por Gamez »
29 Ene 2024, 11:34
Empiezo aclarando que pongo problema entre comillas porque no es que realmente lo sean, pero también es cierto que hay algo en estas actuaciones individuales que no acaba de cuadrar.
En estos días, junto con las explosiones anotadoras vienen en el pack las críticas a la NBA actual, que si un circo, que si nadie defiende, que si así cualquiera... evidentemente son gilipolleces, no todas las opiniones son respetables, y cualquiera con medio dedo de frente sabe que hay que ser buenísimo para ser un jugador profesional, increíblemente bueno para llegar a la NBA (con el papel que sea), una jodida locura para tener un papel estelar en la NBA, y directamente la hostia en verso para hacer historia en la NBA. Una vez leí un tweet buenísimo, son pocos pero los hay, que decía que el problema de las redes sociales es que da igual cuál sea tu postura sobre un tema, siempre hay un ejército de idiotas defendiendo tu misma postura, solo que por las razones equivocadas, claro. Y aquí estamos, intentando explicar que este tipo de actuaciones no me acaban de dejar un buen sabor de boca sin que se me confunda con alguno de los de "así cualquiera" y "esto antes no pasaba".
En mi época de coleccionista de partidos, antes de que todos estuvieran disponibles para ver de inmediato y la cosa perdiera su gracia, había muchos partidos míticos que uno se moría por ver, porque antes pensábamos que nunca íbamos a tener esa oportunidad, y entre estos partidos había una categoría que era la de explosiones anotadoras, en realidad grandes actuaciones pero diría que el 90% se refería a la anotación. Pues esos partidos casi siempre me han dejado un regusto amargo, o bien porque las expectativas probablemente eran irreales (si ver a fulanito meter 40 fue una pasada, verle meter 60 debe ser increíble), o bien porque veías que se trataba de algo artificial, o bien porque había algo que no acababa de cuadrarte sin saber muy bien porqué. Por eso digo que este "problema" es atemporal, la misma sensación que cualquiera pueda tener viendo a Doncic, se repite con Bird, con Dominique, con McGrady, Iverson, Kobe o David Thompson.
Vamos a despachar primero la segunda categoría, las actuaciones artificiales. Estas efectivamente son lamentables, pero no todas las explosiones anotadoras entran en esta categoría. Seguro que pasó por mis manos el partido en el que Robinson se lleva el título de máximo anotador con 71 puntos, pero conociendo lo que pasó nunca llegué a verlo, uno que si me tocó ver porque yo estaba tan tranquilo siguiendo a mis Celtics fueron los 70 de Booker en el Garden, la mayor vergüenza que haya podido verse en una cancha de baloncesto, Ricky Davis mediante. Esos efectivamente sí son una mierda, un circo, pero diría que el 99% de los aficionados los rechaza, lo que no vale es arrimar el ascua a nuestra sardina y pretender que todas las grandes anotaciones sean así. Eso es falso. En cualquier caso no es algo propio sólo de la época actual.
Yo soy una locaza de Larry Bird, que para mí es el mejor, y un ochentero de pro, pero al famosísimo partido de los 60 puntos contra los Hawks no es que le tenga especial aprecio. Aquí podemos hablar de las otras dos categorías: de las expectativas y el mal sabor de boca. Si ver a Larry Bird anotar 40 es una delicia aquello debió ser para morirse, y no, o bueno quizá un poco de aburrimiento, porque Bird como otros históricos siempre es capaz de anotar pero lo que hace que llegue a 60 o "se quede" en 40 no es su capacidad, ni siquiera su rendimiento, es el contexto. Si el partido es realmente bueno, y hay buenas actuaciones tanto en su bando como en el contrario, los números no son tan altos pero el producto final (el partido) es mucho mejor y todos sus puntos "son de verdad". Pero si el partido se desequilibra y el protagonista empieza a forzar, la actuación pierde puntos (no pun intended). Se supone que las estadísticas son el rastro que deja el juego, y por tanto, las buenas estadísticas deben ser la consecuencia del buen juego, el problema es que puedes centrarte en las estadísticas que pasan a ser el objetivo en lugar de la consecuencia, y es ahí donde notas que algo no cuadra y te deja mal sabor de boca. Se supone que los 10.000 pasos son el indicador de una jornada activa, pero claro, también puedes dar 10.000 pasos en tu habitación dando vueltas como un gilipollas, evidentemente aunque la estadística sea la misma la realidad que la provoca no lo es.
Yo creo que este tipo de actuaciones casi nunca empiezan de forma deliberada, pero llega un momento en el que se pone a tiro una cifra histórica y la atención se desplaza a la estadística en lugar de centrarse en el juego que debe provocarla, es ahí cuando notas que sí, que muy bien, pero algo no cuadra. Además para que esa situación pueda forzarse hace falta un desequilibrio, o bien individual o bien colectivo, y ver una gran actuación es muy llamativo, pero cuando hay réplica en el bando contrario, entonces el partido pasa a otro nivel. Sin salir de Larry Bird, se pueden poner bastantes ejemplos, pero por poner uno, a pocos meses de los JJOO del 92 cuando Bird se movía sólo ligeramente mejor que un cadáver deja probablemente su última gran actuación contra los Blazers (su víctima favorita), no llega a 60 pero sí que anota mucho, pero es que el partido en general es tremendo y en el otro bando Drexler sale ovacionado del Garden. El sabor de boca que te deja este partido no tiene nada que ver con el de los 60 puntos.
En definitiva, no todo es un circo (de hecho casi nunca lo es), ni mucho menos es algo de ahora, pero sí es cierto que hay algo en esas actuaciones, tratándose de un deporte colectivo, que no acaba de cuadrar.