Pasáis junto a algunas granjas humanas. Una muchacha recoge agua en un arroyo. Veis animales de tiro parecidos a bueyes pero con mucho pelo. Como búfalos pequeños. Conforme avanzáis hace cada vez más frío.
Especies de árboles que no conocéis pero que os recuerdan a las de la tierra. Montañas a lo lejos y formaciones boscosas y otra granja y un pozo con agua y un grupo de hombres en una carreta tirada por caballos. Os dicen que van a enrolarse en una compañía maderera que opera en los bosques del norte.
Los sobrepasáis. Cabalgando campo a través cruzáis un arroyo y un pequeño bosque. Al final del mismo un aviso.
Cinco hombres cuelgan bocabajo. Les han cortado la cabeza. Sangre seca en la hierba y algunos objetos personales sin valor desperdigados sobre el suelo. El doctor los mira con interés y concluye que deben llevar un día muerto. Ratas o forajidos o dios sabe qué. Ana mira con interés y preocupación los cuerpos muertos.
Media hora después divisáis un poblado. Tiendas de campaña y un par de hogueras y un cierto bullicio. Son hombres-rata.
El capitán de la expedición se vuelve hacia la tropa.
—Los hombres armados con rifle que avancen delante. Ellos abrirán fuego. Detrás iremos el resto. Que un grupo de tres hombres acompañen al teniente Reyes para atacar el campamento desde un lateral.
El joven sargento cabalga y Ernesto y Ana le siguen al galope. Comienzan a abrirse a un lado y a rodear por la derecha. Mientras tanto Billy se adelanta cargando el rifle. Otros tres hombres armados con rifles le acompañan.
Hundes la cruz en el cuello del vendedor. La has clavado en su yugular. Hundes más la cruz y esta atraviesa la garganta del hombre. Comienza a farfullar algo y a agitar sus manos. Te agarra los brazos y cae al suelo boca-arriba. Mira al cielo y se agarra la cruz mientras agita sus piernas. Se está ahogando en su propia sangre. Deja de moverse y en su mirada vidriosa se refleja el sol.
*Si registras sus pertenencias sigue leyendo. Sino, dime qué haces.*
En el carro encuentras más cruces como la tuya y pasajes "para el paraíso" y un par de cuchillos viejos. También un collar hecho con dientes de algo que no es humano. Un gorro de piel como las de los hombres-rata.
Entre sus pertenencias hay una piedra. Cambia de color. Verde a azul y azul a rojo y luego a verde otra vez. Hay cinco de las pastillas que le diste ayer. No sabes donde están las demás.
Un muñeco tallado en madera del tamaño de un playmobil y un paquete de cerillas y doce UVM en billetes y siete monedas de un décimo y una llave. Recuerdas que has pasado por delante de una cabaña al salir del valle.
Una docena de hombres-rata avanzan hacia el frente. Cinco de ellos armados con cimitarras, otros siete con ballestas. Los de las ballestas avanzan primero y tratan de ponerse a distancia para disparar. Sobre ellos cae la munición de los siete hombres que han abierto fuego con sus rifles.
DJ Paul consigue alcanzar a una de las ratas que se desploma tras recibir un disparo en la rodilla, el cual la deja herida. Otros tres más han sido alcanzados. Dos muertos y un herido.
Los hombres de los rifles se apartan y el resto cargáis tras el grito del capitán. La rata superviviente de la unidad que portaba ballestas dispara. Alcanza a un tipo en la frente. Se desploma como si lo hubiese fulminado un rayo. El caballo sigue trotando con el jinete muerto aún sobre su lomo, enganchadas las botas a los estribos.
Cargáis y avanzáis hacia los hombres-rata de las cimitarras. Xaviher avanza en segundo lugar tras el capitán Garaudy. Apunta la pistola y aprieta el gatillo y el tambor gira y se produce un disparo y una humareda. La bala pasa de largo sin alcanzar a nadie. Garaudy dispara pero falla estrepitosamente. Los hombres comienzan a apelotonarse sin ángulo de tiro y algunos caballos se ponen nerviosos. La carga está siendo un monumental desastre.
Xaviher, Ramirez y Garaudy se encuentran en primera línea y los de las cimitarras cargan contra ellos. Uno de los hombre-rata blande la cimitarra pero solo golpea en el aíre. Sin embargo los otros cuatro tienen más suerte. Dos espadas se clavan en el cuello del caballo capitán Garaudy. Otra más en el lomo del caballo de Ramírez. Un quinto hombre-rata levanta su espada y la encaja profundamente en la pata derecha delantera del caballo de xaviher. La hoja desgarra los tendones y el animal se precipita al suelo sobre su hocico. Xaviher se mantiene erguido sobre el caballo y no se ha lastimado.
Cinco hombres-rata más han aparecido desde vuestra derecha. Cuatro portan ballestas y un quinto un revolver y una cimitarra. Al fondo se escuchan los gritos y llantos de crías y madres. Por detrás de estos cinco, al galope, aparecen Reyes, Ana, Ernesto y un cuatro hombre de raza negra.
Dj Paul y el resto de fusileros dirigen una ráfaga contra las ratas que intentan atacar desde un flanco. Estas, a su vez, son atacadas por el grupo de Reyes. Todos los hombres-rata mueren.
En el centro, mientras tanto, Xaviher consigue alcanzar en el abdomen a una de las ratas para luego rematarla con su machete. El resto de los hombres matan a tiros y machetazos a los pocos guerreros enemigos que quedan.
Una vez muertos todos los soldados, algunos jinetes avanzan por el centro rodeando con sus caballos a las crías y sus madres. Entre estos jinetes están Ernesto y Garaudy, pero no Ana y Reyes. Comienzan a matarlas a todas con los machetes. Gritos y lamentos y lloros de bebés. Pronto se termina. El suelo queda cubierto de sangre y cadáveres y un olor dulzón lo envuelve todo. Veis un ave en el cielo. Es grande y negra y de pronto se envuelve en llamas y luego desaparece. Algunos hombres se santiguan.
Los hombres-rata tenían cuatro caballos los cuales os sirven para sustituir aquellos que han sido heridos. Abandonáis el campamento con un jinete menos. Veintiocho hombres a caballo y uno en el triciclo de vapor. Más unos cuantos caballos extra transportando víveres y municiones.
Alcanzáis un prado junto a un río. Hierba salpicada de algunas flores silvestres y un pequeño bosquecillo al este. Garaudy decide que es un buen lugar en el que instalar un campamento en el que pasar la noche.
Algunos hombres cortan ramas en el bosquecillo para hacer hogueras. Encendéis tres hogueras y entonces algunos hombres sacan petacas con alcohol. Ramirez es uno de estos hombres. Garaudy avanza hacia él y se planta frente al mejicano.
—Qué demonios cree usted que está haciendo, soldado.
Entras en la cabaña. Dos habitaciones.
Una principal con la chimenea y la cocina y un dormitorio. En la principal encuentras restos de carne asada y de lumbre en la chimenea y una botella con un líquido que huele a alcohol de mala calidad. Algunas especias en botes de cristal y unas frutas verdes de aspecto alargado en un bol de madera. Una mesa donde el viejo tallaba cruces como la que te vendió y un taco de pergaminos en blanco, un bote de tinta y una pluma.
En el dormitorio alguna ropas viejas y mantas. Un camastro. Atada al camastro una criatura. Es un hombre-rata. O más bien, cuando te fijas en su sexo, una mujer-rata. Tiene la boca cerrada con una mordaza hecha con cuerdas. El pelo sucio y una extrema delgadez. Alguien le ha cortado la cola. También ha perdido un ojo.
Dj Paul propone enterrar el cadáver del hombre al que las ratas han matado. Al capitán Garaudy le parece una buena idea. Cinco hombres cavan una tumba. Algunos de ellos murmullan y maldicen a Dj Paul.
Ernesto te mira y sonríe cuando le preguntas por el ave del cielo. No contesta nada y se aleja cabalgando de ti. Comienza a hablar con el doctor Herbert.
Después acampáis y te alejas cuando comienza la discusión por el alcohol. Te aproximas a Ana.
— ¿Qué tal la batalla? Y sobretodo... ¿A dónde iremos mañana?
—Estoy viva. No lo sé. A matar más ratas.
El mismo hombre se anoche tuvo la reyerta con Ana se ha puesto cerca de vosotros. No deja de mirarla ni un segundo y ella también lo mira de reojo.
Ernesto se te acerca y da una palmada en tu hombro.
—¿Me acompañas a la orilla? Antes no pude hablar contigo.
Si vas a charlar con él sigue leyendo, en caso contrario dime qué haces.
Os acercáis a la orilla. El sonido de la corriente en la oscuridad como un susurro continuo. El viento agita las hojas de los pocos árboles que crecen junto a la orilla. Altos y delgados, con un aspecto frágil como si fuesen a quebrarse en cualquier instante.
— Contestando a tu pregunta, he observado mucho a esas aves en mi larguísima estancia en este lugar. Diría que son alguna suerte de ser con la capacidad de entrar en combustión, pero me pregunto qué clase de tejido biológico permite algo así. Quizás uno que se regenera. En Mithzan atraparon una y los falsos sabios trataron de estudiarla. Pero por lo que sé, todo termino en un brutal incendio.
Sonríe. Mira al río y se quita la camisa. La musculatura de su torso está de acuerdo a su descomunal estatura. Se quita las botas. Señala con la cabeza hacia el tipo que anoche discutió con Ana.
—Se llama Nolan. Oí que las autoridades de la ciudad lo indultaron para que formase parte de esta expedición. Al parecer, violó a cinco jóvenes.
Termina de desnudarse y se encamina a las aguas.
Comienza a nadar. Se aleja de ti, pero en todo momento ves la luz de una de las lunas gemelas reflejada en su cabeza sin pelo. Mientras tanto, escuchas una cierta discusión en el lado de los hombres que hablan de alcohol. Uno de ellos arroja una botella al agua.
—No le conocía, la verdad. Pero si su muerte nos permite un brindis, bienvenida sea.
Suelta una risita y te guiña un ojo y te da un codazo. Cuando llegáis al campamento y comienzan a sacar las botellas el capitán Garaudy se acerca a vosotros. Se planta y os exige detener la celebración. Entonces tú tomas la palabra.
—Tranquilo general, si quiere puedo requisar el alcohol por usted y asegurarme que nadie bebe ni una gota. Estamos de servicio caballeros, el único sorbo que se permite es por el caído,
Garaudy niega.
—No habrá ningún brindis. No habrá alcohol hasta que volvamos. Eso, u os quedaréis sin paga.
Ramirez se encara con Garaudy. Este lo mira imperturbable. Ramirez saca una botella de cristal y da un trago.
—Era mi amigo y brindaré por él.
El capitán extiende el brazo y se la quita de la mano y la arroja hacia las aguas. La botella gira sobre si misma arrojando parte de su contenido sobre el campo y luego cae sobre las aguas con un chof.
—¿Qué demonios hace? ¿Está loco? "Cuate, voy a rajar a este hijo de la gran chingada" (lo dice en castellano)
—No entiendo esa estúpida lengua. De cualquier manera no importa lo que usted diga. Estamos aquí para erradicar esa ponzoña no humana y eso es lo que vamos a hacer. Sin distracciones que nos alejen de esta misión histórica.
El capitán se vuelve hacia ti.
—Usted. Le nombro sargento. Ahora quiero que confisque todo el alcohol y lo lance a las aguas. Si algún hombre se rebela contra esta orden, hágamelo saber y mandaré ejecutarlo.
Se da media vuelta y se aleja caminando con paso marcial.
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