EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA
La vida al margen del deporte (la hay)

Soy-yoS
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Soy-yoS » 17 May 2012, 11:45

Ay, las tardes de aventuras que me eche yo con Drizzt Do'Urden y sus intrigas familiares en la infraoscuridad! HAsta me llegue a crear un personaje en el NWN con las mismas armas. Eso si, aunque a veces me dan ganas de volver a leerlos me aguanto por eso mismo que estais hablando ahora de envejecer...

No se si se ha hablado por aqui, pero que opinais de los libros del amigo Patrick Rothfuss?
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jraga
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por jraga » 17 May 2012, 12:01

Yo os recomiendo a Brandon Sanderson, quizás a sus obras les falta algo de mala leche ( es lo que tiene que el tío sea mormón ) pero en originalidad y buenas historias el tío es TOP

pauvm
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por pauvm » 17 May 2012, 12:56

Para mala leche Moorcock, a eso no le gana nadie xD xD

Ray Drecker
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Ray Drecker » 31 Dic 2012, 12:09

Subo el post a ver si alguno recomienda algo. Sería interesante una lista, la verdad.

Ahora mismo leo El Temor de un Hombre Sabio, la saga me tiene fascinado, son las novelas de las cuales me gustaría ser autor.

pauvm
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por pauvm » 31 Dic 2012, 13:52

Ha salido la Compañía negra en edición omnibus de Glen Cook por 30 euros los tres primeros libros.

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Baerd
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Baerd » 31 Dic 2012, 14:17

Han cambiado los errores ortográficos que tenían?
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pauvm
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por pauvm » 31 Dic 2012, 14:26

Baerd escribió:Han cambiado los errores ortográficos que tenían?


Ni idea, aún no la he comprado. Simplemente sé que ha salido. Aún así, viendo como va el mercado en general de la literatura en castellano lo raro es que no tengan algún añadido más xD

Hay_sinla
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hay_sinla » 01 Ene 2013, 23:25

Tzvetan Todorov y la literatura fantástica
Paolo Fava
27 de junio de 2008 | 00:09
A Todorov se le reconoce como gran aportación a la Teoría de la Literatura su Introducción a la literatura fantástica de 1970, quizás porque es es la obra que mejor condensa en un brevísimo espacio las ideas para llegar a definir lo que es el fantástico literario. Para empezar, Todorov descarta que la literatura fantástica sea un género, por mucho que lo utilicemos como tal. El fantástico se puede manifestar en cualquier tipo de obra y ocurre cuando el lector es incapaz de descartar completamente lo inverosímil. Esta es su definición:

La ambigüedad se mantiene hasta el final de la aventura: ¿Realidad o sueño? ¿Verdad o ilusión? De este modo nos vemos arrastrados al corazón de lo fantástico. El fantástico ocupa el tiempo de esta incertitumbre. Desde el momento que escogemos una o la otra, abandonamos lo fantástico para entrar en un género vecino, lo extraño o lo maravilloso. El fantástico es la duda experimentada por un ser que sólo conoce las leyes naturales, frente a un acontecimiento aparentemente sobrenatural.

Lo fantástico es según Todorov un espacio en equilibrio entre lo extraño, pero realista, y lo maravilloso. Los crímenes de la calle Morgue de Edgar Allan Poe están el ámbito de lo extraño. Por truculentas que sean las soluciones a las que llega el agudo Auguste Dupin, todas entran dentro de lo excepcional pero posible. El extraño caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde es completamente maravilloso, por el contrario, ya que todo gira entorno a un fórmula alquímica y por ende mágica. Pero leamos La caída de la casa de Usher y busquémosle una explicación. ¿Accidente fortuito o vengativo regreso de la muerte? La técnica del relato atrapa al lector en una duda sin resolver y lo sumerge en el reino nebuloso de lo fantástico.

Sucede por lo tanto que nos topemos con lo fantástico con mayor frecuencia de lo esperado, incluso bajo el sol del realismo puntilloso. Un ejemplo que suelo poner es el de Robinson Crusoe, novela escrupulosamente apegada a la verosimilitud. Sin embargo en un momento Robinson, que se cree solo en la isla, encuentra una huella de un pie en la playa. Su angustia, como la del lector, es la imaginable. Posteriormente descubrimos que los caníbales visitan la isla e inferimos que la huella ha podido ser dejada por ellos. ¿Pero cómo llegaron para marcar un rastro que ni empieza ni acaba, que simplemente está allí? No hay solución a este misterio, tan arraigado en el imaginario de los lectores que H.G. Wells lo recuperará en El hombre invisible.

Lo fantástico impregna la literatura de la misma manera que lo hace con la vida cotidiana. El cerebro más frío y positivista no llega a resignarse a que el mundo sea un caos dividido entre lo que podemos conocer y lo que no. Porque lo que desconocemos es inmenso, desconfiamos de las coincidencias (haberlas haylas, pero ¿quién me asegura que son desinteresadas?) y la imaginación de correlaciones fantásticas funciona tanto como intoxicación como consuelo. Vivir también es caminar por un territorio fronterizo entre conocimento y creencia. Quizás por eso encontramos tan estimulante la tensión y la precariedad que nos induce el fantástico literario.

En Papel en Blanco | Todorov, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales
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Orger
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por Orger » 21 Ene 2013, 19:00

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Corsus escribió:Imagen

No sé si se ha comentado -es la primera vez que entro en el hilo y lo he mirado un poco por encima- pero Príncipe de Nada HAY que leerla. R.Scott Bakker no lo pone nada fácil (según él mismo declaró escribe pensando en que "el lector de fantástico busca un desafío intelectual"), por la importancia y el volumen del contenido de carácter filosófico, la escasa compasión hacia el lector novel (que entra de lleno y sin pistas una historia,literalmente, de proporciones apocalípticas en un mundo hiperdetallado con una cronología de alcance bimilenario ídem) y la total carencia de inhibiciones a la hora de mostrar sin tapujos la violencia y sordidez más extremas. Es una obra realmente perturbadora y que te puede dejar bastante jodido. Además aunque el tratamiento de las situaciones y de los personajes y esa preponderancia de los pasajes introspectivos muy por encima de la acción le confieren singularidad, a la vez es un compendio de referencias al fantástico, desde Lovecraft hasta Martin pasando por Tolkien y Herbert. Aunque seguramente los referentes más llamativos sean ajenos al género: Las Cruzadas y el Nuevo Testamento. Es una cosa muy loca, muy bella y con un final (el de la primera trilogía, al menos) devastador.

¿Alguien más le ha hincado el diente?
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Hay_sinla
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hay_sinla » 24 Ene 2013, 23:19

La cena (Alfonso Reyes)

La cena, que recrea y enamora.
San Juan de la Cruz

Tuve que correr a través de calles desconocidas. El término de mi marcha parecía correr delante de mis pasos, y la hora de la cita palpitaba ya en los relojes públicos. Las calles estaban solas. Serpientes de focos eléctricos bailaban delante de mis ojos. A cada instante surgían glorietas circulares, sembrados arriates, cuya verdura, a la luz artificial de la noche, cobraba una elegancia irreal. Creo haber visto multitud de torres —no sé si en las casas, si en las glorietas— que ostentaban a los cuatro vientos, por una iluminación interior, cuatro redondas esferas de reloj.

Yo corría, azuzado por un sentimiento supersticioso de la hora. Si las nueve campanadas, me dije, me sorprenden sin tener la mano sobre la aldaba de la puerta, algo funesto acontecerá. Y corría frenéticamente, mientras recordaba haber corrido a igual hora por aquel sitio y con un anhelo semejante. ¿Cuándo?

Al fin los deleites de aquella falsa recordación me absorbieron de manera que volví a mi paso normal sin darme cuenta. De cuando en cuando, desde las intermitencias de mi meditación, veía que me hallaba en otro sitio, y que se desarrollaban ante mí nuevas perspectivas de focos, de placetas sembradas, de relojes iluminados… No sé cuánto tiempo transcurrió, en tanto que yo dormía en el mareo de mi respiración agitada.

De pronto, nueve campanadas sonoras resbalaron con metálico frío sobre mi epidermis. Mis ojos, en la última esperanza, cayeron sobre la puerta más cercana: aquél era el término.

Entonces, para disponer mi ánimo, retrocedí hacia los motivos de mi presencia en aquel lugar. Por la mañana, el correo me había llevado una esquela breve y sugestiva. En el ángulo del papel se leían, manuscritas, las señas de una casa. La fecha era del día anterior. La carta decía solamente:

«Doña Magdalena y su hija Amalia esperan a usted a cenar mañana, a las nueve de la noche. ¡Ah, si no faltara!...»

Ni una letra más.

Yo siempre consiento en las experiencias de lo imprevisto. El caso, además, ofrecía singular atractivo: el tono, familiar y respetuoso a la vez, con que el anónimo designaba a aquellas señoras desconocidas; la ponderación: «¡Ah, si no faltara!...», tan vaga y tan sentimental, que parecía suspendida sobre un abismo de confesiones, todo contribuyó a decidirme. Y acudí, con el ansia de una emoción informulable. Cuando, a veces, en mis pesadillas, evoco aquella noche fantástica (cuya fantasía está hecha de cosas cotidianas y cuyo equívoco misterio crece sobre la humilde raíz de lo posible), paréceme jadear a través de avenidas de relojes y torreones, solemnes como esfinges de la calzada de algún templo egipcio.

La puerta se abrió. Yo estaba vuelto a la calle y vi, de súbito, caer sobre el suelo un cuadro de luz que arrojaba, junto a mi sombra, la sombra de una mujer desconocida.

Volvíme: con la luz por la espalda y sobre mis ojos deslumbrados, aquella mujer no era para mí más que una silueta, donde mi imaginación pudo pintar varios ensayos de fisonomía, sin que ninguno correspondiera al contorno, en tanto que balbuceaba yo algunos saludos y explicaciones.

—Pase usted, Alfonso.

Y pasé, asombrado de oírme llamar como en mi casa. Fue una decepción el vestíbulo. Sobre las palabras románticas de la esquela (a mí, al menos, me parecían románticas), había yo fundado la esperanza de encontrarme con una antigua casa, llena de tapices, de viejos retratos y de grandes sillones; una antigua casa sin estilo, pero llena de respetabilidad. A cambio de esto, me encontré con un vestíbulo diminuto y con una escalerilla frágil, sin elegancia; lo cual más bien prometía dimensiones modernas y estrechas en el resto de la casa. El piso era de madera encerada; los raros muebles tenían aquel lujo frío de las cosas de Nueva York, y en el muro, tapizado de verde claro, gesticulaban, como imperdonable signo de trivialidad, dos o tres máscaras japonesas. Hasta llegué a dudar… Pero alcé la vista y quedé tranquilo: ante mí, vestida de negro, esbelta, digna, la mujer que acudió a introducirme me señalaba la puerta del salón. Su silueta se había colorado ya de facciones; su cara me habría resultado insignificante, a no ser por una expresión marcada de piedad; sus cabellos castaños, algo flojos en el peinado, acabaron de precipitar una extraña convicción en mi mente: todo aquel ser me pareció plegarse y formarse a las sugestiones de un nombre.

—¿Amalia?— pregunté.

—Sí—. Y me pareció que yo mismo me contestaba.

El salón, como lo había imaginado, era pequeño. Mas el decorado, respondiendo a mis anhelos, chocaba notoriamente con el del vestíbulo. Allí estaban los tapices y las grandes sillas respetables, la piel de oso al suelo, el espejo, la chimenea, los jarrones; el piano de candeleros lleno de fotografías y estatuillas —el piano en que nadie toca—, y, junto al estrado principal, el caballete con un retrato amplificado y manifiestamente alterado: el de un señor de barba partida y boca grosera.

Doña Magdalena, que ya me esperaba instalada en un sillón rojo, vestía también de negro y llevaba al pecho una de aquellas joyas gruesísimas de nuestros padres: una bola de vidrio con un retrato interior, ceñida por un anillo de oro. El misterio del parecido familiar se apoderó de mí. Mis ojos iban, inconscientemente, de doña Magdalena a Amalia, y del retrato a Amalia. Doña Magdalena, que lo notó, ayudó mis investigaciones con alguna exégesis oportuna.

Lo más adecuado hubiera sido sentirme incómodo, manifestarme sorprendido, provocar una explicación. Pero doña Magdalena y su hija Amalia me hipnotizaron, desde los primeros instantes, con sus miradas paralelas. Doña Magdalena era una mujer de sesenta años; así es que consistió en dejar a su hija los cuidados de la iniciación. Amalia charlaba; doña Magdalena me miraba; yo estaba entregado a mi ventura.

A la madre tocó —es de rigor— recordarnos que era ya tiempo de cenar. En el comedor la charla se hizo más general y corriente. Yo acabé por convencerme de que aquellas señoras no habían querido más que convidarme a cenar, y a la segunda copa de Chablis me sentí sumido en un perfecto egoísmo del cuerpo lleno de generosidades espirituales. Charlé, reí y desarrollé todo mi ingenio, tratando interiormente de disimularme la irregularidad de mi situación. Hasta aquel instante las señoras habían procurado parecerme simpáticas; desde entonces sentí que había comenzado yo mismo a serles agradable.

El aire piadoso de la cara de Amalia se propagaba, por momentos, a la cara de la madre. La satisfacción, enteramente fisiológica, del rostro de doña Magdalena descendía, a veces, al de su hija. Parecía que estos dos motivos flotasen en el ambiente, volando de una cara a la otra.

Nunca sospeché los agrados de aquella conversación. Aunque ella sugería, vagamente, no sé qué evocaciones de Sudermann, con frecuentes rondas al difícil campo de las responsabilidades domésticas y —como era natural en mujeres de espíritu fuerte— súbitos relámpagos ibsenianos, yo me sentía tan a mi gusto como en casa de alguna tía viuda y junto a alguna prima, amiga de la infancia, que ha comenzado a ser solterona.

Al principio, la conversación giró toda sobre cuestiones comerciales, económicas, en que las dos mujeres parecían complacerse. No hay asunto mejor que éste cuando se nos invita a la mesa en alguna casa donde no somos de confianza.

Después, las cosas siguieron de otro modo. Todas las frases comenzaron a volar como en redor de alguna lejana petición. Todas tendían a un término que yo mismo no sospechaba. En el rostro de Amalia apareció, al fin, una sonrisa aguda, inquietante. Comenzó visiblemente a combatir contra alguna interna tentación. Su boca palpitaba, a veces, con el ansia de las palabras, y acababa siempre por suspirar. Sus ojos se dilataban de pronto, fijándose con tal expresión de espanto o abandono en la pared que quedaba a mis espaldas, que más de una vez, asombrado, volví el rostro yo mismo. Pero Amalia no parecía consciente del daño que me ocasionaba. Continuaba con sus sonrisas, sus asombros y sus suspiros, en tanto que yo me estremecía cada vez que sus ojos miraban por sobre mi cabeza.

Al fin, se entabló, entre Amalia y doña Magdalena, un verdadero coloquio de suspiros. Yo estaba ya desazonado. Hacia el centro de la mesa, y, por cierto, tan baja que era una constante incomodidad, colgaba la lámpara de dos luces. Y sobre los muros se proyectaban las sombras desteñidas de las dos mujeres, en tal forma que no era posible fijar la correspondencia de las sombras con las personas. Me invadió una intensa depresión, y un principio de aburrimiento se fue apoderando de mí. De lo que vino a sacarme esta invitación insospechada:

—Vamos al jardín.

Esta nueva perspectiva me hizo recobrar mis espíritus. Condujéronme a través de un cuarto cuyo aseo y sobriedad hacia pensar en los hospitales. En la oscuridad de la noche pude adivinar un jardincillo breve y artificial, como el de un camposanto.

Nos sentamos bajo el emparrado. Las señoras comenzaron a decirme los nombres de las flores que yo no veía, dándose el cruel deleite de interrogarme después sobre sus recientes enseñanzas. Mi imaginación, destemplada por una experiencia tan larga de excentricidades, no hallaba reposo. Apenas me dejaba escuchar y casi no me permitía contestar. Las señoras sonreían ya (yo lo adivinaba) con pleno conocimiento de mi estado. Comencé a confundir sus palabras con mi fantasía. Sus explicaciones botánicas, hoy que las recuerdo, me parecen monstruosas como un delirio: creo haberles oído hablar de flores que muerden y de flores que besan; de tallos que se arrancan a su raíz y os trepan, como serpientes, hasta el cuello.

La oscuridad, el cansancio, la cena, el Chablis, la conversación misteriosa sobre flores que yo no veía (y aun creo que no las había en aquel raquítico jardín), todo me fue convidando al sueño; y me quedé dormido sobre el banco, bajo el emparrado.

—¡Pobre capitán! —oí decir cuando abrí los ojos—. Lleno de ilusiones marchó a Europa. Para él se apagó la luz.

En mi alrededor reinaba la misma oscuridad. Un vientecillo tibio hacía vibrar el emparrado. Doña Magdalena y Amalia conversaban junto a mí, resignadas a tolerar mi mutismo. Me pareció que habían trocado los asientos durante mi breve sueño; eso me pareció…

—Era capitán de Artillería —me dijo Amalia—; joven y apuesto si los hay.

Su voz temblaba.

Y en aquel punto sucedió algo que en otras circunstancias me habría parecido natural, pero entonces me sobresaltó y trajo a mis labios mi corazón. Las señoras, hasta entonces, sólo me habían sido perceptibles por el rumor de su charla y de su presencia. En aquel instante alguien abrió una ventana en la casa, y la luz vino a caer, inesperada, sobre los rostros de las mujeres. Y —¡oh cielos!— los vi iluminarse de pronto, autonómicos, suspensos en el aire —perdidas las ropas negras en la oscuridad del jardín— y con la expresión de piedad grabada hasta la dureza en los rasgos. Eran como las caras iluminadas en los cuadros de Echave el Viejo, astros enormes y fantásticos.

Salté sobre mis pies sin poder dominarme ya.

—Espere usted —gritó entonces doña Magdalena—; aún falta lo más terrible.

Y luego, dirigiéndose a Amalia: —Hija mía, continúa; este caballero no puede dejarnos ahora y marcharse sin oírlo todo.

—Y bien —dijo Amalia—: el capitán se fue a Europa. Pasó de noche por París, por la mucha urgencia de llegar a Berlín. Pero todo su anhelo era conocer París. En Alemania tenía que hacer no sé qué estudios en cierta fábrica de cañones… Al día siguiente de llegado, perdió la vista en la explosión de una caldera.

Yo estaba loco. Quise preguntar; ¿qué preguntaría? Quise hablar; ¿qué diría? ¿Qué había sucedido junto a mí? ¿Para qué me habían convidado?

La ventana volvió a cerrarse, y los rostros de las mujeres volvieron a desaparecer. La voz de la hija resonó:

—¡Ay! Entonces, y sólo entonces, fue llevado a París. ¡A París, que había sido todo su anhelo! Figúrese usted que pasó bajo el Arco de la Estrella: pasó ciego bajo el Arco de la Estrella, adivinándolo todo a su alrededor… Pero usted le hablará de París, ¿verdad? Le hablará del París que él no pudo ver. ¡Le hará tanto bien!

(«¡Ah, si no faltara!»… «¡Le hará tanto bien!»)

Y entonces me arrastraron a la sala, llevándome por los brazos como a un inválido. A mis pies se habían enredado las guías vegetales del jardín; había hojas sobre mi cabeza.

—Helo aquí —me dijeron mostrándome un retrato. Era un militar. Llevaba un casco guerrero, una capa blanca, y los galones plateados en las mangas y en las presillas como tres toques de clarín. Sus hermosos ojos, bajo las alas perfectas de las cejas, tenían un imperio singular. Miré a las señoras: las dos sonreían como en el desahogo de la misión cumplida. Contemplé de nuevo el retrato; me vi yo mismo en el espejo; verifiqué la semejanza: yo era como una caricatura de aquel retrato. El retrato tenía una dedicatoria y una firma. La letra era la misma de la esquela anónima recibida por la mañana.

El retrato había caído de mis manos, y las dos señoras me miraban con una cómica piedad. Algo sonó en mis oídos como una araña de cristal que se estrellara contra el suelo.

Y corrí, a través de calles desconocidas. Bailaban los focos delante de mis ojos. Los relojes de los torreones me espiaban, congestionados de luz… ¡Oh, cielos! Cuando alcancé, jadeante, la tabla familiar de mi puerta, nueve sonoras campanadas estremecían la noche.

Sobre mi cabeza había hojas; en mi ojal, una florecilla modesta que yo no corté.
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Baerd
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Baerd » 28 Ene 2013, 17:01

Mirad lo que he encontrado.

http://www.youtube.com/watch?v=ZGpz-Wdl2B8

:amor: Que gratísimos recuerdos me trae.
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Baerd » 10 Abr 2013, 18:48

Hace mucho que no piso el género en sí, y tengo un poco perdidas las ultimas grandes novedades y me han hablado muy bien de varias grandes sagas, como Malaz, asesino de Reyes etc, bueno realmente es un poco todo de oídas y sin incidir.

Que me recomendáis para retomar el género y a ser posible que esta finalizada. Buen o muy buen nivel, por favor.
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Hedrigall
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hedrigall » 10 Abr 2013, 19:47

Te comento unas cuantas


Joe Abercrombie: La saga de La primera ley se compone de 3 libros y encaja en el género de Espada y brujería. Mucha mala leche y escenas cruentas tratando de hilar una historia tan clásica como una gran amenaza combatida por una compañía de héroes liderados por un mago. Y sin embargo, Abercrombie se ríe de estas convenciones, dándoles la vuelta. El estilo de Abercrombie es normal, pero su punto fuerte son los personajes, a cada cuál más peculiar. El segundo libro quizá flojea un poco más, pero la saga empieza y finaliza con muy buen ritmo y a lo grande. Como apunte extra, y a pesar de que la Primera Ley es una saga autoconclusiva, hay dos libros más (Best Served Cold y The Heroes) que se desarrollan en ese mismo mundo y de forma posterior a los hechos narrados en La primera ley. Estos dos libros me parecen superiores a la Primera ley (también hay opiniones contrarias), pero no aconsejo leerlos antes.


Richard Scott Bakker: Otros tres libros forman Príncipe de Nada, otra saga de Espada y brujería. De un estilo más oscuro, reflexivo e incluso muchos han opinado que filosófico, se recrea un mundo y razas totalmente nuevos, con mitología propia. Quizás de lectura menos ágil que Abercrombie, se compensa por el trasfondo de la historia narrada. Magos enamorados de putas, una raza milenaria de ermitaños dedicados al Logos o la percepción del mundo que nos rodea, una amenaza de seres rendidos a pasiones inhumanas.

Es una historia semi-conclusiva, que remata las tramas de la saga pero deja abiertas otras sugeridas hacia el final.Otra nueva saga de tres libros la continúa años más tarde en la cronología del libro. Lo jodido es que esa continuación no está traducida al castellano, ni tiene visos de estarlo en un futuro cercano.

Andrzrej Sapkowski: Una saga finalizada de siete libros que empieza con aventuras casuales del brujo Geralt de Rivia, exterminador de monstruos y criaturas malvadas, y termina una trama épica introducida casi sin que te des cuenta. Quizás el escritor de prosa más rica, cuestión a la que ayuda una excelente traducción (JM Faraldo), destaca su sentido del humor, su recreación (y perversión) de cuentos infantiles y el sentido de la aventura propio del género. Este es un autor de corte más clásico que los otros que comento.


Steven Erikson: Mal favor hago con esta recomendación. Su saga alcanza los 10 libros, de los cuales 4 actualmente están traducidos al castellano. La espera anual para el siguiente es una agonía para sus lectores. Algunos afirman que la palabra "épico" no había tenido sentido hasta leer a Malaz. Creador de un trasfondo bestial para la historia que relata (no en vano el libro se basa en un juego de rol previamente creado por el propio Erikson), dos son sus mayores pegas: el primer libro, de narración confusa y trama abrupta y truncada, y que la trama sea tan grande que, en el cuarto libro hasta ahora publicado aquí, aún no se sepa por donde narices va a tirar Erikson.

Lo bueno es que leer el segundo, tercer y cuarto libro te hacen olvidar esos defectos. Definir a Erikson como escritor de Espada y brujería es limitar la historia que quiere explicarnos. Aviso: en castellano quedan 6 libros por publicar.


China Miéville: La saga de Bas-lag confunde a mucha gente a la hora de encasillarla: ¿Es fantasía, ciencia-ficción o steampunk? Pocos se ponen de acuerdo. Posee un estilo denso, descriptivo, que Mieville aprovecha para presentarnos un mundo fantástico en toda su extensión. Alejadas de todo sentido épico, las historias de Bas-lag empiezan con tramas sencillas y adquieren complejidad y maravilla. Cómo sustituir las alas amputadas de un garuda, raza de águilas antropomórficas, la creación de un ferrocarril hacia el oeste y sus nuevas tierras y cómo los esclavos que en él trabajaban se rebelan, o el devenir de la gran ciudad acuática que es es Armada, formada por miles de barcos atados entre sí. 3 libros autoconclusivos forman esta saga, pero es recomendable leerlas en orden por pequeños detalles.


Es mi opinión particular, que conste, y comento sólo sagas, no libros aislados.

Un saludo.

Edito: Siendo fan de Miéville, me explayo un poquito más con él, aunque se me vea el plumero.
Última edición por Hedrigall el 10 Abr 2013, 19:54, editado 1 vez en total.

Hithilome
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hithilome » 10 Abr 2013, 19:49

Baerd escribió:Hace mucho que no piso el género en sí, y tengo un poco perdidas las ultimas grandes novedades y me han hablado muy bien de varias grandes sagas, como Malaz, asesino de Reyes etc, bueno realmente es un poco todo de oídas y sin incidir.

Que me recomendáis para retomar el género y a ser posible que esta finalizada. Buen o muy buen nivel, por favor.


Nacidos de la bruma, de Brandon Sanderson.
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¡Me da miedo el suelo! - Querrás decir las alturas. - Sé muy bien lo que digo, es el suelo lo que te mata.
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Caradhras
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Caradhras » 10 Abr 2013, 23:05

Muy currao el mensaje Hedrigall.

Hedrigall escribió:Edito: Siendo fan de Miéville, me explayo un poquito más con él, aunque se me vea el plumero.


Por si no lo sabes, el 6 de junio sale a la venta Embassytown. No creo que me resista.

Un saludo.

Hedrigall
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hedrigall » 10 Abr 2013, 23:42

Caradhras escribió:
Por si no lo sabes, el 6 de junio sale a la venta Embassytown. No creo que me resista.

Un saludo.


Gracias, Caradhras.

Pues notición, que parece que les cuesta a las editoriales traer aquí a este genio. Hace poco rematé La ciudad y la ciudad, y a pesar de la diferencia de género y de prosa, este hombre siempre me deja alucinado. Embassytown es ciencia ficción pura, según he leído, y es que este hombre se atreve con todo. :D

Un saludo.

Caradhras
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Caradhras » 11 Abr 2013, 00:07

Hedrigall escribió:Pues notición, que parece que les cuesta a las editoriales traer aquí a este genio. Hace poco rematé La ciudad y la ciudad, y a pesar de la diferencia de género y de prosa, este hombre siempre me deja alucinado. Embassytown es ciencia ficción pura, según he leído, y es que este hombre se atreve con todo. :D

Un saludo.


Pues sí que les cuesta bastante. Embassytown la publica el nuevo sello de una editorial que espero le de más marcha a las publicaciones de Mieville, hace bastante tiempo que espero la publicación de Kraken por ejemplo.

Y también disfruté de La ciudad y la ciudad y la comenté un poco en el contador, espero hacerlo también con Embassytown en pocos meses.

Un saludo.

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Baerd
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Baerd » 11 Abr 2013, 00:36

Excelente ayuda hedrigall, curioseare sobre esas sagas. Pero pintan bien, que plazos se esperan con malaz?
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Hedrigall
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Hedrigall » 11 Abr 2013, 01:04

Leí hace tiempo que Factoría de Ideas iba a sacar un libro por año de Malaz, después de que los dos primeros los sacaran a intervalo de seis meses. Pero desconozco cómo está la cosa ahora mismo.

En el mejor de los casos, seis añitos de espera hasta la versión en castellano. Eso o aprender inglés a un nivel suficiente. :D

Si te atrae Malaz, de todos modos, he de decirte que cada libro es bastante autoconclusivo. El primero y el segundo sí que están muy ligados por trama y personajes, pero el tercero y cuarto cambia de lugar y de protagonistas principales, con pequeñas referencias a personajes anteriores, y se pueden leer casi como si fueran independientes.

Por otro lado, cuidado con la saga de Malaz:Imperio (o algo parecido) de Ian Eslemont. No confundir con Malaz: El libro de los caídos, de Erikson. Ambos autores son los creadores del juego de rol en el que se basan los libros, pero Eslemont se dedica a escribir historias adyacentes a la trama de Erikson. No he leído nada de Eslemont, de momento me tira un poco para atrás que escriba una especie de spin-off's de la saga principal.

Saludos.



Edito: El compañero Hithilome también hace una muy buena recomendación. Sanderson es un nuevo valor en literatura fantástica, quizá menos hardcore que los que he comentado. Nacidos de la bruma es fantasía pura y dura, magia con unas reglas definidas, un elegido y un enemigo que amenaza con exterminar toda vida. Son tres libros ya publicados.

Orger
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Re: EL POST DE LA LITERATURA FANTASTICA

por Orger » 12 Abr 2013, 19:30

Las Monarquías de Dios de Paul Kearney no deberían de faltar nunca a la hora de una buena recomendación.


La trilogía de El Ángel de la Noche de Brent Weeks también se deja leer.

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