La izquierda (y este es el principal motivo de mi desapego a los partidos de izquierdas de este país, arrancando por """Unidas Podemos""") ha claudicado a la lucha de clases y se ha embarcado en una estúpida espiral de victimismo e identidades que nada aportan, ¿sirve de algo hacer oficial el bable? ¿tiene aplicación directa en la vida de los trabajadores los observatorios de género que como setas tras una lluvia otoñal han surgido por todo el país? Por cada medida que mejora la calidad de vida de los de abajo como la subida del SMI te plantan 20.000 estupideces más y encima contradictorias como por ejemplo permitir que entre calaña y escoria de todo el mundo bajo el manto de los refugees welcome o que se les permita actividades ilegales a plena luz del día con el top manta. Y aquí no pasa nada.Pete_Townshend escribió:He estado echando un vistazo a la entrevista a Daniel Bernabé que ha puesto Hay_Sinla en el hilo de Podemos.
Muy interesante, os la recomiendo.
También muy interesante la sinopsis de su libro "La trampa de la diversidad".
La trampa de la diversidad
Cómo el neoliberalismo fragmentó la identidad de la clase trabajadora
de Daniel Bernabé (Escritor)
Un llamamiento a la unidad frente a la fragmentación promovida por el actual activismo
«Llegaron a España las guerras culturales, conflictos en torno a derechos civiles y representación de colectivos que situaban lo problemático no en lo económico o lo laboral y mucho menos en lo estructural, sino en campos meramente simbólicos. El matrimonio homosexual, la memoria histórica, el lenguaje de género o la educación para la ciudadanía empezaron a copar portadas de los medios y a crear polémica.
¿Estamos afirmando que los ejemplos mencionados carecen de importancia? En absoluto. Es importante que un grupo social pueda tener los mismos derechos civiles que el resto o reconocer desde las instituciones nuestra historia y la dignidad de los republicanos olvidados. Lo que decimos es que estos conflictos culturales tenían un valor simbólico en tanto que permitían a un gobierno que hacía políticas de derechas en lo económico validar frente a sus votantes su carácter progresista al embarcarse en estas cuestiones.»
Extraña paradoja la que plantea este libro: ¿son los sistemas de privilegios, opresiones y revisiones una forma efectiva de enfrentarse a la desigualdad?; ¿dónde quedó, entonces, el conflicto capital-trabajo? Sin embargo, debemos dar una respuesta urgente a estas preguntas, si no queremos que la fuerza de lo colectivo se acabe diluyendo en el irremediable individualismo de lo identitario.
En un mundo donde lo ideológico se ha convertido en una coartada para afirmar nuestra personalidad aislada, el activismo se esfuerza en buscar las palabras adecuadas para marcar la diversidad, creando un entorno respetuoso con nuestras diferencias mientras el sistema nos arroja por la borda de la Historia. Ya no se busca un gran relato que una a personas diferentes en un objetivo común, sino exagerar nuestras especificidades para colmar la angustia de un presente sin identidad de clase.
Ha llegado el momento de tener unas palabras con la trampa de la diversidad…
Supongo que algún día saldrá una izquierda patria digna de tal nombre.