Tango tenía diez años y un tumor que se había hecho enorme. Antes había muerto Bubú, un chucho negro con la barriga y los pies blancos. Tenía 15 años, estaba ciego y sordo y lo atropelló un coche.Hay_sinla escribió:Hoy ha muerto Tango, mi perro, un labrador.
Sospecho que sí. Antonio Serrano Hurtado se casó con una hermana de mi tatarabuelo Juan (Vasco Abío), Juan Serrano Hurtado se casó con una hermana de la mujer de mi tatarabuelo Juan, es decir, de mi tatarabuela María (Ortega Campos) Eusebia Serrano Hurtado, casada con un Abío, fue la madrina de bautismo en 1853 de mi bisabuela Eusebia Vasco Ortega.Hay_sinla escribió:Y de Eusebia Serrano Hurtado, que se casó con un Abío y fue la madrina de bautismo de mi bisabuela Eusebia.Hay_sinla escribió:¿El Juan Serrano Hurtado que se casó con Antonia María Ortega Campos, prima de mi bisabuela Eusebia Basco Ortega; era hermano de Antonio Serrano Hurtado, que se casó con Ramona Basco Abío, tía de mi bisabuela? Los primeros tuvieron una hija en 1860; los segundos, una en 1849 y otra en 1856.
Acabo de enterarme de que se ha muerto mi amigo Salva. Que ayer o anteayer se lo encontraron muerto en su casa. Tenía 56 años.Hay_sinla escribió:Hay_sinla escribió:¿Ya no existen las paredes negras, esa costumbre de alquitranar los muros exteriores de una casa, no sé bien con qué fin, supongo que el de aislar?
No encontré ninguna foto en internet. Seguro que mi madre tiene alguna por ahí, si la encuentra, la escaneo y la pongo. Tengo el recuerdo de una pared entera de una casa, creo que la mía, totalmente negra, alquitranada. Entonces, cuando todavía vivíamos en Siles, nuestra casa estaba sola, todavía no se habían construido ni la casa de la derecha ni la de la izquierda porque el que compró los terrenos de abajo (la calle, como prácticamente todas las del pueblo es en cuesta), el mejor amigo de mi padre, el de más antiguo, su amigo desde la infancia y ahora el único que sigue vivo, aunque en muy malas condiciones, era el único que todavía estaba soltero y no se construyó la casa hasta años más tarde, cuando se casó.
Y en los terrenos de arriba, los otros amigos que le habían cedido algo de terreno a mi padre, eran dos hermanos y sólo se había construido la casa el que se había quedado con la mitad más alejada de mi casa.
Así que mi casa tenía a cada lado un descampado, delante la calle y unos huertos, detrás, más huertos. Al otro lado del descampado de abajo estaba la casa de mi amigo inseparable de la infancia, con el que iba al colegio, en la punta de arriba del pueblo (yo vivía en lo que entonces era la punta de abajo) En su casa (después he sabido que la casa era del amigo de mi padre, pero la alquilaba) veía yo los dibujos animados del gato Félix, cuando todavía no tenía tele. Mi madre me cuenta que decidió ahorrar para comprar una tele el día que yo llegué diciendo que me había peleado con mi amigo Salva y no me dejaba ver la tele en su casa.
Por lo visto solíamos llegar tarde al colegio, porque las mujeres decían que nos veían por esas calles, camino del colegio, a horas en que ya deberíamos estar allí. También recuerdo que, de camino al colegio, (aviso que ésta es una historia asquerosa que yo utilizaba para obligar a mi amigo Ricardo a darme de su bocata de chorizo frito) mi amigo tenía problemas para controlar su esfínter y se cagaba encima cada día y cuando él lo hacía, yo vomitaba. Hasta los ocho o nueve años la más mínima cosa me hacía vomitar.
Al otro lado del descampado de arriba, en las dos casas que había, vivían dos niños mayores que yo, con los que solía estar jugando en la calle, con ellos estaba en el coche que se desmandó. Para mí eran "el malo y el bueno", el que solía hacerme gamberradas y el que solía defenderme, que era mi ídolo, Juanvi y Antoñito. A los dos los vi y saludé este verano, después de muchos años. Especialmente con Antoñito, "el bueno", nos dimos un abrazo muy sentido.
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