RED RONIN escribió:Muere a los 84 años Lorenzo Alocén, el zaragozano que cambió las reglas del baloncesto
El pívot aragonés es el autor de la última autocanasta. La firmó hace justo 60 años, en Varesese, con el Real Madrid. A partir de entonces, la FIBA las castigó.
Ha muerto Lorenzo Alocén. El pívot zaragozano que cambió las reglas del baloncesto, el autor de la última autocanasta, nos dejó la pasada madrugada a los 84 años. Su corazón ha dejado de latir en su casa de Barcelona esta madrugada, justo 60 años después de aquel 18 de enero de 1962 en el que protagonizó una de las jugadas más recordadas en la historia del deporte. Alocén jugaba con el Real Madrid los octavos de final de la Copa de Europa en Varese. A falta de dos segundos y tras completar una gran remontada, los locales empataron a 80 puntos. La prórroga parecía inevitable como perjudicial para los españoles. Y entonces vino la acción que se recordará siempre.
Con Hightower lesionado, y Morrison y Sevillano eliminados por cinco faltas, Pedro Ferrándiz, entrenador del Madrid, pidió tiempo muerto para dar entrada a Alocén. Lluís sacó, el gigante de San José recibió el balón debajo de su propia canasta y lo introdujo en el aro para que el partido concluyera con 82-80 en el marcador. Sus compañeros se lanzaron sobre él para aparentar que se había vuelto loco y los colegiados no señalasen técnica, pero en realidad era una treta preparada.
El público italiano lo percibió y, entre gritos de “Lorenzini, Lorenzini”, empezó a lanzar objetos a los jugadores. Daba igual. El Real Madrid se había salido con la suya. Pronto se supo que Ferrándiz había previsto todo antes del partido: mejor perder por sólo 2 puntos que arriesgarse a una derrota más abultada en la prórroga. Y el tiempo acabó dándole la razón: los blancos ganaron con autoridad el encuentro de vuelta (83-62) y se clasificaron para la siguiente ronda.
La canasta de Alocén había cambiado el baloncesto. A partir de aquel 18 de enero de 1962, la FIBA castigó las autocanastas voluntarias con una multa de 1.000 dólares y la expulsión de la competición. “He perdido la cuenta de las veces que he contado la autocanasta. Lo llevo con naturalidad y humor, especialmente cuando se cumple algún aniversario con número redondo. Es algo que me ha acompañado y seguirá siendo así. Pero es solo una anécdota de todo lo que viví como jugador”, explicaba el jugador aragonés en el 55 aniversario de la autocanasta.
Lorenzo Alocén se crió en el barrio de San José en plena posguerra. Estudió en el colegio La Salle Montemolín y su infancia transitó alejada del baloncesto hasta un encuentro casual. Antonio Burillo, jugador del Helios impresionado por sus dimensiones, le propuso en plena calle que fuese a probar con el club zaragozano. Su vida había cambiado.
Rodeado de jugadores como Burillo, Lorente, Oliete, Palacios, Martínez, Anoro o Querol, tuvo una progresión meteórica. Se esforzó por compaginar los entrenamientos con el trabajo de soldador y, tras pasar por el Real Zaragoza, acabó despertando el interés del Madrid de Raimundo Saporta y Pedro Ferrándiz. “Saporta me llamó y posteriormente lo hizo Ferrándiz. Se puso mi padre Lorenzo y le dijo: ‘Soy el padre y mi hijo quiere ir con vosotros si le dais tanto dinero’. Ferrándiz le contestó: ‘Pues ya puede venir a firmar la ficha’. Jamás firmé un contrato, siempre fue todo de palabra», recordaba Alocén en la citada entrevista.
En sus dos temporadas en la capital de España, conquistó dos ligas, una Copa y fue subcampeón de Europa, precisamente el mismo año en que protagonizó la famosa autocanasta. Aquella fue una etapa repleta de éxito que terminó por cuestiones familiares. El fallecimiento de su padre le hizo volver a Zaragoza, de nuevo al Helios, para estar más cerca de su madre. Y a orillas del Ebro prosiguió su ascensión.
En 1964 llegó a ser el máximo anotador de la ACB. Cualquier club suspiraba por contar con el potente pívot, de 194 centímetros, que acabó apostando por viajar a Barcelona en 1967 para enrolarse en el Picadero, que por aquel entonces conformaba la terna de grandes equipos catalanes junto al Joventut de Badalona y el Círculo Católico. Precisamente, el Círculo Católico fue el club en el que se retiró en la temporada 1973-74, tras cumplir el sueño de ser olímpico en México 1968.
Este martes nos ha dejado una auténtica leyenda del baloncesto. Había sufrido varios ictus y su corazón se ha parado definitivamente en su casa de Barcelona, ciudad en la que permaneció al retirarse. El cielo recibe al hombre que cambió las reglas del juego.
https://www.heraldo.es/noticias/deporte ... 47022.html
Día muy triste: Gento y Alocén
Que descansen en paz. Y muchos recuerdos y abrazos a sus familiares
Óscar Alocén: "Mi padre lamentaba que solo fuera recordado por la autocanasta"
Su hijo recuerda que el pívot aragonés jugó durante 15 años en la máxima categoría, fue máximo anotador de la Liga en la temporada 1964-65, dos veces campeón de Liga con el Real Madrid, dos de la Copa de España, y 69 veces internacional.
Óscar Alocén, el mayor de los cinco hijos de Lorenzo Alocén, fallecido este lunes 18 de enero, ha señalado que su padre lamentaba en cierta medida haber sido más conocido por la autocanasta que logró con el Real Madrid contra el Ignis italiano que por todos sus méritos deportivos.
El 18 de enero de 1962 el conjunto español visitaba al Ignis de Varese en la ida de los octavos de final de la Copa de Europa llegándose con el partido empatado a 80 puntos a falta de dos segundos, lo que mandaba prácticamente el partido a la prórroga porque entonces no se contemplaban los empates
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El técnico madridista, Pedro Ferrándiz, ante la lesión de Hightower, máximo anotador con 27 puntos, y las eliminaciones de Morrison y Sevillano, se sacó de la manga una autocanasta para perder por dos pero haciendo ver que había sido un error del jugador, Alocén, que se había equivocado debido a los nervios y así no ir a una prórroga en la que podía acabar cayendo por una diferencia mayor.
"Al principio los aficionados se creyeron que había sido porque estaba nervioso y era el júnior. Le decían 'lorenzini' pero cuando se dieron cuenta del truco les cayó de todo. Les insultaban y les tiraban cajas de cerillas repletas de liras", comenta Oscar.
"Por un lado estaba orgulloso de haber logrado esa canasta que hizo que perdiera de su equipo porque permitió después superar la eliminatoria, pero por otro lamentaba que la gente sólo se iba a acordar de él por esa canasta", explica.
Nada más lejos de la realidad ya que el pívot aragonés jugó durante 15 años en la máxima categoría, fue máximo anotador de la Liga en la temporada 1964-65, dos veces campeón de Liga con el Real Madrid, dos de la Copa de España (una con el Real Madrid y otra con el Picadero), además de 69 veces internacional.
Con la selección disputó los eurobasket de 1961 (13ª posición) y 1969 (5ª posición, mejor puesto hasta entonces) mientras que en los Juegos Olímpicos de México'68 fue séptimo.
Óscar recuerda que su padre les había explicado a sus hijos esa cesta que obligó a la FIBA a cambiar las reglas del baloncesto y a prohibir las canastas en el propio aro para evitar picarescas como la que había ocurrido, pero que entonces todos eran pequeños y no eran conscientes de la repercusión que tuvo esa acción.
Óscar Alocén ha comentado a EFE que su padre había sido "muy buena persona y que era jugador muy noble".
"Una vez retirado, él siempre tenía a gala decir que era del Helios", explica su hijo, que recuerda que empezó a jugar en el club zaragozano con 21 años a la vez que trabajaba de soldador en el ferrocarril.
"Se iba por la mañana pronto a correr y luego a hacer tiro. En invierno, cuando acababa, rompía el hielo de la piscina para asearse lo que podía e ir a trabajar. Como calzaba un 45 ó 46 de pie y no había zapatillas de suela de goma, que eran de ruedas de coche, empezó jugando con alpargatas", comenta Óscar.
Lorenzo Alocén no tenía antecedentes familiares en el baloncesto y aunque probó el deporte de la canasta en el colegio no comenzó a practicarlo en serio hasta que Antonio Burillo lo vio por la calle y le ofreció jugar en Helios.
"Al principio era muy malo, podía romper el tablero pero tenía mucha garra y tesón. Cuando botaba la pelota casi la reventaba pero aprendió los movimientos y mejoró. Era un anotador, metía muchos puntos. Aprendió a jugar y tenía pocos movimientos pero muy efectivos", resalta su hijo.
Recuerda una anécdota en la que hubo un jugador que se rio de su padre y éste le dijo que en un año iba a estar en la selección en Eurobasket, algo que finalmente no pudo lograr porque se lesionó.
A pesar de que medir 1.96 metros, no parece que sea una altura para un pívot, en su época fue el jugador más alto del Real Madrid hasta que llegó Clyfford Luyk, recuerda Óscar.
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