Me he desayunado como siempre leyendo las noticias de nuestro equipo y me parece interesante estas 2 cositas que vienen en la opinión:
SOBRE LOS PROBLEMAS EN EL TRIPLE
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El Unicaja ha cumplido, hasta ahora, con cualquier ilusión generada después del mercado de fichajes de este verano. 5 victorias y 3 derrotas en Liga Endesa mantienen al equipo cajista en la zona noble de la clasificación con una seña de identidad construida ya desde el inicio de la competición: defensa, solidaridad con el compañero y juego en equipo. Ibon Navarro confesó que el objetivo inicial era explotar las virtudes de los jugadores. Lo está haciendo, pero es evidente que hay todavía margen de mejora. Sobre todo en un aspecto: el acierto en el triple.
Y es que el tiro desde la línea de 6.75 está siendo el punto débil del Unicaja. Sorprende en una plantilla con jugadores como Tyler Kalinoski, Darío Brizuela, Tyson Carter, Nihad Djedovic o Dylan Osetkowski, todos ellos «especialistas» en el lanzamiento de larga distancia. Y no es porque los lanzamientos sean malos. Gran parte de los tiros son liberados gracias a una buena circulación de balón. Pero no están entrando.
A pesar del número de triples intentados por partido (27), no se puede hablar de «abuso», como sí se hacía en otros años. Sin embargo, llama la atención que el Unicaja esté siendo el equipo con peor porcentaje de acierto en el triple de toda la Liga (29.4%) con un plantel en el que, a excepción de Augusto Lima, todos pueden anotar desde el 6.75.
A nivel individual, hay datos que sorprenden. El más llamativo es el de Tyler Kalinoski. El estadounidense fue el tercer mejor triplista de la temporada pasada (43.0%). Ahora está en un más pobre 32.3%. No es un jugador que esté tirando en exceso, pero cuando lo hace ha perdido la puntería. Precisamente, son muchas las jugadas que consiguen encontrar al cajista en una posición liberada, pero el acierto no le está acompañando.
Lo mismo le ocurre a Darío Brizuela. El escolta vasco está promediando su peor porcentaje como cajista (24%) lanzando menos triples por partido con menos responsabilidad y exigencia en ataque. El líder cajista en esta faceta es Tyson Carter (39.1%). Jugadores como Kendrick Perry, Melvin Ejim, Will Thomas o Jonathan Barreiro -nunca han sido especialistas- se sitúan todos ellos por debajo del 20%.
La lectura positiva es que ese «problema» no se está reflejando en los resultados, aunque algún día sí ha sido clave para la derrota. El mejor ejemplo es el partido contra el Real Madrid. Los malagueños tuvieron un 16% de acierto contra los de Chus Mateo y llegaron con posibilidades de ganar hasta los últimos segundos.
Lo mismo sucedió en el encuentro frente al Monbus Obradoiro de este sábado, aunque esta vez con victoria final. Los cajistas solo anotaron en Santiago de Compostela 3 de 22 triples (13.64%). Sin embargo, la base de la anotación estuvo construida a partir de 28 puntos desde el tiro libre y 25 canastas.
Este equipo es evidente que puede vivir sin depender del triple. Con todo esto, el equipo de Los Guindos promedia 81.2 puntos por partido en Liga Endesa. Después de un inicio explosivo en la visita al Baskonia (89) y de enlazar cuatro partidos con una anotación inferior a los 75 tantos, el Unicaja ha conseguido varios encuentros con buenos registros en ataque.
Lo mejor de esta situación es que los de Ibon Navarro ganan sin necesidad de ser brillantes en el triple. El equipo está construido sobre más pilares. Eso sí, si esos tiros entraran en el aro...
SOBRE LA BOCHORNOSA DURACIÓN DEL PARTIDO EN SANTIAGO, EL ÚLTIMO CUARTO Y EL SHOW DE LOS ÁRBITROS
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La ACB tenía un claro objetivo esta temporada: reducir la duración de los partidos. A pesar de que los entrenadores cuentan con un challenge más, el criterio durante gran parte del encuentro era evitar las constantes revisiones que lo habían ralentizado todo. Sin embargo, ha resultado ser todo lo contrario. Los partidos de baloncesto duran más que los de fútbol y un ejemplo, sangrante, es el que vivieron Obradoiro y Unicaja este sábado: 135 minutos de ¿baloncesto? en los que 46 minutos y 47 segundos se correspondieron solo con el último cuarto. Jordi Aliaga, Arnau Padrós y Vicente Martínez Silla no tendrán un buen recuerdo de esta jornada.
21 tiros libres, 18 faltas -una técnica al banquillo del Monbus Obradoiro y otra a Moncho Fernández- y 5 tiempos muertos, en un choque que estuvo muy apretado, fueron los actores secundarios para "dejar paso" a los verdaderos protagonistas: los árbitros y las constantes revisiones. Sin ritmo y sin continuidad, el pitido final llegó a las 20.15 horas después de que el partido hubiese empezado en el Multiusos Fontes do Sar a las 18.00 horas. 2 horas y cuarto de reloj para 40 minutos de juego. Y eso que querían hacer el baloncesto más ágil con normas como el saque rápido.
El tormento tuvo un foco claro: el último cuarto. El primer parón llegó a 7 minutos del final con el 73-70. El trío arbitral señaló falta antideportiva de Tyson Carter en un lance en el que se tiró a por el balón tras perderlo. Ibon Navarro pidió un challenge y los árbitros tardaron 70 segundos en decidir que iban a mantener ese primer juicio. A 4:49, con un 80-75, Moncho Fernández solicitó también su challenge para revisar quién había sido el último jugador que tocó el balón antes de salir. Una comprobación que tardó dos minutos.
Último minuto
A partir de ahí llegaron los grandes problemas. Los nueve minutos del período final se correspondieron con 32:09 minutos de reloj. Una cifra muy desproporcionada que todavía fue más sangrante durante el último minuto del partido, que duró algo más de 14 minutos. Aunque casi todos ellos estuvieron concentrados en los dos segundos finales. Aliaga, Padrós y Martínez Silla acudieron a la mesa para revisar el tiempo que quedaba con ese 85-87 después de una lucha. La revisión como tal duró 1 minuto. Sin embargo, a ese tiempo hay que añadirle dos tiempos muertos consecutivos que solicitó Ibon Navarro para definir el final del encuentro.
Justo después de ese tercer parón, un jugador del Obradoiro sacó desde la línea de fondo y Nihad Djedovic, el defensor en ese momento, golpeó el balón con el pie para impedir que llegara a un gallego. El tiempo no corrió después de esa incidencia y los árbitros, por cuarta vez en el último cuarto, decidieron revisar el tiempo con el que tardaron casi otro minuto.
Una vez tomada esa decisión, los de Moncho Fernández sacaron y señalaron una falta de Dylan Osetkowski a Rubén Guerrero. El malagueño anotó el primer tiro libre, pero el segundo no entró y el estadounidense palmeó el balón enviándolo fuera de pista. Ese error posibilitó que aún quedara tiempo por jugar. Por lo que el trío arbitral, por quinta vez, acudió a revisar el tiempo. ¡Cuatro minutos y medio tardaron en determinar cuántas décimas quedaban! ¡Cuatro minutos y medio!
No es el primer partido del Unicaja que se va a más de dos horas. A este ritmo, tampoco será el último. El problema es claro. Los dos últimos minutos de los encuentros son susceptibles a tener más revisiones por la importancia del resultado, pero lo cierto es que el cuarto final se correspondió con 46 minutos y 47 segundos de reloj. Un hecho que, precisamente, no hace afición al baloncesto. Por el bien de este deporte, habrá que ponerle solución para que esto no se convierta en costumbre.