por Dajo »
14 Jun 2015, 23:08
Las lágrimas del Unicaja
Semifinalista 2014-15
“No pudo ser”, “Al final siempre ganan los mismos”, “Hay que estar muy orgullosos”, “Lástima de aquellos partidos donde cedimos el factor cancha a favor”, “Otra vez será”.
Muchos mensajes tras la derrota del Unicaja en el quinto partido de las semifinales de la liga ACB 2014-15. Como los que he puesto arriba, por ejemplo. Muchos otros buscando un “cabeza de turco” fácil a quien echarle la culpa. Pero solo uno de los que me llegaron al whatsapp me ha llevado a desentumecer los dedos y hacerlos volar sobre el teclado: “No puedo dejar de llorar. Nos lo merecíamos”.
Sí; probablemente sea cierto que nos lo merecíamos. Pero también el Barça, que fue quien al final estuvo más acertado (también Navarro, dicho sea de paso, merecía esa guinda). Y a estas alturas de mi vida no estoy para juzgar qué debe prevalecer en estos enfrentamientos: la ilusión, la tradición, el renombre, el colectivo, las individualidades, el presupuesto, la rebeldía, el negocio, la astucia, la suerte, la épica… Ni siquiera estoy en condiciones de diseccionar qué porcentaje de lo anterior corresponde a uno u otro equipo. Ni lo pretendo.
Pero déjame decirte una cosa, Ana…
Las victorias y los títulos no son lo más importante. Dicho así, a bote pronto, parece un axioma de Perogrullo, el latiguillo recurrente tras una triste derrota. Lo importante es participar y tal. No. Lo que de verdad importa son esas lágrimas que no eres capaz de retener.
Si no hay lágrimas ni en las derrotas ni en las victorias no hay nada. Un muñeco vacío. Un cuerpo o un equipo sin corazón, sin alma. Un armazón sin nada que proteger o sujetar, engarzado por el poder del dinero o de intereses políticos; o vete tú a saber.
La leyenda del Unicaja no se fraguó en una victoria, sino en una dolorosa derrota. En un mítico triple fallido que sin embargo nos dio impulso para entrar en la historia. Cuando hace veinte años Michael Ansley armó el brazo para lanzar el triple llevaba también en el puño el corazón de miles de aficionados y la semilla de todo lo que vino después: los llenos consecutivos, el Martín Carpena, los títulos, el estatus actual. Y lloramos. Ya lo creo que lloramos: la Korac, la Copa del Rey, la Liga, el pase a la Final Four. Tantos y tantos momentos épicos o íntimos, de pena o de alegría, juntos, abrazados o en soledad frente al televisor.
Por eso, como digo, si tras la consecución de un título no hay lágrimas, si tras una derrota como ésta no hay lágrimas, el equipo que vence o que pierde es un cadáver andante. Y lo que quiera que sea que lo mantiene en pie es una sustancia espuria (intereses económicos, políticos, propagandísticos) condenada a la podredumbre. Como nosotros mismos estuvimos a punto de ser, o de hecho fuimos: un equipo a la deriva, sin alma, cada vez más abandonado por sus aficionados, muerto: un equipo sin lágrimas.
Pero este Unicaja semifinalista en junio de 2015 está muy vivo; gracias a mucha gente que se ha empeñado en regresarlo a la vida. El nombre de Plaza es quizá el primero que se nos viene a la mente. Pero hay más, muchos más. No obstante, no voy a destacar ningún otro, salvo el de Suarez porque cuando armó el brazo para tirar el triple llevaba también en el puño el aliento de miles de aficionados y la semilla de tantas historias que vendrán. Es lo que tiene la épica, que es parca en protagonistas.
Así que no te avergüences de tus lágrimas, ya que junto a las de cientos de aficionados como tú son el mayor patrimonio que tiene este equipo.
Que las lágrimas no te impidan ver las estrellas…