Concurso de relatos policiacos
La vida al margen del deporte (la hay)
Gracias Instante por el comentario, la verdad es que he tirado de fondo de armario. Este relato se puede considerar poco más que un ejercicio, mera práctica. La verdad es que es una escena sumamente tópica, pero este no es un género que frecuente en absoluto (que ahora recuerde sólo he leído dos novelas de género negro), lo he presentado más que nada para romper el hielo y a ver si más gente se anima. Me alegro que te haya parecido que está bien redactado.
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iNsTaNte_aLepH
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Simpkins escribió:Gracias Instante por el comentario, la verdad es que he tirado de fondo de armario. Este relato se puede considerar poco más que un ejercicio, mera práctica. La verdad es que es una escena sumamente tópica, pero este no es un género que frecuente en absoluto (que ahora recuerde sólo he leído dos novelas de género negro), lo he presentado más que nada para romper el hielo y a ver si más gente se anima. Me alegro que te haya parecido que está bien redactado.
En realidad no creo que nada de lo que vayas a presentar me parezca mal redactado.
Yo tampoco soy especialmente asiduo a este tipo de género, algo de Mendoza, Reverte y su El club Dumas que aunque no es policiaco stricto sensu me recuerda, o la obra de Bukowski Pulp que me parece una vuelta de tuerca genial.
La verdad es que el género es lo bastante amplio para abarcar muchas cosas ¿es Blade Runner también género policiaco?
iNsTaNte_aLepH escribió:Los presentados fuera de concurso en principio prefiero no valorarlos, si veo que se presentan pocos relatos lo haré.
Dando por hecho que los has leído, es una decisión tomada simplemente por el hecho de que van fuera de los cauces reglamentarios?¿
Mera curiosidad.
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iNsTaNte_aLepH
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MackyMDL escribió:iNsTaNte_aLepH escribió:Los presentados fuera de concurso en principio prefiero no valorarlos, si veo que se presentan pocos relatos lo haré.
Dando por hecho que los has leído, es una decisión tomada simplemente por el hecho de que van fuera de los cauces reglamentarios?¿
Mera curiosidad.
No, simplemente no los he leído. Pero si de verdad te interesa mi opinión lo hago, no tengo problemas.
iNsTaNte_aLepH escribió:No, simplemente no los he leído. Pero si de verdad te interesa mi opinión lo hago, no tengo problemas.
Nah, si tampoco son gran cosa.
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iNsTaNte_aLepH
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Los tres de MackyMDL
I
Una peculiar versión del cazador cazado y que además se aprovecha de dicha circunstancia para aprender y ver mejor su mundo. Cortito, ligero y ameno.
II
Un saw con tintes clásicos. Espero muchos de estos hombres rudos, sádicos, locos y mucha sangre leyendo este concurso. Me ha gustado sensiblemente menos que el anterior pero a un nivel similar.
III
El final más que un chiste parece un "no sé como acabar el relato" y no le hace ningún bien, parece a mi juicio como si en el útimo momento te hubieras liado y hubieras tirado por la de villadiego. Pero escribes bien, de eso no creo que haya muchas dudas.
Espero algún relato algo más cuidado de cara al concurso presentado por vías legales.
Saludos.
I
Una peculiar versión del cazador cazado y que además se aprovecha de dicha circunstancia para aprender y ver mejor su mundo. Cortito, ligero y ameno.
II
Un saw con tintes clásicos. Espero muchos de estos hombres rudos, sádicos, locos y mucha sangre leyendo este concurso. Me ha gustado sensiblemente menos que el anterior pero a un nivel similar.
III
El final más que un chiste parece un "no sé como acabar el relato" y no le hace ningún bien, parece a mi juicio como si en el útimo momento te hubieras liado y hubieras tirado por la de villadiego. Pero escribes bien, de eso no creo que haya muchas dudas.
Espero algún relato algo más cuidado de cara al concurso presentado por vías legales.
Saludos.
Yo tengo uno empezado hace ya unos meses que dejé de lado y ya ni me acuerdo de cómo discurría el argumento. A ver si puedo darle unas vueltas.
Por cierto, si alguien quiere inspiración rápida hay una trilogía de Auster (Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada) que puede servir.
Por cierto, si alguien quiere inspiración rápida hay una trilogía de Auster (Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada) que puede servir.
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iNsTaNte_aLepH
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PouPierce escribió:Yo tengo uno empezado hace ya unos meses que dejé de lado y ya ni me acuerdo de cómo discurría el argumento. A ver si puedo darle unas vueltas.
Por cierto, si alguien quiere inspiración rápida hay una trilogía de Auster (Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada) que puede servir.
Yo emepecé ayer el primero, lo tengo casi terminado, me faltan retoques y repasarlo. A ver si la gente se va animando aunque bueno hasta Septiembre hay tiempo supongo.
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Aiminajaiueitujel
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Estoy hasta los cojones, por Madame Butterfly
La primera vez que pensé “estoy hasta los cojones de toda esta panda de maricones” estaba en el baño, cagando, con un lucky en la mano y leyendo una carta que aquella mañana me habían pasado por debajo de la puerta de mi casa. ¿Casa? Sería más correcto decir cuchitril o espantoso nido de inmundas ratas y cucarachas, con un colchón en el suelo, una ventana minúscula donde nunca saluda el sol, restos de pizza y hamburguesa en platos de plástico en los rincones, junto con latas de cerveza y botellas de ginebra barata. Un palacio exquisito, pero es mi casa. Le tengo cariño.
Aquello ocurrió el día 17 de octubre, hace 6 meses. Mi memoria nunca funcionó demasiado bien, alguna vez he tenido la sensación de que parecía un teléfono escacharrado. Pero las fechas se me dan bien. Ese mismo pensamiento, o de parecido calado intelectual se ha venido repitiendo desde entonces con frecuencia. Alguna vez he llegado a gritarlo como un poseso en el metro en hora punta, poniéndome colorado y con las venas de la frente formando una especie de uve en relieve. La gente en hora punta no te mira, a los locos se les ignora, es mejor apartarlos en la última y menos visible pared de la casa, como esos cuadros que te regala un familiar y son de pésimo gusto.
Yo no estoy loco, pero confieso que en ocasiones puede parecer que realmente soy un tarado. Visto de forma anacrónica, como si me hubieran sacado de una película de cine negro de los años treinta. Sombrero, traje y gabardina, de color desgastado y con manchas que atestiguan el pasar del tiempo. La barba sin retocar desde hace siglos, me ducho poco, hablo alto, digo muchos tacos y tengo un ojo de cada color. Uno gris y otro azul, o al menos eso me ha parecido siempre a mí aunque la gente siempre lo negara.
Frecuento mucho los bares. Mi antigua novia, Julia, decía que yo era un borracho. Yo lo llamo gafes del oficio. Pero la verdad es que entiendo que acabará marchándose de casa, no sin antes clavarme un cuchillo de trinchar pavo en el pie derecho y escupirme en la cara. Lo entiendo porque nunca follábamos, a mí nunca se me levantaba. El alcohol y el estrés del día, todos aquellos cabrones acababan conmigo. Eso le decía a Julia, ella me mandaba a dormir al sofá. De todo aquello hace ya muchos años, recuerdo que se marchó el día 4 de marzo de 1985. Ha granizado desde entonces.
Ella no ha sido la última mujer que ha pasado por mi vida. Hace poco me relacionaba con una chica llamada Estela. La encontraba durante mis rondas, casi todas las noches, en algún garito, en el Mamba negra, el Slimsh o el Dixies. Le gustaba la música que ponían allí, jazz, blues y algunas cosas de rock demasiado suave como para vestir chupas de cuero, llevar melenas culeras de pelo sucio y pantalones pitillos con rotos. No sé si ella era **** o no. Pero al vernos siempre le daba un beso en los labios, toda la noche la pasábamos juntos, de tugurio en tugurio, respirando el humo de puros y marihuana en la noche, en locales cerrados y con una luz deficiente. Le pagaba los cigarrillos y las copas. Es en lo único en que gasto dinero. Aquello duró un par de meses. Ella apareció muerta en los lavabos de un club en la zona norte, la autopsia dijo que había sido una sobredosis. Es posible que ella se metiera bastante mierda, siempre la recordaba saliendo de los baños. Era divertida y tenía ojos apagados. Me gustaba.
Pero eso pertenece al pasado. En realidad todo pertenece al maldito y desgraciado pasado, cada palabra y pensamiento lo hace, a cada segundo. Ésta misma mañana pensaba en eso, una de mis diarreas mentales, cada vez más frecuentes cuando me ha vuelto a venir la frase “estoy hasta los cojones de toda esta panda de maricones”. Y lo estoy, es cierto. Asquerosamente cierto. No soporto al comisario, ese gordinflón engreído que no se ve la polla desde hace más de veinte años y que no ha salido de detrás de su mesa nada más que para ir a por donuts y café. Sánchez es un soplón, se le deberían comer las ratas. El sargento Stein acepta sobornos de cualquier proxeneta o corredor de apuestas de tres al cuarto, cada día le imagino ardiendo dentro de su Chevrolet full equipe, ABS, GPS, Airbags, climatronic y su **** madre, es un estafador. Barry, el del almacén podría ser colocado hoy mismo entre los 10 traficantes más poderosos del mundo, armas, droga, material de toda clase incautado, ropa, alcohol ilegal, dinero…
Hasta el nuevo, ese tontoelaba de Raúl es escoria de la peor calaña. Licenciado en Chicago, de buena familia, lamehuevos y chupaojetes. Todo un figura el muchacho. Hijo mío, vigila tu espalda que no vaya a ser que una bala te rompa el cráneo en un callejón inmundo de esta apestosa ciudad mientras sonríes a las musarañas. Es un pobre idiota.
No les odio, pero el mundo sería tal vez un poco mejor sin todos esos buitres desaliñados que dan vueltas en círculo alrededor de cualquier negocio sucio, de cada trampa y trapicheo. De cada fallo nulo, de cada jurado disuelto, de cada criminal campando libre. De la basura que pulula por nuestras calles, oculta en la noche, al amparo de una ley corrupta y degenerada. Y tanto que lo sería.
A las nueve entro de servicio, tengo que pasar por comisaría, Estoy aparcado justo enfrente. Llevo aquí más de una hora, pensando, dando vueltas a la cabeza con la idea de que estoy hasta los cojones de todos esos maricones. La petaca de ginebra está ya vacía, la colt cargada en mi cartuchera de cuero que huele a perro viejo y la placa en el bolsillo de la gabardina. Lo he decidido, voy a entrar allí, voy ir al despacho de ese cerdo vago y grasiento que se alimenta de bellota y té con pastas a dejar mi placa sobre su mesa. Sin decir una palabra. Pegarle un tiro en la frente y salir del despacho. Tengo diez balas más y otro cargador, más que suficiente.
Otros vendrán y me juzgarán.
La primera vez que pensé “estoy hasta los cojones de toda esta panda de maricones” estaba en el baño, cagando, con un lucky en la mano y leyendo una carta que aquella mañana me habían pasado por debajo de la puerta de mi casa. ¿Casa? Sería más correcto decir cuchitril o espantoso nido de inmundas ratas y cucarachas, con un colchón en el suelo, una ventana minúscula donde nunca saluda el sol, restos de pizza y hamburguesa en platos de plástico en los rincones, junto con latas de cerveza y botellas de ginebra barata. Un palacio exquisito, pero es mi casa. Le tengo cariño.
Aquello ocurrió el día 17 de octubre, hace 6 meses. Mi memoria nunca funcionó demasiado bien, alguna vez he tenido la sensación de que parecía un teléfono escacharrado. Pero las fechas se me dan bien. Ese mismo pensamiento, o de parecido calado intelectual se ha venido repitiendo desde entonces con frecuencia. Alguna vez he llegado a gritarlo como un poseso en el metro en hora punta, poniéndome colorado y con las venas de la frente formando una especie de uve en relieve. La gente en hora punta no te mira, a los locos se les ignora, es mejor apartarlos en la última y menos visible pared de la casa, como esos cuadros que te regala un familiar y son de pésimo gusto.
Yo no estoy loco, pero confieso que en ocasiones puede parecer que realmente soy un tarado. Visto de forma anacrónica, como si me hubieran sacado de una película de cine negro de los años treinta. Sombrero, traje y gabardina, de color desgastado y con manchas que atestiguan el pasar del tiempo. La barba sin retocar desde hace siglos, me ducho poco, hablo alto, digo muchos tacos y tengo un ojo de cada color. Uno gris y otro azul, o al menos eso me ha parecido siempre a mí aunque la gente siempre lo negara.
Frecuento mucho los bares. Mi antigua novia, Julia, decía que yo era un borracho. Yo lo llamo gafes del oficio. Pero la verdad es que entiendo que acabará marchándose de casa, no sin antes clavarme un cuchillo de trinchar pavo en el pie derecho y escupirme en la cara. Lo entiendo porque nunca follábamos, a mí nunca se me levantaba. El alcohol y el estrés del día, todos aquellos cabrones acababan conmigo. Eso le decía a Julia, ella me mandaba a dormir al sofá. De todo aquello hace ya muchos años, recuerdo que se marchó el día 4 de marzo de 1985. Ha granizado desde entonces.
Ella no ha sido la última mujer que ha pasado por mi vida. Hace poco me relacionaba con una chica llamada Estela. La encontraba durante mis rondas, casi todas las noches, en algún garito, en el Mamba negra, el Slimsh o el Dixies. Le gustaba la música que ponían allí, jazz, blues y algunas cosas de rock demasiado suave como para vestir chupas de cuero, llevar melenas culeras de pelo sucio y pantalones pitillos con rotos. No sé si ella era **** o no. Pero al vernos siempre le daba un beso en los labios, toda la noche la pasábamos juntos, de tugurio en tugurio, respirando el humo de puros y marihuana en la noche, en locales cerrados y con una luz deficiente. Le pagaba los cigarrillos y las copas. Es en lo único en que gasto dinero. Aquello duró un par de meses. Ella apareció muerta en los lavabos de un club en la zona norte, la autopsia dijo que había sido una sobredosis. Es posible que ella se metiera bastante mierda, siempre la recordaba saliendo de los baños. Era divertida y tenía ojos apagados. Me gustaba.
Pero eso pertenece al pasado. En realidad todo pertenece al maldito y desgraciado pasado, cada palabra y pensamiento lo hace, a cada segundo. Ésta misma mañana pensaba en eso, una de mis diarreas mentales, cada vez más frecuentes cuando me ha vuelto a venir la frase “estoy hasta los cojones de toda esta panda de maricones”. Y lo estoy, es cierto. Asquerosamente cierto. No soporto al comisario, ese gordinflón engreído que no se ve la polla desde hace más de veinte años y que no ha salido de detrás de su mesa nada más que para ir a por donuts y café. Sánchez es un soplón, se le deberían comer las ratas. El sargento Stein acepta sobornos de cualquier proxeneta o corredor de apuestas de tres al cuarto, cada día le imagino ardiendo dentro de su Chevrolet full equipe, ABS, GPS, Airbags, climatronic y su **** madre, es un estafador. Barry, el del almacén podría ser colocado hoy mismo entre los 10 traficantes más poderosos del mundo, armas, droga, material de toda clase incautado, ropa, alcohol ilegal, dinero…
Hasta el nuevo, ese tontoelaba de Raúl es escoria de la peor calaña. Licenciado en Chicago, de buena familia, lamehuevos y chupaojetes. Todo un figura el muchacho. Hijo mío, vigila tu espalda que no vaya a ser que una bala te rompa el cráneo en un callejón inmundo de esta apestosa ciudad mientras sonríes a las musarañas. Es un pobre idiota.
No les odio, pero el mundo sería tal vez un poco mejor sin todos esos buitres desaliñados que dan vueltas en círculo alrededor de cualquier negocio sucio, de cada trampa y trapicheo. De cada fallo nulo, de cada jurado disuelto, de cada criminal campando libre. De la basura que pulula por nuestras calles, oculta en la noche, al amparo de una ley corrupta y degenerada. Y tanto que lo sería.
A las nueve entro de servicio, tengo que pasar por comisaría, Estoy aparcado justo enfrente. Llevo aquí más de una hora, pensando, dando vueltas a la cabeza con la idea de que estoy hasta los cojones de todos esos maricones. La petaca de ginebra está ya vacía, la colt cargada en mi cartuchera de cuero que huele a perro viejo y la placa en el bolsillo de la gabardina. Lo he decidido, voy a entrar allí, voy ir al despacho de ese cerdo vago y grasiento que se alimenta de bellota y té con pastas a dejar mi placa sobre su mesa. Sin decir una palabra. Pegarle un tiro en la frente y salir del despacho. Tengo diez balas más y otro cargador, más que suficiente.
Otros vendrán y me juzgarán.
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Aiminajaiueitujel
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Esperanza, por MackyMDL
Dinero, mucho dinero.
Ese era el motivo que me había ayudado a guardar mis principios en un innacesible arcón y aceptar el encargo.
La una y cuarto. La hora convenida. Bajo del coche y me dirijo al portal que previamente me han indicado. La luna llena brilla en el cielo. Noche de lobos. Llamo al 1ºA.
- ¿Quién es? -pregunta una voz agitada.
- Vengo de parte de un amigo común.- Unos segundos de indecisión y la puerta se abre. Opto por las escaleras y sin mucho esfuerzo me planto en el rellano del primer piso. Dos puertas enfrentadas. No me gusta. Un vecino curioso podría seguir toda la escena a través de la mirilla. Mientras me encamino hacia la vivienda, compruebo la pistola y le quito el seguro. De repente, la puerta se entreabre y alguien grita:
- ¡No te muevas!
- Jodido estúpido... -pienso mientras echo mano a la pistola.
La otra puerta se abre. Un disparo. Un dolor lacerante en la rodilla. Otro disparo. El hombro derecho sin sensibilidad. Un hombre de aspecto tosco me golpea la cara. Oscuridad.
Luz, a través de las rendijas de una persiana. Mi cuerpo echado en un incómodo sofá. Han debido pasar muchas horas, pues es de día. La rodilla está destrozada, pero no siento nada. Han debido drogarme, de lo contrario el dolor sería insoportable. Una ojeada a la habitación, apenas un par de sillas y el sofá. No hay nadie. Intento levantarme pero los músculos no responden. Es igual, no estoy en condiciones de huír. Algo ha salido mal. Me han tendido una trampa, está claro. ¿Por qué? No lo comprendo. No tengo mucho tiempo antes de que vuelvan. Me duele demasiado la cabeza como para pensar con claridad. La puerta se abre. Dos voces alegres bromean en una lengua desconocida. Se silencian al entrar en la habitación. Dos hombres fornidos me miran con curiosidad durante un rato. De pronto, estallan en una carcajada. Uno de ellos hace un gesto con la cabeza y sale de la estancia. El otro se sienta y me mira fijamente. Enciende un cigarro.
- ¿Quieres? -pregunta con sorna. Debe rondar los cuarenta años, y por sus rasgos parece eslavo. Ríe. - No te preocupes, no voy a matarte. Ha sido sólo una advertencia. En cuanto puedas andar, eres libre de irte. -se levanta y se dirige a la puerta- Mi amigo cuidará de ti. No te preocupes por nada, nuestro amigo común lo ha preparado todo. Intenta dormir algo.
¿Qué coño está pasando? ¿Quién es este tío? ¿Dónde está mi contacto? Demasiadas preguntas sin respuesta. El hombre eslavo se va. Un dolor indescriptible comienza a recorrer mi cuerpo. Las drogas deben estar dejando de hacer efecto. Intento levantarme de nuevo. Me tambaleo y caigo de nuevo sobre el sofá. La rodilla tiene muy mala pinta, seguramente necesitaré un bastón de por vida. Si sobrevivo. Urge salir de esta casa. No sé si me han trasladado o sigo en la vivienda del tiroteo. Desecho la segunda opción, no tendría sentido. Hago acopio de fuerzas, desplazo el peso del cuerpo a la pierna sana y consigo alzarme. Me dirijo con dificultad hacia la puerta. La abro y me encuentro un corredor que lleva a la entrada principal. El otro eslavo asoma su cabeza desde la cocina. Estalla en una carcajada. No para de reír el hijo de ****, más y más fuerte. Me encantaría volarle la cabeza. Me hace un gesto afirmativo con la cabeza y vuelve a la cocina. Alcanzó la puerta de la casa y salgo al rellano. Estoy en el mismo puto sitio. Incluso hay restos de sangre en el suelo, no se han molestado en limpiarlos. Joder, el ascensor no funciona. Las escaleras son la única opción. Agarrado al pasamanos consigo sortear el primer tramo, pero la rodilla me falla y me precipito escaleras abajo hasta el portal. El dolor es inhumano pero me sobrepongo. La libertad me espera a diez metros de distancia. Distingo mi coche aparcado en el mismo sitio de ayer noche. Cinco metros. Puedo oler el triunfo. Dos metros. Y entonces aparece de nuevo el eslavo. Comienza a reír, fuerte, muy fuerte, incluso más que su amigo. Su cara es una mezcla de incredulidad y sorpresa.
- Lo siento, no pensé que llegarías hasta aquí. No puedo dejarte ir. -me dice mientras me coloca una 9mm entre ceja y ceja. Dispara. Siento una quemazón en la cabeza. Duele. Caigo. Ya no siento nada. Estoy en el suelo. Me mira y esboza una mueca. Se persigna y dice algo que no entiendo. Me mira de nuevo.
- Lo siento muchacho, sólo quería darte un poco de esperanza
Muero.
Dinero, mucho dinero.
Ese era el motivo que me había ayudado a guardar mis principios en un innacesible arcón y aceptar el encargo.
La una y cuarto. La hora convenida. Bajo del coche y me dirijo al portal que previamente me han indicado. La luna llena brilla en el cielo. Noche de lobos. Llamo al 1ºA.
- ¿Quién es? -pregunta una voz agitada.
- Vengo de parte de un amigo común.- Unos segundos de indecisión y la puerta se abre. Opto por las escaleras y sin mucho esfuerzo me planto en el rellano del primer piso. Dos puertas enfrentadas. No me gusta. Un vecino curioso podría seguir toda la escena a través de la mirilla. Mientras me encamino hacia la vivienda, compruebo la pistola y le quito el seguro. De repente, la puerta se entreabre y alguien grita:
- ¡No te muevas!
- Jodido estúpido... -pienso mientras echo mano a la pistola.
La otra puerta se abre. Un disparo. Un dolor lacerante en la rodilla. Otro disparo. El hombro derecho sin sensibilidad. Un hombre de aspecto tosco me golpea la cara. Oscuridad.
Luz, a través de las rendijas de una persiana. Mi cuerpo echado en un incómodo sofá. Han debido pasar muchas horas, pues es de día. La rodilla está destrozada, pero no siento nada. Han debido drogarme, de lo contrario el dolor sería insoportable. Una ojeada a la habitación, apenas un par de sillas y el sofá. No hay nadie. Intento levantarme pero los músculos no responden. Es igual, no estoy en condiciones de huír. Algo ha salido mal. Me han tendido una trampa, está claro. ¿Por qué? No lo comprendo. No tengo mucho tiempo antes de que vuelvan. Me duele demasiado la cabeza como para pensar con claridad. La puerta se abre. Dos voces alegres bromean en una lengua desconocida. Se silencian al entrar en la habitación. Dos hombres fornidos me miran con curiosidad durante un rato. De pronto, estallan en una carcajada. Uno de ellos hace un gesto con la cabeza y sale de la estancia. El otro se sienta y me mira fijamente. Enciende un cigarro.
- ¿Quieres? -pregunta con sorna. Debe rondar los cuarenta años, y por sus rasgos parece eslavo. Ríe. - No te preocupes, no voy a matarte. Ha sido sólo una advertencia. En cuanto puedas andar, eres libre de irte. -se levanta y se dirige a la puerta- Mi amigo cuidará de ti. No te preocupes por nada, nuestro amigo común lo ha preparado todo. Intenta dormir algo.
¿Qué coño está pasando? ¿Quién es este tío? ¿Dónde está mi contacto? Demasiadas preguntas sin respuesta. El hombre eslavo se va. Un dolor indescriptible comienza a recorrer mi cuerpo. Las drogas deben estar dejando de hacer efecto. Intento levantarme de nuevo. Me tambaleo y caigo de nuevo sobre el sofá. La rodilla tiene muy mala pinta, seguramente necesitaré un bastón de por vida. Si sobrevivo. Urge salir de esta casa. No sé si me han trasladado o sigo en la vivienda del tiroteo. Desecho la segunda opción, no tendría sentido. Hago acopio de fuerzas, desplazo el peso del cuerpo a la pierna sana y consigo alzarme. Me dirijo con dificultad hacia la puerta. La abro y me encuentro un corredor que lleva a la entrada principal. El otro eslavo asoma su cabeza desde la cocina. Estalla en una carcajada. No para de reír el hijo de ****, más y más fuerte. Me encantaría volarle la cabeza. Me hace un gesto afirmativo con la cabeza y vuelve a la cocina. Alcanzó la puerta de la casa y salgo al rellano. Estoy en el mismo puto sitio. Incluso hay restos de sangre en el suelo, no se han molestado en limpiarlos. Joder, el ascensor no funciona. Las escaleras son la única opción. Agarrado al pasamanos consigo sortear el primer tramo, pero la rodilla me falla y me precipito escaleras abajo hasta el portal. El dolor es inhumano pero me sobrepongo. La libertad me espera a diez metros de distancia. Distingo mi coche aparcado en el mismo sitio de ayer noche. Cinco metros. Puedo oler el triunfo. Dos metros. Y entonces aparece de nuevo el eslavo. Comienza a reír, fuerte, muy fuerte, incluso más que su amigo. Su cara es una mezcla de incredulidad y sorpresa.
- Lo siento, no pensé que llegarías hasta aquí. No puedo dejarte ir. -me dice mientras me coloca una 9mm entre ceja y ceja. Dispara. Siento una quemazón en la cabeza. Duele. Caigo. Ya no siento nada. Estoy en el suelo. Me mira y esboza una mueca. Se persigna y dice algo que no entiendo. Me mira de nuevo.
- Lo siento muchacho, sólo quería darte un poco de esperanza
Muero.
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iNsTaNte_aLepH
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Estoy hasta los cojones, por Madame Butterfly
Desde luego cualquiera diría que esto lo ha escrito una Madame. El lenguaje es tosco aunque más o menos acompaña, tienen algunos fallos en la utilización de las comas y las expresiones así como algunas frases algo cargantes o abigarradas.
El tema tampoco es en exceso novedoso, guarda similitudes mismamente con Taxi Driver por decir algo actual y en general con toda la pleyade de historias entorno al héroe redentor y esas cosas.
No ha estado mal.
Esperanza, por MackyMDL
Interesante y escueta descripción de una de las situaciones más utilizadas y recurrentes del género, la doble-trampa. Aunque aquí de forma impersonal, recordemos que en general quien te mata es siempre tu más querido amigo. Me ha gustado, espero que sigas colgando más.
Desde luego cualquiera diría que esto lo ha escrito una Madame. El lenguaje es tosco aunque más o menos acompaña, tienen algunos fallos en la utilización de las comas y las expresiones así como algunas frases algo cargantes o abigarradas.
El tema tampoco es en exceso novedoso, guarda similitudes mismamente con Taxi Driver por decir algo actual y en general con toda la pleyade de historias entorno al héroe redentor y esas cosas.
No ha estado mal.
Esperanza, por MackyMDL
Interesante y escueta descripción de una de las situaciones más utilizadas y recurrentes del género, la doble-trampa. Aunque aquí de forma impersonal, recordemos que en general quien te mata es siempre tu más querido amigo. Me ha gustado, espero que sigas colgando más.
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Aiminajaiueitujel
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Universos, por A quien madruga le sacarán los ojos
Salí de las tinieblas de aquel callejón para meterme en las de aquel bar. Humo, borrachos equidistantes, el estruendo de lágrimas no derramadas goteando en lagos on the rocks y un molesto imbécil jugando a los dardos. Comprenderán los señores que apenas puedo incluir más tópicos en el local. Máxime cuando el camarero era un tipo tosco, calvo peinado con cortinilla, camisa blanca, pajarita torcida, mandil y pantalones de tergal.
Tuvo que disparar. El tiempo no cambia a las personas, el tiempo crea personas nuevas. A cada instante, en cada lugar, se destruyen y crean universos. Constantemente. Muchos universos habían sucedido desde que ellos fueron conocidos y se debieron una mínima cortesía. Quizás hubo un tiempo en el que estuvieron uno al lado del otro, pero ahora lo había tenido delante. Mientras cerraba los ojos, sabía que estaba delante. Y mientras levantaba el arma. Estaba delante, lo sabía, mientras enviaba el plomo de 9 milímetros directamente a su cuerpo. Estaba delante, enfrente, no al lado.
Está claro, en estas circunstancias, con el actual él, con los papeles repartidos, con el Universo en esa actitud tuvo que disparar.
"Sírvame algo que me sirva", dijo una voz que estrictamente me pertenecía pero que no era la mía. En un arranque de inspiración artística, el tosco bar-man sacó un vaso ancho, le echó hielos y, por probar, los mojó abundantemente en güisqui. "Menudo invento" pensé, o quizás lo dije. Quizás el camarero pensó en gruñir, de lo que estoy seguro es de que lo hizo.
Hice un poco de submarinismo entre los hielos. Primero naufragué con el Titanic, después patiné por encima de los cubitos, toqué en ellos un improvisado xilófono... y en un arranque de inspiración pragmática, me emborraché.
Estaba de patrulla una noche más. Iba por una calle y por otra, comprobando que en todas ellas las farolas circulaban en dirección contraria. Era tarde, así que en la calle había gatos, putas y gente volviendo a sus casas. Siempre pensó que las patrullas servían de muy poco.
Algo llamó su atención. Como cuando algo no encaja, algo no está donde debería. Tenía la sensación de que dos estibadores, a esa hora, sin un barco delante y sin encender ninguna luz, eran como unos pantalones vaqueros en un cuadro renacentista. Estaban cargando cajas en un camión, en silencio, rápidamente, sin parar. Decidió acercarse.
Deambulé por la ciudad, sin prestar mucha atención a nada. Conducía sin destino, sin ganas de llegar a ninguna parte. Mis superiores habrían dicho que perfectamente estaba patrullando, pero no lo hacía. No quería. El universo en el que soy un policía eficiente y dedicado tendría que esperar hasta la mañana siguiente para crearse. En el oscuro y hostil universo que acabábamos de crear mi arma y yo se había declarado el luto oficial.
"Buenas noches, caballeros", dijo. La respuesta que obtuvo fue un sobresalto, alguna maldición y la estocada de un par de pares de ojos. "Hace buen tiempo para descargar un barco... aunque no veo ninguno por aquí", y silencio. "¿Tantas ganas de trabajar teníais que no podíais dejarlo para mañana?", y más silencio. "Bien, pues echemos un vist...", "¿Eres tú?", interrumpió uno de ellos. "¡Sí, eres tú!", parecía reconocer su cara, "¡eres Daniel!", pero no recordaba su nombre.
En la oscuridad su voz le resultó familiar, pero cuando salió a la luz que una farola arrojaba entre el almacén y el camión, pudo reconocer al hombre. Era un antiguo compañero de instituto que estudió durante años en otro universo distinto al suyo.
Comenzó una precipitada, incómoda y convencional conversación de antiguos compañeros que apenas se conocen. Al llegar al tema de sus vidas laborales todo se precipitó. A ver cómo iban a seguir charlando un policía y un señor que se negaba a decir lo que hacía tan tarde en un almacén del puerto. El silencio narraba la situación con descripciones que abrumaban. "No te pueden dejar marchar tan fácilmente", decía el silencio, "sería una temeridad". "Son dos contra uno, quizás vayan armados", seguía, "y vosotros tampoco lo tenéis todo a favor, porque es policía, hagáis lo que hagáis estáis jodidos". "De perdidos al río", fue la frase que el silencio dijo y sirvió como pistoletazo de salida.
"Póngame otro güisqui, por favor", juro que lo necesitaba.
Disparó uno, al otro no le dio tiempo, el cómplice salió huyendo entre las sombras.
Salí del bar con los ojos llorosos, digamos que por el humo. Misión cumplida, me tambaleaba al andar. Nunca una bala había sido causa de una resaca tan devastadora.
¿Qué debería haber hecho?
¿Qué opciones me quedaban en este universo?
¿Qué más podía hacer?
Beber.
Disparar.
Salí de las tinieblas de aquel callejón para meterme en las de aquel bar. Humo, borrachos equidistantes, el estruendo de lágrimas no derramadas goteando en lagos on the rocks y un molesto imbécil jugando a los dardos. Comprenderán los señores que apenas puedo incluir más tópicos en el local. Máxime cuando el camarero era un tipo tosco, calvo peinado con cortinilla, camisa blanca, pajarita torcida, mandil y pantalones de tergal.
Tuvo que disparar. El tiempo no cambia a las personas, el tiempo crea personas nuevas. A cada instante, en cada lugar, se destruyen y crean universos. Constantemente. Muchos universos habían sucedido desde que ellos fueron conocidos y se debieron una mínima cortesía. Quizás hubo un tiempo en el que estuvieron uno al lado del otro, pero ahora lo había tenido delante. Mientras cerraba los ojos, sabía que estaba delante. Y mientras levantaba el arma. Estaba delante, lo sabía, mientras enviaba el plomo de 9 milímetros directamente a su cuerpo. Estaba delante, enfrente, no al lado.
Está claro, en estas circunstancias, con el actual él, con los papeles repartidos, con el Universo en esa actitud tuvo que disparar.
"Sírvame algo que me sirva", dijo una voz que estrictamente me pertenecía pero que no era la mía. En un arranque de inspiración artística, el tosco bar-man sacó un vaso ancho, le echó hielos y, por probar, los mojó abundantemente en güisqui. "Menudo invento" pensé, o quizás lo dije. Quizás el camarero pensó en gruñir, de lo que estoy seguro es de que lo hizo.
Hice un poco de submarinismo entre los hielos. Primero naufragué con el Titanic, después patiné por encima de los cubitos, toqué en ellos un improvisado xilófono... y en un arranque de inspiración pragmática, me emborraché.
Estaba de patrulla una noche más. Iba por una calle y por otra, comprobando que en todas ellas las farolas circulaban en dirección contraria. Era tarde, así que en la calle había gatos, putas y gente volviendo a sus casas. Siempre pensó que las patrullas servían de muy poco.
Algo llamó su atención. Como cuando algo no encaja, algo no está donde debería. Tenía la sensación de que dos estibadores, a esa hora, sin un barco delante y sin encender ninguna luz, eran como unos pantalones vaqueros en un cuadro renacentista. Estaban cargando cajas en un camión, en silencio, rápidamente, sin parar. Decidió acercarse.
Deambulé por la ciudad, sin prestar mucha atención a nada. Conducía sin destino, sin ganas de llegar a ninguna parte. Mis superiores habrían dicho que perfectamente estaba patrullando, pero no lo hacía. No quería. El universo en el que soy un policía eficiente y dedicado tendría que esperar hasta la mañana siguiente para crearse. En el oscuro y hostil universo que acabábamos de crear mi arma y yo se había declarado el luto oficial.
"Buenas noches, caballeros", dijo. La respuesta que obtuvo fue un sobresalto, alguna maldición y la estocada de un par de pares de ojos. "Hace buen tiempo para descargar un barco... aunque no veo ninguno por aquí", y silencio. "¿Tantas ganas de trabajar teníais que no podíais dejarlo para mañana?", y más silencio. "Bien, pues echemos un vist...", "¿Eres tú?", interrumpió uno de ellos. "¡Sí, eres tú!", parecía reconocer su cara, "¡eres Daniel!", pero no recordaba su nombre.
En la oscuridad su voz le resultó familiar, pero cuando salió a la luz que una farola arrojaba entre el almacén y el camión, pudo reconocer al hombre. Era un antiguo compañero de instituto que estudió durante años en otro universo distinto al suyo.
Comenzó una precipitada, incómoda y convencional conversación de antiguos compañeros que apenas se conocen. Al llegar al tema de sus vidas laborales todo se precipitó. A ver cómo iban a seguir charlando un policía y un señor que se negaba a decir lo que hacía tan tarde en un almacén del puerto. El silencio narraba la situación con descripciones que abrumaban. "No te pueden dejar marchar tan fácilmente", decía el silencio, "sería una temeridad". "Son dos contra uno, quizás vayan armados", seguía, "y vosotros tampoco lo tenéis todo a favor, porque es policía, hagáis lo que hagáis estáis jodidos". "De perdidos al río", fue la frase que el silencio dijo y sirvió como pistoletazo de salida.
"Póngame otro güisqui, por favor", juro que lo necesitaba.
Disparó uno, al otro no le dio tiempo, el cómplice salió huyendo entre las sombras.
Salí del bar con los ojos llorosos, digamos que por el humo. Misión cumplida, me tambaleaba al andar. Nunca una bala había sido causa de una resaca tan devastadora.
¿Qué debería haber hecho?
¿Qué opciones me quedaban en este universo?
¿Qué más podía hacer?
Beber.
Disparar.
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Aiminajaiueitujel
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Los de MackyMDL fuera de concurso los comentaré más p'alante, que ahora mismo no estoy muy libre. Empiezo con estos dos y si puedo esta noche comento un par más.
RATAS, por Simpkins
Siempre dije que eres uno de mis escritores favoritos en estos concursos. Estás en una liga distinta al resto. No digo que mejor (aunque es probable que así sea), digo distinta. Tienes una capacidad de contar cosas bastante envidiable y bastante segura. No decepcionas.
Este relato en sí no es el mejor que te he leído, pero es muy buen relato. Es una situación interesante, con brochazos cómicos y bien contada. Me mola.
¡Ay, qué situación!, por En casa del herrero parió la abuela
Dejemos clara una cosa: parto con la ventaja de conocer a los autores antes que el resto. O desventaja, según se mire. El caso es que conociendo al autor de este relato me sorprende el resultado que ha conseguido. Es un relato narrado de una forma eficiente y no demasiado imaginativa. Buen relato, la verdad.
RATAS, por Simpkins
Siempre dije que eres uno de mis escritores favoritos en estos concursos. Estás en una liga distinta al resto. No digo que mejor (aunque es probable que así sea), digo distinta. Tienes una capacidad de contar cosas bastante envidiable y bastante segura. No decepcionas.
Este relato en sí no es el mejor que te he leído, pero es muy buen relato. Es una situación interesante, con brochazos cómicos y bien contada. Me mola.
¡Ay, qué situación!, por En casa del herrero parió la abuela
Dejemos clara una cosa: parto con la ventaja de conocer a los autores antes que el resto. O desventaja, según se mire. El caso es que conociendo al autor de este relato me sorprende el resultado que ha conseguido. Es un relato narrado de una forma eficiente y no demasiado imaginativa. Buen relato, la verdad.
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Aiminajaiueitujel
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Esto es triste, por La vaca que rie y el granjero que la porculiza.
Conocía Jimmy desde hace muchos años. Recuerdo que siendo un renacuajo, no tendría más de trece o catorce años, deambulaba por las aceras del distrito central, mi zona, ofreciendo papelinas y bolsitas de marihuana. Era un muchacho espabilado, conocía la calle, me caía bien. Pero no me gustaba su manera de ganarse la vida. Aquel tipo de negocios daban mala imagen, eran otros tiempos.
Un día invité a Jimmy a dar un paseo, montados en el largo cadillac del 74 negro. Siempre reluciente, abrillantado, pulcro, con olor a cuero nuevo. El chofer dio vueltas por las manzanas de alrededor, todo aquello me pertenecía. Era mi territorio. Eso fue todo lo que le expliqué durante el viaje al joven Jimmy. Eso y ofrecerle un nuevo trabajo. Aceptó sin dudarlo, nadie rechazaba trabajar conmigo entonces. “Saltamontes”, como más tarde le apodaría Nikki se convirtió en mi chico de los recados.
Fueron muchos años, muchos encargos juntos. Empezó con pequeños trapicheos de botellas de licor barato, era un chico listo, se ganaba mi confianza. Se convirtió en mi mano derecha. Mi corredor de apuestas personal, mi guardaespaldas, mi mensajero y negociador. En definitiva Jimmy llegó a ser mis ojos, mi voz y mis oídos en cada esquina, cruce, callejón y olvidado local de esta ciudad.
El día que se desvirgó recuerdo poderosamente su rostro. Me miró con el cuchillo aún ensangrentado en la mano. Acababa de rajarle el cuello de oreja a oreja a un estafador de poca monta. En realidad aquel pobre imbécil no me molestaba, apenas me debía unos cientos, pero todo aquello no era nada más que una prueba. Los ojos de Jimmy no mostraban horror o sobresalto, sólo sonreía asintiendo. Imagino que buscaba mi aprobación. La tuvo, desde ese día ejecutó varios encargos especiales para mí. Siempre limpio, silencioso, rápido. Todo lo que podía esperarse de un asesino eficaz.
Pero no puedo pensar en Jimmy sólo como un soldado o un perro fiel. Llegué a quererle como a un amigo, como a un hermano pequeño, alguien de mi propia familia. Algunos sábados por la noche le hacía una visita en su casa, donde vivía con su madre. Ella, Claire, siempre había sido una mujer fuerte y trabajadora, madre soltera. Otras veces llevaba a los dos a algún restaurante de los Hills. El trabajo de Jimmy y la simpatía y dedicación de su madre lo merecían.
Ahora estoy aquí de pie, justo al lado de ella, de Claire. Los chicos también están, han venido todos. Incluso veo entre las caras a Rudy seis ojos, él y Jimmy nunca se llevaron bien. Es una mañana fría, cae una ligera llovizna, todo tiene un tono pálido. Los cipreses, la tierra, los rostros y ropa de la gente, el ataúd. El capellán está recitando un discurso, es joven y animado. Habla de Dios y de su abrazo, de un paraíso en el cielo, de otra vida. No le presto mucha atención. Claire llora. Yo no lo hago, no puedo.
He asistido a muchos funerales como este. Más de una veintena de muchachos han muerto mientras trabajaban para mí. Pero Jimmy era diferente. Conocía a Jimmy desde hace muchos años.
Conocía Jimmy desde hace muchos años. Recuerdo que siendo un renacuajo, no tendría más de trece o catorce años, deambulaba por las aceras del distrito central, mi zona, ofreciendo papelinas y bolsitas de marihuana. Era un muchacho espabilado, conocía la calle, me caía bien. Pero no me gustaba su manera de ganarse la vida. Aquel tipo de negocios daban mala imagen, eran otros tiempos.
Un día invité a Jimmy a dar un paseo, montados en el largo cadillac del 74 negro. Siempre reluciente, abrillantado, pulcro, con olor a cuero nuevo. El chofer dio vueltas por las manzanas de alrededor, todo aquello me pertenecía. Era mi territorio. Eso fue todo lo que le expliqué durante el viaje al joven Jimmy. Eso y ofrecerle un nuevo trabajo. Aceptó sin dudarlo, nadie rechazaba trabajar conmigo entonces. “Saltamontes”, como más tarde le apodaría Nikki se convirtió en mi chico de los recados.
Fueron muchos años, muchos encargos juntos. Empezó con pequeños trapicheos de botellas de licor barato, era un chico listo, se ganaba mi confianza. Se convirtió en mi mano derecha. Mi corredor de apuestas personal, mi guardaespaldas, mi mensajero y negociador. En definitiva Jimmy llegó a ser mis ojos, mi voz y mis oídos en cada esquina, cruce, callejón y olvidado local de esta ciudad.
El día que se desvirgó recuerdo poderosamente su rostro. Me miró con el cuchillo aún ensangrentado en la mano. Acababa de rajarle el cuello de oreja a oreja a un estafador de poca monta. En realidad aquel pobre imbécil no me molestaba, apenas me debía unos cientos, pero todo aquello no era nada más que una prueba. Los ojos de Jimmy no mostraban horror o sobresalto, sólo sonreía asintiendo. Imagino que buscaba mi aprobación. La tuvo, desde ese día ejecutó varios encargos especiales para mí. Siempre limpio, silencioso, rápido. Todo lo que podía esperarse de un asesino eficaz.
Pero no puedo pensar en Jimmy sólo como un soldado o un perro fiel. Llegué a quererle como a un amigo, como a un hermano pequeño, alguien de mi propia familia. Algunos sábados por la noche le hacía una visita en su casa, donde vivía con su madre. Ella, Claire, siempre había sido una mujer fuerte y trabajadora, madre soltera. Otras veces llevaba a los dos a algún restaurante de los Hills. El trabajo de Jimmy y la simpatía y dedicación de su madre lo merecían.
Ahora estoy aquí de pie, justo al lado de ella, de Claire. Los chicos también están, han venido todos. Incluso veo entre las caras a Rudy seis ojos, él y Jimmy nunca se llevaron bien. Es una mañana fría, cae una ligera llovizna, todo tiene un tono pálido. Los cipreses, la tierra, los rostros y ropa de la gente, el ataúd. El capellán está recitando un discurso, es joven y animado. Habla de Dios y de su abrazo, de un paraíso en el cielo, de otra vida. No le presto mucha atención. Claire llora. Yo no lo hago, no puedo.
He asistido a muchos funerales como este. Más de una veintena de muchachos han muerto mientras trabajaban para mí. Pero Jimmy era diferente. Conocía a Jimmy desde hace muchos años.
Vaya, pensé que el seudónimo venía de serie 
Gracias por la crítica Instante. Si te soy sincero, en el tercer relato no me gustaba el final que le había dado y ante la falta de ideas opté por esa cagada. Seguramente hubiese sido más acertado dejar el final original, al menos no da esa sensación de engaño tan evidente. Pero bueno, a lo hecho, pecho.
El resto de relatos, una buena impresión en general. Algunos me han gustado más que otros, pero buen nivel en general. Nada excesivamente original, si bien el género da poca oportunidad a ello. Quizá uno de los más trillados. Quizá lo más novedoso sea la narración atemporal que converge al final del relato. Todos mantienen cierto halo de incógnita, que ya es bastante dado el nivel de algunas publicaciones actuales
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Gracias por la crítica Instante. Si te soy sincero, en el tercer relato no me gustaba el final que le había dado y ante la falta de ideas opté por esa cagada. Seguramente hubiese sido más acertado dejar el final original, al menos no da esa sensación de engaño tan evidente. Pero bueno, a lo hecho, pecho.
El resto de relatos, una buena impresión en general. Algunos me han gustado más que otros, pero buen nivel en general. Nada excesivamente original, si bien el género da poca oportunidad a ello. Quizá uno de los más trillados. Quizá lo más novedoso sea la narración atemporal que converge al final del relato. Todos mantienen cierto halo de incógnita, que ya es bastante dado el nivel de algunas publicaciones actuales
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iNsTaNte_aLepH
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Universos, por A quien madruga le sacarán los ojos
El estilo parece inconfundible. Me ha gustado mucho, como juego y como relato. Además tiene el aliciente de dos vidas paralelas que parecen entrecruzarse, lo cual es dificil de conseguir por escrito. Pero la sensación queda acertada.
Esto es triste, por La vaca que rie y el granjero que la porculiza.
Un mito del eterno retorno en chiquitito, el relato circular que se muerde la cola. En este caso me gusta ese principio-final. La historia no es nada novedosa, hemos podido verla en miles de sitios pero la forma de contarla y la "situación" en la que surge me parecen genial.
Ambos me han gustado.
El estilo parece inconfundible. Me ha gustado mucho, como juego y como relato. Además tiene el aliciente de dos vidas paralelas que parecen entrecruzarse, lo cual es dificil de conseguir por escrito. Pero la sensación queda acertada.
Esto es triste, por La vaca que rie y el granjero que la porculiza.
Un mito del eterno retorno en chiquitito, el relato circular que se muerde la cola. En este caso me gusta ese principio-final. La historia no es nada novedosa, hemos podido verla en miles de sitios pero la forma de contarla y la "situación" en la que surge me parecen genial.
Ambos me han gustado.
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Aiminajaiueitujel
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Pues sí... aquí estamos...
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iNsTaNte_aLepH
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- Ubicación: Fumando
Aiminajaiueitujel escribió:Pues sí... aquí estamos...
Comenta mangurrian y deja de celebrar cosas.
¿Has contribuido al babyboom?
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Aiminajaiueitujel
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iNsTaNte_aLepH escribió:Aiminajaiueitujel escribió:Pues sí... aquí estamos...
Comenta mangurrian y deja de celebrar cosas.
¿Has contribuido al babyboom?
La verdad es que no soy yo muy de celebrar los éxitos deportivos en general. Lo que sucede es que son las fiestas de mi ciudad y encima acabé los exámenes el día 6 y desde entonces no he dejado de beber, jugar al baloncesto, al AOE2 (
) y foll... Vamos, que no me he conectado.Y, oye, espero no haber contribuido al babyboom, que mi moza toma la pastilla. De todas formas en cuanto me diga que tiene una falta... ¡patada en la barriga!
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Aiminajaiueitujel
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Cocina Catalana, por papito_rodriguez
“La próxima vez que se coma a su mujer, procure no guardar los restos en la nevera”
comentó con voz pausada y condescendiente el sargento Alberto Sanchez del cuartelillo de la guardia civil del pueblo de Aliaga en la provincia de Teruel mientras leía el informe preliminar que la cabo Anastasia Villarroya, originaria de un pueblo vecino, le había entregado hacia una hora.. Hizo una pausa, revisó de nuevo el papel para acabar leyéndolo de nuevo con una mirada resignada.
Volvió a mirar la firma del escueto escrito y no pudo evitar pensar. “Anastasia, menudo nombre, habría que capar a algunos padres por aquí”. Sin apenas mover la cabeza el sargento Alberto Sánchez dio una calada a su cigarro. Hacía diez años que había pedido el traslado desde Madrid para encontrar un puesto tranquilo donde terminar su carrera, esperando la jubilación. Una pelea por unas lindes, un control de tráfico y una patrulla aquí o allá, hasta esa mañana.
“¿Disculpeme sargento, y ya le está permitido en las normas de la guardia sivil fumar en los interrogatorios?..preguntó el detenido con un mal disimulado acento catalán. “Porque verá, nosotros, en los mosus de la escuadra lo tenemos ter-mi-nan-te-mien-te pro-hi-bi-do” dijo con retintín “ no fuera a ser que un detenido nos denunsiase por haber fumado pasivamente sin la voluntad de haserlo”.
El sargento Alberto Sánchez miró por encima de las gafas al Conseller de la Generalitat de Catalunya Joan Saura, que esposado le fruncía el ceño en mohín de desaprobación, y a continuación echó un vistazo a su cartera con cara impasible …carnet de identidad..”Joan Saura”…carnet de la biblioteca municipal, carnet de conducir, carnet del bicing, carnet de socio de Iniciatica per Catalunya.
“Mando yo” dijo sonriendo -”soy el presi del partido” añadió orgulloso mientras miraba el cigarro de humeaba con abundante ceniza y que amenazaba con caer. “Eso se recicl-la, sabe?” añadió señalando con las dos manos esposadas la ceniza.
“Señor Saura”, la voz sonaba cansada, “¿Admite usted, entonces, que se comió a su mujer, la teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona, Inma Mayol?”
“Es que era un desperdisio, sabe mi sargento, una ves ya bien muerta, pues pensé que toda esa carne prieta que la Inma había cuidado con años de bisicleta urbana, comida sana y ejersisio físico era un pena desperdisiarla y que no se ha hecho la miel para la boca del gusano, todo lo buena y encantadora que era mi Inma por fuera, lo era por dentro y no solo en sentido figurado, me comprende, porque….”
El sargento Alberto Sanchezz levantó la mano…”¡eche el freno!”
“…claro, como no estaba estresada, y estaba siempre de buen humor, que en el ajuntament de Barselona se pasaba el día tocándose la chona, ¿entiende la Chona?...el coño quiero desir, pues claro..”
“¡¡AL-TÓ!!” le gritó el sargento.
El Conseller Joan Saura calló.
“¿Pero me quiere decir entonces, si su mujer era tan encantadora porque la mató?”
“¡Pero si yo no la maté, se suisidó ella, no sé porque, por lo del estatut a lo mejor que se lo tomó muy a pecho, yo solamente la resiclé! ¡Que me salieron unos codillos…oigg, para chuparse los dedos, escuche!”
“Y me quiere explicar cómo pudo suicidarse partiéndose la cabeza en dos de un hachazo?”
“Ay , pues mi sargento, pues eso ya no sabría yo como desirle pues la verdad es que yo tampoco me lo explico, que estaba tan tranquila en la pis-sina de la casa rural, y yo le digo…Inmaaa, que si vols un mojito, que yo preparo unos mojitos que son un amor, y sonó como ¡PUM!...que por sierto que menuda pissina mas espasiosa y más limpia y la casa toda autosufisiente con las placas solares y a un presio que no quiera usted saber, que lo conseguimos por internet, que eso de las agensias ya es historia …..”
El sargento ignoró al Conseller que no paraba de hablar y volvió a mirar el informe que tenía delante suyo…”Anastasia…, a lo mejor caparlos no, pero una buena patada en los cojones habría que darle a más de uno”
* * *
“¡Cariño, a ver cuando ordenas el hidroavión de una pvta vez!”
“’D’jame en páaah, muhé, que estoy pilotaaando”
“Pilotando, pilotando, siempre hay alguna escusa, hasta las narices me tienes, ¿La fotocopiadora esta que hace aquí?, ¿y el pedazo de hacha este?, ¡Me tienes hasta el moño!¡¡Mira que abro la puerta y te lo tiro todo y te vas a la mierda y me voy con mi madre a Alcañiz!!Ya me lo decia ella, no te cases con un cubano ¡¡Con el Eusebio de la masada La Morta me tenía que haber casao yo..!!”
“’D’jame en páaah, muhé, que estoy pilotaaando”
“La próxima vez que se coma a su mujer, procure no guardar los restos en la nevera”
comentó con voz pausada y condescendiente el sargento Alberto Sanchez del cuartelillo de la guardia civil del pueblo de Aliaga en la provincia de Teruel mientras leía el informe preliminar que la cabo Anastasia Villarroya, originaria de un pueblo vecino, le había entregado hacia una hora.. Hizo una pausa, revisó de nuevo el papel para acabar leyéndolo de nuevo con una mirada resignada.
…en el frigorífico combi de la casa rural alquilada por el sujeto y su pareja desaparecida se encontraron diversos restos humanos que describo visualmente: “Restos de un pie humano aparentemente cocinados”, “costillar humano parcialmente deshuesado”….en la buardilla superior cuelgan a modo jamones unas piernas humanas, con la aparente intención de ser curadas”….
Volvió a mirar la firma del escueto escrito y no pudo evitar pensar. “Anastasia, menudo nombre, habría que capar a algunos padres por aquí”. Sin apenas mover la cabeza el sargento Alberto Sánchez dio una calada a su cigarro. Hacía diez años que había pedido el traslado desde Madrid para encontrar un puesto tranquilo donde terminar su carrera, esperando la jubilación. Una pelea por unas lindes, un control de tráfico y una patrulla aquí o allá, hasta esa mañana.
“¿Disculpeme sargento, y ya le está permitido en las normas de la guardia sivil fumar en los interrogatorios?..preguntó el detenido con un mal disimulado acento catalán. “Porque verá, nosotros, en los mosus de la escuadra lo tenemos ter-mi-nan-te-mien-te pro-hi-bi-do” dijo con retintín “ no fuera a ser que un detenido nos denunsiase por haber fumado pasivamente sin la voluntad de haserlo”.
El sargento Alberto Sánchez miró por encima de las gafas al Conseller de la Generalitat de Catalunya Joan Saura, que esposado le fruncía el ceño en mohín de desaprobación, y a continuación echó un vistazo a su cartera con cara impasible …carnet de identidad..”Joan Saura”…carnet de la biblioteca municipal, carnet de conducir, carnet del bicing, carnet de socio de Iniciatica per Catalunya.
“Mando yo” dijo sonriendo -”soy el presi del partido” añadió orgulloso mientras miraba el cigarro de humeaba con abundante ceniza y que amenazaba con caer. “Eso se recicl-la, sabe?” añadió señalando con las dos manos esposadas la ceniza.
“Señor Saura”, la voz sonaba cansada, “¿Admite usted, entonces, que se comió a su mujer, la teniente de alcalde del ayuntamiento de Barcelona, Inma Mayol?”
“Es que era un desperdisio, sabe mi sargento, una ves ya bien muerta, pues pensé que toda esa carne prieta que la Inma había cuidado con años de bisicleta urbana, comida sana y ejersisio físico era un pena desperdisiarla y que no se ha hecho la miel para la boca del gusano, todo lo buena y encantadora que era mi Inma por fuera, lo era por dentro y no solo en sentido figurado, me comprende, porque….”
El sargento Alberto Sanchezz levantó la mano…”¡eche el freno!”
“…claro, como no estaba estresada, y estaba siempre de buen humor, que en el ajuntament de Barselona se pasaba el día tocándose la chona, ¿entiende la Chona?...el coño quiero desir, pues claro..”
“¡¡AL-TÓ!!” le gritó el sargento.
El Conseller Joan Saura calló.
“¿Pero me quiere decir entonces, si su mujer era tan encantadora porque la mató?”
“¡Pero si yo no la maté, se suisidó ella, no sé porque, por lo del estatut a lo mejor que se lo tomó muy a pecho, yo solamente la resiclé! ¡Que me salieron unos codillos…oigg, para chuparse los dedos, escuche!”
“Y me quiere explicar cómo pudo suicidarse partiéndose la cabeza en dos de un hachazo?”
“Ay , pues mi sargento, pues eso ya no sabría yo como desirle pues la verdad es que yo tampoco me lo explico, que estaba tan tranquila en la pis-sina de la casa rural, y yo le digo…Inmaaa, que si vols un mojito, que yo preparo unos mojitos que son un amor, y sonó como ¡PUM!...que por sierto que menuda pissina mas espasiosa y más limpia y la casa toda autosufisiente con las placas solares y a un presio que no quiera usted saber, que lo conseguimos por internet, que eso de las agensias ya es historia …..”
El sargento ignoró al Conseller que no paraba de hablar y volvió a mirar el informe que tenía delante suyo…”Anastasia…, a lo mejor caparlos no, pero una buena patada en los cojones habría que darle a más de uno”
* * *
“¡Cariño, a ver cuando ordenas el hidroavión de una pvta vez!”
“’D’jame en páaah, muhé, que estoy pilotaaando”
“Pilotando, pilotando, siempre hay alguna escusa, hasta las narices me tienes, ¿La fotocopiadora esta que hace aquí?, ¿y el pedazo de hacha este?, ¡Me tienes hasta el moño!¡¡Mira que abro la puerta y te lo tiro todo y te vas a la mierda y me voy con mi madre a Alcañiz!!Ya me lo decia ella, no te cases con un cubano ¡¡Con el Eusebio de la masada La Morta me tenía que haber casao yo..!!”
“’D’jame en páaah, muhé, que estoy pilotaaando”
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Fecha actual 23 Abr 2024, 07:18