Nuestros ases. FINALIZADA - INDICE POR ORDEN ALFABETICO DE LOS 100 ASES DE MANUEL ESPIN.
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Amadeo
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Re: Nuestros ases. (69) Una serie de Manuel ESPIN - RAMON GUARDIOLA: LA ESTRELLA DEL SUR.

por Amadeo » 26 Oct 2021, 05:59

Nuestros ases. (69) Una serie de Manuel ESPIN
RAMON GUARDIOLA: LA ESTRELLA DEL SUR.
Sólo estuvo tres años en el Real Madrid, pero cosechó grandes éxitos nacionales e internacionales
Una artrosis en la columna vertebral frustró su carrera y el fichaje por el Barça
A la expansión que el basket alcanzó por toda la península a partir de la década de los 50, Andalucía contribuyó notablemente con la creación de un creciente número de equipos y, de rebote, de clubes del país. No fue fácil, por supuesto, la labor que los dirigentes del basket andaluz tuvieron que desplegaren un obstinado esfuerzo por captar a una juventud evidentemente influenciada por el fútbol—Betis, F.C. Sevilla, F.C. Granada, que sumaban por multitudes sus adeptos— y, cómo no, por los toros, siempre con unos ídolos en el candelero.
Ni toros ni fútbol
Ramón Guardiola, figura cimera del baloncesto andaluz de la década de los sesenta, supo y pudo evadirse del clima de pasiones taurófilas y futbolísticas que inevitablemente respiró en su niñez.
—En el Colegio de los Maristas de Granada, el baloncesto, con el hermano Ramón como un decidido propulsor, privaba sobre todo y resultaba muy difícil, casi imposible, que los alumnos nos sintiésemos inclinados hacia otra actividad. Yo, por mi parte, cuando dejé el colegio tampoco viví el ambiente taurino, lo que, por otra parte, no ha impedido que los toros me hayan gustado siempre como espectáculo.
Nacido en los aledaños de la Alhambra el 1 de febrero de 1944, Ramón Guardiola fue perfilando una acusada personalidad como jugador —su talla, rozando el 1.90 hacía de él un valor cotizable para un futuro inmediato — en los años que pasó en el colegio, adiestrado por el hermano Ramón, así, el salto al basket de competición nacional no tardó en llegar.
—A los 17 años ingresé en el Granada C. de F., que estaba en la Segunda División, llamada también Trofeo Gonzalo Aguirre. Allí encontré a Jesús Garrido, entrenador, que me pulió muchas cosas. En el Sevilla pasé dos años que me fueron muy provechosos para mi formación técnica; a la temporada siguiente fiché por el Málaga C.F. Yo, claro, seguía residiendo en Granada, con mis padres, y tenía que entrenar en solitario; los fines de semana me desplazaba a la capital malacitana para reunirme con el equipo. Esto resultaba incómodo para mí además de poco conveniente para el equipo, por el inconveniente de no poder entrenar juntos. De ahí que la temporada siguiente, la 1965-66, acepté ingresar en el Sevilla C.F. al que entrenaba Trujillano. En ese cinco estaban asimismo Adolfo Beneyto, que a ese sí le había dado por ser torero y lo fue y los hermanos Abascal. Estuve sólo un año a orillas del Guadalquivir: el equipo se disolvió, porque la directiva no quería pagar un céntimo por el baloncesto; entonces se cobraba algo, es cierto, pero poquísimo.
El Real Madrid, la meta soñada
Aquí concluyó la andadura andaluza de Ramón Guardiola. El Real Madrid le abrió sus puertas. El triste final de su año sevillano había dado paso a esta venturosa realidad.
—Para mí fue como un sueño. Ahí es nada, un modesto jugador de provincias como era yo se encontraba, de pronto, vistiendo los colores del conjunto madridista, viajando por esos mundos, disputando partidos de Copas de Europa. En mí primer año, coincidí con Miles Aiken, Luyk, Emiliano, Sevillano, José Ramón Ramos, Cristóbal, Monsalve, Sainz, Paniagua. Pasé sólo tres años, pero fueron muchos los títulos conseguidos: campeones de Liga y Copa de Europa en 1966-67; en la temporada siguiente, la del ingreso de Brabender, ganamos la Liga y la copa de Europa, Y. en la última temporada (1968-69), otra vez la Liga y nos proclamamos subcampeones de la copa de Europa contra el TSSKA, de Moscú
Un azulgrana frustrado
Guardiola estuvo en un tris de venir al Palau.
—Pude, es cierto, haber proseguido mí carrera deportiva en el Barça. Javier Añúa y Alberto Sadurní vinieron a verme y me propusieron el fichaje; yo estaba decidido a aceptar, ya que en el Madrid jugaba pocos minutos, más una artrosis en la columna vertebral me obligó a colgar las zapatillas. La mía fue un retirada forzosa, a los 24 años.
Sin embargo el basket seguiría contando con Ramón Guardiola, como técnico.
— Volví a Granada, mi punto de origen, y entrené al Universitario. Ascendimos a Primera B. Resultó un buen debut como entrenador. En 1975 volví, como ayudante de “Lolo” Sainz. Allí pasé seis años inolvidables, en maravillosa convivencia con mi antiguo compañero de equipo.
A su prolongada estancia como segundo entrenador madridista, siguió lo que Ramón Guardiola recuerda como un paso en falso.
—Dejar el Madrid o, lo que es lo aceptar el ofrecimiento que me hicieron de Málaga, del Caja de Ronda, de manejar tres mil chavales, que luego se demostró que no eran, tantos, ni muchísimo menos, fue una grave equivocación. Estuve un año entrenando, con demasiados problemas y decidí volver a Madrid.
Brabender y Aiken, sus ídolos
Desde su actual puesto de director de gabinete técnico de la Federación Madrileña, Ramón Guardiola puede seguir sirviendo al basket, del que tan gratos recuerdos guarda.
—Mis años en el Real Madrid, mis participaciones en la selección española para el Mundial de Chile, en. 1966, los Juegos Mediterráneos de Túnez y el Europeo, de Helsinki, en 1967, constituyeron los capítulos más gratos de mi carrera deportiva, por desgracia tan corta. En esos capítulos he de incluir la amistad y el afecto que encontré en todos los que fueron compañeros de equipo, de modo especial en Wayne Brabender y Miles Aiken, ambos excepcionales, por lo mucho que influyeron en mi vida.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 7/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (70) Una serie de Manuel ESPIN - JOSE MARIA SORO: EN GANCHO TERRORIFICO.

por Amadeo » 28 Oct 2021, 08:06

Nuestros ases. (70) Una serie de Manuel ESPIN
JOSE MARIA SORO: EN GANCHO TERRORIFICO.
Dos veces internacional en 1958, no contabilizo más entorchados por imperativos laborales. Entre Orillo y Picadero repartió los diez mejores años de su vida deportiva.
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Nunca nos hemos explicado el porqué de esa marginación de que la AEBI (Asociación Española de Baloncestistas Internacionales) hizo objeto en su día a los internacionales que sólo jugaron uno o dos partidos vistiendo los colores de nuestro país. Para ser miembro de esa institución —un invento de Raimundo Saporta, que ha venido realizando una encomiable labor asistencial— hay que haber jugado, como mínimo, tres partidos. ¿No son acaso también internacionales los que jugaron solamente dos o uno? Para la AEBI no. Y así, suman un considerable número los jugadores que, víctimas de esa injusta discriminación, han de ver cómo su aportación al equipo nacional, no menos entusiasta y positiva que la de los que, con mayor fortuna, tienen más entorchados, se ha visto huérfana de todo reconocimiento oficial y de los favores con que la AEBI obsequia a sus asociados.
Otro “desheredado”
Deseábamos hace tiempo romper una lanza en favor de los que bien pueden ser calificados de desheredados por la AEBI y lo hacemos hoy aprovechando la circunstancia de tener con nosotros a José María Soro, una de las figuras descollantes de la década de los sesenta.
Soro fue dos veces internacional en 1958, a poco de haber ingresado en el Barcelona. Contaba a la sazón veintidós años y hacía tan sólo tres que se había iniciado como juvenil en el C. C. Sants. Jacinto Ardevínez con buenos oteadores en la zona catalana, le incluyó en Ia selección que había de luchar en sendos amistosos, contra Bulgaria y Francia, en la Ciudad Condal. De la valía de este joven jugador habla, con sobrada elocuencia, el hecho de que el “míster” nacional no dudara en alinearlo junto a los fenómenos de la época, los Kucharski, Alfonso, Lluís, Sevillano, Brunet, Díez Miguel, Navarro, José Luis Martínez, Bertomeu, González Adrio y Pleguezuelos frente a Bulgaria. Contra Francia hubo variaciones en la formación, pero Soro fue mantenido en el equipo, lo que equivalía a un pleno reconocimiento de sus grandes cualidades
El trabajo lo primero
Sin embargo, Soro no volvería ya al equipo nacional. ¿Razones?
—Pude haber vuelto; me consta que Jacinto Ardevínez seguía contando conmigo para la mucha actividad que iba a desarrollar el equipo nacional en les dos años siguientes, 1959, con el Eurobasket de Estambul y los Juegos Mediterráneos de Beirut, y 1960 con el preolímpico de Bolonia y la Olimpíada de Roma. Por aquel entonces se habían abierto las fronteras para el basket hispano y la actividad internacional era mucha. Sin embargo, yo me encontraba con la dificultad de mi trabajo, obligado a solicitar permisos de la Compañía Transmediterránea, en la que llevo treinta y dos años. Entendí que, por encima de todo, me debía a mi profesión y no quise nunca abusar de la gentileza de mis superiores, excediéndome en la petición de permisos. Así, pues, tuve que renunciar a las preselecciones para las que fui convocado después. Lo sentí mucho, pero es que yo no veía en el baloncesto otra cosa que un medio para hacer deporte y nada más.

La Salle, punto de partida
Iniciado en el Colegio La Salle, donde cursaba estudios, pronto se sintió Soro contagiado del ambiente basketbolístico que reinaba en aquel centro.
—No fue allí, empero, sino en el Hispano Francés donde empecé a entrenar con cierta asiduidad. Lo hacía solo, por libre, y allí me vio Miguel Carreras, quien me recomendó a Ferrerons, el entrenador del C. C. Sants. Jugué un año allí en el juvenil y al siguiente pasé al Layetano, que militaba en Segunda División. Al año siguiente al Picadero, también en Segunda Cada año cambiaba de club y al siguiente, 1958-59, fiché por el Barcelona en donde encontré a los Lovrics, Parra, González Adrio, “Nené”, como le llamábamos todos. Folgosa, Masferrer, Loriente, Chillón, y a Broto como entrenador.
Soro recalaría, al fin, en un club donde echaría raíces.
—Para la temporada 1959-60-me llamaron del Orillo Verde, un equipo de Sabadell que venía empujando fuerte, y allí estuve tres temporadas. Deportivamente, las de mejor recuerdo. Fui máximo encestador el primer año y quedamos subcampeones de Liga. Campeón quedó el Real Madrid.
Tres años más tarde, nuevo cambio: el Picadero, en donde Soro “ahondaría” mucho más sus raíces.
—Allí estuve seis años como jugador -precisó- como jugador, porque luego, una vez retirado, seguiría como entrenador de los juveniles. Aparte de eso, yo no he dejado de pertenecer al club, convertido después en Comansi. En el Picadero pasé seis años de imborrable recuerdo, sobre todo en el aspecto social. Más que un club, el Picadero era para nosotros una prolongación de la familia, envueltos todos en un clima de fraternal amistad. En el orden deportivo, las cosas no nos fueron mal del todo: un Campeonato de España, ganado en Lugo, en una final contra el Aismalibar, y tres subcampeonatos de Liga. Al Madrid, eterno campeón, no había quién le desbancara.
El famoso “gancho de Soro”
Ni qué decirse tiene que a los éxitos deportivos de los equipos en que militó, de modo especial Orillo Verde y Picadero, José María Soro hizo una aportación importantísima con su clase de jugador excepcional, dotado de una talla física —1,87— que, por aquellos tiempos, era una cualidad descollante. Sus dotes de tirador quedaron bien acreditadas con la presencia de Soro en todas las listas de mejores realizadores de Liga y Copa. Recordar que en el tiro de gancho poseía una rara habilidad. Soro se hizo tan famoso como años más tarde lo sería Luyk...
Entrenar, su otra pasión
Colgadas las zapatillas de jugador, José María Soro, siempre con el virus basketbolístico en la sangre, se dedicó a entrenar: cinco años en el Ripollet, dos en el Hospitalet y otros dos en el C. N. Sabadell. Operado de coronarias, se ve obligado a dejarlo, pero, repuesto, vuelve a entrenar, a los Maristas de San Juan. Su punto de mira en esta actividad está en las “alturas”. Y, la verdad, experiencia y conocimientos le sobran para hacerse con un puesto al sol de los técnicos españoles.
Fotos: Nicolás G. y Archivo
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 9/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (71) Una serie de Manuel ESPIN - GABRIEL ALBERTI: BASKET, TENIS Y PINTURA

por Amadeo » 02 Nov 2021, 07:45

Nuestros ases. (71) Una serie de Manuel ESPIN
GABRIEL ALBERTI: BASKET, TENIS Y PINTURA
Un polifacético total: crítico deportivo, seleccionador nacional y federativo
“El basket actual es de otra galaxia, en la que ni podíamos soñar en mis tiempos”
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Para las generaciones más recientes de seguidores del basket, el nombre de Gabriel Alberti no les dirá gran cosa o, tal vez, nada. Sólo aquellos que vivieron, que vivimos, la época de la posguerra, tan llena de dificultades de toda clase, podemos recordarle como uno de los más destacados jugadores de la década de los 40, integrado en aquel Layetano —ya había dejado de llamarse Laietà —de los Kucharski, Navarrete, Galve, Peón, Font, Carretero, Areny...
Dos deportes
Nacido en Vilafranca del Penedès el 8 de octubre de 1913, Gabriel Alberti dio sus primeros pasos en las Escuelas Francesas de Barcelona, con el profesor M. Tiberghien como instructor de basket.
—Eran—recuerda Alberti—los tiempos aquellos de los equipos de siete jugadores y balones grandes, como bombos. Allí aprendí lo suficiente para, ingresado que hube, a los 17 años, como socio en el Laietà, poder jugar en el segundo equipo. Terminada la guerra civil y reorganizados los equipos de basket, ya fui titular, junto con los Kucharski, Peón, Navarrete y toda una pléyade de jóvenes promesas. En el Laietá practicaba, además, el tenis, deporte en el que llegué a ser segunda categoría nacional.
Polifacético
La vida de Gabriel Alberti como jugador de basket fue más bien fugaz, aunque mucho más lucida de lo que opina el propio Alberti.
—Allá por la mitad de la década de los cuarenta fue cuando alcancé el punto más alto en mi condición técnica y física, y aun así no pasé de ser un discreto jugador de primera categoría. Guardo muy buenos recuerdos de mis años de permanencia en el Laietà y el Español. Cuando mejor y más en forma me sentía, después de haber merecido el honor de ser designado para varios Cataluña-Castilla, una lesión de evidente importancia puso fin a mi actividad como jugador. Aunque mi pasión por el basket me indujo a convertirme en entrenador, cuyo cargo desempeñé en varios clubs, Layetano, Círculo Católico de Badalona y Español. Al propio tiempo, colaboré en algunas publicaciones deportivas, EL MUNDO DEPORTIVO entre ellas.
Damos fe de que sus colaboraciones en nuestro periódico fueron un modelo de ponderación y agudeza crítica, sobre la base de unos profundos conocimientos técnicos acumulados al correr de sus años de vinculación con nuestro deporte.
La F.E.B., nueva etapa
Imperativos de su actividad profesional le alejaron de Barcelona para instalarse en Madrid, después de haber permanecido dos años en Sevilla.
—Instalado definitivamente en la capital, pude reorganizar mi vida de trabajo y deportiva. Activa, con el tenis, y directiva, con el baloncesto. Fui miembro de la Federación Española, con don Jesús Querejeta y don Raimundo Saporta, grandes personas y amigos. En 1959 fui nombrado seleccionador nacional, cargo que ocupé durante dos años. Eran tiempos en los que se sabía muy poco del baloncesto que se practicaba en Europa, dado nuestro aislamiento. Pese a ello, nuestra selección tuvo su buena oportunidad de obtener una brillante calificación en el Europeo de Estambul, en 1959. Recuerdo que a 15 minutos del final, con el partido empatado, Polonia nos privó de una sensacional victoria a la que necesariamente se hubiese unido una extraordinaria clasificación. Perdimos el partido en la prórroga y ello nos costó vernos relegados a los últimos lugares.
Doble dimisión
Dos años después, Gabriel Alberti, presentó su dimisión. A este respecto, Alberti tiene algo qué decir.
—Los dejé porque mis ocupaciones profesionales me impedían dedicarla la atención que el cargo exigía. Además de esto, practicaba el tenis, que me reclamaba también tiempo, no sólo para jugar en la pista sino para la tarea directiva de la Federación Centro de Tenis, cuya presidencia ostentaba. Así pues, puedo hablar de dos dimisiones voluntarias, lo que, dicho sea de paso, creo que es un hecho sin precedentes en el deporte español, en donde tanto apego se tienen a los cargos directivos.
La pintura, su otra pasión
Digamos a todo esto que en la actividad de Gabriel Alberti hubo, hay todavía, una tercera dimensión: la pintura, su otra gran pasión. De su estudio madrileño han salido obras de positivo valor, merecedoras de muy halagüeños juicios de la crítica. Una extensa colección de pinturas con temas de la típica Plaza Mayor madrileña conoció el alto honor de verse preproducidas, a todo color, en las portadas dominicales del diario “ABC”.
El basket sigue interesándole vivamente y reconoce el salto fantástico que este deporte ha dado en los últimos años.
—El de ahora pertenece a otra galaxia, en la que ni remotamente podíamos soñar los de mi tiempo. Y no deseo otra cosa que los éxitos del equipo nacional, que tan magistralmente dirige Antonio Díaz de Miguel sigan repitiéndose en mayor escala, si cabe. Mi deporte activo actual sigue siendo el tenis, que practico con asiduidad. Del baloncesto no puedo presenciar en directo los partidos importantes porque no hay forma de conseguir entradas, y no me queda otro recurso que la televisión. Pregunto ¿sería mucho pedir para un ex seleccionador español alguna facilidad por parte de la Federación Española?
Nuestra respuesta: NO. Gabriel Alberti se merece eso y más
Enlace a la hemeroteca de El Mundo Deportivo, del texto, cartel y foto:
Una de las exposiciones pictóricas de nuestro personaje.
Alberti (el último por la derecha, fila de abajo), con sus compañeros del Layetano
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 0/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (72) Una serie de Manuel ESPIN - J.M. MELENDEZ. UN TECNICO BRILLANTE EN LA OSCURIDAD

por Amadeo » 04 Nov 2021, 06:26

Nuestros ases. (72) Una serie de Manuel ESPIN
J.M. MELENDEZ. UN TECNICO BRILLANTE EN LA OSCURIDAD
Ganó Liga y Copa como jugador blaugrana y conquistó la Copa como entrenador verdinegro
El puesto de entrenador suele ser, con las excepciones que toda regla exige, el refugio que da cobijo a no pocos de los jugadores que, traspasando el umbral de la madurez, optaron por incorporarse a la grey de los instructores para mantener, así, su vinculación con el deporte que había venido practicado.
No todos, empero, observaron tan larga espera para satisfacer su gusto por la enseñanza. Los hubo que, a impulsos de una precoz vocación, simultanearon la actividad de jugador y entrenador ya desde la primera edad deportiva. Josep María Meléndez pertenece a estos últimos. Todo un ejemplo de vocación pedagógica aplicada al baloncesto. Tanto más relevante cuanto Josep María Meléndez apuntaba, ya en sus inicios corno jugador, para figura de gran relieve del deporte de la canasta
Del Clot a las Corts
Nacido en Premia de Mar el 30 de noviembre de 1938, Meléndez manejó su primer balón de baloncesto en el patio de las Escuelas del Centro Parroquial de San Martí, en la populosa barriada barcelonesa del Clot.
—Las primeras lecciones de baloncesto las recibí del instructor Martín García Y dos años más tarde, con mi ingreso en el juvenil del Barça, fue Isal quien fue haciéndome progresar técnicamente. A los 18 años ya conocí el goce de ganar el título de campeón de España juvenil. Aquel mismo año, ya subí al primer equipo, junto con los Cano, Mateu, Miró y Sebastiá, con los que había ganado el título juvenil, Paco Ortiz era el entrenador. En el Barca estuve tres años y estimo que cumplimos satisfactoriamente dentro de nuestras posibilidades. En realidad, éramos todos júniors, aunque entonces esta palabra era sustituida por la de juveniles.
Fichajes
Los éxitos del Real Madrid en las dos primeras ediciones de la Liga obraron de modo de acicate para los directivos azulgrana —de los que Enrique Llaudet era el responsable de la sección— y se fue resueltamente a fortalecer el equipo, con los fichajes de Bonareu, Alfonso y José Luis Martínez y Canals.
—De los del equipo anterior quedamos Cano, Mateu y yo, y más tarde entraron Roberto Plana y Valbuena. Los refuerzos se notaron de inmediato. Aquel año quedamos campeones de Liga, rompiendo así la racha inicial del Real Madrid. Y ganamos también Ia Copa. Fue un doble éxito.
Del infinito al cero
El Barcelona había logrado su objetivo: encumbrarse al primer plano del básquet nacional. Pero eso duraría poco tiempo.
—En el Barca estuve hasta 1961. Finalizada aquella temporada Enrique Llaudet, el presidente, disolvió el equipo y dispuso que la sección del básquet, tenía que ser sé lo para els fills del socis. Y todo el trabajo de trece temporadas se fue al garete. Una pena. Fue el final de mi carrera como jugador. Al regreso del servicio militar limité toda mi actividad baloncestista a las funciones de entrenador.
Retirada prematura
En su momento, hubimos de lamentar esta decisión de Josep María Meléndez, en quien tenía el baloncesto español un base de primerísima fila, perfectamente capacitado para ir al equipo nacional.
—Eso siempre lo vi muy difícil. Para el puesto contaba entonces la Selección con dos verdaderos monstruos, Lluís y Jesús Codina. Uno y otro, de edad parecida a la mía, con muchos años de internacionalidad por delante. A mí lo que me apasionaba era entrenar. En realidad, eso es lo que ya venía haciendo además de jugar, desde mis tiempos de juvenil en el Barca. Mi primer fichaje fue por el P.E.M., del Guinardó, el primer club de la Federación Catalana en el que asumí el cargo de entrenador. Fui luego al Aismalibar, cuando Kucharski se fue a Italia como entrenador de la Virtus. Simultáneamente, entrenaba al segundo equipo del Aismalibar y al primero del Mollet, que era una especie de filial del Aismalibar. Estuve tres temporadas en el Mollet, dos en el Sémolas Espona de Terrassa, dos más de nuevo en el Mollet y, finalmente, al Joventut, como ayudante de Lluís. En la Penya estuve siete años y viví en ellos los mejores momentos de mi carrera como entrenador.
En la “Penya”, brillantes logros
La experiencia y los conocimientos acumulados por Meléndez en su ya largo peregrinaje como técnico acabarían haciendo de él un entrenador de élite. Su nombramiento como entrenador titular del Joventut iba a ser su más alto logro en la profesión.
—Fue en 1976, Kucharski y Buscató, que formaron el tándem de entrenadores, dimitieron y me en cargaron a mí de la dirección del equipo. Ganamos la Copa, en Cartagena, venciendo al Real Madrid, por 99-88. Un año más y fui nombrado director técnico. Con Jorge Guillén nos desplazarnos a Belgrado a fichar a Slavnic. El ingreso del popular Moka coincidió con el fichaje de Antonio Serra, que yo había aconsejado a la directiva, y creyendo que había terminado una etapa, decidí dimitir.
Sólo cómo “hobby”
Alejado del primer plano, Meléndez tomó a su cargo la dirección técnica del Premia, donde reside. Podía, nos consta, haber seguido ejerciendo en clubes de categoría nacional. Pero Meléndez tiene ideas muy claras al respecto.
—Sin dedicación plena no es posible ejercer el cargo en las divisiones nacionales, en donde hay que realizar continuos desplazamientos, de aquí para allá, una semana y otra. Y esto no es posible cuando tienes unas obligaciones laborales que cumplir. A la hora de elegir, ya no tuve la menor duda en inclinar me por la fórmula que estimo más sensata: primero el trabajo, mi puesto en “la Caixa” y entrenar, sólo como un hobby. Así y todo, en tres años el Premia subió de Primera regional a Primera B. El presupuesto era demasiado alto para mantenerse en ella y se bajó a Segunda. Y ahí estamos, apoyados por una afición que nos presta un entusiasta respaldo
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Re: Nuestros ases. (73) Una serie de Manuel ESPIN - JOSEP CARDO: PIONERO DE LA EPOCA HEROICA

por Amadeo » 09 Nov 2021, 08:38

Nuestros ases. (73) Una serie de Manuel ESPIN
JOSEP CARDO: PIONERO DE LA EPOCA HEROICA
Titular del Laietà... gracias al Barça
Entrenador del Español y árbitro para los partidos difíciles
En el retablo de ases, de antaño y contemporáneos, que venimos componiendo periódicamente, no podía faltar Josep Cardó, una de las figuras más representativas de la época heroica, de la que hoy, medio siglo después, tantas cosas puede contarnos.

Josep Cardo sufrió tres etapas importantes en su vida: primero, como jugador; como entrenador, después, finalmente, como árbitro. En las es disciplinas, destacó Josep Cardó con el relieve propio de los deportistas especialmente dotados para sobresalir del nivel medio
El tenis por el basket
El Laietà fue su cuna, como lo fue para aquellos legendarios de la primera hora del basket en nuestro país. Cardó nació en Barcelona el 7 de mayo de 1908. La llamada del deporte le llegó a los 18 años.
-A esa edad me hice socio del Laietà, pero con la idea fija de practicar el tenis, pero el basket me encantó de tal modo, que fue mi deporte exclusivo. Eran todavía los tiempos de los equipos de siete jugadores. En 1927 diose una circunstancia que aceleró mi ascenso primer equipo del Laietà. El Barça se llevó a todos los jugadores en bloque del primer equipo y nuestro segundo equipo pasó a convertirse en el titular, con los que luego serían los famosos, Pla, Romeva, Muscat y Guix.
Y Cardó, añadimos por nuestra cuenta. Un quinteto en el que el club decano basaría los grandes triunfos de aquella primera época: los títulos de campeón de Catalunya de 1928 y 1929. A partir de aquí, Josep Cardó conocería nuevos triunfos -otros dos títulos de campeón regional, pero vistiendo otros colores.
-En 1930 fiché por el Español. No hará falta decir que los fichajes de entonces no respondían a otras razones que las de pura amistad. En el Español tenía también grandes amigos, los Domingo, Rauret, Colomer, Rodríguez y eso fue suficiente para que cambiase de club. Con mi nuevo equipo conocí grandes satisfacciones deportivas: los dos campeonatos de Catalunya, la final, con el Patrie, del Torneo Exposición. Fueron, en suma, cuatro años, de gratísimo recuerdo, los que pasé en el Español, siempre envueltos en un gratísima recuerdo, los que pasé en el Español, siempre envueltos en un clima de maravillosa camaradería. Aparte de que, en el orden deportivo, fueron también muy gratos, siempre en primera línea, con los equipos punteros de entonces, Laietá, Barca, Iluro, Juventus. En 1934, por imperativos de mís ocupaciones laborales tuve que dejarlo.

Segunda etapa: entrenador
Para Josep Cardó terminaba una etapa pero se iniciaba otra: la de entrenador.
—Ocurrió que el basket lo llevaba demasiado metido en la sangre para que me automarginase de una manera total. Y en 1935 volví al Es pañol, pero como preparador. En el equipo figuraban entonces Brotons, Gago, Coll, Farré, López, Redón. Pero llegó la guerra y se acabó todo. Hubo la lógica desbandada, de la que Brotons ya no volvería, muerto en el frente; Ángel Coll tampoco regresó, aunque, por fortuna para él, se abriría caminos venturosos en Londres y, años después, en Ciudad del Cabo, su actual lugar de residencia; Cago se afincó en Santiago de Chile, en donde creó una próspera industria de chacinería.
A la terminación de la guerra civil, Josep Cardó volvería a coger las riendas de la sección y en la reconstrucción del diezmado equipo tuvo que empezar prácticamente de cero.
—Para empezar, contábamos con Redón, Maneja, Lloret, Centellas, Martínez Pudimos defendernos más que bien, sobre todo desde el momento en que entró en el equipo Joaquín Hernández, recién llegado de Bélgica, en donde era figura. Hernández fue un maravilloso director de equipo y ello me hizo ver que el Español, en sus manos, ya no me necesitaba. Por ello, y porque era evidente que Hernández sabía mucho más que yo, creí llegado el momento de dejar el puesto.
Dos años de actas limpias
Tercera etapa: árbitro Josep Cardó fue un árbitro de postín. De los pocos que tenía entonces el basket catalán con capacidad suficiente para afrontar los choques de campanillas.
—En los dos años que estuve en el arbitraje no tuve ni una sola acta protestada. Y no porque no dirigiese partidos comprometidos. Todos o la mayaría de los encuentros de Sabadell, con el Juventus, de Mataró, con el Iluro, de Hospitalet con el Júnior y de Cornellá eran terriblemente difíciles. Y entonces era un solo árbitro quien dirigía los partidos, no dos, como ahora.

Tiempos aquellos…

Con un personaje nacido deportivamente en la prehistoria del basket resultaba inevitable la evocación de aquella época heroica, la de cuando los equipos eran de siete.
— ¿Qué cómo era aquel basket? Puede decirse que contaminado por el fútbol; había cinco jugadores que corrían mucho, de uno a otro extremo del campo, y dos que estaban parados, esperando. Esperando, claro, que llegasen los delanteros contrarios para cortarles el paso y despejar el balón lo más lejos posible. Suerte que en 1927 llegó el Hindú Club y pudimos descubrir el verdadero basket. ¿Figuras de entonces? Muchas y buenas. Arnaud una de ellas. Yo me encargué de marcarlo muchas veces creo que con acierto, aunque tenía un sprint irresistible. Había otros: Maunier, Carbonell, Muscat, Guix, Mitchel, Brotons, Xibillé, Masagué, Armengol. ¿Lo del tiro de 6.25? De esa distancia, y demás atrás, incluso, en mis tiempos ya había muy buenos tiradores, con las dificulta des de un balón de tosco cuero. Y qué diremos de los gigantes... En aquellos tiempos, si se encontraba alguno resultaba que no sabía o no podía saltar. Todo un inconveniente.
Si observamos la estatura de las figuras de relumbrón de aquel tiempo llegaremos a la conclusión de que el basket era un deporte para señores bajitos, aunque años más tarde, los Santillana, Estrada, Jiménez, Romay, Martín y tantos otros lo desmentirían rotundamente.
Texto y fotos a la Hemeroteca de El Mundo Deportivo: Josep Cardó. (Foto: Omedes) Campo del Patrie. Diez de mayo de 1931. Equipo del Español, campeón de Catalunya. De izquierda derecha: Catarineu. Cardo, Colomer, Rodríguez, Brotons y Rauret.
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Amadeo
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Re: Nuestros ases. (74) Una serie de Manuel ESPIN - IGNACIO GARCIA: EL “DURO” DE LOS CUARENTA

por Amadeo » 11 Nov 2021, 07:59

Nuestros ases. (74) Una serie de Manuel ESPIN
IGNACIO GARCIA: EL “DURO” DE LOS CUARENTA
Real Madrid y Joventut trataron en vano de ficharlo, pero él se mantuvo fiel a su Barça
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Sigamos mirando hacia atrás con gozo... En la lejanía, allá por los primeros años de la posguerra, contó el basket catalán con un plantel de jóvenes figuras que, iniciada su formación en los años anteriores a la guerra civil, alcanzaron la plenitud física y técnica. A ellas debió el basket catalán su hegemonía nacional durante la década de los 40. La lista de los nuevos valores consagrados en dicho periodo sería interminable y en cabeza de la misma habrían de figurar nombres tan ilustres como los Kucharski, Navarrete, Galve, Peón, Esteva, Carretero, Ferrando, Vilaseca, Ignacio García, los hermanos Carreras y un largo etcétera.
El basket le pudo al fútbol
A esta semanal galería de figuras que fueron se asoma hoy uno de los ases de aquella ya lejana época: Ignacio, así, por su escueto nombre de pila, era conocido Ignacio García, titular del Barcelona en unos años -de 1942 a 1951- en que el equipo blaugrana figuró en la primerísima línea del basket español.
Nacido en Barcelona el 16 de julio de 1921, Ignacio manejó el primer balón de basket en el terreno -terreno, si, que no pista- de la Unión Cristiana de Jóvenes, sito en la calle Provenza. Sin embargo, su primera inclinación deportiva había sido hacia el fútbol, que ya era deporte rey entre la chiquillería de la época. Por fortuna, para el deporte de la canasta se obraría pronto un cambio de gustos.
-Fue una simple casualidad. El señor Bucheli, directivo de la Unión Cristiana de Jóvenes, me vio jugar al fútbol, en la calle, frente a mi casa, contigua al campo de la Unión Cristiana, y me propuso pasarme al basket, para el que me aseguró qué reunía muy buenas condiciones. No lo sería, pienso yo, por mi talla, 1,68, aunque entonces, lejos del actual gigantismo, esa era la estatura media imperante. Allí, pues, me inicié como jugador de basket y en él seguí hasta 1936. Durante la guerra pude seguir practicando y fui ya incluido en la selección catalana para algunos partidos amistosos en el frente del Ebro.
Terminada ya la guerra civil iba a abrírsele pronto a Ignacio un prometedor panorama: su ingreso en al Barça, una vez superadas las muchas dificultades que halló el club blaugrana para la puesta en marcha de la sección.
-El delegado, señor Cardús, el "veterano" como le llamábamos todos, me propuso fichar por el Barcelona, lo que, por supuesto, acepté encantado. ¿Qué chaval de aquel tiempo no soñaba en vestir los colores blaugrana? En el primer equipo estaban los ex jugadores del Atlético San Gervasio, algunos de los cuales, Fernando Font, Pere Carreras, Henry y Borrell procedían del disuelto Patrie. Una circunstancia especial hizo que me subiesen al primer equipo Borrell, el titular, sufrió una lesión y a la hora de designar un sustituto José Vila, el entrenador, pensó en mí. Aquello de que no hay mal que por bien no venga, aunque sentí que mi designación se debiese a tan adversa circunstancia para Juanito Borrell, gran amigo ya desde entonces.
Para Ignacio se iniciaría de inmediato una ubérrima cosecha de títulos.
—Puede decirse que con el Laye tano fuimos al copo de todos los títulos. Nosotros ganamos seis Copas, llamadas entonces del Generalísimo, y diez o doce veces el Campeonato de Cataluña.
A Tarragona, ida y vuelta
En sus doce años de militancia azulgrana —de 1940 a 1952—hubo un bache de un año: en 1947 Ignacio defendió los colores del “Nàstic” de Tarragona. He aquí por qué.
—Ocurrió que me propusieron ir al Nàstic en unas condiciones eco nómicas que el Barça no quiso igualar, ni siquiera de forma aproximada. Unas condiciones realmente tentadoras para aquellos tiempos: 17.500 pesetas de ficha y 1.000 pesetas por partido ganado. Tuvimos suerte, porque los ganamos todos y cada lunes acudíamos al despacho del señor Agustí Pujol, presidente del club, a cobrar las 1.000 pesetas de la prima. Allí coincidíamos Navarrete, Peón y yo. Por ganar el título, cobramos 5.000 pesetas. Eso era mucho dinero entonces.
Temperamento y facultades
Pero su paso por el Nàstic no sería más que un breve paréntesis. Al año siguiente, su club volvería a ser el Barca. Hasta 1952, con nuevos títulos y honores, luciendo, como siempre, su juego temperamental, con el que llegó a cobrar fama de jugador duro.
—Fue mi estilo, basado, claro está, en un fondo físico y unas facultades que me permitían correr a un fuerte ritmo los cuarenta minutos. Eduardo Portela me ha dicho muchas veces que si todos los jugadores de hoy jugasen con el brío y el poder físico con que yo lo hacía... Fernando Font, al que tuve de entrenador en el Barça, dijo de mí que era el que mejor saltaba. Debía ser así, porque con mis 1,68 me defendía bastante bien en los rebotes. Por lo general yo era el encargado de marcar a los más Kucharski temibles, los Maneja, Navarrete, Kucharski. El equipo base solíamos formarlo los hermanos Carreras detrás y Ferrando, Manolín y yo como tripleta delantera. Nuestra compenetración era total y ello nos permitió obtener muy buenos resultados.
* * *
Cerrada su ejecutoria barcelonista en 1952, Ignacio, resistiéndose a colgar las zapatillas, jugó un año en el Orillo Verde, con el también ex azul grana Galve
—Razones de pura amistad con el señor Carol, dueño de la empresa. Pero fue sólo por un año. Y luego sí, el adiós definitivo. A jugar sólo con los veteranos del club hasta que el corazón me dijo basta. Una operación de coronarias y a seguir en el basket, pero ahora sólo como delegado y relaciones públicas en la Asociación de Veteranos.
No hemos dicho, a todo esto, que en su mejor época, Ignacio recibió ofertas de fichaje por parte del Madrid y del Joventut. Su barcelonismo, suficientemente probado, le aconsejó rehusarlas.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 0/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (75) Una serie de Manuel ESPIN - CRISTOBAL RODRIGUEZ EL “RESERA DE ORO”

por Amadeo » 17 Nov 2021, 07:43

Nuestros ases. (75) Una serie de Manuel ESPIN
CRISTOBAL RODRIGUEZ EL “RESERA DE ORO”
Del banquillo, a la internacionalidad (59 entorchados)


Los del banquillo, esos grandes sacrificados... ¡Cuántos de ellos lucirían como estrellas de primera magnitud en otros equipos! Y, sin embargo, se resignan a asumir el oscuro papel de suplentes. Oscuro, maticémoslo, mientras permanecen en el banquillo porque no son pocos los casos en que, llegado el momento de participar activamente en el juego demuestran merecer la titularidad de forma incuestionable.
Esta consideración nos la hemos hecho en infinidad de ocasiones con respecto a Cristóbal Rodríguez, ex jugador del Real Madrid, al que alguien, con supremo acierto definió como el “reserva de oro” del básquet español. En los trece años que defendió los colores del club de la capital raras veces se le vio alineado en el equipo base. No era que los, entrenadores le tuviesen ojeriza, ni muchísimo menos, sino todo lo contrario. Si le confiaban el papel de suplente era lisa y simplemente porque les constaba que Cristóbal, con vocación de auténtico deportista, aceptaba, no sólo sumiso sino complacido, cualquier misión que se le confiase La de suplente no dejaba de ser, en cuentas, una misión importante, decisiva, incluso, según se evidencio en incontables ocasiones cuando, requerido para los momentos difíciles. Cristóbal hizo, con sus certeras canastas— ¡aquellos sus tiros de la entonces inexistente línea de 6.25! — figura de hombre providencial…
La confianza de Díaz Miguel
Para Cristóbal las razones de sus prolongadas misiones de reserva eran claras.
—Estuve, es cierto, tres meses, a poco de mi ingreso en el Madrid, como titular. Pero para suerte mía, el Madrid iba a terminar siendo un gran equipo, gracias, por supuesto, al concurso de las grandes figuras que irían incorporándose. Así, corno pívot, yo no podía ser otra cosa que suplente de Luyk y Aiken, como alero, ya estaban los puestos muy bien cubiertos con Walter y Brabender. Mi puesto, pues, estaba en el banquillo. Es cierto que cuando eres joven lo que más te ilusiona es jugar, pero si ves que tus compañeros son mejores te resignas, pensando que lo que importa es que el equipo rinda lo más posible.
En el caso de Cristóbal se dio, de otra parte, una circunstancia real mente singular: que su papel de suplente del Real Madrid no fuese un obstáculo que le impidiese alcanzar la internacionalidad y, lo que es aún más importante, mantenerla por espacio de ocho años: de 1969 a 1976.
—Díaz Miguel—razona Cristóbal—confió siempre en mí a pesar de que podía disponer de otros mejores. Siempre he creído que esa confianza se debía al hecho de ser yo un jugador acostumbrado al banquillo, que no podía plantearle problemas. Le constaba, además, lo mucho que yo me esforzaba en los entrenamientos para mantenerme en un óptimo nivel de fuego y físico.
Un acierto, uno más, de los muchos que Antonio Díaz Miguel ha ido acumulando en su largo y brillante historial como seleccionador.
Canarias, la cuna
Cristóbal Rodríguez nació en Santa Cruz de Tenerife el 5 de agosto de 1949. Iniciado en el básquet en el Colegio La Salle, a los 12 años, pasó a formar parte de los juveniles del Náutico. Instalado en Madrid para cursar estudios de Preu y posteriormente de Medicina, ingresó en los júniors del Real Madrid. Corría la temporada 1965-66 y a la siguiente pasó al primer equipo. Fue el año en que volvió Pedro Ferrándiz, al que la temporada anterior había sustituido el francés Busnel. Con Cristóbal subieron al primer equipo Paniagua, Nava y Guardiola. Díaz Miguel seguía sus pasos con suma atención.
Al año de estar en el primer equipo del Madrid, Díaz Miguel me llevó a Vigo, al Europeo júnior. Y poco después me seleccionó para el All Basket, de Madrid, 1969, en donde debuté contra Francia. Hasta el Preolímpico de Hamilton 1976, fui seleccionado en 59 ocasiones. Estos años, y los 13 que pasé en el Madrid han dejado en mi recuerdos imborrables. Lo mejor, el compañerismo hallado tanto en el club como en la Selección. Puedo decir que el baloncesto me ayudó mucho y siempre me consideraré en deuda con él.
De la cancha al quirófano
Cristóbal es hoy un prestigioso traumatólogo, el doctor Rodríguez. Es de los que supo hermanar debidamente deporte y estudios. Lo que es doblemente meritorio si se tiene en cuenta que Cristóbal pertenecía a un club necesariamente exigente como el Real Madrid, inmerso siempre en una trepidante actividad.
-Si se tiene voluntad, hay tiempo para todo. Yo supe aprovecharlo y pude ir completando cursos con normalidad y terminar la carrera. Es algo que también iba a acabar ligándome al baloncesto, convirtiéndome en médico de la Selección Española. Aunque al baloncesto me siento vinculado por mi cargo directivo en el Bancobao, de Primera “B”. Hay el firme propósito de hacerle progresar y me pidieron una colaboración que acepté encantado.
Un equipo con futuro: ese Bancobao que tanto puede beneficiarse de la dilatada experiencia del doctor Cristóbal Rodríguez, de quien el básquet seguirá recibiendo callados y valiosísimos servicios. Que esta fue la línea de conducta de este ejemplar deportista, calificado exponente de la fértil cantera canaria
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Re: Nuestros ases. (76) Una serie de Manuel ESPIN - JAUME MURICI: CAPITAN DEL HISTORICO B.I.M.

por Amadeo » 01 Dic 2021, 18:37

Nuestros ases. (76) Una serie de Manuel ESPIN
JAUME MURICI: CAPITAN DEL HISTORICO B.I.M.
“Del cero a la División máxima, en seis años”
Dícese que los árboles no dejan ver el bosque. En deporte, en basket especialmente, se produce ese fenómeno Esos árboles gigantes que son los clubes de la División superior, con sus fulgurantes “estrellas” y su vastísima proyección desde las pantallas televisivas, no nos dejan ver la exuberante vegetación de ese bosque de las categorías inferiores.
Forman legión los clubes que, con ejemplar tenacidad, desarrollan esa dura y abnegada tarea de captar adeptos para el basket. Entre ellos, merece ser destacado el B.I.M., uno de los que una más intensa actividad desplegaron en favor del basket en sus distintos niveles, desde el mini hasta los seniors. Lógico, por lo tanto, que del seno de tan admirable entidad surgiese una profusión de valores de incuestionable valía, con los que el club llegó a codearse con los primates del basket catalán. Ocurría esto allá por el año 1947.
Pero dejemos que de ello nos hable Jaume Murici, capitán que fue de aquel B.I.M. que tan profunda estela de admiración y afectos iba dejando a su paso.
—Fundado en el seno del Instituto Montserrat, de ahí la sigla B.I.M., por iniciativa del profesor Josep María Manuel, el B.I.M., inicióse en el área competitiva en 1.930. El Instituto disponía de un amplio patio que, con todo, no alcanzaba las medidas reglamentarias, por cuya razón no se admitió su ingreso en la Federación Catalana. Para estos y parecidos casos existía la Agrupación de Basquetbol de Catalunya, que presidía López Ciurana, n gran enamorado del basket, que acogía en su seno a loa clubes llamémosles pobres Allí estaban clubes que tanto prestigio alcanzarían años más tarde, como Montgat, Joventut de Barcelona, Ateneu Montserrat y otros. Fue al terminar la guerra, tras haber adecuado el patio del Instituto a las medidas reglamentarias, cuando pudimos ingresar en la Catalana, pero eso sí; cambiando el nombre del club, que, para las competiciones de basket, usaba el de “Renaixement”. El nombre no gustaba al señor Clavero, presidente de la Federación, y la inscripción se hizo con el nombre genérico de la entidad. También cambiamos el color del uniforme, adoptando el morado, como símbolo de fidelidad.
En tres años, a Primera
La paz le sentó bien a esta renacida entidad, para la que iban a llegar sus mejores logros deportivos. —Al iniciar la temporada 1939-40 partimos prácticamente de cero, y empezamos bien: ganando el título de tercera categoría. Dos años más y nos plantamos en Primera Categoría “B”. Hasta que en 1947 ascendimos a la máxima categoría del basket catalán, tras vencer en partido decisivo a todo un Español, en el campo del Layetano, que ya no se llamaba Laietà. De 1947 a 1952, en Primera, compitiendo con los más poderosos de entonces, los Barcelona, Joventut, llamado entonces Juventud, Español, Montgat, Layetano, Calella, Manresa, Hospitalet, Mollet y Tarragona. Hay que decir que no nos limitábamos a un simple papel de comparsas. En dos de aquellas temporadas, 47-48 y 50-51, nos clasificamos en cuarto lugar del campeonato catalán. El mérito del ascenso a la máxima categoría hay que asignarlo a aquel equipo que formaron Pérez, Mallafré, Sanmartí, Colominas, Edo, Trenchs, Vizcarro, con Vícenç Fusté como entrenador y presidente, al que aún le sobraba tiempo para ser uno de los más activos miembros del Aula de Teatre.
A pesar de todo…
Al B.I.M., pese al inabatible tesón de sus componentes, jugadores, directivos y seguidores, incluido entre éstos el alumnado del Instituto Montserrat, le esperaban tiempos nada fáciles. El profesionalismo amenazaba cada vez con menor disimulo. Y aunque la fidelidad fue norma en todos los jugadores del B.I.M. no pudo evitarse que el club sufriese altibajos con pérdidas y recuperación de la categoría.
—Con todo, el B.I.M. pudo seguir adelante, en una u otra división, defendiendo la pureza del deporte como medio educativo, cumpliendo así la finalidad perseguida por sus fundadores. Y así; hasta hoy. Con once equipos federados en todas las categorías y 200 “nanos” iniciándose en el mini-basket.
Volviendo, de nuevo, la vista al pasado, Murici resumió los hitos más importantes del B.I.M.
—Retirado como jugador en 1945, pasé a ser entrenador del primer equipo. En 1948 fuimos al Campeonato de España y eliminamos al Huesca; a continuación nos enfrentamos al Juventud, con todos sus ases, Kucharski, Brunet, Gubern, Baró. Y perdimos, claro. En juveniles ganamos tres o cuatro veces el Campeonato de Cataluña. En esta categoría teníamos un magnífico equipo, con los Espasa, Esbrí, Barriendos, Pipo. Al Real Madrid le ganamos de un punto. Y es que de su preparación se cuidaba Jordi Serra, que aún hoy sigue en la brecha como preparador del mini-basket.
Figura de innegable relieve en los años de su apogeo, Murici mereció en varias ocasiones el honor de figurar en la selección catalana junto con los ases de la época, Font, Dalmau I, Martínez, Tomás, Vidal, Sanahuja. Maurici tuvo también su ídolo.
Todo un polifacético este veterano del B.I.M. Jugador, entrenador, directivo y, por añadidura colaborador de estas páginas, en las que allá por los años sesenta dejó constancia de sus grandes cualidades como crítico de basket.
Enlace con la hemeroteca con el texto y fotos:
Cinco pioneros del B.I.M.: Edo (e.p.d.), Mallafré, Trenchs, Mestres y Murici
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 8/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (77) Una serie de Manuel ESPIN - JACINTO ARDEVINEZ: MEDIO SIGLO SIRVIENDO AL BASKET

por Amadeo » 02 Dic 2021, 21:51

Nuestros ases. (77) Una serie de Manuel ESPIN
JACINTO ARDEVINEZ: MEDIO SIGLO SIRVIENDO AL BASKET
Jugador, árbitro, entrenador, seleccionador y directivo ¿quién da más?

Una vida dedicada al basket desde las más diversas facetas: como jugador, entrenador, árbitro, seleccionador nacional, directivo. Tal es, resumido, el curriculum de Jacinto Ardevínez, un madrileño que vio la z primera en los aledaños de la Cibeles el 25 de julio de 1913.
Los que peinamos canas, lo miso que los que ni tenemos necesidad de peinarlas, a Jacinto Ardevínez lo tenemos estrechamente vinculado al recuerdo como un auténtico divo del arbitraje —el Escartín del baloncesto, ni más menos — de una época en la que estaban por inventar los arbitrajes por parejas, lo que significa que la tarea arbitral, con la ingente carga de dificultades que en aquellos tiempos Llevaba implícita, recaía en un solo colegiado. El alto prestigio de Jacinto Ardevínez como árbitro llegó a proyectarse más allá de nuestras fronteras. De ello guarda nuestro personaje muy gratos recuerdos:
—Allá por la década de los cuarenta fui designado por la FIBA para dirigir unos ocho o diez partidos internacionales, en los que mi actuación mereció una general probación. Ni un mínimo incidente.
Jugar, arbitrar, entrenar...
A Jacinto Ardevínez le hizo mucho bien haber sido monaguillo antes que fraile. Cuando irrumpió al arbitraje había cubierto una etapa como jugador, no muy larga, pero suficiente para familiarizarse con las pistas de juego y con lo que, de forma más o menos subterránea, se cuece en ellas.
—Mis primeros pasos en nuestro deporte los di allá por el 1932 como jugador del City Bank, un club formado por un grupo de americanos residentes en Madrid. Estuve allí hasta 1935 y en ese período nos proclamamos campeones de Segunda categoría de Castilla. Tanto o más que jugar, lo que más me atraía era arbitrar. Esa era, sin duda, mi verdadera vocación.
A Jacinto Ardevínez podríamos definirlo como el hombre de las vocaciones múltiples. Porque no tardó en descubrirse a sí mismo la de entrenador, en cuya faceta le estaban reservados muchos y muy relevantes éxitos.
—Las dos actividades me seducían de forma poderosa y ello hizo que, sin renunciar al arbitraje, me hiciese cargo en 1947 de la dirección técnica del Canarias, un club integrado por jugadores de aquellas islas residentes en Madrid. Realizamos una buena campaña, al cabo de la cual nos plantamos en la mismísima final de Copa, en Zaragoza, en la que nos enfrentamos al Barcelona Nos ganó el Barcelona por 39-25. Lógico el desenlace: en el Barça se alineaban figuras tan valiosas como los Kucharski, Pedro y Miguel Carreras, Ferrando, Maneja, Manolín, y como entrenador, Fernando Font, todo un prestigio de aquella época.
Los JJ.MM. 1955, un título resonante
Nuevo enfoque a la trayectoria de Jacinto Ardevínez en el basket español. En 1953 fue designado seleccionador nacional, relevando a Anselmo López, que había ocupado el cargo desde 1947.
—Los tiempos no eran muy propicios a la actividad de la selección, como bien indica el dato de que desde el 1 de febrero de 1953, fecha de mi debut como seleccionador, en un partido contra Suiza, en Lérida, al 13 de abril de 1958, mi despedida como seleccionador, en que jugamos, de nuevo contra Suiza, en Huesca, en cuyo partido debutó, por cierto, Emiliano, la selección jugó nada menos que 24 partidos amistosos y sólo 6 de competición, éstos en los Juegos Mediterráneos de Barcelona. Fue aquella la época de los Dalmau, Kucharski, Hernández Oller, Brunet, Alfonso, Lluís, Parra, Trujillano. Hubo, claro, poca competición oficial, pero la poca que hubo —los Juegos Mediterráneos de Barcelona—, se resolvió de forma brillantísima: con el título de campeones. El equipo rayó a gran altura y marcó un hito histórico: la primera vez que el equipo nacional alcanzaba los cien puntos —101, contra Italia—. Por supuesto, ésta fue la máxima satisfacción que obtuve como seleccionador. ¿Figuras de aquel tiempo? Jordi Bonareu fue, sin duda, una de las más descollantes. El malogrado Joaquín Hernández, otra. Y, sobre todo, no nos olvidemos de Alfonso Martínez, a quien sigo estándole profundamente agradecido por su comportamiento, siempre tan animoso, sin arredrarse lo más mínimo en su tenaz y desigual lucha con los gigantes a los que su condición de máximo techo del equipo, con sólo 1 m 92, le obligaba a enfrentarse.
El Real Madrid, otra etapa
Los éxitos alcanzados por Jacinto Ardevínez acabarían aupándolo al cargo de entrenador del Real Madrid. Fue en 1958. Aquel año habían ingresado en el equipo blanco valores tan sólidos como Lluís, Díaz Miguel, Pleguezauelos, Capel, quienes, unidos a los que ya figuraban en el equipo, “Nené” González Brindle, Hernández, Johnny Báez y Herrera, completaban un cuadro de considerable potencia.
—Pero el título fue aquel año para el Barcelona, que contaba con Alfonso y su hermano José Luis, Bonareu, Buscató, Cano y Canals. Con él sostuvimos un fuerte codo a codo, que no se resolvió hasta la penúltima jornada de la Liga. Al Barcelona le habíamos ganado en Madrid, pero perdimos a la vuelta por un punto (59-58). La clave radicó en Sabadell, en donde el Orillo Verde de Fernando Font, en una extraordinaria actuación, nos venció por 65-38. De nada nos sirvió ganar al Juventud, en la última jornada, por 57-68. El título lo tenía ya virtualmente el Barcelona en el bolsillo.
* * *
Constantemente vinculado al basket, en razón a sus cargos directivos —miembro de la FIBA desde 1968, de la comisión junior femenina, después de haber pertenecido a la comisión junior masculina: vicepresidente de la AEBI cuya presidencia ostenta Raimundo Saporta; comisario de la FIBA en multitud de ocasiones: presidente de honor del Comité Nacional de Árbitros—, Jacinto Ardevínez ha vivido de cerca el cambio que ha experimentado el basket hasta su “boom” actual.
—Todo ha cambiado desde aquellos mis lejanos tiempos de árbitro. Los balones, la pista, los tableros. Los pabellones cubiertos. Todo, en fin, ha ido mejorando, en beneficio de la mejor calidad del juego. Yo veo a menudo a veteranos de 50 años y más qué meten todo lo que quieren y que, en las actuales condiciones. —balones, pista de parket, tableros, etc.— se mueven como auténticas figuras. Todos los de mi generación hemos de mirar el basket actual con ojos de ver dadero asombro.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 5/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (78) Una serie de Manuel ESPIN - ESTEVA: LA FURIA ESPAÑOLA AL SERVICIO DEL BASKET

por Amadeo » 03 Dic 2021, 23:55

Nuestros ases. (78) Una serie de Manuel ESPIN
ESTEVA: LA FURIA ESPAÑOLA AL SERVICIO DEL BASKET
“El Laietà era como el Göteborg: un albañil, un administrativo, un metalúrgico, un vaquero…”
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Los aficionados que ya eran seguidores del basket cuarenta años atrás deben retener, sin duda, en su memoria el recuerdo de uno de los más relevantes valores de aquella época, Francisco Esteva, el que fue titular del Laietà en la primera década de la posguerra.
El basquet de aquella época, que conservaba todavía no pocas adherencias del fútbol, a cuya sombra había nacido y crecido, podía ser definido también como un exponente de la clásica furia española hecha de rapidez, espíritu de lucha y capacidad física. La personalidad de Francisco Esteva como jugador se correspondía plenamente con dicha imagen.
A Francisco Esteva le bastaban, y sobraban, sus 182 centímetros, para sobresalir en las dos facetas básicas de este deporte: la velocidad y el salto. Ello, unido a su inagotable fondo físico, explica que fuese tan fácil para él el acceso al primer equipo del Laietà, recién finalizada la guerra civil.
Del “Cadci” al Laietà
Nacido en Barcelona el 28 de febrero de 1923, Esteva ingresó en el CADCI, en los equipos infantiles de basket, guiado por el consejo de un amigo del colegio.
Pero allí —recuerda- no hice otra cosa que iniciarme, con los primeros balbuceos. Fue en 1934 cuando, por una pura cuestión de azar, ingresé en el Laietà. Ocurrió que aquel año ml familia cambió de domicilio para instalarse en la calle Viladomat, 90, muy próximo al terreno del Laietà. Nosotros ocupábamos el tercer piso y en el segundo él vivía Ricardo Pardiñas, al que no resultó difícil convencer a mis padres para hacerme socio del club. Y ahí empezó la cosa.”
Enrolado en el equipo infantil, Esteva vistió por primera vez la camiseta del club decano. Pero fue por poco tiempo. La guerra civil abrió el dramático paréntesis, de tan funestas consecuencias.
“Fue en 1940 cuando puede decirse que empecé en serio. Tan en serlo que en un partido contra el C.E. Sabadell les ganamos nada menos que por 80-6, en resultado récord para aquellos tiempos.”-
Al equipo de la "Brillantina"
La hora de ascender al primer equipo estaba próxima a sonar para Esteva.
"Aquel mismo año, 1940, fui incorporado al equipo titular, al equipo de la “Brillantina”, como le llamaban, porque todos lucían un peinado impecable, a base de fijador y brillantina. Estaban en él los Muscat, Miquel Martínez, Mirambell, Alberti, Guix, Alarcón, Llebot y Antúnez, un centroamericano que tiraba con una mano, en lugar de con las dos como hacíamos nosotros. Como entrenador, estaba Pepe Vila, para mí el mejor entrenador, junto con Fernando Font, de aquella época.”
La cosecha de títulos con el Laietà no fue demasiado abundante.
“El más importante lo conseguimos en 1942. Fue el título de Copa ganado en Zaragoza, en la final jugada contra el Barcelona por 30-28.Un triunfo de locura. Tanto que, entre abrazos y felicitaciones de unos y otros, nos dieron las cinco de la tarde sin darnos cuenta que no habíamos comido. Nuestro delegado fue en busca de unos bocadillos y esa fue la manera como celebramos, a falta de banquete, la conquista del título.”
Al Español, de paso
Esteva vistió dos temporadas la camiseta del Español, para asumir después el papel de hijo pródigo.
Es cierto. Fue a causa de unas diferencias con el club. Alberti y yo jugamos en el Español las temporadas de 1943 y 44. Pero yo me sentía demasiado Identificado con el Laietà y reingresé en 1945. Aquel año, fuimos finalistas de Copa, con el Barcelona, que nos ganó por 37-34.Aquel mismo año y el siguiente, fuimos subcampeones de Cataluña, detrás del Barcelona, que era un equipo imbatible, o casi. Siete años más en el Laietà —el Layetano como había que llamarle entonces— y en 1952, después de ascender nuevamente a Primera, decidí retirarme. Un homenaje del club, que resultó para mí muy emotivo, puso punto final a mi carrera como jugador.”
No hemos dicho, a todo esto, que Francisco Esteva fue seleccionado por Santiago Monerris para el primer Francia-España, jugado en Toulouse el 7 de mayo de 1943, ganado por los galos por 25-24. Era el primer partido que jugaba nuestro país después de la guerra civil. Primero y único en un largo espacio de cuatro años
Aquella claraboya rota...
Con toda su fama de jugador fuerte y atlético, Esteva fue siempre, en el campo y fuera de él, un modelo innegable de caballerosidad y señoría.
“Nadie puede decir que yo abusase de mi fortaleza. En veinte años de basket nadie recibió de mí ni el más leve rasguño. A cambio de eso, sin duda, nadie me puso jamás la mano encima. Y eso que pasé por los terrenos y los públicos que tenían fama de más temibles. Sufrí, eso sí, algunas lesiones, pero del todo ajenas a los equipos contrarios Recuerdo, por ejemplo en Price rompí una claraboya de la pista, en un salto, y tu vieron que sacarme de dentro con algunas heridas de consideración. Con el coche del gobernador civil me llevaron al dispensario. En el campo del Español, también por una causa fortuita, sufrí fractura de peroné. En fin. Que el basket no era, como decían algunos, un juego para niñas.”
Bendición nupcial del P. Millán
En el recuerdo, tiene Francisco Esteva no pocos capítulos gratos.
“Muchísimos. Uno de ellos, acaso el que más, el hecho de que fuese el propio padre Millón, que era en cierto modo un padre espiritual de todos los jugadores del Laietá, el que oficiase la ceremonia de boda con mi esposa, María Carbonell. También recuerdo con profundo agrado mis tiempos de “mili”. No había día de la semana que no tuviese partido de competición de algo: entrenamientos de selección catalana o española; Frente de Juventudes; Educación y Descanso; S.E.U.; Batallón de Transmisiones y, llegado el domingo, partido oficial con el Laietà. Lo que se dice no parar.”
Como el Göteborg...
Una evocación, por último, de su mejor época para el análisis de los mejores jugadores.
"Fueron muchos, a los que admiré. Dalmau, Kucharski, los dos Carreras, Ferrando, Sanahuja, Valls, Gubern y Baró, del Juventud. Y Rosell, el único que media los dos metros y al que yo, desde mis 1,82, veía como un gigante. Tiempos aquellos. Yo jamás robé una hora al trabajo. Mi padre, con la mejor de las intenciones, me había dado la llave para que abriese y cerrase el taller. Nuestro equipo venía a ser una especie de Göteborg: Navarrete, albañil; Ferrando, administrativo; yo, metalúrgico; Kucharski, estudiante; Font, vaquero...”
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 2/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (79) Una serie de Manuel ESPIN - ISIDRE TARRAGO: CUANDO LOS CENTIMETROS NO LO ERAN TODO

por Amadeo » 04 Dic 2021, 17:18

Nuestros ases. (79) Una serie de Manuel ESPIN
ISIDRE TARRAGO: CUANDO LOS CENTIMETROS NO LO ERAN TODO

Vencedor de un concurso de “ases”, 44 meses de Servicio Militar después de la Guerra Civil impidieron su consagración
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La “Agrupació d’antics jugadors de basquet del F. C. Barcelona” cumplió hace pocos días su décimo año de existencia. En conmemoración de la efemérides, tan grata para todos cuantos siguen sirviendo al club blaugrana a través de tan ejemplar entidad, tuvo efecto en un restaurante de la parte alta de nuestra ciudad un “sopar de germanor” que no fue sino la repetición de la cena de camaradería con que cada año se pone un digno broche a las actividades deportivas de la “Agrupació”. La edición de este año, como queda dicho, aparecía realzada por la feliz circunstancia de cumplirse con ella diez años: fue, en efecto, el 20 de diciembre de 1976 cuando fue creada oficialmente la Asociación, por iniciativa de un grupo de antiguos jugadores —los Isal, Ferrando, San Juan, Arnau, Tiñena, Sardá, hermanos Carreras, Tarragó, entre otros— y de Joan Molas, un delegado que hizo historia en el club blaugrana, quien cuidó de aglutinar los afanes de los veteranos y plasmar en realidad su generosa idea de mantener una vinculación con el “Barça”. Joan Molas lleva desde entonces asumiendo la presidencia de la entidad, favorecido por el aprecio y el sincero afecto de todos.
La veteranía, algo más que un grado
En la llamémosla fiesta de fin de curso, como ya es de rigor, tuvo efecto un copioso reparto de premios a los vencedores de los torneos de las diferentes categorías de veteranos que tomaron parte en los torneos celebrados durante la temporada. Uno de dichos premios le fue otorgado a Isidre Tarragó, actual secretario de la “Agrupació”,no por su cargo, conste bien, sino por el hecho de ser el más veterano de los participantes. A sus 65 años, lsidre Tarragó viene luciendo las virtudes —velocidad, genio, fondo físico, y facilidad de tiro— que en sus tiempos mozos le hicieron aparecer como una gran promesa de nuestro basquet.
Una promesa, empero, que no acabaría de cuajar plenamente en realidad. Y no por su culpa, que a él no le faltaron nunca arrestos y espíritu de superación para convertirse en figura de primerísimo plano.
—Los cuarenta y cuatro meses de “mili” que tuve que hacer a la terminación de la guerra fueron la causa de que no pudiese tener una situación estable en ninguno de los clubs por los que pasé, Laietá, Barça y B.I.M. Y menos mal que en ese largo tiempo de Servicio Militar, en Baleares, pude jugar en el Club de Regatas, de Palma, con el que pudimos competir dignamente con el Club Natación Palma, que aquel entonces dominaba claramente el sector balear. Con el Regatas jugamos la final del Campeonato balear en el velódromo Tirador y ganamos los del Regatas, por 37-27. Yo marqué 19 puntos y unos fans de nuestro equipo me izaron a hombros. Entre los dos equipos mallorquines existía una enorme rivalidad y nuestro triunfo fue acogido con verdadera locura.

Cadci, Barça, Laietà y Bim

La cuna deportiva la halló Isidre Tarragó en el Aguiles Blaves, un modesto club de Collblanch, en el que ingresó a los 13 años. Allí estaría de paso. El Cadci, que tenía sus terrenos de juego en la Bordeta, fue su segundo club, del que, un año después, dio el salto al “Barca”.
—Estábamos en plena guerra —precisa Tarragó—y el basquet desapareció prácticamente del club. En 1938 ingresé en el Laietà y fue allí, evidentemente, donde empecé a jugar en serio. En el juvenil estábamos Esteva, Carrete ro, Ferrando, Navarrete y yo. Formábamos un magnífico equipo pero por algunas cosas del club que no me gustaban dejé el Laietà y me dio por jugar al fútbol en La España Industrial, en Educación y Descanso. Terminada la guerra, y reorganizado el basquet en el “Barça”, el delegado Cardús me propuso ingresar, pero dado que yo trabajaba en las oficinas de La España Industrial, preferí ir a la B.I.M. que lo tenía mucho más cerca. En la temporada 1941-42 el B.I.M. ascendió a Primera, pero a mitad de campeonato tuve que dejar el equipo para incorporarme a filas. Empezaban allí mis larguísimos cuarenta y cuatro meses de “mili”. En 1945 volví del Servicio Militar, tras haber jugado, muy a gusto, por cierto, en el Club Regatas, de Palma. En mi última temporada llegamos a cuartos de final de la Copa y en ellos nos eliminó precisamente el “Barca”, que contaba con Martínez, Fernando Font, Ferrando, los dos Carreras y Centellas. Los dos Carreras me marcaron muy estrechamente y sólo pudo meter seis puntos. Puede decirse que allí terminó mi carrera basquetbolista. Reingresé en el BIM, pero por poco tiempo. En 1946 formé equipo en La España Industrial, mi empresa, y de Educación y Descanso llegamos a Segunda Categoría, con Grau de entrenador. En 1950 todavía participé en la II Competición de Ases, en Reus, que conseguí ganar. Y en 1951, me despedí como jugador en un partido-homenaje en La España Industrial.
Canastas sin suspensión
Tarragó se define a sí mismo como un tirador nato. La suspensión no se conocía en mis tiempos. Como novedad todos admirábamos el doble salto de Fernando Font en el Patrie y, más tarde, en el Barcelona. Eso sí, con el Laietá de los Carretero, Esteva, Ferrando y Navarrete empezamos a practicar el tiro con dos manos a la altura de la cara. Mi promedio habitual era de 18-20 puntos, sin que signifique ello que yo pecase de individualista. Por el contrato, considero que siempre fui un jugador de equipo. ¿Estatura? .Con mis 1.64 difícilmente tendría un puesto en los equipos de hoy, ni siquiera como base. Y es que en mis tiempos la estatura contaba poco. Lo que importaba era correr, cuanto más mejor, y meter puntos... Y yo era de los que destacaban en uno y otro aspecto.
El basquet sigue teniendo en Isidre Tarragó a uno de sus más fieles servidores. Ahora, y desde hace cuatro años, como secretario de esa entidad modelo que es la “Agrupació” de veteranos barcelonistas. Sin olvidar, eso nunca, su participación en los torneos semanales que este año le han valido la conquista del trofeo al superveterano de los mismos.
Por la misma razón, por seguir metiendo canastas a sus 65 primaveras, la Federació Catalana de Básquet le otorgó la Medalla de Plata en ocasión de la IV Trobada del Básques Catalá celebrada hace unos días en Castelldefels, como premio a su ejemplar entrega a este deporte.
Enlace a la hemeroteca de El Mundo Deportivo del texto y Fotos: Gemma Gómez y Archivo Eran otros tiempos. Isidre Tarragó podía triunfar con sus 164 centímetros de altura
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 4/pdf.html

Amadeo
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Re: Nuestros ases. (80) Una serie de Manuel ESPIN - JOAN FONT EL “VAQUERO” DEL “LAIETA”

por Amadeo » 07 Dic 2021, 10:19

Nuestros ases. (80) Una serie de Manuel ESPIN
JOAN FONT EL “VAQUERO” DEL “LAIETA”
“El club era entonces una prolongación de la familia”
Más de una vez nos hemos lamentado de la metamorfosis que, con los años, se ha operado en el viejo Laietà -decano de los clubes españoles de basket- transformado en club de tenis, adscrito como tal a la Federación del deporte de la raqueta. La creciente ola de profesionalismo, a la que el Laietà fue, a no dudar, el primero en pagar un fuerte tributo, le obligaría a renunciar a la luchar por permanecer en el primerísimo plano del basket nacional, optando por el retorno a los orígenes de un amateurismo integral.
La historia nos habla de más de una deserción en bloque de los jugadores laietanenses, tentados por los cantos de sirena de un naciente profesionalismo, al que el club decano, sin otros recursos que los de las cuotas de una corta nómina de socios, había de renunciar necesariamente.
Cuando aún no corría el dinero
Antes, empero, de que los patrones de pesca empezasen a visitar, talonario en ristre, el terreno de la calle Viladomat, el Laietà pudo valerse de los inapreciables servicios de una pléyade de jugadores que, motivados por una afición sin límites y del todo ajenos a toda especulación crematística, lucharon con ejemplar entereza, por elevar el club a la cota más alta del basket español La lista sería interminable: los Guix, Pla, Muscat. Romeva, Martínez, Alarcón, Garreta, Ángel Coll... Y en una más reciente hornada, los Carretero, Areny. Peón, Navarrete, Kucharski, Ferrando, Esteva, Galve, Font… He aquí los autores de la última cosecha de títulos del club decano, hace de ello cuarenta años...
Joan Font fue uno de los más relevantes valores de la mejor época del Laietà. Que no en vano formo en aquel legendario equipo que formaron los Esteva, Navarrete, Kucharski, Galve, Carretero y el propio Font.
La vinculación de nuestro personaje con el Laietá a no se inició sino una vez terminada la Guerra Civil.
-Nací el 15 de febrero de 1921, en Barcelona. Me inicie en el basket a los 10 años. Fue en el Atlas, un club que presidia don Rafael Castejón, que fue, al poco tiempo, destacado federativo nacional. De allí, en 1935, pasé a los infantiles del F.C. Barcelona, que entrenaba Pepe Vila. Recuerdo que en el primer equipo de entonces jugaban Carbonell y Tomás. Terminada la guerra, volví a jugar, enrolado en el equipo de la Asociación Condal. Con todas las dificultades del mundo, es cierto, porque ni siquiera teníamos campo, lo que explica que difícilmente ganásemos un partido. Fue, en fin, en 1941, cuando empecé a jugaren serio. Para ello, ingresé en el Laietà, en el Layetano como se llamaba entonces, por aquello de la castellanización de todo lo catalán. En el primer equipo seguían los veteranos Guix, Alarcón, Mirambell, Martínez.
Cosecha de títulos
La época de los grandes logros estaba ya próxima para Font. Precisemos, para Font, "el vaquero", como así era conocido.
-Era llamado así para evitar confusiones, pues en la misma época, había otro Font, Fernando, que jugaba en el Barcelona. En 1942 llegó la época grande, la de la conquista de títulos. El Laietà había reunido al mejor equipo de la historia del club, y no lo digo porque yo figurase en él, sino porque allí estaban, nada más y nada menos, que Kucharski, Esteva, Carretero, Areny y Navarrete. En1942 ganamos la Copa en Zaragoza venciendo al Madrid, en semifinales, por 29-28 y al Barça en la final, por 30-28. En 1943, llegamos a la final, en Palma y perdimos ante el Barcelona por un basket (25-27). Al año siguiente, ganamos la final, en Vigo, frente al Real Madrid, por 32-18. Y en 1945completemos la buena racha de finales, en Barcelona, perdiendo con el Barça por 34-37.
Cantos de sirena: “Barça” y Nàstic”
Joan Font medía aquellos 1,72 Una talla muy corriente en aquellos tiempos en que los gigantes estaban por inventar. Así y todo, su ficha llegó a alcanzar una cierta cotización, fuera del Layetano, claro.
—En 1945 me propusieron fichar por el Barcelona, y acepté. Me ofrecieron cuatro mil pesetas por temporada. Eso era entonces una oferta muy tentadora. Estuve dos años. En 1947 fui al Gimnástico da Tarragona, que dobló la oferta. Ocho mil pesetas. Don Agustí Pujol quería hacer del “Nàstic” un grande del basket. Y allí vinieron también Carretero y Peón. El Laietà se quedó en cuadro, había descendido y al cabo de un año, lo que tiran unos colores que en el fondo sentía un profundo cariño, volví a él, formando equipo con unos “nanos”. Un año más y la retirada. A vivir de recuerdos, los más gratos de ml vida deportiva. El club era para todos nosotros una prolongación de nuestra familia, por el clima de amistad que en él se respiraba y por la entrañable amistad que a todos nos unía. Con Kucharski, de un modo especial, nuestra compenetración era total, en la pista y fuera de ella. Qué gran jugador “Kuchi”, un fuera de serie, que tendría hoy un puesto en los mejores equipos de España, lo que se dice un jugador Irrepetible.
El tenis, un refugio
Colgado que hubo las zapatillas, el tenis fue el segundo deporte del ya ex vaquero Joan Font. Fue un nuevo y magnífico motivo para seguir junto a Kucharski, que ya destacaba mucho en el tenis. Con él formamos un doble que llegó a tener una cierta categoría dentro, claro está, del plano social en que nos movíamos. Y es que al lado de Kucharski, prodigioso polifacético, podías jugar a lo que fuese... El tenis sigue siendo mi deporte, aunque una molesta artrosis me obliga a no jugar más que dobles. El basket lo sigo con interés y no me pierdo ningún partido que den por la tele. ¡Qué diferente de, aquel de nuestro tiempo! Como de la noche al día...
El enlace, al texto a la hemeroteca de El Mundo Deportivo y a las fotografías: Foto: F. Simó
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 2/pdf.html

Amadeo
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Re: Nuestros ases. (81) Una serie de Manuel ESPIN - ANGEL COLL: UN GIGANTE (1,80) DE LOS AÑOS TREINTA

por Amadeo » 09 Dic 2021, 09:14

Nuestros ases. (81) Una serie de Manuel ESPIN
ANGEL COLL: UN GIGANTE (1,80) DE LOS AÑOS TREINTA
“Amistad y compañerismo, divisas de aquel Español”
En una época, allá por la década de los treinta, en que la talla media de los jugadores apenas si superaba los ciento sesenta y cinco centímetros, a aparición de aquel equipo del Español de los Brotons, Anselmo López, Farré, Gago y Ángel Coll, todos os cuales se tallaban por encima del 1.80, fue considerada como un auténtico “boom”. Ahí era nada reunir en un mismo equipo a cinco auténticos gigantes, que como tales aparecían entonces aquellos jugadores que, cual "rara avis", podían mirar por encima del hombro a valores de aquel tiempo, tan consagrados como los Guix, Fernando Font, Carbonell, Domingo, Arnaud, Henry, Ferrando, Navarrete y tantos otros.
Pero aquel equipo de los sigamos llamándoles gigantes, que tomó el relevo de aquel otro de los Rauret, Domingo, Colomé, iba a tener una vida fugaz: un año o poco más. La guerra civil acabaría determinando su total demolición.
Cincuenta años atrás
Una feliz circunstancia nos ha brindado la oportunidad de rememorar la vida breve y refulgente de aquel inolvidable equipo del Español. Ha sido nuestro interlocutor Ángel Coll, a quien la terminación de la guerra civil impuso los más insospechados rumbos a través del ancho mundo, con muy aislados retornos a Barcelona en esos cincuenta años que han transcurrido desde la forzosa “diáspora" que separó a los componen es de aquel histórico equipo.
Ángel Coll nació en Santiago de Chile el 15 de enero de 1915. Con su familia se instaló en Barcelona a los cinco años. Y a los 18, ya vestía los colores del club de Sarriá. A esa edad lucía una estatura que superba la, corriente y normal de aquel tiempo para un chico de su edad.
-Ya medía 1,80 y esto hizo que Anselmo López, que vivía cerca o casa, nos propusiese a Gago y a mi otro chaval del barrio que era también de mi misma estatura, jugar basket en el Español. De momento su proposición no nos tentó demasiado. El basket era considerado entonces como un juego para chicas, pero finalmente accedimos entramos en el segundo equipo Con buen pie, puesto que aquel mismo año ya quedamos campeones de segundos equipos. Este mismo equipo se convirtió en titular al año siguiente, 1934. Lo formábamos Brotons, Farré, Anselmo, Gago y yo. No tan formados técnicamente como otros equipos, ya que todos nos habíamos iniciado a edad un tanto avanzada, pudimos, con todo, hacer un buen papel en las competiciones, en lucha con los poderosos de entonces, los Barcelona, Patrie. Laietà, Juventus de Sabadell, Iluro, de Mataró. El fuerte de nuestro equipo residía en la estatura de todos nosotros, superior a la que imperaba en aquellos tiempos. Ya lo ves. Todos más o menos como Corbalán o Solozábal, y parecíamos gigantes...
De ayer a hoy
En este y en otros muchos aspectos ha sufrido el basket una milagrosa transformación. De los terrenos de entonces a los pabellones actuales, con sus perfectos parquets: de los balones de tosco cuero a los de ahora...
- En todo, en efecto - asiente Ángel Coll veo un cambio que ni los más soñadores de mi tiempo podían augurar. Yo puedo presumir de haber sido de los que teníamos que marcar el campo después de limpiarlo de piedras, de plantar los postes y, además de eso, calzarnos, y vestirnos. En 1935, de todos modos, ya logramos alguna conquista: el club nos dio las camisetas y un, pase para asistir a los partidos de fútbol. Con esto, ya nos considerábamos unos seres privilegiados.
Laietà, última etapa.

Al estallar la guerra civil, Ángel Coll había dejado el Español para integrarse en el Laietà, en el que formó como titular junto a los Guix, Muscat, Romera, Alarcón. Fue un fichaje sonado.
-El Laietà era entonces un club que ofrecía grandes atractivos con la piscina y las pistas de tenis. Y eso fue suficiente para que ingresase en él, aparte de los alicientes deportivos que brindaba el jugar junto a las grandes figuras que tenía entonces el club decano. Allí termine mi carrera deportiva. La guerra me obligo a ello. Y desde entonces, no he dejado de pensar en los felices momentos que pase primero en el Español y finalmente en el Laietà. Del Español, mi primer club, recuerdo al espíritu de compañerismo que nos unía a todos. Con dos de ellos, principalmente, Anselmo y Gago, he tenido la fortuna de seguir visitándoles en todo este tiempo que han sido cincuenta años, nada menos y hemos seguido considerándonos como hermanos. Si voy a Santiago de Chile, la casa de Pepe Gago es mi casa, y lo mismo puedo decir de la casa de Anselmo cuando recalo en Madrid. La sincera y profunda amistad, con Anselmo ha marcado felizmente mi vida. Este es, sin duda, el mejor legado que el basket me ha dejado: la entrañable amistad de todos aquellos con quienes compartí goces y sinsabores; en el basket; en una etapa para mi inolvidable.
A través del ancho mundo
Nos referimos antes a los insospechados rumbos que la vida de Ángel Coll enfocó a la terminación de la guerra. El propio Coll nos los resumió, sintetizados.
-En Barcarés, tras cruzar la frontera, caí enfermo y fui trasladado a Perpiñán. Tuve la fortuna allí de entablar relación con un delegado del Comité Británico de Ayuda a los Refugiados, quien tramito mi traslado a Londres. Allí estudié inglés y, más tarde, obtuve el título de experto contable, con el que pude abrirme camino y obtener la plaza de administrador-gerente de una compañía importadora de España. Pasé allí varios años con el Coven Garden como mi campo de actividad. Hasta que en 1962, Anselmo López me propuso al presidente de una multinacional pesquera para cubrir la plaza de delegado en Sudáfrica. Y allí me fui, con residencia, en Ciudad del Cabo. Fui con contrato para un año y allí sigo hace 24 años. Con la esperanza, eso sí, de hacer posible que sea pronto verdad el refrán catalán "roda el món i torna al Born".
Enlace a la hemeroteca del Mundo Deportivo, al texto y foto: Torneo interciudades-Ginebra 1936 Selección de Barcelona Manent (seleccionador), Martínez, Brotons, Maunier, Ángel Coll, Fernando Font, Tomas, Arnaud y Carbonell
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 6/pdf.html

ykann
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Re: Nuestros ases. (81) Una serie de Manuel ESPIN - ANGEL COLL: UN GIGANTE (1,80) DE LOS AÑOS TREINTA

por ykann » 10 Dic 2021, 23:56

Mira que he consultado veces esa maravillosa hemeroteca y me decía que alguna vez tenía que abordar el mismo curro que estás haciendo. Mis dieses.

Amadeo
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Re: Nuestros ases. (82) Una serie de Manuel ESPIN - LOPEZ CIURANA: ADALID DEL BASKET MODESTO EN LOS TREINTA

por Amadeo » 14 Dic 2021, 09:20

Nuestros ases. (82) Una serie de Manuel ESPIN
LOPEZ CIURANA: ADALID DEL BASKET MODESTO EN LOS TREINTA
A esta galería por la que periódicamente vienen desfilando aquellas figuras —jugadores, árbitros, técnicos, directivos— que, en las distintas épocas, cobraron una cierta notoriedad, se asoma hoy Joan López Ciurana, al que un brillante y ya lejano currículum avala como uno de los dirigentes de la época heroica que más contribuyeron a crear las condiciones del futuro esplendor del basket.
La vinculación de Joan López Ciurana al deporte del aro y el tablero se inició allá por el lejano 1928 y fue en calidad de jugador del Ateneu Montserrat, de Hostafranchs, cómo prestó sus primeros servicios al basket.
—Con el B.B. Montserrat, nacido en el seno del Ateneu del mismo nombre, jugamos el primer partido el día de la inauguración, el 6 de octubre de 1928. La entusiasta acogida que el equipo de basket mereció de parte de los socios del Ateneu fue para todos nosotros un poderoso estímulo, que nos hizo soñar en empresas de más altos vuelos.
Directivo por vocación
Aun siendo uno de los más destacados componentes del equipo, López Ciurana no tardaría en encauzar sus inquietudes deportivas hacia el área directiva. En este renglón había entonces una importante tarea a realizar. En el basket catalán eran numerosos los clubes que, como era el caso del B.B. Montserrat, permanecían al margen de la Federación Catalana. Unos, por no reunir sus terrenos de juego las medidas reglamentarias; otros, por no permitírselo sus menguados recursos económicos.
Un análisis de la situación, y un tanteo previo con los clubes que tenían vedado el ingreso en la Federación Catalana, hizo ver a Joan López Ciurana el camino a seguir.
—Creímos llegado el momento de crear una Federación paralela, que hiciese posible la celebración de un campeonato propio que sirviese de estímulo a todos aquellos clubes faltados de medios para ingresar en la Federación Catalana. Así, el 11 de diciembre de 1932 se celebró la primera reunión con vistas a la creación de un organismo propio, al que aplicamos la denominación del “Agrupació de Basquetbol de Catalunya” En dicha reunión estuvieron presentes el B.B. Montserrat, A.E.I. Montserrat, Penya els Deu, Penya els Estrellats, Penya Aligots, C.E. Natura, C.D. Sabadell, B.P. Montgat y Sagrat Cor B.B. Objetivo primordial de la naciente Agrupació, para la que fui elegido presidente, fue organizar un torneo para la temporada 1932-33, condicionando la celebración de un segundo torneo al año siguiente según fuese el resultado del primero. En la directiva inicial estuvieron representadas todas las entidades presentes en la reunión fundacional. Por supuesto, todos los miembros del consejo directivo hicieron una magnifica aportación de entusiasmos por lo que fue posible que la Agrupació acabase haciendo sentir su peso específico y el primer torneo tuvo su repetición en los años sucesivos.
Amenaza federativa y pacto
Hay que aclarar que el creciente volumen de clubes adheridos no fue visto con buenos ojos por la Federación Catalana, según se desprende de una nota hecha pública por el organismo regional, cuya nota, que López Ciurana conserva en un profundo y bien ordenado álbum, servía de aviso-amenaza a los clubes federativos de prohibírseles jugar partidos con los clubes pertenecientes a dicha Agrupació. También se hacía saber a las peñas de clubes federados que, de formar parte de dicha Agrupació o en caso de jugar partidos con clubes a ella pertenecientes les será retirada la autorización de que vienen disfrutando para concertar partidos con clubes pertenecientes a la Federación Catalana.
Del contenido de esta amenazadora nota se infieren los serios temores que la aparición de la Agrupació inspiró a la Catalana.
—Nuestro crecimiento, en efecto, debió ser, sin duda, motivo de preocupación para los federativos, ya que, al año justo, se llegaba a un acuerdo con la Catalana, que presidía el señor Ángel Truñó, para que la Agrupació ingresase en la Federación Catalana como adherida. Se retiraba así el veto federativo y nuestros clubes podían celebrar partidos con los de la Catalana, sin impedimento alguno. Recuerdo que, en atención a la escasez de medios económicas de nuestras entidades, a éstas sé les fijó una cuota mensual de tres pesetas. Que no se crea que era poco en un tiempo en que de quien nos hablaba de comidas pantagruélicas solía decirse que explicaba “sopars de duro”.
Calidad en alza… hasta el parón de la guerra
La Agrupació, con el nuevo régimen derivado del acuerdo con la Federación, alcanzó nuevas cotas en su desarrollo.
--La colaboración mutua resultó altamente positiva. El campeonato de la Agrupació llegó a tener un notable relieve y una más que estimable calidad técnica, que no en vano formaron en ella equipos tan calificados como el Renaixement, que no era otro que el actual B.I.M., el B.B. Montserrat, el C.B. Badaloni, precursor del actual Joventut de Badalona, el B.P. Montgat, el B.B. Sabadell. Con la guerra puede decirse que se puso punto final a la brillante ejecutoria que la Agrupació había venido teniendo.
* * *
Con él pacto establecido entre la Catalana y la Agrupació, los federativos del primer organismo lograron algo más que evitar unas rivalidades que a nada bueno habrían conducido. Al propio tiempo, pudieron captar a aquel dirigente inquieto y emprendedor que era Joan López Ciurana, que figuró en el Comité de Competición en los años 1934 y 1935; fue asimismo secretario del Colegio de Arbitros hasta el 18 de julio de 1936. Figuró en 1936 en el Comité de Apelación de la Federación Catalana. Y en 1954-56 ocupó el puesto de vocal representante de los clubes en el C. de C. El cargo de secretario de la Federación Catalana que presidió Ismael Almela completó el capítulo de valiosas prestaciones de la organización federativa del basket. Una hoja de servicios de singular relieve, desplegados en una época en que los cargos no tenían otra compensación que mucho trabajo y no pocos sinsabores. Sobre todo, sinsabores—conviene López Ciurana— aunque, por fortuna, no guardo de aquellos tiempos más que los buenos recuerdos, que son muchos.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 4/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (83) Una serie de Manuel ESPIN - JOSEP M.ª OLEART: DEL “CIRCOL” A LA PENYA , IDA Y “VUELTA”

por Amadeo » 16 Dic 2021, 08:05

Nuestros ases. (83) Una serie de Manuel ESPIN
JOSEP M.ª OLEART: DEL “CIRCOL” A LA PENYA , IDA Y “VUELTA”
Titular de un Joventut repleto de figuras...y sin extranjeros
Por espacio de muchos años, el Joventut de Badalona pudo ser tenido como el más genuino exponente del basket español. De los equipos que integraban la elite de este deporte y contaban, de ordinario, con las mayores posibilidades en la lucha por los títulos nacionales, con la opción añadida de acceder a las competiciones europeas, era el de la “Penya” el único que se valía de jugador es autóctonos, en una sostenida renuncia al empleo de fichajes extranjeros. Diríase que el Joventut se había propuesto erigirse en el Athlétic del basket español.
Eran los tiempos, allá por la segunda mitad de década de los sesenta y primera de la de los setenta, del apogeo de los Alfonso Martínez, Lluís, Enric, Enric Margall y Buscató, nombres gloriosos que ilustran la más brillante y sostenida etapa de la historia del club costeño.
Junto a las citadas luminarias dispuso la “Penya” de otros valores que, sin alcanzar un tan alto valor específico, resultaron ser el complemento ideal del conjunto. Fueron ellos, los Gol, Fa, Rojas, Narcís Margall, Moliné, Oleart... Con este último tuvimos la grata oportunidad de reavivar recuerdos y evocar no pocas de las, para él y para quien esto firma, inolvidables secuencias de sus años de adscripción verdinegra
UNO MAS DEL “BRESSOL
Josep Maria Oleart es de los muchos, incontables, jugadores que hacen bueno el “slogan” “Badalona, bressol del basquetbol” Nació, en efecto, en aquella ciudad costeña el 11 de febrero de 1. 946 y puede decirse que su carrera deportiva no ha tenido otro marco que Badalona.
—A los ocho años —recuerda—. Empecé a jugar, los infantiles del Círculo Católico. Todavía me tocó jugar en campos de tierra y con balones de cuero. Allí tuve como primer instructor a Pere Costa, padre de Joaquim Costa, el internacional del Barça. Estuve diez años, y a los dieciocho ingresé en el Joventut. Era la ruta obligada de aquellos tiempos: del “Círcol” a la “Penya” Así creíamos realizado nuestro máximo sueño, más que nada porque veías abiertos unos horizontes mucho mas amplios: títulos nacionales, Eurocopas…
Constelación verdinegra
Oleart no pudo entrar en el Joventut con mejor pie: campeón de Liga en su primera temporada, 1966-67. Lo que se dice “llegar y besar el santo’
En el equipo, entrenado por Kucharski, estaban Buscató, Alfonso, Lluís, Enric Margall y su hermano Narcís, Fa, Rojas, Moliné, Guifré, Gol y yo, con mis 18 años, que poco podía aportar al lado de tantos fenómenos. Pero creo que cumplí. De todos modos, aun reconociendo que con tanta gente buena en el equipo merecíamos ser campeones, ha de reconocerse que la suerte nos ayudé mucho en la última jornada.
Oleart nos recordó que el título les llegó gracias a la victoria que en la jornada de clausura obtuvo el Estudiantes sobre el Real Madrid.
Aquella canasta lograda por el Estudiantes, por su jugador Segura, fue providencial. La que nos dio el título. Nosotros, que le llevábamos al Madrid un punto de ventaja, pudimos conservar la del average gracias a esta derrota del equipo blanco, por un punto y en el último segundo del partido. Fue un día grande para Badalona. Puede decirse que toda la ciudad estuvo pendiente del resultado de este encuentro de Madrid. En la plaza de los Caídos, como se llamaba entonces, no cabía un alfiler, lo mismo que ocurría en el “bar d’en Joan”. Es fácil imaginarse la explosión de júbilo que se registró en el instante de conseguir Segura su histórica canasta.
Oleart conocería el placer de ganar otro título, en la Copa.
—En 1966 ganamos la final de Orense, frente al Real Madrid y por un apretadísimo 82-81. Ganar títulos en aquel tiempo era sumamente difícil. El Madrid lo ganaba casi todo, Liga y Copa, por lo que en tres ocasiones —años 69, 71y 73— hubimos de conformarnos con el segundo puesto en la Liga, siempre detrás del Madrid, y en la Copa tuvimos el segundo lugar en 6 ocasiones de 1966 a 1974, cinco de ellas contra el Madrid y en otra la final de Gijón, en 1968, contra el Picadero.
Bucarest, Leningrado
Las salidas de la “Penya” al palenque internacional salieron saldarse con un meritorio aprobado.
—De las Copas europeas guardo un gratísimo recuerdo. Sobre todo de aquella Recopa de1974, a la que fuimos por haber sido finalistas de la Copa española, y en la que perdimos la ida, en Badalona, frente al Steaua de Bucarest, por 6 puntos. Ya todo parecía estar perdido, pero en la vuelta, en la pista del equipo rumano realizamos la hombrada de ganarles por 7. Entonces teníamos como entrenador al americano Clinton Morris. Recuerdo también —refirió Oleart como curiosa anécdota— que en el partido de Leningrado, contra el Spartak, nos vimos sorprendidos, en el preludio de los himnos, con la interpretación de un himno español absolutamente desconocido para nosotros y que resulté ser el de Riego, el de la República.
Entrenador y hostelero
Después de ocho años de vestir y lucir los colores verde y negro de la “Penya” Josep María Oleart volvió a su “bressol”, el Círculo Católico, de cuyo equipo sería puntal durante cinco años. La hora de la retirada, rebasado el linde de los 30 años, estaba próxima. Esta sonó en 1978, después de haber puesto la rúbrica a su carrera deportiva con un año como jugador del Mollet, recién ascendido a Primera División.
Pero el basket sigue teniendo en Oleart un ferviente servidor, ahora como entrenador.
Es una actividad que me apasiona. Cuando colgué las zapatillas, seguí en el Circol, llamado entonces Cotonificio, como entrenador de los juveniles. Luego estuve dos años como segundo de Manel Comas, Y para esta temporada he fichado como entrenador del Mollet. Entrenar es lo que más me gusta, sobre todo porque resulta compatible con mi otro quehacer básico, al frente del Restaurante “Nereida” que regento, con mi esposa, en Badalona, desde hace ocho años.
Aunque de una época en que el dinero ya corría, pero no mucho. Oleart, bien se ve, supo ser hormiga.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 1/pdf.html

Amadeo
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Re: Nuestros ases. (84) Una serie de Manuel ESPIN - GARRIDO: DE AQUEL MADRID DE BORRAS Y GALINDEZ

por Amadeo » 21 Dic 2021, 10:33

Nuestros ases. (84) Una serie de Manuel ESPIN
GARRIDO: DE AQUEL MADRID DE BORRAS Y GALINDEZ
UNA LESIÓN EN UN DEDO —JUGANDO.A LOS BOLOS!— LE IMPIDIÓ
IR AL MUNDIAL-50 DE BUENOS AIRES
El historial internacional, de José Antonio Garrido nacido en Minglanilla (Cuenca) el 16 de febrero de 1931, uno de los más significados valores del basket castellano de la de cada de los 50, se abrió con la inclusión de dicho jugador en el Torneo de Niza que sirvió de calificación para el Mundial-50, de Buenos Aires.
El simple dato de su inclusión en la Selección Nacional que iba a tratar de ganar su calificación para la primera edición del Campeonato del Mundo basta para demostrar la alta catalogación de este pequeño jugador (1.74) que, procedente del América, acababa de ser captado por el Real Madrid. Curiosamente, empero, Garrido se quedó con las ganas de viajar a la Argentina. Para Garrido, como si Ferrando no hubiese tenido el providencial cierto de meter una canasta, casi desde medio campo, en el último segundo del partido, decisivo, contra Bélgica, en Niza.
Por culpa de los bolos
Una circunstancia infortunada fue la causa de que Garrido se viese apeado de la Selección.
—Una lesión en un dedo tuvo la culpa de que tuviese que quedarme en Madrid. Fue jugando a los bolos que me lastimé un dedo de la mano poco antes de la fecha de salida. Pura desgracia.
Aquí cabía invocar aquello de que no hay mal que por bien no venga, porque para lo que le hubiera tocado ver y vivir en Buenos Aires...
—El papel de España cierto, fue muy pobre. Sólo una victoria y aún gracias a que Yugoslavia renunció a jugar contra España y se le dio la victoria a nuestro equipo por 2-0. SI realmente, me ahorré muy malos ratos, con tal cúmulo de derrotas. Y es que el equipo era muy distinto del que ganó en Niza la calificación. Debió notarse mucho, por fuerza. La ausencia de Borrás y Galindez, que no pudieron desplazarse por razones de estudios.
El forzoso apartamiento de la Selección le costó a Garrido la participación en los Juegos de Alejandría 1951. Decididamente, una partida de bolos de infausto recuerdo...
— Volví al equipo en 1953, para unos amistosos contra Suiza, Francia y Bélgica. Y con una gira por Berlín, Ámsterdam, Lieja y Lausana, con sólo una derrota contra Bélgica, cerré mi carrera en 1955 como internacional. La actividad en aquellos tiempos era casi toda a base de partidos amistosos; muy poca, por lo tanto.
El Real Madrid, la meta
Cuatro años en los infantiles y tres en el equipo titular del América, siempre de la mano de un Pedro Gil llamado a erigirse en una institución del basket central, dejaron a José Antonio Garrido en condiciones de dar el gran salto al club merengue, sueño dorado de las promociones juveniles del basket castellano.
—En el América aprendí mucho primero por fas enseñanzas de Pedro Gil, y, después, por jugar al lado de Pedro y Emilio Alonso, dos maestros de los que recibí maravillosas lecciones de gran baloncesto. También cómo no, tuve en el Madrid la fortuna de tener al lado grandes figuras con cuyo contacto me vi altamente favorecido. A Emilio Alonso volvía encontrarlo en mi primera temporada madridista —1950-51— junto con Lozano y Gómez entre otros. En la temporada siguiente, vino Borrás. Galindez, que jugaba en el Liceo Francés, ingresó, después. Así, en mi segunda temporada en el Madrid el equipo lo formábamos Borrás, Galindez, Bea, Pinedo y yo, junto con Trujillano y Pineda. Gente muy buena, como ves, que hizo del Madrid un equipo poco menos que invencible: de 1951 a 1955, cinco finales de Copa, de las que ganamos tres —San Sebastián, Alicante, Madrid y perdimos dos, Valladolid y Barcelona, estas dos últimas ante el Juventud, que era, por aquellos años, nuestro más directo rival. Eran los años de los Centro-Cataluña, con los fenómenos Kucharski, Dalmau, Oller, Brunet en la selección catalana.
Ubérrima cosecha de éxitos, extensiva al campo internacional.
—Con el América, en 1949, ya había obtenido algunas satisfacciones en punto a lucidos logros internacionales. Fuimos segundos de la Copa Latina y en mi primer año en el Madrid la ganamos en el Fiesta Alegre. El Torneo de las Bodas de Oro, lo ganamos nosotros venciendo a Puerto Rico. Fueron, en suma, incontables las satisfacciones que el baloncesto me ha dado. Recuerdo, por ejemplo, mi primer partido como Júnior contra Francia, en Burdeos, con Oller, Bonet, mi mejor amigo, fallecido recientemente en accidente.
Estudiantes, nueva etapa
En 1955 dejó Garrido el Real Madrid para iniciar una nueva etapa como jugador-entrenador en el Estudiantes.
—Los siete años que había pasado como alumno del Ramiro de Maeztu, sede del Estudiantes, con la entrañable amistad que me unía a la mayoría de los componentes de la sección y del equipo, me impulsaron a aceptar el cargo de entrenador, como colaborador directo de Laborde, y, al mismo tiempo, a figurar en el equipo como jugador. Estaban allí Díaz Miguel, Abreu, Alcántara, un puertorriqueño llama do Héctor. El equipo funcionó bien y le ganamos, incluso, al Madrid en el Fiesta Alegre. Dos años en Estudiantes, de gratos recuerdos para mí, y en 1957 cuelgo las zapatillas de jugador y me dedico a entrenar en el Colegio Maravillas, un fecundo foco de cultivo juvenil del que el baloncesto castellano se ha beneficiado muchísimo.
Una época inolvidable
José Antonio Garrido, como tantísimos otros jugadores de su ya lejana época, puede recrearse en el recuerdo de un pasado en el que las notas gratas superaron abiertamente a las da signo contrario.
—En aquellos tiempos medir 1,74 no era un impedimento para alcanzar las cotas más altas. Ya se ha de mostrado —añadió en tono festivo — que tampoco lo es ahora en Estados Unidos, que en el Mundial tuvo su más brillante estrella en aquel base de 1,59. Los gigantes de aquel tiempo eran Brunet y Galindez, que pasaban muy poco del 1,90. Por lo demás, yo no cambiaría por nada la época que me tocó vivir, con el clima de sincera amistad y perfecto compañerismo que hallé en mis equipos. Las cosas, es cierto, han cambiado mucho en estos últimos años, sobre todo en el aspecto económico. Hoy se cobra mucho dinero, pero al jugador se le exige una dedicación poco menos que total. La disciplina, en estas condiciones, ha de ser rígida. No.
Ya he dicho que no cambio mi época por la actual…
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Re: Nuestros ases. (85) Una serie de Manuel ESPIN - HECTOR FOLGOSA: EL “AMERICANO” DEL BARÇA-56.

por Amadeo » 23 Dic 2021, 14:57

Nuestros ases. (85) Una serie de Manuel ESPIN
HECTOR FOLGOSA: EL “AMERICANO” DEL BARÇA-56
Fue pieza vital en el Aismalibar de Kucharski
Mucho antes —treinta años atrás— de que el firmamento del basket español se viese tachonado de esas fulgurantes estrellas “made in USA” que han acabado por hacer de la Liga española, un torneo con color y sabor americano, pudieron beneficiarse nuestros clubs de la llegada de otros ases provenientes, también, de más allá del Atlántico, pero del sur y centro del Nuevo Continente. La lista de los jugadores latinoamericanos, que habrían de encabezar necesariamente los legendarios Borrás y Galindez, sería extensísima. En ella, cómo no, habrían de figurar otros valores que, sin el relumbrón de los famosos portorriqueños, hicieron una importante aportación al basket español.
Las razones de un fichaje
Del capítulo de importados de América del Sur hay que destacar a Héctor Folgosa, que llegó de Argentina para enrolarse en el equipo del F.C. Barcelona. No fue, el suyo, un fichaje al estilo de los de ahora. Si llegaba un jugador procedente de Estados Unidos era pura y simplemente para estudiar nuestro idioma. Esta era, por lo menos, la razón con que se justifica el fichaje. Una razón, por supuesto, que no siempre era la única… y que, claro está, no era válida para aquellos que procedían de países de habla hispana, que este era el caso de Héctor Folgosa.
—Como tantísimos jugadores de aquel tiempo, yo vine a España por razones muy personales. Me había casado hacía un año en Buenos Aires, precisamente con una catalana de Barcelona, Madrona Martí y ante la perspectiva, ya cercana, de ser madre quiso mi esposa que el alumbramiento tuviese efecto en esta ciudad. Su deseo, por supuesto, me pareció de perlas; tanto que decidimos fijar nuestra residencia en Barcelona.
Para Héctor Folgosa, Barcelona era ya una ciudad conocida, de la que guardaba muy buenos recuerdos.
—En 1954 vine con el equipo del Ateneo de la Juventud, de Buenos Aires, en gira por Barcelona y Madrid.
Un año después, en 1955, se produciría la venturosa circunstancia de la anunciada paternidad que haría que Héctor Folgosa decidiese fijar su residencia en Barcelona. Curioso: antes de desembarcar en la Puerta de la Paz, Héctor Folgosa ya tenía en sus manos sendas proposiciones de fichaje.
—En el mismo barco, ya recibí unos cables del Barcelona y el Español proponiéndome fichar por ellos. No sé cómo se habían enterado de mi viaje pero es lo cierto que uno y otro club quisieron ser los primeros. Finalmente me decidí por el “Barça”. El fichaje lo formalizó el secretario general Alberto Maluquer, con el asesoramiento de Fernando Font.
Aismalibar, segunda y última etapa
Su estancia en el Barcelona fue breve. Otro club catalán, el Aismalibar, de Montcada, se reforzaría al año siguiente con el concurso de Héctor Folgosa.
—Al terminar aquella temporada de 1955-56 el Barca fue invitado a participar en un torneo de Niza, y Kucharski y Navarra, ambos del Aismalibar, vinieron como refuerzos. Kucharski quedó tan profundamente impresionado por lo bien que nos compenetramos en la pista que me propuso, de inmediato, fichar por el Aismalibar. Aquella temporada, 1956-57 formamos en el Aismalibar Navarro, Riera, Kucharski, Jorge Cuello y yo. Para mí; la formación que dio mayor rendimiento de cuantas tuvo el Aismalibar. Con Kucharski en funciones de director de juego, el equipo era una verdadera máquina, poco menos que imparable. Llegamos a la final de Copa, de 1957, en Vigo, en la que perdimos con el Real Madrid por sólo cuatro puntos (50-54). Sin embargo, es interesante recordar que al Madrid le ganamos siempre en casa. En la suya, ya era otra cosa, porque nos esperaban siempre con unas ganas...
El Aismalibar tuvo cierto renombre en Italia sólo por ser la squadra de Kucharski, que tan buen recuerdo había dejado en sus años de entrenador de la Virtus. De ahí que se pensase en el Aismalibar de Montcada a la hora de componer el cuadro de participantes del Torneo de Palermo y de Messina.
—En Palermo nos salió el mejor partido de la gira. Ganamos nada menos que al Spartak, de Praga, que alineaba a tres internacionales: el famoso Mamruhk, Ezr y Roiko. Ganamos por 77-73 y el equipo por su perfecto acoplamiento y su alto porcentaje de tiro causó verdadera sensación. Con nosotros jugaba ya Borrell, el pívot más alto del basket español del momento, que, con 2 metros, fue el amo bajo los tableros.
Duro, pero noble
Héctor Folgosa, cobró pronto fama de jugador duro. Fue, sin duda, una fama inmerecida.
—Mi formación atlética me daba, es cierto, la apariencia de un jugador duro. Desde muy pequeño había hecho deporte. A los 7 años, por ejemplo, ya jugaba al frontón, alternando con el baloncesto. En 1950, esto es, a los 22 años de haber nacido, en Buenos Aires, fui internacional en béisbol y jugué en los Panamericanos contra Estados Unidos. Fui, si se quiere, un jugador duro pero dentro de los límites tolerados.
Sobre este punto, siempre recordaré que hallándome en la pista del Layetano, en ocasión de las Bodas de Oro de dicho club, alguien me acusó de haber sido un jugador peligroso. Pero el árbitro Aznar, que estaba allá, salió en mi defensa precisando que yo fui duro, si pero de una nobleza intachable. Matización que no dudamos en suscribir. Dos temporadas en el Aismalibar y punto final a la trayectoria deportiva de Héctor Folgosa. Una hernia discal tuvo la culpa. El doctor Navés habló de operarme pero preferí colgar las zapatillas…
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 8/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (86) Una serie de Manuel ESPIN - ENRIC PIERA: PILAR DE UN HISTORICO HOSPITALET

por Amadeo » 28 Dic 2021, 09:53

Nuestros ases. (86) Una serie de Manuel ESPIN
ENRIC PIERA: PILAR DE UN HISTORICO HOSPITALET
En las difíciles horas de la recuperación tras los tres años de cruenta guerra civil, la hegemonía del basket nacional la asumió de forma ostensible el B.C. Hospitalet, que no era otro que el que, con anterioridad al trágico 18 de julio de 1936, y bajo el nombre de B.C. Júniors, ocupaba una de las primeras posiciones de nuestro basket. El renacido B.C. Hospitalet tuvo la fortuna de conservar íntegros sus cuadros juveniles durante la contienda civil y pudo, de este modo, componer en 1939 un primer equipo de auténtica categoría, con los hermanos Vidal, Maneja, Sanahuja, Rodón, Rosell, Enric Piera y un largo etcétera, gracias a los cuales Hospitalet fue en aquel tiempo lo más parecido a la Meca del basket.
Aquel poderoso Hospitalet
Enric Piera, uno de los legendarios hospitalenses, evoca, con renovada ilusión, los éxitos de aquel equipo que llegó a ser tenido como invencible, o poco menos. En él se alistó Piera siendo infantil. Nacido en Hospitalet el 18 de marzo de 1921, Piera se sintió pronto contagiado por el fervor que en la ribereña ciudad despertaba el deporte de la canasta.
—A los 10 años ingresé como infantil, entrenado por Francisco Maneja, el hermano mayor del internacional Marcelino. Y con el tiempo fui ascendiendo hasta llegar al primer equipo, ya terminada la guerra. Antes, había pertenecido al equipo de fútbol del F.C Hospitalet, del que fui guardameta titular. Pero terminada la guerra, cuando volvimos a reunirnos los que ya habíamos venido jugando desde infantiles, me reincorporé al basket, formando el primer equipo con los Maneja y demás compañeros de la infancia. Años difíciles, aquellos, aunque los recuerdo con profundo agrado. Eran tiempos de terrenos de tierra, de balones de cuero, de entrenamientos y partidos por la noche, al aire libre, hiciese frío o calor. Tiempos, también, de agobios económicos para los clubes. El Hospitalet encontró una fórmula sencilla para obtener una ayuda económica que le permitiese subsistir. El club se aseguró una doble personalidad afiliándose como grupo de empresa a la obra sindical Educación y Descanso. Eso, claro, nos obligaba a desarrollar una doble actividad: además de los partidos federativos jugábamos entre semana en los torneos de empresas comerciales que se celebraban habitualmente en el Price.
Campeones invictos de copa
Esa redoblada actividad contribuyó, sin duda, a la óptima forma física y técnica que en los años inmediatos a la terminación de La guerra aupó al equipo ribereño al primerísimo plano nacional de este deporte.
—Se notó mucho, en efecto, esa intensividad a que nos obligaba la actividad federativa y sindical. En la temporada 1939-40 fuimos campeones de Cataluña y de España sin perder un solo partido. En la final de Copa, disputada en el campo del R.C.D. Español ganamos al Atlético de San Gervasio por 20-17. En la temporada siguiente, repetimos el título catalán y fuimos finalistas del Campeonato de España, perdiendo con el Es pañol, en el Fiesta Alegre, de Madrid, por 24-35. A causa de una lesión, no pude jugar esta final y, según manifestó el entrenador, Villalba, mi ausencia se había notado mucho. Lo que puede explicarse en un equipo que era una auténtica piña, una perfecta máquina en la que cualquier pieza que fallase había de acusarse en un rendimiento
Prematura retirada
Esta fue la última temporada de Piera como jugador. Un leve, casi imperceptible defecto de la vista hizo aconsejable su retirada aunque no le impidió volver a lucir sus aptitudes como portero de fútbol. El basket, empero, ha llenado el capítulo de más gratos recuerdos de Enric Piera.
—Los dos años que estuve en el primer equipo, junto a los Sanahuja, Maneja, Vidal, Rodón y Rosell, fueron inolvidables. Maneja, en especial, fue un verdadero genio, que nos galvanizaba todos con su brío y su excepcional capacidad de tiro; Sanahuja, fallecido hace unos años, sería hoy un fenomenal tirador de 6.25. Creo que en ningún otro equipo me habría encontrado tan a gusto como en el Hospitalet. La prueba está en que el Barça trató de ficharme y me ofrecía 700 pesetas por la ficha. Y rechazó la oferta. Y eso que en aquellos tiempos tal cantidad no dejaba de ser tentadora.
El interés del Barça por hacerse con Piera pudo explicarse, entonces, por la calidad fuera de serie de este jugador que, con Vidal, componía una pareja defensiva de extraordinaria solidez. Ya saben ustedes que en aquellos tiempos los equipos los componían dos defensas, un centro y dos delanteros. Piera, con sus 1,75 —una talla nada despreciable— era de los pocos que sabían desdoblarse en una doble función de defensa y ataque
Ediles distraídos
En el anecdotario que Enric Piera pudo componer en sus escasos años de adscripción basquetbolista, hay una que nuestro personaje recuerda como muestra del poco interés que el basket despertaba entonces en ciertos medios.
—El Ayuntamiento de Hospitalet se enteró del triunfo que habíamos obtenido en el Campeonato de España, que conllevaba la conquista de la Primera Copa, llamada entonces del Generalísimo, porque alguien de la corporación municipal vio expuesta la Copa en un escaparate. Y esto, claro, les obligó después a rendir un homenaje oficial al equipo.
También en esto, evidentemente, han cambiado los tiempos.
http://hemeroteca.mundodeportivo.com/pr ... 2/pdf.html

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Re: Nuestros ases. (87) Una serie de Manuel ESPIN - FRANCISCO LLOBET: UNA PROMESA ROTA

por Amadeo » 30 Dic 2021, 11:12

Nuestros ases. (87) Una serie de Manuel ESPIN
FRANCISCO LLOBET: UNA PROMESA ROTA
La negativa de un permiso militar, causa de su retirada.
Desde los lejanos tiempos del inolvidable Juventus, de Sabadell —el de los legendarios Massagué, Sangres, Estop, Armengol, Morral—la cantera vallesana no ha dejado de dar al basket figuras de valía excepcional, gracias a las cuales Sabadell pudo recuperar el rango de plaza basketbolística de primer orden perdido con la guerra civil. Fue en las postrimerías de la década de los 50 cuando Sabadell, gracias a la aparición del club Orillo Verde, vióse reintegrado a la primera línea nacional del deporte de la canasta.
Aquel desaparecido Orillo Verde.
Fue Fernando Font — ¿quién iba a ser sino él?— el que partiendo de cero, logró que su recién formado equipo fuese escalando categorías hasta instalarse en la División superior. Para ello contó obviamente con una pléyade de jóvenes promesas, que, con el respaldo de algunos valores ya consagrados, lograron dar cima a un viejo anhelo del basket vallesano: participar en la Liga Nacional.
Francisco Llobet, sabadellense de pura cepa, nacido el 5 de diciembre de 1940, fue uno, y no el menos destacado, de los que hicieron posible la segura y firme escalada del Orillo Verde, en el que ingresó recién fundado el club, temporada 1954-55. Como a tantos adolescentes de la época, el fútbol ejercía una fuerte sugestión.
“Pienso que en el fútbol podía haber destacado. En el equipo del colegio, en el que jugaba como infantil, coincidí con Eladio, que años después, sería defensa titular del Barcelona. Pero finalmente fue el basket el que me acabo conquistando”
Decepción y retirada
De Francisco Llobet puede decirse que siguió una trayectoria tan breve como fulgurante: alcanzó a jugar la primera Liga en la temporada 1958-59, siendo júnior todavía, y dos temporadas más tarde decidió colgar las zapatillas. Y ello, después de haber conocido los honores de la internacionalidad.
“Los conocí es cierto -precisa Llobet—pero sólo a medias. Porque después de haber jugado dos amistosos contra Bélgica, en Barcelona y Madrid, en marzo de 1961,como preseleccionado para el Campeonato de Europa de Bel grado, no pude desplazarme porque no me dieron el permiso militar. Esto me produjo un gran disgusto, máxime sabiendo que en un caso similar al mío, en Madrid, lo habían concedido. Para mí, ir a un Campeonato de Europa era en lo que más soñaba, por lo que la decepción fue muy honda. Tanto, que, perdida la ilusión por el basket, acabé por retirarme.”
Una decisión, evidentemente, poco meditada, propia de la inmadurez de quien, a los 22 años, tenía por delante un luminoso futuro.
“Con el tiempo, me arrepentí, porque comprendía que podía haber seguido progresando. Pero la decepción sufrida había reducido mi moral a cero.”
Tres Ligas, dos subtítulos.
Los mejores recuerdos de la breve ejecutoria de Francisco Llobet están centrados en las tres Ligas en que intervino. Las dos primeras, como titular del Orillo Verde, y la tercera con el Joventut “
En la 1958-59, con Fernando Font como entrenador, que ganó el Barcelona, quedamos en cuarto lugar. No estaba mal para ser mí primera Liga. Al año siguiente, con Broto como entrenador quedamos subcampeones, habiendo sido yo el máximo encestador de torneo. El título lo ganó el Madrid.”
Punto final a la actuación del Orillo Verde, disuelto por su patrocinador, Manufacturas Carol.. Francisco Llobet, junto con Alfonso y José Luis Martínez, titulares del disuelto equipo, pasaron a ingresar en el Joventut. Aquel mismo año, el presidente Llaudet había desmantelado el equipo blaugrana.
“Con el Joventut fuimos segundos de la Liga. En el equipo volvía a tener a Broto como entrenador, en sustitución de Canals. Se hizo un gran equipo, con los hermanos Martínez, Auladell, Ballester, Cuello, Rojas y yo, pensando en desbancar al Madrid. Pero las cosas no salieron lo bien que se esperaba. El Madrid contaba con extranjeros y nosotros no, y tenían además a lo mejorcito del basket español, los Lluís, Parra, Emiliano, Sevillano, Sainz.”
Fue, esta de 1961-62, la última Liga jugada por Llobet. Sus quehaceres profesionales, a los que no había dejado de atender, simultaneados con sus estudios de peritaje mercantil, le llevaron a Madrid, en donde permaneció dos años. El basket pareció atraerlo de nuevo...
“Del Canoe me pidieron que jugase con ellos pero lo hice tan sólo en tres o cuatro partidos. Mi decisión de dejar el basket era definitiva.”
La prima del señor Llaudet.
El tema de los fichajes, de su cuantía dineraria, salió a relucir. Llobet pertenece a una época en la que el dinero empezaba a correr pero de forma muy comedida, no como ahora. Sobre el particular, Llobet nos refirió una ilustrativa anécdota.
“Enrique Llaudet, el presidente del Barça, nos ofreció una prima de dos mil pesetas “a los cinco que juguéis.”. Llaudet sabía que un equipo se compone de cinco jugadores, pero a lo mejor ignoraba que había también unos suplentes. Esto era la víspera del Orillo Verde-Real Madrid. Si ganábamos nosotros, el título era para el Barcelona, y así sucedió. Nos, dio las diez mil pesetas y nos tocó a mil por barba...”
Otra anécdota, ésta referida a la “Penya” que fue, recuerda Llobet “el primer equipo que ganó al Real, en Madrid. Como la cosa merecía un premio a los jugadores, fue el propio Brunet, capitán, entrenador y jugador del Joventut, el que, con dinero de su bolsillo, dio 200 pesetas a cada jugador”.
* * *
El tiempo no ha borrado del todo la vinculación de Llobet con su antiguo deporte. En Benidorm, en donde reside regentando una cadena de establecimientos dedicados al turismo, está impulsando la creación de un club, La Marina, que cuenta ya con 350 socios, con instalaciones propias y un amplio cuadro de proyectos.
“Estamos empezando de cero pero por el ambiente que se ha creado con este proyectado club me siento muy optimista. En Benidorm tendremos basket, y espero que de altura…”
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