por Bundy »
17 Ene 2019, 22:19
5.-La legión invencible (John Ford, 1949) – 8
No la tengo en tanta estima como otros fordianos y creo que en parte es por el hecho de haberla visto doblada (lo cual resta, creáis o no, una vez ya uno se pasa al subtitulado). La película me parece que va mucho en la línea de sus películas sobre la vejez y el retiro -como es el caso de “Cuna de héroes”- y en cierto sentido refleja incluso mejor que El gatopardo ese sentido. Siento por parte de Visconti, de hecho, cierto resquemor soterrado a los tiempos venideros y a esas futuras generaciones, a ese tono carca que solo consigue arreglar una vez el propio barón se mira al espejo; aquí, en cambio y como dice John Ford, “la tragedia y el ridículo se dan de la mano”, y esto se nota a lo largo de toda la película: siempre que hay un hecho dramático o intensito, Ford coloca otro hecho para reducir ese hecho sin desmerecer o patronizar al resto de personajes. Todos tienen sus vicios, todos tienen sus virtudes, todos tienen sus defectos y todo eso los hace humanos. El resto, por desgracia -sobretodo lo bélico y el conflicto¬- no me resulta ni de lejos tan interesante, a salvedad de cómo Ford es tan capaz de filmar escenas y de generar tensión con múltiples animales y personajes utilizando coreografías en diagonal que sirven para romper el plano y generar conflicto a nivel de planos.
6.-Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1954) – 9
Los primeros 45 minutos son como un auténtico bulldozer, con Vienna en el centro. No es nada de extrañar que Joan Crawford acabase enamorada de la novela en cuestión, pues no deja de ser un western con un adherido de trama romántica y con una mujer que estaba obligada a convertirse en una roca pese a su fondo frágil y melancólico. El personaje de Joan es una arista que, sin embargo, no puede entenderse sin su fondo sexual, sin ese magnetismo propio de alguien que finge ser dura, pero que en el fondo está descompuesta por dentro al lado de Johnny Logan, un hombre de gatillo fácil y tan jodido y carcomido como ella. Durante esos 45 minutos, historia del cine a mi entender, todo pasa dentro de un mismo escenario, tomando, quizá, un leve respiro en el momento en que Vienna habla con el jefe del ferrocarril. Los 45 minutos sirven para establecer toda la pólvora después -o casi toda-, en la cual la película seguirá combinando un montaje muy salvado en que breves instancias de información servirán para impulsar la película hacia el siguiente punto. Aquí, creo, se vuelve todo un punto más automático, pero no se pierde para nada la esencia de sus personajes, ni ese punto a caballo entre western, cine de aventura y película con toques Langianos (he pensado bastante en cosillas de Furia y similares al verla), y todo se resuelve justamente como debe ser: con un duelo entre dos mujeres que parecen ser similares, pero su forma de entender la realidad las acaba convirtiendo en personajes antagónicos.
7.-Toda revolución será una tirada de dados (Jean-Marie Straub, Danièlle Huillet, 1977) – 7,5
Un corto del dúo francogermano rindiendo tributo a la gente que murió en La Comuna y al poema de Mallarmé. El corpus central es el poema hablado a distintas voces, centrando la palabra como objeto filmado y como una especie de cantar de gesta a una acción que parece haber sido olvidada con el tiempo, como indica el plano final. No me parece muy distinta en estructura a Gens du lac, aunque esta es mejor por su sencillez, mientras que la otra película es más compleja y personal (aunque me guste menos).
8.-Eastside Summer (Rudy Burckhardt, 1959)
9.-What Mozart saw on Blueberry Street (Rudy Burckhardt y Joseph Cornell, 1956)
10.-Square Times (Rudy Burckhardt, 1967)
11.-Sodom and Gomorrah, New York 10036 (Rudy Burckhardt, 1976)
12.-Doldrums (Rudy Burckhardt, 1972)
13.-Cerveza Bud (Rudy Burchardt, 1981)
No voy a dar notas esta vez porque prefiero valorar esto como un conjunto que como la suma de sus partes.
Rudy Burckhardt emigra a Nueva York a los 22-23 años, y vive allí hasta su muerte, en 1999. Durante esos años se dedica a filmar la ciudad tal y como es y como la siente. Esto, que parece una gilipollez, no lo es tanto cuando uno se para analizar su método, su montaje y la forma en cómo lo captura todo, pues aunque hay cierto grado de premeditación en sus imágenes, lo más importante es cómo realmente las filma: a veces, simplemente intercalando pasajes de la gente, sin más; otras, girando la cámara, tomando ángulos muy picados o contrapicados o incluso llegando a superposiciones complejas como en Cerveza Bud sobre la prostitución en NY en los años 80 y los múltiples matices que entraña ese mundo. Para mí los dos mejores son precisamente Sodom and Gomorrah y Cerveza Bud por esa forma de chotearse o de criticar el mundo del vicio y de la prostitución, aunque Square Times también lo disfruté mucho -si no me confundo- por la forma en cómo también filmaba la noche, implicando a los sujetos que filma en una relación cómplice (Burckhardt no practicaba la cámara oculta, sino que les filmaba y se dejaba ver, llegando incluso a implicarse con ellos -lo cual se nota con la cámara) con los mismos.
14.-La mujer crucificada (Kenji Mizoguchi, 1954) – 7,25
Una película que recuerda bastante a lo que hará a posteriori con Akasen Chitai. El Mizoguchi de los 50 me resulta intrigante: al contrario que en sus primeras etapas, mueve menos la cámara, encuadra más los grupos y decide mejor aprovechar los recursos del primer plano y los juegos de los cortes; a veces, incluso (como en este caso), esta forma de asociar ideas de la forma más sencilla posible ayuda muchísimo a intuir las derivas dramáticas de la historia y las múltiples debilidades y dificultades de sus personajes. Más allá del personaje de Yukiko en sus compases iniciales -suerte que se desvía mucho del papel de niña malcriada en los primeros minutos de este trabajo- aprecio mucho aquí una dirección más contenida que busca encapsular el conflicto a través del plano y del montaje. Sencillo es más bien, que dirían. Mizoguchi no prescinde, pero de sus movimientos de cámara; esta vez, no es tanto un trazo continuado sino un estilo mucho más pausado y a la vez más rítmico. Y… luego me desmonta, totalmente, con la historia médico-madre-hija que carga consigo y ese plot twist final, girando por completo el sentido de la trama a centrarlo en el fondo en las diferencias entre madre e hija, y la doble humillación (la inicial de Yukiko y el clímax con la madre) que viene justo después.
15.-Linda Linda Linda (Nobuhiro Yamashita, 2005) – 7,25
Una película que a mi entender sabe captar muy bien y de forma ligera la creación de una serie de vínculos de amistad y de compañerismo aprovechando las limitaciones y los devaneos de los adolescentes sin recaer en el paternalismo. Hay cierto trabajo con el encuadre cuanto menos sorprendente (especialmente en la sala de música), pero este me resulta por momentos perezoso y por otros impersonal, borrando parte de su encanto en planos incluso a veces algo chapuceros. Por suerte, esa tónica no desdibuja la simplicidad de su narrativa, ni tampoco los mejores momentos, cuando Yamashita se enfoca en el punto de vista de sus personajes y se centra en ellos -hay un compás buenísimo en donde Son se va a dar una vuelta por todo el colegio y prueba el escenario que me resulta una gran escena a simple vista. Hay una forma de construir la ansiedad, la frustración y la melancolía sin ser excesivamente cargante que llama poderosamente la atención, aunque por desgracia eso no sea constante.
16.-Spectral Landscape (Luis Macías, 2016)
17.-The eyes empty and the pupils burning with rage and desire (Luis Macías, 2018)
18.-No puedo ver el sexto sol (Luis Macías, 2019)
Quizá el más interesante de los dos trabajos sea el segundo, por su forma de trabajar la materia a través de experimentos químicos mientras va utilizando las diapositivas y el filme como elementos de soporte de la filmación. El resultado de esta es genuino y puro. Sobre las otras dos, no puedo desgraciadamente decir lo mismo: la primera me recuerda algo a Daïchi Saito y su “Trees of Syntax, Leaves of Axis” por la forma en cómo utiliza las diapositivas para crear sobreimpresiones continuadas que generan la sensación de saltos pequeños pero múltiples de imágenes precedidas de un ejercicio de introducción a la James Benning en “Landscape Suicide” utilizando círculos que van fusionándose y desapareciendo. El tercero me ha dejado totalmente frío, a decir verdad.