por Genjuro »
20 Feb 2017, 09:01
BERLINALE - 2017
68. Félicité (Alain Gomis, 2017) - 5
La odisea personal de una madre-coraje, una cantante empeñada en conseguir que operen a su hijo tras un accidente de moto. Es un personaje fuerte y orgulloso, quizás demasiado en un entorno tan precario en el que eventualmente se necesita el apoyo de los demás para salir adelante. Con cámara en mano y predominio del plano corto, Gomis se abandona al drama y al exceso. Hay tres o cuatro escenas demasiado evidentes y/o pasadas de rosca. El film se siente más cómodo en los momentos musicales (a pesar de la cuestionable pertinencia de esos insertos de música clásica que entiendo buscan destacar la armonía comunal) o cuando se relaja la carga dramática, pero especialmente en esas oníricas escenas nocturnas que atesoran un notable poder de resonancia sin caer en la evidencia. Lo justo para salvar la función.
69. Letters from a Dead Man (Konstantin Lopushanskiy, 1986) - 6,5
Distopía postapocalíptica (especialidad de la casa, visto que Lopushanskiy haría poco después Visitor to a Museum) situada en el mundo inhabitable que ha dejado un holocausto nuclear y en el que los supervivientes malviven en refugios subterráneos sin esperanza de un futuro. Es interesante el reflejo de un mundo autoritario (¿dardo contra el régimen soviético?) combinado con el profundo pesimismo existencialista que destilan sus personajes, dentro de una atmósfera opresiva en tonos que tienden al monocromatismo, aunque por el camino el film corre el peligro de caer en el ensimismamiento. Lo mejor sin embargo viene al final, en esa brillante reescritura de los rituales y mitos religiosos del cristianismo.
70. Algol (Hans Werckmeister, 1920) - 6
Muy curiosa fábula sobre el poder con reminiscencias mefistofélicas, en la que un minero recibe el secreto para generar energía sin límite por parte de una criatura diabólica. El espíritu naif preside la función a nivel estético, en la imaginería visual, en la escenografía, pero es lógico teniendo en cuenta la antigüedad de la película. Dentro de lo básico de su planteamiento, no está nada mal cómo refleja la lógica económica de los privilegiados y los explotados, quizás también una velada denuncia de las abusivas condiciones para la rendición alemana tras la Primera Guerra Mundial, y además anticipa ciertos tics de los regímenes fascistas que no tardarían en proliferar en Europa.
71. Lady of the Lake (Haobam Paban Kumar, 2016) - 5,5
Una película muy pequeña de un director que proviene del documental, mostrando la crisis personal de un habitante de una casa fluvial en medio de una campaña del gobierno para destruir estas viviendas. El hallazgo de una pistola le lleva a un peligroso estado en el que se combina la paranoia con la sensación de poder, lo cual nos debe de hacer pensar en el paralelismo que se puede trazar con el uso de la fuerza por parte de las autoridades. Lo puesta en escena es naturalista y relativamente elegante, buscando un flujo de imágenes a las que de todas formas echo en falta más capacidad de sugerencia.
72. Le Mirage (Ahmed Bouanani, 1980) - 7
Es curioso cómo, a pesar de su fecha de producción, esta película remite a la estética de los años sesenta, su blanco y negro, el estilo visual, pero también los matices poéticos y alegóricos. Nos sitúa en algún momento indeterminado del pasado colonial marroquí, quizás los años 40, cuando un pobre hombre se encuentra varios fajos de billetes extranjeros. El film viene a incidir sobre la imposibilidad de superar la precariedad económica, ni soñando con milagros, dentro además de un contexto de opresión por parte de las fuerzas ocupantes y de ignorancia del pueblo que es aprovechada por charlatanes religiosos. Todo ello acaba creando un clima de creciente angustia existencial, y tengo la sospecha de que en la intención de su autor anida la posibilidad de trasponerlo al mundo contemporáneo, a la falta de libertad y al poder del islamismo (aunque esto sería la típica lectura hecha desde Europa).
73. On the Silver Globe (Andrezj Zulawski, 1988) - 6
La malograda (en términos de producción, ya que se trata de un film incompleto) aproximación de Zulawski a la ciencia ficción guarda coherencia con su estilo desaforado, una locura visual, tonal y dialéctica. Al mismo tiempo, depara interesantes rimas con Letters from a Dead Man, la otra película del bloque soviético que he visto de esta retrospectiva dedicada a la ciencia ficción, especialmente en lo relativo al pesimismo existencial y las formulaciones religiosas, aquí más presentes y en primer plano. La angustia por la soledad, por la ausencia de un futuro para la humanidad tal y como se la conoce planea sobre todo la historia de sucesivos astronautas que van a parar a un planeta que es un reflejo pesadillesco de la propia Tierra y en donde reciben la consideración de deidades. Entre los diversos logros narrativos, hay todo un largo bloque, quizás cercano a la hora, filmado desde el punto de vista de la cámara de uno de los astronautas (rollo La visita de Shyamalan, para entendernos), recurso que puede que no fuera pionero, pero yo no tengo constancia de nada parecido realizado con anterioridad al rodaje de esta película en los años 70. Realmente es una obra desbordada, deslumbrante por momentos e irritante en muchos otros. Saturan sus movimientos de cámara, los personajes en permanente paroxismo, la inacabable declamación. Definitivamente no es mi estilo, pero es imposible no apreciar su audacia y el talento que desprende.
74. Le Coiffeur de quartier des pauvres (Mohamed Reggab, 1982) - 5,5
El microcosmos que rodea al barbero protagonista de este film se revela opresivo en cuanto sus circunstancias le dejan fuera de la ortodoxia social. La crítica a la sociedad, a sus miserias, es clara, dejando en evidencia su capacidad para retroalimantarlas y escalar en algo peor. Para ello conforma un relato en el que cada personaje va ganando protagonismo episódicamente, que rompe la linealidad temporal con flash-backs que no siempre lo parecen en primera instancia, e incluso su coherencia temporal me pareció más que dudosa (no puedo afirmarlo porque los subtítulos eran pésimos). Tendría sentido a la hora de establecer ese círculo vicioso al cual resulta muy complicado encontrar un origen primigenio. De todas maneras la puesta en escena me gustó bastante poco, muy deslavazada, con zooms y cosas así, y en bastantes momentos peca de evidente.
75. Bright Nights (Thomas Arslan, 2017) - 5
Las deficiencias afectivas y la problemática de las relaciones familiares marcan esta película. La distante relación con el padre recientemente fallecido se refleja en la que el protagonista mantiene con su propio hijo (incluso con su novia actual y la que podemos imaginar con su mujer en el pasado), a quien se lleva de viaje a Noruega, un trayecto que se pretende reparador, en busca de la catarsis que de alguna manera rompa esa cadena de desafectos. En el imponente marco de los paisajes noruegos transcurre este camino que se abre entre la niebla emocional (por traer a colación el mejor plano de la película una secuencia rodada desde el coche adentrándose en una carretera cada vez más invisible). Prometedores ingredientes que en buena medida se malogran por unos personajes y diálogos un tanto burdos y poco inspirados. La dinámica paternofilial de desencuentros difícilmente puede estar más trillada y ser menos imaginativa, y el preciosismo visual se antoja hueco de cara a esta historia que Arslan pretende contar. En todo caso me resta una sensación similar a la que tuve con otro film de Arslan, In the Shadows, buenos propósitos que no terminan de tomar cuerpo por falta quizás de talento, y que deparan películas sosas y un tanto rutinarias.
76. Call Me by Your Name (Luca Guadagdino, 2017) - 6
El clásico proceso de maduración mediante una historia de amor de verano, en este caso una relación homosexual, con todo lo que ello supone. Es un relato sobre el reconocimiento de uno mismo, de la asunción de la propia identidad (en buena medida sexual, claro), en el que la felicidad y el dolor están íntimamente ligados. Es verdad que por momentos tira bastante de manual, aprovechando la bucólica atmósfera del estío noritaliano, pero el resultado es bastante sólido, y se crece en su tramo final.
77. El mar, la mar (Joshua Bonnetta & J.P. Sniadecki, 2017) - 7
La frontera entre México y Estados Unidos es la protagonista total de esta obra, un film que establece un marco físico grandioso, fascinante y oscuro, para acercarse al mismo tiempo a lo concreto, al detalle de la tragedia desde una aproximación oblicua en lo visual y poliédrica en lo sonoro, que sin seguir un hilo argumental tampoco cae en la pura abstracción. Hay un pudor evidente a la hora de mostrar, y el ser humano toma puntual cuerpo en escenas de carga más bien simbólica, se mantiene en la sombra o, más regularmente, se configura a través de diversos testimonios de todo tipo, de personas relacionadas en alguna manera con la frontera. Todo ello tiene un sentido evidente: el ser humano engullido por la crueldad de "the big picture", léase como el agresivo escenario natural y como la no menos agresiva política migratoria. Es en definitiva una obra que pone a prueba la capacidad de sugerencia de la imagen, de sus hermosos 16mm.
78. The Other Side of the Hope (Aki Kaurismäki, 2017) - 7,5
El maestro finés entrega la segunda parte de su supuesta trilogía portuaria con otra tragicomedia que, como en Le Havre, vuelve a incidir en el que quizás sea el mayor problema social y moral de Europa ahora mismo, la inmigración. El film sigue dos líneas narrativas hasta su convergencia, la llegada de un inmigrante sirio que busca asilo y la nueva vida que persigue un comercial de camisas al dejar a su mujer y su negocio. Es seguramente una de sus películas más y mejor cómicas, aunque la carcajada tiende a congelarse irremediablemente. Sus elementos más típicos están presentes, el hieratismo expresivo, la esencialidad de una planificación milimetrada, su capacidad para retratar y dar volumen a sus personajes cuando opta por el plano corto, la obsesión por los elementos escénicos retro, creando una sensación de irrealidad que prepara el despliegue fabulesco. Es el propio artificio el que apela al humanismo sin resultar maniqueo ni renunciar a un ápice de carga crítica.
79. Alyam, Alyam (Ahmed El Maanouni, 1978) - 6,5
Las tres películas que he visto de esta pequeña retrospectiva que la Berlinale le ha dedicado al cine marroquí coinciden en reflejar la angustia vital que se vive en la sociedad, y que en este caso se manifiesta especialmente en un sentido económico. La falta de perspectivas es lo que lleva al joven protagonista a esa obsesión por la emigración que le permita escapar del círculo de precariedad al que vive atado. Una esperanza que proyecta más incertidumbre y potencial desilusión que otra cosa. Su actividad diaria y la de sus allegados se muestra en forma documental, en una obra que respira aires etnográficos, y que sorprende por el cuidado y equilibrio de su puesta en escena, que tiende a rehuir del plano corto y de cualquier brusquedad visual, y por el exquisito tratamiento del color.
80. Le Tunnel (Curtis Bernhardt, 1933) - 6
No entiendo muy bien qué sentido tiene programar esta película en una retrospectiva dedicada a la ciencia-ficción, porque no me parece que la mera imposibilidad de construir un túnel bajo el Atlántico justifique su adscripción al género. Y es que, por lo demás, el film busca el máximo grado de realismo, y de hecho me ha recordado inevitablemente a The Sands of Kurobe de Kei Kumai, que más de tres décadas después recreaba la compleja construcción de otro túnel bajo una montaña. Si en aquella era Toshiro Mifune el ingeniero protagonista, aquí es otro icono nacional, Jean Gabin, quién asume el mismo rol. Todavía con el crack del 29 haciendo estragos, no es raro que la especulación capitalista cobre tanta importancia argumental, pero al mismo tiempo se condena la labor sindical y se terminan dando por buena la muerte de trabajadores sin el menor asomo de crítica. Es una obra resultona aunque con algún giro dramático poco afortunado.
81. Schwarzer Kies (Helmut Käutner, 1961) - 6,5
La violencia, y no necesariamente la física, preside esta incómoda película alemana, en la que todavía supuran las heridas provocadas por la Segunda Guerra Mundial. Localizada en los alrededores de una base americana, hay una evidente fricción entre los estadounidenses y la población local, derivada en buena parte del estatus económico (no es casualidad que se muestre la recurrencia de las relaciones entre estadounidenses y alemanas), pero también una soterrada herencia nazi que en cualquier momento puede emerger. Todavía bajo una fuerte influencia del cine negro, el malestar moral de los personajes les convierte en seres atrapados por su pasado. En ocasiones un poco burda, quizás también se echa de menos un poco más de concreción en su tramo final, pero no deja de ser una obra con pegada.
82. Railway Sleepers (Sompot Chidgasornpongse, 2016) - 5,5
Documental sobre el ferrocarril tailandés, se presenta en sencillas y naturalistas formas, que nos van mostrando a paisajes, pasajeros, elementos del medio. Dejando aparte un tramo final más misterioso, que incluye un testimonio imposible de alguien que parece recordar una vida pasada (aquí observamos la influencia de Weerashetakul, productor de la película) y también el retrato nocturno del ferrocarril, vaciado de presencias humanas, el resto de la película me resulta poco inspirador.
83. Colo (Teresa Villaverde, 2017) - 6,5
Villaverde se lanza a describir el proceso de destrucción y reconfiguración en formas más precarias de una familia portuguesa azotada por la crisis económica, empeño delicado dada su frágil condición de víctimas y el riesgo de caer en el patetismo y la obscenidad expositiva. Hay que reconocer que, si bien en la mayoría del metraje predomina la sutilidad, los pocos momentos en los que el film patina se hacen llamativos, como la secuencia de un pseudo-secuestro o las poquísimas veces que suena música extradiegética, un plus de solemnidad totalmente prescindible. En cualquier caso Villaverde muestra su dominio de la puesta en escena, su especial habilidad para retratar personajes en esa oscuridad hacia la que tiende la película (como hiciera en su obra magna Os mutantes), y la significación de unos planos nada gratuitos (por ejemplo esos picados a través de la ventana de la vivienda, o fantástico plano desde el exterior del edificio que ilustra la compartimentación y aislamiento de los protagonistas), a excepción precisamente del que cierra la película.
84. On the Beach at Night Alone (Hong Sang-soo, 2017) - 7
Siempre habíamos sospechado que había mucho del propio Hong en los personajes de sus ficciones, a menudo directores de cine como él. Pero en este caso la evidencia es abrumadora, ya que las coincidencias con su historia personal, con la tan cacareada relación extramatrimonial con la actriz Kim Min-hee, son cristalinas, y me lleva a pensar en los Garrel, Malmros o Brisseau, que exorcizaron muchos de sus demonios biográficos en la gran pantalla. Aquí el protagonismo lo asume la musa actual del director, que encarna a su propio trasunto, una actriz que intenta rehacer su vida después de mantener una relación con un director de cine. El típico juego de repeticiones y variaciones que suele afrontar Hong está aquí mucho más matizado y proporciona menos diversión, pero quizás se trata de una de sus obras más sentidas y desnudas, sin que por todo ello renuncie al soju, a las broncas, a los personajes vanidosos, a los planos largos y fijos, al zoom, y a la mayoría de los gestos reconocibles de su cine.
85. The Last Witness (Lee Doo-yong, 1980) - 6,5
En cierto sentido la visión de un presente oscuro y desesperanzado que transmite Lee en este film opera de similar manera a la que propone Käutner en Schwarzer Kies, como la herencia de un conflicto bélico cuya inevitable brutalidad ha dejado heridas abiertas que no se pueden restañar, y de resultas la pretendida búsqueda de justicia resulta más quimérica que otra cosa, porque al final nadie es del todo inocente. Más cercano al thriller que al noir (del que era más deudora la alemana), la investigación que se deriva de unos asesinatos se extiende durante dos horas y media de narración imparable, a base de un estilo rugoso, con una sólida utilización del formato panorámico, y que a veces cae en el gesto naif visto hoy en día, para diversión de la concurrencia. Pero nadie se reía tras la finalización del film, cuya culminación es como un puñetazo en el estómago nada gratuito.
86. World on a Wire (Rainer Werner Fassbinder, 1973) - 6
Fassbinder aborda la ciencia-ficción en esta miniserie con un relato existencialista que presenta mundos virtuales en plan Matrix. El programador de un universo virtual toma consciencia de que él está viviendo a su vez en otro. Con su estética recargada y artificiosa, tan pertinente en este caso, la puesta en escena de Fassbinder incide llamativamente en la utilización de espejos así como de movimientos circulares, trasladando a la imagen los mundos especulares y la condición de creación artificial que se dan cita en la historia. Así todo, la película se hace un poco redundante en muchos momentos.
87. The Lost City of Z (James Gray, 2016) - 6
Me he llevado una decepción con la última película de Gray. Su narración de la obsesiva búsqueda por parte de un oficial británico de una ciudad perdida en la Amazonia me ha parecido lo más convencional que ha hecho en lo que he visto de su carrera. Ya me lo parece desde las tomas aéreas de la secuencia de caza que abre el film, y alcanza su punto culminante en esa escena tumultuosa en la Royal Geographical Society, que sin ser ridícula, sí que me parece demasiado condescendiente para con el espectador. Ese conflicto entre vocación y deber familiar que anida en la historia creo que tiene poco interés intrínseco tal y como se plantea, y para ser una obra sobre exploradores le encuentro muy poco misterio y capacidad de fascinación. Es un film pulcramente servido, pero ni siquiera atesora el suficiente grado de estilización para compensar sus otras carencias, a pesar de algunos planos ciertamente brillantes (el último de todos, sin ir más lejos).
88. From a Year of Non-Events (Ann Carolin Renninger & René Frölke, 2017) - 6
Personalmente los formatos de 8 y 16 milímetros me producen una fascinación especial, más ahora en la era digital, quizás porque transmiten fragilidad y una sensación de embalsamamiento temporal. Es parte del atractivo de este documental, y de su razón de ser. Durante un año la pareja de directores se dedicó a grabar a un entrañable anciano nonagenario en toda la intrascendencia de su existencia diaria, sus amigos, su gato, su casa, su jardín, su hábitat en definitiva. La presencia/ausencia de imagen y sonido, montados en fragmentos más bien breves, da mucha libertad narrativa al film, que se demora y se diluye temporalmente en escenas vacías de personajes, en las que el contexto toma el primer plano.
89. La guerra de los mundos (Byron Haskin, 1953) - 6
La adaptación de la célebre novela de H.G. Wells tiene el encanto de una serie B con un acabado técnico más que razonable para los estándares de la época. También muestra una evidente vertiente religiosa que ignoro si se encuentra en el texto original, pero encaja con naturalidad en el contexto social. Sólida narración, muy medidas dosis de humor en el tramo inicial (lo mejor para mi gusto), y la inevitable crítica a nuestra sociedad en el tramo de la huida de Los Ángeles.
90. Canoa (Felipe Casals, 1976) - 5,5
Clásico ejemplo de película basada en hechos reales, seguramente honesta, sin duda necesaria (peligroso adjetivo que suele tapar carencias), pero cuyo enfoque malogra de antemano buena parte de sus virtudes. El film recrea el salvaje linchamiento que sufrieron cinco trabajadores de la universidad que iban de montañismo, incitado por un sórdido cura de pueblo en cruzada contra el anarquismo y el comunismo, secundado por una cohorte de fanáticos correligionarios. El problema es obvio, porque todo está tan claro y meridiano, la crítica, la ignorancia y el rencor, la inocencia de las víctimas, la corrupción del poder, que el resultado termina siendo maniqueo aunque se ajuste a la realidad. Y eso a pesar de que se busca un enfoque periodístico dentro de una narración no lineal, de alguna manera a modo de reconstrucción de los hechos, de que atesora alguna escena realmente buena (en especial la que monta en paralelo las procesiones mortuoria y militar, que se terminan cruzando en el mejor plano del film), y de que la dirección es muy sólida, con secuencias de masas filmadas con gran sensación de veracidad.
Un saludo.
Última edición por
Genjuro el 05 Mar 2017, 01:48, editado 2 veces en total.
