fe_de_ratas escribió:Me interesa mucho el estilo y el enfoque de vuestra web. ¿Estáis abiertos a colaboraciones?
La página web de la NBA hizo oficial la noticia que nadie quería volver a leer. Como en un siniestro día de la marmota, Derrick Rose, el MVP más precoz de la historia de la NBA, volvía a caer lesionado de una de sus rodillas, en esta ocasión la derecha.
El base formado en los Tigers de la Universidad de Memphis ensancha un historial médico aterrador, que tan solo le ha permitido jugar 95 partidos de 312 durante las últimas cuatro temporadas, justo cuando consiguió el premio de jugador más valorado y una merecida fama de playmaker indefendible.
Las alarmas sobre la carrera de Rose no se han hecho esperar, pese a que los pronósticos más optimistas conceden al base de 26 años la remota posibilidad de disputar los playoff con los Bulls este mismo año.
Sin embargo, la enésima lesión de un jugador que ha pasado por este calvario demasiadas veces, hace imposible no temer una recaída definitiva, si bien no tanto física -el jugador ha demostrado poder levantarse de lesiones y operaciones a priori más complicadas- si mental, pues el recorrido para llegar de nuevo a ver al Derrick Rose pleno parece perdido, ahora si, para siempre.
Estos lamentos no corresponden exclusivamente a los aficionados Bulls. La liga entera asiste al previsible final de uno de equipos llamados a ánimar la batalla del Este y plantar cara, este año sí, al Rey Lebron. También se pierde un icono, un jugador que en plenas facultades es capaz, sobradamente, de justificar el precio de una entrada, y de combatir a la gravedad tan dignamente como la estatua situada en la entrada del United Center
Pero ante todo, se puede perder a un jugador, a un magnifico jugador.
Es imposible no recordar casos anteriores, casi calcados, de jugadores brillantes que vieron cercenadas sus carreras de forma brutal, privando al espectador, y también a la historia, de saborearlos el tiempo suficiente.
Es inevitable acudir a los recientes casos de Greg Oden y de Brandon Roy, los dos miembros más destacados de uno de los proyectos más ambiciosos en la historia de la NBA , llamados a devolver la blazermanía a Portland, y que apenas pudieron dejar destellos de su talento -sobre todo el pívot, sumido en el limbo de las promesas rotas desde su temporada de novato- ni en Oregón ni en las franquicias que les dieron una oportunidad de redención posteriormente.
Viajando un poco más atrás en el tiempo, rememoramos dos casos con trazos aún más similares al de Derrick Rose. El primero, el de un alero nacido en Texas y que disfrutó -y con él nosotros- de un lustro de salud en los Pistons, hasta que, como si de una maldición se tratase, se lesionase de gravedad nada más fichar por los Magic de Orlando. Grant Hill, probablemente uno de los aleros con más recursos de la década de los 90, apenas pudo jugar 47 partidos sus primeros cinco años con la franquicia de Orlando. Tuvo que cambiar su estilo de juego, su mecánica de lanzamiento, su forma de defender, y sobre todo, su mentalidad, para acabar teniendo una longeva carrera en la NBA, en la que acabaría con 40 años y el orgullo de haber ganado su propia guerra contra las lesiones. Aunque fuera otro jugador completamente distinto.
Más abrupto fue el final de Anfernee Hardaway, el hombre llamado a tomar el testigo de Magic Johnson como base diferencial, gracias a su combinación de visión de juego y altura que tan llamativo sigue resultando hoy día. Penny fue un tornado como los que suelen arrasar el estado de Florida, y junto al joven Shaq llevaron a los recien nacidos Magic a las cotas más altas de su por entonces minúscula historia. Pero en 1997 una lesión en la rodilla izquierda despojó al jugador de su explosividad y velocidad, y junto con estas dos cualidades se marcharon su confianza y su juego. Tras distintos altibajos, recaídas, momentos de breve resurrección y demasiado dolor, se retiraría en uno de los peores Knicks -y hay para elegir- de la historia.
Las carreras de jugadores que prometían gloria y las lesiones apenas permitieron un poco de luz son pretéritas y numerosas en el tiempo: Sam Bowie, Jay Williams, Shaun Livingston… Incluso en España tenemos el inolvidable caso del junior de oro Raúl López, que estaba llamado a ser el mejor base de la historia de nuestro país y tuvo que conformarse en un papel secundario de la increíble trayectoria de sus compañeros de generación.
Rose, que primero tendrá que superar -de nuevo- la abrasión mental de una nueva lesión que le sigue alejando del lugar que le corresponde, tendrá luego que alejarse del optimismo de los fans, de la presión de sus patrocinadores -es el principal reclado Adidas en el mercado NBA- y de un entorno poco dado al corto plazo, y decidir si volver a apretar los dientes, y luchar, una vez más, por no permanecer en la estirpe de las promesas rotas.
La decisión, al menos, será suya.
Una buena espuela nunca se oxida
Si la Conferencia Oeste fuese uno de esos clásicos y maravillosos westerns del maestro John Ford, los San Antonio Spurs posiblemente encarnarían el papel del viejo pistolero, tuerto, feo y con un rostro plagado de cicatrices, que aguarda en silencio en una esquina de la taberna mientras el resto de forajidos, mucho más jóvenes y atractivos, discuten y se pavonean de la velocidad con la que son capaces de utilizar su revolver.
Esta escena, sobra decirlo, suele acabar justo cuando la pianola deja de tocar y ese viejo vaquero desenfunda su colt antes que nadie, disparando a los Cary Grant de turno, que van cayendo poco a poco, incrédulos por como el vejestorio los aniquila sin pestañear, para después beber de un largo trago su vaso de bourbon, antes de abandonar la escena.
La película se lleva exhibiendo en las salas de la NBA desde 1997, justo cuando un enorme proyecto de nadador aterrizó desde las Islas Virgenes, y se juntó con viejo cuatrero de padre serbio y madre croata.
A la cuadrilla de Tim Duncan y Greg Popovich se le fueron uniendo más miembros por el camino, llegados de remotos parajes: El rápido francés Tony Parker , el habilidoso argentino Manu Ginobilli, y junto a ellos, decenas de secundarios de lujo que siempre cumplieron su papel en las cercanías de El Alamo.
Pero, tras lograr su quinto botín el año pasado, en lo que fue quizá su mejor papel, el más brillante, algo parece haber cambiado.
Las piernas han dejado de responder como antes. La circulación de balón, aun todavía siendo buena, no alcanza la orgásmica coreografía de hace unos meses. Y la defensa, corazón y pulmón de todo, no llega a donde antes, no bloquea como antaño.
Hasta la victoria de anoche en el Sleep Train Arena de Sacramento, los Spurs habían encadenado una racha de cuatro derrotas consecutivas en una gira por el Oeste que ha tenido dos consecuencias inmediatas: que se comenzase a hablar de la inferioridad del equipo ante rivales directos por su cuadro (Warriors, Clippers y, con una inusitada facilidad, también Portland) habían hecho morder el polvo a los de Popovichy sobre todo, de la posibilidad real de que los Spurs no estuviesen en la lucha final por el título, algo que no ocurría desde los remotos tiempos en los que los nombres de David Robinson o Avery Johnson se paseaban por las pistas de la NBA en el siglo XX.
Prácticamente se da por hecho que los reforzados Thunder van a seguir volando en su remontada y alcanzarán a unos Spurs, que entoncers deberán pelear por la última plaza de playoffs ante los Pelicans y Suns, equipos con los que todavía mantiene una pequeña renta de cuatro victorias.
Más allá del inconveniente que siempre supone una guerra que nadie esperaba afrontar tan pronto, será interesante el desgaste que provoca ésta en una plantilla provista de un gran número de jugadores más cercanos a la retirada que a su prime físico.
Otro punto a no perder de vista será la aportación del relevo generacional, encabezado por el MVP de las pasadas finales, Kawhi Leonard, y que no ha tenido continuidad esta temporada, tanto por motivos físicos (el alero sufrió una lesión de ligamentos en su mano) como por una preocupante falta de confianza.
A favor de los Spurs, sin embargo, juegan los mismos factores que en los tres últimos lustros, tan presentes y minusvalorados como siempre: Una inquebrantable confianza en el trabajo colectivo, una determinación incuestionable, que aflora sobre todo en los momentos calientes de la post season, y sobre todo, esa sensación tan singular y que remite a tan pocos equipos (los Celtis de Auerbach, los Bulls de Jordan…) de que en el momento de la verdad, ese viejo pistolero, si muere, será siempre con las botas puestas.
http://www.superbasket.es/nba/una-buena ... -se-oxida/
elgurudelbasket escribió:Me gusta tu blog... enhorabuena, buen trabajo
Doble campeón de la Liga ACB con el Real Madrid. Campeón de la Copa del Rey y de la Copa de Europa también con el conjunto blanco. Brian Jackson se retiró profesionalmente con este palmarés, pero la huella que dejó en España va mucho más allá de estos títulos. El californiano entró en la historia del baloncesto español a mediados de los años 80 y principios de los 90, y a día de hoy sigue instalado en la parte alta de las estadísticas históricas del campeonato liguero, con un registro anotador que sólo algunos elegidos podrán superar con el paso de los años. (seguir leyendo...)
Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 3 invitados