequeña localidad para investigar los asesinatos de mujeres de edades similares, mediada la cuarentena. Por el camino, como es preceptivo en Chabrol, se desnudan algunas vergüenzas de la burguesía provinciana. Así todo, no me pareció especialmente brillante en su reflejo social, el desarrollo argumental termina transitando los lugares comunes de la efectista sorpresa de guión y la puesta en escena me pareció un poco rutinaria para el director galo, sin sacar partido de las escenas de más potencial climático.
Un saludo