por Genjuro »
11 Oct 2022, 22:19
SSIFF-2022
316. Bonjour sourire! (Claude Sautet, 1956) - 5,5
Un entremés cómico que nos sitúa en un micropaís imaginario donde su princesa sufre de neurastenia galopante, de manera que el primer ministro, el villano de la historia que quiere casarse con ella para controlar el país, organiza el secuestro de unos cómicos parisinos al objeto de hacerla reír, condición que ha puesto el rey para acceder al matrimonio. Todo el metraje es una gran farsa sin pretensiones (más allá de alguna diatriba ridiculizando el gobierno absolutista) que busca el efecto humorístico, un estado de locura permanente. Hay un parte del humor que proviene de la descripción un tanto paródica de ese reino, empezando por ese gran comienzo en el que se suceden las consignas de silencio y de risa constante a la población, y otra parte que emana de las cualidades cómicas de los secuestrados, que no son pocas, y de un desatado Louis de Funès que ejerce de secuaz del primer ministro. Eso sí, la progresión narrativa sufre enormes baches, deteniéndose en tramos largos del metraje en los que se concatenan números cómicos de los personajes, de manera que el interés acaba descansando en buena medida en su quehacer, que es notable pero sin un mayor apoyo argumental se termina diluyendo un tanto.
317. La Montagne (Thomas Salvador, 2022) - 5
En segundo film, Salvador retorna a las obsesiones mostradas por en su ópera prima, con la irrupción del fantástico dentro de un contexto realista, y más concretamente, en unos superpoderes también relacionados con el agua, como sucedía en Vincent. El protagonista es un ingeniero robótico que se obsesiona con la montaña, casi como si fuera un personaje de Encounters of the Third Kind, y deja su vida diaria para abandonarse a las alturas. Es un film de cocción muy lenta, vaciada de diálogos como la otra, aunque mucho menos elíptica, donde ese fantástico tarda mucho en hacer acto de presencia, hasta el punto de que podríamos pensar que se trata de una alucinación del protagonista, sufriendo mal de altura o algo parecido. Lo cual sería extensible al personaje femenino, tan ideal y servicial que parece una fabricación mental. Pero lo cierto es que el punto de vista de la película cambia y pasa a ella durante un pequeño tramo del metraje, con lo cual interpreto que ese personaje al borde de lo ofensivo es real en la diégesis. El film está muy cuidado visualmente, se enseñorea con unos paisajes con los que es fácil perderse a base de postales, lo que no deja de evocar el propio proceso de enajenación del protagonista, y también tiene la función de trasladarnos una belleza en peligro, puesto que la derivada fantástica parece hacer referencia al cambio climático, una alegoría en la cual el héroe del film quizás podría leerse como un supervillano (es significativa la rima del brazo robótico que aparece al principio de la película y cuya presentación hace el protagonista, y su propio brazo iluminado con capacidad para penetrar en el hielo del final).
318. Carvão (Carolina Markowicz, 2022) - 4
La perpetuación de la violencia desde la marginalidad social es un tema recurrente en el cine brasileño, y este film lo afronta desde la óptica de la comedia negra. Una familia acepta deshacerse del abuelo, en coma con respiración asistida, para esconder en su lugar a un traficante, a cambio por supuesto de una lucrativa recompensa. De su desarrollo argumental, que termina siendo excesivamente caprichoso, destaca como elemento recurrente la mirada de ese niño que aprende de la inmoralidad que le rodea y que agudizará a buen seguro las neurosis de la sociedad en la que vive. El humor que maneja la película se siente demasiado básico, entre equívocos sexuales y la relativización de la violencia. Y por otro lado, la puesta en escena se antoja muy pobre, con algunas escenas directamente lamentables por planificación visual (ejemplo evidente es la de la salida de la iglesia), y a menudo la cámara se acerca a los personajes y fuerza las angulaciones sin mucho sentido dramático.
319. Girasoles silvestres (José Luis Rosales, 2022) - 5,5
Rosales regresa a los ambientes sociales de Hermosa juventud para mostrar la odisea de una joven a través de su relación con tres parejas de decreciente gañanismo. Es la búsqueda de un hogar, de un espacio de convivencia en el que resulta fundamental los compañeros de viaje, pero también la propia madurez de la protagonista, su capacidad para ceder y adaptarse. Como si fueran tres intentos de formar una familia. De hecho, hay algo notoriamente didáctico en todo ello, basado en su esquema episódico, en esos modelos de masculinidad tan arquetípicos (su primera pareja deja de tener secretos en la la primera escena en la que aparece, y todo el metraje siguiente sólo sirve para confirmar las certezas del espectador), tan tópicos también, donde el aparente charneguismo y la cantidad de tatuajes parece ser un determinante del comportamiento de cada uno. También didáctico en esa resolución tan esquemática. Pero también es cierto que se trata de una película bien interpretada, y rodada con mucha elegancia.
320. R.M.N. (Cristian Mungiu, 2022) - 7
Durante un generoso tramo inicial de este film se diría que Cristian Mungiu plantea un esquema de buenos y malos, víctimas y verdugos. Todo sucede en el microcosmos de un pueblo rumano de fuerte presencia étnica húngara, a donde acuden a trabajar unos inmigrantes de Sri Lanka que provocan un violento rebrote de xenofobia tras años de relativa tranquilidad después de que hubieran expulsado a los gitanos del lugar. En realidad la violencia ya estaba latente, como demuestra el episodio traumático del niño en el bosque que le ha dejado sin habla. Pero son otros dos personajes los que sirven de principal vehículo a la acción: su padre, que pierde su trabajo en Alemania después de agredir a un superior por tratarle despectivamente de gitano y que regresa al pueblo donde vive su mujer y el crío, y por otro lado la antigua amante de este hombre, ahora directora de la empresa panificadora que contrata a los inmigrantes ante el nulo éxito entre los lugareños de sus ofertas de trabajo por el salario mínimo. Realmente el racismo y la xenofobia de buena parte de la población es muy básica, muy burda, es fácil reaccionar contra ella, pero la historia evoluciona hasta la secuencia clave del film, la reunión vecinal en la que se debate la cuestión de la expulsión de los trabajadores extranjeros, resuelta en un solo plano fijo y llamada a engrosar la galería de escenas más memorables del Nuevo Cine Rumano, tan volcado sobre la dialéctica relativa a las leyes, la economía, la moral u otras grandes cuestiones que atañen a su sociedad. Es ahí donde se desnudan las contradicciones del sistema que alimentan las frustraciones del ciudadano, donde podemos comprender la facilidad que tienen los discursos manipuladores, extremistas y de odio para abrirse camino entre la población. Mungiu no descubre la pólvora, todo es bastante evidente, pero lo dispone con admirable precisión y naturalidad, como una soterrada coreografía del caos social. Y de vuelta al protagonista masculino, tanto su naturaleza agresiva que trata de replicar en su propio hijo, como sus limitadas luces para leer lo que sucede a su alrededor, le sirven al director para plasmar la perplejidad del ser humano ante un mundo cambiante que ya no puede controlar y al que no se puede adaptar. Es algo que yo creo evoca la fantástica secuencia final, una metáfora de los peligros que acechan a Europa, cuyo origen y mecanismo ya no podemos identificar y con los que lidiamos como si disparásemos a fantasmas, siempre al objetivo equivocado.
321. Argentina, 1985 (Santiago Mitre, 2022) - 5,5
Dando continuidad a su gusto por el cine político, Mitre aborda en este film el Juicio a las Juntas, un proceso histórico en Argentina de enorme trascendencia social y emocional. Su aproximación resulta en principio lógica y acertada, un thriller de moderada intensidad y permanentemente descargado a través del humor, pero en lugar de llevar esta apuesta hasta las últimas consecuencias (cierto que sería un difícil empeño), entiendo que la pretensión es concentrar la emoción en un crescendo hacia los momentos más trascendentes y emotivos del relato, los estremecedores testimonios de los testigos y el alegato final del fiscal, héroe interpretado con solvencia por el inevitable Ricardo Darín. Pero por el camino la película termina cayendo en los peores tics del subgénero judicial, con el tono discursivo, sobreactuado, enfatizado musicalmente, destacando especialmente ese momento bochornoso en el que se produce la ovación al fiscal. De hecho, en esta escena es donde muy apropiadamente más abunda en el uso de material de archivo, que va apareciendo de manera puntual, también evocado por la ocasional imitación del material televisivo. Pienso que en este clímax Mitre debería haber prescindido de la música épica de baratillo, de los efectos visuales y simplemente ceder el testigo a las imágenes históricas. Supongo que la necesidad de epatar forzosamente al espectador, su poca confianza en el mismo, le ha acabado pudiendo. Pero también es verdad que la sala prorrumpió en aplausos, así supongo que el objetivo está cumplido. En todo caso, el film parece en ocasiones un quiero-y-no-puedo de los clásicos thrillers políticos hollywoodienses de los años setenta. Siempre que renuncia a la idiosincrasia con la que se presenta de inicio, sale perdiendo. Una lástima.
322. Broker (Hirokazu Koreeda, 2022) - 6
La familia es la recurrente obsesión de Koreeda, y en esta visita a tierras coreanas retorna al familiar territorio de Manbiki kazoku, proponiendo otra heterodoxa posibilidad de familia mezclada con la delincuencia. Los protagonistas son una joven madre que abandona a su hijo y dos bonachones traficantes de menores, valga el oximoron, que se hacen con el mismo, además de una pareja de mujeres policía que les persigue. La maternidad/orfandad es la herida que recorre a la mayoría de ellos, en otra mirada humanista sobre sus personajes tan característica del realizador nipón, con esa mezcla de dulzura y contención marca de la casa, la elegancia en la mirada, aunque queda la sensación de que argumentalmente se agota demasiado pronto.
323. Un año, una noche (Isaki Lacuesta, 2022) - 5,5
Hay algo que entronca matizadamente este film que aborda los atentados en la sala Bataclan con el grueso de la filmografía de Lacuesta, con su querencia por la construcción de mitos, que siempre tienen algo de fantasmagóricos. Aquí también hay fantasma, o quizás nos viene a decir que a veces necesitamos evaporar elementos que nos atan al pasado para poder superarlo. Lo cierto es que se trata de una narración contagiada del síndrome postraumático que sufren los personajes, como si ya nos condenase eternamente a no poder discernir realidad y fantasía diegéticas. Es una obra muy apoyada más sobre el montaje que sobre la línea narrativa principal, que nos ofrece cómo una pareja lidia de contrastada manera con el trauma, reconstruye principalmente los espeluznantes hechos de la fatídica noche, aunque sin mostrar visualmente la violencia gráfica, pero también una felicidad y ligereza previas que ya parecen perdidas. Lacuesta acentúa la subjetividad de su narración con planos muy cercanos, manuales, esquivos, en los que desenfoca el fondo, que nos hablan de una realidad frágil e incompleta.
324. Avec amour et acharnement (Claire Denis, 2022) - 4
Una atmósfera densa y ominosa recorre este film, que parecería que fuera a llevarnos al territorio moral que recorría, por ejemplo, Les salauds. Sin embargo, no estamos más que ante un triángulo amoroso, el formado por un hombre que ha salido recientemente de la cárcel, su mujer que le ha esperado, y su antiguo socio, ahora recuperado, en un negocio de intermediación deportiva, que había sido el anterior amor de la mujer. El film incide en la pasión irrefrenable de ella, le da un aura un tanto diabólica al socio, y por momentos nos podemos creer que entre los socios hay algo más que amistad. Y luego tenemos la digresión relativa al improbable hijo del expresidiario, de una simpleza y esquematismo exagerado. La oscuridad y turbiedad sugerida por Denis, por sus imágenes un tanto feístas, tan pegadas a los personajes, encuentra un histérico clímax para rematar una obra de emociones tan intensas como cargantes. Todo es malsano (mi experiencia como espectador de este film un poco también) y la única solución parece ser un reseteo completo.
325. Sparta (Ulrich Seidl, 2022) - 6,5
La polémica armada entorno a Sparta se desinfló al mismo ritmo que transcurría su metraje. Si el tema es indudablemente escabroso, no me lo pareció para nada su tratamiento. De hecho, tiene la apariencia más ligera de todas las obras que he visto del austríaco, que tras un inicio de rigurosos planos geométricos, se deja contagiar por la vitalidad de los personajes más jóvenes. Ellos son el foco de atención de un ingeniero alemán instalado en Rumanía que deja su trabajo en una central eléctrica para ejercer gratuitamente de profesor de judo para niños en la escuela abandonada de un pueblo. Según lo que muestran las imágenes, lo más reprochable de su interacción en la ficción (dejando de lado las fotos que les toma con intención onanista) es el hecho de que les ponga a trabajar para acondicionar el lugar. Nunca llegamos a ser testigos de mayores excesos, pero tampoco podemos estar seguros de que no se hayan producido, dado cómo Seidl corta la acción de sus escenas. Lo que parece bastante claro es que los niños se encuentran más cómodos con él, que se erige en una suerte de figura paterna, que con sus propias familias, con esos padres que educan en la intransigencia y en la violencia (como si estuvieran abocados a ser habitantes del pueblo que Mungiu describe en R.M.N.). También juega un rol significativo el propio padre del protagonista, a quien éste visita periódicamente en la residencia en la que vive internado. Aquejado de alguna enfermedad neurodegenerativa, su mente le lleva de vuelta a sus tiempos en las juventudes hitlerianas, y de hecho es allí donde la mirada de Seidl se vuelve más sórdida y sus encuadres más intransigentes. Uno de los célebres himnos nazis que se oyen habla de cómo dominarán toda Europa, y algo de esto hay tanto en el poder económico que le permite al pederasta acudir a zonas más deprimidas para dar salida a su perversión (o para tener una novia mucho más joven como la que aparece en el inicio del metraje), como en la actitud de esos padres rumanos con sus hijos. Europa así como un espacio donde el fascismo campa a sus anchas, más o menos veladamente. En suma, el film nos viene a decir que no hace falta ningún pederasta, que los críos van a estar jodidos igualmente. Y de vuelta a la polémica, cualquiera de las posibles realidades que presentan acusadores y acusado refuerza el discurso de la película de manera siniestramente irónica, bien Seidl y su equipo se hayan excedido en el trato con los niños, en lo que sería otro ejemplo de explotación por dominación económica precisamente tan típico de su cine, o bien los padres de los críos se hayan ofendido reconociéndose en el retrato que les ha hecho el austriaco, y hayan decidido atacar la cinta para tratar de cancelarla. Y si nos atenemos al discurso habitual del propio Seidl, lo normal es que nadie sea del todo inocente.
326. Mado (Claude Sautet, 1976) - 6
Este film de Sautet traza paralelismos y contrastes entre las relaciones sentimentales y empresariales. Su protagonista es un empresario dotado de cierta moralidad por contraste con otros elementos con los que interacciona, pero igualmente ambicioso, a quien le cuesta renunciar a aquello que desea, sea la empresa de la que es socio y que corre el riesgo de caer en manos de un tiburón financiero, o la misma Mado, una joven prostituta que no está dispuesta a vender sus afectos. También es un personaje que va dejando cadáveres por el camino de manera quizás un tanto inconsciente, pero en consonancia con su mentalidad discreta y elegantemente depredadora, y aquí podemos encuadrar tanto a ese antiguo amor caído en el alcoholismo o la víctima colateral en su agresivo movimiento de defensa y contraataque ante su oponente. Una tormenta en el tramo final de la película viene a retratar a los personajes de manera muy gráfica, dejándolos literalmente en el barro.
327. Unrueh (Cyril Schäublin, 2022) - 7
No deja de resultar llamativo en el contexto de nuestros días que nos recuerden cómo hace casi siglo y medio era posible que un grupo de relojeros anarquistas de Suiza le enviase dinero a unos huelguistas estadounidenses del ferrocarril, como ejemplo de solidaridad internacionalista. Es una de las varias circunstancias que nos cuenta el segundo film de un Cyril Schäublin que recurre a su memoria familiar, tan asociada a la industria relojera, para recrear la vida laboral en un valle helvético en la segunda mitad del siglo XIX. La visita al lugar del geógrafo y pensador anarquista ruso Piotr Kropotkin nos sirve de introducción a lo que parece casi una distopía capitalista donde el tiempo, una construcción tan aleatoria que en la localidad conviven cuatro horarios diferentes, supone un mecanismo que ejerce un control económico casi absoluto sobre el individuo (tal y como el mercantilismo y la virtualidad determinaban las relaciones interpersonales en la primera película de Schäublin, Dene wos guet geit). Es una propuesta conceptual, con un fuerte discurso ideológico respaldado por un llamativo formalismo que, a base de planos fijos, tiende a dejar los elementos de la escena en los márgenes del encuadre. Esto produce una tensión y una sensación de desplazamiento muy particulares y apropiadas desde la pura visualidad, ya que el tono es radicalmente desdramatizado, a veces casi tan maquinal como los propios relojes. Es muy interesante el rol de la fotografía dentro de la película, con la repetida limitación a la movilidad de los personajes a causa de un reportaje fotográfico sobre el lugar que la empresa está realizando, una manera de patrimonializar el espacio y la imagen por parte de las élites económicas, que obvian en esa representación a la población, a los trabajadores. Ellos a su vez también utilizan la fotografía para popularizar las figuras más señeras de la lucha obrera, aunque por el camino el capitalismo acabe fagocitando esta práctica.
328. El agua (Elena López-Riera, 2022) - 6
Otro debut de una directora española que se siente formulado en alguna medida en primera persona, ambientada en los espacios familiares para la directora de Orihuela, que le sirven para acercarnos una historia de amor adolescente en el contexto de unos atavismos que han dejado de tener sentido y con los que hay que romper. La leyenda que repiten varias lugareñas, que obsesiona a su protagonista, que habla de cómo el agua se metería en aquellas jóvenes a las que el río desea y atraería para sí, y que entronca con la historia de riadas sufridas en la zona, no deja de ser una romantización hecha mito del machismo que coarta el libre albedrío de la mujer. Como siempre la mujer es el elemento sacrificado, como sucede con la leyenda negra que sufre la familia (siempre madres solteras) de la joven heroína, o también en las vidas narradas de las santas religiosas que alimentan el acervo del pueblo. Y el hombre es quien generalmente crea el relato, incluso un cuento tan banal como el supuesto bagaje en el extranjero del enamorado, y también es el hombre quien lo disputa, como sucede durante la competición de palomos (la metáfora es además evidente) con el enfrentamiento entre dos jóvenes a cuenta de la protagonista. El film quiere dar así voz a la mujer, dejarle que construya su propia historia, aunque creo que sobra esa verbalización final tan obvia de sus intenciones. Pero en todo caso López Riera logra construir un espacio auténtico, personajes que consiguen escapar del arquetipo (de hecho la intención de la película es exactamente esa), en un dispositivo formal que no se deja llevar por la rutina, que trata de hacer justicia a la importancia que el relato presta al hecho geográfico.
329. Le lycée (Christophe Honoré, 2022) - 5
Un film de duelo marca de la casa Honoré, protagonizado por un joven estudiante que tiene que lidiar con el dolor provocado por la muerte de su padre al tiempo que profundiza en su proceso de descubrimiento (homo)sexual y afectivo. Es una montaña rusa emocional sobre un personaje perdido que debe terminar de caer para recomenzar de nuevo. Honoré recurre a la muy socorrido testimonio a posteriori ejerciendo de voz en off para explicar mejor a su personaje, lo cual puede ser defendible, pero ceder repentinamente el punto de vista en el último tramo al personaje de la madre sin mayor justificación que el hecho de estar interpretada por Juliette Binoche, sólo se explica como servidumbre a la estrella. Visualmente me ha resultado bastante caótico, con la cámara siempre en movimiento, tratando de reflejar esa incomodidad vital, esa sensación de no encontrar el propio sitio que siente el protagonista, pero el resultado no es muy estimulante.
330. Un beau matin (Mia Hansen-Løve, 2022) - 6,5
En esta obra, Hansen-Løve recupera sensaciones temáticas de sus primeros films con la historia de una pérdida que todavía no se ha producido a nivel físico. Aquí no hay muerte alguna, pero el proceso neuro-degenerativo que sufre un profesor de filosofía es en cierta medida análogo al deceso para su hija, que ya no termina de reconocer a su padre, sus lazos emocionales y tampoco su intelecto, aquello que le definía. Hay una indudable dureza y distancia en ella hacia él, en parte una forma de procesar sus propios miedos, una necesidad de aferrarse a la vida, que además de la cotidiana crianza de su propia hija, se manifiesta en la nueva relación sentimental que comienza después de cinco años de viudedad, una relación difícil porque él está casado. De esta manera, se trata de otra historia que combina el dolor por la enfermedad/pérdida y la (re)iniciación sentimental en circunstancias adversas, como también lo hacían Le lycéen y, de forma un tanto perversa, Sparta. Es un relato psicológicamente complejo y emocionalmente cargado, pero entregado con notable mesura, en el cual Hansen-Løve no renuncia a su típica vorágine de acontecimientos, pero sin la premura que llevaba al apelotonamiento y a la trivialización de su película más olvidable, Maya.
331. Garçon! (Claude Sautet, 1983) - 5,5
Otra aproximación a la comedia de Sautet, una obra en permanente movimiento, casi coreografiada, ya desde el inicio en el restaurante donde trabaja como camarero el protagonista, un espacio de caos organizado que representa un tanto la caótica vida de los personajes, sus relaciones sentimentales cambiantes, hasta culminar en otra secuencia multitudinaria, en la playa, con otro aguacero como en Mado, aunque aquí se trata de una culminación lúdica sin la carga metafórica de la otra, entiendo yo. Es un efectivo divertimento, aunque como comedia se queda un poco sosa y el drama nunca llega a alcanzar entidad.
332. Quelques jours avec moi (Claude Sautet, 1988) - 6
En muchos momentos se diría que estamos en una suerte de Pretty Woman avant la lettre. Pero a pesar de la poca vocación realista de esta película, Sautet no pretende contar un cuento de hadas. El potentado es en esta ocasión un joven empresario cuya familia posee una cadena de supermercados y que, tras salir de un centro de reposo, le encargan supervisar la sucursal de Limoges. Allí se encapricha de la trabajadora doméstica del director de dicha sucursal, de manera que le ofrece vivir junto a él por un tiempo. Incluso tenemos escena de compra de ropa al ritmo de la banda sonora. En todo caso, el film de Sautet me parece más consciente del efecto de la diferencia económica, de que el cuento de hadas no es posible. Y siendo una película cómica y desenfadada, con unos personajes bastante fabulados, especímenes casi imposibles, la posibilidad de transgredir el orden establecido sólo puede tener lugar a través de la tragedia.
333. Pacifiction (Albert Serra, 2022) - 6
La aventura ultramarina de Serra le lleva a la Polinesia Francesa y, como en toda su última producción, se adentra en los resortes del poder en lo que termina siendo su obra más abiertamente política. El Alto Comisionado de la República en Tahití, protagonista del film, se da un aire a caudillo benevolente de otra época, y sin embargo lo más siniestro son otras fuerzas que operan en la sombra, sin que sepamos muy bien cuáles son sus objetivos, además por supuesto, del rumor que se extiende sobre la reanudación de las pruebas atómicas en la zona. El film se va convirtiendo así en una experiencia cada vez más abstracta y enajenada, más paranoica, en la cual la oscuridad va ganando terreno a la luz de un paraíso de colores saturados. Se ha hablado precisamente de la belleza de las imágenes de este film, y yo no la he terminado de encontrar, no al menos de forma consistente. Además encontramos la típica expresividad y sentido del humor de los films de Serra, con su mezcla de hipernaturalismo y artificio.
334. La maternal (Pilar Palomero, 2022) - 6
Son curiosas las coincidencias de El agua con este segundo largometraje de Pilar Palomero, incluyendo las relaciones maternofiliales, el escenario del bar de carretera o la estructura familiar de mujeres madres solteras que tiende a repetirse generación tras generación ante el desprecio de los vecinos. Sin duda el universo femenino sigue dominando el cine de la zaragozana, donde los hombres son clamorosas ausencias, presentes casi exclusivamente por omisión y referencia, y la apuesta por esa figura de la madre soltera se redobla en este film, protagonizado por una adolescente de 14 años que se queda embarazada y es acogida en un centro de maternidad para menores. Allí su experiencia personal encuentra un eco grupal, pero es en las interacciones entre su propia cadena de maternidades donde está el meollo de la historia. Porque con una galería de personajes que protegen y necesitan ser protegidos, la principal conclusión argumental de la película es que su protagonista continúa siendo una niña que sigue necesitando a su madre casi tanto como su bebé la necesita a ella. Palomero es generosa con su metraje, ¿demasiado quizás?, e incluso la película ofrece varias opciones para cerrarse previamente sin perder apenas información. El final elegido busca redondear el sentido del film al menos de tres maneras. En el mismo sale la protagonista pedaleando cuesta arriba, metáfora hasta demasiado evidente de lo que le toca y espera en la vida, y que hace espejo de otra escena también sobre la bicicleta cuesta abajo en los primeros compases de la película, cuando podía permitirse el lujo de ser irresponsable. Y como en esos instantes iniciales, también su amigo la acompaña en esta escena final; la cámara se centra fundamentalmente en ella, pero sabemos que él está muy cerca, sugiriendo la posibilidad de que en esta ocasión el hombre pueda dejar de estar ausente, también quizás como modelo de una masculinidad diferente (que también podría representar el cuidador del centro maternal) no sujeta a los clásicos roles de género (es ella quien le protege físicamente en uno de los momentos iniciales). Por último, cuando el pedaleo les saca del encuadre, nos quedamos con un gran plano general paisajístico y por una vez fijo, como queriendo transmitir un estado de equilibrio final, tras un metraje marcadamente intimista en el cual la cámara se acerca mucho a los personajes, tiembla con ellos y no les permite apenas coger perspectiva de su propia situación.
335. L'innocent (Louis Garrel, 2022) - 6
La última comedia romántica de Garrel hijo juega con los roles, con la mentira e interpretación, también con la oposición libertad/aprisionamiento. El propio director interpreta a un viudo cuya madre se casa con un convicto a punto de salir a la calle. El hijo no confía en la supuestamente recuperada honestidad de este hombre al tiempo que no es capaz de superar la pérdida de su mujer, reprimiendo los sentimientos que siente por la que era mejor amiga de ella. Por supuesto ambas circunstancias se resolverán combinadamente, y por el camino la historia nos depara algunos momentos muy logrados, muy especialmente todo lo relativo al ensayo e interpretación que deben hacer los jóvenes de una pelea de pareja para ayudar al ex-convicto. El tono nunca chirría, el film acierta al pasar del humor más descarado a lo aparentemente serio y/o emotivo, y Garrel se muestra bastante lúdico jugando con ciertos códigos genéricos, como el interesante uso que hace de la pantalla partida en uno de los seguimientos que el protagonista hace al nuevo esposo de su madre.
336. Crimes of the Future (David Cronenberg, 2022) - 5,5
Cronenberg regresa a su temática más reconocible, a la Nueva Carne, a un espacio temporal alternativo en el cual los seres humanos están cambiando, en buena medida por su propia mano. La casi desaparición del dolor y las infecciones ha convertido a la cirugía en poco menos que un pasatiempo, en un arte, en una nueva forma de sexo. El protagonista es un hombre en cuyo cuerpo se generan nuevos órganos que son extirpados en exitosas performances por su pareja, y alrededor suyo pululan diversos personajes que representan oscuros intereses. Hay de mano una cuestión que me molesta en la película, ya que la carnalidad, visceralidad (de vísceras) y fisicidad de la película se ve a menudo frustrada por el uso de unos pobres efectos digitales, tan planos y tan poco palpables. Tampoco sé si el tono veladamente cómico le sienta muy allá a un film de vocación casi más noir (distópico). Hay también un efecto exhibición que desactiva en buena medida la acción dramática, argumental, hasta llegar a un cierre que no se siente como culminación de nada en especial. No es un film despreciable, pero nunca le he terminado de coger el punto.
337. La consagración de la primavera (Fernando Franco, 2022) - 6,5
Todas las películas españolas que había visto en esta edición del festival se acercaban a las clases más populares, cuando no al borde de la marginalidad. Con La consagración de la primavera, Fernando Franco nos sitúa sin embargo en un ambiente muy diferente, acomodado, conservador incluso, empezando por su protagonista, una estudiante de primero de químicas en Madrid que reside en un colegio mayor de monjas. Es una chica que está dando sus primeros pasos, voluntarios pero inseguros, fuera del caparazón familiar. No es fácil discernir cuánto hay de represión, de timidez o inseguridad en su comportamiento, pero no es capaz de confiar en las potenciales relaciones que se le presentan en cuanto siente que ha dejado de controlar la situación. Así que tiene todavía pendientes los ritos de iniciación sexual y quizás por ello la situación de un joven tetrapléjico que conoce por azar le puede generar particular empatía, como también el hecho de ser ella quien tenga en teoría el control absoluto de sus interacciones le puede servir de puerta de entrada a la experiencia sexual. Pero son actos que realiza por dinero, de forma que el film lidia de la manera menos sensacionalista que quepa imaginar con la cuestión de la asistencia sexual apersonas impedidas y también, claro está, con la prostitución. ¿Quién está explotando a quién en esta situación? Hay ternura en la relación entre ambos, pero algo está latente en ella cuando se da cuenta de que sus encuentros podrían hacerse públicos, quizás de que no tiene el control del relato, o quizás los empieza a ver de otra manera, a través de los ojos de unas hipotéticas terceras personas. La escena final sigue abundando en la cuestión iniciática: ella expresa contenta que es la primera vez que monta en moto, cuando en realidad lo que nos viene a decir es que por fin se siente capaz de dejar el control en alguna medida, de abandonarse a otra persona. El film de Franco, abundando en esa tendencia de mucho cine español, y no sólo español, hacia el intimismo, las distancias cortas o la cámara en mano, nunca deja que la narración visual caiga en el azar o la confusión y construye una puesta en escena muy medida que da réplica con delicadeza a las inquietudes de sus personajes.
338. Los reyes del mundo (Laura Mora, 2022) - 6
Si los festivales cinematográficos tienden a fijar un estereotipo del cine que nos llega de países periféricos, está claro que el molde del cine colombiano son las historias sobre grupos de jóvenes que se mueven entre la marginalidad y la delincuencia. Esta misma edición del certamen donostiarra llevaba en su programa un par de títulos del ramo, La jauría y Los reyes del mundo, esta última ganadora de la Concha de Oro con la historia de una búsqueda, la que emprende un joven junto a sus amigos para recuperar al amparo de la Ley de Restitución unas tierras que le habían quitado a su abuela. La odisea de estos muchachos, que sólo se tienen a ellos mismos, en busca de su lugar en el mundo nos depara el habitual y esperable muestrario de violencia, pero el tratamiento de Mora, con algunas soluciones visuales interesantes, busca dejar fuera de campo los elementos más gráficos y generar una vena poética, como si fuera el último recurso para escapar de una realidad dolorosa y perfectamente previsible traspuesta a esta historia.
339. Mutzenbacher (Ruth Beckermann, 2022) - 6
Josephine Mutzenbacher es una anónima novela erótica de principios del siglo XX atribuida al escritor Felix Salten y donde se describe de manera muy gráfica las aventuras sexuales de una joven, desde su niñez hasta la tardoadolescencia, abundando en múltiples tabús. El film de Beckermann concita la presencia exclusiva de hombres para leer pasajes del texto y para compartir sus impresiones y aquello que evoca de su propia experiencia sexual. Es evidente la intención de quitar a la novela el filtro de esa primera persona femenina siempre presta a disfrutar de todas las experiencias que se le ofrecen para que sea de nuevo la voz masculina, al fin y al cabo la creadora de la misma, la que lidie con su crudo lenguaje y evidencie su naturaleza de fantasía masculina. También está muy clara la intención de testar entre el sector masculino de la población la manera en que están asimilando los significativos cambios que se han producido en los últimos años en cuanto a las convenciones en las relaciones sexuales o sentimentales entre ambos sexos. Pero también, explorar cómo choca la parte más instintiva del ser humano con la cultural y aprendida. En fin, una obra bastante reveladora desde elementos mínimos.
340. Amigas en un camino de campo (Santiago Loza, 2022) - 6
Se diría que estamos ante una suerte de secuela de Los labios, film que Loza dirigió hace más de una década a cuatro manos con Iván Fund, de manera que reencontraríamos a dos de aquel trío de trabajadoras sanitarias muchos años después, en otro estadio vital en el cual las pérdidas y ausencias pasan a ser la nota dominante de unas vidas que corren el peligro de acorazarse de manera preventiva. No se trata solamente de la muerte de la tercera amiga, pero otra de ellas planea marcharse de esas tierras remotas a las que un día llegaron como extrañas ante la desconfianza local. Hay más pérdidas, o peligro de ellas, la desconexión generacional. En todo caso Loza vuelve a apostar por cierto minimalismo, por resolver un film esencialmente en un paseo no señalizado, que quizás nos lleve por algunos meandros o quizás no. Puede que el film no ofrezca demasiado, pero tampoco lo pide.
341. Triangle of Sadness (Ruben Östlund, 2022) - 6
Un Östlund cada vez más cómico, cada vez más misántropo, que no duda en recurrir a blancos fáciles y obvios para lanzar sus diatribas contra la sociedad. Al arte moderno del que se ocupaba en The Square, le sucede inicialmente la moda y los influencers para extenderse sobre el mundo del lujo y la diferencia de clases. El primer acto ya plantea una dinámica fundamental en la película, la de las relaciones de poder, pero matizada por las dinámicas de género. Es un conflicto muy minúsculo entre en una pareja de modelos que se van de cena, y aunque ella tiene mucho más poder adquisitivo que él, se hace la loca para que la invite. El segundo acto nos los devuelve en el contexto de un crucero de lujo, como parte de una coralidad mucho mayor, y donde ya no hay sutilidad posible, un universo dividido en amos, sirvientes y capataces, un sistema que, como siempre sucede en los films del sueco, termina colapsando por sus propias contradicciones y que nos aboca a la subversión absoluta del último segmento, donde la riqueza ha dejado de tener importancia, donde sólo cuentan las habilidades primarias (entre las que también tiene su papel "el oficio más antiguo del mundo"). Östlund se divierte como puerco en un lodazal con un humor en muchas ocasiones grueso, repetitivo y escatológico, con unos resortes argumentales complacientemente revanchistas, como si quisiera hacer al público víctima de sus invectivas, o quizás subvertir su espíritu bienpensante tratando de que se regodee en las desgracias ajenas. Visualmente destaca la incomodidad que genera en alguna ocasión con el uso de panorámicas muy cerradas y cuyo movimiento parece el de un mecanismo automatizado para hacer el campo/contracampo en escenas con personajes sentados a una mesa.
342. Walk Up (Hong Sang-soo, 2022) - 6,5
Hong Sang-soo es un cineasta que puede ser tan transparente como misterioso, en buena medida a través de las estructuras narrativas por las que lleva transitando su cine desde hace un cuarto de siglo, y cuyo despliegue tiende a agrietar el realismo del material que vamos visionando para profundizar en la significación de sus retratos humanos. Su último film, protagonizado por un típico alter-ego de Hong en forma de director de cine, se presenta estructurado en cuatro segmentos principales, a grosso modo, uno por cada piso del pequeño inmueble que posee una amiga suya. El cambio de segmento significa una elipsis que genera en cualquier espectador mínimamente familiarizado con su cine un grado de incertidumbre al respecto de dónde nos hará aterrizar la historia. En este caso vamos ascendiendo de piso de la mano de cuatro momentos vitales de este hombre que parecen consecutivos y en los que se va emparejando con diferentes mujeres tras llegar con su hija en la apertura del film. El salto a una coda final genera, ahora sí, una falla en la narración que nos devuelve al episodio inicial, lo que puede interpretarse como una vuelta atrás en el tiempo pero también como el cierre de algún tipo de ensoñación. El protagonista es un personaje que tiende a quedarse sólo en todos los segmentos, que tiene problemas en las relaciones personales (hace años que no veía a su hija), que de hecho parece interaccionar según su vanidad sea alimentada, y quizás podríamos interpretar que en realidad está fantaseando sobre posibles relaciones en los diferentes espacios que le enseña su amiga durante el primer segmento. Sería además muy apropiado al ácido sentido del humor de Hong que ni siquiera en esas supuestas ensoñaciones pudiera su personaje escapar a sus tendencias insulares. Precisamente es curiosa la ausencia en esta ocasión de zooms en los habituales planos-secuencia en los que se dirime la acción dialogada, así como el muy limitado uso de reencuadres, de manera que ese contenedor arquitectónico que potenciaría la imaginación del protagonista adquiere una mayor relevancia. En todo caso, el cierre de la película nos lo devuelve de nuevo solitario y sin compañía, en su estadio natural y definitivo, conformando otro retrato masculino que añadir a la galería que Hong ha venido conformando todos estos años, siempre con un sesgo sensiblemente más negativo que cuando aborda los femeninos, muy apropiado para una edición del festival en la que tantos títulos han puesto en cuestión los diferentes modelos de masculinidad.
343. Moonage Daydream (Brett Morgen, 2022) - 6
La fascinante figura de David Bowie es examinada en este film documental que más que abundar en su carrera artística, que por supuesto también hace, trata de desenmascarar al mito cediéndole la palabra en exclusiva. Uno de sus aciertos es que nos ahorra opiniones de terceros glosando la grandeza del personaje o la influencia que ha tenido sobre ellos. Esto es un Bowie on Bowie, aunque por supuesto pasado por el filtro de Morgen. Su pensamiento, sus motivaciones, su estado emocional a lo largo de su carrera nos ayudan a mejor procesar su trabajo y rol como artista. La labor de montaje es ingente a lo largo de sus dos horas largas de metraje, incluyendo no sólo material de Bowie, sino obras que influyeron en su carrera. El problema es que Morgen trata de epatar por acumulación, bordea el videoclip en demasiadas ocasiones hasta caer en la estridencia. Sin ser una obra nada desdeñable, se acerca peligrosamente a la sobredosis audiovisual.
344. Tori et Lokita (Dardenne, 2022) - 5
La enésima odisea social de los Dardenne nos presenta a una pareja de inmigrantes que se hacen pasar por hermanos por necesidad pero que ya sienten ese vínculo como real. Lokita es la mayor, la víctima de la función. Presionada por múltiples lados, por su familia, por el mafioso que la ha traído, por el gobierno que no le da papeles, se ve abocada a tratar con (más) delincuentes, a profundizar en su condición de víctima. Los Dardenne crean un personaje inmaculado, que encima tiene periódicas crisis de angustia, por si acaso no empatizábamos suficientemente con ella. El planteamiento es tan básico como el mensaje final hecho explícito en boca del niño, por más razón que pudiera llegar a tener. Pero al menos sabemos que no van a caer en el sentimentalismo, y la vertiente thriller, cuando los personajes se ponen en movimiento, funciona bastante bien.
345. Godland (Hlynur Pálmason, 2022) - 7
Hlynur Pálmason maneja un marco temporal similar al de Unrueh, la segunda mitad del siglo XIX, para trasladarnos a una Islandia todavía colonia de Dinamarca, donde también la fotografía tiene cierta relevancia, siendo la principal afición de su protagonista, un cura danés al cual le es encomendado construir una iglesia en una apartada zona de la isla. La fotografía como forma de esparcimiento de este personaje contrasta vivamente con la penosa tarea de los lugareños que tienen que transportarle, y en última instancia se podría leer como instrumento de registro humano, como si tuviera el poder de reconocer o negar el estatus del ser humano dentro de la sociedad. Hay un recurso narrativo que se repite en el tramo final de este film, igual que lo hacía en la totalidad del cortometraje Nest, también de Pálmarson, que oficiaba de muy apropiado preámbulo en la proyección, y me refiero a la sucesión de planos fijos tomados desde el mismo exacto punto y que en elipsis saltan temporalmente hacia adelante, mostrando el cambiante paisaje producto del paso de las estaciones, tan visible en un país como Islandia. Esta gramática narrativa nos enseña cómo la naturaleza acaba procesando todo; tal y como dice un personaje, un hermoso manto de flores lo acabará cubriendo. Porque de esto va esta película, en su superficie de la imponente belleza de sus planos en formato cuadrado que hacen justicia a un paisaje que esconde la dureza de la tierra islandesa, pero en su corazón del colonialismo político y religioso que el paso de generaciones puede haber dejado en el relativo olvido, pero que seguirá latente en alguna forma todavía en nuestros días.
346. Nagisa (Takeshi Kogahara, 2022) - 6,5
Esta opera prima se abonaba a la peligrosa la estrategia de película rompecabezas, que hace de la multiplicidad de líneas temporales y segmentos un potencial aliciente para que el espectador haga gimnasia mental, lo que a menudo se utiliza sin mucho sentido narrativo. Sin embargo aquí encuentro bastante justificada esa tendencia a la elipsis, a la narración esquiva, oblicua, proponiéndose como un film en estado de trauma para tratar tanto la pérdida como también el tabú, que trabaja desde el retazo y la sugerencia al tiempo que tiende a suprimir aquellos elementos más dolorosos para los personajes. Hay una cualidad muy misteriosa en la manera en que se entrega la historia de un joven que ha mantenido en el pasado una relación excesivamente estrecha con su hermana pequeña. La narración alterna tiempos separados por años, ofrece fragmentos descontextualizados sobre los que vuelve más avanzado el metraje, sugiere un esbozo argumental que nunca queda del todo cerrado o definido, que nos llega a través de unas imágenes más bien minimalistas con cierto aroma a duermevela, que recurren al gesto y el detalle, a la oscuridad, el fuera de campo y la insularidad de los planos y acciones.
347. Manto de gemas (Natalia López Gallardo, 2022) - 5,5
Los dos primeros nombres que aparecen en los agradecimientos de este debut son Amat Escalante y Carlos Reygadas, para quienes Natalia ha oficiado de montadora, y la influencia que han ejercido en ella es innegable (es esposa de Reygadas, además). Estamos ante otro tratado sobre la violencia en México mediante una narración coral y elíptica pasada por un muy estilizado filtro formal. Las mujeres son el centro del relato, víctimas propiciatorias aunque en algunos casos puedan formar parte del sistema criminal. De hecho todo es parte de ese sistema, y quien no acata está condenado. El film está lleno de elipsis y el fuera de campo es su rasgo estilístico más definido de una puesta en escena ciertamente rigurosa y elaborada. En multitud de ocasiones opta por un primer plano o plano medio fijo de un personaje que se relaciona con otros que se encuentran fuera del encuadre. Pero hay en toda la función un tufillo exhibicionista que se evidencia particularmente en la escena en la que una de las protagonistas corre desnuda en diferentes direcciones mientras le disparan, o ese final mirando a cámara tan groseramente obvio.
348. Meet Me in the Bathroom (Will Lovelace, Dylan Southern, Andrew Cross, Sam Rice-Edwards & Vivienne Perry, 2022) - 6
La escena rockera neoyorquina del cambio de siglo es el objeto de estudio de este documental musical. Con The Strokes a la cabeza, pero también Karen O y los Yeah Yeah Yeahs, The Rapture o James Murphy y sus LCD Soundsystem, el film captura la ebullición y energía de un lugar y un momento muy peculiares. Llama la atención el excelente material visual que manejan sus directores, todas esas grabaciones previas al salto a la fama de los diferentes grupos. Los testimonios de diferentes épocas de los protagonistas sobrevuelan en off por todo el metraje, ahorrándonos las imágenes de bustos parlantes y las opiniones de terceros. El film va saltando de grupo en grupo, quizás de manera un poco mecánica, e inevitablemente cae en cierto tópico del documental musical que se puede resumir en "ascenso y caída" (relativa, claro), aunque nos ahorra la postrera redención. Me gustaron en particular los segmentos dedicados a James Murphy, y cómo desgranan su progresivo descubrimiento musical.
349. A Human Position (Anders Emblem, 2022) - 6,5
A primera vista, estamos ante otra historia de duelo y trauma en la que una pareja de mujeres trata de superar la pérdida del bebé de una de ellas durante el parto, para así intentar recomponer una relación que en el inicio del metraje se adivina dañada. Pero el oblicuo tratamiento de la figura de un trabajador inmigrante en proceso de expulsión por cuyo caso se interesa la madre frustrada, de profesión periodista, abre el film a sugerentes lecturas sobre la sociedad del mundo más desarrollado. A pesar de su minimalismo y parquedad explicativa, entiendo que Emblem pretende establecer un paralelismo entre ambos traumas, entre las pérdidas de muy diferente naturaleza que sufren la periodista y el inmigrante. Pero son pérdidas tratadas en diferentes contextos que seguramente provocarán diferentes velocidades de cicatrización, porque no disfrutan ambos de la protección y ventajas de pertenecer a un rico estado del bienestar. Hay una pulcritud y brillantez en las imágenes del film como de catálogo de Ikea, una tranquilidad en la narrativa que se diría terapéutica, aunque algunos encuadres que dejan a la protagonista bordeando sus límites pueden sugerir algún vicio oculto en la situación mostrada, las rigideces que pueden dejar fuera de campo a quien no está dentro del sistema. Mientras tanto, el inmigrante ni siquiera hace acto de presencia en el film. Él no tiene el privilegio de transitar esos espacios, esa luz y esos encuadres. Es interesante la metáfora que propone la principal afición u ocupación de la pareja de la periodista, dedicada a restaurar sillas. El film hace explícita mención al acto de sentarse como esa postura exclusivamente humana a la que se refiere el título, y que podría decirnos que ante los problemas ajenos lo más cómodo es permanecer sentados. No hay acritud en la mirada, son personajes cálidos, eminentemente positivos, generosos en su forma de relacionarse. Como pareja lésbica e interracial son inclusivas por descontado. De hecho la protagonista evidencia su preocupación con la historia del inmigrante, lo que le lleva a entrevistarse con potenciales responsables de su proceso de expulsión, pero nunca es capaz de superar la barrera legal e institucional del país. La subversión del orden establecido es la única solución, pero quién va a ponerse a ello mientras disfrutamos sentados de nuestro cómodo bienestar.
350. Corsage (Marie Kreutzer, 2022) - 6
Una nueva semblanza de Isabel de Austria, más conocida por Sissi, que se ciñe al año de su cuarenta cumpleaños, aunque tiene pinta de tomarse abundantísimas licencias. El film propone un retrato complejo y abunda en su excéntrico comportamiento, su carácter inquieto y melancólico, su obsesión con su belleza y figura, su pasión por el deporte o su interés por la política. Nos propone, creo yo, una mujer cuyas neurosis serían en cierta medida producto de un rol en principio más bien decorativo dentro de los estrictos códigos de comportamiento de la realeza austríaca. Es curioso que el corsé del título haga referencia tanto a la codificada vida palaciega que tanto le ahogaba como a la prenda que gustaba aplicar a su cuerpo hasta límites casi inhumanos, una contradicción que puede resumir al personaje. Kreutzer consigue escapar de los peores tics del costume drama con una puesta en escena muy cuidada que tanto puede apelar a las simetrías para reflejar la rigidez de los Ausburgo como a la ligereza propia del carácter inquieto de su protagonista, y dentro de un tono que tampoco tiene miedo en resultar anacrónicamente moderno (la propias presencia del cine dentro de la película es otro anacronismo).
351. Secaderos (Rocío Mesa, 2022) - 4
Otro film español dirigido por una mujer que mira al mundo rural desde el punto de vista femenino, aunque en esta ocasión apenas se puede rastrear una reivindicación de género, desde luego no explícitamente. Estamos en los campos de tabaco granadinos y la historia gira alrededor de dos personajes, una niña que llega con su madre para pasar las vacaciones con los abuelos y una adolescente lugareña que pasa los días estivales entre sus amigas, su novio y la faena del campo, pero con una creciente inquietud respecto a su situación y futuro. Como tantas otras películas rurales, nos habla del final de unos modos de vida, simbolizados por los secaderos, un final que en realidad ya se ha producido en la familia de la niña y que está cerca de tener lugar en la de la adolescente. Mesa apuesta por el realismo mágico para hablar de su entrañable mundo terminal, como si su continuidad fuera más cuestión de ilusiones y fantasías infantiles que de la difícil realidad en presente. Es un film ambicioso pero resulta en un batiburrillo de ideas y situaciones, incluso de formas visuales que no siempre me parecen justificadas, como esa secuencia musicada y al relenti de la recolección del tabaco. Un ejemplo anecdótico pero significativo es el rol de los cachorros que le enseñan a la niña y que luego mata el abuelo. No tiene ningún sentido que lo haga mientras está la niña allí; o se hace antes de que llegue, o después de que se marche. Pero la película quiere hurgar en la metáfora del final de una forma de vida y el dolor que ello comporta usando para ello unos perritos que la madre de la niña no quiere llevarse a Madrid. El episodio del tripi es otro ejemplo de lo bueno y malo de la película, una solución que argumentalmente cojea visiblemente (la adolescente compra todos los boletos para tener un mal viaje y sin embargo termina iluminada) y que sirve para meter una morcilla pseudo-experimental por momentos realmente atractiva.
352. Tampopo (Itami, 1985) - 6,5
La comida en general y el ramen en particular es la obsesión de esta comedia voluntariamente dispersa y libre de ataduras. El tronco argumental lo conforma el adiestramiento de la propietaria de un establecimiento de comida para que sea capaz de cocinar un óptimo plato de ramen. Pero alrededor del mismo tienen lugar múltiples digresiones, pequeñas historias, gags, siempre relacionados con la comida. El film tiene bastante de cómic, de conjunto de viñetas, en las que cabe la exageración, la sobrecaracterización, el subrayado humorístico sin complejos, conformando una simpática oda alimentaria.
353. The First Swallow (Nana Mchedlidze, 1975) - 4,5
Siempre resulta curioso ver una película dedicada al deporte del balompié, pero raramente el resultado es estimulante. Y este caso no es ninguna excepción. El film nos sitúa a principios de siglo en Georgia, donde un grupo de apasionados lugareños forma un equipo de fútbol siguiendo el liderazgo de un fenómeno local. El film no tiene mucha historia, mostrándonos los problemas que sufren para dedicarse a su pasión, lo que es visto en su tiempo como algo negativo, pura ociosidad, desatendiendo sus obligaciones cotidianas, incluyendo el sustento de sus familias. También hay una historia de amor juvenil apenas esbozada. Lo más interesante me parece el final, tan anticlimático a primera vista, aunque en realidad es un canto de exaltación nacional (e indirectamente soviético) por el futuro que estaba por llegar. Por lo demás no me convence la estética, la manera de usar zooms, que ya plagaban los films del Bloque del Este, y el aspecto cómico de la película, que no deja de ser una comedia, no me acaba de llegar.
(acabo en el siguiente mensaje)