por Genjuro »
07 May 2022, 11:30
138. Laila (George Schnéevoigt, 1929) - 6
Laila es el bebé de unos comerciantes noruegos en tierras laponas que lo pierden durante un trayecto ante la amenaza de unos lobos, y que es encontrado por una familia lugareña. En concreto, es el sirviente quien lo encuentra, aunque la adopta el matrimonio, pero todos guardan una relación de protección con ella. Y es que la cuestión paternofilial es la más importante del film, aunque luego surja una historia de amor entre una Laila ya crecida y su primo real, y Schnéevoigt lo deja bien claro eligiendo el plano con el que cierra la película. Un film que busca las emociones de los personajes y del espectador sin mucho recato, y con una solvente factura visual.
139. Pour une nuit d'amour (Edmond T. Gréville, 1947) - 7,5
Gréville toma el relato homónimo de Émile Zola y lo lleva a su terreno en un film que, si bien escapa al planteamiento básico que presentaban las tres películas suyas que había visto, no deja de mostrar reminiscencias de las mismas. Con la cuestión de las clases sociales como tema mayor, en esta ocasión el protagonismo se lo lleva el personaje de Julien, un humilde y ridiculizado trabajador de correos, objeto de desprecio y humillación por buena parte de sus vecinos, y que se enamora perdidamente de Thérèse, la hija de los barones locales que acaba de regresar del convento. En ella sin embargo sí que se reproducen en cierta manera los triángulos sentimentales típicos de Gréville, en los que pugnan el deber social, siempre situaciones que atrapan a los personajes y que aquí viene representado por el aristocrático y acomodado pretendiente que sus padres quieren imponerle, y el deseo que en esta ocasión se muestra más bien en pasado con la figura de Colombel, el petulante hijo de los sirvientes. Ambos extremos se manifiestan con logradas soluciones visuales, tanto el match-cut que enlaza unas esposas con las manos de la novia en el altar, como el fascinante flashback en cámara lenta para reproducir los prolegómenos del primer encuentro sexual y en el que los personajes parecen flotar como en un sueño en una irreal liberación de ataduras. Pero en este triángulo no hay amor idealizado, y de hecho el nudo argumental lo representa el asesinato que comete Thérèse sobre su amante. Y por otro lado, la idealización que Julien aplica al objeto de su amor necesariamente se ve destruida. Es así una obra oscura y pesimista, más todavía de lo que acostumbra Gréville, en la que como siempre acaba triunfando el orden social, aquí profundamente marcado por la clase social de los personajes, y que inhabilita a la aristócrata chica como asesina. Es muy interesante el frecuente recurso a composiciones en las que se enmarca el plano por arcos, por ventanas y ventanillas a través de las cuales se observan los personajes, y que marcan las irresolubles distancias sociales entre ellos (Julien y Thérèse mirándose a través de sus respectivas ventanas, el arribista Colombel y Julien a través de la ventanilla de correos o el marquesito y su criado a través de la ventana interior de una estancia). Si Gréville destaca por su narrativa e inventiva visual, este film es una lograda muestra de ello, como por ejemplo la escena en que el barón y el marquesito discuten los términos del matrimonio, en la cual el eje de la cámara se inclina sucesivamente como si hiciera el efecto de una balanza; o como la profusión de match-cuts, tan habituales en la filmografía de Gréville (mencionemos el de la cara triste de Julien con la máscara igualmente triste de un niño o también el del bastón de Colombel y la fusta del marquesito); o como esas imágenes anticipatorias o definitorias de los personajes, sea el reflejo de Julien en el agua, la cuerda que más tarde le enmarca como si fuera una soga o la enguantada mano de Colombel tocando impúdicamente los pechos desnudos de una pequeña talla. Hay una evidente preocupación Gréville por narrar en términos visuales, por fijar su cámara sobre objetos o elementos significativos que a menudo le sirven de punto de salida o llega a sus escenas, por una precisa utilización del montaje, por ejemplo de acciones paralelas, que acaban dando una sensación de unicidad, de encontrarnos ante una obra, no solamente brillante, sino muy ajustada en la que prácticamente no sobra ni falta un plano.
140. Ulica Graniczna (Aleksander Ford, 1948) - 6
Típico film de posguerra que describe las penurias de una serie de personajes, principalmente niños y adolescentes, durante la ocupación alemana. Entre el grupo de amigos y vecinos de un bloque de viviendas de Varsovia, el film crea unas tipologías muy definidas, demasiado de hecho, respecto a su manera de ser y el rol que van a desempeñar en los momentos traumáticos. Me gusta especialmente el tramo inicial, el más ligero y fluido, cuando los personajes son presentados y la película nos lleva de uno a otro a base de match-cuts que los relacionan. Pero luego se vuelve progresivamente grave y maniquea. Eso sí, no deja de ser una producción que luce en pantalla y que está dirigida con perfecta solvencia (y sin apenas audacias) por Ford.
141. Hollow Triumph (Steve Sekely, 1948) - 6,5
La implicación de Paul Henreid en este noir es excepcional, ya que no sólo interpreta a dos personajes (casi idénticos obviamente), sino que es el productor de la misma y la terminó de dirigir cuando la compañía echó a Sekely. La nobleza de sus personajes en otras interpretaciones se torna aquí en psicopatía al encarnar a un gángster que decide dar un golpe en un garito de juego y que ve la oportunidad de asumir el rol de un psiquiatra muy parecido a sí mismo para escapar a las consecuencias del robo. La narración, más o menos plausible, termina abocada a una serie de ironías que dan bastante juego, y que abundan sobre la cuestión de la personalidad y la imagen pública. Y a pesar de los cambios de director, el acabado final no parece resentirse de ello, siguiendo los cánones del género.
142. The Century of the Self (Adam Curtis, 2002) - 6,5
Mini-serie documental que examina el papel que habría jugado el psicoanálisis y las teorías de Freud en la conformación de la sociedad individualista y consumista de nuestros días. Es ciertamente un tema apasionante, y pienso que Curtis arroja luz sobre la temática con una obra muy didáctica. Eso sí, desconfío un tanto de los relatos cartesianos en cuestiones tan complejas y tengo la impresión de que todo cuadra con demasiada nitidez al respecto de las distintas corrientes psicoanalíticas y su influencia en las diferentes transformaciones sociales ocurridas durante el siglo XX. Tiene algunos tics típicos de las series de televisión, como esa banda sonora amenazante y repetitiva, aunque es lo suficientemente minimalista como para no molestar. Me gusta su utilización de material de archivo, aunque creo que se podía haber currado un poco más a nivel visual la inclusión de los testimonios contemporáneos.
143. Das Mädchen und die Spinne (Ramon & Silvan Zürcher, 2021) - 7
Un sentido de extrañeza recorre todo el metraje de este film que nos cuenta la mudanza de una joven, lo que supondrá un cambio de compañera de piso. Así pues, y dentro de lo inaprensible que resulta el arco argumental, podemos intuir que se trata de una obra sobre la ruptura y la separación. Es un film muy concreto en lo geográfico, construido sobre unas pocas secuencias en escenarios cerrados, pero deliberadamente caótico en su gestión de personajes, los amigos, familiares, vecinos o trabajadores que participan o se topan con en el traslado, generando multitud de interacciones en las que domina el naturalismo, pero con conatos rarificados y detalles que podemos presumir imaginados, como la araña que hace acto de presencia. Quizás la red arácnida pueda funcionar como metáfora del entorno humano de los personajes, tan necesario pero que también puede degenerar en tóxico. Me gusta la propuesta estética de los hermanos Zürcher, que desactivan la teatralidad más convencional en la que podría caer el film, apostando por planos medios fijos que focalizan su atención en un personaje y dejan buena parte del escenario fuera de campo, y de hecho al final de cada secuencia, un pequeño montaje nos muestra en las estancias ya vacías algunos elementos que han jugado algún papel narrativo fuera de cuadro. Los flirteos, cambios de humor, reproches, etc, dibujan un universo en constante vorágine y un tanto neurótico como parte de una peculiar y sugerente mirada de sus autores.
144. Now and Forever (Henry Hathaway, 1934) - 6
Cerca de cuatro décadas antes que Shoot Out, ésta es otra película de Hathaway con una niña a bordo, Shirley Temple nada menos, cuya presencia fuerza a su reencontrado padre, en este caso un Gary Cooper de oficio estafador, a tratar de reconducir su incorregible vida. Y de hecho la honestidad termina siendo el leitmotiv de la historia. Bien realizada por descontado, la presencia de la cría se puede hacer puntualmente cargante, y la coherencia argumental discutible (no me convence que con un salario de $35 semanales meta a su hija en un colegio que le cuesta $2000, que es la causa de los problemas ulteriores). No es que sorprenda su devenir argumental, la puesta en valor del amor paternofilial o la necesidad de redención, pero así todo resulta efectiva.
145. Railroaded (Anthony Mann, 1947) - 6,5
Un noir con falso culpable, aunque su importancia es un tanto secundaria. Tras el asesinato de un policía mientras trataba de impedir un robo, y la encerrona que preparan al inocente acusado, el principal enfrentamiento se dirime entre el único policía que acaba oliendo algo raro y un villano que es pura esencia traicionera de principio a final del metraje. También hay mujeres, la "mala" que trata de redimirse y la "buena" que se mete en líos y se enamora del protagonista. Narración muy ajustada en un metraje de poco más de una hora y unos diálogos ocasionalmente chispeantes hacen del film otra pieza bastante disfrutable del género.
146. Man in the Saddle (André De Toth, 1951) - 5,5
Típico argumento western en el que un ambicioso ganadero quiere adquirir todas las tierras de la zona, y no repara en medios para ello. Viene en particular aderezado por la pasada historia de amor del protagonista, un impertérrito Randolph Scott, con la chica que ahora se va a casar con el terrateniente, en una decisión de puro cálculo crematístico. La cuestión de la posesión y la asunción del papel y la fidelidad a las elecciones de cada uno son temas cruciales en su desarrollo. Es un film fluido, atractivo en sus imágenes, que se ve con agrado, pero que por otro lado parece escrito y realizado sin prestar atención al detalle, con numerosos momentos un poco ridículos.
147. La fille du diable (Henri Decoin, 1946) - 6,5
Un ladrón a la fuga después de haber atracado un banco es recogido en la carretera por un hombre que retorna a su pueblo enriquecido tras veinticinco años de aventura americana. Un accidente propicia que el delincuente asuma la identidad del otro, de manera que la película aborda su relación de falso parentesco, de falsos recuerdos, con este pueblo que sin embargo va tejiendo una red social muy real alrededor suyo. Hay dos relaciones fundamentales, la que tiene con el médico que le trata, conocedor de la verdad, y la que establece con la joven que da título al film, personaje en cierta manera espejo al suyo y que le sirve para su propio ejercicio redentor. Puede haber cierta moralina en la historia, pero Decoin la sirve con gracia y habilidad.
148. Schwestern oder Die Balance des Glücks (Margarethe von Trotta, 1979) - 6
Su posterior y celebrado Die bleierne Zeit ya hablaba de la problemática relación entre dos hermanas de diferente carácter, y aquí aborda la temática de manera más brutal. Las dos protagonistas viven juntas y han desarrollado una relación maternofilial de interdependencia saturante. La hermana mayor es una secretaria eficiente hasta lo robótico, también exigente y controladora con su hermana pequeña, quien por su parte ha desarrollado una suerte de adicción posesiva hacia ella. Una compañera de trabajo de la mayor, que por momentos parece asumir el rol de la hermana pequeña, viene a completar y clarificar, quizás en exceso, el cuadro humano al que nos enfrenta von Trotta. Es un intenso drama psicológico, con personajes y traumas muy interesantes, pero le pierde un poco su falta de sutileza, también en su manera de generar una dicotomía entre el mundo empresarial, del sacrificio y la búsqueda del éxito, y otras opciones que busquen un mayor grado de realización personal.
149. Hitori okami (Kazuo Ikehiro, 1968) - 6
Ikehiro, artesano de la Daiei, responsable de varias de las entregas de Zatoichi, fue el encargado de dirigir este film sobre otro yakuza errante con fabulosas habilidades con la espada y en el juego. Probablemente era el inicio de otro serial, tan parecidos unos a otros, de esos que infestaron las pantallas japonesas en la segunda mitad de los años 60, pero la temprana muerte de su protagonista, Raizo Ichikawa (es una de sus últimas películas) lo habría malogrado. La principal novedad que aporta este film quizás sea el hecho de tratarse de un relato dentro de la ficción a cargo de otro personaje, lo cual da más pertinencia a su carácter mítico. Además, su protagonista tiene un aire oscuro, hierático y desalmado, aunque el desarrollo posterior lo desmienta (sólo en cierta medida), que recuerda vagamente al samurái amoral de Dai-bosatsu Tôge que también encarnó, entre otros, el propio Ichikawa. En todo caso, no me ha parecido una película rutinaria, ya que la narración está bastante medida, se detiene el tiempo preciso en escenas más íntimas y tiene ciertos detalles curiosos en las de acción (como ese plano con barridos durante una batalla para mostrar y situar a los personajes principales). También la historia tiene cierta fuerza, con ese pasado que retorna de alguna manera, explicando al personaje, y donde la tradición, el legado y aprendizaje, o el clasismo tienen tanta importancia.
150. Tigerstreifenbaby wartet auf Tarzan (Rudolf Thome, 1998) - 4,5
Un film que se antoja bastante típico de Thome, sobre un misterioso hombre que llega a una ciudad con un valioso cargamento y se aloja en un hotel, como sucedía en Fremde Stadt ; un carácter extraño, ingenuo, nada acostumbrado a moverse por el mundo, como el de Der Philosoph; que atrae a las mujeres de manera incomprensible, como en Das Mikroskop o como de nuevo como Der Philosoph, con la que comparte muchos puntos. Se trata de otra de sus fantasías masculinas que aborda la libertad sexual y combinatoria de pareja, aunque como en la posterior Venus Talking, también tenga consecuencias indeseadas. Realmente es difícil navegar con los personajes, con ese hombre salido de una película de ciencia ficción y esas mujeres de exagerada complaciencia con el mismo.
151. Hue and Cry (Charles Crichton, 1947) - 6,5
Comedia de la Ealing en la que un joven fascinado con una publicación seriada sobre crímenes encuentra en el mundo real una misma situación descrita en sus páginas, y se empeña en investigarla. De esta manera, Crichton construye una aventura adolescente, que incluso puede servir de homenaje a ese tipo de historias, en la que encontramos misterio y humor, sin dejar de capturar cierto espíritu popular del momento. Es una obra ágil y ligera, que se toma en serio a sí misma lo justo, y que de hecho celebra la vitalidad e imaginación juvenil.
152. Shinsetsu (Heinosuke Gosho, 1942) - 6
Sensaciones ambivalentes las que me provoca este film producido en plena Guerra del Pacífico. Celebra la figura de un profesor de primaria con unos métodos de enseñanza poco ortodoxos, que busca más allá de la formación académica, para trabajar un desarrollo integral que a veces suena muy bien, pero que también está asociado a la creación de individuos aptos para el consumo patriótico-militar y que termina justificando la agresión física, según me ha parecido. Pero también disfruta de un dominio de la puesta en escena, tan medida, que sabe cuando acercarnos a los personajes, a sus miradas, concitar el calor humano, que resulta difícil no terminar apreciando el resultado final.
153. Ibo kyoudai (Miyoji Ieki, 1957) - 5,5
Ieki era un director muy bien valorado en Japón, y hasta ahora nunca había tenido ocasión de ver un título suyo. Viendo la calidad técnica de esta obra es fácil entender el predicamento. A nivel de historia y personajes, es otro cantar. Trazando una alegoría con el Japón de espíritu feudal que desembocó en el militarismo que condujo al desastre bélico, se trata de una película-río que nos relata un cuarto de siglo en la vida de una familia formada por un autoritario padre de profesión militar, los dos hijos de una esposa enferma que pronto muere, su segunda esposa, una sirvienta que se queda embarazada tras ser violada por él mismo y con quien se casa para quedar bien, y otros dos hijos que nacen de esta relación. El film es un catálogo de humillaciones que sufre esta mujer y sus dos hijos a manos del marido y los hijos de su primera esposa. Una de las claves de la película es que los personajes no se rebelan, aceptan su posición subordinada y ello perpetúa el régimen de terror en el que viven, igual que la población japonesa fue dirigida y educada a base de obediencia ciega (de alguna manera es el reverso del film de Gosho). Pero con unos personajes que resultan maniqueos por más que puedan estar explicados, y una dinámica de víctimas y verdugos, la película se hace muy cuesta arriba. Hay algún momento más luminoso, pero sólo sirven para dar más fuerza al golpe ulterior. En todo caso, me dejan con ganas de ver más obras de Ieki, espero que con otro tipo de planteamientos, porque su puesta en escena denota a un notable realizador que domina el espacio, la composición, la luz y el montaje, y capaz de trazar retratos muy cálidos de sus personajes.
154. Siréna (Karel Stekly, 1947) - 6,5
Éste es otro film que a priori podría derivar en una.función maniquea sin mayor interés. Es la historia de una huelga minera a finales del siglo XIX. Pero además de la lógica lucha de clases, los conflictos se sitúan también en la familia protagónica, y la inevitable presencia de elementos opresores no termina de desequilibrar el relato. En cierta manera, son fuerzas que actúan (potencialmente de manera brutal) desde el exterior sobre este núcleo que concita la carga dramática del film, una carga que Stekly busca hacer palpable en pantalla pero que tampoco resulta excesiva ni manipuladora. Sus imágenes tienen bastante fuerza, sus atmósferas y ambientes están logrados, en un relato de oscuridad y pesimismo en presente diegético, pero que busca hablar por contraste del momento histórico de su producción.
155. Chidambaram (Govindan Aravindan, 1985) - 7,5
La premisa de este film, y en realidad su desarrollo, son muy sencillos: un empleado de una granja se casa trayéndose al hogar a su joven y bella esposa, quien llama la atención de sus dos superiores, uno de los cuales se muestra amistoso y cercano y el otro desdeñoso y abusivo. Es una obra de bella factura que se aprovecha de los cuidados escenarios del lugar, y cuyo preciosismo visual tiene sentido narrativo, para hablarnos de esa mujer y de su devenir. Eso sí, su sencillez argumental viene aderezada por el puntual y brillante uso de la elipsis y el fuera de campo, en un momento bisagra en el que cambia el punto de vista de la película para llevarnos a su fuga final, punteada por unos evocadores e ilustrativos flashbacks, que alimentan con enorme elegancia su notable sedimento emocional.
156. Jakoman to Tetsu (Kinji Fukasaku, 1964) - 6,5
Con guión de Akira Kurosawa y Senkichi Taniguchi (supongo que repescado de los tiempos en que el primero escribía para el segundo), este film tiene lugar durante la costera del arenque en una pequeña empresa familiar de pesca, donde además de los pescadores contratados a tal efecto, aparecen dos figuras que se daban por muertas, Jakoman, un rudo hombre a quien el avaricioso propietario robó su barco pesquero, y Tetsu, hijo del propietario y regresado de la guerra, personaje que encarna cualidades únicamente positivas. De hecho, más que un estudio de caracteres, nos encontramos ante un film de acción, expansivo y aguerrido, merced a la mano de Fukasaku, que se siente en movimiento a pesar de su relativa unicidad de espacio, con personajes carismáticos de sencilla psicología pero definida con precisión.
157. Nel più alto dei cieli (Silvano Agosti, 1977) - 5
Una comitiva de un hospital religioso acude al Vaticano para visitar al Papa. En un momento dado son conducidos a un espacioso ascensor, donde tras presionar el botón para subir, se quedan atrapados, supuestamente ascendiendo de manera ininterrumpida. Por tanto nos encontramos ante un muy definido huis clos que, según va afectando a los personajes hasta la desesperación, les desnuda de sus filtros civilizadores, les retrotrae a un estado progresivamente animal, saca a relucir sus perversiones y deja en evidencia su hipocresía religiosa. Además, los regalos que portaban para el pontífice pasan a utilizarse con un sentido más esencial y primario. Es curioso que me estaba gustando la puesta en escena del inicio, la coreografía visual de movimientos de cámara y montaje, pero luego queda lógicamente limitada por el espacio cerrado. El film se siente a veces demasiado teatral, demasiado performativo, falta una relación más física con los objetos, especialmente con la escenografía. Y luego, mi interés por los personajes y su degeneración, es limitado.
158. The Whistle at Eaton Falls (Robert Siodmak, 1951) - 5,5
Un film sobre el mundo empresarial protagonizado por un moderado líder sindical a quien la viuda del dueño nombra presidente de una compañía que se enfrenta a un grave problema de falta de competitividad que amenaza su existencia, lo que requiere el despido de la mitad de la plantilla tras la compra de nueva maquinaria que hará la producción más eficiente. El conflicto es claro y diáfano, también dónde se sitúan o se van a ir situando los personajes. Y por supuesto, el mensaje parece redactado al dictado de una patronal. No deja de ser un film que desacredita la lucha obrera (los elementos más viscerales están muy negativamente connotados) y cuyo argumento es un publirreportaje sobre la importancia de aplicar recortes para sobrevivir. Porque además hace del caso singular un ejemplo general, poniendo a Eaton Falls como muestra de una de tantas pequeñas localidades, de esa América de provincias donde se encontraría su esencia. Pero también es verdad que dramáticamente funciona muy bien merced a su construcción de personajes y la hábil puesta en escena de Siodmak.
159. Day of the Dead (George A. Romero, 1985) - 5,5
La tercera visita de Romero al universo de los muertos vivientes nos sitúa en un búnker donde se guarecen un grupo de científicos y militares mientras los zombis se han apoderado del mundo y no queda rastro de otros supervivientes. Con la amenaza zombi como una forma de terror latente que gravita sobre todo el metraje, el foco de atención de la película se coloca sobre ese microcosmos, sobre las tensiones e interacciones entre unos militares de corte autoritario y unos científicos cuya agenda (y ética) es diversa. La agresividad y la capacidad autodestructiva del ser humano acaba siendo a esta entrega lo que el consumismo era a la anterior. El film se beneficia de la solidez narrativa de Romero, siempre ágil y capaz de mantener la tensión durante todo el metraje sin tener prácticamente que recurrir a la materialización de horror hasta el tramo final de la película, pero también adolece de algunos personajes bastante reguleros en su caracterización, en especial el líder militar.
160. Abschied (Robert Siodmak, 1930) - 6
Primer largometraje en solitario de Siodmak, todavía en Alemania, es una obra más bien de cámara de marcada unidad espacial y temporal. Todo transcurre en una jornada dentro de una pensión, donde alrededor de un pintoresco grupo de personajes, una pareja dirime su futuro, ya que él se va a ir a trabajar a otra ciudad al día siguiente, una decisión de la que ella se acaba de enterar. Es un relato donde a varios de sus caracteres les cuesta mirar más allá de su comodidad, interés personal o de aquello que les da placer, y de ahí la fuerza e ironía del gesto final de generosidad del inquilino gorrón. El final, con su carga melancólica (y obviando la lamentable morcilla que añadió la productora sin el concurso del propio Siodmak), me parece lo mejor de un film que explora la dinámica de su pareja protagónica con cierta simpatía mientras crea una sensación de jaula de grillos en el establecimiento, incluyendo el entrenamiento de un pianista que hace que casi toda la banda sonora sea diegética.
161. The Lady Is Willing (Mitchell Leisen, 1942) - 5,5
Si por algo es conocido Leisen es por sus elegantes comedias románticas, y ésta sigue la misma línea, aunque con menos fortuna que otros clásicos de su director. La protagonista es una cantante de éxito que aparece un día con un bebé que se ha encontrado abandonado y al que decide adoptar. Para ello necesitará casarse y escoge al pediatra que ha llamado para hacer una revisión al crío. Y lo que empieza como un matrimonio de conveniencia derivará en una relación amorosa, por supuesto. Una premisa tan válida como las demás, pero también un film con menos chispa que otros de su autor, un guión flojete, que busca parte de la comicidad de manera un poco burda explotando la ignorancia de su protagonista (y tampoco Marlene Dietrich es la mejor actriz cómica), y que no termina de sacar partido al romance entre los personajes.
162. Princesse Tam Tam (Edmond T. Gréville, 1935) - 5,5
El mismo año que estrenó Remous, Gréville realizaba este film con trazas de ser un encargo para el lucimiento de Josephine Baker. Nos cuenta la historia de un escritor que se va a África para superar su crisis creativa y matrimonial, donde conoce a una salvaje lugareña que le sirve de inspiración para una historia de corte Pygmalion en la cual introduciría a la joven como una exótica princesa en la sociedad parisina para dar celos a su esposa, aquejada de un lacerante esnobismo. La verdad es que no tiene mucho sentido narrativo el paso de la realidad diegética a la ficción, no aporta nada más allá de hacer la historia menos escandalosa para los cánones de la época, por más que la relación interracial sea un poco ficticia dentro del relato (así todo no pudo estrenarse en EEUU). La historia, ideada por el estrecho colaborador de Baker, Pepito Abatino, evoca en alguna medida el propio éxito de la estrella en Francia. Así todo, hay elementos muy claros del universo de Gréville, especialmente esa condición de potencial prisionera de la protagonista en su nueva situación, sugerida muy claramente por elementos visuales (como las tramas enrejadas, como la decoración de su habitación entre la que se encuentra un jaula, o como ese juego de mariposas del Marajá, otro pretendiente que también lo es de la esposa). También el papel de la naturaleza, aquí como símbolo de libertad (por ejemplo ese paseo en barca por el mar). Y es que la historia opone de manera muy obvia los conceptos de civilización y libertad, culminada en ese simpático final en el que un equino se come la portada del libro escrito por el protagonista y que precisamente se titula "Civilización". A nivel estilístico se nota la mano de su director, en los encuadres que añaden elementos escénicos, en los match-cuts o en la proliferación de acciones paralelas. Me gusta mucho la presentación de la vedette, con un match-cut de un póster de palmeras a unas reales, seguida de un movimiento de cámara que nos lleva a una trama de hojas en medio de las cuales se sitúa el rostro de Baker. Al contrario que los otros films que había visto de Gréville, casi siempre en clave dramática, esto es principalmente una comedia, que no parece ser el género donde más brilla su cine, y además con toques de musical. Todo resulta demasiado trivial e inconsecuente, los personajes carecen de densidad y las escenas se suceden de manera un tanto precipitada. El tramo final, con ese número musical a lo Busby Berkeley, acentúa un cierto decorativismo que se percibe a lo largo del metraje.
163. That's My Man (Frank Borzage, 1947) - 6
Comedia romántica con toques dramáticos, muy del gusto de Borzage, que nos describe la tortuosa relación entre un hombre soñador y ludópata, que apuesta su carrera laboral a las posibilidades de un potro que ha comprado como caballo de carreras, y una joven que pronto se convierte en una esposa (y madre) progresivamente abandonada por los devaneos con el juego de él. Es toda una dinámica de seducción y desencanto que va ganando en amargura pero que pierde en "gracia" con el discurrir del metraje. El protagonista queda curiosamente un tanto desdibujado, como su propia presencia en la vida matrimonial. Es difícil que Borzage realice algo mediocre, pero este film no me pareció particularmente sugerente en formas ni en contenido.
164. Zakazane piosenki (Leonard Buczkowski, 1947) - 6
Otro de tantos films del bloque de posguerra que relataron los años bélicos, pero en este caso con la música como hilo conductor, con las canciones que simbolizaban la resistencia a la invasión nazi entre la población. Así, no deja de ser una obra para la reconstrucción del espíritu de la nación, que versa sobre el valor o el sacrificio ante la opresión extranjera. Muy episódica, sin embargo son un puñado de vecinos de un bloque de viviendas los que nos van conduciendo a través de las mismas. Su interés queda un poco diluido entre el esquema y el mensaje. Eso sí, el drama y la solemnidad de algunos pasajes está resuelta con bastante elegancia.
165. Eugenia Grandet (Mario Soldati, 1946) - 6
Adaptación de la novela homónima de Balzac, nos presenta la peculiar casa de los Grandet, regida con despótica mano por el personaje más exagerado, casi hasta la caricatura, pero también el más carismático del film, el padre de la protagonista, un hombre tan avaricioso que parece un arquetipo en sí mismo, que vive y hace vivir a su familia de manera miserable y que sólo obtiene placer contemplando y agrandando su riqueza. Su carácter sobrevuela al resto de personajes, por afinidad o contraste. Como los gestos de amor entre la protagonista, hija del avaro, y su primo, recién llegado y desconocedor de la bancarrota y suicidio de su padre, todavía dueños de una inocencia que con el pasar de los años se tornará en desencanto. De hecho, ella es quizás el único personaje que mantiene la integridad, y por eso resulta tan trágico y abocado a la soledad. Quizás la puesta en escena de Soldati no brille particularmente, pero si se percibe una intención un tanto claustrofóbica en su manera de capturar a los personajes, especialmente en vida del padre huraño, limitando mucho el aire en los encuadres.
166. Alcarràs (Clara Simón, 2022) - 5,5
Simón vuelve a los entornos rurales en su segunda película para hablar de modos de vida en peligro de extinción, a través de una familia que cultiva melocotones por último año, ya que el dueño de las tierras quiere instalar un huerto solar. El punto de vista del film está compartido entre casi todos los miembros de esta familia, y de hecho lo más interesante me parece quizás cómo trabaja en ocasiones el acto de mirar, ya desde la escena inicial con los niños dentro de un coche y sin contraplano que tendrá réplica en la escena final de la película (aunque en este caso extrañamente sí habrá un contraplano que igual no era necesario), pasando por todas esas ocasiones en que un personaje mira como otros hablan o discuten, de manera que la maraña familiar se hace más tupida. Sin embargo, pienso que la película flojea en la construcción de personajes, demasiado arquetípicos, y los conflictos que plantea, un poco trillados. De hecho, la premisa inicial busca lo fácil, la toma de partido por parte del espectador. He leído a Simón en una entrevista hablar de la precarización del campo y de cómo muchos campesinos se ven forzados a abandonar y vender sus propias tierras porque no les compensa seguir produciendo, y aunque algo de eso salga en la película, aquí tira por la vía de crear un villano y plantear un robo legal que sustrae a los protagonistas de un derecho moral indiscutido (tenían un acuerdo de palabra con el padre del actual propietario y habían salvado la vida a esa familia escondiéndolos durante la guerra, nada menos). ¿Era necesario realmente? La ofuscación del padre, la relación con el hijo, el rol de la madre como sostén del engranaje familiar, el abuelo que ama la tierra, la abuela que cuenta historias... todo cumple un rol demasiado nítido en una obra totalmente desprovista del menor misterio. Por otro lado, el film juega la carta del naturalismo con intérpretes no profesionales y resultados reguleros (no termino de verlos tan auténticos), y con una puesta en escena que no pasa de la corrección.
167. Nazar (Mani Kaul, 1990) - 7
Adaptación del relato de Dostoyevski La sumisa que ya llevara a la gran pantalla Bresson en Une femme douce. Es otra personalísima mirada sobre la historia de una joven que se suicida tras un matrimonio con un comerciante de antigüedades y prestamista, bastante mayor que ella, que deriva en una frustrante relación de desconexión emocional e incomunicación. La narración puede interpretarse como una rememoración del marido, en la cual voz en off y diálogos a menudo se funden y confunden, que nos muestra diferentes acciones repetidas, revelando un carácter tan obsesivo como frágil. Es más, es una obra de imágenes ingrávidas, que muchas veces parece avanzar a cámara lenta, de encuadres cerrados que se van desplazando morosa e incansablemente por la escena, en los cuales los personajes se muestran un tanto esquivos, entran, salen o se mantienen en los márgenes como si no fuera posible capturarlos entera y frontalmente, como si guardaran siempre una zona misteriosa e inasible que aboca esa relación al fracaso (y también esa ingravidez puede evocar el propio suicidio de la joven).
168. Eroica (Walter Kolm-Veltée, 1949) - 6
Biopic austríaco sobre la figura de Beethoven que nos presenta a un hombre cuyos conflictos enfrentan a sus deseos y limitaciones mundanas, en particular su enamoramiento de una condesa y su sordera, con la que sería una misión sagrada producto de su don musical de naturaleza divina. Así pues, la película abunda un tanto en el arquetipo del genio torturado, sacrificado a su arte, y se toma las licencias históricas precisas para ello. Visualmente está bastante lograda, y su riguroso blanco y negro, que va tendiendo a tonalidades más oscuras, no resulta nada encorsetado. Kolm-Veltée muestra una querencia por mover la cámara, en ocasiones al mismo ritmo que sus personajes (los dos travellings de retroceso sobre Beethoven, el plano en el columpio de su amada), buscando una fuerza visual que evoque la de su héroe.
169. Roma, città libera (Marcello Pagliero, 1946) - 6,5
Con un título que seguramente trataba de sacar tajada del éxito del tótem neorrealista de Rossellini, esta otra muestra del género nos sitúa también en la capital italiana, ahora ya liberada, pero trufada de elementos marginales en un ambiente muy propicio para caer en la delincuencia y la perversión. La historia reúne a una serie de personajes que se van encontrando durante una noche, casi como unas historias cruzadas, con un collar de perlas robado como tenue hilo conductor. De todas maneras los protagonistas principales son un pareja que se acaba de conocer, cada uno desgraciado a su manera, tentados por los atajos vitales pero todavía a tiempo para escapar y redimirse, la esperanza de corte cristiano en una obra de atmósfera nocturna y pesimista. Dentro de su galería de personajes, destaca el hombre amnésico interpretado por Vittorio de Sica, que propicia algunas escenas brillantes como la misma de su aparición, alucinado y de perfil, con la chica de fondo mirándole con sorpresa, o la de su salida, de un curioso humor. Es un film que parece a veces a la deriva, en realidad como sus personajes, pero bien rodado por Pagliero y con suficientes elementos de interés.
Un saludo.