SeMpErE escribió:Alizee, sin ser de cine, encaja mucho mejor en lo que es una lolita que muchas de las que han salido por aquí.
Juega con ventaja es francesa.
SeMpErE escribió:Alizee, sin ser de cine, encaja mucho mejor en lo que es una lolita que muchas de las que han salido por aquí.
billythekid escribió:chandlerseinfeld escribió:Alizee con moi lolita¡¡¡¡¡¡¡¡¡ aunque me da que ya tenia más de 20 años
El termino lolita supongo que con una cantante no estara asociada, pero alizze era menor de edad en ese momento.
Trurl escribió:Fairuza Balk en Valmont rodada con 15 primaveras
María Valverde en La flaqueza del bolchevique rodada con 16 años
Jane March en El amante rodada con 19 años
Juliette Lewis en Demasido joven para morir rodada con 17 años aunque siendo algo más mayor(20) también rodó otras películas de ese corte como Kalifornia o Asesinos natos
Scarlett Johansson en Ghost World rodada con 17 años
Liv Tyler en Heavy rodada con 18 años o en Belleza rodada con 19
EdBrown escribió:"... Y es muy interesante plantearse como hacen ustedes los periodistas, el problema de la tonta degradación que el personaje de la nínfula que yo inventé en 1955 ha sufrido entre el gran público. No sólo la perversidad de la pobre criatura fue grotescamente exagerada sino el aspecto físico, la edad, todo fue modificado por ilustraciones en publicaciones extranjeras. Muchachas de 20 años o más, pavas, gatas callejeras, modelos baratas, o simples delincuentes de largas piernas, son llamadas nínfulas o "Lolitas" en revistas italianas, francesas, alemanas, etc. Y las cubiertas de las traducciones turcas o árabes. El colmo de la estupidez. Representan a una joven de contornos opulentos, como se decía antes, con melena rubia, imaginada por idiotas que jamás leyeron el libro..."
El paradigma de nínfula: "Entre los límites de los nueve y los catorce años, surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana, sino nínfica (o sea demoníaca); propongo llamar «nínfulas» a esas criaturas escogidas.
¿Son nínfulas todas las niñas? No, desde luego. De lo contrario, quienes supiéramos el secreto, nosotros, los viajeros solitarios, los ninfulómanos, habríamos enloquecido hace mucho tiempo. Tampoco es la belleza una piedra de toque; y la vulgaridad –o al menos lo que una comunidad determinada considera como tal– no daña forzosamente ciertas características misteriosas, la gracia letal, el evasivo, cambiante, trastornador, insidioso encanto mediante el cual la nínfula se distingue de esas contemporáneas suyas que dependen incomparablemente más del mundo espacial de fenómenos sincrónicos que de esa isla intangible de tiempo hechizado donde Lolita juega con sus semejantes. Dentro de los mismos límites temporales, el número de verdaderas nínfulas es harto inferior al de las jovenzuelas provisionalmente feas, o tan sólo agradables, o «simpáticas», o hasta «bonitas» y «atractivas», comunes, regordetas, informes, de piel fría, niñas esencialmente humanas, vientrecitos abultados y trenzas, que acaso lleguen a transformarse en mujeres de gran belleza. Si pedimos a un hombre normal que elija a la niña más bonita en una fotografía de un grupo de colegialas o girl-scouts, no siempre señalará a la nínfula. Hay que ser artista y loco, un ser infinitamente melancólico, con una burbuja de ardiente veneno en las entrañas y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo (¡oh, cómo tiene uno que rebajarse y esconderse!), para reconocer de inmediato, por signos inefables –el diseño ligeramente felino de un pómulo, la delicadeza de un miembro aterciopelado y otros indicios que la desesperación, la vergüenza y las lágrimas de ternura me prohiben enumerar–, al pequeño demonio mortífero entre el común de las niñas; y allí está, no reconocida e ignorante de su fantástico poder.
Además, puesto que la idea de tiempo gravita con tan mágico influjo sobre todo ello, el estudioso no ha de sorprenderse al saber que ha de existir una brecha de varios años –nunca menos de diez, diría yo, treinta o cuarenta por lo general y tantos como cincuenta en algunos pocos casos conocidos– entre doncella y hombre para que este último pueda caer bajo el hechizo de la nínfula. Es una cuestión de ajuste focal, de cierta distancia que el ojo interior supera contrayéndose y de cierto contraste que la mente percibe con un jadeo de perverso deleite."
baaarliin escribió:Dejad a las chicas en paz, en serio, no seáis putos pesados. Mejor morir solo que ser un jodido plasta.
MARTIN BROTHERS escribió:MartensitaRevenida escribió:Ahora en serio, y que yo me entere, ¿el Nabokov este era un pederasta aplaudido por ello, sólo porque lo contó bien?
Dio empaque a un placer perverso de los que te hacen sentir culpable y lo convirtió en una experiencia común, lo que alivia la culpa
MARTIN BROTHERS escribió:Roderic escribió:Hoy me he sentido menos mal que ayer pero más que mañana por haber estado mirando a unas chavalas quinceañeras que iban -creo- de excursión veraniega, a juzgar por los shorts. Voy a tener que pasarme por el hilo de Milfs para centrarme un poco
Se trata de esto. Es una experiencia normal y compartida. Niña desarrollada. Shorts. Nor-mal.
MARTIN BROTHERS escribió:MartensitaRevenida escribió: Menuda sociedad ésta.
Hipócrita
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