por Genjuro »
25 Feb 2017, 11:19
91. The Love Witch (Anna Biller, 2016) - 5,5
Una obra de espíritu camp sobre una despampanante bruja en busca de amor, para lo cual utiliza sortilegios que hacen perder la voluntad a los hombres. Es muy curioso cómo juega con los estereotipos y los roles del machismo, que la protagonista abraza hasta el paroxismo para terminar dándoles la vuelta convertida en femme fatale. Escenografía retro, naif, colorista, actuaciones artificiosas, en una puesta en escena deliberadamente cutre, le dan a la película el encanto de un juguete démodé y un poco gamberro, pero no mucho más en mi opinión.
92. Tres mujeres (Robert Altman, 1977) - 6,5
Las neurosis, los roles sociales, la identidad, están en el centro de este film extrañado, como tantos otros, de Altman. Millie necesita hablar compulsivamente, generalmente de sí misma, y ser el centro de una atención que casi nadie le presta, excepto Pinky, que tiene fijación con ella y actúa como una niña, mientras Willie sólo parece expresarse a través de unas misteriosas pinturas nada candorosas. El film muestra una evidente desconexión social entre muchos de los personajes, su incomunicación, pero a la vez la necesidad de relacionarse. Alcanza su mayor interés en el juego de roles e identidades que establece a raíz de unos eventos traumáticos, pero también es verdad que los personajes son quizás caricaturescos en exceso. Mientras tanto la cámara recorre la escena en frecuentes panorámicas que, además de crear un flujo narrativo, también genera desasosiego, con las pinturas de Willie como presencia habitual y amenazante, quizás la expresión desatada de las emociones reprimidas de los personajes.
93. El baile de los malditos (Edward Dmytryk, 1958) - 6,5
Un ambicioso film bélico que traza de manera paralela el periplo vital de tres soldados, uno alemán y dos norteamericanos, tres personas "normales" para quienes supone un choque con sus convicciones o maneras de ser, bien la guerra en sí, bien aspectos de la misma. Una obra que amenaza ser antimilitarista por momentos, pero estamos en el Hollywood de los años 50 y por supuesto en el ejército del Tío Sam no se toleran abusos. En todo caso el film evita los personajes de una pieza aunque luego su desarrollo caiga en algunos tópicos.
94. Moonlight (Barry Jenkins, 2016) - 7
Tres cortes en momentos trascendentales de la vida de un joven negro de Miami, coincidentes con la niñez, adolescencia y primera madurez, que nos muestran una trayectoria determinada por el agresivo contexto socioeconómico en el que ha crecido. Pero lo que parece apuntar a drama social de marginación gangsta se convierte en otra cosa muy diferente, en una historia de emociones, un romance tratado con una enorme delicadeza que contrasta en el ambiente en el que se mueven los personajes. Es un film en el que los silencios cobran importancia, también producto del carácter taciturno del protagonista, y que procura mantener la violencia verbal y física en los límites de lo estrictamente necesario. De hecho Jenkins apuesta por la estilización para descargar el drama a través de una puesta en escena que tiende sutilmente hacia la subjetividad del punto de vista de su protagonista.
95. Menschen untereinander (Gerhard Lamprecht, 1926) - 7
El microcosmos de una comunidad de vecinos sirve para múltiples historias de amor y desamor, nobleza y mezquindad, que se entrelazan y alternan con perfecta armonía y sentido del ritmo. Sin alharacas estéticas pero con un muy sólido trabajo de puesta en escena, Lamprecht erige un film capaz de dar volumen y densidad a la mayoría de los personajes que lo pueblan, a conectarnos emocionalmente con ellos, lo cual no es fácil con una estructura que puede tender a la dispersión. Y en parte es gracias a su excelente dirección de actores, que dentro de una elegancia predominante, dan el punto justo de gestualidad y dramatización.
96. Voces de muerte (Anatole Litvak, 1948) - 7
No hay un personaje incólume en esta película, bañada en las tinieblas morales propias del noir, y mucho menos en la pareja protagonista, la rica heredera con una patológica (y física) necesidad de ordenar y el arribista insatisfecho que se convierte en su marido. A través de varias llamadas telefónicas (lo peculiar) reconstruimos su historia en múltiples flash-backs (lo típico) que no siempre son cronológicos. La estructura, aunque un poco artificiosa por momentos, proporciona un cescendo dramático de lo más efectivo con una excelente utilización del punto de vista. De hecho son llamativos los dos virtuosos planos que rompen de alguna manera el rigor de ese punto de vista, que se desplazan misteriosos por la casa en la que vive recluida y atemorizada la protagonista, una Barbara Stanwyck puntualmente al borde de la sobreactuación, pero difícilmente más apropiada para ese papel.
Un saludo.