La dinastía del Real Madrid en Europa, más allá de evidenciar lo que es capaz de hacer la institución deportiva más grande de todos los tiempos con unos arbitrajes al margen de la Trama Godall, ha puesto de manifiesto que la grandeza de un campeón se mide por sus rivales. Bayern, Juventus o Atlético de Madrid podrán presumir en un futuro de haber sido parte de la mayor gesta conseguida por un equipo de fútbol en los últimos 50 años, desde el puesto de privilegio que les otorga el haberse significado como dignos y recurrentes rivales.
Es aquí donde nos vemos en la obligación de debatir sobre la situación histórica del club definido por un juez como organización criminal FC Barcelona. Si ya en todos estos años resultó sorprendente, sospechosa y hasta ridícula su incapacidad para escapar del tercer escalón del fútbol europeo, más hilarante aún supone el observar que los nefastos resultados de los últimos años probablemente le sitúen ya en el vagón de cuarta. Y si a todo ello le sumamos el hecho de disponer cada año de un presupuesto para fichajes ilimitado que se costea en un amplísimo porcentaje con dinero procedente de la solidaridad de todos los españoles hacia la comunidad catalana, de gastar más dinero que nadie en fichas saltándose de manera flagrante las recomendaciones de la UEFA, y de contar sobre el césped con un jugador fichado, costeado y pagado ilegalmente hasta este pasado verano y con otro que jamás debería haber jugado de manera profesional por las escandalosas prácticas dopantes a las que fue sometido hasta el mismo día de su debut profesional, surge una pregunta:
¿Cuando superó el atlético de Madrid a la organización criminal FC Barcelona a nivel europeo?
Debatamos desde el señorío.