por Joni· »
21 Nov 2017, 11:36
La filosofía tiene una historia que discurre dentro de historias más grandes que la explican. Primero es una forma común de entender el deporte, no una rareza. Cuando se va volviendo rara, el fútbol adopta el funcionamiento de un mercado, la actividad se profesionaliza (lo que ya asegura el compromiso de los jugadores con la causa) y los equipos van abandonando el localismo, un enano mal nacido y peor muerto se trae unos destacamentos de Marruecos y la lía de colores. Acción-reacción, nacionalismos, euskera... La forma de contratar jugadores de Athletic y Real Sociedad se convierte en una forma de rebelión de un pueblo.
No soy nacionalista vasco, pero no hay nada en el nacionalismo vasco que me moleste o me ofenda. Me parecen causas accesorias pero entiendo las motivaciones de quienes lo ven de otra forma. He votado pocas veces pero nunca a un partido constitucionalista y casi siempre a partidos abertzales. Pero que un equipo de fútbol con la historia del Athletic haya quedado en herramienta ideológica... y encima a peor.
No consigo entender cómo la masa social sigue entrando a ese trapo en bloque. Mi mejor amigo desde la infancia es de los que, si el club rompe sus reglas, se borra. En las dos últimas convocatorias ha votado a Ciudadanos.
Dejando a un lado las peripecias de la filosofía a lo largo de la historia y agarrándonos a lo que hoy significa, se compone de dos ingredientes: territorio y cantera. A mí me encanta el de cantera, pero la cantera del club ¿Formados en la cantera vasca? Una forma de incrustar la pata sobrante y anacrónica (territorio) en la que debería ser la única, a estas alturas.
Yo me sentiría orgullosísimo de un club que orbitase sobre la formación sin fronteras, que tirase de la sociedad en la que se incrusta (por ejemplo destinando un poco de calderilla a impulsar todo el femenino, convirtiéndose en ejemplo en temas de racismo, siendo más amable en general) y que cubriese las carencias de la primera plantilla concurriendo al mercado que le corresponda con naturalidad y sin bridas.
Comentaba bisa antes lo de los hijos de peñistas, tema que sale a menudo a la luz y que confieso que he usado a menudo como argumento sin creer realmente en él. La implicación con el equipo que tiene el aficionado más enfermo no puede compararse con la de Raúl García, porque ni siquiera están en el mismo plano de la realidad. Raúl era un tío cuyo depósito de Sentimiento Athletic estaba a cero desde que nació hasta que cogió el bolígrafo con el que firmaría el contrato. Ahora mismo su implicación rojiblanca equivale a multiplicar por cien la suma de las de todos los chavales de juveniles para abajo y sus respectivas familias. No sé cuál será el equipo de sus amores pero sí sé que el día que juegue contra él le va a querer meter cuatro, mejor que tres.
Los jugadores del Athletic, a día de hoy, están tan comprometidos con los colores como los de cualquier otro equipo del mundo. Entonces ¿de qué va realmente la filosofía?
Por último, no puedo dejar de comentar una carta al director de El Correo publicada en la edición impresa hace unos días. Su autor decía que la filosofía está muy bien pero que no le gustaba que fuese una cosa etérea e interpretable, que era necesario intentar reunirla en un texto que fuese aprobado en asamblea. Me pasma que alguien pueda ignorar la evidencia de que es imposible redactar un texto que recoja la filosofía y no sea contrario a la ley, pero más me pasma todavía que el filtro de El Correo permita su publicación.
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