por Hay_sinla »
19 Sep 2017, 19:09
LAS RAÍCES DEL ¡RA, RA, RA!
Es un grito azteca para animar a la selección mejicana que ha sido importado por un aficionado santanderino
El fútbol atesora su acervo cultural y sus resonancias históricas. El célebre cántico de apoyo, el ¡Ra, ra, ra! que espolea el ánimo de los equipos, tiene un curioso origen mexicano. Fue importado por un racinguista de pro y antes de arraigar como grito de guerra provocó un agrio debate en la prensa
V. Chirri
«Semana», 1o de mayo de 1950
(...) El reingreso del Racing santanderino a la Primera División después de diez años vacilantes entre la Segunda y la Tercera, ha hecho que hasta el más insignificante episodio de la historia de este histórico club de fútbol sea recordado en estos días con verdadera delectación.
- ¿Te acuerdas cuando por vez primera, sonó en España el «¡Ra, ra , ra!» como grito de guerra animador de un equipo de fútbol?
- Me acuerdo y fui yo uno de los primeros que lo gritó.
Los autores o importadores de este grito estimulante que luego se extendió por toda España viven aún. Y con uno de ellos, Higinio Fernández, fue el cronista a Murcia en avión, para ver en el campo de La Condomina al viejo Racing (...). Esto del «¡Ra, ra, ra!» es en la historia del Racing un episodio vivo. Se importó como la palabra hincha y como tantas cosas del fútbol que hoy, por la fuerza de la costumbre, tienen carta de naturaleza entre nosotros y se ha españolizado de tal modo, que hasta uno mismo ignora su origen extraño.
A la vi, a la va, a la vin, bom-ba,
¡Rácing, Rácing! Ra, ra, ra!
(...) El público que lo escuchó por primera vez quedó desconcertado por lo inesperado. Y un cronista de la época, molesto sin duda por esta expansión alegre de unos jóvenes racinguistas, escribió un comentario censurándolo, un ruego al gobernador que no encontró más réplica que la de que al día siguiente le visitasen sus creadores y le hicieran rectificar. El incidente tuvo tanta resonancia como el alavivo recién estrenado, y el público tomó carta en el asunto. Adoptó, identificándose con los importadores el grito en cuestión y desde entonces no ha habido acontecimiento en los Campos de Sport en que el «¡Ra, ra, ra!» no haya sonado como formidable grito de guerra que electriza al que lo oye.
Precisamente el día en que ascendía el Racing de nuevo a Primera división desde todos lo puntos cardinales del campo volvió a oírse el «¡Ra, ra, ra!» en esta ocasión más que como grito de guerra como saludo gozoso a los muchachos que devolvían a la historia del club su antiguo rango de equipo grande, (...).
Y entre el público los supervivientes de aquel mil novecientos ventitantos, ya maduros, que veían como toda una generación les secundaba al acabo del tiempo, lo que ellos importaron. No es grito español sino ex tranjero. (...)
En su Archivo Deportivo de Santander, dice Fermín Sánchez a este tenor:
«El Racing santanderino, poco después de la Olimpiada de Amberes, tuvo su canto del triunfo, el alarido de sus partidarios, la voz de ánimo, la consigna para atacar. Se oyó por primera vez en los Campos de Sport de una manera tímida. Le ensalzó Pepe Cualquiera en Palestra pero se tomó por otro crítico como una provocación. Aquella audición del alavivo motivó un furibundo artículo de Pepito Pedal bajo el enunciado de Un ruego al Señor Gobernador pidiendo que prohibiera aquel grito, velando por el nombre de Cantabria.
Lo que como era lógico no consiguió. El alavivo continuó oyéndose y continúa vigente, no ya sólo en Santander, sino en toda España (...)
Pero ¿de dónde vino, de donde procedía el «¡Ra, ra, ra!»?
De Méjico. En Méjico lo usaban los fanáticos del equipo nacional y tenía resonancia de cántico guerrero de Dios de tribu azteca. Su importador fue un deportista montañés llamado Jesús Lera, que se lo enseñó a sus amigos del Tirabeque. «¡Ra, ra, ra!»; pero así simplemente no parecía gustar mucho. Se modificó. Veamos de nuevo lo que Fermín Sánchez escribe:
«Les parecía una cosa postiza, sin alma racinguista. Les hacía falta que vibrara, que fuera la expresión de su cariño al club, que el grito tuviera esencia racinguista. Y poco a poco fueron poniendo nuevas palabras, unas admitidas, otras desechadas, hasta ir haciendo un himno propio, salió ese canto de encendida pasión, de fuerte estimulante, que es sonora, que es incomprensible, pero que tiene un poder y lleva adentro el aliento, el ruido y el nombre del equipo por el que se cantó primeramente; Así fue como apareció el...
A la vi, a la va, a la vin, bom-ba. ¡Rácing, Rácing! ¡Ra, ra, ra!