Tengo cuatro menciones en la última página, y otras cuantas por contestar que habré ido dejando pasar a lo largo de estas semanas en la que la actividad política se ha vuelto a trasladar tras la propuesta de Ciudadanos; por no eternizar el debate con respecto a un tema en el que parecemos andar en círculos varios días, si que me gustaría hacer un par de apuntes para acabar. Supongo que se espera tocho, así que mil perdones. PD: Muy interesante y didáctico el post de AMC, como siempre, por cierto.
Existen, diría que dos debates nucleares, a la hora de tratar las sucesiones (ya adelanto que me centro en ello, y no tanto en donaciones). En primer lugar, respondiendo al Estado que queremos, y a la función que esperamos que nos ofrezcan las instituciones, y en segundo lugar, por el componente erótico que tiene la herencia para buena parte de las escuelas políticas. Me explico. La herencia es el medio más sencillo que ha tenido la riqueza de trasladarse por los siglos de los siglos, entre una gran minoría de privilegiados, generando sectores de la población profundamente rentistas en entornos crueles, fruto de una relación profundamente injusta que tenía reflejo en la sociedad. Entre todas las formas de hacer riqueza, estaremos de acuerdo que la que responde al azar es la menos digerible. Para la izquierda, por tanto, del mismo modo que para las primeras tradiciones liberales, la herencia ha sido siempre un elemento a tratar con cierta agresividad moral, por el peligro que encarna su rienda suelta. En consecuencia, más que un asunto puramente recaudatorio (luego me explayo), es más bien una forma de trabar una situación profundamente injusta: que yo sea rico porque mi padre lo sea. O en otras palabras, es el símbolo de lo que una sociedad justa debería ser, en la que los ricos lo sean por sus capacidades y su esfuerzo, y no por el esfuerzo ajeno. ¿Por qué? Porque nuestras sociedades modernas se han alzado de la mano de un valor categórico: la igualdad de oportunidades. Los Estados de Bienestar, de hecho, se sostienen en parte, del mismo modo que el propio capitalismo, en base a tal mito. El mito de que, si trabajas, e independientemente de donde provengas, puedes ascender socialmente. Por ello, y no por otra cosa, nos es tan doloroso, en mi opinión, el caso de Amancio Ortega: porque supone una aguja en un pajar que sirve para justificar un entramado profundamente injusto, aún a sabiendas de que no deja de ser exáctamente eso, una excepción. El simbolismo, por otro lado, del hijo del obrero que llega a la universidad, se forma, trabaja en un sector productivo, y acaba abandonando el pueblo para terminar jubilándose en una casa de campo, dotando de unas condiciones de vida mucho más óptimas a sus hijos, constituye, en cierto modo, otro mito, sustentado por el ascensor social y la igualdad de oportunidades. Todos debemos creer en que nuestro trabajo va a servir para algo, para progresar y vivir mejor, y que van a ser nuestras capacidades, y no el enchufismo o el origen, lo que va a marcar nuestro futuro. En ello, a priori, podríamos hablar de un equilibrio entre todas las familias políticas, por la dificultad de justificar un Estado en el que un niño nazca pobre, y por motivos que le sobrepasan, muera pobre. Y sin embargo, sucede. Sucede y con mucha más frecuencia de lo que nos gustaría. ¿Es aceptable que tu origen determine tu vida? No, no lo es. Como tampoco es aceptable vivir en un país con semejante nivel de pobreza infantil (que es el primer efecto inmediato de tal desigualdad), por ejemplo. ¿Cómo se combaten estos fenómenos? Con gasto social, y una transformación profunda de lo que es nuestro modelo de bienestar, tan dolorosemente protector con los pudientes.
Aparcando por un segundo este debate, vamos a abordar el de la trasmisión de la riqueza, y su acumulación. Para empezar, un dato: en España el 58% de nuestros ricos lo son por, básicamente, su padre. Paralelamente, encontramos que la tendencia en materia de sucesiones, al menos en Europa, pinta fea y es alcista. Pero no sólo eso, en los 80 la diferencia en países OCDE de ricos/pobres era 7 a 1, y estamos ya casi en el 10 a 1. La tendencia es fea, en general, y bordea varios campos. (
http://www.keepeek.com/Digital-Asset-Ma ... iaM8#page1)
¿Qué fenómeno viene aparejado al mismo? Desigualdad en ahorro. La desigualdad en ahorro se expresa en desigualdad de riqueza patrimonial, entre otras cosas, que lógicamente repercute en la igualdad de oportunidades. Vamos a ver cómo ahorran hoy, y cual es la tendencia, ricos y pobres.
Vale, esto es de cajón, pero por si había alguna duda. Los ricos pueden ahorrar mucho más que los pobres, y obtienen mucho más retorno de ese ahorro (por cierto, rendimiento del 2% de vivienda, 3.5% en actividad económica y activos financieros, vinculados a quienes sabemos, un 9%), lo cual favorece que nos estemos metiendo en un lío a medio/largo plazo. En un país que, y es bueno repetirlo frente a los mantras crueles, los que peor han salido parado de esta década no han sido las clases medias, por más que pataleen y abrumen la agenda pública en todos los temas de debate, han sido los más débiles. Es a ellos a quién no podemos dejar caer: una desigualdad por abajo es especialmente cruel, y por ahí viene nuestro desajuste (y no en tener ricos demasiado ricos). Todavía no he visto estudio serio, por cierto, que sostenga el agravio del impuesto sobre las clases medias, más en un impuesto ampliamente eludido (SÓLO PAGA EL 7!), y dónde, al menos lo que tenemos vía GESTHA, es que son los más ricos los que se beneficiarían de su supresión. Por mi parte, al menos, lo tengo que dejar en duda, a falta de evidencia en una u otra dirección. Por cierto, leyendo un poco en profundidad: un tío que hereda en España 800K se convierte automáticamente en parte del 10% más rico de España. Como digo, lo de la clase media, con muchas pinzas. Aquí, por cierto, cómo repartimos riqueza (que no renta). Y en todo caso, hablaríamos de un problema de liquidez, no de necesidad, solucionable con formulas de aplazamiento.
Llegados a este punto, volvemos al primer debate que tenemos, y abro otra pregunta. Que el impuesto de sucesiones no es la única vía, pese al simbolismo que suponga, evidentemente. Ahora, ¿pretendemos compensar con otras acciones por parte del Estado? ¿Alguien cree que el mercado es un elemento útil para cortar trasmisión de pobreza o desigualdades a niveles medianamente aceptables? ¿Alguien cree que la pobreza infantil no se combate de manera extraordinaria desde el Estado ofreciendo transferencias, guarderias gratuitas? ¿Podemos tirar la moneda en el aire y esperar que este tipo de problemas se solucionen por arte de magia e inercia? En caso negativo: ¿cómo compensamos los 3 mil millones de euros que dejamos de ganar vía sucesiones, en un país con unos ingresos fiscales de broma? ¿Vamos a seguir dejando caer los ingresos? Y en caso afirmativo, ¿cómo cojones vamos a pagar las inversiones en educación, políticas activas, predistribución, redistribución, I+D, a la vez que financiamos traslados hacia sociedades cada vez más envejecidas y necesitadas de reformas ecológicas? ¿Alguien puede explicarme cómo se sostiene un Estado de Bienestar, que es ya el hazmerreir de la academia, con menos ingresos? Y, en caso de creer que esto va de seguir dejando caer los ingresos, que alguien me explique como abordamos según qué problemas sin un pvto duro.
En definitiva: es Sucesiones, por su simbolismo (por la necesidad de, al menos, percibir que los ricos también pagan, y que tu mala suerte inicial se compensa) y su utilidad para frenar tendencias que cada día están mas presentes, como la desigualdad de ahorro y el peso de las herencias, pero el debate es de fondo. El debate es si queremos instituciones potentes e inclusivas, como en la mayor parte del primer mundo, o queremos obviar fenómenos como la igualdad de oportunidades. Se podría llegar a combatir sin Sucesiones, pero hay que complementarlo, y no hablar de, tan alegremente, renunciar a 3 mil millones en este tipo de contextos, cuando tenemos además un problema en la desigualdad -y de ingresos fiscales- que clama al cielo. Es si queremos mejorar, para limar (a favor de mínimo estatal, al menos, por cierto, dudo en armonización total; me choca ahí descentralización y dumping
) y limitar sus disfunciones, este impuesto, para complementarlo con otras muchas medidas que ayuden a que el contexto económico de tu padre no limite tu crecimiento, o si queremos obviar la igualdad de oportunidades y tirarnos la manta a la cabeza. El debate es si queremos profundizar en la demagogia antiimpuestos y tirar por el qué hay de lo mío, demonizando toda acción fiscal, o queremos estabilidad y compromiso contra la desigualdad, por ejemplo.
Al hilo de ello, por cierto, existe un índice (vaya días para colgarlo, dicho sea de paso;
https://www.oxfamintermon.org/es/docume ... ualdad-cri)
, de Intermon, que mide el compromiso de cada gobierno a la hora de combatir la desigualdad (gasto social, sistemas tributarios progresivos..). Bien, España, entre los países ricos, está en el número 26, entre Argentina y Hungría, y por debajo de Alemania, Francia, Italia, Grecia, Portugal, Bélgica, Suecia, Dinamarca, Noruega, Luxemburgo, Canadá o incluso Reino Unido, países todos ellos tercermundistas. A ver si nos concienciamos un pelín.
Impuestos para favorecer el ascensor social y mantener el Estado de Bienestar, y reformas para que se realice de la manera más neutra posible, sin perder de vista el objetivo: cohesión social, progreso y desarrollo. Sin lo primero, difícilmente vendrá lo demás.
Y vaya coñazo os he dado, lo siento.