por Genjuro »
09 Ene 2021, 12:45
1. The People Against O'Hara (John Sturges, 1951) - 6
La historia de un falso culpable se dirime a través de un drama judicial centrado en la figura de su defensor, un veterano abogado con problemas de alcoholismo, para acabar de abrazar la vertiente más noir del film en su tramo final. En mi opinión la película tropieza sensiblemente en esa fase central de crisis del protagonista, demasiado obvia, según se encalla, también narrativamente, el proceso (como en ese interrogatorio a uno de los testigos que parece extenderse inexplicablemente durante varias jornadas).
2. Thunder on the Hill (Douglas Sirk, 1951) - 6,5
Claudette Colbert interpreta a una monja desfacedora de entuertos, convencida de la inocencia de una joven sentenciada a muerte que es alojada en su convento durante una inundación de camino al patíbulo. Es un film bastante oscuro, de atmósfera noir en ocasiones, de personajes torturados de diversas maneras por el sentimiento de culpa (también por el de falsa culpabilidad). Afortunadamente no hay demasiado sermón y el film navega entre la acción que proporciona la trama y la emoción que Sirk extrae de los personajes.
3. Another Man's Poison (Irving Rapper, 1951) - 6
No es ningún secreto que a los ingleses les encanta el mundo teatral, así que no sorprende la cantidad de adaptaciones que han producido. En ésta, una Bette Davis excesivamente mayor para el papel que hace (al menos en esta ocasión es una mujer, y no el hombre, como suele suceder en la gran mayoría de los casos) interpreta a una escritora de novelas criminales que acaba de matar a su marido y que va orquestando sobre la marcha cómo ocultar el asesinato según se presentan imprevistos. Es un personaje por supuesto manipulador, ebrio de sus habilidades demiúrgicas, y que aporta además el principal punto de vista de la película. El contrapunto lo encarna el veterinario local, inquisitivo hasta la náusea, incluso para el espectador, lo que de hecho invita a ponerse en muchos momentos de parte de la asesina. Son los elementos más interesante de una obra que, como suele suceder en muchos de estos casos, se acaba sintiendo un poco mecánica, pero que está despachada con mucha eficacia.
4. La nuit est mon royaume (Georges Lacombe, 1951) - 6
Jean Gabin retoma su empleo de La Bête humaine como maquinista de tren sólo para quedarse ciego a las primeras de cambio tras sufrir un accidente. El film nos cuenta su doloroso proceso de aceptación, imbricado con una historia de amor. A veces tiene un vago tono de publirreportaje de alguna institución análoga a la ONCE, dada su manera de describir el centro para ciegos al que acude el protagonista, pero los personajes consiguen trascenderlo y adquirir entidad propia. Y si bien Lacombe no me parece ningún maestro de la puesta en escena, precisamente consigue retratar a unos personajes emocionalmente muy vivos.
5. Soul (Peter Docter, 2020) - 6,5
Pixar, y más en concreto Docter, siguen instalados en cierto esquema que les funciona muy bien, creando universos paralelos y conectados con el nuestro, con sus propias reglas que en ocasiones subvierten las convenciones y que terminan teorizando sobre nuestra manera de ser. No es poco, aunque a veces se sienta un poco formulario. Si esta historia amenaza con llevarnos al Más allá como Coco, nos movemos finalmente entre nuestra realidad y un estadio previo en el cual las almas se preparan para nacer en la Tierra. Allí va a parar la de un profesor escolar y músico de jazz frustrado cuando muere inopinadamente justamente tras lograr un bolo soñado. Es un film que se interroga sobre el sentido de la vida y que ofrece otra coreografía visual y narrativa marca de la casa.
6. Genghis Khan (Manuel Conde, 1950) - 5
Un biopic que recrea el ascenso al poder de Genghis Khan en medio de las luchas intestinas de las tribus mongolas. Es una historia de rivalidades, desafíos, traiciones y venganzas articulada por unos personajes caracterizados con trazo bastante grueso. La puesta en escena está bastante trabajada y recurre con asiduidad a los contrapicados que realzan la estatura de los personajes y facilita disimular en alguna medida la escasez de presupuesto. Es un pena, en todo caso, que la versión superviviente sea la compuesta por algún terrorista de entonces para el mercado occidental, con una voz en off explicativa en inglés por encima de toda la pista de diálogos. Como curiosidad, Lou Salvador, que es parte del reparto, figura en los créditos como director de la película, al parecer debido a su fama, en buena medida por su carrera como jugador de baloncesto. De hecho, en 1923 llegó a anotar 116 puntos en un partido contra Japón de los Juegos del Lejano Oriente. Si no basta con esta referencia chamberlainiana, también llegó a ser padre de 102 hijos.
7. Itsuwareru seisô (Kôzaburô Yoshimura, 1951) - 7,5
El Japón de posguerra todavía pugnaba entre lo viejo y lo nuevo, y como parte de lo primero, toda esa cultura de las geishas y la prostitución, de los patronos, esos intercambios comerciales que resulta tan difícil de abstraer de los sentimentales, porque de hecho se vende por lo menos la ilusión de un sentimiento. En una casa de citas, madre e hija abordan esta cuestión de manera diferente, mientras la segunda hija tiene un trabajo convencional, siendo el personaje que simboliza la nueva sociedad. La relación entre ellas y con terceros, sus contrastes, están muy bien ilustrados por Yoshimura en una obra que retrata a sus criaturas con un trazo definido, que no simple, y denso. Es muy meritorio cómo la cámara nos lleva de un personaje a otro en diálogo visual, cómo utiliza los objetos, cómo transita entre escenas. La elegancia está siempre presente en una puesta en escena muy pensada, cuyo brillo es evidente en secuencias como la de la muerte de una joven geisha (en la disposición de personajes o el significativo uso de una cortinilla), o mismamente la última, que nos lleva de la arquitectura asfixiante de Kioto, representante explícito de ese viejo Japón, a la liberación de la visión del cielo, al simbolismo del cruce de un puente.
8. M (Joseph Losey, 1951) - 6,5
El remake de la obra maestra de Fritz Lang nos lleva de la Alemania prenazi a la América de McCarthy de la mano de un director incluido en las listas negras y que tendría que marcharse de los Estados Unidos para poder continuar su carrera. En la historia del asesino de niños a quien termina buscando el mundo del hampa dado que la hiperactividad policial para atraparle obstaculiza sus negocios, la diferencia argumental más notable se produce en la parte final del film, que en lugar de ofrecer una pantomima de juicio nos muestra a un abogado intentando detener un linchamiento, un cambio que no me parece especialmente favorecedor. Lejos de la exhibición de puesta en escena del director vienés, Losey realiza un buen trabajo que en sus mejores momentos, cierto es, se antoja deudor del de Lang (por ejemplo, el plano del globo suelto o la pelota rodando que sugieren la culminación de otro asesinato en fuera de campo).
9. The Baron of Arizona (Samuel Fuller, 1950) - 6,5
Biopic del personaje que intentó adueñarse de una porción de Arizona en un fraude documental aprovechando las leyes de reconocimiento de títulos de la propiedad españoles. En las habilidosas manos de Fuller, se trata de la aventura de un personaje obsesionado con su empresa, con su anhelo de poder y distinción, hasta el punto de mantener una disciplina de años para lograr su objetivo. La película se va transformando según cambian los variopintos escenarios en los que se desarrolla, aunque quizás el drama romántico que termina por adueñarse de la historia no sea todo lo interesante que uno desearía.
10. Tormento (Raffaello Matarazzo, 1950) - 5,5
Otro melodrama con Sanson-Nazzari encabezando el reparto, Matarazzo no pierde el tiempo y ya desde la primera escena se lanza en plancha a explotar los recursos típicos del culebrón, presentando a una villana quintaesencial, una madrastra que hará todo lo posible por amargar la vida de su hijastra, mientras la relación de ésta con su novio sufre todo tipo de obstáculos dictados por la fatalidad. Salvando los minutos finales en los que se resuelve la hipertrofiada trama, el guión sigue dos reglas básicas: por un lado, si algo puede salir mal, saldrá mal; por otro, si en algún momento se abre una posibilidad de mejora, todo acabará peor que como estaba antes. Desde luego el film hace honor a su título, porque no recuerdo otra película suya tan sistemática a la hora de golpear a sus personajes. Hasta recurre al sufrimiento de una niña pequeña separada de su madre. Lo cierto es que argumentalmente la película echa todo el resto desde el primer minuto para buscar la respuesta emocional del espectador, pero al menos la sencillez en la puesta en escena evita siempre cargar las tintas. Incluso nos ofrece algún momento logrado, especialmente ese clímax final con regusto milagrero que tan bien utiliza el fuera de campo (y por supuesto, que no falte la vertiente religiosa).
11. The Lawless (Joseph Losey, 1950) - 6,5
No es casualidad que Losey entregase un film sobre linchamientos el mismo año en que lo hiciera otro director también acusado de comunista por el Comité de Actividades Antiamericanas, Cy Enfield con la notable The Sound of Fury, quien también se fue al Reino Unido. Este film tiene la particularidad de tratar el tema del racismo ubicando la acción en un pueblo californiano donde hay tensiones con los temporeros hispanos. Una pelea masiva y un puñetazo dado a la persona equivocada lleva a uno de los jóvenes hispanos a emprender una huida que los medios de comunicación explotan hasta el sensacionalismo. También la prensa era objeto de crítica en el film de Enfield, como exacerbadora del miedo y la ira para servir a sus propios intereses, una lectura tristemente vigente hoy en día. Quizás falta un poco de sutileza en el mensaje, pero es una sólida obra.
12. 711 Ocean Drive (Joseph M. Newman, 1950) - 6
Un noir que narra el clásico proceso de ascenso en el mundo del hampa a través del negocio de las apuestas de un hombre en principio corriente que sucumbe al influjo de la ambición desmedida. Podemos contar con la atmósfera de amoralidad, con diálogos ametrallados, con una narrativa enérgica dentro de una puesta en escena que, quizás por su ambientación californiana, tampoco busca las sombras con particular ahínco, incluso con un clímax en un escenario singular, pero tampoco hay nada en la película que la haga particularmente memorable, creo yo.
13. Frauenarzt Dr. Prätorius (Curt Goetz & Karl Peter Gillmann, 1950) - 5,5
Un año antes de que Joe Mankiewicz llevase la misma obra a la pantalla en People Will Talk, su autor Curt Goetz había hecho lo propio, delante y detrás de la cámara, en su primer film tras su regreso a Europa. Y tampoco esta versión me ha parecido nada memorable. El heterodoxo doctor Prätorius parece servir antes como plataforma de exhibición del propio Goetz que como esa figura que oponer al dogmatismo y a la rigidez académica. El resultado puede ser así menos maniqueo, pero también más disperso, por más que se puedan encontrar varias situaciones divertidas y diálogos agudos a lo largo de su metraje. Tampoco ayuda la edad de los protagonistas, especialmente la mujer de Goetz, Valerie von Martens, que con sus 56 años encarna a una estudiante embarazada. No es una mala obra, sin ofrecer tampoco mucha inspiración visual, pero sus florituras dialécticas se me asemejan algo a un globo de aire, como ese espectacular final sinfónico con una orquesta de alumnos de medicina.
14. The Times of Harvey Milk (Robert Epstein, 1984) - 6,5
Documental que glosa la carrera política y asesinato de Harvey Milk, el primer cargo electo abiertamente homosexual en la historia de California y símbolo del activismo gay. Realizado seis años después de su muerte, es una obra muy clásica en su estructura, casi convencional, con la esperable combinación de testimonios y material de archivo, montados con sencillez, con una narrativa clara y precisa y una cuidadosa selección de personajes que evita saturar la pantalla de rostros diferentes. El material, la historia, tienen una gran carga emotiva que Epstein maneja con prudencia y sobriedad, y resulta difícil no dejarse arrastrar a nivel emocional, pero uno nunca se siente asaltado en ese sentido. Es un film que refleja muy bien una época, como sugiere su título, pero que sigue interpelando la actual, que deja claro de dónde venimos y que otras luchas están en similar estadio hoy en día.
15. Gone to Earth (Michael Powell & Emeric Pressburger, 1950) - 7
Los tres vértices del triángulo sentimental que presenta esta historia situada en la campiña inglesa de finales del siglo XIX representan sendas actitudes y posiciones sociales: la vitalidad libérrima y animista de la chica de clase baja, la fuerza depredadora y pasional del señor que la pretende y la persigue desde su posición acomodada, y la contención del pastor con quien se casa, representante (a su pesar) de la sociedad y moral pequeñoburguesas. Todo esto se presenta impregnado de color, cuyas tonalidades también caracterizan a los personajes (hay por ejemplo trazos rojizos en la mansión del esquire que se dirían infernales), deparando una obra exhuberante, arrebatada por momentos y también bucólica en su retrato de los escenarios.
16. Side Street (Anthony Mann, 1950) - 6,5
El hombre corriente que se ve envuelto en el mundo del crimen tras dejar que la ambición le hiciese caer en la tentación (un pequeño robo desde su posición de cartero que resulta en un inesperado botín) se arrepiente rápidamente en esta ocasión, pero por el camino se convierte en un nuevo falso culpable que sumar a la larga lista del género negro. Se nota que Mann está entrando en su madurez, que domina la escena con soltura, que consigue darle volumen visual a sus personajes e iluminar su transición hacia las sombras, a un mundo de abismos morales, por más que tampoco me parezca un film para nada redondo.
17. Miquette et sa mère (Henri-Georges Clouzot, 1950) - 5,5
Todo es deliberada y explícitamente teatral en esta película, un vodevil de relaciones sentimentales, de inocencia en el fondo nada amenazada, de virtud en el fondo proclive a la corrupción y de pretendida corrupción en el fondo inofensiva. El tono de farsa se duplica cuando entra en juego el teatro dentro de la ficción, el vehículo para el mérito artístico que una engañada joven fascinada con los escenarios pretende utilizar para dar envidia al conde del que está enamorada y que le corresponde, pero cuyo tío, el demiurgo corruptor, quiere casar con una adinerada pretendiente. El film camina una fina línea entre lo simpático y lo grotesco, y sale adelante gracias a la sólida puesta en escena de Clouzot, que puede evocar por momentos el universo teatral, pero lo trasciende.
18. The File on Thelma Jordon (Robert Siodmak, 1950) - 7
Barbara Stanwyck encarna magistralmente a otra femme fatale que tras iniciar una relación amorosa con un ayudante del distrito casado, le termina involucrando cuando aparece su tía asesinada. De esta manera, Siodmak navega hábilmente entre el drama sentimental y el noir componiendo sus personajes con mucha precisión, incluido un protagonista deliberadamente desprovisto de carisma. El bloque central correspondiente al asesinato y a la reacción al mismo muestra la madurez narrativa de un director paciente al desarrollar la acción y que sabe construir el sentimiento de inquietud en el espectador.
19. The Drunkard (Yorgos Javellas, 1950) - 5,5
Nada sorprende en esta historia que se apoya sobre la cuestión del alcoholismo. Un hombre es incapaz de mantenerse sobrio tras la muerte de su hijo, a pesar de los ruegos de su hija en edad de merecer y del daño que hace a sus posibilidades matrimoniales. Dado que él ya no trabaja, ella se busca un puesto como mecanógrafa, donde atrae la atención del hijo del dueño. A los rudimentos de la clásica comedia romántica que esta situación ofrece, se suma la inicial mirada humorística sobre las borracheras del padre, que va dando paso al patetismo y a una vena más dramática. Son los únicos matices en un film tan transparente como su puesta en escena, que a menudo se da un aire tan plano y básico como el de estar filmando un escenario. Y sin embargo, todo tiene un aire bastante entrañable que hace la función disfrutable.
20. Tension (John Berry, 1949) - 6,5
Otra femme fatale, más fatale que nunca, otro hombre en principio corriente, su esposo, incitado por las circunstancias al abismo del crimen, pero a la postre otro nuevo falso culpable, estamos ante otro noir de manual que nos lleva por territorio familiar pero para nada exento de interés. Es llamativa desde su primera aparición en pantalla la descarada connotación negativa de la esposa, una mujer que más allá de sus perversas maquinaciones no está dispuesta a tragar con el modelo de vida familiar estándar de la América de posguerra. Es un personaje tan arquetípico como el de la otra chica, la buena, en la típica dicotomía que se suele dar en este tipo de relatos. También es jugosa esa doble personalidad que se crea el protagonista y que le hace trascender de su rol habitual dentro de la sociedad, como también es inquietante la operativa del detective que investiga el asesinato, narrador del film, pero cuya manera de involucrarse con el círculo del sospechoso juega con esas sombras de moralidad que tanto frecuenta el cine negro. Un film resultón, en definitiva, aunque Berry no pase de cumplidor en la puesta en escena.
21. Flicka Och Hyacinter (Hasse Ekman, 1950) - 7
Cuando una joven se suicida y deja una carta a su vecino escritor y a su esposa legándoles sus bienes, éste decide emprender una investigación para averiguar las causas del trágico suceso. El film adopta así una estructura del estilo de Citizen Kane que no es nada gratuita, ya que responde muy apropiadamente a la personalidad misteriosa y huidiza de la chica fallecida. Una barrera parece impedirnos acceder a lo más profundo de sus pensamientos y sentimientos, erigiéndose en fuente de incomprensión en especial para los hombres, incluido llamativamente el escritor, quien por su ocupación debiera ser más imaginativo y abierto a posibilidades, mientras que los pocos momentos de calor humano los recibe de mujeres. Ya la estupenda apertura de la película resulta bastante sugerente, dejando en off visual a personajes con un brillante movimiento de cámara que nos lleva de un personaje a otro enlazando planos detalle de copas, pies y manos. Esa coreografía anticipa en alguna medida la puesta en escena de la película, con una cámara que a menudo se mueve con cierta libertad para recoger espacios, objetos y personajes.
22. Vita da cani (Mario Monicelli & Steno, 1950) - 6,5
El mundo de las revistas teatrales es el escenario de esta tragicomedia de personajes que juguetean con la miseria económica y emocional en la Italia de posguerra. Desde una relativa moralina, la fidelidad y la autenticidad emerge como elemento clave en el diferente devenir de tres de las chicas del espectáculo, mientras que el director del mismo, interpretado por Aldo Fabrici, aporta el grueso de un caudal cómico que además de jugar con las apreturas de la troupe también lo hace con la resaca de una Italia divida a nivel político. Es una obra filmada con oficio y alternativamente simpática y emotiva.
Un saludo.